Calle de la Escuela
Hasta el siglo XIX no aparece el nombre de esta calle en el callejero
de Morata. Situada en el límite del casco urbano de Morata, justo en el límite
donde comienza el denominado barrio de Las
Cuevas, ha mantenido esta denominación, seguramente basada en la existencia
en un periodo histórico indeterminado de una escuela pública, hasta la
actualidad. Aunque no sabemos cuándo funcionó en esta calle la escuela pública,
aprovecharemos esta denominación del callejero para hacer un pequeño repaso de
la enseñanza pública en Morata en distintos periodos históricos.
En el Catastro de Ensenada la que hoy conocemos como calle de la
Escuela no existía como tal. En ese espacio urbano paralelo a la calle de la
Morería y que partía en dirección norte de la que entonces se conocía como plazuela de las Cocheras del señor, se
localizaban solares, pajares, eras de pan trillar, algún palomar y los corrales
propiedad del Hospital de pobres de la villa que fundara en el siglo XVII
Antonio López. Por tanto, la que hoy conocemos como calle de la Escuela no
existía como tal y su urbanización debió de producirse ya a comienzos del siglo
XIX cuando esta zona constituía el límite del casco urbano por Oriente y la
zona de transición hacia las cuevas.
Sin embargo, en los años en que se realiza el Castro de Ensenada ya
aparecen referencias a la existencia en la villa de un maestro de primeras
letras, llamado Luis Portillo, pero nada se dice del lugar donde impartía sus
enseñanzas. Los documentos del catastro sí que detallan el salario del maestro:
(...) dijeron que el común [el ayuntamiento] sólo paga al
medico en cada un año cuatro mil y cuatrocientos reales, al boticario por su
asistencia trescientos reales, al Maestro de Primeras Letras ochocientos y
cincuenta reales (…).
Aparte de
estos ochocientos reales cincuenta aportados por el concejo -un salario
realmente bajo de poco más de dos reales diarios- el maestro completaba sus
emolumentos anuales con otros ingresos que también se especifican en los
registros del catastro:
Bienes de Luis Portillo, maestro de primeras letras
(…) Mas tiene de salario por la
iglesia de esta villa doscientos treinta y seis reales de vellón y veinte
fanegas de trigo en cada un año.
Mas quinientos y veinte siete
reales de vellón que componen entre los niños que andan escribiendo y ciento
veinte reales de vellón que considera le valdrán en cada un año las lecciones
que da a diferentes personas de esta villa en sus mismas casas.
Cuyas partidas antes dichas
componen la suma de mil setecientos y treinta y tres reales de vellón y veinte
fanegas de trigo en cada un año que tiene de salario como estaba dicho por
dicha enseñanza y trabajo.
Calle de la Escuela, en el centro en sentido vertical, en una imagen de 1946
En el centro de la imagen, la calle de la Escuela y su entorno totalmente urbanizado
Las escuelas de Morata en el
siglo XIX y primera mitad del XX
En los periódicos del siglo XIX aparecen algunas referencias a las
escuelas de Morata. La convocatoria de plazas de maestros y su dotación
económica aparecían frecuentemente en las páginas de los diarios. En la edición
de La Esperanza del 8 de marzo de
1845 se publicaba el anuncio de un libro publicado por un maestro radicado en
Morata, Manuel Rodríguez Escobar, con
el que se ponían en práctica nuevos métodos pedagógicos en la enseñanza
primaria, la única que se impartía en Morata:
Método gubernativo para las
escuelas de primeras letras, en que se trata de los instrumentos que auxilian
la enseñanza, modo de hacerlos con economía y de usarlos con aprovechamiento,
se facilitan varios medios que facilitan la instrucción de la lectura y demás
ramos en escuelas de muchos niños.
Unos años después, en 1859, La
Esperanza publicaba el 10 de
noviembre de 1859 la convocatoria de plazas en Morata con un salario anual de
3.300 para los maestros y 2.200 reales anuales, 1.000 reales menos, para las
maestras. En el anuncio se especifica que estas
escuelas de nueva creación se abrirán el 2 de enero de 1860 y que además del
sueldo, los maestros y maestras disfrutarán casa y las retribuciones de los
niños y niñas que puedan pagarlas.
La escasa dotación económica del puesto se compensaba con el
alojamiento gratuito y las aportaciones de las propias familias, en el caso de
que pudieran permitírselo: la educación, desde luego, no era una prioridad para
las autoridades, lo que no impedía que los propios ayuntamientos se preocuparan
por abordar el problema del analfabetismo entre la población. En 1867, el
Ayuntamiento de Morata, según publicaba El
Lloyd en su edición del 1 de mayo era uno de los sesenta y tres pueblos de la provincia que contaba con
un aula para la educación de adultos.
En el libro sobre la historia de Morata publicado por la Diputación
Provincial aparecía un extenso texto sobre la situación de la educación en
Morata:
Instrucción y beneficencia
Los títulos con que encabezamos este capítulo son ambos de capitalísimo interés en
todo pueblo civilizado, y a nuestro juicio, una de las más importantes atenciones
que pesan sobre los Municipios, por cuya razón deben ocupar lugar preferente en
sus presupuestos.
Si dirigimos una ligera ojeada por la historia
de la enseñanza y la escritura, y recordamos los tiempos aquellos en que los
hombres no recibían ese pan de la inteligencia, haciendo una vida semisalvaje, permaneciendo
en la más crasa ignorancia, y en que se dividían los pueblos en castas de
sangre, según sus oficios o cargos, que, no pudiendo confundirse, estaba el
poder en un corto número de privilegiados, comprendiendo la servidumbre los
individuos restantes, nos consideraremos hoy aún mejor que los Monarcas de
aquellos tiempos. ¿Y á quién debemos este progreso? ¿Quién nos ha sacado de
esta ignorancia y envilecimiento?
La instrucción, las escuelas primarias, esos
centros docentes donde se fundan los cimientos de la humanidad, y sin cuyas
bases o cimientos no pueden sostenerse grandes y sólidos edificios.
He aquí por qué en todas partes, y más en la
actualidad, los primeros establecimientos de las naciones son las escuelas de
primera enseñanza. Las escuelas modernas no son las rutinarias escuelas de
antes; hoy son más prácticas, más educativas, pero no todo lo que debieran ser,
por causas que no queremos ni debemos mencionar.
Sostiene este Municipio cuatro escuelas municipales:
dos de niñas y otras dos de niños, dotada cada una de ellas con 825 pesetas y
la cuarta parte para material. Las retribuciones que no están compensadas, las
pagan directamente los niños.
El alquiler de los cuatro locales y habitaciones
para sus profesores, cuesta al Ayuntamiento 1.000 pesetas anuales, y reciben la
instrucción en estos locales unos 170 niños próximamente, é igual número de niñas.
Tenía este Municipio proyectada la construcción
de un nuevo edificio para escuelas y habitación á sus profesores; pero la
cantidad destinada para este objeto, y alguna más, ha tenido necesidad de dedicarla
á la subvención del ferrocarril.
No dudamos que tan pronto como se desligue de
esto, y en atención á los buenos deseos que tiene, realizará este nobilísimo
propósito.
Otra reforma importante y deseosa de llevar á
cabo, si lo aprueba la superioridad, tiene proyectada este Ayuntamiento, cual
es la de suprimir una escuela de cada sexo y establecer en su lugar una de párvulos, donde puedan recibir
la enseñanza los niños y niñas hasta la edad de siete años, con cuya reforma
ganaría mucho el vecindario , más los niños, y no menos sus profesores»
Como se desprende de las anteriores líneas, el
Ayuntamiento de este pueblo abriga buenos deseos hacia la instrucción primaria,
como lo prueba la religiosidad con que están pagados sus
profesores, ejemplo que debieran imitar otros
pueblos más importantes.
Juan
Diego Arribas, el autor del texto editado en 1891, conocía de primera mano el
problema de la educación en general y en Morata en particular. Maestro de
profesión y ejerciente en Morata Arribas nos aporta datos como la inexistencia
de un edificio dedicado en exclusiva a la educación, por lo que había que
recurrir a locales alquilados para impartir las clases. También nos informa el
autor sobre las aportaciones que hacían las familias para financiar el sueldo
de los maestros y de un proyecto para construir una escuela municipal que aún
se retrasaría unos años.
Sería
finalmente en 1896 cuando se abordara la construcción de estas escuelas
municipales. El Diario Oficial de Avisos publicaba el 9 de agosto de ese año el
anuncio de la subasta de las obras:
Subastas que se han de
celebrar:
13 de agosto en Morata de
Tajuña obras para el Ayuntamiento y escuelas en 66.137 pesetas.
Las obras del nuevo edificio consistorial y de las escuelas, situadas
en el solar que había ocupado una de las antiguos mesones propiedad del conde
de Altamira se adjudicaron según un documento notarial de fecha 15 de
septiembre con una rebaja de 23 por ciento sobre el precio inicial a Domingo Rodelgo.
Estas obras, que se prolongaron durante más de un año, finalizaron a
comienzos de 1898 aunque, según publicó la Gaceta de Instrucción Pública en
enero de ese año, la inversión en las nuevas escuelas no cumplía con las
condiciones mínimas exigidas:
Dentro de pocos días de
inaugurarán los locales que para Escuelas de primera enseñanza ha construido el
Ayuntamiento de Morata de Tajuña.
Una persona amante de la
enseñanza ha visto los locales citados y echa de menos muchas cosas que se
relacionan con la Higiene y la Pedagogía.
¿Sabe algo de esto la Junta
provincial de Instrucción pública? ¿No podría comisionar al señor inspector
para girar una visita antes de que la inauguración se verifique por si pudieran
subsanarse las faltas que allí a primera vista se notan?
Tal vez, estas críticas a
las condiciones de las nuevas escuelas de Morata estarían relacionadas con el
escaso espacio que ocupaban las cuatro aulas que se construyeron para una
población escolar que, unos años antes, era superior a los trescientos alumnos.
En cualquier caso, estas escuelas, junto a otras instalaciones que funcionaron
como aulas en los años siguientes, fueron las que dieron servicio a Morata
hasta después de la guerra civil. Una vez finalizada la contienda, las viejas
instalaciones anexas al edificio del Ayuntamiento fueron insuficientes para
atender a toda la población escolar.
Para satisfacer esta demanda educativa, el Ayuntamiento recibió en
cesión el viejo edificio de la familia Mac Crohon que durante la guerra se
utilizó como hospital de sangre. En 1945 este edificio ya estaba en
funcionamiento aunque en años posteriores se realizaron mejoras para adecuar el
viejo caserón a las necesidades educativas. En 1950 se realizaron las obras de
cerramiento del recinto y la casa del conserje de las escuelas, que un año
antes (BOE de 17 de noviembre de 1949) habían recibido la denominación oficial
de Grupo Escolar Hermanos Mac Crohon.
Finalmente, en el año 1951 se inauguraban oficialmente todas las instalaciones:
Nuevo grupo escolar
Con asistencia del director
general de Enseñanza Primaria, Romualdo de Toledo, el obispo auxiliar de Madrid-Alcalá,
el inspector de zona y otras autoridades y jerarquías, ha sido inaugurado en
Morata de Tajuña el centro escolar que lleva el nombre de Hermanos Mac Crohon. Después
de bendecido el edificio, en el salón de actos hubo una sesión cultural, en la
que el director general de Enseñanza Primaria elogió a la familia Mac Crohon
que siempre ha manifestado especial cariño por aquel pueblo.
Fuentes y
bibliografía:
· Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de
Madrid. Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial-Madrid, 1891.
· Archivo Histórico Provincial de Toledo.
Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales.
Bienes de Eclesiásticos. H 408 y
H. 410.
· Historia de la villa de Morata de Tajuña.
Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Madrid, 1999.
· Periódicos y revistas citados en el texto.
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