Los remedios contra el cólera durante la epidemia
Poco
sabemos de los remedios con que el doctor Seoane se enfrentó al
cólera durante su estancia en Morata. Sí que consta que en junio de
1834 se había publicado el libro Instrucciones
generales sobre el modo de preservarse del cólera-morbo epidémico,
con indicaciones acerca de su método curativo del
que era autor el propio doctor Seoane.
En
este pequeño libro, Seoane hace hincapié en la necesidad de cuidar
las condiciones de higiene de las viviendas y de las personas e
indica que (…)
sería muy útil poder habitar, al menos durante la epidemia, en las
que estuviesen situadas en parajes secos, abiertos, bien ventilados y
donde el número de personas no fuese considerable respecto a su
extensión (…).
También
se refiere a (…) evitar
los sitios muy húmedos, o cuyo aire sea impuro, ya consista esta
impureza en la falta de ventilación o ya en las emanaciones de las
inmundicias de cualquier clase (…).
Respecto
a la alimentación aconseja los alimentos de origen animal frente a
los vegetales, el uso moderado del vino y evitar el consumo de leche,
así como vigilar la pureza del agua, de la que afirma ser
preferible la de las fuentes a la de pozos. También es contrario a
los purgantes, tan habituales en esos años, y advierte sobre los
efectos perniciosos de los medicamentos milagrosos en la salud de los
enfermos de cólera.
El
doctor Seoane también insiste en su libro en la necesidad de
realizar una limpieza escrupulosa de las habitaciones donde estén
los enfermos y evitar las visitas, con la excepción de médicos y
cuidadores. Además, defiende la necesidad de desinfectar las
estancias y las ropas con cloruro de cal.
El
libro finaliza con una serie de cinco recetas, que suponemos serían
las que aplicara, siempre que contara con los ingredientes
necesarios, durante su estancia en Morata. A modo de ejemplo
transcribimos la primera de estas recetas:
Se
echa medio cuartillo de agua en dos vasos por mitades, y se pone en
el uno medio escrúpulo de carbonato de sosa y en el otro seis de
ácido tartárico, así que estén bien disueltos se mezcla el agua
de los dos vasos que beberá el enfermo luego que principie a hacer
espuma: se puede usar zumo de limón con un poco de azúcar en lugar
de ácido tartárico (…).
Durante
el curso de la epidemia, el prestigio del doctor Seoane y su
presencia en Morata para tratar el cólera, fue utilizado como
recurso publicitario por una farmacia que ofrecía la venta de los
limones que aparecen en la receta que hemos transcrito.:
Los
señores consumidores del ácido cítrico, o vulgarmente limón, que
honran la botica de Oñez, calle de Hortaleza número 9, proveyéndose
de él, tendrán entendido que hallarán el de segunda clase a 6
reales onza, y el de primera a 8, que es el precio a que hace años
lo ha vendido, y que por estar interrumpidas las comunicaciones se ha
visto obligado a subirlo hasta 12 reales onza; en la inteligencia que
si el gobierno, algún pueblo, corporación o particular necesitase
dicho ácido cítrico, se podrá facilitar aunque sea por quintales
un auxilio tan necesario y eficacísimo para las enfermedades
reinantes, como se
sabe positivamente que el benemérito, ilustrado y apreciabilísimo
profesor de Medicina D. Mateo Seoane, que impávido se prestó a
luchar con la muerte en los pueblos de Vallecas y Morata, viéndose
invadido en este último por el cólera fulminante, debió la
conservación de su preciosa existencia, aunque quedando cojo, a una
píldora que se tomó cada cinco minutos de polvos de Dewer y a 20
vasos de agua de limón frió que se bebió en pocas horas, teniendo
la satisfacción de haberle oído decir que otros del mismo pueblo de
Morata salvaron su vida tomando el mismo número de vasos de agua de
limón fría, cuya cantidad creían ellos era indispensable.
(Diario de Avisos de Madrid,
lunes, 4 de agosto de 1834).
Desde
luego, no faltaban los remedios más o menos eficientes que se
ofrecían a la población como efectivos contra el cólera. Con
posterioridad a la epidemia de 1834 y antes del siguiente brote
generalizado de 1855, en los libros de medicina aparecían algunos de
estos remedios:
Número
6. Tintura epispástica ó irritante.
Vinagre
media libra.
Alcohol
rectificado una libra.
Alcanfor
una onza.
Pimienta
negra pulverizada media onza.
Harina
de mostaza una onza.
Ajos
machacados media onza.
Cantáridas
en polvo dracma y media.
Mézclense,
para fricciones.
Publicado
en el El cólera epidémico.
Consejos a los pueblos y los médicos para evitar esta enfermedad, de
Manuel Codorniu.
Fallecimientos
por el cólera en Morata
Pese
al empeño del doctor Seoane, la epidemia siguió su curso en el
verano de 1834. Las medidas preventivas, sobre todo los cordones
sanitarios que controlaban los desplazamientos entre pueblos y
ciudades continuaban activados. No se podía viajar a Madrid –por
el cordón establecido en Vallecas- pero tampoco a algunas villas
vecinas: en el límite entre Morata y Chinchón, por ejemplo, también
se estableció un cordón sanitario, lo que no impidió que en este
municipio también se declararan casos de cólera.
Los
periódicos seguían publicando los datos sobre el número de
contagiados y fallecidos así como el de los enfermos que habían
superado la enfermedad. La
Revista Española incluía
el 4 de agosto la siguiente información:
Madrid.
En oficio de 29 del que
rige dice el gobernador civil de esta provincia, que según parle
dado el día anterior por el corregidor de Alcalá de Henares, se
aumentaba allí el número de enfermos sospechosos, (…); que en
Fuentidueña de Tajo no había ocurrido ningún caso de cólera desde
el 21 al 27 del propio mes; antes por el contrario, se notaba mucha
mejoría y solo un fallecimiento, atribuyendo esta novedad a la
tormenta que en la tarde del 20 descargó sobre aquel pueblo,
causando mucho daño a sus sembrados, acompaña así mismo el
siguiente parte sanitario de los pueblos que en él se citan.
En
Chinchón, el 27 de julio, existían 180 invadidos, 10 curados, 9
fallecidos.
En
Morata, el 28 de julio 65 invadidos, 5 curados, 3 fallecidos.
En
Vallecas el 28 y 29 de julio, 20 invadidos, 4 curados, 3 fallecidos.
(La
Revista Española, 4 de
agosto de 1834).
Unos
días después, el 10 de agosto, el periódico El
Vapor
incluía nuevos datos de la enfermedad –en Morata contabilizaba 70,
enfermos, 13 curados y 3 fallecidos- correspondientes al 29 de julio
y una información, fechada el 30 de julio, que daba noticia de que
el gobernador civil de Madrid había auxiliado con un facultativo al
pueblo de Perales de Tajuña, que
iba a quedar sin él por haberse contratado con otro pueblo el que
allí había
(…). Estos casos de abandono de sus obligaciones como médicos en
algunas localidades no fue tan raro en esos meses y, frente a
comportamientos casi heroicos, aparecían conductas reprochables de
los profesionales de la sanidad (también se dio el caso de
autoridades que abandonaron sus pueblos huyendo del cólera).
Afortunadamente,
el curso de la enfermedad fue declinando según avanzaba el mes de
agosto y el día 19 el gobernador civil emitió una nota sobre el
estado sanitario de la provincia de Madrid y sobre Morata en
particular:
Con
fecha 15 del corriente dice su gobernador civil que en aquel mismo
día se declaraba en estado de completa salud la villa de Morata, por
haber desaparecido del todo la enfermedad que la afligía, de cuyo
beneficio disfrutaba también la villa de Estremera.
Habrían
de pasar pocos días desde que se emitió este parte para que las
autoridades decretaran el final del cordón sanitario que afectaba a
las comunicaciones de Morata con la capital del Reino: el día 24 de
agosto se ponía fin a esta medida, que tanto había criticado el
doctor Seoane por considerar que no mejoraba el control de la
enfermedad:
Real
orden de 24 de agosto mandando disolver todos los cordones sanitarios
formados para impedir la propagación del cólera:
(…)
Art. 1º Se disolverán todos los cordones establecidos con el objeto
de impedir la propagación del cólera, y se restablecerán las
comunicaciones interiores en toda la extensión que tenían antes de
formarse aquellos.
Art.
2º Los Gobernadores civiles y Autoridades locales, tanto
gubernativas como municipales, protegerán la libre comunicación de
los pueblos entre sí, y evitarán las vejaciones que arbitrariamente
se causan en algunos puntos a los viajeros, a pretexto de
precauciones sanitarias (…)..
La
eliminación de estos cordones sanitarios corroboraba, al menos, que
la epidemia que había afectado a la villa desde el comienzo del
verano ya remitía y que ahora llegaba el momento de contabilizar sus
dramáticos efectos.
Según
los datos publicados años después de que finalizara la epidemia en
un libro obra de Manuel Codorniu, Aviso
preventivo contra el cólera epidémico,
se publicaron las cifras oficiales. Naturalmente, estas cifras, a
falta de documentos más fiables y por el interés de las autoridades
en disminuir la importancia de la epidemia, deben tomarse con
precaución, pero son las siguientes referidas a Morata y los pueblos
más cercanos:
Morata:
336 enfermos; 236 curados y 119 fallecidos.
Perales
de Tajuña: 280 enfermos; 236 curados y 44 fallecidos.
Chinchón:
1.450 enfermos; 1.271 curados y 179 fallecidos.
Tielmes:
47 enfermos; 32 curados y 15 fallecidos.
Arganda:
820 enfermos; 505 curados y 315 fallecidos.
Madrid
(ciudad): 1.142 enfermos; 959 curados y 183 fallecidos.
Según
estas estadísticas, sorprende la virulencia del brote de cólera en
Arganda que con 350 fallecidos se convirtió en la localidad
madrileña con mayor número de víctimas de la epidemia de 1834. En
el caso de Morata, con los 119 fallecidos, la enfermedad provocó la
muerte, aproximadamente, del 5 % de los vecinos, una cifra que
podemos considerar elevada y que, sin duda, afecto al pueblo en los
meses y años siguientes.
Estadisticas oficiales de la epidemia de cólera del año 1834
En
lo que afectaba a los medios sanitarios, el Ayuntamiento convocó,
semanas después de darse por superada la epidemia, una plaza de
médico:
Se
halla vacante el partido de médico titular de la villa de Morata de
Tajuña distante de esta corte cinco leguas, su población de mas de
500 vecinos, dotado en reales anuales pagados por el ayuntamiento por
reparto vecinal; advirtiendo que la misma corporación tiene hecho
recurso al Sr. gobernador civil de la provincia, a que se la autorice
para aumentarla hasta 603 ducados, que será la que disfrute el
facultativo en caso de accederse a ello. (…). (Gaceta
de Madrid, 25 de septiembre
de 1834).
Unos
meses después, también se convocó la plaza de cirujano:
Se
halla vacante la plaza de cirujano titular de la villa de Morata de
Ta juña, provincia de Madrid. La población asciende a más de 500
vecinos, y la dotación consiste en ¡30 rs.! anuales, el producto de
barbas, asistencia a partos y otros casos; previniéndose que se ha
hecho recurso al Sr. gobernador civil para que se sirva autorizar al
ayuntamiento, a fin de aumentar el sueldo hasta 400 ducados, que será
en este caso el que deberá disfrutar el agraciado (…).
(Gaceta de Madrid,
5 de noviembre de 1834).
El
Ayuntamiento parecía prepararse para futuras epidemias de cólera.
La de 1834 dejó, como ya se ha señalado, 119 fallecidos en Morata y
2.819 en la provincia de Madrid.
Además
de estas víctimas, la epidemia dejó en la memoria de Madrid un
curioso suceso relacionado con el cólera de 1834. Según cuentan, un
vecino de Madrid, propietario de un carrousel de feria con el que
recorría las verbenas, se contagió de cólera y los médicos le
dieron por muerto. Cuando era llevado en andas al cementerio para su
entierro, se levantó gritando desesperado: que
estoy vivo, que estoy vivo.
Ya recuperado, continúo con su trabajo en las ferias y, gracias al
ingenio popular, dejó de ser el tío
Esteban para pasar a ser el
tiovivo. Hizo falta muy
poco tiempo para que el nuevo apodo de Esteban Fernández, que ese
era su nombre real, sirviera para denominar a sus caballitos a partir
de entonces como el tiovivo.
Y así, hasta ahora.
Fuentes
y bibliografía
- La epidemia de cólera de 1834 en Madrid. Asistencia y represión a las clases populares-Vidal Galache, Florentina. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, n.° 2, 1989, págs. 271-279. Madrid, 1989.
- Biografía del Excmo. Sr. Mateo Seoane, por el doctor en Medicina Don Manuel Albistur. Escenas contemporáneas. Revista biográfica, y necrológica, científica, literaria y artística. Imprenta de Luis Beltrán. Madrid, 1862. Segunda edición.
- La epidemia de cólera de 1834 en Madrid. Aspectos sanitarios y socioeconómicos. Puerto, F. Javier. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Estudios de Historia Social. 1980, nº 15, p. 9-61. Universidad Carlos III de Madrid-Repositorio institucional e-Archivo http://e-archivo.uc3m.es. Departamento de Economía-Artículos de Revistas, 1980-
- El cólera epidémico. Consejos a los pueblos y los médicos para evitar esta enfermedad. Manuel Codorniu. Imprenta de Alejandro Gómez. Madrid, 1849.
- Instrucciones generales sobre el modo de preservarse del cólera-morbo epidémico, con indicaciones acerca de su método curativo, por el doctor Mateo Seoane. Imprenta de D. M. Calero. Madrid, 1834
- Epidemias de Cólera en Chinchón durante el siglo XIX. Panadero García, Raúl. Ayuntamiento de Chinchón. Año 2007. Premio de Historia.
- La crónica de los hospitales. Periódico oficial de la Facultad de Medicina, Cirugía y farmacia del General de Madrid. Año Tercero-tomo III. Imprenta de Manuel de Rojas. Madrid
- Periódicos y publicaciones citados en el texto.
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