La desamortización en Morata-Epílogo (XV)
Durante
las últimas semanas hemos analizado cómo se aplicaron en Morata las
leyes desamortizadoras. En conjunto, la desamortización o, mejor
dicho, las desamortizaciones del siglo XIX, se convirtieron en un
complejo proceso de venta de los llamados bienes de manos
muertas, es decir, aquellos
bienes que pertenecían bien al patrimonio de las instituciones
religiosas o, también, los adscritos a los concejos españoles, en
este caso al Ayuntamiento de Morata.
Motivos
sociales, políticos, religiosos y, por supuesto, económicos
marcaron y definieron estas desamortizaciones durante un periodo
extremadamente largo en el tiempo, que abarca casi todo el siglo XIX
–con antecedentes incluso en el siglo XVIII, en el que se iniciaron
las ventas de los bienes de la Compañía de Jesús-, y que generó
una amplia, y a veces contradictoria, legislación (no menos de 52
textos legales entre 198 y 1875).
La
aplicación de este corpus legislativo permitió a la monarquía, al
Estado, afrontar las dificultades presupuestarias, siempre presentes
en una centuria en la que los españoles debieron afrontar las crisis
provocadas por la guerra de la Independencia, el conflicto dinástico
y las sucesivas guerras carlistas y, al menos, dos grandes epidemias
de cólera. La burguesía, como hemos visto en las anteriores
entregas del blog, fue la principal beneficiaria de la salida al
mercado del ingente patrimonio inmobiliario que se subastó en todo
el territorio nacional y que afectó a bienes de carácter urbano y
rústico. En Morata, sn embargo, fueron sobre todo tierras de labor y
otras fincas de menor calidad para el cultivo las que se
desamortizaron. De hecho, la octava parte del molino
de arriba, que pertenecía
a los bienes de propios del Ayuntamiento, y la casa de labor de los
frailes dominicos del Rosario (que incluía bodegas, lagares y un
molino de aceite) fueron los únicos edificios de carácter urbano
que se desamortizaron en Morata.
Desamortización
de bienes de la Iglesia
Cronológicamente
fueron las subastas y adjudicaciones de los bienes adscritos a las
instituciones religiosas asentadas en Morata las que dieron comienzo
a las desamortizaciones en nuestro pueblo. Se trataba de las
propiedades de decenas de congregaciones religiosas, obras pías,
capellanías y, por supuesto, la parroquia de la villa las que
salieron al mercado desde comienzos de siglo hasta bien entrada la
centuria, cuando se promulgó la Ley Madoz.
En
total, alrededor de 1.256 fanegas de tierras de labor, distribuidas
en 520 fanegas en la vega (entre tierras de cultivo, alamedas y viñas
de riego), a las que hay que sumar 211 fanegas de tierras de secano,
unas 200 fanegas de viñas y no menos de 300 fanegas de olivares
cambiaron de dueño con la desamortización.
Este
patrimonio suponía, aproximadamente, el 10% de las tierras de labor,
tanto de secano como de regadío del término municipal de Morata, y
era cultivado en régimen de arrendamiento por los vecinos, excepto
en el caso destacado de los conventos de dominicos del Rosario y de
Santo Tomás (con casa madre en Arganda), que era explotado
directamente por estas dos congregaciones religiosas.
La
escasa documentación a la que hemos tenido acceso dificulta hacer un
seguimiento exhaustivo de los compradores de estas fincas de la
Iglesia. En el caso de algunas de ellas, sí que está documentado
que fueron adquiridas en subasta por los arrendatarios. También
consta que un vecino de Madrid, Ramón González Robles, adquirió en
las subastas bienes de los dominicos del Rosario y de Santo Tomás y,
sobre todo, también está acreditado que Manuel Angulo, igualmente
vecino de Madrid, adquirió, al menos la casa de labor de los
dominicos donde años más tarde se construiría el edificio de la
familia Mac Crohon.
Desamortización
de bienes de propios
A
diferencia de los bienes eclesiásticos desamortizados, la
documentación generada a partir de la ley Madoz nos ha permitido
conocer más detalles de la subasta y venta del patrimonio
perteneciente a los bienes de propios del Ayuntamiento de Morata.
Estos
terrenos de titularidad concejil sumaban en superficie más que los
bienes de la iglesia: alrededor de 1.960 fanegas, pero con una
particularidad: a diferencia de las fincas de las instituciones
religiosas adjudicadas en subasta (todas ellas tierras de cultivo de
calidad, en las que se incluían parcelas de riego, viñas y
olivares), un elevado porcentaje de los bienes de propios
desamortizados correspondía a cerros incultos –sólo útiles para
el pastoreo- y unas pocas tierras de labor de secano y olivares y,
por supuesto, la dehesa carnicera, más valorada no sólo por sus
pastos sino también por la existencia de manantiales, leñas y
espartos que aumentaban su valor, tal como se demostró en su precio
de adjudicación final.
La
escasa calidad de las tierras del concejo de Morata no impidió que
varios vecinos de Madrid, pertenecientes a la creciente y pujante
burguesía urbana, acudieran a las subastas de estas fincas del
término de Morata. En su momento ya citamos a Máximo García
Carralero, Manuel de la Riva, Joaquin Marrací y Eladio Bernáldez
como los adjudicatarios de grandes extensiones de cerros en Morata y,
en el caso de los dos últimos, de la dehesa carnicera. Cierto es que
algunos vecinos de Morata, agricultores la mayoría de ellos, también
se adjudicaron algunos de estos bienes de propios, pero siempre en un
porcentaje muy reducido. Además, la documentación también
demuestra que los arrendatarios de las pocas tierras de cultivo
incluidas entre los bienes de propios no se pudieron hacer con la
propiedad de estas fincas, que en su mayor parte fueron adquiridas en
subasta por Manuel de la Riva.
Conclusiónes
En
definitiva, las desamortizaciones del siglo XIX significaron para
Morata que una extensa porción del término municipal, entre tierras
cultivables de secano y de regadío, cerros y dehesas cambiaran de
propietario. En total, más de 3.000 fanegas, (3.220, aunque hay que
tener en cuenta que las de vega son de menor extensión que las de
secano) fueron subastadas y adjudicadas desde comienzos del siglo XIX
hasta la década de los setenta de la centuria.
En
su mayor parte, estas fincas pasaron a propiedad de personas ajenas a
Morata que, en muchos casos, sólo pretendían especular con los
tierras adquiridas, con lo que, de hecho, perjudicaron a los vecinos,
que en muchos casos las cultivaban en arriendo y que en muy contadas
ocasiones pudieron acudir a las subastas para hacerse con la
adjudicación de los bienes enajenados.
En
realidad, nada distinto a lo que sucedió, con distintos matices, en
el resto del país: quienes tenían medios económicos para acudir a
las subastas, aprovecharon el momento para convertirse en pequeños o
grandes terratenientes; por el contrario, los agricultores que
cultivaban las tierras se vieron excluidos y difícilmente pudieron
competir con los nuevos propietarios. Por último, la desamortización
significó, en el caso del concejo de Morata, la pérdida de un gran
extensión de terreno, cierto que de escasa calidad para el cultivo
pero que incluía la dehesa perteneciente al patrimonio común de los
morateños desde el siglo XVI. A cambió de estas ventas de
patrimonio público, el Ayuntamiento, los vecinos, recibieron títulos
de deuda pública, devaluada por la que, por ejemplo, en 1893
recibieron de intereses algo menos de 2.000 pesetas por las 1.960
fanegas desamortizadas, la octava parte del molino harinero y los
bienes de los dos hospitales de pobres (Boletín
Oficial de la Provincia de Madrid,
27 de enero de 1893). Mal negocio para el Ayuntamiento: sólo el
arriendo anual del esparto de la dehesa carnicera superaba con creces
estos menguados ingresos por la venta de tan importante patrimonio.
Fuentes
y bibliografía:
- Madrid en la Sociedad del Siglo XIX. (Vol 1) La ciudad y su entorno. Madrid, centro de poder político poder económico y elites locales. Edición a cargo de Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde. Revista Alfoz. Consejería de Educación-Secretaría General Técnica. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1986.
- La desamortización de Madoz en Madrid. Capital y Provincia (1855-1894). Memoria para optar al grado de doctor presentada por Vicente Moreno Ballesteros. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. Madrid, 2015.
- Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y H. 410.
- Publicaciones y periódicos citados en el texto.
- Ley de desamortización de Pascual Madoz de 1 de mayo de 1855
- Boletín Oficial de Venta de Bienes Nacionales de la Provincia de Madrid.
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