Los compradores de los bienes desamortizados en Morata
En
las anteriores entregas del blog hemos analizado cómo se
desamortizaron los distintos bienes de la Iglesia y del concejo de
Morata desde que se promulgaron las primeras leyes desamortizadoras a
comienzos del siglo XIX. Es el momento ahora de ver quiénes
acudieron a las distintas subastas que se convocaron para convertirse
en los nuevos propietarios de los llamados bienes
de manos muertas.
En
el caso de la desamortización de los bienes de la Iglesia,
desconocemos quién o quiénes adquirieron este patrimonio debido a
las carencias documentales del proceso. No obstante, sí que se puede
acreditar que Manuel Angulo -quien en la segunda década del siglo
XIX compró el molino perteneciente al conde de Altamira y que a
partir de entonces llevaría su nombre- fue también quien se hizo
con la propiedad de la casa de labor de los frailes dominicos, en la
que posteriormente se edificaría la casa Mac Crohon. Hay que
recordar que esta orden religiosa de los dominicos fue titular en
Morata de un patrimonio muy extenso de tierras de labor que en su
momento fueron desamortizadas como el resto de las propiedades
adscritas a instituciones religiosas.
A
diferencia de los bienes de la Iglesia desamortizados, en el caso de
los bienes pertenecientes al concejo de Morata sí que se conocen
casi todos los compradores que acudieron a las subastas y se hicieron
dueños de las fincas subastadas por la aplicación de la Ley Madoz,
como veremos a en las líneas siguientes
.
Una
de las críticas más frecuentes sobre las distintas
desamortizaciones del siglo XIX es la que hace referencia al
acaparamiento de fincas rústicas y urbanas en manos de unos pocos
propietarios que tuvo lugar en todo el territorio nacional. Este
proceso fue perjudicial, en la mayor parte de las ocasiones, para los
vecinos agricultores que durante décadas habían sido los
arrendatarios de estas parcelas pertenecientes a las instituciones de
la iglesia o, también, las adscritas a los bienes de propios que
pertenecían al patrimonio de los municipios.
Luis
E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde, en su trabajo sobre Madrid
en la sociedad del siglo XIX
(vol 1), se refieren a esta circunstancia que marcó el proceso
desamortizador en la provincia de Madrid en general y que es
aplicable a Morata en particular. Cierto es que, a diferencia de la
ciudad de Madrid, en Morata prácticamente la totalidad de los bienes
enajenados con la desamortización de Madoz eran fincas rústicas y
sólo se registró la venta de un único edificio urbano, el molino
de Arriba –hoy conocido como el molino
hundido-
cuya octava parte era propiedad del concejo y que ya hemos comentado
que fue adquirido por Joaquín Marrací, también comprador en
primera instancia, de la dehesa carnicera.
Citan estos autores a tres grandes
grupos de compradores que acudieron a las subastas convocadas en
aplicación de la Ley Madoz: los miembros de la burguesía urbana de
Madrid, los intermediarios que aprovecharon las desamortizaciones del
siglo XIX para especular con los bienes adquiridos y, por último,
los propios vecinos de los municipios donde se llevaron a cabo las
enajenaciones de bienes.
Respecto
al primer grupo Luis E. Otero y Ángel Bahamonde señalan que estos
miembros de la burguesía aprovecharán el proceso desamortizador
para incrementar considerablemente sus fortunas, a la sombra de la
elevada rentabilidad que supone comprar propiedades con unos títulos
de la Deuda Pública altamente devaluados aceptados por su valor
nominal. (…) Sus compras se realizarán a todo lo largo y ancho de
la provincia, aunque también aparecen como rematantes en otras
provincias (…).
En
el caso de Morata sí que es cierto que aparecen en la relación de
compradores de bienes desamortizados algunos propietarios que no sólo
adquirieron bienes en Morata sino que también acudieron a las
subastas que se convocaron sobre fincas situadas en pueblos vecinos a
Morata o también pertenecientes a la provincia de Madrid. Entre los
que adquirieron mayor cantidad de fincas están los siguientes:
Máximo
García Carralero
Máximo
García Carralero, vecino de Madrid, acudió a las subastas del año
1860 de bienes de propios del Ayuntamiento y se convirtió en el
mayor comprador de bienes desamortizados en Morata y adjudicatario de
539 fanegas, bien es cierto que la mayoría de ellas se corresponden
con cerros y pastizales de escaso valor agrícola. En cualquier caso,
este comprador puede ser el arquetipo de esos intermediarios que
acudieron a las subastas en nombre de personajes interesados en las
compras de bienes desamortizados. Carralero, de hecho, además de las
fincas adquiridas en Morata también figura como adjudicatario de
bienes de propios en las localidades vecinas de Chinchón, Belmonte
de Tajo y Colmenar de Oreja; de un monte de más de 2.000 hectáreas
en la localidad leonesa de Riosequino, y de una casa en Madrid, en la
calle del Camino del Cura.
Eladio
Bernáldez
Eladio
Bernáldez, aparte de la adquisición en la subasta de 1861 de la
dehesa carnicera -que había sido adjudicada en la primera subasta a
Joaquín Marrací como se analizó en entregas anteriores del blog-,
también se hizo con la propiedad de 55 fincas rústicas en Chinchón,
todas ellas pertenecientes a los bienes de propios de la localidad
vecina. Perteneció a la Junta General de Compradores de Bienes
Nacionales, asociación constituida para defender los intereses de
los adjudicatarios de las subastas y además también fue miembro del
consejo de la Caja de Ahorros de Madrid y diputado provincial.
Vicente Moreno Ballesteros, autor de la tesis La
desamortización de Madoz en Madrid: capital y provincia (1855-1894),
señala en su trabajo que Eladio Bernáldez adquirió en total 6.233
fanegas rematadas en 268.868,75 pesetas. Además de las fincas de
Morata y Chinchón, también se hizo propietario de bienes rústicos
en Villaverde, Rivatejada y Ambite. Se trataría, por tanto, de uno
de esos compradores que aprovechó las desamortizaciones para
adquirir la condición de gran propietario y, a la vez, especular con
los bienes adquiridos. En Morata, por ejemplo, no tardo mucho Eladio
Bernáldez en poner a la venta la dehesa, como vimos en entregas
anteriores.
Manuel
de la Riva:
Vecino
de Madrid que acudió a las subastas de bienes de propios de Morata y
que adquirió varias parcelas, concretamente 19, con una extensión
ligeramente superior a las 42 fanegas, todas ellas de secano y
también todas arrendadas a vecinos de Morata en el momento de la
subasta. De la Riva, socio fundador del Casino de Madrid, no sólo
adquirió bienes en Morata en las subastas de 1861, también le
fueron adjudicadas fincas rústicas en Colmenar de Oreja y una casa
en Madrid.
En la imagen, el molino hundido, cuya octava parte era propiedad del Ayuntamiento de Morata
Joaquín
Marrací
Otro
vecino de Madrid con bienes adquiridos en Morata. Fue el primer
comprador de la dehesa carnicera y quien tuvo que afrontar el proceso
judicial que anuló la primera subasta y que desembocó en la
adjudicación de la finca a Eladio Bernáldez. Tal como se apuntó en
una entrada anterior del blog realizó mejoras en la dehesa y
construyó la casa, por lo que tuvo que ser indemnizado en los años
posteriores a la adjudicación definitiva de la finca. Estas
inversiones realizadas al poco tiempo de adquirir la dehesa tal vez
indican que, lejos del afán especulador de otros adjudicatarios de
bienes desamortizados, Joaquín Marrací no buscaba el beneficio ni
la rentabilización inmediata de su compra.
Además,
Marrací también adquirió –como ya se ha indicado- la octava
parte del molino harinero de Arriba, que pertenecía también a los
propios de Morata. Este molino harinero, que funcionó hasta los
primeros años del siglo XX –hoy desaparecido y conocido como el
molino hundido-,
se describía así en el catastro de Ensenada (siglo XVIII):
(...)
le pertenece a esta villa la octava parte de un molino harinero sobre
el río Tajuña en el término de esta villa que llaman de la Huerta
del Vínculo de don Claudio Sanz y Torres, está arrendado todo el en
sesenta fanegas de trigo cada año y que regula a esta villa por la
octava parte ciento y cincuenta reales. De
los bienes adscritos al patrimonio del concejo de Morata fue la única
propiedad de carácter urbano que salió a subasta.
Joaquín
Marrací pertenecía, como en los casos de Eladio Bernáldez y Manuel
de la Riva, a la alta burguesía madrileña. Muy asiduo del ambiente
cultural y literario de la capital, también se situaba en el entorno
de la casa real –era gentilhombre en palacio- además de ocupar
cargos como el de vocal de la Junta General de Agricultura, miembro
del Cuerpo del Ministerio de Marina, vocal de la Junta Provincial y
regidor –concejal- del ayuntamiento de Madrid.
Nicolás
Segovia
En
Morata adquirió 94 fanegas de tierras de distinta calidad
distribuidas en 8 fincas situadas en los parajes de El
Barranco del Infierno, Cañada de Castro, El Artesón y El Pedernal,
pero también acudió a las subastas de bienes de los municipios de
Valdelaguna, Villaconejos y Villarejo de Salvanés. Este comprador
destacó también por sus adquisiciones en Estremera, 39 fincas, y en
Chinchón, donde estaba avecindado como notario, y localidad en la
que adquirió 14 fincas.
Compradores
morateños de bienes de propios desamortizados
Aparte
de los compradores citados, que sin duda, adquirieron en las subastas
la mayor parte de las fanegas enajenadas, aunque no siempre las de
mayor calidad, hubo otros adquirientes que están muy lejos de
pertenecer al grupo de especuladores e intermediarios –y
normalmente vecinos de la ciudad de Madrid- al que nos referíamos
anteriormente. Vicente Moreno Ballesteros, en su trabajo La
desamortización de Madoz en Madrid. Capital y Provincia (1855-1894)
se refiere a algunos
vecinos de Morata que pudieron hacerse con algunas de las subastas,
siempre de fincas menos extensas pero, a la vez, de mayor calidad
para el cultivo. Entre ellos podemos citar a Mariano Galeote, Miguel
Heras, Eusebio Villalba, Gregorio Anguita, Hilario García, Ciriaco
Zazo, Gervasio Montalbán, Gregorio González, Rafael y Francisco
Mayor, Gregorio Heras, Dionisio Roldán, Tomás Casado Robles y
Víctor Reyes. Entre todos todos estpos vecinos se hicieron con la
propiedad de 45 fanegas y 8 celemines, una cifra muy reducida si la
comparamos con la enorme extensión de tierras que se adjudicaron a
propietarios que no eran naturales ni residentes en Morata.
Un
caso particular entre los vecinos de Morata es el de Vicente Rodelgo
–padre de Domingo Rodelgo, alcalde de Morata entre 1888 y 1891- que
no sólo adquirió tres fincas, de alrededor de 268 fanegas de
extensión, en los parajes de Miraflores,
Peña del Agua y Valdepeñosillo,
sino que también acudió a las subastas de Chinchón donde se
convirtió en propietario de otras dos fincas.
Fuentes
y bibliografía:
MADRID
EN LA SOCIEDAD DEL SIGLO XIX
VOL.
1
- Madrid en la Sociedad del Siglo XIX. (Vol 1)-La ciudad y su entorno. Madrid, centro de poder político poder económico y élites locales. Edición a cargo de Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde. Revista Alfoz. Consejería de Educación-Secretaría General Técnica. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1986.
- La desamortización de Madoz en Madrid. Capital y Provincia (1855-1894). Memoria para optar al grado de doctor presentada por Vicente Moreno Ballesteros. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. Madrid, 2015.
- Publicaciones y periódicos citados en el texto.
- Ley de desamortización de Pascual Madoz de 1 de mayo de 1855.
- Boletín Oficial de Venta de Bienes Nacionales de la Provincia de Madrid.
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