viernes, 19 de noviembre de 2021

 

Morata, tierra de olivares y de aceite (I)

Evolución del cultivo del olivar en tierras morateñas desde el siglo XVI

Hubo un tiempo en que olivares y viñedos predominaban en las tierras de secano de Morata. Pero no siempre fue así. En algunas épocas históricas, las viñas superaban claramente al cultivo del olivar. Los últimos años del siglo XX significaron el declive de las viñas y ahora, sin duda, es el olivar el cultivo que destaca en El Llano de Morata. Vamos a ver durante las próximas semanas la historia del olivar en Morata junto con la elaboración de aceite, su auge, desarrollo y las vicisitudes por las que ha pasado desde, al menos, los últimos cinco siglos.



Fueron los fenicios quienes más de 1000 años A. de C. desarrollaron los primeros cultivos del olivar en la península ibérica. En los territorios cercanos a las costas del sur, en las actuales provincias de Almería y Alicante, parece que prosperaron los primeros y primitivos olivares y desde ahí se produjo su expansión al resto del territorio. Fueron sin embargo los romanos quienes favorecieron, promocionaron y expandieron el cultivo del olivar –y la elaboración del aceite- para así poder atender la demanda de su creciente imperio.

Desde el sur y lo que hoy es la actual comunidad autónoma andaluza, el olivar se expandió hacia el norte, siempre con los límites naturales que marcaba el clima: el olivo es un cultivo típicamente mediterráneo que difícilmente prospera en ambientes fríos y húmedos propios de clima continental. Un especialista y estudioso del cultivo del olivar en España, José de Hidalgo Tablada, alcalde de Morata en el siglo XIX, catedrático de Agricultura y al que tantas veces hemos citado en el blog, ya diferenciaba claramente los terrenos más apropiados para esta planta:

(…) sabido es que en razón que nos aproximamos al norte, la temperatura invernal es más cruda y prolongada, y esto que contribuye de un modo fundamental para que en el periodo de la vegetación anual se pueda sumar el número de grados necesarios a la madurez del fruto, impide que el olivo pase de la región que le es favorable y hace que esta [su área de cultivo] sea menor que la vid (…).

En otras palabras, la mitad sur de España y las regiones centrales son las más propicias para el cultivo del olivar en España, frente a las más norteñas y de clima atlántico. De hecho, solo en Aragón y Cataluña y algunas de las provincias mas al sur de Castilla y León, el olivar alcanza cifras de cultivo importantes de lo que podemos considerar regiones norteñas. Si nos ceñimos a nuestro entorno más próximo, las provincias de Madrid y territorios limítrofes, Hidalgo Tablada señalaba a finales del siglo XIX sobre el territorio madrileño:

(…) en las inmediaciones de Madrid hay olivares que producen regularmente (…) y el terreno en que vegetan los olivares de Madrid y los pueblos de su provincia, en que el olivo abunda y da cosechas buenas cuando con esmero se cuida (…).

En cualquier caso, y tras acotar el área de cultivo del olivar en la península y especialmente en la actual comunidad de Madrid, hay que señalar que la civilización árabe también, como los romanos, dedicó parte de sus territorios al cultivo del olivar. Aún así, pocas noticias documentales tenemos de la importancia del cultivo del olivar en el periodo de la dominación musulmana de la península y, mas concretamente, en la región central. Sin embargo, parece que tras el declive que sufrió el olivar en época visigoda, tras las conquista podría haberse producido un repunte de su cultivo.

En el Corán, aparecen más de doscientas referencias al aceite y respecto a la España y la península ibérica, también se puede comprobar cómo el idioma y el vocabulario ligado al olivar y a la elaboración de aceite nos hablan de palabras de claro origen árabe: az-záyt (aceite), azzabbug (acebuche u olivo silvestre), az-zaytuna (aceituna), zaytün (olivo) alma´sara (almazara o molino de aceite) o alkuza (alcuza, recipiente para contener aceite) son algunos de los vocablos que han llegado a nosotros desde las lenguas de origen arábigo. Hay que apuntar que en el libro sagrado de los cristianos, la Biblia, también son continuas las referencias al óleum latino tanto en el Antiguo (más de 30) como en el Nuevo Testamento (28 citas relacionadas con el aceite).

Pese al vacio documental, algo que es inherente en nuestra comarca a todo el periodo de dominación musulmana, parece lógico pensar que el clima y la orografía del terreno de Morata y de los municipios colindantes fueron propicios para el cultivo del olivar aunque, en sentido contrario, también hay que constatar que, al ser el olivo una especie de crecimiento lento, los episodios bélicos y el pillaje asociado a los mismos, no serían los más propicios para su explotación y cultivo.

Tampoco son muy abundantes las referencias documentales que sobre el olivar y el aceite nos han llegado del periodo inmediatamente posterior a la reconquista de las tierras situadas en torno al curso del río Tajo.

Cuando a finales del siglo XI, con la conquista de Toledo por parte de Alfonso VI en 1085, las tierras al sur del Guadarrama pasaron a dominio cristiano, con periodos de pérdidas y recuperación de los nuevos territorios conquistados por los monarcas castellanos y leoneses, no parece que el olivar fuera un cultivo mayoritario frente a otros productos agrícolas como el cereal, básico para la alimentación en esas épocas y muchos siglos después. Aún así, el profesor Ladero Quesada, Toledo en época de frontera, habla de que en las terrazas de secano los árabes del entorno de la capital toledana ya podían cultivar el olivar junto con otras especies agrícolas como cereales y otros árboles frutales.

Ya a partir del siglo XVI, con mayores posibilidades de documentar el cultivo olivarero, un autor como Alonso de Herrera en su Agricultura General, de 1513, daba indicaciones muy concretas sobre cómo trabajar el olivar y elaborar el aceite a partir de la recolección de la aceituna:

(…) el tiempo de coger la aceituna para hacer un buen aceite y delicado y de buen sabor y claro es cuando la aceituna está verde, que se comienza a poner negra (…). 

Grabado antiguo, rama y flor del olivo

El olivar en Morata, primeras referencias

Las dificultades para encontrar fuentes documentales que atestigüen el cultivo del olivar y la elaboración de aceite en la Edad Media, y también en los comienzos de la Edad Moderna en torno al siglo XVI, en la región centro de España se repiten cuando buscamos datos sobre el olivar en un área más reducida como Morata y los pueblos de la comarca en esas épocas históricas. Para el periodo que abarca los años finales del reinado de Felipe II, hacia 1570 y años posteriores, contamos no obstante con algunos documentos que nos pueden orientar sobre la presencia de olivares en el término de Morata.

En uno de estos documentos, quizá el más utilizado a la hora de analizar este periodo histórico, las Relaciones Topográficas de Felipe II, sorprende la ausencia de cualquier referencia al olivar y al aceite de oliva en las respuestas que ofrecieron quienes redactaron las respuestas a las preguntas del cuestionario enviado por Felipe II a todas las villas y lugares de la Corona.

Así, en la respuesta a la pregunta nº 20 se habla de que se coge cantidad de cáñamo, de trigo y otras semillas y tiene algunos árboles fructíferos y álamos y sauces de poca calidad (…). En la pregunta nº 23 los informantes de este primer cuestionario de 1579, Bautista Sánchez Paz y Juan Ramírez Ladrón de Ocariz, insisten al hablar de los cultivos y la labranza de sus vecinos:

(…) Morata tiene tierra de labranza y lo que en ella se labra fuera de los que es vega es estéril y de poco llevar y lo que en ella más se coge es cáñamo y pan (…).

Las respuestas que ofreció el otro informante el cura de la parroquia de Morata, el doctor Mejía, al mismo cuestionario pero ya en el año 1580, no se aprecian muchas diferencias y, desde luego, ninguna referencia al olivar. En la respuesta al capítulo 20 del cuestionario, el doctor Mejía señala:

(…) se cogen muchos frutos de cáñamo y pan (…). En el capítulo 23, nuevas referencias al trigo, la cebada, la avena y el cáñamo además de moderadamente vino. De nuevo, ninguna referencia al aceite o el olivar*.¿Significa esta ausencia de citas sobre el olivar y el aceite de oliva que este cultivo y esta industria agrícola era inexistente en Morata a finales del siglo XVI? Según otros documentos históricos, la respuesta es que, aunque reducido, en esos años ya se cultivaban olivares en el secano del término de Morata. Para hacer esta afirmación nos basamos en otras fuentes documentales de la época que, aunque de forma reducida y no muy extensa, sí que recogen la presencia del olivar en Morata y los pueblos y lugares de su entorno más próximo. Concretamente nos referimos a la documentación que a finales del siglo XVI se generó con motivo de las ventas de terrenos baldíos que propició el monarca Felipe II con el fin de hacer frente con estos ingresos extraordinarios a la crítica situación económica del reino.

Estas ventas de tierras del patrimonio real se desarrollaron en los pueblos de nuestro entorno entre 1565 y 1590 y se conocen como perpetuaciones de tierras baldías. Estas enajenaciones, que afectaron sobre todo a fincas de secano de poca o nula calidad, permitieron a los campesinos de unas veinte localidades del entorno como Valdilecha, Arganda, Perales, Chinchón, Alcalá o Morata acceder a la propiedad de las tierras baldías del patrimonio real que, hasta entonces, labraban sin mediar título de propiedad alguno. El propio nombre de baldíos hace referencia a unas tierras que se alzaban y se plantaban para obtener escasas rentabilidades sobre todo a partir de los cultivos de cereales y, en mucha menor proporción, de viñedos y aún más reducidos algunos escasos olivares.

En la amplia documentación que generó este proceso a lo largo de más de treinta años, estudiada y analizada en profundidad por el profesor Alfredo Alvar Ezquerra en su obra Hacienda Real y mundo campesino con Felipe II, aparecen referenciadas las escrituras de compraventa en la comarca –más de 6.500 estudió Alvar Ezquerra- lo que nos permite comprobar cómo en estos años a partir de mediados del siglo XVI y hasta finales del mismo, los labradores de estos veinte municipios compraron casi 46.000 fanegas, la mayor parte de tierras de secano para cereal y el resto, 4.500 fanegas de viñedo y solo 38 de olivar. En el caso de Morata, sus vecinos se hicieron con la propiedad de 271 fanegas de viñedo y solo 2,5 fanegas de olivar. En porcentajes, según el profesor Alvar, el olivar representó el 0,4 de las tierras escrituradas, el 0,04 de la superficie perpetuada y el 0,002 del dinero invertido en las compras por los agricultores.

Estas cifras tan reducidas de olivar en toda la comarca, y también en el caso concreto de Morata, no significan que solo se cultivaran esas escasas 38 fanegas de olivar en las veinte localidades analizadas en las que se registraron estas ventas del patrimonio real. Esta cantidad, hay que insistir, solo hace referencia a los olivares que pasaron del patrimonio real a propiedad de los labradores y no incluye, desde luego, los olivares que ya pertenecían anteriormente a los agricultores de toda la comarca y en concreto de la villa de Morata.

Otra fuente documental que nos permite aproximarnos a la presencia del olivar en el secano morateño es el pago de los diezmos eclesiales por este cultivo. Un estudioso del agro castellano en este periodo del reinado de Felipe IU, Noël Salomon, autor de La vida rural castellana en tiempos de Felipe II, de media los labradores debían abonar en el agro castellano 0,08 arrobas de aceite, cantidad muy reducida sobre todo si las comparamos con las 0,38 arrobas de vino y las 7,6 fanegas de trigo. En cualquier caso, cantidades muy pequeñas que nos hablan de pocos terrenos dedicados de olivar que, sin embargo, como veremos la próxima semana, aumentaron notablemente cuando se catastraron las tierras y los cultivos de Morata, y del resto de Castilla, ciento cincuenta años mas tarde.



* Esta ausencia de referencia a los olivares o al aceite es extensible a los pueblos de la comarca y, entre ellos, los más cercanos que hemos localizado en los que se citan cultivos de olivar son, únicamente, Loeches y Estremera. Más abundantes son los pueblos, más o menos cercanos a Morata, que citan la elaboración de aceite en esa época de finales del siglo XVI: Ambite, Pezuela de las Torres, Valdilecha, Valdaracete, Valdelaguna, Anchuelo, Campo Real, Carabaña y Olmeda de la Cebolla [de las Fuentes]




Fuentes y bibliografía:

  • Hacienda real y mundo campesino con Felipe II. Las perpetuaciones de tierras baldías en Madrid. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid-Consejería de Agricultura. Madrid, 1990.

  • Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de- Segunda edición, corregida y mejorada con nuevos datos. Librería de la señora viuda e hijos de Don José Cuesta. Madrid, 1870.

Agricultura general que trata de la labranza del campo (…). Herrera, Alonso de. Edición José de Urrutia. Madrid, 1790.

  • Toledo en época de frontera. Ladero Quesada, Miguel Ángel. Universidad Complutense de Madrid. Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, nº 3, 1984.

  • Relaciones Topográficas de Felipe II. Madrid. Estudio introductorio. Alfredo Alvar Ezquerra. Comunidad de Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Imprenta de la Comunidad. Madrid, 1993.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999. (Transcripción de las respuestas de Morata al interrogatorio).

  • Relaciones Topográficas de los pueblos de España, lo más interesante de ellas. Ortega Rubio, Juan. Sociedad Española de Artes Gráficas. Madrid, 1918.

  • La vida rural castellana en tiempos de Felipe II. Salomon, Noël. Ariel Historia. Madrid, 1982.



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