miércoles, 28 de diciembre de 2016

Las calles de Morata y su denominación en el callejero (XVI)


Calle Toril y calle del Ciego (Calle general Moscardó)

Estas dos vías del callejero de Morata recuperaron su denominación tradicional en los años noventa del pasado siglo. Tras la guerra civil, cuando muchas calles de Morata cambiaron de nombre, recibió el de calle general Moscardó. El nombre actual de calle Toril recuerda la instalación en el primer tramo de la calle que parte de la plaza Mayor de los chiqueros de la plaza de toros de talanqueras. La calle del Ciego puede hacer referencia a que en la época en que se realizó el Catastro de Ensenada vivía en dicha calle un vecino ciego, aunque en esa época también recibió el nombre de calle que va de la Cruz de Orozco al Hospital.


La denominación de la calle Toril esta claramente relacionada con la celebración de festejos taurinos en la plaza Mayor de Morata. Jesús Antonio de la Torre Briceño ya recogió en su Historia de la villa de Morata de Tajuña un documento en el que se refleja el contrato de compra de tres toros para la función del Corpus del año 1632:
En la villa de Morata a veinte y dos días del mes de mayo de mil y seiscientos y treinta años parecieron presentes de la una parte Pedro Salado el Mayor y Pedro Sánchez Bravo vecinos de esta villa y mayordomos del cabildo del Santísimo Sacramento de ella y de la otra parte Alonso Macías vecino de la villa de Torrejón de Velasco y residente en esta de Morata y dijeron que por cuanto para celebrar la fiesta del día del Corpus tienen tratado con el dicho Alonso Macías de que ha de traer y traerá a esta dicha villa para el viernes o el sábado después del jueves del Corpus de este presente año de seiscientos y treinta una fiesta de tres toros de muerte  para cualquiera de los dichos dos días con condición de que tres días antes se le haya de avisar para cual día ha de ser (…). (AHPM nº 30055).
Según este documento, era la Hermandad del Santísimo Sacramento la encargada de financiar estos festejos populares con los ingresos procedentes del arrendamiento de sus bienes patrimoniales. De hecho, en la relación de estos bienes que aparece en el Catastro de Ensenada, que también incluían diversos censos a su favor, esta hermandad señalaba que debía hacerse cargo de:
(…) diferentes gastos de funciones, provisiones y descubiertos que se hacen y que tiene que suplir la Hermandad.
Estas funciones, entre las que se encontraban lógicamente las de carácter religioso, también incluían los festejos populares programados para celebrar el Corpus Cristi, entre ellos la suelta de toros. Parece lógico pensar que en esos años los toriles estuvieran instalados en este primer tramo de la calle que partía de la plaza Mayor, puesto que el edificio de propiedad municipal que se utilizó como toril hasta los años setenta del pasado siglo en aquella época se utilizaba como albergue de pasajeros transeúntes.
En cualquier caso, la calle del Toril en aquellos años del siglo XVII y siguientes, no contaba con muchas vecinos: la fachada norte correspondía a la casa de la familia Ruiz de Castañeda, con entrada por la calle Real a Arganda, y en la fachada sur únicamente se registraba una vivienda perteneciente a un tal Gabriel Paris situada en la esquina con la plazuela de Espinardo, mientras que el resto de la calle correspondía a la vivienda propiedad de María Ignacia Mexía, con entrada por la plaza Mayor y al palacio del marqués de Espinardo, con entrada por la plazuela del mismo nombre.
La calle Toril acababa por tanto, como sucede actualmente, en la plazuela de Espinardo y, a partir de ahí comenzaba la que en época del Catastro de Ensenada se conoció como calle del Ciego, aunque también en los registro catastrales aparece denominada como calle de va de la Cruz de Orozco al Hospital y que finalizaba en su confluencia con la plazuela de las cocheras del señor, denominada ahora plazuela de Don Santiago.
 En el centro de la imagen, del año 2014, calles del Toril y del Ciego
La primera de estas denominaciones, calle del Ciego, puede hacer referencia a un vecino invidente de Morata, Thomás Sánchez Bravo, que en los papeles del catastro aparecía registrado como impedido y que tenía una casa en dicha calle. Sin embargo, la denominación más habitual de esta calle en esa época fue la de calle de va de la Cruz de Orozco al Hospital. Además de las viviendas de seis vecinos de Morata, todas ellas en la fachada norte en este calle se localizaba el hospital al que hace referencia esta denominación, situado en la fachada sur de la calle, adosado al palacio del marques de Leganés, posteriormente del conde de Altamira.
Por el Catastro de Ensenada sabemos que el hospital de Antonio López también se conocía como hospital de pobres de la villa. En esos años de mediados del siglo XVIII este hospital cubría las necesidades más primarias de los vecinos pobres de Morata. Para atender a estos vecinos estos hospitales estaban dotados de un patrimonio inmobiliario con el que financiaban su labor de beneficencia. Este patrimonio, normalmente, era aportado por los fundadores de estas instituciones, en el caso del de Morata, por Antonio López
Conocemos el valor de este patrimonio en el año 1751, incluido entre los bienes de eclesiásticos, ya que estas instituciones de carácter benéfico estaban adscritas a la iglesia:
Tierras y censos propios del hospital que fundó Antonio López en esta villa
Tierras de riego de buena calidad
7 fanegas y 7 celemines en los parajes de Cerro de la Cabaña, El Coso, Los Escuderos y La Canal.
Tierras de riego de mediana calidad
16 fanegas y media en los parajes de Tierras Largas, Cardón, La Celadilla, El Herrero, Sanchisnal y Collaspiga.
Olivares de mediana calidad
4 fanegas con 80 olivas en El Mojonazo.
Estas tierras las labran a renta Pedro Marchena que paga 275 reales por 11 fanegas
Francisco Ruiz que paga 325 reales por 6 fanegas y 8 celemines y 2 fanegas con cuarenta olivas.
Francisco Oliva paga por 7 ½  fanegas y 2 fanegas de olivar con cuarenta olivas 250 reales.
En esta relación se aprecia que los ingresos por el arrendamiento de los bienes inmuebles eran unos escasos 850 reales. A esta cantidad, ciertamente reducida, había que añadir los intereses de los  censos o préstamos que figuraban a nombre del hospital. Estos intereses ascendían a unos 520 reales anuales lo que obligaba al Concejo a realizar una aportación anual que también se recogía en los registros del catastro:
 (...) cuatro mil y cuatrocientos reales de vellón que tiene de salario consignado en cada un año como médico titular de esta villa de Morata por el trabajo de asistir a los enfermos de esta.
Más tiene trescientos reales de vellón con corta diferencia en cada un año por asistir a algunos enfermos forasteros que vienen a esta villa como de algunos vecinos de los lugares circundantes a ella.
Como institución ligada a la iglesia, el hospital de pobres era administrado por el presbítero Diego Ruiz de Orive. Su función era encargarse de gestionar los ingresos que hemos mencionado, completados también con las limosnas y donativos en especie que hacían los vecinos de la villa, y proveer de una mínima asistencia sanitaria que, en muchos casos, no pasaba de cobijar a los enfermos en unas precarias instalaciones que no iban más allá de de los jergones de paja.
El hospital de pobres de Morata, junto con el de pasajeros, mantuvo su función benéfica hasta la desamortización de Madoz del siglo XIX. Según la ley de 1851 estas instituciones benéficas debían desamortizarse junto con los bienes de propios y del común propiedad de los ayuntamientos. En el caso de los hospitales de Morata así se hizo, según se comprueba por una noticia aparecida el 20 de abril de 1867 en el Diario de Avisos de Madrid, según la cuál se había realizado una inscripción  de deuda pública al 3 por ciento de interés, a nombre del ayuntamiento de Morata, por la venta de bienes de la beneficencia, entre ellos el hospital de pobres de la villa, por importe de 2.645,45 reales de vellón.
Pese a estas ventas, lo cierto es que años después Juan Diego Arribas, en 1891, seguía haciendo referencia a estos hospitales al tratar de la situación médica de la villa de Morata a finales del siglo XIX:
Así es que para socorrer á los pobres imposibilitados o enfermos de la localidad cuenta este Ayuntamiento con un hospital, legado de D. Antonio López en 1670, en el cual hay ocho camas de hierro (algunas sin estrenar) , y en el que se asiste con el esmero y cuidado que necesitan tan desgraciados seres. No contentos los morateños con ejercer la caridad entre sus convecinos, y deseosos de que ésta alcance a los demás desgraciados, tienen también otro hospital (titulado de Vallejo, por ser éste quien legó su casa, á principios del siglo XVI) para tan sublime objeto; hospital que sirve de albergue á los pobres transeúntes, en donde encuentran refugio seguro contra las inclemencias del tiempo. La asistencia facultativa para 150 familias pobres está encomendada a dos activos e inteligentes médicos, los cuales cobran por tan señalado servicio 750 pesetas anuales cada uno, y los medicamentos que las mencionadas familias pobres necesitan, se suministran en la farmacia de esta villa, la cual se paga por recetas é importa unas 950 pesetas anuales próximamente.
En años posteriores, en las antiguas dependencias del hospital de pobres estuvo instalado durante unos años el cuartel de la Guardia Civil.


Fuentes y bibliografía:
·       Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid. Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial-Madrid, 1891.
·       Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
·       Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio-Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999.
·       Periódicos citados en el texto



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