El
libro que analizamos hoy es una de las primeras obras publicadas de
José de Hidalgo Tablada. A diferencia de otros trabajos, en el
Manual
práctico de instrumentos y máquinas aratorias
su autor no aborda los sistemas de cultivo de una especie concreta o
los métodos de elaboración de los productos del campo. En esta
ocasión, Hidalgo Tablada dedica su obra a las innovaciones en la
maquinaría agrícola de la época –mediados del siglo XIX-, su
evolución y su aplicación en las explotaciones agrarias. Entre
estas máquinas novedosas, Hidalgo presenta en el libro un arado de
su invención.
El
arado Hidalgo Tablada
En
las más de doscientas cincuenta páginas de su trabajo José de
Hidalgo Tablada dedica la mayor parte de los capítulos a analizar
los distintos tipos de arados existentes en España, junto a otras
herramientas auxiliares como los rulos, las extirpadoras, las gradas,
las azadas, las layas o las palas. Sin embargo, es su propia
experiencia como constructor de un arado las que más nos interesa
pues, no en vano, en su construcción se implicó no sólo el propio
autor del libro sino también una familia de herreros, los Baró, que
por entonces trabajaban en este oficio en Morata.
El
mismo Hidalgo se plantea las dificultades que encuentran los
agricultores a la hora de adaptar sus herramientas y máquinas a sus
explotaciones agrarias y aporta su experiencia personal, aplicada,
según sus propias palabras, a las máquinas que presentamos en el
ensayo ejecutado en la hacienda del Sr. Palacios en diciembre de
1848.
Este
ensayo práctico sobre el arado inventado por José de Hidalgo
Tablada mereció la publicación de un informe en el periódico
oficial del Estado, la Gaceta
de Madrid,
en el mes de febrero de 1849, cuando el propio autor ocupaba, por
primera vez, el cargo de alcalde de Morata:
Informe
de la sección de agricultura del real consejo de agricultura,
industria y comercio sobre los instrumentos de agricultura del Señor
Hidalgo Tablada.
El
día 21 de
diciembre de 1848 el
Sr. Don José de Hidalgo Tablada presentó al examen del ministerio
de Comercio, Instrucción y Obras Públicas y al de los habitantes de
Madrid, varias máquinas aratorias, entre las cuales la principal era
un arado de vertedera. Grande y escogida fue la concurrencia para ver
este ensayo, que se verificó en la posesión llamada de Piernas, que
cultiva D. Joaquín de Palacios en las afueras de la Puerta de
Recoletos; y la sección vio con gusto que todos reconocían la
necesidad indispensable de las vertederas en los arados, si se
quieren obtener buenas labores, que en el cultivo en grande
sustituyan el trabajo de los cavadores, y en ciertos casos el de las
layas.
El
primer arado que el Sr. Hidalgo hizo poner en juego es de una sola
vertedera de hierro dulce, construido en Morata, de menores
dimensiones que la del arado de Hallié presentado anteriormente por
el Excmo. Sr. D. Mariano Miguel de Reinoso y también de menor
curvatura. La reja, también de hierro dulce, algo parecida a la de
aquel, y sujeta del mismo modo con dos piezas unidas entre sí por
tornillos, que eran una reja triangular cortante por ambos lados, y
dos vertederas que forman un ángulo curvilíneo por su frente.
La
cuchilla entonces se sacó de la caja lateral en que al principio
estaba colocada, y se la puso en otra que tiene la cama enmedio
precisamente, delante de la unión de las vertederas. De este modo se
hicieron con el arado algunos surcos separados entre sí, que dejaron
la tierra perfectamente alomada.
La
diferencia que antes se ha dicho que se notó entre la vertedera del
arado de Hallié y las de este, así la sola como las dos juntas, es
que estas tienen menos vuelta en su parte superior, y que son más
cortas en el sentido horizontal.
Al
concluir el ensayo con el arado ideado por Hidalgo Tablado se
probaron otras máquinas agrícolas de otros inventores.
Posteriormente, el autor del libro presentó una nueva máquina
ideada por él:
(…)
Después de visto el
modo de emplear todos
estos instrumentos quiso hacer ver el Sr. Hidalgo otra aplicación
agrícola con el aparato que ha
imaginado para sembrar;
pero manifestó
que no le tenía
perfeccionado ni estaba aun contento de su
empleo. Consiste en un
arado de dos
vertederas movibles dispuestas como las del que presentó el Señor
Asensio el mes
anterior, detrás de las cuales marcha sobre ruedas fijas una
sembradera, compuesta de dos conos truncados de Ghapa
de hierro unidos por su
base, en cuyo círculo de unión hay una porción de agujeros, que
variando su abertura por medio de
correderas de chapa,
permiten salir la cantidad de semilla que se
quiere.
Iba
el arado abriendo un
surco regular para la
siembra, y rodando detrás la máquina descrita daba salida a las
habas de que la habían cargado; pero todos notaron con sentimiento,
que a pesar de la
igualdad de los agujeros y de la
regularidad de la
marcha, quedaban esparcidas las semillas en el surco con muy poco
orden, porque había trozos en que quedaban amontonadas, y distancias
de dos y de tres pies en las que no se encontraron ninguna, sin duda
por la forma misma de estas semillas que las hace presentarse de
distinto modo a las bocas de salida. Por lo demás el arado en su
segundo surco cubría perfectamente las semillas depositadas en el
primero, y dejaba sembrados los que hacia nuevamente.
Esta
irregularidad con que funcionan las sembraderas, aun las mas bien
construidas, porque al caer las semillas en tierra saltan según la
superficie con que tropiezan para ir á colocarse en sitio distinto
del que marea la máquina, dio
motivo a la sección a
opinar que esta es la causa principal para que dicho instrumento, que
se inventó primitivamente en España y se ha mejorado después en el
extranjero, no se vaya generalizado ni aquí ni en otros países, y
que se siga continuamente la práctica de las siembras a mano.
A
más de las tres de la tarde se fueron retirando los espectadores,
felicitando todos al Sr. Hidalgo por su celo para el adelanto de la
agricultura española, a cuyo fin ha empleado tantos gastos y fatigas
La
sección, en vista de estos resultados, cree que está en el caso de
proponer al gobierno de S. M. que para premiar la laboriosidad de
este buen español se digne proponerle para alguna condecoración, y
que se dé la publicidad posible a este acto por medio de la Gaceta
y del Boletín
oficial del Ministerio
(…).
Madrid
31 de enero de 1849.
El
texto dedicado en la Gaceta
de Madrid a la labor de
Hidalgo Tablada representa un reconocimiento a su preocupación por
el avance de la agricultura en España. En este libro, como en toda
su obra, Hidalgo Tablada muestra siempre la necesidad de investigar,
de experimentar y de probar nuevos sistemas de cultivo y nuevas
herramientas para sacar al campo español del retraso que sufría en
comparación con el de otros países europeos. El arado inventado por
otro vecino de Morata, también mereció su atención en tanto que
ayudaba, en su opinión, a luchar contra este atraso ancestral de la
Agricultura en España.
Portadilla de la segunda edición del libro de José de Hidalgo Tablada
Arado
inventado por D. J o s é Salcedo, vecino de Morata.
En
el capítulo dedicado a los arados, José Hidalgo dedica un amplio
apartado al inventado por José Salcedo:
El
arado que representan las figs. 15, 40, 41, 42, 43 y 44, ha sido
inventado por D. José Salcedo, vecino y propietario de Morata de
Tajuña. Este inteligente y práctico labrador, emprendió la mejora
del arado que se usa en aquella localidad en vista de las que
nosotros habíamos ejecutado, cabiéndonos así la satisfacción de
haber sido el móvil para que lo haya efectuado.
El
conjunto de este arado es excelente y la labor que hace es muy buena,
si se hace abstracción del volteo de la tierra, que no puede
efectuarlo con las ventajas que lo hacen los de una vertedera. Las
partes de que se compone dicho arado, son: dental de hierro, cuchilla
o telera, orejeras de hierro en forma de cuchilla, cuchillas
horizontales, dos clases de reja, una en forma de lanza y filos
cortantes y otra según aparece de la fig. 4 0, la cual siendo recta
y dispuesto su filo que corte en cualquier disposición que se
coloque, da la facultad de poderla volver cuando se gasta por un
lado, evitándose de este modo el tener que aguzarla. Cama de hierro
sujeta al timón por dos o tres abrazaderas. Dos vertederas que se
fijan por un juego de bisagra y una varilla de hierro en los agujeros
de la cuchilla ó telera. Las orejeras atraviesan el dental y
dispuestas las partes en
medias maderas se sujetan por un pasador en la reja, la cual al
sujetarla el pescuño y esteva impide que salte dicho pasador y que
se caigan las orejeras. Estas tienen diferentes dimensiones según la
labor que se ha de hacer siendo las mas largas de siete pulgadas y
las mas cortas de cuatro; tiene además otras orejeras de hierro que
se sujetan del mismo modo; pero que son redondas y huecas por la
parte superior, lo cual permite que puedan ponerse otras de palo
dentro de ellas.
Las
cuchillas tienen en el centro o parte a
la forma para
sujetarlas en una ranura hecha en el escodo del dental y poder bajar
hasta el nivel del tacón del mismo. La construcción de estas piezas
es fácil si el herrero tiene alguna inteligencia, en caso contrario,
la necesidad de atravesar la cama, dental y dar forma a las demás
piezas, hace imposible la construcción a herreros que además de la
falta de instrucción carecen de instrumentos a propósito para ello,
y este mal será, como tenemos dicho un inconveniente imposible de
vencer, tanto para modificar los instrumentos agrarios cuanto para
hacer otros nuevos. El Sr. de Salcedo no ha tenido que vencer tal
dificultad hasta cierto punto, pues el herrero de Morata Domingo
Baró, une a su buen deseo bastante inteligencia.
Tras
describir el arado inventado por José Salcedo, el propio inventor
explica las ventajas de su máquina:
Las
ventajas y economía que resultan con el uso de mi arado, comparado
con el que en esta se acostumbra, son muchas, pues el dental de
hierro siendo más sutil que el de madera y las orejeras cortantes
facilitan la marcha del arado, lo cual no sucede con los de dental de
madera y orejeras de palo que exige mas fuerza en el ganado para
arrastrarlo y trabajo en el gayan para sujetarlo. Para dirigir la
labor con estos arados se da primero una reja con las orejeras más
cortas, las cuales no impiden que el arado se introduzca en la
tierra: en la segunda reja se ponen las otras mas largas y así
sucesivamente según lo pida la tierra y la labor que se ejecuta. En
la segunda reja se ponen las cuchillas que están colocadas en el
escodo del dental, las que como van colocadas en el plano de este,
cortan la tierra que queda sin labrar y las raíces y malas yerbas
que existan en el campo cultivable, con esta segunda reja queda la
tierra como cavada y limpia de todo, estando en la seguridad que a la
tercera reja quedará la tierra como si se hubiese cavado con el
azadón. Con esta clase de orejeras no puede abrirse mucho el surco,
para ello se ponen las de media caña o huecas y se les adiciona de
madera lo que se crea necesario. Cuando la tierra está bien movida y
se quiera asegurar la destrucción completa de las raíces que tenga,
se pone la reja de boca de arpón o de hacha, con la cual se dan dos
rejas sobre la de alzar con cualquier arado. De cualquiera de los dos
medios expuestos, me valgo y tengo la ventaja de no tener que gastar
en peones que arranquen con el azadón las innumerables raíces que
infestan los campos. La reja de arpón no exige gastos ningunos en un
mes, teniendo cuidado de volverla todos los días para que se vaya
gastando por igual.
Tras
la descripción del arado ideado por su paisano, Hidalgo Tablada
incluye también el coste de esta herramienta, 285 reales de vellón,
más costoso que el denominado arado común cuya construcción supone
unos 177 reales.
Pese
al mayor precio de coste, su inventor justifica este sobre precio en
las ventajas que proporciona su arado:
Sin
embargo que a primera vista parece mi arado de mas coste voy a
convencer de lo contrario y que es mucho mas barato; las razones en
que lo fundo son: 1.° el dental de hierro dura año y medio sin
tener que gastar nada, y al cabo de este tiempo se calza para que
dure otro tanto tiempo con el gasto de 15 o 20 rs. de la calzadura.
Los dentales de hierro conservan mejorías rejas, pues calzándolas
con tiempo no se gastan los costados como sucede con los de madera.
Conservándose
la espiga del dental mucho tiempo sin alteración, esto favorece que
la esteva dure más tiempo, pues la renovación de los dentales de
madera siendo frecuentes y su espiga variable resulta que la esteva
se gasta mucho antes. Un dental de hierro bien conservado hará que
una reja dure veinte años sin tener que reformarla como sucede a los
cuatro con los dentales de madera
(…)
el gasto de mi arado en su conservación anual es tres quintos menos
que el otro; tiene además otras ventajas de mucha importancia, cual
son el no tener necesidad de más de un arado para cada par de mulas,
pues con las variaciones que admite sirve para toda clase de tierras
y labores; y que con él no es necesario dar cuatro rejas a una
tierra , pues con tres queda como si estuviese cavada, lo cual
significa que puede economizarse un cuarto de tiempo o lo que es lo
mismo labrar con el mismo ganado una cuarta parte mas de tierra y que
esté mejor cultivada, así si con el arado ordinario un par labra 60
fanegas de tierra y tiene que recurrirse al azadón para estirpar las
malas yerbas, con mi arado se labrarán 80 fanegas, sin gastar nada
en jornales que asistan con el azadón.
En
la detallada explicación de las características de este nuevo arado
aparecen términos muy utilizados por los agricultores hasta no hace
muchos años aplicados a los arados de tracción animal: dental,
esteva, espiga o
escodo eran palabras de uso
común por entonces y hoy fuera de uso debido al arrinconamiento de
los viejos arados.
Hidalgo
Tablada concluye, tras las explicaciones de José Salcedo sobre el
arado de su invención:
Si
todos nuestros labradores razonando como el Sr. de Salcedo vemos lo
hace en el párrafo precedente, tratasen de mejorar en lo que les
fuera posible las máquinas destinadas al cultivo, bien pronto
tendríamos mejoras efectivas y permanentes; sin embargo, no todos
pueden hacerlo, pues o no tienen capital para ello, o no están
dotados de los conocimientos que distinguen a este inteligente y
laborioso cultivador.
Este
trabajo de divulgación y de experimentación con nuevas máquinas y
herramientas le valió a Hidalgo el reconocimiento oficial, tal como
habían solicitado algunas autoridades;.
REAL
ORDEN referente a las máquinas del Sr. Hidalgo Tablada
Ministerio
de Comercio, Instrucción y Obras públicas. Agricultura.
Con esta fecha digo al Sr. Ministro
de Estado lo siguiente:
Excmo.
Sr.: D. José de Hidalgo Tablada, vecino y propietario de la villa de
Morata en esta provincia, presentó al examen de este Ministerio de
mí cargo, varias máquinas aratorias, entre las cuales la principal
era un arado de vertedera, inventado así corno todas aquellas por el
referido Sr. Hidalgo. En 15 del mes último se hicieron a mi
presencia, la de la comisión de agricultura del real consejo de
agricultura, industria y comercio, y otras muchas personas los
correspondientes ensayos, que dieron en su mayor parte felices
resultados. Así lo ha reconocido la referida sección de agricultura
en el informe que ha emitido, en el cual elogia a D. José de Hidalgo
Tablada, por su celo en favor de los adelantos de la agricultura
española, a cuyo fin ha empleado tantos gastos y fatigas, y
proponiéndole para alguna condecoración.
La
Reina (Q. D. G.) cuya inagotable bondad no puede menos de dispensar
su real aprecio a españoles tan dignos como el referido Hidalgo
Tablada, al paso que ha dispuesto se inserte en el
Boletín de
este Ministerio el informe de la sección de agricultura, se ha
dignado mandar se excite a V. E. a fin de que por el Ministerio de su
cargo, se sirva proponer a D. José de Hidalgo Tablada para la cruz
de la muy venerada orden Hospitalaria de San Juan; en remuneración
de aquellos servicios en favor del Estado. Lo que de real orden
traslado a V. para su conocimiento. Dios guarde a V. muchos años.
Madrid 29 de enero de 1849. Bravo Murillo.
Fuentes
y bibliografía:
- Manual práctico de la construcción de los instrumentos y máquinas aratorias, carros, prensas y cuanto concierne a la agricultura en general. Hidalgo Tablada, José de. Imprenta del Colegio de Sordomudos y Ciegos. Madrid, 1851.
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