jueves, 19 de mayo de 2022

 

Morata, tierra de viñas y de vino (XIV)

Las uvas colgadas tenían gran aceptación en los mercados madrileños en los meses de invierno

Conservar las uvas cosechadas entre septiembre y octubre en los pueblos de la comarca del Tajuña fue una costumbre a la que acudieron los cosecheros para disponer de fruta en los meses de invierno. Además de las manzanas y peras de invierno –peras de Roma, verdedoncella,…-, conservadas en las cámaras y altillos de las casas, y de los melones reservados hasta su consumo en los meses más fríos, en muchos hogares de Morata era frecuente ver los racimos de uva colgados de cuerdas en los portales y otras dependencias domésticas. Aparte del autoconsumo, estas uvas también eran enviadas a los mercados madrileños, donde eran muy apreciadas, para su consumo como fruta.


Desde tiempo inmemorial los campesinos, acostumbrados a aprovechar al máximo sus cosechas y todos los recursos que tenían a su alcance, aprendieron métodos de conservación para los productos que cultivaban. Antonio de Guevara, en su célebre obra Menosprecio de corte y alabanza de Aldea, ya afirmaba en el siglo XVI que (…) es privilegio de aldea, que el que tuviere algunas viñas, goce muy a su contento de ellas, lo cual parece ser verdad, en que toman muy gran recreación, en verlas plantar, verlas vinar, verlas descubrir, verlas cubrir, verlas cercar, verlas vardar, verlas regar, verlas estercolar, verlas podar, verlas sarmentar: y sobre todo en verlas vendimiar. El que mora en la aldea toma también muy gran gusto (…) en colgar uvas para el invierno, (…). Los que moran fuera del aldea, no tienen manojos que guardar, ni cepas que quemar ni uvas que colgar, ni vino que beber, ni aun arrope que gustar: y si algo de esto quiere tener, a peso de oro lo han de comprar (…).

No resulta extraño que en un pueblo como Morata, en el que en el año 1881 se cultivaban unas 1.560 hectáreas de viñedos, tal como ya hemos visto en anteriores entregas del blog, la costumbre de colgar las uvas para conservarlas de cara al invierno estuviera muy extendida, al menos, desde el siglo XIX, cuando ya existe documentación que confirma esta práctica de los agricultores morateños. (Contestación al interrogatorio sobre cultivo de cereales, olivos, vid y agrios e industrias derivadas, de Fernando Ortiz Cañabate).

La producción de estas viñas en 1881 resultaba una de las más abultadas de la provincia de Madrid, junto con las de los pueblos vecinos de Chinchón, Arganda y Colmenar de Oreja. Eduardo Abela en su libro Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y medidas convenientes para su desarrollo, aseguraba que esta producción tenía un valor por término medio de nueve pesetas los cien kilogramos de uva destinados ya a verdeo o a la producción de vino. Esta respuesta indica que no era ni mucho menos extraño que parte de la producción, de la cosecha anual de uva, se destinara tanto al verdeo, en los meses de septiembre y octubre, como a su venta en los meses invernales, después de ser conservada en las casas hasta su consumo.

Naturalmente, el mayor porcentaje de la cosecha anual se dedicaba a la elaboración de vino pero los agricultores, con buen criterio, también destinaban una parte de esta producción a uva de mesa, un producto que tenía una excelente acogida en el que entonces era el mercado central de Madrid, situado en la plaza de la Cebada, al que llegaban los carros desde Morata y otros pueblos de la comarca.

Para conservar estas uvas destinadas al consumo de los habitantes de la capital y también, cómo no, de los propios morateños, aparte del socorrido sistema de colgarlas de las vigas de madera con las que se acondicionaban las bovedillas de los techos de las casas, se utilizaban otros sistemas alternativos. José García Sanz, en su Novísima guía de labradores, jardineros y arboristas explicaba alguno de estos métodos de conservación:

(…) Las uvas, colocadas en filas superpuestas y separadas entre sí por capas de turba o césped, han pasado el invierno en un cuarto inhabitado y expuesto al frío.

Cuando después de varios meses se abrió la caja que las encerraba, dice se encontraron en perfecto estado de conservación, y tenían doble tamaño que cuando fueron colocadas allí.

La película hallábase fresca y sin ninguna arruga, y su gusto era agradabilísimo, según los miembros de la Sociedad de Horticultura que las probaron. El procedimiento, por lo fácil y económico, puede ser ensayado por cualquiera (…). (Novísima guía de labradores, jardineros y arboristas, o tratado práctico de agricultura y economía rural. Tomo 1).

Las uvas para colgar tipo malvasía –o malvar- y vigeriego

Según algunos de los especialistas en el cultivo de la vid, las variedades más adecuadas para consumir de verdeo y para conservar en las casas hasta la llegada del invierno eran las conocidas como malvar, o malvasía, vigeriegos y albillo, todas ellas de uva blanca. Se trataba, siempre, de buscar variedades que aportaran dulzor y que, en la medida de lo posible, tuvieran un hollejo más fino que las variedades más rústicas.

Uno de los especialistas en el cultivo del viñedo y la elaboración de vino, José Hidalgo Tablada, como tantas veces hemos visto en el blog uno de los mejores expertos y teóricos agrícolas del siglo XIX, definía así dos de las variedades de uva más utilizadas por los agricultores morateños para destinarlas al verdeo y al mercado de invierno de Madrid para su venta como fruta:

Malvasía

Esta variedad muy estimada en uva en el mercado de Madrid, adonde se lleva desde principios de septiembre hasta enero del año siguiente de la cosecha, hace veinte años no se conocía apenas en los pueblos del distrito de Chinchón. Nosotros fuimos de los primeros que plantamos una viña en 1845 y tuvimos tal acierto en la elección del terreno, que la uva que produce es la más estimada en esta localidad (Morata) hasta el punto de venderse cuatro y más reales por arroba más caro que la de su misma clase llevado de aquí (…).

En Colmenar de Oreja se hace un gran negocio con la uva malvasía, que aquí conocemos con el nombre de malvar. Se cuelgan para llevar a Madrid en otoño de treinta a cuarenta mil cargas de ocho a 10 arrobas [cada] una (…).

Uvas redondas, superficie igual, duras al partir pero agradables al mascar, dulces sin ser empalagosa, color de cera si se cortan cuando principia a madurar en primeros de septiembre, doradas según pasa el tiempo en la cepa, en la que resisten hasta muy tarde.

Vigeriegos.

Así como en los trajes varían las modas, en los alimentos suele suceder que se hagan algunas alteraciones, y de ser así, resulta que hará veinte años que la uva vigeriega, o gordal como se llamaba en Morata, tenía tal aceptación en Madrid para fruta, que en tres fanegas de tierra de las de aquí, que representan una y media aranzada, hemos sacado algunos años antes de 1850, tres o cuatro mil reales, y en este tiempo había en este término una viña que solo tenía ochocientos puestos de vid, que era unas dos aranzadas, la cual hubo año que se vendía el fruto en la cepa en catorce mil reales. (Tratado del cultivo de la vid y modo de mejorarlo, de José Hidalgo Tablada).

Las uvas de Morata y comarca en la prensa de Madrid

Ya a mediados del siglo XIX en el diario El Observador del 11 de junio de 1852 aparecían referencias a las uvas de la comarca y no sólo la destinada a los lagares y a la elaboración de vino, lo que indica que en Madrid se apreciaban estas uvas en las épocas en las que la fruta fresca escaseaba o no llegaba a los mercados de la capital. La que se reservaba para su venta como uva de mesa también merecía la atención de la prensa madrileña:

De Colmenar de Oreja nos escriben con fecha 1." del corriente que ya se ha concluido la vendimia en este pueblo, la cual ha durado casi todo el mes, gozándose de un buen temporal durante la recolección. El fruto ha sido mas abundante que en los años anteriores (…) y en los pueblos inmediatos porque en todos ellos, como Chinchón, Morata, Arganda y Villarrubia se ha cogido bastante, presumiéndose que aquí solo se fabricarán más de 250.000 arrobas de vino, el cual tiene muy buena salida para Madrid, pues todo el que habla de la última cosecha se vendió hasta el precio de 18 reales arroba. Se ha colgado también bastante uva a fin de despacharla en Madrid por Navidad o más adelante; pero regularmente se conservará poca para entonces, porque habiendo llovido algunos días antes de cogerla, se podrirá la mayor (…).

La calidad de las uvas de Morata y pueblos vecinos –especialmente en los años en que la meteorología había sido benigna y no había llovido antes de la vendimia, lo que garantizaba la calidad y la mejor conservación de las uvas en las casas-, no escapaba como vemos al interés de los lectores de los periódicos madrileños. Así se afirmaba en la crónica agrícola aparecida en El País del día 20 de octubre de 1901, cuando ya funcionaba el Ferrocarril del Tajuña en Morata:

(…) Extrañaba que pueblos tan importantes [Morata, Chinchón y Colmenar de Oreja] que con sus vinos nutren de siempre el mercado de Madrid, carecieran de ferrocarril, y que llegado el siglo XX no se viera a la locomotora surcar sus feraces campiñas productoras de renombrados aguardientes y de exquisitas uvas de cuelga, saboreadas en las mesas madrileñas durante los meses de invierno (…).

Como vemos en esta gacetilla, las uvas de Morata y de la comarca del partido judicial de Chinchón, donde esta práctica estaba muy extendida, las uvas de cuelga eran muy apreciadas y tenían su mercado y venta garantizada en los meses invernales. Estas uvas significaban, además, la posibilidad de generar ingresos, por modestos que fueran, en meses en que no abundaban otros productos agrícolas con los que aliviar las economías de las familias. Su aprovechamiento en verde y colgadas, por otra parte, venía a completar el ciclo económico generado por los viñedos del término municipal de Morata y de las localidades vecinas: se explotaba la uva para la elaboración de vino, la casca y hollejos para fabricar aguardientes y alcohol y la uva fresca para verdeo y su posterior consumo en los meses de invierno.

Este aprovechamiento de la viña y sus productos, que incluía también la utilización de los sarmientos secos y las cepas viejas como combustible, continuó hasta que a partir de la década de los setenta del siglo XX el cultivo fue perdiendo interés económico para los agricultores morateños y reduciéndose poco a poco su extensión en el término municipal. Sobre este asunto trataremos la próxima semana, será en el epílogo con el que finalizaremos esta serie sobre el viñedo y el vino en Morata.


Fuentes y bibliografía:

  • La vid y el vino en la meseta meridional castellana (siglos XII-XV). Sánchez Benito, José María. Universidad Autónoma de Madrid. Madrid, 2009.

  • Los fueros de Toledo. García Gallo, Alfonso. Instituto Nacional de Estudios Jurídicos. Anuario de Estudios del derecho Español. Madrid, 1975.

  • Los quiñoneros de Segovia (siglos XIV-XV). Asenjo González, María. España Medieval. Volumen 2. Editorial de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 1982.

  • Ocupación de la zona sur de la Sierra y repoblación de la misma por el concejo de Segovia. Copia de 1787. Archivo Histórico Nacional. Sección de Diversos. Concejos y Ciudades. Leg. 20. Fols. 6,39. Recogido por María Asenjo González.

  • Noticias de Madrid y de las familias (1514-1556). Fernández de Oviedo, Gonzalo. Ayuntamiento de Madrid. Guillermo Blázquez. Madrid, 2000. Libro de las grandezas y cosas memorables de España (…). Medina, Pedro de. Sevilla, 1548. Edición de González Palencia, A. Madrid, 1944.

  • Relaciones Topográficas de Felipe II. Madrid. Estudio introductorio. Alfredo Alvar Ezquerra. Comunidad de Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Imprenta de la Comunidad. Madrid, 1993.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999. (Transcripción de las respuestas al interrogatorio de las Relaciones Topográficas de Felipe II).

  • Censo de 1528: Archivo de Simancas. Contadurías Generales núm. 768. Recopilado y publicado en el Tomo I del Censo de Pecheros. Carlos I. 1528. Editado por el Instituto Nacional de Estadística. Madrid, 2008.

  • Hacienda real y mundo campesino con Felipe II. Las perpetuaciones de tierras baldías en Madrid. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid-Consejería de Agricultura. Madrid, 1990.

  • Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid. Censo de la Corona de Castilla de 1591. Vecindario. Instituto Nacional de Estadística. Madrid, 1985.

  • Alvar Ezquerra, Alfredo. Demografía Rural y fuentes no parroquiales. El Centro y el oriente madrileños en el reinado de Felipe II. Cuadernos de Historia Moderna, número 10. Editorial Universidad Complutense. Madrid, 1889-90.

  • Transcripción del texto de Descripción y cosmografía de España- Boletín de la Real Sociedad Geográfica-Tomo L-Imprenta de Eduardo Arias-Madrid, 1908.

  • Archivo General de Simancas-Expedientes de Hacienda, legajo 131.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales de Morata de Tajuña. H 408 y  H. 410.

  • Relaciones Iglesia-estado en Campomanes. Ferrer Benimeli, José Antonio, coordinador. Dictamen de los monjes granjeros. Domínguez Ortiz, Antonio. (pág. 163-180). Fundación Universitaria española. Madrid, 2002.

  • El patrimonio de los regulares madrileños en los siglos XVII y XVIII. Caro López Ceferino. Hispania Sacra, vol. 50, núm. 102. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1998.

  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-222, D.67-74.

  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada. Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.

  • Ordenanzas municipales y gremiales de España en la documentación del Archivo Histórico Nacional. Cadiñamos Bardeci, Inocencio. En Cuadernos de Historia del Derecho. Ediciones complutenses. Madrid, 2017.

  • Copia de las Ordenanzas de la villa de Morata. Biblioteca Nacional de España. Ms. 4.508.

  • Memoria sobre el estado de la Agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz de Andino, Eduardo. Imprenta, Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau. Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1876.

  • Contestación al interrogatorio sobre cultivo de olivo, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañavate, Fernando. Establecimiento tipográfico de M. Minuesa. Madrid, 1881.

  • Tratado del cultivo de la vid y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de los señores viuda e hijos de don José Cuesta. Madrid, 1870.

  • Tratado de fabricación de vinos en España y en el extranjero. Hidalgo Tablada, José. Librería de los señores viuda e hijos de don José Cuesta. Madrid, 1871.

  • Tratado de vinificación y descripción de algunos instrumentos que sirven para perfeccionar este arte, el modo de usarlos y sus ventajas. Hidalgo Tablada, José de. Establecimiento tipográfico de Andrés Peña. Madrid, 1850.

  • Gaceta Agrícola del Ministerio de Fomento. Tomo V. Madrid, 1877.

  • Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid. Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial-Madrid, 1891.

  • Estudio sobra la Exposición vinícola nacional de 1877. Imprenta y fundación de Manuel Tello, impresor de Cámara de S. M. Madrid, 1878.

  • Exposición Nacional Vinícola de 1877. Catálogo general. Imprenta, estereotipia y galvanoplastia de Aribau y cia. Madrid 1877.

  • Expansión vinícola y atraso agrario. La viticultura española durante la gran depresión (1870-19009). Carnero y Arbat, Teresa. Servicio de publicaciones agrarias. Ministerio de Agricultura. Madrid, 1980.

  • Memoria presentada por el Consejo de Administración de la Sociedad Alcoholera del Tajuña a la Junta de Accionistas celebrada el día 30 de septiembre de 1912. Imprenta de Bernardo Rodríguez. Madrid, 1912.

  • Las subsistencias de Madrid. Melgosa Olaechea, Miguel. Imprenta Municipal. Madrid, 1912.

  • Contestación al interrogatorio sobre cultivo de cereales, olivos, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañabate, Fernando. Establecimiento tipográfico de Minuesa de los Ríos. Madrid, 1881.

  • Libro llamado menosprecio de corte y alabanza de Aldea. Guevara, Antonio de. C. de las Reales Academias de la Historia y Sevillana de Buenas Letras. Bilbao, 1893.

  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y medidas convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz de Andino, Eduardo. Imprenta Sucesores de Rivadeneira. Madrid, 1876.

  • Novísima guía de labradores, jardineros y arboristas, o tratado práctico de agricultura y economía rural. Tomo 1. García Sanz, José. Librería de Don Leocadio López. 2ª edición. Madrid, 1855.

  • Tratado del cultivo de la vid y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de la señora viuda e hijos de Don José Cuesta. Madrid, 1870.

  • Periódicos y revistas citados en el texto.




jueves, 12 de mayo de 2022

 

Morata, tierra de viñas y de vino (XIII)

Sociedad Alcoholera del Tajuña, un proyecto de industrialización a comienzos del siglo XX

El periodo de transición entre el siglo XIX y el siglo XX fueron años de esperanza y de propuestas de futuro para el sector agrícola en los pueblos de la ribera baja del Tajuña. La llegada del ferrocarril, el floreciente cultivo de la remolacha azucarera y un sorprendente y novedoso movimiento asociativo, que se extendió por casi todos los pueblos de la comarca, trajeron aires nuevos a una agricultura que, por entonces, se consideraba vital para el futuro de sus vecinos. La creación de industrias transformadoras asociadas al pujante sector vitivinícola -las sociedades alcoholeras que surgieron en Chinchón, Tielmes, Perales de Tajuña, Colmenar de Oreja, Villarejo de Salvanés y también en Morata- fueron un buen ejemplo de este resurgir del campo que se vivió en los años en torno al cambio de siglo y que significaron, también, un efímero intento de industrialización en el municipio de Morata.



En el año 1889 se creaba en Morata la Asociación de Agricultores, sin duda el punto de partida que permitiría, con el paso de los años, asumir otros proyectos como la Caja Rural y de Ahorros de Morata –traumáticamente fallida- y la Sociedad Alcoholera del Tajuña cuya trayectoria vamos analizar.

La creación de esta empresa de espíritu cooperativo, aunque formal y jurídicamente se tratase de una sociedad anónima, no fue la primera iniciativa apadrinada por la Asociación de Agricultores. Desde su creación y antes del cambio de siglo, la Asociación fue una entidad clave a la hora de impulsar, y financiar en la medida de sus posibilidades, distintas iniciativas en Morata como, por ejemplo, la llegada del ferrocarril:

(…) Desde la fecha en que se fundó la Asociación, a más de pagar 90.000 pesetas para enjugar los déficits municipales (…) gastó lo siguiente: 120.000 pesetas en arreglo de calles y caminos y construcción de un matadero, 22.000 pesetas en proveer de agua potable al vecindario, 153.000 pesetas en subvencionar la construcción del Ferrocarril del Tajuña (…). (La Acción, 26 de octubre de 1916).

El mismo espíritu que empujó a promover estos proyectos, financiados con los ingresos procedentes de los impuestos de consumos que gestionaba la propia Asociación, fue el que propició la creación de la Sociedad Alcoholera del Tajuña constituida en el año 1908. La publicación Madrid Científico informaba en su número 592 sobre su fundación:

Alcoholera del Tajuña. Bajo este título y con un capital de 25.000 pesetas se ha constituido en Morata de Tajuña una Sociedad anónima, cuyo objeto es facilitar a los cosecheros de vinos de la Villa de Morata el medio de utilizar los residuos de la vinificación, obteniendo, a más de los productos destilados, los tártaros en bruto*, granilla**, etc., cuidando en primer término, al verificar las operaciones, de marchar en un todo de acuerdo con las disposiciones legales que rigen para la percepción del impuesto especial que grava el alcohol. (Madrid Científico, nº 592, año 1908).

No es casualidad que en torno a estas fechas se constituyeran en la mayoría de los pueblos vecinos sociedades similares, más o menos potentes en función de la importancia del sector vinícola de cada localidad. Frente al tamaño de la Alcoholera de Chinchón, sin duda la más importante de las creadas en esos años, otros municipios más pequeños también se sumaron a esta práctica de intentar rentabilizar el sector vinícola. Perales de Tajuña, por ejemplo, también creó en 1909 su propia sociedad alcoholera:

Unión Alcoholera de Perales de Tajuña. D. Ildefonso Cediel Carrasco, D. Martín García Alarcón, D. Ignacio López Motos, D. Jesús Bucero Cediel y D. Faustino García Alarcón, han constituido una Sociedad anónima con domicilio en Perales de Tajuña, para dedicarse a la fabricación de alcoholes utilizando los residuos de la vinificación y obteniendo a más de los productos destilados, los tártaros en bruto, granilla, etc., sometiéndose a la vigente ley de Alcoholes. El capital es de 20.000 pesetas, representado por 400 acciones de 500 pesetas. (Madrid Científico, nº 636, año 1909).

En los años precedentes a creación de la Sociedad Alcoholera del Tajuña el sector de la viticultura ocupaba cientos de hectáreas en el secano y en la vega de Morata. Paralelamente, este cultivo de la vid generaba, como hemos visto en semanas precedentes, toda una industria asociada a la transformación de la uva en vino.

A esta producción de vinos de distintas calidades había que sumar la producción de aguardientes, a partir de los distintos residuos de la producción del vino. En 1912 una publicación del ayuntamiento madrileño, Las subsistencias de Madrid, detallaba los productores de aguardiente en Morata. Entre estos productores ya se encontraba la propia Sociedad Alcoholera del Tajuña:

Fábricas de aguardientes compuestos y licores [En Morata de Tajuña].

D. Ambrosio Casado, D. Elías Cuevas, D. Eusebio Ruiz, D. Antonio de la Torre, D. Mariano de la Torre, D. Fructuoso Velasco y Sociedad Alcoholera, en Morata de Tajuña. (Las subsistencias de Madrid. Melgosa Olaechea, Miguel. Imprenta Municipal. Madrid, 1912).

La elaboración de aguardientes que hasta entonces se realizaba con el denominado alambique antiguo, se modificó y modernizó gracias al trabajo de la Sociedad Alcoholera del Tajuña. Por la publicación de la memoria correspondiente al año 1912, conocemos algunas de las iniciativas novedosas que se implantaron en Morata gracias a La Alcoholera, denominación con que terminó conociéndose popularmente a la sociedad y que, como se señala en la publicación citada, no se limitó, a la elaboración de alcoholes y otros subproductos derivados de la elaboración del vino. Destaca en este aspecto el trabajo realizado en la que se denominaba bodega experimental:

(…) Acordado en el ejercicio anterior proceder a la implantación de una bodega en la que, apartándonos de la forma rutinaria y empírica con que se elaboran los vinos en esta comarca, nos permitiera adoptar los procedimientos modernos y científicos empleados en otras regiones más adelantadas, deseando llegar al fin apetecido con la calma necesaria, sin incurrir en precipitaciones que malograran nuestros buenos deseos, fabricamos en la campaña anterior, por vía de ensayo, 10.600 litros de vino (660 arrobas, próximamente), bajo la dirección de un señor ingeniero agrónomo. Existente tenemos en nuestro depósito esa cantidad de vino, y satisfechos estamos de su calidad, pues cuantas personas peritas lo han degustado coinciden en considerarlo como un excelente tipo de vino de mesa, que estará en condiciones de lanzarle al mercado al llegar a su segundo año de encube.

En el presente año nos proponemos elaborar de 75.000 a 80.000 litros de vino en las mismas condiciones en que lo hicimos el año anterior, para lo cual pondremos en circulación el número de acciones que sea estrictamente necesario de las 2.000 que estamos autorizados a emitir y tenemos ya en cartera (…).

Este apartado de la memoria del año 1912, cuyo texto completo también analizaremos, indica que La Alcoholera, ciertamente, se propuso no solo mejorar el rendimiento económico de los subproductos resultantes de la elaboración del vino, sino también mejorar la elaboración del mismo vino con la utilización de las técnicas más novedosas y, sobre todo, con la colaboración de enólogos profesionales.

En la elaboración del aguardiente, la Sociedad Alcoholera del Tajuña también apostó por la innovación y por la utilización de los elementos más modernos del mercado. Su apuesta por los aguardientes era firme después de que, en el año 1909, hubieran inscrito en el Registro de Marcas de Madrid una marca para aguardientes anisados (Industria e invenciones, nº 18. 1 de mayo de 1909). Para conseguir este objetivo, en la memoria anual se indicaba:

(…) En el interregno de la primera y segunda campaña hemos montado dos calderines para hacer la destilación a vapor en vez de a fuego directo, utilizando la antigua destrozadora como generador. Los resultados han sido excelentes, tanto por la calidad del producto obtenido, como por la economía en tiempo y combustible (...).

Memoria económica de La Alcoholera

La memoria económica que la Alcoholera del Tajuña editó en 1912, además de reflejar el balance económico de ese año, sirve también para conocer qué objetivos se planteaba la sociedad desde que fuera creada a finales de 1907. Como ya señalamos, el cultivo de la vid en Morata y en toda la comarca de la cuenca baja del Tajuña era el más importante, por entonces, en la provincia de Madrid. Rentabilizar este cultivo, con unas 1.500 hectáreas de viñedo en el término municipal, era el objetivo principal de la Sociedad Alcoholera del Tajuña.

Para hacernos una idea de lo que significaba este sector y la producción anual de uva y su transformación en vino y aguardiente cada año, contamos con los datos, totales, de la campaña de 1911. Este año, según publicó el periódico El Progreso Agrícola y Pecuario, en Morata se elaboraron alrededor de 150.000 arrobas*** de vino. Previamente, las distintas bodegas existentes en Morata habían pagado la uva a un precio que osciló entre 30 y 40 reales los cien kilos. En la misma información, el periódico añadía:

(…) La Alcoholera está recogiendo las cascas blancas y tendrá una buena campaña con las muchas que recoja, pues está llenando depósitos fuera del local destinado para ello.

En el año que ha terminado han vendido tanto alcohol para esta y pueblos limítrofes, que asciende de 16 a 18.000 duros lo que han sacado de dicho género. Precios: Vino, 20 reales al por mayor y 22 por arrobas (…). (El Progreso Agrícola y Pecuario, 31 de octubre de 1911).

La Sociedad Alcoholera del Tajuña, como todas las entidades mercantiles, estaba obligada a presentar sus cuentas anuales a la asamblea. En 1912 la entidad editó la memoria anual que se presentó, en septiembre de ese año, ante la asamblea de accionistas. En la publicación se recogían las cuentas hasta el 31 de julio de ese año.

Al margen del balance anual, la memoria resulta muy interesante a la hora de conocer los porqués de la creación de la sociedad:

(…) Las primeras eran las dificultades, mejor dicho, la imposibilidad en que aisladamente nos encontrábamos de poder cumplir y vivir holgadamente dentro del régimen que la ley especial de la Renta de Alcoholes nos creaba. Los segundos, tratar de cumplir la ley buscando el medio de utilizar los residuos de nuestras bodegas, y obtener el alcohol necesario para el encabezamiento de nuestros vinos a precio más económico del que pudiera ofrecernos el mercado, sin que al hacerlo resultara perjudicado el interés a que legítimamente tenía derecho el pequeño capital que aportáramos para dar vida y personalidad a la Sociedad mercantil que creábamos (…).

El encabezado de vinos que se cita en la memoria es una técnica que consistía, y consiste, pues se sigue practicando en determinadas zonas y países, en el añadido de alcohol al mosto para aumentar su graduación y, al mismo tiempo, favorecer la estabilidad de los vinos obtenidos.

La elaboración de ese alcohol, con métodos modernos, a partir de la reutilización de la casca -hollejos de la uva-, era el principal objetivo por tanto de la Alcoholera del Tajuña. Además, al ofrecer el alcohol a un precio más barato a sus accionistas, estos obtenían un beneficio añadido a su inversión. En ese año se pagó un dividendo de 3,50 pesetas por acción, equivalentes a un interés del 7 por ciento.

Junto a estos objetivos reseñados en la memoria, la sociedad también perseguía, como ya apuntamos, mejorar las técnicas de elaboración del vino para aumentar su calidad. Los socios, evidentemente, seguían elaborando su propio vino pero, al mismo tiempo, podían aprovecharse de los conocimientos y las nuevas técnicas que se seguían en la que denominaban bodega experimental****, dedicada a elaborar vinos de calidad.

Evolución de la sociedad

En 1916 el periódico La Acción publicaba una información sobre la sociedad y su trayectoria empresarial:

(…) Prospera bien pronto la Sociedad Alcoholera, que se fundó con la modestia de un capital de 25.000 pesetas, y entonces se extiende la obra a la fundación de una bodega experimental que aplique las modernas prácticas enológicas, obtenga vinos selectos y los lleve directamente al consumidor madrileño, perfectamente presentados y en condiciones de calidad y economía que pronto consigue un ganar el mercado, dejando una saneada ganancia a los productores y suprimiendo inútiles intermediarios (…). (La Acción, 26 de octubre de 1916).

Frente a estas noticias positivas, la plaga de la filoxera, de la que tratamos en semanas anteriores, la inestabilidad en el sector de la elaboración de alcoholes y su mercado, junto a la aparición de nuevas leyes que afectaban al mismo, provocó incertidumbre entre las sociedades alcoholeras creadas en la comarca del partido judicial de Chinchón en los años previos. En el año 1916, las asociaciones y representantes de los vitivinicultores se reunieron en Chinchón para afrontar y preparar una respuesta común frente a la nueva legislación. Se acordó solicitar que se desistiese de continuar con un proyecto que, en opinión de los asistentes a la reunión (…) de aprobarse en la forma en que el señor ministro ha presentado originaría la ruina de los vitivinicultores de esta región, a cambio del enriquecimiento de las otras regiones (…).

A la reunión acudieron, además de los representantes de Chinchón, productores de Colmenar de Oreja, Perales de Tajuña, Tielmes, Belmonte de Tajo, Valdelaguna, Villarejo de Salvanés y Arganda del Rey. En representación de Morata asistieron a la reunión Fructuoso Martínez de Velasco y Enrique García Gutiérrez. (La Acción, 26 de octubre de 1916).

En los años siguientes, durante los primeros años de la década de los veinte del pasado siglo, la actividad de la Sociedad Alcoholera del Tajuña parece que continuó sin mayores problemas, si atendemos al rastro documental que dejó en los periódicos de la época en los que se anunciaban sus asambleas anuales. Sin embargo, ya en 1927, la convocatoria de una asamblea extraordinaria firmada por el gerente de la sociedad, Gregorio González, apunta a posibles problemas: en el anuncio publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid se indica que se va a tratar de la reforma de Estatutos, y solicitar de dicha Junta la venta, en todo o en parte, de muebles e inmuebles propiedad de esta Sociedad. (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 8 de diciembre de 1927).

Tres años después, otra convocatoria extraordinaria de junta general confirma esta percepción al anunciar que, en la misma, se iba a tratar la venta de la bodega experimental, el proyecto que tantas expectativas había creado en el momento de su constitución. (Boletín Oficial de la Provincia, 8 de septiembre de 1830).

La última convocatoria de junta general documentada fue la correspondiente al año 1934:

Alcoholera del Tajuña [S. A]. (Morata)

Esta Sociedad convoca a Junta general ordinaria a los señores accionistas de la misma, el día veintitrés de noviembre, a las tres de la tarde, en su oficina, para dar lectura a la Memoria, aprobación de cuentas si procede y renovación del Consejo de Administración*****.

Morata de Tajuña, 22 de octubre de 1934. El Gerente, Gregorio González. (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 23 de octubre de 1934).

Lamentablemente, no hemos conseguido más información ni más datos sobre los últimos años de este proyecto empresarial y asociativo morateño. El principal edificio propiedad de la Sociedad Alcoholera del Tajuña, situado en el camino del Molino Hundido y junto al Vivero, se mantuvo en pie hasta hace unos años después de que, tras la guerra civil, sus instalaciones se dedicaran, tras la compra efectuada por la familia Castejón, a la elaboración de productos vegetales, sobre todo tomate en conserva, y posteriormente a un almacén de ajos propiedad de Agustín Calderón.

Ya tras la guerra civil, como veremos la próxima semana, el viñedo en Morata y la elaboración de vino sufrió, esa es la palabra, profundas modificaciones, fruto de decisiones políticas tomadas a miles de kilómetros que, lamentablemente, acabaron, con un sector que, desde hace unos años, intenta recuperarse, al menos en parte, con el trabajo de las nuevas bodegas surgidas en el municipio.



En el círculo, toma aérea del antiguo edificio de La Alcoholera (www.madrid.org/nomecalles)

*El tártaro es un subproducto que aparece en la elaboración del vino que también se conoce como cremor tártaro. Una vez purificado se convierte en un polvo blanco que se utiliza en la industria alimentaria

**La granilla de la uva además de para la producción de orujo, es utilizada también en la elaboración de aceite e incluso en alimentación animal y como componente de sustrato para cultivos.

***Arroba: Medida de capacidad equivalente a 16 litros.

****La denominada bodega experimental podría estar localizada en el callejón de la Cruz de Orozco. En el año 1916, el pleno del Ayuntamiento de Morata acordó entregar setenta metros de adoquín a la Sociedad Alcoholera para que los colocara, a su cuenta, en el callejón de la Cruz de Orozco. (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 7 de diciembre de 1916).

*****El Consejo de Administración estaba integrado en 1912 por Manuel Sánchez Salcedo, Fructuoso Martínez de Velasco, Antonio de la Torre, Fabián Casado y Enrique García Gutiérrez



Fuentes y bibliografía:

  • La vid y el vino en la meseta meridional castellana (siglos XII-XV). Sánchez Benito, José María. Universidad Autónoma de Madrid. Madrid, 2009.

  • Los fueros de Toledo. García Gallo, Alfonso. Instituto Nacional de Estudios Jurídicos. Anuario de Estudios del derecho Español. Madrid, 1975.

  • Los quiñoneros de Segovia (siglos XIV-XV). Asenjo González, María. España Medieval. Volumen 2. Editorial de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 1982.

  • Ocupación de la zona sur de la Sierra y repoblación de la misma por el concejo de Segovia. Copia de 1787. Archivo Histórico Nacional. Sección de Diversos. Concejos y Ciudades. Leg. 20. Fols. 6,39. Recogido por María Asenjo González.

  • Noticias de Madrid y de las familias (1514-1556). Fernández de Oviedo, Gonzalo. Ayuntamiento de Madrid. Guillermo Blázquez. Madrid, 2000. Libro de las grandezas y cosas memorables de España (…). Medina, Pedro de. Sevilla, 1548. Edición de González Palencia, A. Madrid, 1944.

  • Relaciones Topográficas de Felipe II. Madrid. Estudio introductorio. Alfredo Alvar Ezquerra. Comunidad de Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Imprenta de la Comunidad. Madrid, 1993.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999. (Transcripción de las respuestas al interrogatorio de las Relaciones Topográficas de Felipe II).

  • Censo de 1528: Archivo de Simancas. Contadurías Generales núm. 768. Recopilado y publicado en el Tomo I del Censo de Pecheros. Carlos I. 1528. Editado por el Instituto Nacional de Estadística. Madrid, 2008.

  • Hacienda real y mundo campesino con Felipe II. Las perpetuaciones de tierras baldías en Madrid. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid-Consejería de Agricultura. Madrid, 1990.

  • Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid. Censo de la Corona de Castilla de 1591. Vecindario. Instituto Nacional de Estadística. Madrid, 1985.

  • Alvar Ezquerra, Alfredo. Demografía Rural y fuentes no parroquiales. El Centro y el oriente madrileños en el reinado de Felipe II. Cuadernos de Historia Moderna, número 10. Editorial Universidad Complutense. Madrid, 1889-90.

  • Transcripción del texto de Descripción y cosmografía de España- Boletín de la Real Sociedad Geográfica-Tomo L-Imprenta de Eduardo Arias-Madrid, 1908.

  • Archivo General de Simancas-Expedientes de Hacienda, legajo 131.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales de Morata de Tajuña. H 408 y  H. 410.

  • Relaciones Iglesia-estado en Campomanes. Ferrer Benimeli, José Antonio, coordinador. Dictamen de los monjes granjeros. Domínguez Ortiz, Antonio. (pág. 163-180). Fundación Universitaria española. Madrid, 2002.

  • El patrimonio de los regulares madrileños en los siglos XVII y XVIII. Caro López Ceferino. Hispania Sacra, vol. 50, núm. 102. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1998.

  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-222, D.67-74.

  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada. Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.

  • Ordenanzas municipales y gremiales de España en la documentación del Archivo Histórico Nacional. Cadiñamos Bardeci, Inocencio. En Cuadernos de Historia del Derecho. Ediciones complutenses. Madrid, 2017.

  • Copia de las Ordenanzas de la villa de Morata. Biblioteca Nacional de España. Ms. 4.508.

  • Memoria sobre el estado de la Agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz de Andino, Eduardo. Imprenta, Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau. Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1876.

  • Contestación al interrogatorio sobre cultivo de olivo, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañavate, Fernando. Establecimiento tipográfico de M. Minuesa. Madrid, 1881.

  • Tratado del cultivo de la vid y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de los señores viuda e hijos de don José Cuesta. Madrid, 1870.

  • Tratado de fabricación de vinos en España y en el extranjero. Hidalgo Tablada, José. Librería de los señores viuda e hijos de don José Cuesta. Madrid, 1871.

  • Tratado de vinificación y descripción de algunos instrumentos que sirven para perfeccionar este arte, el modo de usarlos y sus ventajas. Hidalgo Tablada, José de. Establecimiento tipográfico de Andrés Peña. Madrid, 1850.

  • Gaceta Agrícola del Ministerio de Fomento. Tomo V. Madrid, 1877.

  • Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid. Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial-Madrid, 1891.

  • Estudio sobra la Exposición vinícola nacional de 1877. Imprenta y fundación de Manuel Tello, impresor de Cámara de S. M. Madrid, 1878.

  • Exposición Nacional Vinícola de 1877. Catálogo general. Imprenta, estereotipia y galvanoplastia de Aribau y cia. Madrid 1877.

  • Expansión vinícola y atraso agrario. La viticultura española durante la gran depresión (1870-19009). Carnero y Arbat, Teresa. Servicio de publicaciones agrarias. Ministerio de Agricultura. Madrid, 1980.

  • Memoria presentada por el Consejo de Administración de la Sociedad Alcoholera del Tajuña a la Junta de Accionistas celebrada el día 30 de septiembre de 1912. Imprenta de Bernardo Rodríguez. Madrid, 1912.

  • Las subsistencias de Madrid. Melgosa Olaechea, Miguel. Imprenta Municipal. Madrid, 1912.

  • Periódicos y publicaciones que se citan en el texto.


jueves, 5 de mayo de 2022

 

Morata, tierra de viñas y de vino (XII)

La plaga de la filoxera llegó a la comarca en 1914 y obligó a sustituir prácticamente todas las cepas del término municipal

El crecimiento sostenido que vivía el sector vitivinícola de Morata, y de la comarca del partido judicial de Chinchón, a finales del siglo XIX se vio bruscamente cortado por la propagación generalizada de la filoxera en los primeros años del siglo XX. La llegada de la plaga afectó a las más de 23.000 hectáreas de viñedo en la comarca, obligo a su renovación total y provocó una crisis de precios y de producción de no se solventó hasta la década de los 30.


La plaga de la filoxera llegó a la comarca integrada por los municipios pertenecientes al partido judicial de Chinchón en 1914. Unos años antes, el catedrático de Agricultura José de Hidalgo Tablada, pronosticaba en mayo de 1880 el descenso de la cosecha de uva y en la producción de vino de ese año. Este pronóstico, aparecido en la Revista de los vinos y aceites, no hacía sino confirmar, por parte de un profundo conocedor del campo, las expectativas pesimistas de un sector que, a esas alturas, ya había sido afectado por la plaga de la filoxera en varias comarcas del territorio español.

Decía José de Hidalgo Tablada en ese número de la revista especializada en agricultura en la que escribía habitualmente:

(…) nosotros quisiéramos equivocarnos, pero presumimos que en el año 1880 las cosechas de vino (…) serán, en general medianas, aunque por condiciones especiales de localidad, en algunas ocurra lo contrario (…). (Los Vinos y los Aceites, 30 de mayo de 1880).

Hidalgo Tablada, que a su condición de catedrático de Agricultura unía también la de propietario, cultivador de vid y cosechero de vino en Morata, compartía temor con todas las autoridades relacionadas con el sector agrícola español. Es cierto que, pese a las falsas alarmas que se habían levantado años antes sobre la aparición de la filoxera en el partido judicial de Chinchón, aún quedaban varios años para que la plaga llegara con toda su fuerza a la provincia de Madrid y a la comarca del Bajo Tajuña, pero ya se hacía patente la necesidad de generar una normativa legal suficiente para prevenirla o, en caso extremo, atajar sus consecuencias.

Aunque sería prolijo detenernos en toda esta legislación antifiloxera, sí que citaremos la que se promulgó en junio de 1878 por parte del Ministerio de Fomento que rápidamente fue aplicada por la Diputación de Madrid como responsable de las medidas sobre agricultura en el territorio de la provincia. El proyecto de Ley del Ministerio de Fomento aprobaba, en su artículo 1, la creación de una Comisión central de defensa contra la filoxera, en la que estaba prevista la participación de expertos en la lucha contra la plaga y lo que denominaba representantes de la propiedad vinícola.

Por debajo de la Comisión central también se aprobó la creación de comisiones provinciales, en la que participarían también expertos en el problema creado por la plaga así como representantes de los mayores contribuyentes. Estas comisiones provinciales serían las encargadas de llevar a la práctica las medidas adoptadas en la legislación nacional.

En consonancia con este artículo 2º de la ley nacional, la comisión provincial de Madrid publicó en el Boletín Oficial de la Provincia del 30 de septiembre de 1878 la transposición de esta normativa a la provincia. Entre los puntos que se aprobaban se encontraban medidas encaminadas a prevenir el tráfico de variedades de vides infectadas por el insecto de la filoxera:

(…) Autorizan al Gobierno para que de acuerdo con la Comisión central, pueda prohibir en la medida y por el tiempo que las circunstancias aconsejen la introducción en el territorio de España y sus islas adyacentes de sarmientos, barbados y púas de todos los residuos de la vid, como los troncos, raíces, hojas, tutores y cuanto haya servido para el cultivo de este arbusto, aunque se importare como leña o combustible, así cómo todo género de árboles, arbustos y cualesquiera otras plantas vivas, sea cual fuere su procedencia.(…).

La preocupación por la posibilidad de que se extendiera la plaga a partir de variedades genéticas infectadas se manifestaba también en el artículo 5º de la ley nacional:

(…) Previniendo que en el caso de presentarse la filoxera en cualquier punto del territorio español, queda desde aquel momento prohibida la exportación a las demás comarcas de las cepas, sarmientos y demás objetos comprendidos en el párrafo primero del art. 4.°, procedentes de viñas infestadas (…).

La implicación de las autoridades locales en la lucha contra la filoxera afectaba también, como es lógico, a los alcaldes a los que se hacían responsables del control de las nuevas plantaciones:

(…) Para plantar viñas en España y en sus islas adyacentes deberá preceder aviso escrito o verbal al alcalde respectivo, acompañando certificación de que los sarmientos o barbados no proceden de país extranjero, ni de comarca infestada por la filoxera dentro del territorio español. No será necesario este requisito, cuando los sarmientos o barbados procedan de las mismas tierras del plantador y éstas no se hallen infestadas.

En las secretarías de los ayuntamientos se llevará un libro registro de la plantación de vides, y en él se anotará el lugar de la plantación, número y procedencia de las cepas, si no fueran de la misma finca del interesado, y nombre del dueño, aparcero o arrendatario (…).

La ley ministerial se completaba con medidas como la obligación de comunicar a las autoridades locales, comarcales y provinciales cualquier posible presencia de la filoxera y la obligación de proceder al arranque e incineración de las cepas infectadas. Estas últimas medidas –el arranque e incineración de las cepas afectadas por la plaga- estuvieron presentes en toda la legislación que se generó en los años siguientes y seguía la lógica que imponía la lucha contra las infecciones. Sin embargo, el temor de muchos propietarios a perder sus plantaciones, sin indemnización alguna, provocó que no siempre se actuara con celeridad y a tiempo para eliminar el insecto de la filoxera.

Por otra parte, estas medidas eran apoyadas por el sector vinícola, aunque desde algunos medios se señalaban también a las posibles importaciones de plantas de jardines y fincas de recreo como posibles focos de infección:

(…) En medio de las incertidumbres que envuelven a este asunto, las medidas por el ministerio de Fomento, como las disposiciones del proyecto de ley presentado a las Cortes, garantizan en lo posible contra la invasión de la plaga; pero mucho tiene que estudiar y que observar todavía la Comisión Central Española de la filoxera, antes de decidirse a hacer aplicación de los recursos que pudiéramos llamar heroicos, como es el de las zonas de incomunicación. El cuidado de los viticultores puede hacer mucho para evitar la propagación del temido mal, fijándose detenidamente en el estado de los viñedos y apresurándose a sacrificar algunas cepas que noten sospechosas, siendo preferible este pequeño sacrificio a mayores y más para los viticultores, abrigamos la confianza de que todos, con el mismo celo, cuidarán solícitamente del particular, más por el beneficio propio que por el temor a las penas propuesta en la ley. Más temibles nos parecen los caprichos de las importaciones en los jardines y fincas de recreo, que no el proceder ordinario y corriente de la gran mayoría de los viticultores (…). (La Correspondencia de España, 18 de agosto de 1878).

En los años siguientes la Comisión Provincial de Madrid continuó alentando a los alcaldes en su lucha contra la filoxera con medidas como el control de los sarmientos en las nuevas plantaciones. El gobernador civil de Madrid, conde de Heredia Spínola, así se lo pedía a los alcaldes:

(…) Con arreglo a las prescripciones emanadas de la Dirección general de Agricultura, y siendo la estación actual la más a propósito para reemplazar las vides enfermas, es de necesidad que en un breve plazo remita Vd. a la Comisión de defensa de esta provincia varios sarmientos útiles para plantaciones de cada una de ese término; y al propio tiempo, aunque separadamente, remitirá Vd. también ejemplares de las raíces correspondientes a todas aquellas cepas que hayan sido arrancadas por enfermas. (…). (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 30 de enero de 1880).

La administración central, junto a las instituciones provinciales e incluso locales, continuaron generando en los años siguientes un ordenamiento legal dirigido a prevenir y erradicar la filoxera, bien es cierto que con escaso éxito. En 1885 y 1899, por ejemplo, se promulgó esta nueva normativa, en muchos casos adaptación de medidas ya tomadas en el pasado para intentar salvaguardar a la viticultura española. Un sector, el vitivinícola que a pesar de la propagación de la plaga, o precisamente por la misma extensión de la filoxera por todo el territorio nacional, había crecido exponencialmente tal como expresamos en el caso del partido judicial de Chinchón la pasada semana. Esta paradoja no pasó desapercibida y algunos periódicos se hicieron eco de los problemas que generaba:

(…) Cuando la filoxera destruyó los ricos viñedos franceses, comenzó en España el cultivo de la vid en proporciones enormes; parecía, según, se extendió en poco tiempo, que no había suficiente terreno para ella: un tratado de comercio muy beneficioso aseguraba el mercado; mostos y vino hechos de todas calidades iban a Francia y de allí vinieron fabulosos ingresos metálicos. La codicia, la santa codicia, principal móvil de tantos progresos, lo fue también de los positivos adelantos aquí realizados en materia de viticultura; ella impulsó asimismo las malas artes de la falsificación tradicional, que siempre tiene numerosos adeptos y habilísimos operadores; pues aunque parezca mentira en la clásica tierra del vino, donde lo da la vid en grandísima y no igualada abundancia, hay fábricas de vino artificial (…). (El Imparcial, 28 de octubre de 1901).


Ciclo vital de la filoxera, según un grabado de la época

La plaga en la comarca del Bajo Tajuña

La irrupción de la filoxera en la región central de la península no se generalizó hasta el año 1914 cuando se habían cumplido ya más de treinta años de aparición de los primeros brotes en Málaga y Gerona. El carácter exógeno de la plaga, procedente en su origen del continente americano y posteriormente del territorio francés, explica que la región central fuera la última en padecer una infección que no por hacerse esperar fue menos virulenta con los viñedos de la provincia de Madrid y de la comarca del partido judicial de Chinchón. Aunque las referencias a la filoxera no son muy abundantes en los periódicos y documentos de la época, no faltan referencias puntuales a la misma y a otras enfermedades de la vid como el mildiu, una infección oportunista que atacaba a las cepas debilitadas por la propia filoxera. Así sucedió, por ejemplo, en 1915, según publicaba El Globo:

(…) El ministro de Fomento facilitó hoy las siguientes noticias:

Que en vista del desarrollo que adquiere en los viñedos la enfermedad del mildiu, especialmente en la provincia de Madrid, ha ordenado a los ingenieros agrónomos que giren una visita a los pueblos de Arganda, Chinchón y Morata al fin de proponer los medios de atajar esta enfermedad de la vid. (El Globo, 31 de julio de 1915).

En 1921 la filoxera no sólo había generado la crisis del sector de la vid y de la elaboración de vino en la comarca sino que, también como efecto perjudicial añadido, había afectado a la incipiente industria alcoholera de algunos municipios. En efecto, en torno a este año de 1921 la plaga provocó indirectamente el cierre de las alcoholeras que se localizaban en Colmenar de Oreja y Perales de Tajuña, y el declive de otras como la de Morata, justo después de unos años en que estas industrias permitieron mejorar y acrecentar el valor añadido del cultivo de la vid y aprovechar todos su potencial con la fabricación de alcohol e incluso licores que alcanzaron una merecida fama, tal como sucedió, sobre todo, en el caso de la cabecera comarcal de Chinchón.

Al margen del declive de las alcoholeras, la elaboración de vino, y su precio, tendente a la baja, fue otra de las consecuencias negativas de una plaga que, tal como demostró la experiencia en el resto del país, sólo se logró erradicar cuando se eliminó la mayoría de las variedades autóctonas de vid. En el caso de nuestra comarca, los documentos de la década de los años veinte del pasado siglo nos ofrecen un panorama ciertamente preocupante para agricultores y cosecheros. En 1923, por ejemplo, una publicación oficial dibujaba un panorama bastante desolador en el sector:

(…) Aun mermada mucho la cosecha que se presentaba por las heladas y pedriscos, y no digamos por las epidemias, porque en nuestra provincia constituye un verdadero desastre la invasión, cada día más creciente, de la filoxera, es lo cierto que los precios de los vinos están en baja y tenemos noticias de La Mancha de grandes existencias de este caldo en sus bodegas sin conseguir darle salida. No hay exportación de este producto y el mercado nacional es muy insuficiente para atender a las ofertas. Los precios son Arganda, 4´50 arroba; Chinchón, 3, Tarancón, 3´50; Valdepeñas, 4 y 4´50 (…). (Boletín Oficial de la Cámara Agraria de Guadalajara, julio de 1923).

Aunque la publicación se editaba en Guadalajara, la proximidad de esta provincia con la madrileña, y la inclusión de los precios del vino en Arganda y Chinchón, convierte en plenamente válida esta referencia para Madrid y la comarca del partido judicial de Chinchón.

Unos años después, en 1928, la situación no había mejorado según el Boletín Agrícola de Guadalajara:

(…) El verano tan seco ha perjudicado a la viña que ya traía poco fruto; la filoxera va concluyendo la poca vid que quedaba, y como nuestros viticultores no se deciden en grande a plantar la cepa americana, la riqueza vitícola está perdida en la provincia. El vino ha variado poco en sus precios; en Arganda a 5 pesetas la arroba de 16 litros; en Chinchón, a 4´50; en Manzanares, a 4 (…). (Boletín Agrícola y Pecuario, Guadalajara, julio y agosto de 1928). Para hacernos una idea de la bajada de precios, diremos que en 1880, en pleno auge del sector por la aparición de la filoxera en Francia, el vino se vendía en Arganda y Morata de Tajuña a 17 reales (4,25 pesetas) la arroba de 16 litros. En términos monetarios el precio era prácticamente el mismo pero, con la inflación, de más de cuarenta años, la rentabilidad de los precios del siglo XX era sensiblemente inferior a los de la década de los ochenta del siglo XIX. (Fuente: Diario El Popular, 23 de octubre de 1880).

En cualquier caso, la práctica desaparición de las vides autóctonas obligó a los agricultores de la comarca a realizar un esfuerzo económico muy importante a la hora afrontar el trabajo de sustitución de variedades de vid, en el que resultó fundamental la existencia de viveros que proporcionaran los portainjertos de vid americana a los agricultores de la comarca. Estos viveros especializados se instalaron en varios municipios como Morata y Arganda. Con su labor, y el trabajo de los agricultores, se consiguió renovar el sector vitivinícola y asegurar su continuidad en las siguientes décadas.

La renovación de las plantaciones de vid en el partido judicial de Chinchón

Hace ahora unos cien años los agricultores de la comarca del Bajo Tajuña hubieron de afrontar la sustitución de alrededor de 23.000 hectáreas* de cultivos de vid afectados por la destructora plaga de la filoxera. La situación fue especialmente dura y difícil de afrontar en municipios como Arganda del Rey (4.688 hectáreas), Chinchón (4.217 ha.), Colmenar de Oreja (3.201 ha) y Morata (1.560 ha.) donde la viticultura, y la elaboración de vinos y aguardientes con la cosecha anual de uva, constituía un elevado porcentaje de la economía generada por su sector primario.

Para afrontar este proceso de reposición de variedades de vid inmunes a la filoxera fue inevitable acudir a portainjertos de vid americana. Curiosamente, como ya se señaló al abordar el origen de la plaga de la filoxera en Europa (generada por la importación sin control, a partir de mediados del siglo XIX, de variedades americanas inmunes al insecto que portaban y que sí atacaban a las variedades europeas) para recuperar las plantaciones de vid era necesario utilizar vides americanas que, posteriormente, una vez inmunes a la filoxera, se injertaban con variedades europeas. Naturalmente, la necesidad de proporcionar estas vides americanas generó todo un nuevo mercado de empresas que facilitaban estas plantas, aunque pronto las autoridades comprendieron que también era necesario que las administraciones participaran en este proceso de eliminación de vides infectadas y la sustitución y plantación de las nuevas variedades.

Esta implicación de las administraciones en la solución del problema generado por la filoxera, que en el caso de la provincia de Madrid correspondió fundamentalmente a la Diputación Provincial, favoreció la toma de medidas como la participación en congresos y reuniones de expertos en el tratamiento de la plaga. Fue el caso del Congreso Internacional de la Viña y el Vino, organizado en 1929 con motivo de la celebración en Barcelona de la Exposición Universal. La comisión organizadora, con la colaboración del gobernador civil de Madrid, solicitó a varios ayuntamientos de la provincia su participación y colaboración en el congreso aportando información:

(…) sobre aspectos como clase de vinos que producían en sus términos, clases de vides del país que producen sus vinos, clases de uva para venta en verde, clases de tierra más generales del término, indicación de las clases las clases de vinos y productos derivados que podría enviar cada pueblo a la exposición, nombre de los cosecheros a quienes se podrán solicitar muestras de vinos y temas que plantean para tratar y estudiar en el Congreso Internacional de la Viña y el Vino. (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 1 de marzo de 1929).

En la orden se detallaban los municipios con producción de vid y vinos que estaban obligados a remitir el cuestionario del Gobierno Civil de Madrid. Entre los correspondientes al partido judicial de Chinchón se encontraban el propio Chinchón, Colmenar de Oreja, Carabaña, Morata de Tajuña y Villarejo de Salvanés.

Creación de viveros y conferencias agrícolas

Para favorecer la renovación del viñedo en los pueblos de la provincia de Madrid la Diputación Provincial promovió la organización de las llamadas conferencias agrícolas para formar a los agricultores en la práctica de las nuevas plantaciones y en los métodos de utilizar los injertos apropiados. En el Boletín Oficial de la Provincia se anunciaban estas medidas y las conferencias prácticas sobre la plantación e injertos de las vides americanas. La Diputación, que había establecido viveros donde se multiplicaban los tipos de vides americanas que se estaban plantando para luchar contra la filoxera, atendía así la demanda de los pueblos que habían solicitado las conferencias, sobre todo aquellos que tenían las extensiones de viñedo más importantes.

Las conferencias trataban sobre temas como la plantación de la vid americana en las diferentes clases de tierras de la provincia y ejecución del injerto de esta clase de vid con las propias de cada comarca.

Además de las conferencias, que se impartirían con contenidos teóricos y prácticos, la Diputación también anunciaba la convocatoria de concursos de injertadores, para promover la ejecución de estos trabajos en las mejores condiciones de acierto. El boletín anunciaba las fechas de las conferencias en los distintos pueblos del partido judicial de Chinchón:

Arganda, febrero, día 4, sábado, a las nueve de la noche.

Villaconejos, febrero, día 12, domingo, a las once de la mañana.

Chinchón, febrero, día 12, domingo, a las tres de la tarde.

Aranjuez, febrero, día 12, domingo, a las nueve de la noche.

Valdelaguna, febrero, día 13, lunes, a las nueve de la mañana.

Villarejo de Salvanés, febrero, día 13, lunes, a las tres de la tarde.

Colmenar de Oreja, febrero, día 13, lunes, a las nueve de la noche.

Morata de Tajuña, febrero, día 14, martes, a las siete de la tarde.

(Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 1 de febrero de 1933).

 

Para proporcionar la materia prima necesaria para renovar las vides de la provincia resultó fundamental la creación de viveros especializados en el cultivo y producción de las variedades más idóneas para ser injertadas. Estos viveros se financiaron con una curiosa fórmula consistente en utilizar los ingresos procedentes del impuesto que se cobraba a los madrileños cuando renovaban sus cedulas personales, el antecedente de los DNI actuales.

En el mes de septiembre de 1933, en una nota informativa, la corporación provincial señalaba como una de las principales preocupaciones de su Servicio Agronómico Provincial la reconstrucción de los viñedos destruidos por la filoxera. Se han instalado también viveros de reproducción y venta en Navalcarnero, Arganda y Morata, de los que suministran plantas experimentadas, aconsejando las variedades que para cada zona de la provincia son más aptas o convenientes. (La Voz, 15 de septiembre de 1933).

Estos viveros de Arganda del Rey y Navalcarnero continuaron su trabajo de apoyo a los agricultores en los años siguientes, aunque el de Morata ya no prestaba servicio en 1935.

La adopción de estas medidas de apoyo al sector vinícola y, por supuesto, el esfuerzo de todos los agricultores de la provincia de Madrid y, más en concreto, de los que cultivaban la vid en los municipios del partido judicial de Chinchón, hizo posible la progresiva recuperación del sector aunque, según publicaciones posteriores, la recuperación total aún tardaría en llegar:

(…) En casi todos los municipios comarcales [de la comarca de Las Vegas] el viñedo no se recupera de los efectos de la filoxera hasta los años 50 del siglo XX. En esta década la proliferación de bodegas cooperativas fue un aliciente para que se repoblasen de cepas bastantes hectáreas que, tras la filoxera, se habían destinado durante dos o tres décadas a cereales o a olivar (…). (Geografía agraria de la comarca Las Vegas, Utanda Moreno, Luisa. Editorial Doce Calles. Aranjuez, 1996).


*Estas cifras fueron aportadas por los distintos municipios y hechas públicas en una publicación titulada Contestación oficial sobre el cultivo de cereales olivo, vid y agrios e industrias derivadas (1881).


Fuentes y documentación:

  • La vid y el vino en la meseta meridional castellana (siglos XII-XV). Sánchez Benito, José María. Universidad Autónoma de Madrid. Madrid, 2009.

  • Los fueros de Toledo. García Gallo, Alfonso. Instituto Nacional de Estudios Jurídicos. Anuario de Estudios del derecho Español. Madrid, 1975.

  • Los quiñoneros de Segovia (siglos XIV-XV). Asenjo González, María. España Medieval. Volumen 2. Editorial de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 1982.

  • Ocupación de la zona sur de la Sierra y repoblación de la misma por el concejo de Segovia. Copia de 1787. Archivo Histórico Nacional. Sección de Diversos. Concejos y Ciudades. Leg. 20. Fols. 6,39. Recogido por María Asenjo González.

  • Noticias de Madrid y de las familias (1514-1556). Fernández de Oviedo, Gonzalo. Ayuntamiento de Madrid. Guillermo Blázquez. Madrid, 2000. Libro de las grandezas y cosas memorables de España (…). Medina, Pedro de. Sevilla, 1548. Edición de González Palencia, A. Madrid, 1944.

  • Relaciones Topográficas de Felipe II. Madrid. Estudio introductorio. Alfredo Alvar Ezquerra. Comunidad de Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Imprenta de la Comunidad. Madrid, 1993.

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  • Censo de 1528: Archivo de Simancas. Contadurías Generales núm. 768. Recopilado y publicado en el Tomo I del Censo de Pecheros. Carlos I. 1528. Editado por el Instituto Nacional de Estadística. Madrid, 2008.

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  • Alvar Ezquerra, Alfredo. Demografía Rural y fuentes no parroquiales. El Centro y el oriente madrileños en el reinado de Felipe II. Cuadernos de Historia Moderna, número 10. Editorial Universidad Complutense. Madrid, 1889-90.

  • Transcripción del texto de Descripción y cosmografía de España- Boletín de la Real Sociedad Geográfica-Tomo L-Imprenta de Eduardo Arias-Madrid, 1908.

  • Archivo General de Simancas-Expedientes de Hacienda, legajo 131.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales de Morata de Tajuña. H 408 y  H. 410.

  • Relaciones Iglesia-estado en Campomanes. Ferrer Benimeli, José Antonio, coordinador. Dictamen de los monjes granjeros. Domínguez Ortiz, Antonio. (pág. 163-180). Fundación Universitaria española. Madrid, 2002.

  • El patrimonio de los regulares madrileños en los siglos XVII y XVIII. Caro López Ceferino. Hispania Sacra, vol. 50, núm. 102. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1998.

  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-222, D.67-74.

  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada. Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.

  • Ordenanzas municipales y gremiales de España en la documentación del Archivo Histórico Nacional. Cadiñamos Bardeci, Inocencio. En Cuadernos de Historia del Derecho. Ediciones complutenses. Madrid, 2017.

  • Copia de las Ordenanzas de la villa de Morata. Biblioteca Nacional de España. Ms. 4.508.

  • Memoria sobre el estado de la Agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz de Andino, Eduardo. Imprenta, Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau. Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1876.

  • Contestación al interrogatorio sobre cultivo de olivo, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañavate, Fernando. Establecimiento tipográfico de M. Minuesa. Madrid, 1881.

  • Tratado del cultivo de la vid y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de los señores viuda e hijos de don José Cuesta. Madrid, 1870.

  • Tratado de fabricación de vinos en España y en el extranjero. Hidalgo Tablada, José. Librería de los señores viuda e hijos de don José Cuesta. Madrid, 1871.

  • Tratado de vinificación y descripción de algunos instrumentos que sirven para perfeccionar este arte, el modo de usarlos y sus ventajas. Hidalgo Tablada, José de. Establecimiento tipográfico de Andrés Peña. Madrid, 1850.

  • Gaceta Agrícola del Ministerio de Fomento. Tomo V. Madrid, 1877.

  • Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid. Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial-Madrid, 1891.

  • Estudio sobra la Exposición vinícola nacional de 1877. Imprenta y fundación de Manuel Tello, impresor de Cámara de S. M. Madrid, 1878.

  • Exposición Nacional Vinícola de 1877. Catálogo general. Imprenta, estereotipia y galvanoplastia de Aribau y cia. Madrid 1877.

  • Expansión vinícola y atraso agrario. La viticultura española durante la gran depresión (1870-19009). Carnero y Arbat, Teresa. Servicio de publicaciones agrarias. Ministerio de Agricultura. Madrid, 1980.

  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.