martes, 11 de diciembre de 2018

Bibliografía morateña: “Manual práctico de los instrumentos y máquinas aratorias”, de José de Hidalgo Tablada

El libro que analizamos hoy es una de las primeras obras publicadas de José de Hidalgo Tablada. A diferencia de otros trabajos, en el Manual práctico de instrumentos y máquinas aratorias su autor no aborda los sistemas de cultivo de una especie concreta o los métodos de elaboración de los productos del campo. En esta ocasión, Hidalgo Tablada dedica su obra a las innovaciones en la maquinaría agrícola de la época –mediados del siglo XIX-, su evolución y su aplicación en las explotaciones agrarias. Entre estas máquinas novedosas, Hidalgo presenta en el libro un arado de su invención.
El arado Hidalgo Tablada
En las más de doscientas cincuenta páginas de su trabajo José de Hidalgo Tablada dedica la mayor parte de los capítulos a analizar los distintos tipos de arados existentes en España, junto a otras herramientas auxiliares como los rulos, las extirpadoras, las gradas, las azadas, las layas o las palas. Sin embargo, es su propia experiencia como constructor de un arado las que más nos interesa pues, no en vano, en su construcción se implicó no sólo el propio autor del libro sino también una familia de herreros, los Baró, que por entonces trabajaban en este oficio en Morata.
El mismo Hidalgo se plantea las dificultades que encuentran los agricultores a la hora de adaptar sus herramientas y máquinas a sus explotaciones agrarias y aporta su experiencia personal, aplicada, según sus propias palabras, a las máquinas que presentamos en el ensayo ejecutado en la hacienda del Sr. Palacios en diciembre de 1848.
Este ensayo práctico sobre el arado inventado por José de Hidalgo Tablada mereció la publicación de un informe en el periódico oficial del Estado, la Gaceta de Madrid, en el mes de febrero de 1849, cuando el propio autor ocupaba, por primera vez, el cargo de alcalde de Morata:
Informe de la sección de agricultura del real consejo de agricultura, industria y comercio sobre los instrumentos de agricultura del Señor Hidalgo Tablada.
El día 21 de diciembre de 1848 el Sr. Don José de Hidalgo Tablada presentó al examen del ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas y al de los habitantes de Madrid, varias máquinas aratorias, entre las cuales la principal era un arado de vertedera. Grande y escogida fue la concurrencia para ver este ensayo, que se verificó en la posesión llamada de Piernas, que cultiva D. Joaquín de Palacios en las afueras de la Puerta de Recoletos; y la sección vio con gusto que todos reconocían la necesidad indispensable de las vertederas en los arados, si se quieren obtener buenas labores, que en el cultivo en grande sustituyan el trabajo de los cavadores, y en ciertos casos el de las layas.
El primer arado que el Sr. Hidalgo hizo poner en juego es de una sola vertedera de hierro dulce, construido en Morata, de menores dimensiones que la del arado de Hallié presentado anteriormente por el Excmo. Sr. D. Mariano Miguel de Reinoso y también de menor curvatura. La reja, también de hierro dulce, algo parecida a la de aquel, y sujeta del mismo modo con dos piezas unidas entre sí por tornillos, que eran una reja triangular cortante por ambos lados, y dos vertederas que forman un ángulo curvilíneo por su frente.
La cuchilla entonces se sacó de la caja lateral en que al principio estaba colocada, y se la puso en otra que tiene la cama enmedio precisamente, delante de la unión de las vertederas. De este modo se hicieron con el arado algunos surcos separados entre sí, que dejaron la tierra perfectamente alomada.
La diferencia que antes se ha dicho que se notó entre la vertedera del arado de Hallié y las de este, así la sola como las dos juntas, es que estas tienen menos vuelta en su parte superior, y que son más cortas en el sentido horizontal.
Al concluir el ensayo con el arado ideado por Hidalgo Tablado se probaron otras máquinas agrícolas de otros inventores. Posteriormente, el autor del libro presentó una nueva máquina ideada por él:
(…) Después de visto el modo de emplear todos estos instrumentos quiso hacer ver el Sr. Hidalgo otra aplicación agrícola con el aparato que ha imaginado para sembrar; pero manifestó que no le tenía perfeccionado ni estaba aun contento de su empleo. Consiste en un arado de dos vertederas movibles dispuestas como las del que presentó el Señor Asensio el mes anterior, detrás de las cuales marcha sobre ruedas fijas una sembradera, compuesta de dos conos truncados de Ghapa de hierro unidos por su base, en cuyo círculo de unión hay una porción de agujeros, que variando su abertura por medio de correderas de chapa, permiten salir la cantidad de semilla que se quiere.
Iba el arado abriendo un surco regular para la siembra, y rodando detrás la máquina descrita daba salida a las habas de que la habían cargado; pero todos notaron con sentimiento, que a pesar de la igualdad de los agujeros y de la regularidad de la marcha, quedaban esparcidas las semillas en el surco con muy poco orden, porque había trozos en que quedaban amontonadas, y distancias de dos y de tres pies en las que no se encontraron ninguna, sin duda por la forma misma de estas semillas que las hace presentarse de distinto modo a las bocas de salida. Por lo demás el arado en su segundo surco cubría perfectamente las semillas depositadas en el primero, y dejaba sembrados los que hacia nuevamente.
Esta irregularidad con que funcionan las sembraderas, aun las mas bien construidas, porque al caer las semillas en tierra saltan según la superficie con que tropiezan para ir á colocarse en sitio distinto del que marea la máquina, dio motivo a la sección a opinar que esta es la causa principal para que dicho instrumento, que se inventó primitivamente en España y se ha mejorado después en el extranjero, no se vaya generalizado ni aquí ni en otros países, y que se siga continuamente la práctica de las siembras a mano.
A más de las tres de la tarde se fueron retirando los espectadores, felicitando todos al Sr. Hidalgo por su celo para el adelanto de la agricultura española, a cuyo fin ha empleado tantos gastos y fatigas
La sección, en vista de estos resultados, cree que está en el caso de proponer al gobierno de S. M. que para premiar la laboriosidad de este buen español se digne proponerle para alguna condecoración, y que se dé la publicidad posible a este acto por medio de la Gaceta y del Boletín oficial del Ministerio (…).
Madrid 31 de enero de 1849.
El texto dedicado en la Gaceta de Madrid a la labor de Hidalgo Tablada representa un reconocimiento a su preocupación por el avance de la agricultura en España. En este libro, como en toda su obra, Hidalgo Tablada muestra siempre la necesidad de investigar, de experimentar y de probar nuevos sistemas de cultivo y nuevas herramientas para sacar al campo español del retraso que sufría en comparación con el de otros países europeos. El arado inventado por otro vecino de Morata, también mereció su atención en tanto que ayudaba, en su opinión, a luchar contra este atraso ancestral de la Agricultura en España.

Portadilla de la segunda edición del libro de José de Hidalgo Tablada

Arado inventado por D. J o s é Salcedo, vecino de Morata.
En el capítulo dedicado a los arados, José Hidalgo dedica un amplio apartado al inventado por José Salcedo:
El arado que representan las figs. 15, 40, 41, 42, 43 y 44, ha sido inventado por D. José Salcedo, vecino y propietario de Morata de Tajuña. Este inteligente y práctico labrador, emprendió la mejora del arado que se usa en aquella localidad en vista de las que nosotros habíamos ejecutado, cabiéndonos así la satisfacción de haber sido el móvil para que lo haya efectuado.
El conjunto de este arado es excelente y la labor que hace es muy buena, si se hace abstracción del volteo de la tierra, que no puede efectuarlo con las ventajas que lo hacen los de una vertedera. Las partes de que se compone dicho arado, son: dental de hierro, cuchilla o telera, orejeras de hierro en forma de cuchilla, cuchillas horizontales, dos clases de reja, una en forma de lanza y filos cortantes y otra según aparece de la fig. 4 0, la cual siendo recta y dispuesto su filo que corte en cualquier disposición que se coloque, da la facultad de poderla volver cuando se gasta por un lado, evitándose de este modo el tener que aguzarla. Cama de hierro sujeta al timón por dos o tres abrazaderas. Dos vertederas que se fijan por un juego de bisagra y una varilla de hierro en los agujeros de la cuchilla ó telera. Las orejeras atraviesan el dental y dispuestas las partes en medias maderas se sujetan por un pasador en la reja, la cual al sujetarla el pescuño y esteva impide que salte dicho pasador y que se caigan las orejeras. Estas tienen diferentes dimensiones según la labor que se ha de hacer siendo las mas largas de siete pulgadas y las mas cortas de cuatro; tiene además otras orejeras de hierro que se sujetan del mismo modo; pero que son redondas y huecas por la parte superior, lo cual permite que puedan ponerse otras de palo dentro de ellas.
Las cuchillas tienen en el centro o parte a la forma para sujetarlas en una ranura hecha en el escodo del dental y poder bajar hasta el nivel del tacón del mismo. La construcción de estas piezas es fácil si el herrero tiene alguna inteligencia, en caso contrario, la necesidad de atravesar la cama, dental y dar forma a las demás piezas, hace imposible la construcción a herreros que además de la falta de instrucción carecen de instrumentos a propósito para ello, y este mal será, como tenemos dicho un inconveniente imposible de vencer, tanto para modificar los instrumentos agrarios cuanto para hacer otros nuevos. El Sr. de Salcedo no ha tenido que vencer tal dificultad hasta cierto punto, pues el herrero de Morata Domingo Baró, une a su buen deseo bastante inteligencia.
Tras describir el arado inventado por José Salcedo, el propio inventor explica las ventajas de su máquina:
Las ventajas y economía que resultan con el uso de mi arado, comparado con el que en esta se acostumbra, son muchas, pues el dental de hierro siendo más sutil que el de madera y las orejeras cortantes facilitan la marcha del arado, lo cual no sucede con los de dental de madera y orejeras de palo que exige mas fuerza en el ganado para arrastrarlo y trabajo en el gayan para sujetarlo. Para dirigir la labor con estos arados se da primero una reja con las orejeras más cortas, las cuales no impiden que el arado se introduzca en la tierra: en la segunda reja se ponen las otras mas largas y así sucesivamente según lo pida la tierra y la labor que se ejecuta. En la segunda reja se ponen las cuchillas que están colocadas en el escodo del dental, las que como van colocadas en el plano de este, cortan la tierra que queda sin labrar y las raíces y malas yerbas que existan en el campo cultivable, con esta segunda reja queda la tierra como cavada y limpia de todo, estando en la seguridad que a la tercera reja quedará la tierra como si se hubiese cavado con el azadón. Con esta clase de orejeras no puede abrirse mucho el surco, para ello se ponen las de media caña o huecas y se les adiciona de madera lo que se crea necesario. Cuando la tierra está bien movida y se quiera asegurar la destrucción completa de las raíces que tenga, se pone la reja de boca de arpón o de hacha, con la cual se dan dos rejas sobre la de alzar con cualquier arado. De cualquiera de los dos medios expuestos, me valgo y tengo la ventaja de no tener que gastar en peones que arranquen con el azadón las innumerables raíces que infestan los campos. La reja de arpón no exige gastos ningunos en un mes, teniendo cuidado de volverla todos los días para que se vaya gastando por igual.
Tras la descripción del arado ideado por su paisano, Hidalgo Tablada incluye también el coste de esta herramienta, 285 reales de vellón, más costoso que el denominado arado común cuya construcción supone unos 177 reales.
Pese al mayor precio de coste, su inventor justifica este sobre precio en las ventajas que proporciona su arado:
Sin embargo que a primera vista parece mi arado de mas coste voy a convencer de lo contrario y que es mucho mas barato; las razones en que lo fundo son: 1.° el dental de hierro dura año y medio sin tener que gastar nada, y al cabo de este tiempo se calza para que dure otro tanto tiempo con el gasto de 15 o 20 rs. de la calzadura. Los dentales de hierro conservan mejorías rejas, pues calzándolas con tiempo no se gastan los costados como sucede con los de madera.
Conservándose la espiga del dental mucho tiempo sin alteración, esto favorece que la esteva dure más tiempo, pues la renovación de los dentales de madera siendo frecuentes y su espiga variable resulta que la esteva se gasta mucho antes. Un dental de hierro bien conservado hará que una reja dure veinte años sin tener que reformarla como sucede a los cuatro con los dentales de madera
(…) el gasto de mi arado en su conservación anual es tres quintos menos que el otro; tiene además otras ventajas de mucha importancia, cual son el no tener necesidad de más de un arado para cada par de mulas, pues con las variaciones que admite sirve para toda clase de tierras y labores; y que con él no es necesario dar cuatro rejas a una tierra , pues con tres queda como si estuviese cavada, lo cual significa que puede economizarse un cuarto de tiempo o lo que es lo mismo labrar con el mismo ganado una cuarta parte mas de tierra y que esté mejor cultivada, así si con el arado ordinario un par labra 60 fanegas de tierra y tiene que recurrirse al azadón para estirpar las malas yerbas, con mi arado se labrarán 80 fanegas, sin gastar nada en jornales que asistan con el azadón.
En la detallada explicación de las características de este nuevo arado aparecen términos muy utilizados por los agricultores hasta no hace muchos años aplicados a los arados de tracción animal: dental, esteva, espiga o escodo eran palabras de uso común por entonces y hoy fuera de uso debido al arrinconamiento de los viejos arados.
Hidalgo Tablada concluye, tras las explicaciones de José Salcedo sobre el arado de su invención:
Si todos nuestros labradores razonando como el Sr. de Salcedo vemos lo hace en el párrafo precedente, tratasen de mejorar en lo que les fuera posible las máquinas destinadas al cultivo, bien pronto tendríamos mejoras efectivas y permanentes; sin embargo, no todos pueden hacerlo, pues o no tienen capital para ello, o no están dotados de los conocimientos que distinguen a este inteligente y laborioso cultivador.
Este trabajo de divulgación y de experimentación con nuevas máquinas y herramientas le valió a Hidalgo el reconocimiento oficial, tal como habían solicitado algunas autoridades;.
REAL ORDEN referente a las máquinas del Sr. Hidalgo Tablada
Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras públicas. Agricultura. Con esta fecha digo al Sr. Ministro de Estado lo siguiente:
Excmo. Sr.: D. José de Hidalgo Tablada, vecino y propietario de la villa de Morata en esta provincia, presentó al examen de este Ministerio de mí cargo, varias máquinas aratorias, entre las cuales la principal era un arado de vertedera, inventado así corno todas aquellas por el referido Sr. Hidalgo. En 15 del mes último se hicieron a mi presencia, la de la comisión de agricultura del real consejo de agricultura, industria y comercio, y otras muchas personas los correspondientes ensayos, que dieron en su mayor parte felices resultados. Así lo ha reconocido la referida sección de agricultura en el informe que ha emitido, en el cual elogia a D. José de Hidalgo Tablada, por su celo en favor de los adelantos de la agricultura española, a cuyo fin ha empleado tantos gastos y fatigas, y proponiéndole para alguna condecoración.
La Reina (Q. D. G.) cuya inagotable bondad no puede menos de dispensar su real aprecio a españoles tan dignos como el referido Hidalgo Tablada, al paso que ha dispuesto se inserte en el Boletín de este Ministerio el informe de la sección de agricultura, se ha dignado mandar se excite a V. E. a fin de que por el Ministerio de su cargo, se sirva proponer a D. José de Hidalgo Tablada para la cruz de la muy venerada orden Hospitalaria de San Juan; en remuneración de aquellos servicios en favor del Estado. Lo que de real orden traslado a V. para su conocimiento. Dios guarde a V. muchos años. Madrid 29 de enero de 1849. Bravo Murillo.


Fuentes y bibliografía:

  • Manual práctico de la construcción de los instrumentos y máquinas aratorias, carros, prensas y cuanto concierne a la agricultura en general. Hidalgo Tablada, José de. Imprenta del Colegio de Sordomudos y Ciegos. Madrid, 1851.

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