martes, 27 de junio de 2017

Morata en tiempos del cólera (IV)


Morata en tiempos del cólera
Como señalábamos en el post anterior, la epidemia de 1855 costó la vida a 44 vecinos de Morata de los 127 infectados por la enfermedad. Sin embargo, aunque es cierto que las cifras son menores, no por ello estos fallecimientos dejaban de ser un síntoma de las precarias condiciones sanitarias que padecía la población española bien entrado el siglo XIX. En una publicación del mismo año de 1855, La Crónica de los Hospitales, se recogía la prescripción médica que se le aplicó a un enfermo de cólera cuando ingresó en el Hospital General de Madrid:
Los síntomas que presentaba y que caracterizaban su enfermedad, eran los siguientes: vómitos y diarrea abundantes de un líquido inodoro parecido al suero no clarificado, frialdad en todo el cuerpo, voz apagada y calambres. —Prescripción. Dieta absoluta; cocimiento de arroz gomoso, tres libras para bebida usual; cocimiento blanco gomoso, seis libras, para tomar un cortadillo de dos en dos horas; agua de melisa, tres onzas; éter sulfúrico, una dracma; láudano liquido, un escrúpulo; jarabe de corteza de cidra, una onza; mézclese para tomar una cucharada cada media hora: raíz de ipecacuana pulverizada, una dracma; azúcar dos; mézclese y divídase en seis papeles iguales, para tomar uno de hora en hora: cataplasma emoliente laudanizada al vientre; sinapismos bajos ambulantes; ladrillos calientes á los pies. Además se le ordenaron los auxilios espirituales.
Remedios muy similares a los que se aplicaban veintiún años antes, en 1834, para atajar una enfermedad que, según la misma publicación, tenía tendencia a aclimatarse en nuestro suelo a causa tal vez del desuso en que han caído las disposiciones sanitarias encaminadas a aislar y destruir los focos de infección.
Esta denuncia de la falta de condiciones higiénicas y de la ausencia de una política sanitaria apropiada a los tiempos –que se unía a la pobreza de la mayor parte de la población-, crearon en 1855 las bases de este nuevo brote y la repetición de situaciones extremas ya conocidas de años anteriores: médicos y familias que abandonan sus domicilios y cadáveres enterrados sin cumplir las mínimas medidas sanitarias en los cascos urbanos junto a las iglesias. En Morata no hay constancia de que se produjera la huida de familias ni del médico del pueblo. Unos meses antes de declararse la epidemia el Ayuntamiento, en enero del año anterior, había convocado la plaza para cubrir el puesto de médico-cirujano:
Ayuntamiento Constitucional de la villa de Morata de Tajuña
Se halla vacante la plaza de médico cirujano titula para la asistencia de la clase proletaria de la villa de Morata de Tajuña: su población es de 550 vecinos y entre ellos 70 pobres de solemnidad, se halla dotada por dicho concepto de asistir únicamente a la referida clase proletaria en la cantidad de 2.000 reales de vellón anuales, pagados por el depositario del ayuntamiento por trimestres vencidos quedándose la libertad de poderse contratar con los demás vecinos particularmente (…) .(Boletín Oficial de la Provincia, enero de 1854).
En Morata tampoco se producía la situación de algunos pueblos de la provincia que, con el siglo tan avanzado, aún no disponían de cementerio municipal. En Valdemoro, por ejemplo, uno de los pueblos más afectados la población huía y en la prensa se aseguraba que:
(… ) Lo peor de todo es que no hay allí cementerio, y se entierran a los cadáveres alrededor de la iglesia, de modo que a pesar de hacerse los hoyos bastante profundos y tomarse la precaución de echarlos cal, como los enterrados en estos días se acercan a sesenta, es muy de temer una descomposición que vicie la atmósfera y aflija aún más a aquel desgraciado vecindario (…). (La Época, 10 de agosto de 1855).
Morata sí que contaba con cementerio municipal y ya se habían suprimido los enterramientos en los llamados cementerios sacramentales, situados en el interior y en el entorno a las iglesias. Desde 1814, Morata contaba con cementerio en las afueras de la población. El periódico El Universal (24 de enero de 1814), publicaba que Morata era uno de los escasos pueblos que había atendido a la circular del gobierno ordenando el establecimiento de cementerios en toda la provincia, en cumplimiento de lo mandado por el Congreso nacional.
Juan Diego Arribas, unos años después, aseguraba que en uno de sus ángulos, al Norte, hay una pequeña capilla destinada a depósito de los que mueren de enfermedad contagiosa. Su situación está de tal manera, que no ofrece ningún peligro a la salud pública de la población (…).

Una de las muchas publicaciones que se editaron durante la epidemia de 1855

Fin de la epidemia
Aunque el brote de 1855 aún dejaba algún enfermo de cólera en los meses de invierno de ese año, a finales de agosto la epidemia había remitido bastante. El 14 de septiembre el periódico La España publicaba un suelto en el que señalaba que:
Como se ve por los partes sanitarios, el cólera ha disminuido algo en Madrid estos últimos días, y además parece empiezan a presentarse otras enfermedades propias de la estación. Esto, aunque no puede dar seguridad completa, hace esperar, sin embargo, que pronto nos veamos libres de tan temible calamidad.
En Morata, el último dato contrastado de contagio de la enfermedad se registro, como ya se ha dicho, el 13 de septiembre. Lamentablemente, en medio de las penurias causadas por la epidemia de cólera en la mayoría de los pueblos de la vega baja del Tajuña, una tormenta que se desencadenó la noche del 30 de agosto vino a empeorar las condiciones de vida de los vecinos. El 3 de septiembre de 1855, el diario La Esperanza publicaba una comunicación de un vecino de Perales de Tajuña que daba noticia de la tormenta:
Perales de Tajuña, 31 de agosto
Cuando íbamos respirando un poco del pánico que se había apoderado de estos infelices habitantes en el triste periodo de mes y medio que ha reinado en el pueblo el cólera, llevándose entre pequeños y grandes 82 personas, y que por la misericordia de Dios nos encontramos enteramente libres de esta terrible calamidad, en la noche de ayer 30 ha venido a aumentar su aflicción y desconsuelo otra no menos lastimosa cual es una fuerte y terrible avenida del Tajuña, no conocida hace más de un siglo, que ha inundado y perdido por completo todos los frutos y legumbres de su hermosa vega, ocasionando la ruina de muchas familias, de casi todo el pueblo, que no cuentan para su subsistencia con otros arbitrios y recurso que sus pobres esquilmos, como dicen ellos, encontrándose en idéntico y triste caso los pueblos de Carabaña, Tielmes, Morata y Bayona de Tajuña. (La Esperanza, 3 de septiembre de 1855).
La epidemia acabó con el final del verano y unos meses después el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, del 2 de abril de 1856, emitía una circular en la que el gobernador de la provincia de Madrid, en cumplimiento de una Real Orden del Ministerio de la Gobernación, daba las gracias en nombre de la reina a las personas que se mencionan en la siguiente relación, por los especiales y humanitarios servicios que han prestado en varios pueblos de esta provincia, durante la última invasión de la epidemia colérica (…).
En esta relación figuraban entre otras autoridades de los pueblos de la provincia, el alcalde de Morata, Benito Sánchez-Bravo y los dos médicos cirujanos del municipio Francisco Calera y José Contesini.

Fuentes y bibliografía

  • La epidemia de cólera de 1834 en Madrid. Asistencia y represión a las clases populares-Vidal Galache, Florentina. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, n.° 2, 1989, págs. 271-279. Madrid, 1989.
  • Biografía del Excmo. Sr. Mateo Seoane, por el doctor en Medicina Don Manuel Albistur. Escenas contemporáneas. Revista biográfica, y necrológica, científica, literaria y artística. Imprenta de Luis Beltrán. Madrid, 1862. Segunda edición.
  • La epidemia de cólera de 1834 en Madrid. Aspectos sanitarios y socioeconómicos. Puerto, F. Javier. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Estudios de Historia Social. 1980, nº 15, p. 9-61. Universidad Carlos III de Madrid-Repositorio institucional e-Archivo http://e-archivo.uc3m.es. Departamento de Economía-Artículos de Revistas, 1980-
  • El cólera epidémico. Consejos a los pueblos y los médicos para evitar esta enfermedad. Manuel Codorniu. Imprenta de Alejandro Gómez. Madrid, 1849.
  • Instrucciones generales sobre el modo de preservarse del cólera-morbo epidémico, con indicaciones acerca de su método curativo, por el doctor Mateo Seoane. Imprenta de D. M. Calero. Madrid, 1834
  • Epidemias de Cólera en Chinchón durante el siglo XIX. Panadero García, Raúl. Ayuntamiento de Chinchón. Año 2007. Premio de Historia.
  • La crónica de los hospitales. Periódico oficial de la Facultad de Medicina, Cirugía y farmacia del General de Madrid. Año Tercero-tomo III. Imprenta de Manuel de Rojas. Madrid
  • Periódicos y publicaciones citados en el texto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario