Calle de la Estrella (Calle que va de la Cruz de Calderón a la Iglesia, calle del Humilladero, calle 28 de marzo)
Esta
calle, uno de los accesos desde el casco urbano de Morata a la vega, fue conocida
hasta la guerra civil como calle del Humilladero. Posteriormente, se cambió su
denominación por calle 28 de marzo, nombre que conservó hasta la última
remodelación del callejero municipal, cuando se le adjudicó el actual de calle
de la Estrella. Su primera denominación conocida, calle de la Cruz de Calderón hace referencia a la cruz, o crucero,
que se levantaba al final de la calle junto a la eras y el comienzo de las
primeras parcelas de la vega.
Cuando en
el Catastro de Ensenada se citaba esta calle, los registros que recogían los
nombres de los propietarios de las viviendas existentes ya incluían los dos
callejones que ya en esa época, y también actualmente, se abrían en su fachada
de poniente. En los libros del
catastro, en esta vía, que se identificaba como calle que va de la Iglesia a la Cruz de Calderón, se incluyeron
quince viviendas propiedad de vecinos de Morata, a las que había que añadir
otras dos propiedad de forasteros. A éstas había que sumar otra casa que
pertenecía a la Hermandad de las Ánimas. La cofradía
de las Benditas Ánimas poseía varios bienes cuyos réditos y beneficios se destinaban a oficiar misas por los
difuntos de la villa. El catastro recoge el inventario de sus propiedades,
integrado por una tierra de riego en Valdelaosa y una alameda en el camino de
la Moraleda. Además, la hermandad tenía varios censos, préstamos, a su favor,
por los que percibía alrededor de 170 reales anualmente. Su patrimonio se
completaba con la casa de la calle Cruz
de Calderón:
Una casa en la población de
esta villa que tiene de fachada 10 varas y de fondo lo mismo. Su habitación en
bajo con diferentes oficinas. Linda O. casa de Fernando Arias, P. casa de
Francisco Sánchez de San Agustín. Vale en arrendamiento 88 reales.
A la derecha de la imagen, uno de los humilladeros que existieron en Morata situado junto a la torre de la iglesia
Calle del Humilladero
Las referencias
en el callejero de Morata del siglo XVIII a la Cruz de Calderón y a la Cruz
de Orozco remiten, en ambos casos, a la presencia de cruces o humilladeros
en las salidas del pueblo. En el caso de la Cruz
de Calderón, la relación es segura ya que sabemos que existía uno al final
de la calle en el límite con la vega como indican varias relaciones propiedades
de vecinos:
·
Una era en el Barrio del Humilladero de una fanega de sembradura, linda
por todas partes camino.
·
Una era en el Barrio del Humilladero de una fanega de sembradura, linda
por todas partes camino.
·
Otra donde dicen el Humilladero, su caber media fanega de mediana
calidad, linda al Mediodía era de los herederos de Juan Gómez, al Oriente con
dicha era, al Norte camino que llaman La Carrera y al Poniente senda que baja a
la vega.
Los humilladeros –en otras zonas de España tenían otras
denominaciones, peirones en Aragón o cruceros en Galicia- se situaban
habitualmente en las salidas de los caminos de los pueblos y villas desde la
Edad Media. Eran lugares de oración para quienes iniciaban un viaje o, como en
el caso de la Cruz de Calderón de
Morata, se dirigían a la vega.
Con el paso del tiempo, muchos de estos hitos de carácter religioso
han desaparecido. En el caso de Morata, algunas fotos de comienzos de siglo XX
muestran sendos humilladeros o cruces, situados frente a la torre de la iglesia y frente a la ermita
de la Virgen de la Antigua, y
realizados ambos en la piedra caliza del entorno de Morata.
Las imágenes citadas anteriormente (Estas fotografías datadas en el
año 1925 y obra del fotógrafo J. Sancho,
fueron reproducidas por Jesús Antonio de la Torre Briceño en su libro Historia de la villa de Morata de Tajuña)
muestran dos cruces de diseño muy similar pero con algunas diferencias. La situada
frente a la torre medieval de la iglesia de Morata se apoya sobre unas gradas
de tres peldaños de la que parte la columna, punto central del humilladero y en
la que se apoya la cruz situada en la parte superior. La basa, el fuste y el
capitel de la columna (Partes inferior, central y superior) son de factura
ligeramente más estilizada que la columna de la cruz situada frente a la
ermita. La cruz que corona el conjunto también aparenta tener un diámetro más
estrecho que la de la ermita que, a su vez, se apoya en una base o grada de un
solo peldaño.
La cruz que se levantó frente a la iglesia, ¿la cruz que se cita en el
Catastro de Ensenada?, podría haberse trasladado desde su ubicación original,
al final de la actual calle Estrella, y, posteriormente, desmontarse. (En el
jardín de la iglesia se conservan unos restos que pueden corresponder a este
antiguo crucero). La que se levantaba frente a la ermita de la Virgen de la
Antigua ha desaparecido. En su lugar existe actualmente otra cruz,
de construcción claramente más moderna, que bien pudo levantarse tras la
guerra civil.
No sabemos en que periodo histórico la antigua calle de la Cruz de Calderón –apellido que como en el caso de la calle de la Cruz de Orozco podía estar
relacionado con las familias que costearan ambos monumentos- cambió su nombre
por el de calle Humilladero. Desde
luego, en el siglo XIX ya se conocía como calle del Humilladero y con esta
denominación permaneció justo hasta el final de la guerra civil. En este año de
1939 se modificó la denominación de muchas calles de Morata y la calle Humilladero pasó a conocerse como calle del 28 de marzo (fecha del final
de la guerra en Morata). Hay que reseñar, por último, que en esta calle,
durante los años sesenta del pasado siglo, existió un cine de verano, situado
al comienzo de la vía y en la fachada oriental de la misma. Desde 1996, la
calle es conocida como calle de la
Estrella (Paralelas a esta vía se encuentran la calle del Sol y la calle de
la Luna).
Fuentes y bibliografía:
·
Archivo Histórico Provincial
de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada, Libros Maestros y Respuestas
Particulares H 408 y H 410.
· Historia de la villa de Morata de Tajuña.
Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Madrid, 1999.
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