Yave
dijo entonces a Moisés: extiende tu mano sobre la tierra de Egipto
para que venga la langosta y devore toda la tierra del campo. (…)
al amanecer, el viento del oriente había traído la langosta. (…)
Ocultaron la luz del sol y cubrieron todas las tierras; devoraron
toda la hierba del campo (…).
Estos versículos de la Biblia no son sino una constatación del
pánico que, entre los agricultores, han sembrado siempre las plaga.
En las próximas semanas vamos a ver como las que durante mucho
tiempo fueron consideradas una maldición divina, han afectado al
mundo campesino, especialmente en nuestra comarca en torno al Bajo
Tajuña.
No
es casual que la octava plaga de Egipto haga referencia a la invasión
de langostas en los campos de cereales que crecían en el entorno del
río Nilo. El ser humano tuvo que hacer frente a estas plagas desde
el mismo momento en que la agricultura pasó a dominar la economía.
Las tierras del centro de la península Ibérica, como el Egipto de
los faraones, también han sufrido a lo largo de su historia
sucesivas plagas de este insecto. Nuestros antepasados agricultores
no siempre contaron con las herramientas apropiadas para enfrentarse
a la proverbial voracidad de las langostas, capaces de acabar con
cosechas enteras y provocar hambrunas y enfermedades que diezmaban la
población.
Esta
falta de medios para afrontar con posibilidades de éxito las
periódicas plagas de langosta provocó en las sociedades agrícolas
medievales un auténtico pavor ante lo que, en muchas ocasiones, fue
considerado un castigo de Dios. Es por esto que, en los siglos
siguientes al primer milenio de la era moderna, las familias y los
concejos, absolutamente dependientes de las cosechas anuales de trigo
para su supervivencia, necesitaran completar las medidas terrenales
contra la langosta con la búsqueda de la protección divina.
Para
hacer frente a los insectos que llegaban a cubrir el sol no faltaron,
desde la aparición de la imprenta, escritores que ofrecían remedios
para luchar contra la plaga. Juan de Quiñones, por ejemplo, fue
autor de un famoso opúsculo de larguísimo título que trataba sobre
cómo enfrentarse a las periódicas y temidas plagas de langosta:
Tratado de las langostas,
muy útil y necesario en que se tratan cosas de provecho y curiosidad
para todos los que profesan letras divinas y humanas y las mayores
ciencias. En su obra, este
hombre de letras y de leyes, natural de una familia de hidalgos
avecindada en Chinchón -y por lo tanto conocedor de las temibles
consecuencias de la plagas de langostas en nuestra comarca-, ya
apuntaba como uno de los remedios para enfrentarse a los insectos la
obligación de estar al corriente en el pago del impuesto
eclesiástico del diezmo: Pagar
los diezmos es otro remedio importantísimo, que por no pagarlos,
suele nuestro señor enviar las langostas como lo dijo Malaquías en
el capítulo 3. También se
refería a otros remedios divinos como distintos conjuros y oraciones
en latín que incluye en su texto y que ayudarían a mitigar los
efectos de la plaga.
A
un nivel más práctico, el autor del Tratado
de las langostas… detallaba
en los cuatro capítulos de su libro, editado en 1720, cuando ocupaba
a las órdenes de Felipe III la alcaldía mayor de El Escorial y de
las Obras y Bosques Reales del monasterio de San Lorenzo de El
Escorial, los distintos tipos de langostas, su sistema reproductivo,
y sus pautas de desplazamiento. También dedica Quiñones un apartado
a los daños que provocaban las langostas en los campos agrícolas,
en los montes y en los pastos y, por supuesto, cómo había que
enfrentarse a estos efectos dañinos y a la propia plaga. Para ello
recomendaba, entre otros, remedios basados en el uso del fuego y del
humo e, incluso, la utilización de cerdos para que se comieran las
langostas en sus primeras fases de crecimiento.
Tratado de las langostas... de Juan de Quiñones, editado en 1720
Rogativas
y fiestas religiosas para luchar contra la plaga.
Acudir
a la religión para enfrentarse a la plaga no era, desde luego, algo
ajeno a la lucha contra las langostas. Sin ir más lejos, en Morata
también recurrían los vecinos a su fe religiosa a la hora de evitar
las consecuencias sobre sus campos del temido insecto. Nuestros
antepasados, en la respuesta 41 de las Relaciones
Topográficas de los Pueblos de España,
que mandara ejecutar Felipe II en la segunda mitad del siglo XVI, ya
explicaban cómo afrontar la plaga, según la transcripción que
aparece en el libro de Jesús Antonio de la Torre Briceño sobre la
historia de Morata:
Al
capitulo 41 dijeron que en esta dicha villa se guarda fiesta votable
el día de San Agustín, y se da en ella el dicho día una cantidad
de pan queso y vino a todos los que la quieren recibir, lo cual se
hace porque antiguamente se recibía en los frutos notable daño de
langosta, y por ello se votó la dicha fiesta y caridad, y desde
entonces jamás ha habido en la dicha villa la dicha langosta ni
hecho daño ninguno, (…) Y esto declararon a los dichos capítulos
los susodichos para ello nombrados y lo firmaron de sus nombres
Bautista Sánchez Paz, Juan Ramírez Ladrón de Ocariz. Ante mi,
Pedro Pardo, escribano. (6
de diciembre de 1579).
La
ausencia de plagas de langosta desde que se
votó la dicha fiesta y caridad
no deja de ser, según se deduce de documentación de la época, una
licencia de los autores de las respuestas al interrogatorio ordenado
por Felipe II. Este recurso al auxilio divino para enfrentarse a
algo que provocaba hambre y miseria, que como veremos a lo largo de
esta serie de post va a ser una constante hasta el mismo siglo XIX-,
dio lugar a rogativas y rituales católicos en los que el favor de
los santos era invocado por los indefensos fieles. San Agustín, como
hemos visto en Morata y en otros pueblos, y otros miembros del
santoral, como San Gregorio o San Vicente Ferrer, fueron algunos de
los santos que la creencia popular consideraba intermediarios para
luchar contra la langosta. En algunos otros pueblos cercanos a la
comarca también se dieron similares pruebas de prácticas religiosas
para combatir la plaga: en Pezuela de las Torres, aldea de Alcalá de
Henares, se fundó en 1393 una cofradía bajo la advocación de
Nuestra Señora de la Asunción y San Benito para librarse de la
peste y de las plagas de langostas. La cofradía estaba integrada por
muchos
vecinos del dicho lugar contados, que no faltaba ninguno, viendo los
males e
plagas
que Dios, por nuestros pecados, nos quiere dar e da de pestilencia e
langosta.
Detalle de la obra San Agustín conjurando una plaga de langostas, de Jacinto Meléndez (1734, Museo del Prado)
Plagas
de langosta documentadas en la comarca desde el siglo XVI
El
recurso continuado a la ayuda divina para afrontar las plagas de
langosta ya nos indican que su proliferación era motivo de
preocupación para los responsables concejiles desde que se tiene
referencias históricas. En los archivos hay documentación desde los
primeros tiempos de la reconquista y durante toda la Edad Media que
recoge la lucha frente a las langostas. Ciñéndonos a periodos más
recientes, en los archivos municipales de dos localidades muy
próximas a Morata, Arganda del Rey y Chinchón, existen varios
documentos que nos describen cómo se luchaba contra la plaga y las
medidas que se tomaban por parte de los concejos e incluso las
recomendaciones de los máximos responsables de la monarquía contra
las langostas.
Por
las características de las plagas de langosta, que afectaban siempre
a varios términos municipales, consideramos que estos documentos de
los archivos de los pueblos vecinos pueden servirnos de referencia
para las plagas desencadenadas en la comarca el Bajo Tajuña.
En
el Archivo Municipal de Chinchón, por ejemplo, estos son algunos de
los expedientes y legajos que recogen las acciones concejiles contra
las plagas de langosta:
- Listas de vecinos que han acudido a la extinción de la langosta, siglo XVII.
- Sobre la extinción de la langosta y lista de vecinos que trabajaron en ella, 1670.
- Petición de información sobre la escasez de trigo por causa del mal tiempo y de la langosta, 1672.
- Maherimiento [prevención] a los vecinos de la villa para acudir al campo a procurar matar la langosta, 1675
- Repartimiento y maherimiento para paliar el daño de la langosta, 1674-1676.
- Medidas para combatir la langosta, 1692.
- Acerca de que se tomen medidas para paliar los efectos de la langosta, piedra e inundación de la vega, 1709.
- Sobre un repartimiento para acabar con la plaga de langosta, 1710.
- Expediente sobre daños de la langosta, 1710.
- Oficio sobre la langosta, 1726.
- Correspondencia sobre la plaga de langosta, 1726.
- Expediente sobre daños causados por la langosta, 1725-1726.
- Expediente notarial sobre daños de la langosta, 1727.
- Expediente sobre daños causados por la langosta, 1756-57.
- Disposición para la extinción de la langosta, 1800.
- Medidas para extinguir la plaga de langosta, 1801.
- Expediente sobre daños causados por la langosta, 1815-1818.
- Sobre gastos ocasionados por la plaga de langosta, 1817.
- Correspondencia sobre plaga de langosta, escribano Perogordo. 1826.
- Papeles sobre la extinción de la langosta, 1835.
- Documentos concernientes a la extinción de la plaga de langosta 1876.
En
el archivo histórico de Arganda del Rey también hay numerosa
documentación sobre la lucha contra de langosta, algunas tan
próximas en el tiempo como las plagas de 1940 y 1944:
- Orden del Consejo Real para eliminar el canuto de langosta, 18 de mayo de 1773.
- Provisión de Felipe IV ordenando se tomen las medidas oportunas para atajar una plaga de langosta, 10 de febrero de 1653.
- Información para evaluar los daños causados por plagas de langosta, 1 de enero de 1671, 1672 y 1674.
- Provisión de Felipe V ordenando que no se cobren las contribuciones reales a los vecinos de Arganda por los contratiempos padecidos en los últimos años por la guerra, plaga de langosta y heladas en las viñas,10 de enero de 1722.
- Notificación del subdelegado de la policía del partido de Chinchón a la Justicia de Velilla de San Antonio de la creación de una junta para la extinción de la plaga de langosta, 18 de junio de 1826.
- Acuerdo para la extinción de la plaga de langosta, 20 de abril de 1940.
- Información de los trabajos realizados para la extinción de la langosta, 11 de junio de 1940.
- Solicitud de la condonación de la deuda con el Ministerio de Agricultura por los gastos realizados como consecuencia de la plaga de langosta, 6 de septiembre de 1940.
- Aparición de focos de langosta, 5 de junio de 1941.
- Información relativa a una plaga de langosta, 3 de junio de 1944.
- Información relativa a los gastos originados por la plaga de langosta, 22 de julio de 1944.
- Información relativa a la recaudación de gastos de la plaga de langosta, 25 de agosto de 1944.
- Información sobre la no cobranza de los gastos de la extinción de la plaga de langosta, 28 de octubre de 1944.
De esta documentación se puede
deducir que, desde los primeros tiempo, fue muy frecuente acudir a
todo el vecindario para que se implicara en la lucha contra una plaga
que, como también puede deducirse de los legajos conservados en los
archivos siempre llegaba al comienzo del verano, precisamente cuando
estaban apunto de iniciarse en los pueblos y villas de la comarca los
trabajos de la siega y la trilla de las mieses. Estas labores y estos
ingresos constituían una parte considerable de los recursos de los
agricultores. Sobre algunas de estas plagas y sobre los métodos de
enfrentarse a las mismas trataremos en los post de las próximas
semanas.
Fuentes
y bibliografía:
- Biblia Latinoamericana. Éxodo, capítulo 10. Versículos 13,14 y 15.
- Tratado de las langostas, muy útil y necesario en que se tratan cosas de provecho y curiosidad para todos los que profesan letras divinas y humanas y las mayores ciencias. Quiñones, Juan de. Luis Sánchez, impresor del Rey nuestro Señor. Madrid, 1720.
- Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño. Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Guadalajara, 1999.
- Documentos referidos de los archivos municipales de Arganda del Rey y Chinchón.
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