martes, 17 de julio de 2018

La administración de la casa de Altamira en Morata (I)

Los condes de Altamira, desde que accedieran a la posesión del señorío de Morata, siempre gestionaron los derechos económicos generados en la villa por medio de distintos administradores que eran los encargados de recaudar los distintos y variados ingresos de la casa condal, procedentes de los bienes rústicos y urbanos y de las rentas de los oficios y alcabalas pertenecientes al patrimonio señorial. Estos administradores eran, por tanto, los máximos representantes de los condes en Morata y, como tal, los encargados de ejecutar sus órdenes y cumplir con las obligaciones de su cargo.



Desde que en 1711 el III marqués de Leganés, Diego Dávila Messía de Guzmán, muriera en París sin descendencia y el señorío de Morata pasara a la Casa de Altamira distintos administradores fueron los responsables de gestionar los bienes y derechos económicos que les pertenecían en la villa. Como en la mayor parte de los lugares de señorío de la Casa de Altamira, repartidos por todo el territorio nacional, la gestión de este patrimonio en Morata se basaba, más que en la explotación directa de los bienes rústicos y urbanos, en el arrendamiento de los mismos a cambio de unas rentas anuales que debían pagar los arrendatarios, fueran estos agricultores, molineros, bataneros, responsables de los oficios de fiel medidor o escribano o también mesonero en alguno de los dos mesones que eran propiedad de los condes en Morata.
Como sucedía también con todos los administradores de la Casa de Altamira, estos empleados debían rendir cuentas ante la administración central de la Casa de Altamira, localizada en Madrid, donde se centralizaban los ingresos y gastos que generaban el ingente patrimonio en forma de títulos nobiliarios y las propiedades adscritas a ellos que recaían en los condes de Altamira.
La numerosísima documentación que generó la casa de Altamira recoge –a pesar de la pérdida o venta de muchos de los legajos del archivo a finales del siglo XIX- toda la correspondencia entre la administración central y las administraciones locales. En el caso de Morata, esta correspondencia siempre se archivaba, a pesar de corresponder ya el señorío a los condes de Altamira, bajo el epígrafe de Leganés, pues fue con este marquesado con el que se inició el señorío de Morata.
1806, un año de correspondencia administrativa de la Casa de Altamira en Morata
En el blog ya hemos tratado algunos aspectos de la relación, sobre todo económica, de los administradores de la Casa de Altamira en Morata con la administración central y con los propios marqueses. En esta serie de entregas vamos a comprobar como esta comunicación no siempre tenía como principal objetivo controlar las cuentas de ingresos y gastos que se producían en la villa.
Para profundizar en este aspecto de la relación de los condes de Altamira con Morata a través de sus administradores vamos a analizar parte de la correspondencia que se entabló en 1806. Ese año, previo a los convulsos años que se sucederían con la Guerra de la Independencia, el condado de Altamira aún no había entrado, o al menos no en sus aspectos más evidentes, en la peligrosa y destructiva deriva económica que provocaría, finalmente, la ruina de la casa y la venta de la totalidad de su patrimonio en Morata.
En 1806 el titular del señorío de Morata como conde de Altamira correspondía a Vicente Joaquín Osorio de Moscoso. El XII conde de Altamira había nacido en Madrid en 1756 y falleció también en Madrid en 1816. Hijo de Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba, se casó dos veces, primero con María Ignacia Álvarez de Toledo y Gonzaga. Tras enviudar en 1798, volvió a contraer matrimonio con María Magdalena Fernández de Córdoba y Ponce de León. Carlos III le nombró gobernador del Banco de San Carlos, antecedente de lo que luego sería el Banco de España. Muy ligado a la corte real fue caballerizo mayor con Carlos IV y con su hijo Fernando VII. Además, durante la Guerra de la Independencia fue miembro y posteriormente presidente de la Junta Suprema Central.
Ese mismo año de 1806 la administración de los bienes patrimoniales de los condes de Altamira en Morata era responsabilidad de Miguel Rojo que estaba al frente de los intereses de la casa al menos desde 1796 y que ocuparía el cargo prácticamente hasta la muerte de Vicente Joaquín Osorio de Moscoso en 1816. En años posteriores, Miguel Rojo se trasladaría a la provincia de León para ejercer el mismo cargo de administrador en varios localidades en las que la Casa de Altamira poseía un importante patrimonio procedente del marquesado de Astorga que también les pertenecía por herencia*.
Miguel Rojo, al igual que la mayoría de las personas que ejercieron el mismo cargo en Morata al servicio de los condes de Altamira utilizó la llamada Casa de Corregidores como sede de la administración condal. En esta casa, situada en la fachada oriental del Palacio en la calle Cruz de Orozco esquina con la calle del Ciego, ejercieron su cargo de administradores, entre otros, Juan Ruiz de Castañeda, Luis Fominaya, Diego Almazán, José Valero, Domingo Morales, Pablo Martínez Toledano y José Robledo.
Las competencias de los administradores del conde de Altamira en Morata
La gestión y el control económica del patrimonio de los condes de Altamira –siguiendo, eso sí, las directrices de la administración central de la casa desde su sede en Madrid- no era ni mucho menos la única de las atribuciones y competencias de los administradores. En 1806, el año que analizaremos en estas entregas del blog, Miguel Rojo también era responsable del control del resto del personal que prestaba sus servicios a los condes de Altamira. Este personal a cargo de la casa era muy reducido debido a que, como ya se ha comentado, los condes de Altamira tradicionalmente renunciaron a la gestión directa de su patrimonio y optaron por el arrendamiento de la mayor parte de sus bienes como medio más habitual para obtener sus rentas en Morata. Este sistema era el habitual en todas las parcelas rústicas, tanto de secano como de regadío, con la única excepción del cultivo y recolección de la cosecha de los olivares que, además, también se molturaba en la almazara propiedad de la casa situada al norte del casco urbano junto al Bosque también propiedad de los condes de Altamira.

Comunicación del conde de Altamira para el nombramiento de un guarda de El Bosque (1806) (FuenteArchivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318)

El puesto de guarda de El Bosque fue uno de los empleos que la Casa de Altamira mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX como uno de los oficios y gastos fijos de su administración en Morata, junto con los empleos de jardinero, cuidadores del palacio y, lógicamente, el de administrador. Existe constancia documental de la explotación de las leñas y el esparto de El Bosque que, anualmente, se subastaban al mejor postor y que constituían uno de los ingresos fijos prácticamente hasta que la finca se vendió al Ayuntamiento. Este paraje también contaba con varios centenares de olivas y encinas que también se protegían con la contratación de un guarda que, además, tenía como una de sus funciones principales vigilar que los cazadores furtivos no mermaran la riqueza cinegética de esta finca de los Altamira.**
Precisamente en el año 1806 se produjo el nombramiento de un nuevo guarda, según la comunicación postal que la administración central de la Casa de Altamira remitió al administrador de Morata en enero de ese año:
Adjunto te remito el título que propones en carta de 19 de enero próximo de la plaza de guarda del bosque de esa mi villa a favor de Joseph de Lara para que él pueda usar de él en desempeño de dicho cargo ¿ocurriendo? a las denuncias que se ofrezcan sin obstáculo alguno y de su recibo me darás puntual aviso. (…)
El Pardo, 11 de febrero de 1806
El marqués conde duque
Don Miguel Rojo-Morata
(Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318)
Unos meses después de esta primera notificación al administrador de Morata, el conde de Altamira se dirige de nuevo a Miguel Rojo para instarle a que comunique el traslado de uno de los jardineros del palacio a un nuevo destino en Madrid al servicio de la casa:
Aranjuez, 21 de abril de 1806
S. E. [Su excelencia] al administrador
Que al instante se traslade Manuel Moreno a servir su destino de capataz del Jardín del Prado de Madrid
Quedo enterado de cuanto me expones en carta del 13 del corriente y en su vista te prevengo dispongas que a la mayor brevedad se venga Manuel Moreno a ejercer el destino que se le ha conferido dejando a Miguel Villalba con el encargo del jardín, bajo las instrucciones que le parezcan convenientes a este fin. Luego que todo se ejecute según propones, me darás aviso para mi gobierno.
Dios te guarde muchos años
Aranjuez, 23 de abril de 1806
El marqués conde duque
Miguel Rojo, Morata
(Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318)
En estos dos documentos conservados en el Archivo Histórico Nacional y pertenecientes al archivo de los duques de Baena, titulo también perteneciente en ese año de 1806 a Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, se muestra una de las principales obligaciones del administrador en Morata: el control y supervisión del personal que trabajaba para los condes de Altamira con el fin de informar a los titulares de la casa de la marcha y estado de sus bienes en la villa de su señorío.
Como veremos en próximas entregas, las funciones de estos administradores eran mucho más amplias y, además del control económico, su trabajo también abarcaba otros muchos aspectos.
*Miguel Rojo fue abuelo paterno de Ignacio Rojo Arias, nacido en Morata en 1931. Rojo Arias fue senador en varias legislaturas durante el siglo XIX por las provincias de León y Valladolid. También ocupó el cargo de gobernador civil de Madrid y presidió durante varios años la logia masónica Gran Oriente Español. Abogado y periodista, dirigió el periódico progresista La Iberia. Falleció en Irún el 12 de enero de 1893.
** Del trabajo del guarda de El Bosque para evitar el furtivismo hemos encontrado esta referencia en la Gaceta de Madrid:
Hago saber que habiéndose devuelto a esta Tenencia de Alcaldía para la celebración del correspondiente juicio de faltas las diligencias instruidas contra Ildefonso Rivas Gómez por cazar con hurón en el bosque perteneciente a la testamentaria del Excmo. Señor conde de Altamira, e ignorándose su actual paradero, se le requiere y cita por medio del presente edicto para que en el día 10 de octubre, y hora de las diez de la mañana, se presente en esta tenencia de Alcaldía para celebrar el indicado juicio de faltas. Francisco Estévez [segundo teniente de alcalde del Ayuntamiento de Morata] (…). (Gaceta de Madrid, 29 de septiembre de 1867).



Fuentes y bibliografía
  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-271, D.300-318
  • Periódicos y publicaciones citados en el texto


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