El puente colgante de Arganda sustituye al paso de barcas del río Jarama
La
construcción de un nuevo puente, que sustituyera al paso con barcas
del río Jarama, era un asunto considerado vital por todos los
pueblos de la comarca. Veíamos también como en una carta firmada,
entre otros, por los alcaldes de Morata, Arganda, Campo Real,
Valdilecha, Carabaña, Villarejo de Salvanés, Tielmes y Perales de
Tajuña, exponían la urgencia de construir un puente colgante que
evitara los más que habituales problemas provocados por las riadas
que impedían el paso de una orilla a otra del río. Vamos a recordar
la historia del Puente de Arganda, paso casi obligado para ir de
Morata a Madrid.
La
carta de los alcaldes de la comarca, con fecha de mayo de 1841, no
tenía otro propósito que urgir a la Administración para que
solventara los inconvenientes que se habían planteado en la
construcción del deseado puente colgante. De hecho, la sustitución
del paso con barca del río Jarama por un puente colgante ya había
sido aprobada por el Ministerio de Fomento en diciembre de 1840. En
esa fecha, la Dirección Nacional de Caminos encargada de estas
infraestructuras, había firmado una contrata con una sociedad
denominada Los cuatro
puentes, dirigida por el
ingeniero francés Jules Seguin, especialista mundial en este tipo de
obras y que había mantenido contactos con las autoridades españolas
desde 1837.
Alfonso
Luján Díaz, en su tesis doctoral La
modernidad latente de la obra pública: primeras aplicaciones del
hierro en los puentes españoles, (1815-1846),
describe los problemas que surgieron inmediatamente después de un
acuerdo que, entre otras cláusulas, incluían una que reconocía el
derecho de la adjudicataria a recaudar el importe de las tasas o
portazgo que se cobraban a los viajeros, caballerías y carruajes por
utilizar el puente. Este método de financiación de las obras del
puente –el mismo que muchos años después utilizó la
administración para, por ejemplo, construir las autopistas de peaje
de acceso a Madrid- ahorró costes a la monarquía de Isabel II,
aunque a cambio de no pocas quejas de algunos usuarios del puente que
consideraban que tenían derecho a utilizarlo sin pagar el precio
fijado por la empresa adjudicataria.*
Reproducción de la barca que se utilizó para cruzar el Jarama hasta la inauguración del puente
Una
vez firmado el acuerdo con la sociedad constructora empezaron a
acumularse los retrasos por distintos motivos y desacuerdos con los
representantes del Ministerio de Fomento y de la Dirección Nacional
de Caminos. En primer lugar, y no menos importante, el ingeniero
Jules Seguin planteó que la longitud total del puente debía
reducirse en un tercio respecto a la longitud inicial prevista.
Además, tampoco estaba muy clara la ubicación del lugar donde
debería levantarse el puente lo que motivó que el ayuntamiento de
Chinchón propusiera una nueva ubicación en su término municipal**.
Finalmente,
el ingeniero español Aguirre Zubillaga planteó una nueva
localización del puente para evitar las riadas*** lo que no evitó
que los meses siguientes se produjeran nuevas desavenencias entre la
administración y el contratista, el ingeniero Seguin, que no se
ponían de acuerdo sobre a la cimentación propuesta, su rigidez, la
resistencia de los materiales a emplear y, de nuevo, la total
longitud del puente. (En el proyecto final el puente tenía tres
tramos de 50,30, metros, 60,40 metros y 50,30 metros).
Los
ingenieros españoles encargados de supervisar el proyecto, José
Subercase y Calixto Santa Cruz, plantearon estas dudas a los
contratistas hasta que finalmente se aceptó la ubicación del puente
y la longitud de 161 metros propuesta por el ingeniero encargado de
la obra que se inició en junio de 1842. Así, y a pesar de algunos
problemas que se presentaron con el hierro importado de otros países
que se utilizó en la obra, finalmente, en septiembre de 1843, se
hicieron las pruebas de carga.
Unos
días después, el 31 de octubre, Isabel II acudía a los actos de
inauguración de un puente que, por fin permitía abandonar el
peligroso paso utilizando barcas que cruzaban a pasajeros y
mercancías de una orilla a otra. Atrás quedaba también el puente
de madera que estuvo en uso durante un corto periodo de tiempo en
torno a 1818 y que había desaparecido arrastrado por el caprichoso,
cambiante y peligroso cauce del Jarama, tan propenso a las riadas,
tanto que incluso algunos ribereños casi se especializaron en salvar
a quienes caían al cauce del río.****
Con
la inauguración del nuevo paso sobre el Jarama -y la construcción
de la carretera entre el Puente de Arganda y Colmenar de Oreja,
pasando por Chinchón y Morata, de la que trataremos en próximas
semanas-, parecía que se solucionaban, por fin, los problemas de
comunicación con la capital del reino. Pero no fue así y el Puente
de Arganda aún reservaba muchas sorpresas para las autoridades y sus
usuarios como veremos la próxima semana.
El puente de Arganda en 1867 (Fotografia de José Martínez)
*No
dejó de haber problemas por el pago de las tasas y portazgo por
cruzar debido a que algunos vecinos de los pueblos en los que se
levantaba el puente -Vaciamadrid en la margen derecha y Arganda en el
margen izquierdo- pleitearon por el derecho que, según ellos, tenían
de utilizar el puente cuando acudieran a sus tierras de una u otra
orilla. Incluso uno de estos vecinos, Manuel Rojas, de Vaciamadrid,
acondicionó un vado para utilizarlo y pasar de una orilla a otra,
aunque la administración le obligó a dejar de utilizar este paso.
**El
Ayuntamiento constitucional de la Villa de Chinchón con fecha de 29
de Mayo de 1841 (recibido el 5 de Junio) expone que noticioso de las
dificultades insuperables que se oponen a la construcción acordada
del nuevo puente sobre el Jarama en el término de la Villa de
Arganda, en razón al excesivo coste que tendría por la mucha
anchura del rio en el punto elegido, ha creído de su deber hacer
presente que en el término de Chinchón existe un punto en dicho
río, llamado las Peñuelas, que parece expresamente dispuesto por la
naturaleza para situar allí el puente de que se trata; y que de
serlo el expresado Ayuntamiento de contribuir al bien publico al paso
que al particular de dicha Villa, solicita que se tome en
consideración esta idea importante, y se proceda a verificar los
reconocimientos oportunos. Evidentemente,
la propuesta calo en el vacio.
***Joaquín
Aguirre de Zubillaga, ingeniero, emitió un informe para la Dirección
General de Caminos sobre la mejor ubicación del puente colgante:
Paso
a manos de V.S. el Croquis del terreno comprendido entre el portazgo
de Vaciamadrid y Arganda en el que se figura el curso del río Jarama
desde el Soto del Piul hacia la confluencia del Manzanares, el final
de la carretera construida desde la Corte hasta Vaciamadrid, y la
parte de carretera abierta desde el Soto para Arganda.
He
examinado con el mayor cuidado las circunstancias de este río que
continuamente se le ve mudar de madre por su mucha corriente y lo
flojo del terreno que forma su albeo a fin de adoptar el punto mas
ventajoso para la situación del puente colgante.
El
paraje donde estuvo el puente de madera, si bien tiene la margen
derecha muy elevada, la de la izquierda es inferior a las aguas más
altas, además aquella está sufriendo el continuo choque de la
corriente que baja con una inclinación decidida contra ella,
habiéndola hecho retirar mas de 300 pies de donde estaba cuando se
llevó el puente de madera. Fuera de este inconveniente resulta el de
alargarse demasiado el camino, y de que el trozo comprendido entre
este punto y el portazgo había de ser poco seguro porque en el
desembocan diferentes barrancos que forman los cerros de Vaciamadrid,
a cuyo amparo los malhechores acometerían a los transeúntes como
acontecía en tiempos anteriores en la confianza de no ser
descubiertos ni cogidos si no por alguna rara casualidad como que la
larga extensión de dichos barrancos les ofrece una retirada en
cuanto cabe segura. (…).
(…)
Madrid 15 de Julio de 1841.
****
La Sociedad Económica Matritense premió en 1861 a
Esteban Fernández,
conocido como Oreja.
Este vecino de Arganda, casado, con cinco hijos menores y jornalero,
podría decirse que se especializó en rescatar a quienes caían al
cauce del Jarama en las proximidades del puente. En una publicación
de 1861, en la que se informaba de los premiados por la propia
Sociedad Matritense por sus buenas acciones, se contaba cómo actuó
Esteban Fernández en uno de estos sucesos, lo que le valió una
gratificación de cuatro mil reales:
(…)
Dos labradores de Perales de Tajuña, Antonio Mesonero y Víctor
García, llegaron al puente de Arganda el día 1.° de Diciembre de
1858; hicieron el pago del portazgo, y observando la enorme cantidad
de agua que el rio traía, preguntaron si se podría pasar con
seguridad: no hay cuidado, se les contestó; y siguiendo su camino,
llevaban pasados dos tramos, y al pisar el tercero crujió el puente
y se aplanó completamente , desplomándose con toda la obra y con
cuatro caballerías que conducían y perecieron con sus cargas.
Envueltos en escombros y agarrados a un madero, corrieron como cerca
de medio kilómetro, orillando a un islote, donde se asieron a unos
arbustos: las corrientes tendrían allí unos cuatro metros de
profundidad.
A
sus gritos acudieron los empleados del puente, varios vecinos de
Vaciamadrid, algunos de Arganda, los transeúntes detenidos en ambas
orillas por la incomunicación, y las parejas de la Guardia civil.
Nadie se atrevía, a pesar de ser tantos, y algunos diestros
nadadores, a salvar las víctimas. Las horas corrían; cuatro
llevaban los sumergidos luchando con una muerte cierta, y los
espectadores con el dolor que experimentaban al conocer su
impotencia. “Si Esteban Hernández estuviera aquí, clamó al fin
una voz de esperanza, se atrevería a salvaros aun á riesgo de su
vida, que es hombre de abnegación y valor”. Apenas el Jefe de la
Guardia civil vislumbró este recurso, dispuso que dos guardias
montados corrieran a buscar a Esteban Hernández, que se hallaba a
una legua de distancia del sitio de la catástrofe.
Sabedor
este del suceso, monta a la grupa de uno de los caballos y le falta
tiempo para practicar el bien; mientras arroja sus vestidos, anima a
los náufragos, les inspira confianza, les exhorta a la obediencia y
provisto de sogas se arroja al agua, aborda al más cercano, Víctor
García, le ata por el brazo, y entre los suyos y a todo remo le saca
salvo á la orilla. Recompénsalo con la satisfacción del bien
obrar, no le detienen ni el cansancio, ni el frió, ni lo muy
peligroso del sitio donde se encontraba Antonio Mesonero; le alcanza,
le sujeta con las cuerdas , y cuando corría a lograr su triunfo,
tiene que apoyarse en un islote; zozobran los de la orilla y aun le
gritan que piense en sí y que se salve; pero él no abandona al
desgraciado, y luchando de nuevo y cortando la corriente con ánimo
esforzado y vigoroso brío, restituye a una familia su apoyo y a la
sociedad un hombre.
Fuentes
y bibliografía:
- Revista de Obras Públicas, diciembre de 1860.
- Resumen de las acciones virtuosas que ha de premiar la Sociedad Económica Matritense (…). Imprenta Nacional. Madrid, 1861.
- Diario de las sesiones de Cortes. Congreso de los Diputados. Legislatura de 1860. Tomo IV. Imprenta Nacional, 1861.
- Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madoz, Pascual. Tomo X. Imprenta del Diccionario Geográfico, a cargo de D. José Rojas. Madrid, 1847.
- Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño. Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Guadalajara, 1999.
- Periódicos y publicaciones que se citan en el texto.
- La modernidad latente de la obra pública: primeras aplicaciones del hierro en los puentes españoles, (1815-1846) Tesis doctoral.. Lujan Díaz, Alfonso. Departamento de Historia del Arte II (Contemporáneo). Facultad de Geografía e Historia. Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2015.
- Jules Seguin en España: prefabricación e innovación en los puentes colgantes de Fuentidueña, Arganda, Carandia y Zaragoza construidos por el empresario francés. Cárcamo Martínez, Joaquín. Actas del noveno Congreso Nacional y Primer Congreso Internacional Hispanoamericano de Historia de la Construcción. Segovia, octubre de 2015.
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