miércoles, 24 de mayo de 2017

Los compradores de bienes en Morata. La desamortización en Morata (XIV)


Los compradores de los bienes desamortizados en Morata

En las anteriores entregas del blog hemos analizado cómo se desamortizaron los distintos bienes de la Iglesia y del concejo de Morata desde que se promulgaron las primeras leyes desamortizadoras a comienzos del siglo XIX. Es el momento ahora de ver quiénes acudieron a las distintas subastas que se convocaron para convertirse en los nuevos propietarios de los llamados bienes de manos muertas.
En el caso de la desamortización de los bienes de la Iglesia, desconocemos quién o quiénes adquirieron este patrimonio debido a las carencias documentales del proceso. No obstante, sí que se puede acreditar que Manuel Angulo -quien en la segunda década del siglo XIX compró el molino perteneciente al conde de Altamira y que a partir de entonces llevaría su nombre- fue también quien se hizo con la propiedad de la casa de labor de los frailes dominicos, en la que posteriormente se edificaría la casa Mac Crohon. Hay que recordar que esta orden religiosa de los dominicos fue titular en Morata de un patrimonio muy extenso de tierras de labor que en su momento fueron desamortizadas como el resto de las propiedades adscritas a instituciones religiosas.
A diferencia de los bienes de la Iglesia desamortizados, en el caso de los bienes pertenecientes al concejo de Morata sí que se conocen casi todos los compradores que acudieron a las subastas y se hicieron dueños de las fincas subastadas por la aplicación de la Ley Madoz, como veremos a en las líneas siguientes
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Una de las críticas más frecuentes sobre las distintas desamortizaciones del siglo XIX es la que hace referencia al acaparamiento de fincas rústicas y urbanas en manos de unos pocos propietarios que tuvo lugar en todo el territorio nacional. Este proceso fue perjudicial, en la mayor parte de las ocasiones, para los vecinos agricultores que durante décadas habían sido los arrendatarios de estas parcelas pertenecientes a las instituciones de la iglesia o, también, las adscritas a los bienes de propios que pertenecían al patrimonio de los municipios.
Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde, en su trabajo sobre Madrid en la sociedad del siglo XIX (vol 1), se refieren a esta circunstancia que marcó el proceso desamortizador en la provincia de Madrid en general y que es aplicable a Morata en particular. Cierto es que, a diferencia de la ciudad de Madrid, en Morata prácticamente la totalidad de los bienes enajenados con la desamortización de Madoz eran fincas rústicas y sólo se registró la venta de un único edificio urbano, el molino de Arriba –hoy conocido como el molino hundido- cuya octava parte era propiedad del concejo y que ya hemos comentado que fue adquirido por Joaquín Marrací, también comprador en primera instancia, de la dehesa carnicera.
Citan estos autores a tres grandes grupos de compradores que acudieron a las subastas convocadas en aplicación de la Ley Madoz: los miembros de la burguesía urbana de Madrid, los intermediarios que aprovecharon las desamortizaciones del siglo XIX para especular con los bienes adquiridos y, por último, los propios vecinos de los municipios donde se llevaron a cabo las enajenaciones de bienes.
Respecto al primer grupo Luis E. Otero y Ángel Bahamonde señalan que estos miembros de la burguesía aprovecharán el proceso desamortizador para incrementar considerablemente sus fortunas, a la sombra de la elevada rentabilidad que supone comprar propiedades con unos títulos de la Deuda Pública altamente devaluados aceptados por su valor nominal. (…) Sus compras se realizarán a todo lo largo y ancho de la provincia, aunque también aparecen como rematantes en otras provincias (…).
En el caso de Morata sí que es cierto que aparecen en la relación de compradores de bienes desamortizados algunos propietarios que no sólo adquirieron bienes en Morata sino que también acudieron a las subastas que se convocaron sobre fincas situadas en pueblos vecinos a Morata o también pertenecientes a la provincia de Madrid. Entre los que adquirieron mayor cantidad de fincas están los siguientes:

Máximo García Carralero
Máximo García Carralero, vecino de Madrid, acudió a las subastas del año 1860 de bienes de propios del Ayuntamiento y se convirtió en el mayor comprador de bienes desamortizados en Morata y adjudicatario de 539 fanegas, bien es cierto que la mayoría de ellas se corresponden con cerros y pastizales de escaso valor agrícola. En cualquier caso, este comprador puede ser el arquetipo de esos intermediarios que acudieron a las subastas en nombre de personajes interesados en las compras de bienes desamortizados. Carralero, de hecho, además de las fincas adquiridas en Morata también figura como adjudicatario de bienes de propios en las localidades vecinas de Chinchón, Belmonte de Tajo y Colmenar de Oreja; de un monte de más de 2.000 hectáreas en la localidad leonesa de Riosequino, y de una casa en Madrid, en la calle del Camino del Cura.

Eladio Bernáldez
Eladio Bernáldez, aparte de la adquisición en la subasta de 1861 de la dehesa carnicera -que había sido adjudicada en la primera subasta a Joaquín Marrací como se analizó en entregas anteriores del blog-, también se hizo con la propiedad de 55 fincas rústicas en Chinchón, todas ellas pertenecientes a los bienes de propios de la localidad vecina. Perteneció a la Junta General de Compradores de Bienes Nacionales, asociación constituida para defender los intereses de los adjudicatarios de las subastas y además también fue miembro del consejo de la Caja de Ahorros de Madrid y diputado provincial. Vicente Moreno Ballesteros, autor de la tesis La desamortización de Madoz en Madrid: capital y provincia (1855-1894), señala en su trabajo que Eladio Bernáldez adquirió en total 6.233 fanegas rematadas en 268.868,75 pesetas. Además de las fincas de Morata y Chinchón, también se hizo propietario de bienes rústicos en Villaverde, Rivatejada y Ambite. Se trataría, por tanto, de uno de esos compradores que aprovechó las desamortizaciones para adquirir la condición de gran propietario y, a la vez, especular con los bienes adquiridos. En Morata, por ejemplo, no tardo mucho Eladio Bernáldez en poner a la venta la dehesa, como vimos en entregas anteriores.

Manuel de la Riva:
Vecino de Madrid que acudió a las subastas de bienes de propios de Morata y que adquirió varias parcelas, concretamente 19, con una extensión ligeramente superior a las 42 fanegas, todas ellas de secano y también todas arrendadas a vecinos de Morata en el momento de la subasta. De la Riva, socio fundador del Casino de Madrid, no sólo adquirió bienes en Morata en las subastas de 1861, también le fueron adjudicadas fincas rústicas en Colmenar de Oreja y una casa en Madrid.

En la imagen, el molino hundido, cuya octava parte era propiedad del Ayuntamiento de Morata
Joaquín Marrací
Otro vecino de Madrid con bienes adquiridos en Morata. Fue el primer comprador de la dehesa carnicera y quien tuvo que afrontar el proceso judicial que anuló la primera subasta y que desembocó en la adjudicación de la finca a Eladio Bernáldez. Tal como se apuntó en una entrada anterior del blog realizó mejoras en la dehesa y construyó la casa, por lo que tuvo que ser indemnizado en los años posteriores a la adjudicación definitiva de la finca. Estas inversiones realizadas al poco tiempo de adquirir la dehesa tal vez indican que, lejos del afán especulador de otros adjudicatarios de bienes desamortizados, Joaquín Marrací no buscaba el beneficio ni la rentabilización inmediata de su compra.
Además, Marrací también adquirió –como ya se ha indicado- la octava parte del molino harinero de Arriba, que pertenecía también a los propios de Morata. Este molino harinero, que funcionó hasta los primeros años del siglo XX –hoy desaparecido y conocido como el molino hundido-, se describía así en el catastro de Ensenada (siglo XVIII):
(...) le pertenece a esta villa la octava parte de un molino harinero sobre el río Tajuña en el término de esta villa que llaman de la Huerta del Vínculo de don Claudio Sanz y Torres, está arrendado todo el en sesenta fanegas de trigo cada año y que regula a esta villa por la octava parte ciento y cincuenta reales. De los bienes adscritos al patrimonio del concejo de Morata fue la única propiedad de carácter urbano que salió a subasta.
Joaquín Marrací pertenecía, como en los casos de Eladio Bernáldez y Manuel de la Riva, a la alta burguesía madrileña. Muy asiduo del ambiente cultural y literario de la capital, también se situaba en el entorno de la casa real –era gentilhombre en palacio- además de ocupar cargos como el de vocal de la Junta General de Agricultura, miembro del Cuerpo del Ministerio de Marina, vocal de la Junta Provincial y regidor –concejal- del ayuntamiento de Madrid.

Nicolás Segovia
En Morata adquirió 94 fanegas de tierras de distinta calidad distribuidas en 8 fincas situadas en los parajes de El Barranco del Infierno, Cañada de Castro, El Artesón y El Pedernal, pero también acudió a las subastas de bienes de los municipios de Valdelaguna, Villaconejos y Villarejo de Salvanés. Este comprador destacó también por sus adquisiciones en Estremera, 39 fincas, y en Chinchón, donde estaba avecindado como notario, y localidad en la que adquirió 14 fincas.


Compradores morateños de bienes de propios desamortizados
Aparte de los compradores citados, que sin duda, adquirieron en las subastas la mayor parte de las fanegas enajenadas, aunque no siempre las de mayor calidad, hubo otros adquirientes que están muy lejos de pertenecer al grupo de especuladores e intermediarios –y normalmente vecinos de la ciudad de Madrid- al que nos referíamos anteriormente. Vicente Moreno Ballesteros, en su trabajo La desamortización de Madoz en Madrid. Capital y Provincia (1855-1894) se refiere a algunos vecinos de Morata que pudieron hacerse con algunas de las subastas, siempre de fincas menos extensas pero, a la vez, de mayor calidad para el cultivo. Entre ellos podemos citar a Mariano Galeote, Miguel Heras, Eusebio Villalba, Gregorio Anguita, Hilario García, Ciriaco Zazo, Gervasio Montalbán, Gregorio González, Rafael y Francisco Mayor, Gregorio Heras, Dionisio Roldán, Tomás Casado Robles y Víctor Reyes. Entre todos todos estpos vecinos se hicieron con la propiedad de 45 fanegas y 8 celemines, una cifra muy reducida si la comparamos con la enorme extensión de tierras que se adjudicaron a propietarios que no eran naturales ni residentes en Morata.
Un caso particular entre los vecinos de Morata es el de Vicente Rodelgo –padre de Domingo Rodelgo, alcalde de Morata entre 1888 y 1891- que no sólo adquirió tres fincas, de alrededor de 268 fanegas de extensión, en los parajes de Miraflores, Peña del Agua y Valdepeñosillo, sino que también acudió a las subastas de Chinchón donde se convirtió en propietario de otras dos fincas.


Fuentes y bibliografía:
MADRID EN LA SOCIEDAD DEL SIGLO XIX
VOL. 1
  • Madrid en la Sociedad del Siglo XIX. (Vol 1)-La ciudad y su entorno. Madrid, centro de poder político poder económico y élites locales. Edición a cargo de Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde. Revista Alfoz. Consejería de Educación-Secretaría General Técnica. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1986.
  • La desamortización de Madoz en Madrid. Capital y Provincia (1855-1894). Memoria para optar al grado de doctor presentada por Vicente Moreno Ballesteros. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. Madrid, 2015.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.
  • Ley de desamortización de Pascual Madoz de 1 de mayo de 1855.
  • Boletín Oficial de Venta de Bienes Nacionales de la Provincia de Madrid.

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