José María Osorio de Moscoso y Carvajal, (XV conde de Altamira)
En 1889 se subastó el palacio, la última y la propiedad más emblemática de la casa en Morata
A la muerte de Vicente Pío Osorio de Moscoso, en 1864, le sucedió en
la titularidad del condado de Altamira su hijo primogénito José María Osorio de
Moscoso. Por las disposiciones de su padre, la repartición de los bienes
patrimoniales pertenecientes a la Casa de Altamira se hizo por medio de una
testamentaría por la que se adjudicaron los bienes a sus cuatro hijos, José
María, María Cristina, María Eulalia y María Rosalía Osorio de Moscoso y
Carvajal.
En esta testamentaria se incluían los bienes que la Casa de Altamira
aún conservaba en Morata, ya muy reducidos. De hecho, las propiedades rústicas en la vega, el molino y el
batán, la posada, y un molino aceitero ya habían sido vendidas o subastadas
desde la década de 1820. Vicente Isabel Osorio de Moscoso (XIII conde de
Altamira) y su hijo Vicente Pío ocupaban el señorío de Morata cuando su
produjeron estas enajenaciones, tal como hemos visto en las entregas anteriores.
A partir de 1864, ya con José María Osorio de Moscoso como titular del
condado, continuaron estas ventas, forzadas por las deudas familiares, tanto en
Morata como en el resto de las ciudades y villas en las que la Casa de Altamira
aún conservaba parte de su patrimonio.
El 22 de diciembre de 1864, pocos meses después de la muerte de
Vicente Pío Osorio de Moscoso, el Diario
Oficial de Avisos de Madrid, publicaba un anuncio sobre la subasta de
álamos pertenecientes al conde de Altamira en las fincas que aún conservaba en
Morata. La explotación de las alamedas era habitual en pueblos como Morata
donde los álamos se aprovechaban para fabricar herramientas agrícolas y para la construcción:
Administración general de la
casa y estados de Altamira, Astorga, Montemar, Sessa y Maqueda. El día 27 del corriente, a las doce de la
mañana, se subastarán en Morata de Tajuña 715 álamos, previamente señalados en
las alamedas de esta casa.
El administrador subalterno, D.
José Valero, residente en dicho punto, enterará del pliego de condiciones y
demás referentes al caso.
Unos años después, se sacaban a subasta varias fincas, la mayoría de
secano, situadas en el término de Morata pero también en Perales de Tajuña.
Según el Diario Oficial de Avisos de
Madrid, de 18 de octubre de 1866, el lote incluía 34 fincas, entre olivares
y tierras de secano, y 14 alamedas, cuyo precio de salida ascendía a 127.043
reales. En Perales las fincas subastadas eran 25, entre secano y regadío, con
un precio de salida de 108.254 reales. El recurso de sacar a subasta los bienes
patrimoniales de la Casa de Altamira en Morata ya había sido forzado, durante
todo el siglo XIX, por los acreedores de la familia y sería una constante
también hasta el año 1889 cuando, finalmente, se subastó la casa-palacio.
Previamente a esta fecha, se sucedieron distintos anuncios de subastas
para capitalizar lo que quedaba del patrimonio de la Casa de Altamira en
Morata. En 1867, el 24 de septiembre, el Diario
Oficial de Avisos de Madrid, publicaba, por primera vez, el anuncio de
subasta del palacio:
En virtud de providencia del
señor D. Francisco Sapiña y Rico, (…) se saca a pública subasta una casa
palacio perteneciente a la testamentaria del Excmo. Sr. conde de Altamira, sita
en la plaza de la Iglesia, o plazuela de Palacio, de la villa de Morata de
Tajuña, en esta provincia, señalada con el número 3, retasada por el arquitecto
de la Real Academia de Nobles Artes, D. Joaquín Kramer, en la cantidad de 12.397
escudos y 456 milésimas. Para su remate se ha señalado el día 15 de octubre
próximo venidero a las doce de la mañana (…).
Ante la ausencia de compradores del palacio, los acreedores forzaron
una nueva subasta que se anunció, de nuevo, en el Diario Oficial de Avisos de Madrid, el 7 de junio de 1871:
En virtud de providencia del
señor Don Francisco García Franco, juez de primera instancia del distrito de
Universidad de esta corte, refrendada por mí el escribano, se sacan a la venta
en pública subasta una casa-palacio y otros bienes rústicos y urbanos, sitos en
término de Morata y Perales de Tajuña. Para su remate, que será doble y
simultáneo, y tendrá lugar en la sala de audiencia de dicho juzgado, y en la de
igual clase de Chinchón, se ha señalado el día 30 de junio del corriente.
Unos meses después, ante la repetida ausencia de compradores, se
vuelve a convocar una nueva subasta que quedaría también desierta:
En virtud de providencia del
señor juez de primera instancia del distrito de Universidad de esta corte, (…)
se sacan a la venta en pública subasta un bosque, varias alamedas, una casa
palacio y otros bienes rústicos y urbanos, sitos en términos de Morata y
Perales de Tajuña, por el precio en que han sido retasados. Para su remate
(…) se ha señalado el día 28 de
noviembre próximo venidero [de 1871]. (…) Los autos ejecutivos en cuya virtud
se procede a la enajenación estarán de manifiesto en la escribanía del actuario
que suscribe (…).
Diario Oficial de Avisos de
Madrid, 20 de octubre de 1871
Anuncio de una de las subastas judiciales del palacio de Altamira en Morata
En 1872 vuelven a salir a subasta la casa-palacio de los condes de
Altamira y otras propiedades como Las
cocheras o El picadero. El
anuncio de la subasta, aparecido en el Diario
Oficial de Avisos de Madrid, el 20 de junio, resulta muy descriptivo de las
características de las fincas subastadas e incluye también las cantidades,
rebajadas tras la ausencia de compradores en las primeras subastas, en que
habían sido tasadas:
En cumplimiento de lo mandado
en la instrucción y reales disposiciones vigentes, se sacan a subasta pública
para venta las fincas urbanas que a continuación se expresan para pago a la
Hacienda pública de las cantidades que se la adeudan por réditos de censos y
plazos vencidos de otros que fueron redimidos, (…) cuyo remate ha de celebrarse
el 10 de junio próximo a la hora de las doce de la mañana.
Una casa palacio, sita en la
plaza de Palacio de dicha villa de Morata, señalada con núm. 2, compuesta de
planta baja y piso principal. Tiene un jardín que está dedicado al cultivo de
hortalizas, ensaladas [sic] y legumbres, en el que hay un depósito de abundante
agua para su riego, en el patio una fuente de agua potable, y en el corral otra
fuente que se encuentra inutilizada. Tiene también una cueva o bodega. La
extensión superficial de esta finca es de 97.469 pies cuadrados de terreno. Ha
sido tasada recientemente en 79.187 pesetas y capitalizada en 51.000 reales de
vellón, la cual se saca subasta con la rebaja de una tercera parte.
Otra casa conocida con el
nombre de Las Cocheras, situada en la plazuela de Don Santiago, de la
mencionada villa, la cual se compone de planta baja y cámaras altas, con varias
habitaciones, cuadras y dos pajares. Su extensión superficial es de 6.054 pies
cuadrados de terreno. Se halla tasada en 14.714 pesetas, y capitalizada en
20.400 reales, la que se saca a subasta con una rebaja de una tercera parte.
Otra casa denominada Picadero,
sita en la propia villa, calle del mismo nombre, número 2, duplicado, compuesta
de planta baja y alta con varias habitaciones, cuadra en la primera y pajares
en la segunda. Su extensión superficial es de 20.489 pies cuadrados de terreno,
está tasada en 10.899 pesetas, y capitalizadas en 10.200 reales, la que se saca
a subasta con la rebaja de una tercera parte (…).
La rebaja de la tercera parte de la tasación significaba que, en esta
subasta, el precio de salida de los bienes sería de 34.000 reales la
casa-palacio, 13.600 reales Las Cocheras
y 6.800 reales la Casa picadero. Sin
embargo, y pese a esta rebaja, la subasta quedó una vez más desierta y el
palacio permaneció en propiedad de los herederos del condado de Altamira
aunque, por los testimonios de la época, su deterioro debió ser importante. Juan
de Diego Arribas, autor de Morata
de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid, editada en 1891, se refería
al palacio en estos términos:
(…) El palacio de los condes de
Altamira que si hoy no es más que una sombra y un recuerdo de su antigua y
pasada grandeza, da testimonio de haber sido una joya artística, no tan solo
por su construcción y estilo arquitectónico, sino por sus notables pinturas tan
bien conservadas a pesar de los años transcurridos y de lo poco cuidado que ha
estado últimamente (…). ¡Lástima que esta joya artística haya venido al
lamentable estado en que hoy se encuentra! (…).
Cuando Juan de Diego Arribas escribía este texto, el palacio ya no
pertenecía a la Casa de Altamira. Finalmente, en 1889 en una subasta, en la que
de nuevo hubo de rebajarse el precio de salida ante la falta de compradores, el
palacio, y el resto de propiedades de la Casa de Altamira en Morata, cambiaron
de propietario. En el Diario Oficial de Avisos de Madrid del 9
de junio de 1889 se publicaron las condiciones en que se subastaban estas
propiedades:
Edicto
En virtud de de providencia del
Sr. Juez de primera instancia del distrito norte de esta Corte, dictada en
autos ejecutivos que se siguen en el mismo juzgado a instancia del Excmo. Sr.
D. Francisco Caballero y Rozas, marqués de Torneros, y otros contra el Excmo.
Señor conde de Altamira, sobre abono de pesetas procedentes de pensiones
atrasadas de censos, se sacan a la venta en pública y doble subasta que
simultáneamente tendrá lugar en este juzgado y en el de igual clase de
Chinchón, las fincas siguientes:
Primer lote.- Una casa-palacio
situada en la villa de Morata de Tajuña, plazuela de Palacio, núm. 2, con
vuelta a la calle de la Cruz de Orozco y calle del Picadero tasada en 50.167
pesetas
Segundo lote.- Otra casa
situada en Las Cocheras en dicha villa, plazuela de Santiago, núm. 2, con
vuelta a la calle del Picadero, tasada en 9.405 pesetas.
Tercer lote. –Otra casa
titulada El Picadero, en dicha villa, calle del Picadero núm. 2 duplicado,
tasada en 6.627 pesetas.
Cuarto lote.- Este cuarto lote
se compone de las cinco fincas rústicas siguientes, todas ellas en término
jurisdiccional de la misma illa de Morata de Tajuña:
Un cerro titulado El Bosque
tasado en 20.800 pesetas
Una alameda titulada de
Moraleda, tasada en 310 pesetas.
Una tierra titulada Las Cepas,
de una área y cuarenta y tres centiáreas, tasada en 30 pesetas.
Otra tierra titulada también
Las Cepas de tres áreas, setenta centiáreas, tasada en 60 pesetas.
Y otra alameda titulada La
Lámpara, tasada en 140 pesetas.
Las tierras suman un total de
21.340 pesetas.
Total en junto de los cuatro
lotes, 87.539 pesetas.
Para la celebración de la subasta se fijó el día 15 del mes de julio
de 1889 y en el anuncio se señala que las posturas deberán, al menos, cubrir las
dos terceras partes de la tasación.
Ante la ausencia de compradores en la primera subasta, el Diario Oficial de Avisos de Madrid, del
día 24 de octubre de 1889, publicó un nuevo edicto con las condiciones de una
segunda subasta a celebrar el 30
de noviembre de 1889.
En esta segunda subasta, la casa palacio se tasó en 37.625, 25 pesetas,
las Cocheras se tasaron en 7.053,75 pesetas y la Casa del Picadero en 4.970, 25
pesetas. En cuanto a las fincas rústicas, El
Bosque se tasó en 20.800 pesetas, el mismo precio que la anterior subasta,
al igual que las restantes fincas que en total salieron a subasta por la misma cantidad de 21.340
pesetas, y deducido el 25 por ciento, 16.005 pesetas, para un total de 65.651,
25 pesetas para la subasta a celebrar el treinta de noviembre de 1889.
En esta ocasión, los bienes subastados sí que encontraron compradores.
Como ya sucediera en 1820, con la venta de las fincas de regadío, el molino y
la huerta -adquiridos por uno de los acreedores del conde de Altamira, Ramón de
Angulo-, ahora también fue uno de los acreedores principales de la Casa de
Altamira, Antonio Caballero y Rozas, marqués de Torneros, quien se haría con la propiedad de la
casa-palacio. El resto de propiedades sacadas a subasta se las adjudicaron
distintos compradores y, en el caso concreto de El Bosque, fue el ayuntamiento de Morata el que se hizo con la
propiedad de esta finca que pasó así a pertenecer al patrimonio municipal.
Punto y final de la Casa de
Altamira en Morata
Esta última subasta significó la definitiva desaparición de la
presencia en Morata de la Casa de Altamira, a su vez, sucesora de la Casa de
Leganés. Desde el ya lejano 1.632, cuando Diego Felípez de Guzmán compró el
señorío de Morata, los titulares del señorío acumularon propiedades rusticas y
urbanas, derechos económicos y honoríficos en el concejo y, como símbolo de su
poder, levantaron un palacio en el que reunieron la impresionante colección de
pinturas atesorada por el primer marqués de Leganés. La venta del palacio, y su
posterior parcelación, fue sin duda el símbolo que puso el punto y final a
tantos años de historia. Lamentablemente, el deterioro patrimonial y económico
de la Casa de Altamira significó, también, la pérdida de un inmenso legado
documental y cultural que se manifestó, en la práctica, con la dispersión de
las colecciones de pintura, escultura y otros bienes muebles que albergaba el
palacio de Morata y que fueron subastados y vendidos tal como hemos visto en
otras entregas del blog. De este patrimonio nada ha quedado en Morata. Sirva
como muestra de la desintegración de este patrimonio el anuncio publicado en La Correspondencia de España el 25 de
octubre de 1882:
En breves días se abrirá en el
palacio del conde de Altamira (duque de Sessa), Flor Alta, 10, una exposición y
venta extraordinaria, como nunca se ha visto en tan gran escala en Madrid ni en
ninguna otra parte, compuesta de una inmensa cantidad de muebles de lujo,
antiguos, modernos, estatuas, bases, guarniciones de relojes, en bronces,
porcelanas de Sevres y de Sajonia, etc., pinturas de renombrados maestros,
arañas y otros miles de objetos de alto mérito y arte sublime (…).
Anuncio de la almoneda a celebrar en el palacio de Altamira en 1882
De la extensa documentación relacionada con la Casa de Altamira y el
resto de títulos pertenecientes a sus titulares tampoco ha quedado mucho. Los
últimos responsables de la Casa de Altamira vendieron, prácticamente al peso,
los restos del archivo. Así lo denunciaba en esos años el crítico literario e
historiador González de Amezúa:
Es un hecho indudable que, a
partir de 1869, esparciose la nueva entre los libreros de ocasión y aficionados
a antiguallas de toda clase de que del palacio de Altamira salían los legajos a
montones, vendiéndose sin tino ni estimación, para los usos más viles y
despreciables como tiendas y especerías.
Es de suponer que entre esos legajos algunos, sin duda, recogerían documentación de los 257 años que
transcurrieron entre 1632, fecha del inicio del señorío, y 1889, año de la
venta de la casa-palacio y de la presencia de la Casa de Altamira en Morata.
Bibliografía .Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de
Madrid-Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial-Madrid, 1891
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