La Plaza del Pozo conserva este nombre al menos desde el siglo XVIII
La nieve se consumió hasta el siglo XIX como producto de lujo y también como medicina
La
plaza del Pozo, actualmente localizada en una zona céntrica de Morata, se
consideraba hace siglos el extrarradio de la villa. Ya en el siglo XVIII la
plaza ya recibía esta denominación ligada a la existencia en la misma de un
pozo de nieve, lamentablemente ya desaparecido. Se trata de una de las pocas
vías públicas de Morata que ha mantenido a lo largo de los años la misma
denominación, si bien es cierto que según se documenta en el Catastro de
Ensenada, entonces, en torno al año 1750, se conocía como calle junto al pozo de la nieve.
En
los años de elaboración del catastro sólo 8 casas se registraron junto al pozo
de la nieve. Sus propietarios, Pedro Vecino, Isabel Bermejo, Francisco Ximénez
Meco, Joseph López Puerta, Manuel Vázquez, María López y Juan Garcés, se
dedicaban a la agricultura, excepto el último que tenía el oficio de yesero. En
la entonces calle también existía un solar propiedad de Antonio Corpa.
El pozo de
nieve que daba nombre a la calle en estos años era propiedad de Claudio Sanz
y Torres* y en los registros del catastro se catalogaba como:
Pozo
de nieve
Un
pozo para encerrar nieve de 11 varas y media de frontis [9,52 metros] y de
fondo 7 varas y media [6,22 metros]. Linda Oriente casa de Juan Garcés y
Poniente era de Joseph López
Huerta, que lo ocupa del dicho Puerta y da de alquiler cada año 22 reales.
Apunte en el Catastro de Ensenada con la descripción del pozo de nieve
Construcciones
de piedra
Los pozos de nieve, generalmente,
eran construcciones de planta circular o elíptica levantadas en mampostería de
piedra y cubierta a dos aguas y dotadas de distintas aberturas para extraer la
nieve así como salidas de aguas. Civilizaciones tan distintas como la
mesopotámica, la romana o la azteca utilizaron este sistema para poder disponer
de un sistema de enfriar los alimentos o la fabricación de bebidas frías.
Las medidas de los pozos de nieve, o
neveros, oscilaban entre siete y ocho metros de diámetro (El pozo de nieve de
Morata respondería a estas mediadas tipo) y una altura similar. En los meses de
invierno se aprovechaban las nevadas para almacenar la nieve en el interior. La
nieve se aplastaba en capas, separadas por paja u otros elementos vegetales,
para darle consistencia y conservar mejor su baja temperatura.
La propiedad de estas construcciones
en muchas ocasiones estaba adscrita a los concejos que, de esta forma, podían
regular los precios y obtener un beneficio de la comercialización de la nieve o
el arrendamiento del nevero. No era el caso de Morata. Como hemos visto, su
propietario en 1751 era el que sería años después obispo de Almería, Claudio
Sanz y Torres Ruiz de Castañeda, que por su alquiler, según el Catastro de
Ensenada percibía la exigua cantidad de 22 reales anuales.
No existen datos contrastados sobre
la fecha de construcción del pozo de la nieve de Morata. Sí que es cierto que
en la época de la adquisición del señorío de Morata por parte del marques de
Leganés, en torno a 1631, ya debería existir una construcción de estas
características. En el inventario realizado a la muerte del I marques se
señalan las posesiones de Diego Messía Felípez de Guzmán al llegar a Morata:
Mas
unas casas principales en frente de la iglesia de dicha villa [Morata] con su
huerta, palomar y pozo de nieve,
alrededor de dicha casa caballeriza y cocheras, que se hicieron en el sitio de
la casa que se compró de Don Cristóbal de Salcedo y de García Sánchez Bravo y
Alonso Martínez y otros. (Inventario
de las posesiones del marqués de Leganés AHPM, t. 6267, f. 425r-759v).
De la redacción de este
texto no se deduce dónde estaba situado el pozo de nieve que se cita, aunque es
muy probable que se trate de la misma construcción y que fuera comprada por el marqués al llegar a
Morata. Tampoco se ha localizado documentación relativa a la adquisición por parte de Claudio Sanz y
Torres de la propiedad del pozo de la nieve reseñado en el Catastro de
Ensenada, ni de quien era propiedad cuando a finales del siglo XIX aún se
documenta la presencia del nevero en la plaza que llevaba su nombre **.
Usos y
utilidad de la nieve
La construcción de los pozos
de nieve tenía una doble finalidad. Por un lado ya las primitivas civilizaciones
utilizaban la nieve conservada en los pozos para la elaboración de sorbetes y
bebidas frías así como para conservar los alimentos. En torno a este uso
gastronómico de la nieve en Morata contamos con documentación relativa a la
adquisición de varias arrobas de nieve por parte de los condes de Altamira en
un año muy cercano al de la elaboración del Catastro de Ensenada. Con motivo de
la estancia en el palacio de la familia del conde de Altamira y la de su primo
el conde Oñate, entre los meses de abril y mayo de 1756, se registró en la
partida de gastos el apunte correspondiente a la compra de nieve:
(…) Por 32 arrobas y media de nieve que se trajo de Pozuelo a 9
reales arroba e incluso el porte 292 reales y 17 maravedíes (…).
(…) Por 175
arrobas de nieve que se trajeron de
Chinchón a tres reales cada una importaron quinientos y veinticinco. (…). (Archivo Histórico
Nacional-Sección Nobleza BAENA,
C.222, D.41-42).
Por este documento se comprueba el
precio tan diferente entre una y otra compra de nieve, aunque en la primera
esté incluido el porte, y también que en Morata por esas fechas, ya avanzada la
primavera, no se podía adquirir la nieve que hubo de ser comprada en otras
localidades para atender las necesidades de las dos familias durante su estancia
en la villa.
Aparte de esta como producto de lujo
por parte de las clases más pudientes, (Cervantes en El Quijote lo denominaba bebida
de nieves), también se utilizó la nieve como remedio terapéutico, siempre
con receta y con precio reducido para las clases menos pudientes. En los
manuales médicos se la definía como agua
en polvo, y se utilizaba tanto para bajar las fiebres como para aplicar a
los enfermos después de las purgas tan habituales en la medicina hasta bien
entrado el siglo XIX.
En la obra Manual para el servicio de
los enfermos, del Dr. Carrere, médico francés se afirma que:
(…) En algunas
provincias de España se da agua de nieve, después del purgante, lo que he visto
probar muy bien allí (…).
La aparición de sistemas de producción de hielo por métodos
industriales, ya a finales del siglo XIX, significó la desaparición de estas
construcciones en la mayoría de los pueblos y ciudadaes de España. En Morata
así sucedió y el único vestigio del pozo de la nieve quedó en el callejero
urbano de la villa.
*Claudio Sanz y Torres Ruiz de
Castañeda (1704-1779), en los años en que se elaboró el Catastro de Ensenada en
Morata ocupaba el cargo canónigo en la catedral del Burgo de Osma.
Posteriormente fue nombrado obispo de Almería (1761-1779). Claudio Sanz y
Torres había nacido en la localidad de Torres de la Alameda pero estaba ligado
a Morata por vía materna (Los Ruiz de Castañeda eran grandes propietarios en
Morata y también en la villa vecina de San Martín de la Vega).
Además de la propiedad del pozo de la nieve, Claudio Sanz también
poseía en Morata numerosos bienes procedentes de herencias familiares. Además
de las rentas procedentes de una capellanía fundada Rodrigo Pérez, este
religioso reunía un extenso patrimonio en Morata, tal como se refleja en los
legajos del Catastro de Ensenada:
Bienes de Don Claudio Sanz de
Torres, doctoral de la Santa Iglesia de Osma.
Casa
Una
casa en la población de esta villa junto a la fuente de 16 varas de frontis y
de fondo 30, su habitación en bajo
con diferentes oficinas, lagar, dos bodegas y un poco de cueva y en alto también diferentes oficinas.
Linda O. casa de Don Pedro Marchena y P. casa del doctor Verdejo, vecino de
Alcalá y se ha regulado su alquiler en cada un año 300 reales.
Otra
casa junto a la dicha fuente de 11 varas de frontis y de fondo 22, su
habitación en bajo con diferentes oficinas y lagar, linda O. casa de la viuda
de Pedro Arias, y M. casa de Doña Josepha Ruiz de Castañeda y se ha regulado su
alquiler en cada un año en 110 reales.
Molino
harinero
5
partes de 8 en el molino harinero que llaman de la huerta de la Vega, que las
otras 3 partes son de D. Antonio Camargo y la otra parte de la villa [sic], que
está distante de esta villa como 1500 pasos, tienes 3 piedras corrientes para
moler, linda O. la vereda de esta hacienda, P tierra del vínculo de Ana
Camargo, M. y N el río y le da de arrendamiento 36 fanegas y media de trigo.
Además del pozo de la nieve
y de las dos casas con lagar,
situadas en la actual calle Real, y más de la mitad de un molino [Conocido
entonces como el molino del vínculo y actualmente ya desparecido como el molino
hundido], el religioso era propietario de más de 50 fanegas de regadío, 3 de
secano y una huerta [Huerta de los Hoyos junto al río Tajuña]. Al morir su
madre, Josepha Ruiz de Castañeda, domiciliada en Torres de la Alameda, el
obispo de Almería incrementó su patrimonio en Morata en más de cincuenta
fanegas en secano y regadío junto a una casa, en la calle Baja Azotea, y una
corraliza.
**
Eduardo Corpa Camacho localizó y publicó en la página de facebook Morata de Tajuña (Madrid) - Ayer y Hoy
un apunte del Registro Civil de Morata de Tajuña, (libro de defunciones) en el
que se recoge el fallecimiento por asfixia, el 20 de julio de 1874, de Manuel
Gutiérrez y Ceballos, un alojero natural de San Mateo (Santander), lo que
indica que en esa fecha aún estaba en servicio el pozo de nieve de Morata.
Fuentes y bibliografía:
Archivo Histórico de Protocolos de
Madrid. Inventario de las posesiones del marqués de Leganés AHPM, t. 6267, f.
425r-759v.
Archivo Histórico Provincial de
Toledo. Catastro de Ensenada. Bienes de Eclesiásticos H. 410 f.86v.
Aguirre Sorondo, Antxon. Neveros de
Navarra. Conservación y comercio de nieve y hielo. Cuadernos y Etnología y
Etnografía de Navarra, 85 (2010).
Archivo Histórico Nacional-Sección
Nobleza BAENA, C.222, D.41-42.
Dr. Carrere. Manual para el servicio de enfermos.
Viuda Peferrer. Barcelona, 1786.
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