miércoles, 14 de junio de 2017

Morata en tiempos del cólera (II)


Los remedios contra el cólera durante la epidemia

Poco sabemos de los remedios con que el doctor Seoane se enfrentó al cólera durante su estancia en Morata. Sí que consta que en junio de 1834 se había publicado el libro Instrucciones generales sobre el modo de preservarse del cólera-morbo epidémico, con indicaciones acerca de su método curativo del que era autor el propio doctor Seoane.
En este pequeño libro, Seoane hace hincapié en la necesidad de cuidar las condiciones de higiene de las viviendas y de las personas e indica que (…) sería muy útil poder habitar, al menos durante la epidemia, en las que estuviesen situadas en parajes secos, abiertos, bien ventilados y donde el número de personas no fuese considerable respecto a su extensión (…).
También se refiere a (…) evitar los sitios muy húmedos, o cuyo aire sea impuro, ya consista esta impureza en la falta de ventilación o ya en las emanaciones de las inmundicias de cualquier clase (…).
Respecto a la alimentación aconseja los alimentos de origen animal frente a los vegetales, el uso moderado del vino y evitar el consumo de leche, así como vigilar la pureza del agua, de la que afirma ser preferible la de las fuentes a la de pozos. También es contrario a los purgantes, tan habituales en esos años, y advierte sobre los efectos perniciosos de los medicamentos milagrosos en la salud de los enfermos de cólera.
El doctor Seoane también insiste en su libro en la necesidad de realizar una limpieza escrupulosa de las habitaciones donde estén los enfermos y evitar las visitas, con la excepción de médicos y cuidadores. Además, defiende la necesidad de desinfectar las estancias y las ropas con cloruro de cal.
El libro finaliza con una serie de cinco recetas, que suponemos serían las que aplicara, siempre que contara con los ingredientes necesarios, durante su estancia en Morata. A modo de ejemplo transcribimos la primera de estas recetas:
Se echa medio cuartillo de agua en dos vasos por mitades, y se pone en el uno medio escrúpulo de carbonato de sosa y en el otro seis de ácido tartárico, así que estén bien disueltos se mezcla el agua de los dos vasos que beberá el enfermo luego que principie a hacer espuma: se puede usar zumo de limón con un poco de azúcar en lugar de ácido tartárico (…).
Durante el curso de la epidemia, el prestigio del doctor Seoane y su presencia en Morata para tratar el cólera, fue utilizado como recurso publicitario por una farmacia que ofrecía la venta de los limones que aparecen en la receta que hemos transcrito.:
Los señores consumidores del ácido cítrico, o vulgarmente limón, que honran la botica de Oñez, calle de Hortaleza número 9, proveyéndose de él, tendrán entendido que hallarán el de segunda clase a 6 reales onza, y el de primera a 8, que es el precio a que hace años lo ha vendido, y que por estar interrumpidas las comunicaciones se ha visto obligado a subirlo hasta 12 reales onza; en la inteligencia que si el gobierno, algún pueblo, corporación o particular necesitase dicho ácido cítrico, se podrá facilitar aunque sea por quintales un auxilio tan necesario y eficacísimo para las enfermedades reinantes, como se sabe positivamente que el benemérito, ilustrado y apreciabilísimo profesor de Medicina D. Mateo Seoane, que impávido se prestó a luchar con la muerte en los pueblos de Vallecas y Morata, viéndose invadido en este último por el cólera fulminante, debió la conservación de su preciosa existencia, aunque quedando cojo, a una píldora que se tomó cada cinco minutos de polvos de Dewer y a 20 vasos de agua de limón frió que se bebió en pocas horas, teniendo la satisfacción de haberle oído decir que otros del mismo pueblo de Morata salvaron su vida tomando el mismo número de vasos de agua de limón fría, cuya cantidad creían ellos era indispensable. (Diario de Avisos de Madrid, lunes, 4 de agosto de 1834).
Desde luego, no faltaban los remedios más o menos eficientes que se ofrecían a la población como efectivos contra el cólera. Con posterioridad a la epidemia de 1834 y antes del siguiente brote generalizado de 1855, en los libros de medicina aparecían algunos de estos remedios:
Número 6. Tintura epispástica ó irritante.
Vinagre media libra.
Alcohol rectificado una libra.
Alcanfor una onza.
Pimienta negra pulverizada media onza.
Harina de mostaza una onza.
Ajos machacados media onza.
Cantáridas en polvo dracma y media.
Mézclense, para fricciones.
Publicado en el El cólera epidémico. Consejos a los pueblos y los médicos para evitar esta enfermedad, de Manuel Codorniu.
Fallecimientos por el cólera en Morata
Pese al empeño del doctor Seoane, la epidemia siguió su curso en el verano de 1834. Las medidas preventivas, sobre todo los cordones sanitarios que controlaban los desplazamientos entre pueblos y ciudades continuaban activados. No se podía viajar a Madrid –por el cordón establecido en Vallecas- pero tampoco a algunas villas vecinas: en el límite entre Morata y Chinchón, por ejemplo, también se estableció un cordón sanitario, lo que no impidió que en este municipio también se declararan casos de cólera.
Los periódicos seguían publicando los datos sobre el número de contagiados y fallecidos así como el de los enfermos que habían superado la enfermedad. La Revista Española incluía el 4 de agosto la siguiente información:
Madrid. En oficio de 29 del que rige dice el gobernador civil de esta provincia, que según parle dado el día anterior por el corregidor de Alcalá de Henares, se aumentaba allí el número de enfermos sospechosos, (…); que en Fuentidueña de Tajo no había ocurrido ningún caso de cólera desde el 21 al 27 del propio mes; antes por el contrario, se notaba mucha mejoría y solo un fallecimiento, atribuyendo esta novedad a la tormenta que en la tarde del 20 descargó sobre aquel pueblo, causando mucho daño a sus sembrados, acompaña así mismo el siguiente parte sanitario de los pueblos que en él se citan.
En Chinchón, el 27 de julio, existían 180 invadidos, 10 curados, 9 fallecidos.
En Morata, el 28 de julio 65 invadidos, 5 curados, 3 fallecidos.
En Vallecas el 28 y 29 de julio, 20 invadidos, 4 curados, 3 fallecidos.
(La Revista Española, 4 de agosto de 1834).
Unos días después, el 10 de agosto, el periódico El Vapor incluía nuevos datos de la enfermedad –en Morata contabilizaba 70, enfermos, 13 curados y 3 fallecidos- correspondientes al 29 de julio y una información, fechada el 30 de julio, que daba noticia de que el gobernador civil de Madrid había auxiliado con un facultativo al pueblo de Perales de Tajuña, que iba a quedar sin él por haberse contratado con otro pueblo el que allí había (…). Estos casos de abandono de sus obligaciones como médicos en algunas localidades no fue tan raro en esos meses y, frente a comportamientos casi heroicos, aparecían conductas reprochables de los profesionales de la sanidad (también se dio el caso de autoridades que abandonaron sus pueblos huyendo del cólera).
Afortunadamente, el curso de la enfermedad fue declinando según avanzaba el mes de agosto y el día 19 el gobernador civil emitió una nota sobre el estado sanitario de la provincia de Madrid y sobre Morata en particular:
Con fecha 15 del corriente dice su gobernador civil que en aquel mismo día se declaraba en estado de completa salud la villa de Morata, por haber desaparecido del todo la enfermedad que la afligía, de cuyo beneficio disfrutaba también la villa de Estremera.
Habrían de pasar pocos días desde que se emitió este parte para que las autoridades decretaran el final del cordón sanitario que afectaba a las comunicaciones de Morata con la capital del Reino: el día 24 de agosto se ponía fin a esta medida, que tanto había criticado el doctor Seoane por considerar que no mejoraba el control de la enfermedad:
Real orden de 24 de agosto mandando disolver todos los cordones sanitarios formados para impedir la propagación del cólera:
(…) Art. 1º Se disolverán todos los cordones establecidos con el objeto de impedir la propagación del cólera, y se restablecerán las comunicaciones interiores en toda la extensión que tenían antes de formarse aquellos.
Art. 2º Los Gobernadores civiles y Autoridades locales, tanto gubernativas como municipales, protegerán la libre comunicación de los pueblos entre sí, y evitarán las vejaciones que arbitrariamente se causan en algunos puntos a los viajeros, a pretexto de precauciones sanitarias (…)..
La eliminación de estos cordones sanitarios corroboraba, al menos, que la epidemia que había afectado a la villa desde el comienzo del verano ya remitía y que ahora llegaba el momento de contabilizar sus dramáticos efectos.
Según los datos publicados años después de que finalizara la epidemia en un libro obra de Manuel Codorniu, Aviso preventivo contra el cólera epidémico, se publicaron las cifras oficiales. Naturalmente, estas cifras, a falta de documentos más fiables y por el interés de las autoridades en disminuir la importancia de la epidemia, deben tomarse con precaución, pero son las siguientes referidas a Morata y los pueblos más cercanos:
Morata: 336 enfermos; 236 curados y 119 fallecidos.
Perales de Tajuña: 280 enfermos; 236 curados y 44 fallecidos.
Chinchón: 1.450 enfermos; 1.271 curados y 179 fallecidos.
Tielmes: 47 enfermos; 32 curados y 15 fallecidos.
Arganda: 820 enfermos; 505 curados y 315 fallecidos.
Madrid (ciudad): 1.142 enfermos; 959 curados y 183 fallecidos.
Según estas estadísticas, sorprende la virulencia del brote de cólera en Arganda que con 350 fallecidos se convirtió en la localidad madrileña con mayor número de víctimas de la epidemia de 1834. En el caso de Morata, con los 119 fallecidos, la enfermedad provocó la muerte, aproximadamente, del 5 % de los vecinos, una cifra que podemos considerar elevada y que, sin duda, afecto al pueblo en los meses y años siguientes.

Estadisticas oficiales de la epidemia de cólera del año 1834 
En lo que afectaba a los medios sanitarios, el Ayuntamiento convocó, semanas después de darse por superada la epidemia, una plaza de médico:
Se halla vacante el partido de médico titular de la villa de Morata de Tajuña distante de esta corte cinco leguas, su población de mas de 500 vecinos, dotado en reales anuales pagados por el ayuntamiento por reparto vecinal; advirtiendo que la misma corporación tiene hecho recurso al Sr. gobernador civil de la provincia, a que se la autorice para aumentarla hasta 603 ducados, que será la que disfrute el facultativo en caso de accederse a ello. (…). (Gaceta de Madrid, 25 de septiembre de 1834).
Unos meses después, también se convocó la plaza de cirujano:
Se halla vacante la plaza de cirujano titular de la villa de Morata de Ta juña, provincia de Madrid. La población asciende a más de 500 vecinos, y la dotación consiste en ¡30 rs.! anuales, el producto de barbas, asistencia a partos y otros casos; previniéndose que se ha hecho recurso al Sr. gobernador civil para que se sirva autorizar al ayuntamiento, a fin de aumentar el sueldo hasta 400 ducados, que será en este caso el que deberá disfrutar el agraciado (…). (Gaceta de Madrid, 5 de noviembre de 1834).
El Ayuntamiento parecía prepararse para futuras epidemias de cólera. La de 1834 dejó, como ya se ha señalado, 119 fallecidos en Morata y 2.819 en la provincia de Madrid.
Además de estas víctimas, la epidemia dejó en la memoria de Madrid un curioso suceso relacionado con el cólera de 1834. Según cuentan, un vecino de Madrid, propietario de un carrousel de feria con el que recorría las verbenas, se contagió de cólera y los médicos le dieron por muerto. Cuando era llevado en andas al cementerio para su entierro, se levantó gritando desesperado: que estoy vivo, que estoy vivo. Ya recuperado, continúo con su trabajo en las ferias y, gracias al ingenio popular, dejó de ser el tío Esteban para pasar a ser el tiovivo. Hizo falta muy poco tiempo para que el nuevo apodo de Esteban Fernández, que ese era su nombre real, sirviera para denominar a sus caballitos a partir de entonces como el tiovivo. Y así, hasta ahora.


Fuentes y bibliografía

  • La epidemia de cólera de 1834 en Madrid. Asistencia y represión a las clases populares-Vidal Galache, Florentina. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, n.° 2, 1989, págs. 271-279. Madrid, 1989.
  • Biografía del Excmo. Sr. Mateo Seoane, por el doctor en Medicina Don Manuel Albistur. Escenas contemporáneas. Revista biográfica, y necrológica, científica, literaria y artística. Imprenta de Luis Beltrán. Madrid, 1862. Segunda edición.
  • La epidemia de cólera de 1834 en Madrid. Aspectos sanitarios y socioeconómicos. Puerto, F. Javier. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Estudios de Historia Social. 1980, nº 15, p. 9-61. Universidad Carlos III de Madrid-Repositorio institucional e-Archivo http://e-archivo.uc3m.es. Departamento de Economía-Artículos de Revistas, 1980-
  • El cólera epidémico. Consejos a los pueblos y los médicos para evitar esta enfermedad. Manuel Codorniu. Imprenta de Alejandro Gómez. Madrid, 1849.
  • Instrucciones generales sobre el modo de preservarse del cólera-morbo epidémico, con indicaciones acerca de su método curativo, por el doctor Mateo Seoane. Imprenta de D. M. Calero. Madrid, 1834
  • Epidemias de Cólera en Chinchón durante el siglo XIX. Panadero García, Raúl. Ayuntamiento de Chinchón. Año 2007. Premio de Historia.
  • La crónica de los hospitales. Periódico oficial de la Facultad de Medicina, Cirugía y farmacia del General de Madrid. Año Tercero-tomo III. Imprenta de Manuel de Rojas. Madrid
  • Periódicos y publicaciones citados en el texto.

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