miércoles, 24 de julio de 2019

De Morata a Madrid, un viaje histórico por viejas carreteras (VI)

Pese a las divergencias a la hora de determinar el trazado de la nueva carretera hasta el Puente de Arganda, finalmente los municipios afectados, Colmenar de Oreja, Chinchón y Morata de Tajuña –y también Valdelaguna- aceptaron la propuesta de los responsables de la administración. A diferencia del proyecto inicial, en los planos definitivos se abandonó la idea de que la nueva vía utilizara parte del viejo camino de Morata a Chinchón –paralelo a los cerros- por una opción más directa que evitaba el paso de la carretera por Morata. Esta opción definitiva obligaba a construir un ramal, de más de dos kilómetros de longitud, que comunicaría la nueva carretera con el casco urbano de Morata.


A finales de 1848 la administración ya había aprobado el trazado definitivo de la carretera entre el Puente de Arganda y Colmenar de Oreja que, además, daría servicio a Morata, Valdelaguna y Chinchón. Superadas las reticencias del municipio de Colmenar de Oreja, reacio cuando se planteó el proyecto a participar en su financiación, en el diseño final de la nueva carretera se eligió la opción que atravesaba la vega del Tajuña en perpendicular al río y sin pasar directamente por Morata: recordemos que en un principio la administración parecía favorable a utilizar parte del viejo camino que unía Morata y Chinchón y que transcurría paralelo a los cerros al sur del Tajuña –por los parajes de El Fraile y el barranco de Valdelorente- y utilizar el puente Grande para salvar el río.
Al decidir evitar que la nueva carretera pasara directamente por Morata se diseñó el trazado, que aún se mantiene, y que llega a coronar los cerros al norte de Morata en las inmediaciones del Parador de Frascuelo, un establecimiento levantado para dar servicio a viajeros y diligencias y que cuando se construyó se conocía como Parador de Los Malvares. Esta decisión, que ciertamente acortaba el trayecto para los vecinos de Chinchón y Colmenar de Oreja, obligó a construir el ramal que enlazaba el casco urbano de Morata con la nueva carretera, eso sí, con cargo a los presupuestos del ayuntamiento morateño.
La elección del trazado definitivo, aunque perjudicaba a Morata obligada ahora a construir el nuevo ramal, fue muy bien recibida en otros ámbitos, entre ellos, la ciudad de Madrid que, como ya hemos visto en anteriores entregas, veía como se mejoraban las comunicaciones con una comarca que abastecía con los productos de su pujante agricultura a los mercados madrileños:
(…) Se ha concluido en estos días de trazar por los ingenieros el ramal de carretera que se ha de abrir a la mayor brevedad desde esta villa [Colmenar de Oreja] hasta el puente de Arganda que es el punto donde se junta con la nueva carretera de esa corte a Valencia: este camino reportará indudablemente un gran beneficio a Morata, Chinchón y Colmenar, porque siendo los pueblos de los más grandes de la provincia, darán fácil salida a los diferentes productos de la industria y agricultura que se cifra su principal riqueza.(…). (El Popular, 23 de diciembre de 1848).
La nueva carretera, tenía vía libre para construirse por el trazado aprobado ya definitivamente y sin tener tampoco en cuenta una alternativa que también se había barajado cuando comenzó a plantearse el proyecto y que consistía en que la nueva carretera en lugar de enlazar con la carretera de Valencia en el Puente de Arganda lo hiciera en el municipio de Arganda. En estos meses previos al inicio de las obras se publicó en el Boletín Oficial del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas un texto remitido desde Arganda. En este texto, se negaba que Arganda tuviera intereses contrarios a la construcción de la carretera por el trazado previsto:
Aunque nuestro periódico, por su carácter oficial, no es de controversia, la circunstancia de hallarse suscrito el artículo sobre caminos vecinales por un señor oficial de este ministerio, nos hace separarnos algún tanto de la línea de conducta que nos está trazada sobre este punto. Insertamos pues a continuación la reclamación que nos ha sido enviada de Arganda, conservando de ella literalmente cuanto importa a la cuestión.
Por lo demás, el público juzgará por su lectura si había razón para decir que Arganda ponía obstáculos al camino, queriendo que pasase por ella, y por consiguiente contradiciendo que viniese directamente a Madrid. Nuestro artículo no califica estas pretensiones. Sus motivos, sobre ser respetables, podrán ser fundados. Pero su calificación decíamos que corresponde a la administración, esto es, a la decisión del Gobierno de S. M. En ello está conforme el reclamante, siendo por tanto la reclamación una nueva y palmaria confirmación de nuestras doctrinas.
Como se deduce de este texto, en algún momento de la tramitación, diseño y proyecto de la nueva carretera, en los pueblos de Morata, Chinchón o Colmenar pudo pensarse que desde Arganda se habría planteado la posibilidad de que la carretera pasase por este municipio y, por lo tanto, no enlazara directamente con el nuevo puente sobre el Jarama. Esta alternativa, evidentemente, alargaba el trayecto y era contraria a los intereses de los pueblos afectados. Sin embargo, desde Arganda, sin negar la necesidad de la nueva carretera, apostaban porque su trazado enlazara con la carretera de Levante en su municipio:
Con singular sorpresa se ha leído en Arganda el articulo segundo sobre caminos vecinales, que D. Fermín de la Puente y Apezechea * inserta en el Boletín Oficial del ministerio de Comercio, Instrucción y Obras públicas, de 29 del próximo pasado marzo: no porque en sí no esté de acuerdo con las doctrinas económicas vertidas, sino porque para probar la necesidad de que intervenga directamente la acción del Gobierno en la construcción de caminos vecinales, se zahiere a Arganda, cuando se asegura que ponía obstáculos a la construcción del camino que ha de poner en comunicación a Chinchón con la capital. Arganda no ha suscitado ni suscita obstáculos al camino; lejos de eso le desea y aun solicita, si bien con las modificaciones que ha hecho presente a S. M., y en cuya soberana ilustración espera hallar eco, si la parte científica no desatiende con su informe las justas observaciones que se hacen. El camino, tal como se proyecta construir, tiene por objeto el interés de un solo pueblo, y la ley entonces le califica de segundo orden, y de solo su interés la construcción, y tal es así, que para hacer a Colmenar interesado en él, han tenido necesidad aun contra sus intereses de condescender con hacerle un camino carretero de tres cuartos de legua; y aun así y con este gravamen no es un proyecto generalmente asentido. El camino, científicamente considerado, está indicado su arranque por Arganda o sus inmediaciones, dirigido a Morata, y desde allí a Chinchón y Colmenar, por donde mas ventajosamente pueda hacerse; y entonces, además de la mayor facilidad en la construcción, se habilitaría la vía militar que desde la carretera de Aragón conduce a la de Valencia y Andalucía, punto tan atendible, que solo puede desconocerle el mas ignorante en los públicos negocios: así se llenaría la ley, abrazando el mayor número de pueblos, y se construiría con mas facilidad y economía.
Ruego a usted, señor editor, se sirva insertar en su periódico estas líneas, como correctivo á lo que dice el articulista, y a lo que quedará agradecido su afectísimo S.S.
Como apoderado de la villa de Arganda,
Francisco Fabro
Finalmente, resulta obvio que las autoridades del Ministerio de Fomento decidieron que el trazado de la nueva carretera partiera del Puente de Arganda y no desde el mismo municipio de Arganda. De hecho, el 31 de marzo de 1849 se anunciaba la subasta de las obras:
Estando aprobadas las obras que han de ejecutarse en el camino que ha de poner en comunicación con la carretera principal a los pueblos de Chinchón, Colmenar de Oreja, Morata y Valdelaguna, se ha señalado para la subasta el día 12 del próximo mes de abril, a las doce de su mañana, en este gobierno político, donde se hallan de manifiesto los planos y pliegos de condiciones. (La Patria, 31 de marzo de 1849).
Avance de las obras Puente de Arganda-Colmenar de Oreja
En el proyecto de construcción de la carretera estaba previsto que se realizara por tramos, comenzando por el Puente de Arganda y avanzando desde este punto hasta Morata, Chinchón y Colmenar de Oreja. Las obras se habían iniciado, según informaba la Gaceta de Madrid, el 5 de junio de 1849. Según el periódico oficial, en su edición del 26 de enero de 1850, los primeros trabajos de explanación en los dos primeros tramos de la obra partían desde la madre vieja del río Jarama, hasta el río Tajuña en la vega de Chinchón. Según esta notificación, hasta ese momento se habían empleado 1.652 varas cúbicas en obras de fábrica y de cimentación y se habían acopiado más de 10.000 varas cúbicas de materiales para las labores de sillería y firme de mampostería de la carretera, además de 600 fanegas de cal. En el informe se señalaba también que se habían ejecutado ya dos leguas y media del trayecto total de la carretera y que para la ejecución de los trabajos se habían empleado 600 hombres, 200 caballerías y cuatro bueyes.
Sin embargo, y pese a lo que pudieran indicar las noticias sobre los avances en los primeros tramos del proyecto, las obras de construcción no progresaron al ritmo que habrían deseado los ayuntamientos de los municipios implicados, más bien, los trabajos se eternizaron y ocuparon prácticamente toda la década comprendida entre 1850 y 1860. Entre estas dos fechas, regularmente, se fueron subastando los distintos tramos en que se había dividido el proyecto. Algunas de estas subastas afectaban a obras más o menos complejas como la construcción de varias alcantarillas. En julio de 1857, por ejemplo, se publicaba la subasta para la construcción de dos alcantarillas:
(…) Debiendo construirse dos alcantarillas en el primer trozo de la carretera provincial desde el puente de Arganda á Colmenar de Oreja, con arreglo a los planos presupuestos y pliego de condiciones facultativas, aprobados por la dirección general de Obras públicas en 20 de junio último, y al de las económicas que, con los documentos ya citados, se hallarán de manifiesto en la secretaría de este gobierno de provincia; he dispuesto anunciar por medio de los periódicos oficiales que el día 28 de agosto próximo, a las doce de su mañana se celebrará subasta pública para la construcción de las dos mencionadas alcantarillas, con sujeción a los repetidos planas, presupuestos y pliegos de condiciones. (…)
Servirá de tipo para la subasta la cantidad de ocho mil ochocientos treinta y dos reales noventa y cuatro céntimos a que ascienden los presupuestos de las dos alcantarillas aprobadas por la dirección general en 20 de junio último, y no se admitirán proposiciones por mayor precio. (Diario Oficial de Avisos de Madrid, 29 de julio de 1857).
Prácticamente en las mismas fechas, se subastaban las obras de construcción de varias tajeas (pasos por debajo de la plataforma de la carretera para permitir el paso de las aguas) de distintos tamaños:
Debiendo construirse cinco tajeas de menor dimensión y una de mayor en el tercer trozo de, la carretera provincial desde el puente de Arganda a Colmenar de Oreja, con arreglo a los planos, presupuestos y pliego de condiciones facultativas aprobados por la Dirección general de Obras públicas en 12 del corriente (…).
Servirá de tipo para la subasta la cantidad de 18,441 rs. 60 céntimos, o sean 14,078 rs. 70 cents, por las primeras, y 4,562 rs. 90 cents, por la segunda a que ascienden los presupuestos de las cinco tajeas, aprobados por la Dirección general en 12 del corriente mes, y no se admitirán proposiciones por mayor precio. (Boletín Oficial de la Provincia, 5 de septiembre de 1857).


Modelos de tajeas y alcantarillas diseñados por la Comisión de Ingenieros , canales y Puertos de la época (1858)

Al año siguiente, 1858, continuaban convocándose subastas distintas actuaciones en la carretera:
(…) En la carretera de segundo orden desde el puente de Arganda a Colmenar de Oreja, deben fijarse veinte y seis postes para señalar igual número de kilómetros; dos postes para indicar otros tantos miriámetros, y un poste de división en el empalme. Por tanto, el día 10 de julio próximo, se celebrará subasta pública que tendrá lugar a la una de la tarde en el salón de Sesiones de la excelentísima Diputación provincial, a fin de contratar la construcción, conducción y colocación de los mencionados (…) (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 2 de julio de 1858).

La subasta de estas obras de las alcantarillas, tajeas y postes de señalización pusieron, prácticamente, el punto final a los trabajos que se habían iniciado casi una década antes. Por supuesto, mientras se desarrollaron las obras en los distintos tramos, los vecinos de Colmenar, Chinchón y Morata ya pudieron beneficiarse de la, mejora de las comunicaciones con Madrid. En la memoria anual correspondiente al año 1860 de la Sección de Fomento de la Provincia de Madrid se anunciaba la conclusión de las obras:
(…) En las carreteras de segundo y tercer orden ha tenido esta autoridad completa intervención, hasta el punto que a su iniciativa y a su impulso, se han terminado, lo que restaba de la que comienza en el puente de Arganda y acaba en Colmenar de Oreja; el ramal accesorio de ella, que partiendo de las Yeseras de Chinchón, termina en la puerta de San Roque del mismo pueblo (…).
En la misma publicación se señalaba que tanto Morata, como Chinchón y Colmenar de Oreja hubieron de pagar con sus propios fondos el 38 por ciento del coste de una carretera en la que, según esta misma publicación, se habían invertido 1.893.584.88 reales sólo en materiales.
Los tiempos de los caminos casi intransitables y peligrosos desde Morata, Chinchón y Colmenar hasta el Puente de Arganda llegaban así a su fin. Casi al mismo tiempo que se subastaban y se ejecutaban las obras entre Colmenar de Oreja y el Puente de Arganda, se anunciaba también la subasta de las obras del nuevo ramal que comunicaría el casco urbano de Morata con la nueva carretera, tal como veremos la próxima semana





*Capitulo denominado, Parte no oficial, del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas. En un extenso artículo titulado En cuanto a los ramos de fomento material que comprende y de los caminos vecinales, firmado por Fermín de la Puente y Apezechea, y publicado en Boletín Oficial del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas del jueves 29 de marzo de 1849.
En este texto, firmado por un experto ajeno a los intereses particulares de cada uno de los pueblos implicados en la nueva carretera, se resume bastante bien los problemas que afrontaron las administraciones implicadas para diseñar su itinerario:
(…) contrayéndonos a la provincia de Madrid, como ofrecimos, tenemos un camino, el de Chinchón, que es el mejor ejemplo, por lo mismo que es el primero de su género, que ha sido completamente estudiado. Morata fue la primera en quererle, y obtuvo arbitrios para su construcción. Más reunidas porción considerables de ellos, sobrevinieron otras municipalidades menos celosas o menos entendidas. Los fondos recibieron otra aplicación, invirtiéndose por cuenta de contribuciones, y Morata se quedó sin camino; como una y cien veces se están, y se quedarían, ella y casi todos los pueblos, si el hacerlos continuará siendo, como hasta aquí, meramente voluntario. Con el interés de Morata coincidió el interés de Chinchón, así siendo ambos exclusivos, nació la discordancia. Ambos querían camino, pero cada cual para la explotación de su vega. Por ventura ¿pudieron avenirse entre sí? De ninguna manera. Fue preciso que se diese comisión al director general de Agricultura y al jefe de negociado de caminos vecinales, que acompañados del ingeniero pasaron al terreno. Logrose por fin el asentimiento; procedió el ingeniero el trazado, y a poco surgieron nuevas dificultades, que no hubieran sobrevenido a haber podido mediar con la administración, el imperio de la ley. Otro tanto puede decirse de los obstáculos que suscitaba el interés de Arganda. Situada sobre la carretera de Las Cabrillas, trayendo por tanto a Madrid con gran ventaja sus frutos y los productos de su huerta, temía acaso que entrando otros en concurrencia, disminuyeran sus ganancias. Por cierto, que no lo temerían estos, ni menos Madrid. Ni aún ella debiera recelarlo, a considerar que a medida que la producción crece (y más en materia de subsistencias), se dilata también dentro de ciertos límites, primero la esfera del consumo, después hasta el número de consumidores. Colmenar resistía también al principio el proyectado camino. Aparte de otros productos, y entre ellos la piedra de construcción, es sabido que su industria fabrica tinajas y otros objetos de barro vidriado. Traelos con ventaja por uno de los puentes del Río sobre Aranjuez, y de consiguiente alegaba que tampoco le era necesario el camino. Por fin ha dado el asentimiento, condicionándole con la apertura de otro de dos leguas para la explotación de su vega. ¿Quién haría estas transacciones si no fuera la administración? Porque su deber es no comprimir los intereses locales; es oírlos, asistir a su discusión, calificarlos, y amparando los verdaderamente legítimos, compensar sin embargo, cuando se puede, los sacrificios que impone, con las ventajas que le es dado proporcionar. (…).
Fermín de la Puente y Apezechea





Fuentes y bibliografía:
  • Boletín Oficial del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas. Tomo IV. Imprenta de La Publicidad, a cargo de M. Rivadeneira. Madrid, 1848. Número 43, publicado el 26 de octubre de 1848.
  • Sección de Fomento de la Provincia de Madrid. Memoria referente a los asuntos en que se ha ocupado hasta fin de diciembre de 1860. Imprenta de Juan Antonio García. Madrid, 1861.
  • Periódicos y publicaciones que se citan en el texto.




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