jueves, 15 de septiembre de 2022

 

El cultivo del cáñamo en la ribera del Tajuña (I)

Los cañamares proliferaron en el en las tierras de regadío de la vega baja a partir del siglo XVI

(…) Otro sí ordenan y mandan, que ninguna persona pueda asedar cáñamo para los zapateros de esta ciudad, ni de fuera de ella, si no fuere de madre pura, y tal cual convenga para asedarlo. Y que sea de jugo, y delgado, y que no sea brozno ni áspero. Y que el dicho cáñamo sea de ribera de Tajuña, de Morata, o Perales, Arganda, o Utiel, o Chinchón, o Carabaña, o de otras semejantes a estas (…). El texto precedente, incluido en el título 37 de las Ordenanzas para el buen régimen y gobierno de la muy noble y muy leal e imperial ciudad de Toledo viene a reconocer la importancia del cultivo del cáñamo en la vega del Tajuña desde mediados del siglo XVI, un reconocimiento que también aparece recogido en varios textos de la época como las Relaciones Topográficas de Felipe II.



Todas las fuentes documentales apuntan a que en el siglo XVI, desde sus comienzos, el cultivo del cáñamo experimentó un auge importante en Morata y en la mayoría de los pueblos de la vega baja del Tajuña. Parece que esta planta de gran porte ya se sembraba en las tierras regadas por el Tajuña desde siglos antes, quizá con los árabes, y puede que antes, como suministradora de fibra textil para distintos tejidos, y también para el aprovechamiento de su semilla, los cañamones, utilizados en la alimentación del ganado e incluso como base de un aceite muy apreciado y utilizado para el tratamiento de distintas enfermedades*.

El cultivo de esta especie, que exigía tierras fértiles y no muy frías, así como un suministro asegurado de agua, tanto para su desarrollo vegetal como para el tratamiento que permitía obtener su fibra una vez cosechada la planta, estuvo muy presente en el periodo de la dominación árabe y, posteriormente, en la costa mediterránea del reino de Valencia y en el territorio de la actual Andalucía, aunque también era habitual en el centro peninsular, sobre todo en el entorno de la cuenca hidrográfica del Tajo y sus afluentes, entre ellos el Tajuña.

Ana Rodríguez, en su trabajo Modelos de diversidad: crecimiento económico y crisis en los reinos hispanos en la Baja Edad Media, explica cómo el sistema de explotación del territorio en la Edad Media favoreció el desarrollo de los distintos cultivos en función de las condiciones de cada territorio y del avance de la conquista de territorios a los árabes:

(…) Las diversas pautas culturales en los territorios peninsulares y el ritmo de la conquista frente a al-Andalus, crearon factores de diferenciación en las formas de explotación de la tierra y los sistemas de cultivo, explicando los sistemas andalusíes basados en las técnicas del regadío algunos aspectos clave del desarrollo agrícola en el sur y del este peninsular. (…) huertas y arrozales en Valencia y Murcia tras la conquista cristiana del siglo XIII; olivos e higueras en Andalucía y también en Cataluña, Castilla la Nueva y en el Bajo Aragón y una gran presencia en la Baja Edad Media de plantas industriales como el lino y el cáñamo.

Pero fue en siglos posteriores, a partir de la llegada de colón a América cuando la demanda de cáñamo, y el lino, una de las plantas industriales más utilizadas, aumenta en proporción directa al incremento generalizado del tráfico marítimo entre Europa y América, y el resto del mundo. Según se calcula, cuando Colón realizó su primer viaje en su equipamiento naval se incluían no menos de noventa toneladas de elementos fabricados con cáñamo en forma de velas, redes, jarcias y todo tipo de cuerdas y cabos, además de los costales en los que transportar y almacenar los alimentos y suministros.

Son estos años de la llegada de los españoles a América, y décadas posteriores, un momento histórico de auge del cultivo del cáñamo, y el lino, y así se pone de manifiesto en la documentación existente, especialmente en esa fuente inagotable de información que constituyen las Relaciones Topográficas de Felipe II, pero también en otros documentos anteriores a la elaboración del cuestionario que mandara elaborar el rey prudente.

En concreto, en los años del cambio de centuria, y pocos años después del primer viaje de Colón, ya parece que Morata y otros pueblos de la comarca mantenían un comercio fluido con el gremio de cabestreros** establecidos en Toledo. En 1499, estos artesanos de la ciudad de Toledo protestaron ante la Real Cancillería de los Reyes de Castilla por el cobro, que consideraban indebido, de una blanca –medio maravedí- por cada arroba de cáñamo que compraban en pueblos ribereños del Tajuña y el Henares, concretamente las ciudades y villas de Alcalá de Henares, Valdemoro, Morata, Perales, Carabaña, Campo Real y Arganda. Todos estos municipios recibieron una carta, en abril de 1499, remitida a sus concejos por la administración real para se abstuvieron de cobrar este impuesto a los cabestreros toledanos y respetaran sus privilegios que les eximían de pagar cantidad alguna en el traficó del cáñamo.

Además de esta comunicación general a todos los pueblos que trataban de cobrar este impuesto, algunos como Morata también recibieron una carta individualizada que en el caso de Morata recibió el concejo en mayo del mismo año de 1499, reiterando que no tenía derecho a imponer esta tasa sin contar para ello con una licencia real que anulase los derechos históricos alegados por los cabestreros toledanos.

El conflicto por la aplicación de este impuesto, anulado por decisión real, no impidió que los artesanos toledanos del cáñamo siguieran acudiendo a la ribera del Tajuña para abastecerse de la materia prima con la que desarrollaban su trabajo.

No en vano, en otro texto muy indicativo de la época, el Itinerario de Hernando de Colón, también se cita a Morata como lugar dedicado al cultivo del cáñamo junto co los cereales:

(…) Morata es un lugar de docientos vesynos está en llano ribera de río dicho Taxuña, es del arçobispaqdo de Toledo e tiene la mejor vega que ay en esta tierra de pan e cañamares.

Los cabestreros de Toledo disponían, como otros gremios medievales, de unas ordenanzas sancionadas por el rey que regulaba hasta los más mínimos aspectos de su trabajo, el acceso al oficio y las normas que los regulaba. Entre ellas, parte fundamental era la obtención de la materia prima en los lugares que consideraban que ofrecían más calidad para sus trabajos, de ahí, que la inclusión del cáñamo de la vega del Tajuña entre los elegidos como de mayor calidad -al mismo nivel que los de la villa valenciana de Utiel, uno de los más apreciados del reino- suponga un refrendo del aprecio que se tenía por las plantas y las fibras cosechadas y elaboradas en la comarca de la vega baja. Que el cáñamo utilizado en la ciudad de Toledo fuera, necesariamente, de ribera de Tajuña, de Morata, o Perales, Arganda, o Utiel, o Chinchón, o Carabaña, o de otras semejantes a estas, de aguas dulces. Y que no sea de cáñamo de huerta ni secano, certifica el buen trabajo de los agricultores ribereños del río Tajuña y justifica el viaje, por entonces nada accesible, desde Toledo para adquirir el material y cumplir así con unas normas gremiales que ordenaban que ninguna persona, de cualquier estado y condición que sea, no sea osado a vender ninguna cosa de cáñamo, sino fuere conforme a las dichas ordenanzas. So pena de perderla obra, y mas dos mil maravedíes de pena, aplicados según de suso [sentencia] (…).


Carta al Concejo de Morata para que no cobre una blanca a los cabestreros de Toledo (PARES-Archivo General de Simancas, RGS, legajo, 149905,149)

El cultivo del cáñamo en las Relaciones Topográficas

La fecha de la aprobación de las ordenanzas del gremio de cabestreros de la ciudad de Toledo, 1561, junto con su contenido no sólo garantiza la calidad del cáñamo cultivado y manufacturado con las aguas del Tajuña sino que confirma también el buen momento que atravesaba este cultivo en años de máxima demanda que no podía cubrir las importaciones de cáñamo procedente de países como Francia e, incluso Rusia. Unos años después, son los propios morateños quienes confirman que el cáñamo es uno de los cultivos más importantes de su vega -junto con los cereales como el trigo y la cebada- cuando responden al cuestionario de Felipe II, las Relaciones Topográficas. En varios apartados de los dos cuestionarios que se llevaron a cabo, el de 1579 y el de 1580, aparecen referencias al cáñamo. En el primero de ellos, ya desde la segunda pregunta se cita este cultivo:

(…) habrá en la dicha villa quinientos vecinos al presente, y tienen memoria por oídas de hombres viejos que la dicha villa ha sido de menos vecindad antes de ahora y la causa por la que ha aumentado es la multiplicación de la gente y haberse casado, y haberse quedado en la dicha villa, y edificado en ella, y también porque algunos forasteros han venido a trabajar en la dicha villa en el beneficio del cáñamo que en ella se coge, y pareciéndoles que en ella pueden vivir del dicho trabajo y beneficio (…).

En la respuesta al capítulo veinte afirman:

A los veinte capítulo dijeron que por junto a la dicha villa de Morata y hacia la parte del mediodía, ochocientas varas de distancia poco más o menos, pasa un río que se dice Tajuña, que es río pequeño que siempre tiene agua en su tanto, y se riega con el cantidad de tierras donde se coge cantidad de cáñamo y trigo y otras semillas (…).

Más adelante, en la respuesta del capítulo 23 responden los vecinos de la villa:

Al capítulo veinte y tres respondieron que la dicha villa de Morata tiene tierra de labranza y lo que en ella se labra fuera de lo que es vega es estéril y de poco llevar, y lo que en ella más se coge es cáñamo y pan (…).

Finalmente, en el capítulo 35 del primer cuestionario se ofrece una respuesta similar, aunque resulte sorprendente que solamente se cite el beneficio del cáñamo y no otros cultivos:

Al capítulo 35 de la dicha relación dijeron que los vecinos de la dicha villa viven de la labor y granjería de sus tierras y beneficio del cáñamo que en ella se coge.

Un año después, en 1580, se dio respuesta a un cuestionario muy similar en el que también se destaca el cultivo del cereal y el cáñamo en la respuesta al capítulo 20:

A los veinte capítulos dijeron que el río que se dice Tajuña pasa por junto a la dicha villa la vega abajo, dos tiros de arcabuz de ella por la parte del mediodía de la dicha villa (…) con cuya agua se riegan tres mil fanegas de pan en sembradura poco más o menos, adonde se cogen mucho frutos de cáñamo y pan (…).

Respuesta similar obtiene el capítulo 23 del cuestionario:

(…) dijeron que la dicha villa es tierra de labranza y se cogen en ella trigo, cebada y avena y cáñamo y vino moderadamente (…).

Al igual que en Morata, en muchos de los pueblos de la comarca se destaca en sus respuestas al cuestionario de Felipe II la presencia del cáñamo entre sus cultivos más abundantes. Así sucede en Carabaña, que a la pregunta 23 responde:

(…) cógese trigo, cebada, cáñamo y algunas poco vino y aceite (…)

Muy similar es la respuesta de Tielmes:

(…) No hay cosa notable más de que el marqués de Mondéjar tiene en esta villa y su término un mayorazgo, por el cual parece que sus pasados lo dejaron y la dicha memoria y mayorazgo es muy grande y de muy buena hacienda de cañamares, molinos y casa de mesón (…).

Por otra parte, escaso cuerpo documental existente sobre este periodo histórico en Morata nos impide, siquiera aproximadamente, cuantificar las cosechas anuales de cáñamo en el siglo XVI, cuando parece que este cultivo alcanzó el cenit de su presencia en la vega morateña. La documentación sobre el pago de diezmos, que habitualmente constituye una muy buena fuente para cultivos como los cereales o el vino, no resulta de gran ayuda en el caso del cáñamo ya que el diezmo de este producto se incluía en los denominados menudos, correspondientes también a otros cultivos económicamente menos importantes que el cereal o la vid.

En cualquier caso, sí que hemos localizado un documento, de arrendamiento de diezmos en la última década del siglo XVI en Morata, en el que aparecen reflejadas las cosecha anuales del mayor contribuyente de la villa en esos años, Diego Fajardo. Según esa relación, este miembro de la pequeña nobleza local cosechó 126 arrobas de cáñamo en el año 1594 y 153 arrobas un año después, cantidades pequeñas que, no obstante, hay que señalar que corresponden a un solo vecino. La existencia en la vega de Morata de varias de las denominadas pozas de cáñamo necesarias para tratar la cosecha, tal como veremos la próxima semana, confirman que era un cultivo muy extendido aunque también es cierto que su importancia en la economía agraria de la villa no dejó de disminuir en los años siguientes, como también analizaremos a partir de la documentación el Catastro de Ensenada.



*Cuando el cultivo del cáñamo a gran escala hace siglos que desapareció en la vega del Tajuña, resulta muy complicado, por no decir imposible, determinar qué variedad de esta planta era la que se sembraba en la comarca y si la misma contenía y en qué cantidad el THC, el principio activo de la variedad de cáñamo conocida como marihuana. Sí que está documentado que en la cultura de los musulmanes presentes en la península el uso del cáñamo, con fines lúdicos y hasta medicinales, era relativamente frecuente y formaba parte de su día a día, al contrario de lo que sucedía con el vino, prohibido por su religión y habitual en la cultura cristiana, donde el vino formaba parte de su liturgia.

También está documentado, que la Inquisición prohibió y castigó el uso lúdico del cáñamo a los cristianos, lo que indica que también se cultivaban variedades destinadas a un uso distinto del industrial.

Cuando ya el cultivo del cáñamo era prácticamente residual en la comarca del bajo Tajuña, José Hidalgo Tablada, un estudioso y profundo conocedor de la agricultura en el siglo XIX, reseñaba en una de sus obras más ambiciosas, redactada junto con otros especialistas, el Diccionario Enciclopédico de agricultura, ganadería e industrias rurales, que en esos años de mediados de siglo y décadas siguientes se cultivaban en España tres tipos de cáñamo: el cáñamo ordinario, el cáñamo del Piamonte y el cáñamo de China, también denominado gigantea o cannabis indica, todos ellos destinados al uso industrial o alimenticio.

Sin embargo, es el mismo Hidalgo Tablada, en su Tratado de las abejas, su multiplicación y productos en España, quien cuenta que las abejas resultaban afectadas cuando libaban en las flores de algunas plantaciones de cáñamo:

(…) algunas veces cae al suelo una abeja, y se revuelca con gran velocidad, intenta volar, y si lo consigue, cae otra vez y sigue con mas violencia dando vueltas en el suelo; lo que tiene es que está vertiginosa, loca, de cuyo mal muere (…). Esta enfermedad, no es muy común, y menos donde se cultivan poco las umbelíferas, por lo cual se cree sin datos para poderlo afirmar, cómo gran parte de lo que ocurre a las abejas, tan difíciles de estudiar, que la produce la flor del cáñamo (…).


** Los cabestreros desarrollaban su oficio artesano en sus talleres donde se elaboraban cabestros y otras obras de cáñamo, jáquimas, cinchas, etc. Los cabestros consistían en ramales de cuerda o correa de una o dos varas de largo que se fijaban en la cabeza y servían para atar los animales al pesebre o cualquier otra parte y para conducirlos a mano. También se denominaba cabestro a la cuerda que se ponía a las caballerías sobre las narices de modo que haciendo un nudo debajo o a un lado del barbuquejo del animal se formaba una especie de cabezada.




Fuentes y documentación:

  • Ordenanzas para el buen régimen y gobierno de la muy noble y muy leal e imperial ciudad de Toledo. Imprenta de José de Cea. Toledo 1858.

  • Modelos de diversidad: crecimiento económico y crisis en los reinos hispanos en la Baja Edad Media. Rodríguez, Ana. Vínculos de Historia, nº 2. Instituto de Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales. CSIC, Madrid. 2013.

  • Archivo General de Simancas, RGS, legajo, 149905,149.

  • Archivo General de Simancas, RGS, legajo, 149904,30.

  • Descripción y cosmografía de España. Colón, Hernando de. Boletín de la Real Sociedad Geográfica. Tomo L. imprenta de Eduardo Arias. Madrid, 1908.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999 (transcripción de las respuestas de las Relaciones Topográficas de Felipe II).

  • Relaciones Topográficas de los Pueblos de España. Ortega y Rubio, Juan. Sociedad Española de Artes Gráficas. Madrid, 1919.

  • Alcabalas y diezmos de Morata. Archivo General de Simancas. Expedientes de Hacienda, legajo 131.

  • Diccionario Enciclopédico de agricultura, ganadería e industrias rurales. Tomo III. Madrid, Viuda e hijos de J. Cuesta editores. Madrid, 1886.

  • Tratado de las abejas, su multiplicación y productos en España. Hidalgo Tablada, José de. Librería Cuesta. Madrid, 1875.







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