viernes, 18 de febrero de 2022

Morata, tierra de viñas y de vino (II)

La decisión de Felipe II de elegir a Madrid como capital del reino (1561) favoreció el aumento del cultivo del viñedo en la villa

En 1561 Felipe II decide trasladar la corte a Madrid desde Toledo. Esta decisión, de contenido político, tendrá múltiples consecuencias a nivel económico, sociológico y demográfico para todas las villas y lugares que ocupaban el entorno geográfico más próximo a la nueva capital del reino. Entre estas villas, Morata, como tantas otras de la comarca situada en las vegas del Jarama, Tajo y Tajuña, también vio cómo las condiciones de vida de sus vecinos se vieron afectadas con la nueva situación política y administrativa generada por el rey prudente. Además, la cercanía de la nueva capital favoreció el incremento de cultivos como el cáñamo o el viñedo.




Al referirse a las características de Madrid en el tiempo en que Felipe II eligió a la villa como nueva sede de la corte española, algunos autores citaban su condición de tierra de aires y aguas sanas. Pedro de Medina, en su Libro de las grandezas y cosas memorables de España (…), editado en Sevilla en 1548, alababa estas condiciones de Madrid:

(…) muy sana porque corren por ella aires muy delgados. Tiene buenos términos, en especial los que dicen los lomos de Madrid. Cógense en ellos mucho pan y vino muy bueno (…).

Esta apreciación era cierta y hacia referencia al amplio alfoz madrileño, con varias poblaciones localizadas a escasa distancia de Madrid que surtían a sus habitantes de los abastecimientos necesarios para mantener a su población. Eran lugares hoy absolutamente integrados en la propia capital como Carabanchel, Vicálvaro o Vallecas. Estas localidades se bastaban, junto a la producción agrícola y ganadero del mismo Madrid, para cumplir sobradamente con el abasto de los vecinos de la villa antes de que esta se convirtiere en sede de la corte. Pero esta situación cambió a partir de 1561.

Basta analizar los censos en esos años anteriores a la decisión de Felipe II de convertir a Madrid en capital para ver las consecuencias demográficas a partir de su nueva condición de cabeza de un imperio que abarcaba posesiones en América, África, Asia y, por supuesto, Europa. Aunque las fuentes de la época ofrecen cifras muy distintas, Madrid pasó de un censo aproximado de unos 6.000 vecinos, equivalentes a 23.000 habitantes, en 1546. En 1561, el año de su designación como capital, eran 8.000 vecinos y, a finales de siglo, en 1598, año del fallecimiento de Felipe II eran ya 90.000 habitantes.

Por otra parte, en paralelo al incremento de población en Madrid a raíz de su elección como capital del reino, en Morata –y en otras villas y lugares del entorno madrileño- el censo no dejó de crecer desde mediados del siglo XVI y a partir de la decisión de Felipe II de cambiar la sede de su corte. Si a comienzos del siglo XVI Hernando de Colón fijaba la población de Morata en torno a 200 vecinos*, en 1528 el censo de la corona de Castilla adjudicaba a la villa 239 vecinos. Esta cifra prácticamente se duplicó a partir de 1579, 18 años después de que Madrid pasara a ser capital, y subió a 500 vecinos. Definitivamente, Felipe II propició el crecimiento de su nueva capital y, al mismo tiempo, el de todo su entorno. Y a más habitantes, mayor consumo de todos los productos imprescindibles para su población: pan, aceite, leña y, por supuesto, vino. 


Aumento del consumo de vino en la capital

Aunque, como ya hemos citado, en 1548 ya se afirmaba que Madrid se cogía mucho pan y vino muy bueno, la creciente población de la capital exigía buscar fuentes de abastecimiento alternativas para atender el consumo de los nuevos y en constante crecimiento habitantes de la villa. En el caso del vino, los regidores y comerciantes madrileños tenían varias zonas a las que acudir para cubrir sus necesidades, no sólo de las casas de los madrileños sino también de las numerosas tabernas que se extendían por todo el callejero madrileño (Algunas fuentes cuantifican en 140 tabernas y mesones en la villa de Madrid a partir de su elección como capital en 1561). Estas comarcas son las mismas que, aún hoy, agrupan el cultivo de viñas y la elaboración de vinos en la comunidad de Madrid: zona de Navalcarnero, zona de San Martín de Valdeiglesias y zona de Arganda.

En el caso de Morata nos interesan particularmente los datos y la documentación histórica que citan el cultivo de viñas, y la consiguiente transformación en vino de las cosechas anuales, en esos años próximos o posteriores a la elección de Madrid como capital del reino.

Para reseñar y documentar esta actividad vitivinícola en Morata a partir de mediados del siglo XVI acudiremos, como en tantas otras ocasiones, a una de las fuentes históricas más socorridas para está periodo histórico: las Relaciones Topográficas de Felipe II**, el extenso interrogatorio que el monarca envió para su respuesta a todas las villas, lugares y ciudades de su reino.

En el interrogatorio de Morata, aunque para referirse a los cultivos más extendidos en la villa los testigos siempre hablan de importante impulso que había experimentado la plantación de cáñamo en la vega de Morata, no falta alguna referencia al vino en una de las dos declaraciones que se conservan.

Si en el primero de estos testimonios, realizado en 1579 por los vecinos Juan Ramírez Ladrón de Ocariz y Bautista Sánchez no aparece referencia alguna ni al viñedo ni al vino, no sucede lo mismo con la declaración que unos meses después, en 1580, realiza el doctor Mejía. En concreto, el cura de la iglesia de Morata afirma en su respuesta al capítulo 23 del cuestionario real:

En cuanto al 23 capítulo dijo que la dicha villa es tierra de labranza, y se cogen en ella trigo y cebada y avena y cáñamo y vino moderadamente.

Más adelante, en el capitulo 35, el doctor Mejía afirmaba textualmente:

A la treinta y cinco dijo que la gente de la dicha villa viven de labor y granjería de coger trigo, cebada, centeno, avena y vino y ganado ovejuno, pero la principal granjería que la villa tiene es la de cáñamo, lo cual cogen y aderezan más y mejor que en otra parte ninguna de Castilla.

Mucho más extensa y significativa para cuantificar, cuando menos aproximadamente, la importancia del viñedo y de la elaboración del vino en Morata a finales del siglo XVI es la documentación relativa al proceso de perpetuación de tierras baldías que tuvo lugar justo en los años posteriores a la elección de Madrid como nueva capital. La extensa y exhaustiva documentación que generó este proceso de privatización de tierras baldías de propiedad real, nos permite conocer qué parte de estas tierras se dedicaron al cultivo del viñedo en Morata y también en las restantes localidades de la comarca*** que acudieron a la compra de estas parcelas, la mayoría de ellas situadas en las zonas de secano de sus términos municipales.

Según los datos que publicó el profesor Alfredo Alvar Ezquerra en su trabajo sobre estas ventas reales, Hacienda real y mundo campesino con Felipe II. Las perpetuaciones de tierras baldías en Madrid, en el caso de viñedos no menos de 271 fanegas de cuatrocientos estadales (3.400 metros cuadrados, aprox.) pasaron a propiedad de los vecinos de Morata que acudieron a estas ventas. Esta cifra puede parecer menor pero cobra una nueva dimensión al sumarle nada menos que 3.944 fanegas en las que las escrituras de venta no distinguían si se dedicaban a cereal o a viñas. En el caso de las que consta que se trataba de viñas, el precio medio de estas ventas se situó en torno a 221 maravedíes por fanega.

Entre los compradores de Morata hay que destacar las compras de una vecina de la villa, identificada en las escrituras como Francisca la Holgada, viuda, que adquirió por un precio total de 68.856 maravedíes nada menos que 181 fanegas de cereal viñedo, según aparece en la documentación. Esta compra, por una cantidad ciertamente elevada para la época, puede revelar una más que posible explotación destinada a enviar sus cosechas, bien de cereales o bien de vinos, a la nueva capital (Resulta evidente que, al igual que el incremento de los habitantes de la capital propiciaron el aumento del consumo de vino, también se produjo un aumento importante de la demanda de cultivos como los cereales, imprescindibles en la elaboración de un producto básico para la población como el pan).

Para completar el análisis del cultivo del viñedo y la elaboración de vino en Morata en el siglo XVI, y especialmente a partir del momento en que Madrid pasa a ser capital del imperio español, podemos analizar también los diezmos que se pagaban a la Iglesia de Toledo en los años finales de la centuria. Contamos para ello con un documento conservado en el Archivo General de Simancas (Expedientes de Hacienda, legajo 131)

En este documento se recogen los diezmos que la villa de Morata aportaba al arzobispado de Toledo entre los años 1590 y 1595.

Este impuesto de carácter individual se aplicaba a todos los cultivos y, normalmente, las cantidades a pagar eran arrendadas por las autoridades eclesiales a distintos arrendadores por una cantidad anual. Estos arrendadores se responsabilizaban de cobrar el impuesto a cada vecino, según su cosecha, bien en especie o en metálico.

En el caso del vino, a diferencia de los cereales, el impuesto se abonaba en metálico, en función de las cosechas de cada vecino propietario de bodegas. Este sistema de encabezamiento de los diezmos permitía minimizar el fraude ya que los arrendadores, residentes en cada localidad, conocían perfectamente las cosechas y las cantidades de vino elaboradas por cada vecino.

Según el documento citado las cantidades correspondientes al diezmo del vino en la villa de Morata fueron las siguientes a finales del siglo XVI:

1590: 44.100 maravedíes (arrendador desconocido).

1591: 65.000 maravedíes (arrendador Juan de Colmenar, vecino de Morata).

1592: 84.000 maravedíes (arrendador Pedro González de Almenar).

1593: 60.675 maravedíes (arrendador desconocido).

1594: 60.000 maravedíes (arrendador Francisco Calderón, vecino de Morata).

1595: 67.000 maravedíes (arrendador Juan de Colmenar, vecino de Morata).

Estas cifras reflejan unas cantidades en torno a los 60.000 maravedíes con picos a la baja de 44.000 maravedíes y al alza de 84.000 maravedíes, cifra que se alcanzó en 1592.

Siglo y medio después, a mediados del siglo XVIII, los diezmos del vino que se pagaban en Morata ascendían 209.600 maravedíes anuales en el periodo comprendido entre 1746 y 1750. Este aumento, aún contando con la inflación, refleja la realidad de un periodo en que el viñedo y el vino habían aumentado su importancia en la economía morateña, tal como seguiremos analizando en próximas entregas del blog.




*Para calcular la población real, Alfredo Alvar Ezquerra, investigador de este periodo histórico, calcula que a cada vecino que aparece en estos censos había que aplicarle un coeficiente multiplicador que oscilaba entre 3,75 y 4 habitantes, de forma que el censo de 500 vecinos de 1579 equivaldría a una población de entre 1.875 y 2.000 habitantes.

**No deja de ser curioso que entre los santos más venerados en Morata en la época en que se redactan las Relaciones se encuentre San Blas. Este santo, del que se conservaban reliquias en la iglesia de Morata, protegía, según la tradición, a las viñas de los pulgones, por lo que era habitual sacarlo en procesión cuando esta plaga afectaba a los viñedos.

***Según la investigación de Alfredo Alvar Ezquerra, en las cifras de compras de viñedo en el proceso de enajenación de baldíos en localidades próximas a Morata destaca la localidad de Campo Real, con 1.179 fanegas adquiridas por los vecinos. También realizaron compras de viñedos en Arganda, 139 fanegas; Valdilecha, 463 fanegas; Tielmes, 47 fanegas y, por último, Perales 46 fanegas.



Fuentes y documentación:

  • La vid y el vino en la meseta meridional castellana (siglos XII-XV). Sánchez Benito, José María. Universidad Autónoma de Madrid. Madrid, 2009.

  • Los fueros de Toledo. García Gallo, Alfonso. Instituto Nacional de Estudios Jurídicos. Anuario de Estudios del derecho Español. Madrid, 1975.

  • Los quiñoneros de Segovia (siglos XIV-XV). Asenjo González, María. España Medieval. Volumen 2. Editorial de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 1982.

  • Ocupación de la zona sur de la Sierra y repoblación de la misma por el concejo de Segovia. Copia de 1787. Archivo Histórico Nacional. Sección de Diversos. Concejos y Ciudades. Leg. 20. Fols. 6,39. Recogido por María Asenjo González.

  • Noticias de Madrid y de las familias (1514-1556). Fernández de Oviedo, Gonzalo. Ayuntamiento de Madrid. Guillermo Blázquez. Madrid, 2000. Libro de las grandezas y cosas memorables de España (…). Medina, Pedro de. Sevilla, 1548. Edición de González Palencia, A. Madrid, 1944.

  • Relaciones Topográficas de Felipe II. Madrid. Estudio introductorio. Alfredo Alvar Ezquerra. Comunidad de Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Imprenta de la Comunidad. Madrid, 1993.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999. (Transcripción de las respuestas al interrogatorio de las Relaciones Topográficas de Felipe II).

  • Censo de 1528: Archivo de Simancas. Contadurías Generales núm. 768. Recopilado y publicado en el Tomo I del Censo de Pecheros. Carlos I. 1528. Editado por el Instituto Nacional de Estadística. Madrid, 2008.

  • Hacienda real y mundo campesino con Felipe II. Las perpetuaciones de tierras baldías en Madrid. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid-Consejería de Agricultura. Madrid, 1990.

  • Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid. Censo de la Corona de Castilla de 1591. Vecindario. Instituto Nacional de Estadística. Madrid, 1985.

  • Alvar Ezquerra, Alfredo. Demografía Rural y fuentes no parroquiales. El Centro y el oriente madrileños en el reinado de Felipe II. Cuadernos de Historia Moderna, número 10. Editorial Universidad Complutense. Madrid, 1889-90.

  • Transcripción del texto de Descripción y cosmografía de España- Boletín de la Real Sociedad Geográfica-Tomo L-Imprenta de Eduardo Arias-Madrid, 1908.

  • Archivo General de Simancas-Expedientes de Hacienda, legajo 131.





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