El
periodo de transición entre el siglo XIX y el siglo XX fueron años
de esperanza y de propuestas de futuro para el sector agrícola en
los pueblos de la ribera baja del Tajuña. La llegada del
ferrocarril, el floreciente cultivo de la remolacha azucarera y un
sorprendente y novedoso movimiento asociativo, que se extendió por
casi todos los pueblos de la comarca, trajeron aires nuevos a una
agricultura que, por entonces, se consideraba vital para el futuro de
sus vecinos. La creación de industrias transformadoras asociadas al
pujante sector vitivinícola -las sociedades alcoholeras que
surgieron en Chinchón, Tielmes, Perales de Tajuña, Colmenar de
Oreja, Villarejo de Salvanés y también en Morata- fueron un buen
ejemplo de este resurgir del campo que se vivió en los años en
torno al cambio de siglo y también un efímero intento de
industrialización en el municipio de Morata.
En el año 1889 se creaba en Morata la
Asociación de Agricultores, sin duda el punto de partida que
permitiría, con el paso de los años, asumir otros proyectos como la
Caja Rural y de Ahorros de Morata –traumáticamente fallida- y la
Sociedad Alcoholera del Tajuña cuya trayectoria vamos analizar estas
semanas en el blog.
La creación de esta empresa de
espíritu cooperativo, aunque formal y jurídicamente se tratase de
una sociedad anónima, no fue la primera iniciativa apadrinada por la
Asociación de Agricultores. Desde su creación y antes del cambio de
siglo, la Asociación de Agricultores fue una entidad clave a la hora
de impulsar, y financiar en la medida de sus posibilidades, distintas
iniciativas en Morata:
(…)
Desde la fecha en que se fundó la Asociación, a más de pagar
90.000 pesetas para enjugar los déficits municipales (…) gastó lo
siguiente: 120.000 pesetas en arreglo de calles y caminos y
construcción de un matadero, 22.000 pesetas en proveer de agua
potable al vecindario, 153.000 pesetas en subvencionar la
construcción del Ferrocarril del Tajuña (…). (La
Acción,
26 de octubre de 1916).
El
mismo espíritu que empujó a promover estos proyectos, financiados
con los ingresos procedentes de los impuestos de consumos que
gestionaba la propia Asociación, fue el que propició la creación
de la Sociedad Alcoholera del Tajuña constituida en el año 1908. La
publicación Madrid
Científico
informaba en su número 592 sobre su fundación:
Alcoholera
del Tajuña. Bajo
este título y con un capital de 25.000 pesetas se ha constituido en
Morata de Tajuña una Sociedad anónima, cuyo objeto es facilitar a
los cosecheros de vinos de la Villa de Morata el medio de utilizar
los residuos de la vinificación, obteniendo, a más de los productos
destilados, los tártaros en bruto*, granilla**, etc., cuidando en
primer término, al verificar las operaciones, de marchar en un todo
de acuerdo con las disposiciones legales que rigen para la percepción
del impuesto especial que grava el alcohol.
(Madrid Científico,
nº 592, año 1908)
La
Revista Ilustrada de Banca,
Ferrocarriles, Industria y Seguros
añadía a la información de la creación de la nueva sociedad el
dato del nombramiento de
administrador gerente, único cargo retribuido, a quien compete la
gestión de los intereses sociales, bajo la alta inspección del
Consejo de Administración de esta entidad.
(Revista Ilustrada de Banca,
Ferrocarriles, Industria y Seguros,
25 de mayo de 1908)
No
es casualidad que en torno a estas fechas se constituyeran en la
mayoría de los pueblos vecinos sociedades similares, más o menos
potentes en función de la importancia del sector vinícola de cada
localidad que era el que abastecía de la materia prima a estas
novedosas iniciativas empresariales. Frente al tamaño de la
Alcoholera de Chinchón, sin duda la más importante de las creadas
en esos años, otros municipios más pequeños también se sumaron a
esta práctica de intentar rentabilizar el sector vinícola. Perales
de Tajuña, por ejemplo, también creó en 1909 su propia sociedad
alcoholera:
Unión
Alcoholera de Perales de Tajuña. D. Ildefonso Cediel Carrasco, D.
Martín García Alarcón, D. Ignacio López Motos, D. Jesús Bucero
Cediel y D. Faustino García Alarcón, han constituido una Sociedad
anónima con domicilio en Perales de Tajuña, para dedicarse á la
fabricación de alcoholes utilizando los residuos de la vinificación
y obteniendo a más de los productos destilados, los tártaros en
bruto, granilla, etc., sometiéndose a la vigente ley de Alcoholes.
El capital es de 20.000 pesetas, representado por 400 acciones de 500
pesetas. (Madrid
Científico,
nº 636, año 1909).
En
los años precedentes a creación de la Sociedad Alcoholera del
Tajuña el sector de la viticultura ocupaba cientos de hectáreas en
el secano y en la vega de Morata. Paralelamente, este cultivo de la
vid generaba la industria asociada de la transformación de la uva en
vino. Hoy pueden sorprender los datos pero, por ejemplo, en el año
1880, el Anuario
Bailly-Bailliere recogía
la existencia en Morata de los siguientes cosecheros de vino:
Ambrosio
Casado, Estanislao Casado Robles, Tomás Casado Robles, Tomas Corpa
Díaz, Germán Cuevas, Dionisio Díaz Sánchez, Francisco Estévez
Rodríguez, Antonio García Gutiérrez, Manuel García Gutiérrez,
Gerónimo Gómez de San Martín, Sergio González, Lucas González
Castro, José de Hidalgo Tablada, Felipe Latorre, Víctor Oliva
Sánchez, Félix Pérez Ramírez, Eustaquio Pinto, Zoilo Prieto,
Domingo Rodelgo, Juan Rodelgo, Alejandro Salcedo, Francisco Ruiz,
Mateo Sánchez Bravo, Paulino Sánchez Lara, Leandro Sánchez Medel,
Isidro Sánchez Ruiz, Dimas Sánchez Salcedo, Francisco Sánchez
Soria, Gregorio Sánchez de las Peñas, Alejandro Serrano de las
Heras, Felipe Torre Moreno.
(Anuario
Almanaque del Comercio, de la Industria, de la Magistratura y de la
Administración. Bailly-Bailliere.
Madrid, 1880).
Unos
años más tarde, en 1908, justo el año de la constitución de la
Sociedad Alcoholera del Tajuña, otra publicación empresarial, el
Anuario Riera, publicaba también los datos de los cosecheros de
vino, puntualizando que sólo citaba a los
más importantes:
Alejandro
Casado, Ángel Casado, Ambrosio Casado, Estanislao Casado, Eugenio
Casado, Elías Cuevas, Germán Cuevas, Pedro González, Fructuoso
Martínez, Cipriano Oliva, Domingo Rodelgo, Josefa Salcedo, Manuel
Sánchez, Valentín Serrano, Antonio Torre, Mariano Torre.
(Anuario
Riera, general y exclusivo de España.
Riera Solanich, Eduardo. 1908. Tomo II).
A
esta producción de vinos de distinta calidad había que sumar la
producción de aguardientes, a partir de los distintos residuos de la
producción del vino. En 1912 una publicación del ayuntamiento
madrileño, Las
subsistencias de Madrid,
ciudad que era el destino final de toda esta producción asociada al
cultivo de la vid, detallaba los productores de aguardiente en
Morata. Entre estos productores ya se encontraba la propia Sociedad
Alcoholera del Tajuña:
Fábricas
de aguardientes compuestos y licores [En Morata de Tajuña].
D.
Ambrosio Casado, D. Elías Cuevas, D. Eusebio Ruiz, D. Antonio de la
Torre, D. Mariano de la Torre, D. Fructuoso Velasco y Sociedad
Alcoholera, en Morata de Tajuña.
(Las
subsistencias de Madrid.
Melgosa Olaechea, Miguel. Imprenta Municipal. Madrid, 1912).
Esta publicación, que recogía en sus
páginas las poblaciones de las que procedían los productos con los
que se alimentaba la ciudad de Madrid, también explicitaba el método
de producción de la mayor parte de los aguardientes que llegaban a
la capital española:
(…)
Salvo también
Arganda, las demás poblaciones que abajo se citan transforman el
producto a fuego en alambique antiguo (…).
Naturalmente,
la elaboración de aguardientes con el denominado alambique
antiguo, se modificó y
modernizó gracias al trabajo de la Sociedad Alcoholera del Tajuña.
Por la publicación de la memoria correspondiente al año 1912,
conocemos algunas de las iniciativas novedosas que se implantaron en
Morata gracias a La
Alcoholera, denominación
con que terminó conociéndose a la sociedad y que, como se señala
en la publicación citada, no se limitaron, a la elaboración de
alcoholes y otros subproductos derivados de la elaboración del vino.
Destaca en este aspecto el trabajo realizado en la que se denominaba
bodega experimental:
(…)
Acordado en el ejercicio
anterior proceder a la implantación de una bodega en la que,
apartándonos de la forma rutinaria y empírica con que se elaboran
los vinos en esta comarca, nos permitiera adoptar los procedimientos
modernos y científicos empleados en otras regiones más adelantadas,
deseando llegar al fin apetecido con la calma necesaria, sin incurrir
en precipitaciones que malograran nuestros buenos deseos, fabricamos
en la campaña anterior, por vía de ensayo, 10.600 litros de vino
(660 arrobas, próximamente), bajo la dirección de un señor
ingeniero agrónomo. Existente tenemos en nuestro depósito esa
cantidad de vino, y satisfechos estamos de su calidad, pues cuantas
personas peritas lo han degustado coinciden en considerarlo como un
excelente tipo de vino de mesa, que estará en condiciones de
lanzarle al mercado al llegar a su segundo año de encube.
En
el presente año nos proponemos elaborar de 75.000 a 80.000 litros de
vino en las mismas condiciones en que lo hicimos el año anterior,
para lo cual pondremos en circulación el número de acciones que sea
estrictamente necesario de las 2.000 que estamos autorizados a emitir
y tenemos ya en cartera.
En
Consejo ordinario celebrado en 27 de agosto próximo pasado se acordó
proponeros repartir un dividendo activo de pesetas 3,50 por acción,
equivalente al 7 por 100 de su valor nominal, que los señores socios
podrán hacer efectivo a partir del 1º de noviembre próximo, previa
presentación del título para su
estampillado (…).
Este
apartado de la memoria del año 1912, cuyo texto completo
analizaremos la próxima semana, indica que La
Alcoholera, ciertamente, se
propuso no solo mejorar el rendimiento económico de los subproductos
resultantes de la elaboración del vino, sino también mejorar la
elaboración del mismo vino con la utilización de las técnicas más
novedosas y, sobre todo, con la colaboración de enólogos
profesionales.
En
la elaboración del aguardiente la Sociedad Alcoholera del Tajuña
también apostó por la innovación y por la utilización de los
elementos más modernos del mercado. Su apuesta por los aguardientes
era firme después de que, en el año 1909, hubieran inscrito en el
Registro de Marcas de Madrid una marca para aguardientes anisados
(Industria
e invenciones,
nº 18. 1 de mayo de 1909). Para conseguir este objetivo, en la
memoria anual se indicaba:
(…)
En el interregno de la
primera y segunda campaña hemos montado dos calderines para hacer la
destilación a vapor en vez de a fuego directo, utilizando la antigua
destrozadora como generador. Los resultados han sido excelentes,
tanto por la calidad del producto obtenido, como por la economía en
tiempo y combustible. Esta reforma nos ha originado un gasto de 1.300
pesetas.
Rodeado por un círculo, antiguo edificio de la Sociedad Alcoholera del Tajuña (c.1960)
*El
tártaro es un subproducto que aparece en la elaboración del vino
que también se conoce como cremor tártaro. Una vez purificado se
convierte en un polvo blanco que se utiliza en la industria
alimentaria
**La
granilla de la uva además de para la producción de orujo, es
utilizado también en la elaboración de aceite e incluso en
alimentación animal y como componente de sustrato para cultivo.
Fuentes
y bibliografía:
- Memoria presentada por el Consejo de Administración de la Sociedad Alcoholera del Tajuña a la Junta de Accionistas celebrada el día 30 de septiembre de 1912. Imprenta de Bernardo Rodríguez. Madrid, 1912
- Las subsistencias de Madrid. Melgosa Olaechea, Miguel. Imprenta Municipal. Madrid, 1912.
- Periódicos y publicaciones que se citan en el texto.
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