martes, 31 de julio de 2018

La administración de la casa de Altamira en Morata (III)

Hasta ahora hemos visto como los administradores de los condes de Altamira, entre otras labores, debían supervisar a los trabajadores que prestaban servicio en las propiedades de los señores de la villa. También vimos la pasada semana como el cargo de administrador les obligaba a cumplir las órdenes que llegaban de Madrid, firmadas por el conde de Altamira, sobre asuntos como la entrega de una limosna a un convento de religiosas o el pago del alquiler de la casa del maestro de primeras letras de Morata. Pero era la gestión económica del patrimonio de los condes de Altamira en Morata la principal labor de estos administradores.




Como ya se ha comentado en entregas anteriores del blog, la gestión del cuantioso patrimonio de los condes de Altamira en Morata consistía en el arrendamiento de las propiedades rústicas y urbanas de los titulares del señorío. Con la única excepción de los olivares que sí se explotaban directamente -desde el cultivo a la recolección y molturación de la aceituna en la almazara propiedad de la Casa de Altamira-, los bienes adscritos al señorío se arrendaban a los vecinos de Morata bien para su cultivo a cambio de una renta anual, generalmente en especie, o a cambio de una cantidad económica en el caso de sus propiedades urbanas: las dos posadas o mesones, el batán, el molino de abajo o el pozo de la nieve.
Este sistema de rentabilizar los bienes que poseían en Morata, fundamentalmente las tierras de secano y regadío, simplificaba su gestión pero, a cambio, el beneficio era bastante menor y muy condicionado por el precio anual de los granos que la Casa recibía como renta de las tierras arrendadas a los agricultores de la villa, o también por la inflación que afectaba a las rentas que se abonaban en metálico. Estas tierras arrendadas se encontraban, sobre todo, en la vega, donde el conde de Altamira disponía de 792 fanegas distribuidas en 328 parcelas, lo que le hacía dueño de, aproximadamente, una tercera parte del total de las parcelas de regadío de la vega de Morata. (Las propiedades de secano eran menos importantes –aunque sólo en El Bosque la extensión llegaba a las 200 fanegas- y ya se ha dicho que en el caso de los olivares los titulares del señorío sí que los explotaban directamente).
Presentación de cuentas
El 24 de agosto de 1806 Miguel Rojo, como administrador de la Casa de Altamira en Morata, remitió a la administración central en Madrid un primer apunte de los ingresos procedentes de las rentas anuales que debían abonar los agricultores morateños con tierras arrendadas a los condes:

Morata, 24 de agosto de 1806
(…)
Excelentísimo Señor
Señor: tengo la satisfacción de poder poner en noticia de su excelencia que las rentas de granos cumplidas en Santa María de este mes [15 de agosto] importan 1.520 fanegas y 9 celemines de cebada y 781 fanegas y 3 celemines de trigo cobradas íntegramente y asimismo las 28 fanegas de trigo y 282 fanegas y 3 celemines de cebada que quedaron debiendo dichos renteros de las cumplidas en igual día del año anterior, por lo que están todos solventes hasta el expresado día quince del corriente mes de agosto de 1806 (…).
De esta comunicación del administrador se deduce que, a diferencia del año anterior, en 1806 no se produjeron atrasos en el pago en especie por las rentas de las fincas arrendadas por los agricultores de Morata. En el plazo habitual de la Virgen de Agosto los arrendatarios no sólo abonaron los pagos de ese año sino que también liquidaron los atrasos -28 fanegas de trigo y 282 fanegas y 3 celemines de cebada- del año anterior. A partir de ese momento el administrador ya podía rentabilizar los ingresos del conde de Altamira en Morata con la venta de estos granos que, habitualmente, se almacenaban para su conservación y venta en las dependencias condales de la calle del Picadero.
Al finalizar el año, el administrador del conde de Altamira en Morata como el resto de empleados en todo el territorio nacional, debían remitir a la administración central de la casa el resultado económico del año en curso. Miguel Rojo recibió una notificación en este sentido por parte de Vicente Joaquín Osorio de Moscoso el 16 de diciembre de 1806:
Habiendo contraído matrimonio con la Excelentísima Señora Doña María Magdalena Fernández de Córdoba Ponce de León [El conde de Altamira había enviudado de su primera mujer, María Ignacia Álvarez de Toledo, en 1798] conviene a mi servicio que las cuentas de los valores de rentas de esa administración de tu cargo respectiva al corriente año las presentes y remitas a mi contaduría general en todo el mes de enero próximo sin falta alguna con los recados de justificación correspondientes, expresando con toda individualidad en las partidas de débito del año y finca de que proceden.
También ha de acompañar otra relación puntual de las deudas que haya contra mi hacienda hasta fin de diciembre, con especificación clara de su procedencia.
Otra de los bienes raíces, ganados y demás efectos libres que me corresponden en los pueblos de esa administración y su puntual líquido valor deducidas las cargas y gravámenes que tengan emitiendo nueva tasación de ellos, respecto de haberse ejecutado en este año, pero si no hubieses o hubiese alguna novedad la formalizaras inmediatamente con la mayor claridad.
Del mismo modo acompañarás testimonio de los precios que actualmente tengan los granos, semillas, aceite y vino para dar valor a los frutos que resulten existentes y una declaración de peritos que regulen el fruto y otros que se hallen pendientes y que correspondan al presente año.
Espero desempeñaras estos asuntos con la puntualidad que conviene, dándome cuenta de quedar en esta inteligencia. Dios te guarde muchos años.
San Lorenzo, 17 de diciembre de 1806
El marqués conde duque

El conde de Altamira solicita a su administrador en Morata el envío de las cuentas anuales

Inmediatamente de recibir esta comunicación, Miguel Rojo remitió la respuesta al conde de Altamira, sin olvidar la felicitación por el reciente matrimonio del XII conde de Altamira, dirigida tanto a su señor como a su nueva señora:
Excelentísimo Señor
Señor: al mismo tiempo que doy a usted con mi parienta y familia la más respetuosa enhorabuena por el matrimonio que ha contraído con la Excelentísima Señora Doña María Magdalena Fernández de Córdoba Ponce de León mi ama y sra. y obedeciendo su venerada orden del 17 del corriente evacuaré en todo el siguiente mes de enero no solo la remisión de mis cuentas generales del presente año con los documentos de su justificación sino también las relaciones que V. E. me manda en ella.(…) Morata, 24 de diciembre de 1806
Señora, habiéndose dignado mi amo el excelentísimo marqués de Astorga conde duque comunicarme el matrimonio que ha contraído con usted y siendo uno de los criados más fieles y agradecidos es debida y justa obligación mía ofrecer mis respetos y los de toda mi familia a los pies de usted y al mismo tiempo dar la más cumplida enhorabuena, con los más eficaces deseos de que en la amable compañía de S. E. mi señor (…).
Pasaron unos días y a comienzos del año 1807, Miguel Rojo remite una nueva comunicación a las oficinas centrales para comunicarles el envío de esas cuentas generales, que lamentablemente, parece que no se conservan en los archivos*:
Excelentísimo Señor
Señor con el mayor respeto dirijo a P. de Vuestra Excelencia las cuentas generales de esta administración a mi cargo con los recibos de su justificación correspondiente a todo el año próximo anterior de 1806, según V. E. se sirve en su venerada de 17 de diciembre último. Así mismo incluyo con dichos recados relación por menor de la deuda que tienen a favor del patrimonio de V. E. hasta fin del mismo año con especificación de los sujetos, rentas y años de que proceden y no lo hago de las deudas que tiene contra su dicho patrimonio por no haber otra que la de 2.500 reales que se pagan en cada un año a las religiosas de Colmenar por réditos de un censo que las corresponde del que ha cumplido en dicho año de 1806 fin de diciembre del expresado 1806.
También acompaño a V. E. relación de los bienes raíces, ganados y demás efectos libres que tiene V. E. en dicha administración y testimonio de los precios y semillas y una declaración de los peritos que han graduado el fruto de las aceitunas pendiente y próxima a su recolección todo con arreglo a lo que V. E. demanda en su reseñada de 17 de diciembre último.
(…)
Morata, 16 de enero de 1807
(Archivo Histórico Nacional, BAENA, C.271, D.300-318)
Esta carta de Miguel Rojo tiene el valor de resumir, de alguna forma, su trabajo como administrador del conde de Altamira a lo largo de todo el año: le informa de que le ha remitido el estado de los ingresos anuales de 1806, las deudas pendientes de cobro y las deudas contra la casa que, curiosamente, se limitan al crédito con las monjas de Colmenar del que ya hablamos y que, años después, quedaría impagado por parte de los sucesores del conde de Altamira durante década de los treinta del siglo XIX. En la carta también se apunta que se remiten los precios de los granos procedentes de los pagos en especie de los arrendatarios y un avance de las previsiones de la inminente cosecha de aceitunas.
Para finalizar esta serie de post sobre el trabajo de los administradores de los condes de Altamira, incluimos una curiosa petición para solicitar que los encargados del jardín del palacio de Morata enviaran una serie de árboles para trasplantarlos en las posesiones de Vicente Joaquín Osorio en Madrid:
Madrid, 29 de noviembre de 1806
(…) me alegraré se halle usted sin novedad en compañía de toda la plebe; esta se dirige a participarle de que los árboles injertos que yo dejé en el jardín de Morata se necesitan para esta posesión del Prado y reemplazar las faltas que hallo en ellas, doce albaricoques, seis ciruelos claudios, cuatro melocotones, cuatro manzanos, cuatro perales cornales y que todos sean del mayor tamaño que sea posible, encargando [se] usted de que se conduzcan en esta semana próxima todo al administrador señor Miguel Rojo.
En la contestación, sin fecha, a esta petición Miguel Rojo confirma el envío de los árboles solicitados:
(…) Lleva en los dos haces de plantas las siguientes:
Albaricoques doce que son los que pide, ciruelas claudias seis que son las que pide, melocotones cuatro que son los que pide, y estas cosas ahora mencionadas son de el jardín, y pera cornal de la huerta lleva cuatro y las que pide de manzana no las hay, pues todos los enjertos [sic] que estaban de membrillo se han perdido y de estas dos clases últimas no hay en el jardín ningún injerto echado ni patrón para él.

*La venta y dispersión del impresionante archivo de la Casa de Altamira -y de todos los títulos de la nobleza que atesoraban sus titulares desde, al menos, el siglo XV-, nos ha privado, para siempre, de una fuente de investigación imprescindible para conocer la historia de Morata desde la llegada a la villa del I marqués de Leganés en el primer tercio del siglo XVII. La semana próxima analizaremos cómo y porqué se llegó a producir esta desastrosa venta y pérdida de los archivos de la Casa de Altamira tras la muerte en 1864 de Vicente Pío Osorio de Moscoso y Ponce de León, XIV conde de Altamira.

Fuentes y bibliografía

  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318.
  • Archivo Histórico Nacional, BAENA, C-40, D. 87-89.
  • Periódicos y publicaciones citados en el texto.

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