miércoles, 31 de mayo de 2017

La desamortización en Morata-Epílogo (XV)


La desamortización en Morata-Epílogo (XV)

Durante las últimas semanas hemos analizado cómo se aplicaron en Morata las leyes desamortizadoras. En conjunto, la desamortización o, mejor dicho, las desamortizaciones del siglo XIX, se convirtieron en un complejo proceso de venta de los llamados bienes de manos muertas, es decir, aquellos bienes que pertenecían bien al patrimonio de las instituciones religiosas o, también, los adscritos a los concejos españoles, en este caso al Ayuntamiento de Morata.
Motivos sociales, políticos, religiosos y, por supuesto, económicos marcaron y definieron estas desamortizaciones durante un periodo extremadamente largo en el tiempo, que abarca casi todo el siglo XIX –con antecedentes incluso en el siglo XVIII, en el que se iniciaron las ventas de los bienes de la Compañía de Jesús-, y que generó una amplia, y a veces contradictoria, legislación (no menos de 52 textos legales entre 198 y 1875).
La aplicación de este corpus legislativo permitió a la monarquía, al Estado, afrontar las dificultades presupuestarias, siempre presentes en una centuria en la que los españoles debieron afrontar las crisis provocadas por la guerra de la Independencia, el conflicto dinástico y las sucesivas guerras carlistas y, al menos, dos grandes epidemias de cólera. La burguesía, como hemos visto en las anteriores entregas del blog, fue la principal beneficiaria de la salida al mercado del ingente patrimonio inmobiliario que se subastó en todo el territorio nacional y que afectó a bienes de carácter urbano y rústico. En Morata, sn embargo, fueron sobre todo tierras de labor y otras fincas de menor calidad para el cultivo las que se desamortizaron. De hecho, la octava parte del molino de arriba, que pertenecía a los bienes de propios del Ayuntamiento, y la casa de labor de los frailes dominicos del Rosario (que incluía bodegas, lagares y un molino de aceite) fueron los únicos edificios de carácter urbano que se desamortizaron en Morata.
Desamortización de bienes de la Iglesia
Cronológicamente fueron las subastas y adjudicaciones de los bienes adscritos a las instituciones religiosas asentadas en Morata las que dieron comienzo a las desamortizaciones en nuestro pueblo. Se trataba de las propiedades de decenas de congregaciones religiosas, obras pías, capellanías y, por supuesto, la parroquia de la villa las que salieron al mercado desde comienzos de siglo hasta bien entrada la centuria, cuando se promulgó la Ley Madoz.
En total, alrededor de 1.256 fanegas de tierras de labor, distribuidas en 520 fanegas en la vega (entre tierras de cultivo, alamedas y viñas de riego), a las que hay que sumar 211 fanegas de tierras de secano, unas 200 fanegas de viñas y no menos de 300 fanegas de olivares cambiaron de dueño con la desamortización.
Este patrimonio suponía, aproximadamente, el 10% de las tierras de labor, tanto de secano como de regadío del término municipal de Morata, y era cultivado en régimen de arrendamiento por los vecinos, excepto en el caso destacado de los conventos de dominicos del Rosario y de Santo Tomás (con casa madre en Arganda), que era explotado directamente por estas dos congregaciones religiosas.
La escasa documentación a la que hemos tenido acceso dificulta hacer un seguimiento exhaustivo de los compradores de estas fincas de la Iglesia. En el caso de algunas de ellas, sí que está documentado que fueron adquiridas en subasta por los arrendatarios. También consta que un vecino de Madrid, Ramón González Robles, adquirió en las subastas bienes de los dominicos del Rosario y de Santo Tomás y, sobre todo, también está acreditado que Manuel Angulo, igualmente vecino de Madrid, adquirió, al menos la casa de labor de los dominicos donde años más tarde se construiría el edificio de la familia Mac Crohon.


Desamortización de bienes de propios
A diferencia de los bienes eclesiásticos desamortizados, la documentación generada a partir de la ley Madoz nos ha permitido conocer más detalles de la subasta y venta del patrimonio perteneciente a los bienes de propios del Ayuntamiento de Morata.
Estos terrenos de titularidad concejil sumaban en superficie más que los bienes de la iglesia: alrededor de 1.960 fanegas, pero con una particularidad: a diferencia de las fincas de las instituciones religiosas adjudicadas en subasta (todas ellas tierras de cultivo de calidad, en las que se incluían parcelas de riego, viñas y olivares), un elevado porcentaje de los bienes de propios desamortizados correspondía a cerros incultos –sólo útiles para el pastoreo- y unas pocas tierras de labor de secano y olivares y, por supuesto, la dehesa carnicera, más valorada no sólo por sus pastos sino también por la existencia de manantiales, leñas y espartos que aumentaban su valor, tal como se demostró en su precio de adjudicación final.
La escasa calidad de las tierras del concejo de Morata no impidió que varios vecinos de Madrid, pertenecientes a la creciente y pujante burguesía urbana, acudieran a las subastas de estas fincas del término de Morata. En su momento ya citamos a Máximo García Carralero, Manuel de la Riva, Joaquin Marrací y Eladio Bernáldez como los adjudicatarios de grandes extensiones de cerros en Morata y, en el caso de los dos últimos, de la dehesa carnicera. Cierto es que algunos vecinos de Morata, agricultores la mayoría de ellos, también se adjudicaron algunos de estos bienes de propios, pero siempre en un porcentaje muy reducido. Además, la documentación también demuestra que los arrendatarios de las pocas tierras de cultivo incluidas entre los bienes de propios no se pudieron hacer con la propiedad de estas fincas, que en su mayor parte fueron adquiridas en subasta por Manuel de la Riva.
Conclusiónes
En definitiva, las desamortizaciones del siglo XIX significaron para Morata que una extensa porción del término municipal, entre tierras cultivables de secano y de regadío, cerros y dehesas cambiaran de propietario. En total, más de 3.000 fanegas, (3.220, aunque hay que tener en cuenta que las de vega son de menor extensión que las de secano) fueron subastadas y adjudicadas desde comienzos del siglo XIX hasta la década de los setenta de la centuria.
En su mayor parte, estas fincas pasaron a propiedad de personas ajenas a Morata que, en muchos casos, sólo pretendían especular con los tierras adquiridas, con lo que, de hecho, perjudicaron a los vecinos, que en muchos casos las cultivaban en arriendo y que en muy contadas ocasiones pudieron acudir a las subastas para hacerse con la adjudicación de los bienes enajenados.
En realidad, nada distinto a lo que sucedió, con distintos matices, en el resto del país: quienes tenían medios económicos para acudir a las subastas, aprovecharon el momento para convertirse en pequeños o grandes terratenientes; por el contrario, los agricultores que cultivaban las tierras se vieron excluidos y difícilmente pudieron competir con los nuevos propietarios. Por último, la desamortización significó, en el caso del concejo de Morata, la pérdida de un gran extensión de terreno, cierto que de escasa calidad para el cultivo pero que incluía la dehesa perteneciente al patrimonio común de los morateños desde el siglo XVI. A cambió de estas ventas de patrimonio público, el Ayuntamiento, los vecinos, recibieron títulos de deuda pública, devaluada por la que, por ejemplo, en 1893 recibieron de intereses algo menos de 2.000 pesetas por las 1.960 fanegas desamortizadas, la octava parte del molino harinero y los bienes de los dos hospitales de pobres (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 27 de enero de 1893). Mal negocio para el Ayuntamiento: sólo el arriendo anual del esparto de la dehesa carnicera superaba con creces estos menguados ingresos por la venta de tan importante patrimonio.
Fuentes y bibliografía:


  • Madrid en la Sociedad del Siglo XIX. (Vol 1) La ciudad y su entorno. Madrid, centro de poder político poder económico y elites locales. Edición a cargo de Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde. Revista Alfoz. Consejería de Educación-Secretaría General Técnica. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1986.
  • La desamortización de Madoz en Madrid. Capital y Provincia (1855-1894). Memoria para optar al grado de doctor presentada por Vicente Moreno Ballesteros. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. Madrid, 2015.
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.
  • Ley de desamortización de Pascual Madoz de 1 de mayo de 1855
  • Boletín Oficial de Venta de Bienes Nacionales de la Provincia de Madrid.

No hay comentarios:

Publicar un comentario