viernes, 8 de septiembre de 2023

Pequeña -y triste- historia del archivo de la Casa de Altamira

Relato de cómo llegó a la Universidad de Ginebra la crónica sobre las fiestas celebradas en Morata en honor de los condes de Altamira

El texto que reproducimos en el blog la pasada semana trata sobre las fiestas que se celebraron en Morata, entre el 23 y el 28 de mayo, en honor de los condes de Altamira, Ventura Osorio de Moscoso y su mujer, María de la Concepción de Guzmán y de la Cerda. Aunque en el texto original* no consta el año de estas celebraciones sabemos, por otro documento conservado en el Archivo Histórico Nacional (Sección Nobleza BAENA, C.222, D.41-42), que los condes de Altamira permanecieron en Morata durante varias semanas entre finales de abril y el 31 de mayo de 1756.

En ese documento también se recogen los gastos originados durante la estancia de los condes de Altamira en Morata, destinados a la alimentación y a algunos arreglos realizados en el palacio condal, que ascendieron a 27.556 reales. Durante su permanencia en la villa, que se retrasó unos días debido a una enfermedad de su hijo Buenaventura, los condes de Altamira estuvieron acompañados por la familia de José de Guzmán y Vélez de Guevara, conde de Oñate, que se había casado en segundas nupcias con la madre de Ventura Osorio de Moscoso.

Por los nombres de algunas de las parejas participantes en los juegos a caballo celebrados en la plaza en honor de los condes -Manuel y Joseph González, Francisco Oliva, Joseph de Fominaya, Pedro y Manuel Páez y Miguel de Almazán, entre otros- podemos situar las celebraciones en ese año de 1756 ya que todos ellos aparecen censados en Morata en esos años, justo cuando se elaboró el Catastro de Ensenada.

El texto relata, en ripios de autor desconocido, todos los actos celebrados durante varios días, entre el 23 y el 28 de mayo, en honor de los condes de Altamira y sus invitados. Con la misa en la ermita de la Virgen de la Antigua, se inician las celebraciones que continúan con la suelta de novillos en la plaza de la villa -con la asistencia de mozos de Perales, Chinchón y Arganda- y un torneo por parejas y a caballo en el que participan también vecinos de Morata, Chinchón, Arganda y Perales. Del texto se deduce que todos los vecinos participaron como espectadores en los actos programados, no así en el refrigerio y en la cena que se sirvió en palacio previamente a la representación de una función de teatro a cargo de Villalobos el famoso [actor] a tantos coliseos prevenido.

Los festejos que se narran en los versos seguían la costumbre de esos años ya practicada desde siglos atrás: por un lado, los vecinos del pueblo, protagonistas a pie, a la hora de correr los novillos junto con los mozos venidos de los pueblos vecinos y que, como aún hoy sucede, sufrieron revolcones y atropellos de los animales.

Posteriormente, sin la presencia activa del pueblo, la pequeña nobleza participante y algunos criados del conde de Altamira, junto a las parejas de caballeros llegadas también de los pueblos vecinos, son quienes entretienen al público en los juegos de origen medieval (el estafermo, la sortija, las cintas...) realizados ya no a pie, como se hacia con los toros, si no a caballo, un lujo al que no podían acceder la mayoría de los vecinos de Morata.

Según se desprende del texto, la fiesta de correr los toros y los juegos medievales por parejas se llevaron a cabo en la plaza de la villa de Morata, adornada con tapices y colgaduras vegetales para la ocasión, siguiendo también otra costumbre muy arraigada en esa época en las fiestas populares y de la nobleza. Los protagonistas principales son los propios vecinos y los condes de Altamira -y sus invitados- y, de hecho, es el conde quien realiza el despeje de la plaza con su caballo. En cualquier caso, el interés de este texto, con casi 275 años de antigüedad, reside en que es el primer documento conocido hasta ahora que recoge la celebración de una fiesta de toros en Morata con la participación de corredores morateños y de los pueblos vecinos. Después de todo, no ha cambiado tanto la fiesta.


 Último folio del legajo que describe las fiestas en Morata (Fuente: Universidad de Ginebra).

*El texto que apareció en la anterior entrega del blog es la transcripción de un documento perteneciente, en su origen, al archivo de la Casa de Altamira y que en la actualidad, tras una azarosa trayectoria, se conserva en la Universidad de Ginebra. Este documento forma parte de una extensa colección de manuscritos, fechados entre el siglo XV y el siglo XVIII, conocidos como Archives de la maison Altamira integrados, a su vez, en la denominada Collectión Èdouard Favre. Se trata de 83 códices, numerados, que suman en conjunto más de 10.000 documentos que en su momento pertenecieron a la Casa de Altamira y que se conservaron hasta finales del siglo XIX en el archivo condal. Este archivo reunía, entre otros fondos, documentos de varias familias de la alta nobleza española que vía matrimonial, habían emparentado con los condes de Altamira quienes, a su vez, llegaron al señorío de Morata tras recibir la herencia de la Casa de Leganés, primeros señores de la villa a partir del siglo XVII. Estos documentos, por lo tantop, habían pertenecido a casa de la nobleza española como los ducados de Baena, Montemar y Sessa, marquesados de Astorga, Leganés, Almazán, Elche y Poza y condados de Cabra, de Trastámara, Monteagudo, Arzacollar, entre otros muchos títulos nobiliarios.

La dispersión de este rico patrimonio documental comenzó ya en el primer cuarto del siglo XIX, cuando se vendieron más de 7.000 volúmenes de la biblioteca de los condes de Altamira a un librero londinense. Posteriormente, a partir de 1869 y tras la muerte de Vicente Pio Osorio de Moscoso, tanto la biblioteca como el archivo fueron troceados y vendidos en distintas almonedas celebradas en su palacio de Madrid de la calle de San Bernardo, pero también en subastas organizadas en París, por parte de sus herederos. En algunos casos, los documentos del archivo de la Casa de Altamira fueron vendidos al peso y acabaron sirviendo en abacerías y otros comercios de comestibles como envoltura de carnes y pescados cuando no en funciones más escatológicas.

De esta manera, la mayor parte de la riqueza documental atesorada por la Casa de Altamira durante generaciones acabó en manos de coleccionistas españoles y foráneos como el bibliotecario del Congreso, José Sancho Rayón, que adquirió varios documentos actualmente conservados en la Biblioteca Zabálburu de Madrid. Otros compradores destacados fueron la familia del conde de Valencia de Don Juan, que vendió posteriormente algunos manuscritos al Museo Británico. La Hispanic Society, de Nueva York, también cuenta con parte del fondo documental de los Altamira. Finalmente, aún se se puede consultar una parte de los fondos conservada y custodiada en archivos estatales como el Archivo Histórico Nacional o el Archivo Histórico de la Nobleza.

La colección de documentos en la que se incluye el texto que reproducimos sobre las fiestas celebradas en Morata en honor de los condes de Altamira fueron adquiridas por Pablo Chapuy. Este ciudadano suizo, cónsul en España y bibliotecario de profesión, prestó sus servicios en el archivo y la biblioteca condal en los años en que Vicente Pío Osorio de Moscoso era el titular de la Casa. A la muerte del XIII conde, en el año 1864, momento en que se aceleró la dispersión de todo el patrimonio, acuciados los herederos por la situación de ruina económica que arrastraban, prácticamente desde el final de la guerra de la Independencia, Chapuy adquirió una parte importante de la biblioteca y los manuscritos. Posteriormente, el historiador Èdouard Favre compró la colección a los herederos de Chapuy y, más tarde, donó los documentos a la Universidad de Ginebra, donde actualmente se conservan. Afortunadamente, una parte de ese patrimonio documental es accesible en el archivo digital de la Universidad de Ginebra donde los hemos consultado para su transcripción.

El documento que reproducimos, encabezado con el texto Descripción de las fiestas que los vecinos de la villa de Morata celebraron en honor del Excmo. Sr. Marqués de Astorga, consta de siete folios, escritos en anverso y reverso, en lo que parece ser un borrador y no un texto definitivo, ya que aparecen varias palabras, incluso lineas de texto completas, tachadas por el autor, cuyo nombre también también desconocemos.



Bibliografía:

  • Checa Beltrán, J&Madroñal Duran, A (2018) Manuscritos dieciochescos desconocidos del Fondo Altamira en la biblioteca de Ginebra. Cuadernos de Estudios del Siglo XVIIII (28) 221-252.

  • https//doi.org/10.17811/cesxviii.28.2018.221-252.

  • Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, BAENA, C.222, D.41-42



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