jueves, 10 de agosto de 2023

La elección de diputados a Cortes en el distrito de Chinchón 1846-1923 (XIII)

Raboso Castellanos, apadrinado por Alcalá Zamora, consiguió la victoria en 1918 y 1919

El hijo del diputado, Emilio Raboso, representó al distrito en la Diputación Provincial

Las elecciones al Congreso de los Diputados de 1918 iban a significar el regreso al distrito de Chinchón de Juan de Dios Raboso Castellanos. Tras un paréntesis de dos legislaturas en las que representó al distrito de Priego (Córdoba), Raboso Castellanos compitió con el también liberal Gerardo Doval, de la corriente romanonista, y Cecilio Hereza, conservador. A diferencia de otras elecciones, el resultado fue muy ajustado Como era costumbre, también se denunciaron irregularidades, en estas elecciones como sucedió en las de 1819.



El 24 de febrero de 1918 se convocaban elecciones al Congreso de los Diputados en medio de clima político muy deteriorado y condicionado, en los meses previos, por una elevada inflación y desempleo que desembocó en la convocatoria de huelga general de agosto de 1917. En el distrito de Chinchón, que en las últimas elecciones había otorgado la victoria al abogado gallego Gerardo Doval, apadrinado por el conde de Romanones, jefe de filas de una de las corrientes del liberalismo, parecía que podía inclinarse de nuevo por el abogado gallego frente al otro candidato, el conservador y maurista Cecilio Hereza Ortuño. Estas previsiones se iban a ver alteradas por la reaparición en los pueblos del distrito de un antiguo diputado del mismo, Juan de Dios Raboso Castellanos.

Diputado en representación de Priego (Córdoba) durante dos legislaturas, Raboso Castellanos regresaba al distrito de Chinchón para disputar el triunfo a su compañero de partido, que no de corriente, el romanonista Doval, y al conservador Cecilio Hereza, abogado y natural de la ciudad albaceteña de Almansa. Raboso Castellanos no desaprovechó el apoyo de Alcalá Zamora y, aunque con un resultado más ajustado que cuando se presentó por primera vez por el distrito, consiguió la victoria por un escaso margen, pero suficiente para afianzar su influencia en los pueblos de la comarca. En estas elecciones, con un censo de 10.985 electores, se contabilizaron 8.173 votos de los que 3.419 correspondieron a Raboso Castellanos, 3.017 al también liberal Gerardo Doval y 1.681 al conservador Cecilio Hereza.

Tan ajustado resultado en un distrito en el que, lamentablemente, eran tan habituales las malas prácticas electorales, provocaron como era de esperar las protestas de Gerardo Doval, ¡compañero de partido de Raboso! y que tan cerca había estado de conseguir renovar su escaño. En las protestas ante el Tribunal Supremo* Doval estuvo acompañado por el candidato conservador, Cecilio Hereza. Incluso, aunque de manera testimonial, el propio Raboso Castellanos se quejó de prácticas contrarias a la pureza de las elecciones. Para la mala fama que arrastraba el distrito en cuestiones electorales, no podía ser más desastrosa esta protesta generalizada de los tres candidatos que optaban a ocupar el escaño por Chinchón.

Según publicaba La Correspondencia de España, Cecilio Hereza se quejaba de un asunto ya clásico en el distrito, la compraventa de votos y de que en algún pueblo a falta de urnas se habían sustituido en un colegio por un frasco de cristal que hallabase cubierto con una hoja de lata.

Gerardo Doval, por su parte, denunciaba el papel jugado por Alcalá Zamora en el resultado de las votaciones y en la elección de Raboso Castellanos que, nen su opinión, se había visto beneficiado por la influencia del ministro de Fomento que ha favorecido a los amigos del señor Raboso. (La Correspondencia de España, 1 de marzo de 1918).

Sobre la influencia de Niceto Alcalá Zamora en las elecciones en el distrito de Chinchón se pronunció en un tono crítico y de denuncia en El Madrileño**, semanario muy activo en esos años frente a Raboso Castellanos, al que no dudó en calificar de cacique. En un artículo publicado pocos días después de celebrarse las elecciones, y ya con Juan de Dios Raboso en posesión de su acta con todas las bendiciones legales, el periódico publicó un artículo que no dejaba lugar a dudas sobre la opinión que les merecía el ministro de Fomento y el diputado por Chinchón:

Artículo 29. Condiciones para ser ministro de Fomento:

No tener vergüenza. Robar actas como las de Chinchón y Montilla.

Perorata del ministro ante numerosa comisión de los pueblos del distrito de Chinchón:

Dice Niceto: Este {abrazando a Guarrete [sic]) es mi hermanito; aquí manda como si fuera el ministro. ¿Ha ofrecido el canal, el ferrocarril y las tres carreteras? Pues hecho: a votar a Raboso, a derrotar a Doval.

Los actores y testigos de esta coacción escandalosa, de este delito cometido por un ministro, se atreverán a declarar esta verdad bajo su firma.

Pero nosotros acudimos al tribunal supremo de la opinión pública y le rogamos pida a don Niceto absuelva estas posiciones:

Diga cómo es cierto que poco antes de ser ministro le prestó Raboso varias cantidades en efectivo metálico.

Por su honor de caballero, y por su conciencia de católico, y por el respeto que como monárquico debe a su Rey, diga si es cierta la coacción electoral de que le acusan Doval y sus electores.

Dice que sí; pues deben echarle a puntapiés del ministerio.

Dice que no; pues deben echarle también a puntapiés del ministerio, por sinvergüenza y por embustero (…). (El Madrileño, 10 de marzo de 1918).

Con un vocabulario tan agresivo como mordaz, y acusaciones tan graves como la compra de votos, la utilización del cargo de ministro para influir en las elecciones y la existencia de prestamos de dinero del diputado a su padrino, El Madrileño dejaba clara su postura ante ambos políticos y, sobre todo, ante Alcalá Zamora del que pedía la dimisión por sinvergüenza y embustero.

Juan de Dios Raboso Castellanos (Fuente: La Ilustración Financiera, 1912)
 

Reelección de Raboso Castellanos en 1919

La crisis política que arrastraba el país desde, al menos, 1917 no tenía visos de solución cuando, poco más de un año después de las elecciones que habían significado el regreso y triunfo de Raboso Castellanos al distrito de Chinchón, se convocaron nuevos comicios para el mes de junio de 1919. Con la amenaza de dimisión del rey y con el sistema del turnismo claramente agotado e incapaz de ofrecer soluciones al país, la convocatoria de nuevas elecciones significó la repetición de una situación habitual en el distrito: la presencia de dos candidatos liberales, Juan de Dios Raboso y Aquilino Asensio, por las corrientes prietista y romanonista del Partido Liberal, y un tercer candidato perteneciente Partido Conservador que, en esta ocasión, repetiría con Cecilio Hereza.

La votación se presentaba ajustada por la incógnita que representaba la candidatura de Aquilino Asensio, veterano diputado provincial y natural de Aranjuez. El semanario El Madrileño, en su edición del 11 de mayo, calificaba a Asensio como hombre brillante y con posibilidades de optar al triunfo, aunque no dejaba de reconocer que Raboso contaba con muchos amigos incondicionales que le permitían aspirar a repetir el escaño. Menos posibilidades otorgaba el semanario a Cecilio Hereza a pesar de contar con lo que El Madrileño definía como el factor oficial, o en otras palabras, el apoyo ministerial que tanto influía en las elecciones.

Como era de esperar la candidatura de Asensio no contó con el beneplácito de Alcalá Zamora que, lejos de aprobar la presencia del político afín a Romanones, se dirigió a éste con una oferta clara, la retirada de la candidatura del diputado provincial en el distrito de Chinchón a cambio del apoyo a candidatos romanonistas en otros distritos. Naturalmente, la propuesta y cambalache fue aceptada y Asensio retiró su candidatura, dejando vía libre a un Raboso Castellanos que, según publicaba El Madrileño, ya veía claro el triunfo:

(…) El Sr. Asensio, cediendo a los requerimientos de su querido amigo y jefe, retira su candidatura; pero ha pedido se le releve de tener que apoyarle.

El triunfo de Raboso está bastante afianzado, a pesar de que en Arganda, Colmenar de Oreja y Chinchón parece ser que está muy bajo; le apoyan varios romanonistas; entre ellos, los Sres. Freiré y Larroca, de gran valimiento en todo el distrito. (El Madrileño, 18 de mayo de 1919).

Con estas previsiones se llegó al día de las votaciones del 1 de junio en las que, como se pronosticaba, Juan de Dios Raboso consiguió la victoria frente al conservador y maurista Cecilio Hereza, incapaz de aprovechar la ayudas ministeriales que en el resto del país dieron un cómodo triunfo al partido conservador. En el distrito de Chinchón Raboso consiguió el apoyo de 3.721 votantes de un censo total de 10.991 electores de los que 7.320 ejercieron su derecho al voto. El candidato conservador, Cecilio Hereza, según los resultados oficiales, consiguió 3.555 votos, apenas 166 votos de diferencia en una de las elecciones más ajustadas de toda la historia electoral del distrito de Chinchón.

En El Madrileño no dejaba de insinuar la sospecha sobre prácticas prohibidas en las elecciones y, de hecho, el Tribunal Supremo hubo de pronunciarse sobre las denuncias de Hereza.

En su informe, emitido el 23 de junio de 1919, el Tribunal Supremo recogía las protestas que formuló Cecilio Hereza por la existencia de coacciones ejercidas en los pueblos de Carabaña, Fuentidueña de Tajo, Valdilecha y Perales de Tajuña; excepción de este último pueblo, en que se atribuyen al alcalde las coacciones, no determina ni en qué consistieron estas ni por quién se cometieron (…) (Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, 26 de junio de 1919).

El asunto, como era habitual, no llegó a mayores y Raboso Castellanos no tuvo problemas a la hora de confirmar su acta de diputado en el Congreso. Sin embargo, el hecho de Juan de Dios Raboso consiguiera ratificar su tercera elección por el distrito, no impedía que el clima político no siguiera contaminado en todos los ámbitos políticos.

En la Diputación Provincial de Madrid, el siguiente escalón del organigrama administrativo del Estado, las sospechas de corrupción política no hacían sino complementar y apuntalar la misma idea que afectaba a las elecciones para el Congreso de los Diputados. Resulta muy significativo que uno de los diputados que representaba al distrito en la institución provincial desde 1916 era alguien con una estrecha relación con Raboso Castellanos, su hijo Emilio. Como si se tratara de una saga aristocrática, el clan de los Raboso no podía dejar de contar con uno de sus miembros en una institución de la que dependían la mayor parte de las inversiones de los ayuntamientos de la provincia. Esta situación no escapaba a El Madrileño y en un artículo titulado Alcalá-Chinchón y los enjuagues electoreros, se cuestiona la corrupción y el papel de los diputados del distrito, entre ellos Emilio Raboso:

La corrupción avanza como ola pestilente que contamina y echa a perder lo que a través de invasiones anteriores aún quedaba sano. Esta corrupción a que nos referimos no es otra que la que supone obrar contra los dictados de la conciencia y la razón, contra el ideal sinceramente concebido, contra la fe política, tan sólo por el medro y el egoísmo personal vislumbrados en los caminos de la traición.

(…) Otro de los candidatos es D. Emilio Raboso. Los electores de Alcalá-Chinchón siguen sin conocer a este señor, que no ha dejado ninguna huella demostrativa de su actividad en la Diputación; no lo conocen porque en su propaganda sucede como en la vez anterior, que cuando están sus amigos poniéndole en las nubes en Chinchón, dicen que está de propaganda en los pueblos de Alcalá, y viceversa, resultando que Raboso no se deja ver en ninguna parte, porque no sale de Madrid, y no sale a visitar a los electores porque teme, con razón, que, si le conocen, no le votarán. Por algo es zamorista «per accidens». (El Madrileño, 29 de junio de 1919).

Pese a estas denuncias, padre e hijo continuaron en los siguientes años ejerciendo su influencia. Juan de Dios Raboso, siempre activo en utilizar y manejar influencias, seguiría siendo el diputado del distrito de Chinchón por algunas legislaturas más como veremos.


*El informe del Tribunal Supremo sobre las elecciones en el distrito de Chinchón es todo un catálogo de prácticas antidemocráticas y delictivas. Los tres candidatos denunciaron irregularidades pero, pese a todo, el Tribunal Supremo aprobó el acta de Juan de Dios Raboso. Resumimos los puntos más destacados y escandalosos del informe:

(…) Protestó el Sr. Doval de las coacciones de distinto género y clase de que se valió Raboso, entre otras, las de llevar del brazo hasta la mesa electoral a varios electores, entregándoles previamente su candidatura; que en Colmenar y Chinchón le atribuyeron hechos falsos y en cambio Raboso se benefició con indicaciones de hacer obras en algunos pueblos y haber dado una credencial de 4.000 pesetas a un vecino de Chinchón.

El candidato señor Hereza denuncia la compra de votos en varios pueblos y en el periodo oportuno presentó un escrito haciendo constar que en Ambite no hubo elección, pues no tuvo él un solo voto; en Arganda se pagaban los votos con verdadero escándalo por el señor Doval en la plaza, levantándose acta por Juan de Dios Raboso en que así se hacía constar, y lo mismo sucedió en Belmonte de Tajo, por 3.000 pesetas que Aquilino Asensio ofreció en favor del Sr. Doval; que en Carabaña estaba la urna constituida por un frasco de cristal sin cerrar, pudiendo levantarse la tapa en cualquier momento y cambiar las candidaturas; y que en Colmenar de Oreja, de donde es el Sr. Hereza, se compraron también los votos por 2.000 pesetas, según rumor público, pues si no hubiera tenido él más votación, como sucedió la otra vez; que en Morata de Tajuña también compró Doval votos, según hizo constar Raboso en otra acta notarial; lo propio que pasó en Valdilecha (…); y lo mismo puede decirse de Villarejo de Salvanés, pues el alcalde José Muñoz tuvo ocasión de comprobarlo, deteniendo a alguno de los que vendieron el sufragio. Además era tan numerosa la gente que se agrupaba alrededor de la mesa, que resultaba imposible enterarse de cómo iba la elección, levantándose de ambos hechos la correspondiente acta que se acompaña, y añadiendo que en todos los demás pueblos del distrito hubo compra de votos (…).

Por parte del Sr. Doval se manifestó el acta de escrutinio que acompañaba tres actas notariales que no se han traído a los autos, sin que por lo tanto pueda hacerse referencia a los abusos que en los mismos se pudieran relatar. Por todo lo expuesto se puede afirmar que la base de las protestas únicas que han revestido más caracteres de exactitud son las del señor Hereza sosteniendo la compra de votos en Carabaña, fijándose hasta las cantidades que se habían ofrecido, y lo propio respecto de compras parciales en Villarejo de Salvanés, en donde se corrobora que no se podía ver lo que pasaba en la mesa por un grupo de electores que estaba alrededor; pero tales hechos en nada se refieren al candidato proclamado Juan de Dios Raboso, que apenas se le nombre más que para cooperar a los fines que al Sr. Hereza impulsaban.

Y por estas razones y teniendo en cuenta que el candidato proclamado Sr. Raboso tiene 402 votos más que el Sr. Doval y 1.681 sobre el Sr. Hereza, y que aunque se pudiera descontar alguna pequeña cantidad por deficiencias en la elección, nunca alteraría la mayoría que dicho Sr. Raboso ha conseguido, y más con respecto al Sr. Hereza, que ha obtenido menor votación. (…) Madrid, 14 de marzo de 1918. (Diario de sesiones del Congreso de los Diputados, 22 de marzo de 1918).


**El Madrileño fue un semanario editado por C. Alonso y Cia que se publicó entre 1917 y 1922. En su mancheta se anunciaba como semanario defensor del regionalismo de la provincia de Madrid. Esta publicación, en la que nunca se firmaban sus artículos, cumplió con su propósito de defender los intereses de los madrileños, lo que le valió en no pocas ocasiones problemas con la justicia. El 29 de abril de 1922, por ejemplo, en sus paginas se informaba sobra la prisión de su director, Velázquez, con motivo de uno de los procesos incoados contra este semanario. En sus páginas se mostraron especialmente combativos, y así lo anunciaban en su primer número, frente a lo que denominaban la mentira electoral, la oligarquía y el caciquismo. En el plano social El Madrileño también emprendió una especie de cruzada contra la prostitución, el juego y el vicio de fumar. Desde estos principios ideológicos, Juan de Dios Raboso, que ejerció todo su poder en el distrito de Chinchón justamente en los años en que se editó el semanario, fue multitud de veces protagonista de su páginas, siempre como ejemplo del tipo de político contra el que luchaba El Madrileño.


Fuentes y bibliografía:

  • Madrid en la sociedad del siglo XIX. Vo.l 1. Consejería de Educación. Edición a cargo de Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde. Secretaria General Técnica. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1986.

  • Congreso de los Diputados. Diario de sesiones. Serie Histórica. www.congreso.es.

  • Oratoria y periodismo en la España del siglo XIX. Seoane, María Cruz. Fundación Juan March-Editorial Castalia. Madrid, 1977.

  • El sistema electoral de la Constitución de 1845. Ull Pont, Eugenio. Revista de Derecho Político, nº 39. 1994., pp. 107-157. Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

  • O´Donnell. Perez Galdós Benito. Biblioteca digital abierta.Textos. Info. 2018.

  • La revolución de julio. Pérez Galdós, Benito. Biblioteca Virtual Universal. 2003.

  • Memorias de un hombre de acción: El sabor de la venganza. Baroja, Pío. Rafael Caro Baggio. Madrid, 1921.

  • Memorias de un ministro de Alfonso XIII (1877-1930. Alcalá Zamora, Niceto.La Esfera de los Libros. Madrid, 2013.

  • Hombres, lugares y cosas de La Mancha. Apuntes para un estudio médico-topográfico de la comarca. Fascículo 1. Mazuecos, Rafael. Fundación Mazuecos. Alcazar de San Juan. Junio 1951.

  • Estadística de las Cortes y de los Ministerios. Estadística del personal y vicisitudes de las Cortes y de los Ministerios de España. Imprenta y fundición de la viuda e hijos de J. A. García. Madrid, 1880.

  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.









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