El
asesinato de Juan Prim, justo en los días que llegó a territorio
nacional el nuevo rey de España, Amadeo I de Saboya, provocó un
terremoto político del que no escapó Rojo Arias. Los rumores y
acusaciones veladas que afectaron a toda la clase política, también
provocaron que el político y abogado morateño se planteara la
dimisión de su cargo de gobernador civil de Madrid. No fue así y
Rojo aún permanecería en el cargo casi seis meses, un periodo de
tiempo en el que se produjeron, inevitablemente, numerosos cambios
políticos que desembocarían en la proclamación de la I República
española.
La
llegada del nuevo Rey y el asesinato de uno de sus principales
valedores políticos, el general Prim, provocó numerosos cambios en
la política española. En el partido en el Gobierno, el
Demócrata-Progresista, al que pertenecía Ignacio Rojo Arias, los
acontecimientos desencadenados con el asesinato de Prim favorecieron
su división y la escisión en varias corrientes políticas que
tomaban así posiciones ante el periodo político que se avecinaba.
Por lo pronto, unas semanas después del asesinato de Prim, se habían
convocado elecciones. Con esta situación política, Rojo Arias,
según publicaron algunos periódicos en los días posteriores al
atentado contra el presidente del Consejo de Ministros, se planteó
presentar su dimisión como gobernador civil de Madrid. Incluso,
algún diario llegó a publicar que el gobernador había presentado
su renuncia:
Se
dice que el Sr. Rojo Arias ha presentado su dimisión del cargo de
gobernador de Madrid.
(La
Correspondencia Universal,
3 de enero de 1871).
Amadeo I en el velatorio de Juan Prim
La
realidad, y al parecer también los consejos de algunos compañeros
del Partido Demócrata-Progresista, empujaron a Rojo Arias a
permanecer en el cargo para afrontar las siguientes semanas en las
que se habían convocado elecciones el día 3 de marzo para que el
parlamento español se acomodara a la nueva situación política que
planteaba el acceso al trono de Amadeo I.
Rojo
Arias siguió ejerciendo su cargo como gobernador civil de Madrid y,
como tal, encargado del orden público y del correcto funcionamiento
de todo el proceso electoral. En calidad de gobernador y encargado de
la seguridad, Ignacio Rojo envió una larga carta a los alcaldes de
toda la provincia de Madrid sobre las elecciones en la que,
claramente, tomaba partido por los partidos de la mayoría
progresista demócrata que había gobernado el país desde el triunfo
de La Gloriosa.
En
uno de los párrafos de la carta, Rojo Arias criticaba a los partidos
de la oposición, enfrentados lógicamente a las fuerzas que
sostenían al gobierno y que, sobre todo, se habían significado en
la defensa a ultranza de Amadeo I frente a las ideas republicanas, a
los partidarios del carlismo y los que ya se conocían como
alfonsinos (partidarios del futuro Alfonso XII:
(…)
Pero no es mi intención, aunque bien podría hacerlo, el apreciar la
conducta de las oposiciones coaligadas, ni necesito siquiera dar la
voz de alerta a esta provincia para que se defienda, por su parte de
los que quieren llevar al país a una anarquía segura, que como
término inevitable, había de traerle una ruina cierta (…).
La
carta continuaba:
(…)
Y como ni a usted ni a mí nos incumbe velar por el prestigio de los
partidos políticos, no debemos oponernos con nuestro carácter ni
con nuestros medios oficiales a esa inexplicable coalición,
engendrada en la soberbia de los menos, que se obstinan en imponer su
voluntad a los más, y alimentada y mantenida por el despecho de una
impotencia puesta a prueba tantas veces desde la revolución acá. Ya
lo hará el cuerpo electoral sensato; ya lo hará la España entera,
ansiosa de tranquilidad y sosiego (…).
5
de marzo de 1871. El gobernador civil, Ignacio Rojo Arias.
Naturalmente,
la carta dirigida a los alcaldes de la provincia se entendió, desde
los partidos opuestos al gobierno, como una presión nada encubierta
de la autoridad provincial para influir en el resultado de las
elecciones y favorecer a las llamadas candidaturas ministeriales
frente a los partidos carlistas, las derechas y los republicanos. Un
periódico de esta última ideología, La
Discusión, ironizaba sobre
el contenido de la carta del gobernador a los alcaldes:
El
señor Rojo Arias no quiere sin duda que los alcaldes de la situación
olviden el apoyo que deben prestar a los candidatos ministeriales, y
por esta razón les habla de la antipatriótica conducta de las
oposiciones, de la anarquía que seguiría al triunfo de estas, de
los bastardos fines que se proponen cuantos no alientan al Gobierno
en su empresa de hacer la felicidad del país, y de otras cosas por
el estilo, a que tan acostumbrados nos tenían los moderados en sus
buenos tiempos. ¡Ah, pobre democracia! (La
Discusión, 8 de marzo de
1871).
Las
críticas a Rojo Arias también le llegaban desde los partidos
conservadores y sus periódicos afines. Unas semanas antes de las
jornadas electorales del mes de marzo, un periódico conservador, La
Esperanza, afeaba al
gobernador su pasividad ante unos acontecimientos ocurridos en
Morata, el pueblo de
donde es natural el gobernador de la provincia,
según se contaba en una carta dirigida al periódico:
En
una carta de Morata de Tajuña, que tenemos a la vista, pueblo de la
provincia de Madrid, se dice que el domingo último se juró allí a
D. Amadeo por los voluntarios de la libertad*,
los cuales, por la tarde, dieron un paseo militar, acompañado de
abundantes libaciones, y que al retirarse de la fiesta hubo mueras
a los carlistas, y algún
que otro desmán.
Parece
mentira, añade la carta, que esto haya ocurrido a cinco leguas de
Madrid, en el pueblo de donde es natural el gobernador de la
provincia, Sr. Rojo Arias, y a los pocos días de haber llamado este
al alcalde del mismo pueblo, con motivo de los hechos a que dieron
lugar las elecciones de diputados provinciales.
Algo
mas, y por cierto bien grave, dice la carta a que nos vamos
refiriendo, que nos abstenemos de insertar en nuestras columnas.
¿No
tiene noticia de esos sucesos el Sr. Rojo Arias?
(La Esperanza,
18 de febrero de 1871).
Pero
aparte de su trabajo como gobernador civil de Madrid, el político
morateño también tenía que atender a su campaña como candidato al
Congreso de los Diputados. En estas elecciones Ignacio Rojo abandonó
la circunscripción por la que había sido elegido diputado en las
Constituyentes de 1869, Ciudad Real, y se presentó por la provincia
de Orense, una circunscripción nueva para él, concretamente en el
distrito de Celanova. En este distrito, al que había llegado como
cunero,
ya que no mantenía ninguna relación previa personal, profesional o
política con la comarca de Celanova, consiguió imponerse en las
elecciones y con 5.309 votos salió elegido diputado por el Partido
Progresista Democrático que, a nivel nacional también obtuvo una
cómoda mayoría con 235 escaños y el 60,10 de porcentaje de voto a
nivel nacional.
La
contundente victoria de la mayoría gubernamental, encabezada ahora
por el general Francisco Serrano, sustituto de Prim al frente de la
presidencia del Consejo de Ministros, no podía esconder las
diferencias entre las distintas corrientes que difícilmente
coexistían en el partido de la mayoría que sustentaba al Gobierno y
que sólo coincidían en su apoyo a Amadeo I de Saboya frente a la
extraña coalición de carlistas y republicanos, abiertamente
contrarios, aunque por distintos motivos, a la nueva dinastía.
En
este clima de división en el partido del Gobierno, Ignacio Rojo ya
no contaba con los apoyos que le habían mantenido al frente del
Gobierno Civil de Madrid. La dimisión, de su cargo, finalmente fue
inevitable y Rojo Arias la presentó el 20 de junio de 1871:
Presidencia
del Consejo de Ministros.
Decreto
De
acuerdo con el Consejo de Ministros, vengo en admitir la dimisión
que del cargo de gobernador de la provincia de Madrid me ha
presentado D. Ignacio Rojo Arias, quedando satisfecho del celo e
inteligencia con que lo ha desempeñado.
Dado
en Palacio a veinte de junio de mil ochocientos setenta y uno.
Amadeo
El
presidente del Consejo de Ministros. Francisco Serrano
(Gaceta
de Madrid, 22 de junio de
1871).
Ignacio
Rojo Arias, ya plenamente integrado en el Partido Radical,
diferenciado del Partido Constitucionalista, otra escisión del
antiguo Partido Democrático Progresista, se mostraba manifiesta y
claramente enfrentado al gobierno del general Serrano, presidente
ahora del Consejo de Ministros. El
Imparcial, publicaba en un
suelto la postura del político morateño en este momento político:
Bajo
el supuesto de que el nuevo Gabinete estaba ya formado, la Tertulia
progresista** creyó procedente ocuparse de la solución de la crisis
y de la actitud en que el partido radical debería colocarse frente a
un Gabinete conservador.
El
Sr. Rojo Arias usó el primero de la palabra; y con esa claridad de
expresión y razonamiento que revelan al jurisconsulto, indicó la
situación crítica en que se hallaba el partido
progresista-democrático, y lo que procedía hacer. A su juicio, el
monarca, por segunda vez, había dado notable ejemplo de cordura y
constitucionalismo en la reciente solución de la crisis. Si, no
obstante, la opinión del país no se veía bien interpretada en el
nuevo Gabinete, la responsabilidad alcanzaría sólo a los encargados
de expresarla con exactitud, en clase de asesores de la corona.
De
consiguiente, el orador creía, ante todo, un deber de justicia
aplaudir el acierto del rey. En cuanto al ministerio que se daba como
cosa segura, el Sr. Rojo Arias manifestó abiertamente que era
preciso dar el alerta al partido progresista-democrático de
provincias para que no vacilara, para que por completo y enseguida se
declarara de oposición.
(El Imparcial,
23 de junio de 1871).
Ya
como miembro del Partido Radical, encabezado por Ruiz Zorrilla,
Ignacio Rojo Arias viviría una nueva experiencia como parlamentario
cuando al año siguiente, en 1872, pasó a ocupar un escaño en el
Senado por la provincia de Valladolid.
Como
senador por la provincia de Valladolid, el político y abogado
morateño desarrolló, como era habitual en él, un intenso trabajo
hasta que abandonó, por un tiempo, su trabajo como parlamentario,
tal como veremos la próxima semana.
*Los
voluntarios de la libertad era una milicia integrada por civiles que
se creo tras el triunfo de La
Gloriosa y
la salida de España de Isabel II. Defendían los postulados de la
Constitución de 1856 frente a otras milicias, los Voluntarios
Realistas favorables a las ideas absolutistas. El Imparcial (2 de
abril de 1870) informaba de la entrega de doscientos fusiles a los
Voluntarios de la Libertad de Morata y una semana después, el mismo
periódico publicaba que los fusiles habían sido recogidos por el
alcalde de Morata, Ramón de Soto.
**La
tertulia radical fue una asociación de personas afines a esta
ideología que se reunió durante varios años para debatir sobre los
asuntos políticos que preocupaban a la sociedad española. La
tertulia se reunía en un local de la calle Carretas de Madrid.
Durante la década de los setenta del siglo XIX, Rojo Arias tuvo
varias intervenciones en el foro de debate de la tertulia radical.
Fuentes
y bibliografía:
- Archivo del Senado. Leg. 389. Nº 4 (2).
- Archivo del Senado. Leg. 389. Nº 4 (3).
- Oratoria y periodismo en la España del siglo XIX. Seoane, María Cruz. Editorial Castalia. Madrid, 1977.
- Periódicos y publicaciones citados en el texto.
- Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes. Dieron comienzo el día 11 de febrero de 1869 y terminaron el 2 de enero de 1871. Tomo XV. Índice y resumen. Imprenta de J. A. García, Corredera Baja de S. Pablo, 27. Madrid, 1871.
- Sumario 306/1870 sobre el atentado contra el general Prim.
- España trágica. (Episodios Nacionales, quinta serie, número 42) Pérez Galdós, Benito. Alianza editorial. Madrid, 2009.
- Las primeras cámaras de la regencia. Datos electorales, estadísticos y biográficos. Sánchez Ortiz Modesto y Berastegui, Fermín. Imprenta de Enrique Rubiños. Madrid, 1886.
No hay comentarios:
Publicar un comentario