Si
hacemos caso a las viejas historias, la tradición de consumir uvas
con las doce últimas campañas de la Nochevieja se forjó a partir
del año 1909 en el que una buena cosecha de uvas había creado un
excedente que los productores intentaron paliar fomentando su consumo
en la última noche del año. Desde muchos años de esta fecha y de
que esta tradición arraigara, las uvas de Morata y de otros pueblos
de la provincia llegaban a los mercados de Madrid en los meses más
duros del invierno, cuando era difícil encontrar fruta fresca en los
mercados de la capital.
Conservar
las uvas cosechadas entre septiembre y octubre en los pueblos de la
comarca del Tajuña fue una costumbre a la que acudieron los
cosecheros de uva para disponer de fruta fresca en los meses de
invierno. Además de las manzanas y peras de invierno –peras de
roma, verdedoncella,…-, conservadas en las cámaras y altillos de
las casas, y de los melones colgados hasta su maduración en los
meses más fríos, en muchos hogares de Morata era frecuente ver los
racimos de uva colgados de cuerdas en los portales y otras
dependencias domésticas.
Desde
tiempo inmemorial los campesinos, acostumbrados a aprovechar al
máximo sus cosechas, habían aprendido métodos de conservación
para los productos que cultivaban. Antonio de Guevara, escritor que,
curiosamente, tenía familiares de ascendencia morateña de apellido
Ladrón de Guevara, en su célebre obra Menosprecio
de corte y alabanza de Aldea
ya afirmaba en el siglo XVI que (…) es
privilegio de aldea, que el que tuviere algunas viñas, goce muy a su
contento de ellas, lo cual parece ser verdad, en que toman muy gran
recreación, en verlas plantar, verlas vinar, verlas descubrir,
verlas cubrir, verlas cercar, verlas vardar, verlas regar, verlas
estercolar, verlas podar, verlas sarmentar: y sobre todo en verlas
vendimiar. El que mora en el aldea toma también muy gran gusto (…)
en colgar uvas para
el invierno, (…).
Los que moran fuera del aldea, no tienen manojos que guardar, ni
cepas que quemar ni uvas que colgar,
ni vino que beber, ni aun arrope que gustar: y si algo de esto quiere
tener, a peso de oro lo han de comprar (…).
No
resulta extraño que en un pueblo como Morata, en el que en el año
1881 se cultivaban unas 1.560 hectáreas de viñedos -prácticamente
un tercio del total del término municipal, que ocupa alrededor de
4.500 hectáreas-, de las que 206 ha. correspondían a viñas de
regadío y el resto, hasta completar el total, a viñas plantadas en
secano en las que era habitual combinar en una misma parcela olivas y
cepas, la costumbre de colgar las uvas para conservarlas estuviera
muy extendida, al menos, desde el siglo XIX, cuando ya existe
documentación que confirma esta práctica de los agricultores
morateños. (Contestación
al interrogatorio sobre cultivo de cereales, olivos, vid y agrios e
industrias derivadas, de
Fernando Ortiz Cañabate).
La
producción de estas viñas en 1881 resultaba una de las más
abultadas de la provincia de Madrid, junto con las de los pueblos
vecinos de Chinchón, Arganda y Colmenar de Oreja. Eduardo Abela en
su libro Memoria sobre el
estado de la agricultura en la provincia de Madrid y medidas
convenientes para su desarrollo,
aseguraba que esta producción
tenía un valor por
término medio nueve pesetas los cien kilogramos de uva destinados ya
a verdeo o a la producción de vino.
En Morata y en Chinchón, según esta obra, la
producción de uva por cada cien vides ascendía a 920 kilos en
tierras de 1ª clase; 690 kilos en tierras de 2ª, y 460 kilos en
tierras de 3ª. En la misma obra y según el marco en el que se
plantaban las viñas en Morata y en Chinchón (894 cepas por
hectárea), la producción correspondiente por hectárea de primera
clase ascendía a 8.225 kilos, a 5.988 en las tierras de 2ª y a
4.112 en las tierras de 3ª calidad.
Naturalmente,
el mayor porcentaje de esta producción de dedicaba a la elaboración
de vino pero los agricultores, con buen criterio, también destinaban
una parte de esta producción a uva de mesa, un producto que tenía
una excelente acogida en el que entonces era el mercado central de
Madrid, situado en la plaza de la Cebada, al que llegaban los carros
desde Morata y otros pueblos de la comarca.
Para
conservar estas uvas destinadas al consumo de los habitantes de la
capital y también, cómo no, de los propios morateños, aparte del
socorrido sistema de colgarlas de las vigas de madera con las que se
acondicionaban las bovedillas las techos de las casas, se utilizaban
otros sistemas. José García Sanz explicaba uno de estos métodos de
conservación:
Las
uvas, colocadas en filas superpuestas y separadas entre sí por capas
de turba ó césped, han pasado el invierno en un cuarto inhabitado y
expuesto al frío.
Cuando
después de varios meses se abrió la caja que las encerraba, dice se
encontraron en perfecto estado de conservación, y tenían doble
tamaño que cuando fueron colocadas allí.
La
película hallábase fresca y sin ninguna arruga, y su gusto era
agradabilísimo, según los miembros de la Sociedad de Horticultura
que las probaron. El procedimiento, por lo fácil y económico, puede
ser ensayado por cualquiera (…). (Novísima
guía de labradores, jardineros y arboristas, o tratado práctico de
agricultura y economía rural.
Tomo 1).
Las
uvas para colgar tipo malvasía –o malvar-y vigeriego
Según
algunos de los mayores especialistas en el cultivo de la vid, las
variedades más adecuadas para conservar en las casas hasta la
llegada del invierno eran las conocidas como malvar, o malvasía,
vigeriegos y albillo, ambas de uva blanca. Uno de estos
especialistas, José Hidalgo Tablada, quien fuera alcalde de Morata
en dos periodos distintos -entre los años de 1846-50 y 1880-85-, y
un de los mejores expertos y teóricos del siglo XIX en el cultivo
de la vid del olivo y en la elaboración de vino y aceite, definía
así dos de las variedades de uva más utilizadas por los
agricultores morateños para destinarlas al mercado de invierno de
Madrid:
Malvasía
Esta
variedad muy estimada en uva en el mercado de Madrid, adonde se lleva
desde principios de septiembre hasta enero del año siguiente de la
cosecha, hace veinte años no se conocía apenas en los pueblos del
distrito de Chinchón. Nosotros fuimos de los primeros que plantamos
una viña en 1845 y tuvimos tal acierto en la elección del terreno,
que la uva que produce es la más estimada en esta localidad (Morata)
hasta el punto de venderse cuatro y más reales por arroba más caro
que la de su misma clase llevado de aquí (…).
En
Colmenar de Oreja se hace un gran negocio con la uva malvasía, que
aquí conocemos con el nombre de malvar. Se
cuelgan para llevar a Madrid en otoño de treinta a cuarenta mil
cargas de ocho a 10
arrobas [cada] una (…).
Uvas
redondas, superficie igual, duras al partir pero agradables al
mascar, dulces sin ser empalagosa, color de cera si se cortan cuando
principia a madurar en primeros de septiembre, doradas según pasa el
tiempo en la cepa, en la que resisten hasta muy tarde.
Vigeriegos.
Así
como en los trajes varían las modas, en los alimentos suele suceder
que se hagan algunas alteraciones, y de ser así, resulta que hará
veinte años que la uva vigeriega o gordal como se llamaba en Morata,
tenía tal aceptación en Madrid para fruta, que en tres fanegas de
tierra de las de aquí, que representan una y media aranzada, hemos
sacado algunos años antes de 1850, tres o cuatro mil reales, y en
este tiempo había en este término una viña que solo tenía
ochocientos puestos de vid, que era unas dos aranzadas, la cual hubo
año que se vendía el fruto en la cepa en catorce mil reales.
(Tratado del cultivo de la
vid y modo de mejorarlo, de
José Hidalgo Tablada).
Anuncio de vinos de Morata en la prensa madrileña de diciembre de 1904
Las
uvas de Morata y comarca en la prensa de Madrid
Ya
a mediados del siglo XIX en el diario El
Observador del 11 de junio
de 1852 aparecían referencias a las uvas de la comarca y no sólo la
destinada a los lagares. La que de reservaba para su venta como uva
de mesa también merecía la atención de la prensa madrileña:
De
Colmenar de Oreja nos escriben con fecha 1." del corriente que
ya se ha concluido la
vendimia en este pueblo, la cual ha durado casi todo el mes,
gozándose de un buen temporal durante la recolección. El fruto ha
sido mas abundante que en los años anteriores (…) y en los pueblos
inmediatos porque en todos ellos, como Chinchón, Morata, Arganda y
Villarrubia se ha cogido bastante, presumiéndose que aquí solo se
fabricarán mas de 250,000 arrobas de vino, el cual tiene muy buena
salida para Madrid, pues todo el que habla de la última cosecha se
vendió hasta el precio de 18 reales arroba. Se
ha colgado también bastante uva a fin de despacharla en
Madrid
por Navidad o mas adelante;
pero regularmente se conservará poca para entonces, porque habiendo
llovido algunos días antes de cogerla, se podrirá la mayor (…).
La
calidad de las uvas de Morata y pueblos vecinos –especialmente en
los años en que la meteorología había sido benigna y no había
llovido antes de la vendimia, lo que garantizaba la calidad y la
mejor conservación de las uvas en las casas-, no escapaba a las
páginas de los periódicos de Madrid. Así
se afirmaba en la crónica agrícola aparecida en El
País del día 20 de
octubre de 1901, cuando ya funcionaba el Ferrocarril del Tajuña en
Morata:
(…)
Extrañaba que pueblos tan importantes [Morata, Chinchón y Colmenar
de Oreja] que con sus vinos nutren de siempre el mercado de Madrid,
carecieran de ferrocarril, y que llegado el siglo XX no se viera a la
locomotora surcar sus feraces campiñas productoras de renombrados
aguardientes y de exquisitas
uvas de cuelga,
saboreadas en las mesas madrileñas durante los meses de invierno
(…).
Junto
a las uvas de Morata para celebrar la Nochevieja en Madrid, también
el vino de nuestro pueblo era destacado en los periódicos en los
días de Navidad. El 23 de diciembre de 1904, en los diarios El
Liberal y La Época aparecía el siguiente suelto en el que se
destacaban los caldos procedentes, entre otros municipios, de Morata:
Vinos
puros garantizados
Con
mucho gusto recomendamos al público los exquisitos vinos puros
garantizados que expende el acreditado industrial Don Pedro del Río,
que por reciente contrato con las más importantes bodegas de la
Mancha, Méntrida y Morata
puede venderlos en inmejorables condiciones de calidad y economía.
Cuantos han probado estos exquisitos vinos,
entre los que deben citarse los de Morata
o Colmenar (especiales para familias) a 6 y 7 pesetas arroba, hacen
merecidos elogios de su buen gusto (…).
- Fuentes y bibliografía:
- Contestación al interrogatorio sobre cultivo de cereales, olivos, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañabate, Fernando. Establecimiento tipográfico de Minuesa de los Ríos. Madrid, 1881.
- Libro Llamado menosprecio de corte y alabanza de Aldea. Guevara, Antonio de. C. de las Reales Academias de la Historia y Sevillana de Buenas Letras. Bilbao, 1893.
- Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y medidas convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz de Andino, Eduardo. Imprenta Sucesores de Rivadeneira. Madrid, 1876.
- Novísima guía de labradores, jardineros y arboristas, o tratado práctico de agricultura y economía rural.Tomo 1. García Sanz, José. Librería de Don Leocadio López. 2ª edición. Madrid, 1855.
- Tratado del cultivo de la vid y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de la señora viuda e hijos de Don José Cuesta. Madrid, 1870.
- Periódicos y revistas citados en el texto.
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