A
finales de los años sesenta del pasado siglo, en la finca conocida
como Las Huertarias,
situada en el
extremo oriental del casco urbano, todavía se cultivaba cereal. Esta
extensa parcela, delimitada por la carretera a Perales y la calle
Picadero, tuvo distintos propietarios hasta que finalmente fue
urbanizada. Su nombre hace referencia a una de las familias a la que
perteneció, la familia Arias Dávila.
Al
menos desde finales del siglo XV la familia Arias Dávila, originaria
de la ciudad de Segovia, fue titular de distintas propiedades en
Morata donde también consta que se asentaron algunos de su miembros,
al menos, desde el siglo XVI. Directamente emparentados con el conde
de Puñonrostro, el noble segoviano que levantó el castillo de
Casasola en término de Chinchón, los Arias Dávila también se
asentaron en los municipios de Ciempozuelos y Torrejón de Velasco y
en Morata. Aquí, en Morata, un descendiente del primer conde de
Puñonrostro, Diego Arias Dávila, añadió a su mayorazgo las
tierras y fincas urbanas poseía en el término municipal entre las
que se encontraba la que siempre se conoció como Las
Huertarias.
La
familia Arias Dávila, que gracias a su privilegiada situación
económica actúo en algún momento histórico como prestamista del
concejo de Morata –a finales del siglo XVI Santiago Arias realizó
un préstamo a censo al concejo para que éste pudiera adquirir
carne- también fue determinante en la llegada a Morata del I marqués
de Leganés.
En
efecto, cuando Diego Messía Felípez de Guzmán decidió construir
en Morata su palacio poco después de adquirir por compra al concejo
del señorío de la villa, fue la familia Arias Dávila la que vendió
al I marqués de Leganés sus primeras posesiones en Morata. Fue en
el año 1633, poco después de que el concejo enajenase el señorío,
cuando Arias Gonzalo Dávila vendió a Diego Messía alrededor de 450
fanegas de sembradura y algunas de las casas sobre cuyo solar se
levantaría el palacio señorial por un importe de 14.816.780
maravedíes.
Pese a la
importancia de esta venta de los Arias Dávila, algunos miembros de
la familia aún permanecieron en Morata en los años siguientes.
Según el censo de población elaborado por los redactores del
Catastro de Ensenada, a mediados del siglo XVIII aún residían en la
villa algunos vecinos pertenecientes a la familia de origen
segoviano. Concretamente, Esteban, Eugenio, Francisco, Joseph y
Santiago Arias aparecían en el censo de población de 1751 con el
apellido Arias con varias propiedades rústicas y urbanas en Morata
entre las que ya no aparecían Las Huertarias.
Un
documento fechado en 1762 localizado décadas
después en el archivo general de la Casa de Altamira –la familia
que heredó el marquesado de Leganés y sus bienes rústicos y
urbanos en Morata- confirma que en ese año la finca de Las
Huertarias pertenecía a Miguel Bello Martín,
que ocupaba el oficio de escribano de número y del Ayuntamiento
precisamente a propuesta del conde de Altamira quien, como poseedor
del señorío de Morata, tenía el privilegio de nombrar este cargo.
Documento que refleja la venta de Las Huertarias por 1.100 reales
En
la transcripción del documento depositado en archivo de los condes
de Altamira se puede leer:
Leganés,
año 1762
Morata
Venta
que Miguel Bello Martín escribano del número y Ayuntamiento de
Morata hizo y otorgó a favor del Señor Marqués de Leganés de una
tierra cercada que llaman la Huerta de Arias, extramuros de Morata,
que lleva en sembradura tres fanegas y media, poco más o menos,
libre y por precio de 1.100 reales.
Hecha
en Morata a 4 de marzo de 1762 ante el vendedor Miguel Bello Martín,
escribano.
Nota.
Esta tierra la tomó el vendedor a censo reservativo de las monjas de
Chinchón por el principal de 1.100 reales y 33 reales de réditos
anuales el cual redimió el dicho vendedor.
Tal
como se indica en el documento, conservado actualmente en el Archivo
Histórico Nacional (Sección Nobleza. BAENA, C.361, D.93-108), en
ese año de 1.752 Las
Huertarias pasaron
al patrimonio del conde de Altamira, en esa fecha Ventura Osorio de
Moscoso y Fernández de Córdoba, después de que el propio Miguel
Bello redimiera el censo que gravaba la finca propiedad por entonces
de las monjas agustinas de la villa de Chinchón.
Tras
hacerse con Las Huertarias,
situadas junto a la
fachada oriental de su palacio –donde se localizaban las cocheras y
el picadero, de ahí el nombre actual de la calle- el conde de
Altamira unió esta finca de tres fanegas y media, según consta en
el documento analizado, a otra parcela de su propiedad, la antigua
Jabonería cuyo edificio por entonces ya se encontraba arruinado,
según se puede leer en los legajos del Catastro de Ensenada en
Morata. Ya en el siglo XVIII todas estas propiedades saldrían del
patrimonio de los condes de Altamira cuando la familia se vio
obligada a vender todas sus propiedades en Morata, y entre ellas la
finca de Las
Huertarias que, sin
embargo, como ya se ha señalado, siguió explotándose como finca
agrícola hasta bien entrado el siglo XX.
En el recuadro, vista aérea de Las Huertarias en 1946
Fuentes
y bibliografía:
- Archivo Histórico Nacional. Sección Nobleza. BAENA, C.361, D.93-108.
- Archivo Histórico de Protocolos de Madrid T.6179, f. 241r-302r.
- Arroyo Martín, Francisco. Poder y nobleza en la primera mitad del siglo XVII: el I marqués de Leganés. Universidad Carlos III-Departamento de Humanidades: Historia, Geografía y Arte. Getafe, 2012.
- Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. T.6179, f. 241r-302r.
- Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y H. 410.
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