jueves, 30 de mayo de 2024

Mayorazgos: los marqueses de Espinardo, una familia de la nobleza en la villa de Morata (II)

En los siglos XV y XVI el linaje de los Guevara pasará a disfrutar el mayorazgo de Morata
Los bienes vinculados al mayorazgo convertían a sus titulares en los mayores propietarios de la villa 

Veíamos la pasada semana cómo el matrimonio formado por Fernán Rodriguez Pecha y Elvira Martinez traspasaron a su primogénito, Pedro Fernández Pecha, la titularidad del mayorazgo que habían fundado con los bienes que poseían en Morata y en las aldeas próximas de Eza, Villaverde y Monasterio. Tras el abandono de la vida civil de Pedro Fernandez Pecha, y su dedicación como fundador a la orden de San Jerónimo, la ausencia de herederos directos dio lugar a que el mayorazgo pasara por sus hermanas María, Beatriz y Mayor Fernandez Pecha. Analizamos en la entrega de esta semana quiénes fueron los sucesivos poseedores del mayorazgo hasta finales del siglo XVI y como en estos años aparece el apellido Guevara ligado a los bienes vinculados localizados en el término de Morata.



Aunque resulta complicado documentar en estos primeros años qué bienes poseían en Morata los herederos del matrimonio formado por Fernán Rodríguez Pecha y Elvira Martínez, y cuántos de estos mismos bienes pasaron a formar parte del mayorazgo fundado por el matrimonio, hay que resaltar que, al menos hasta la llegada del I marqués de Leganés como poseedor del señorío de Morata, esta familia se convirtió en la mayor propietaria de la villa tanto en bienes rústicos como en bienes urbanos o, incluso, molinos en las ribera del Tajuña.. 

Esta condición de grandes propietarios de un patrimonio que, por la propia condición jurídica del mayorazgo, no podía salir al mercado convierten a sus titulares en vecinos con capacidad para influir en la vida cotidiana de Morata en tanto que poseedores de unos bienes rústicos en los que basaban su economía familiar. Además, no resultó extraño, como veremos, que algunos titulares del mayorazgo residieran permanentemente en Morata y participaran en la vida social de la villa e incluso de la comarca desde su residencia palaciega localizada en el casco urbano y en la que, con el tiempo, pasaría a ser denominada como plazuela de Espinardo. El hecho de que alguno de los herederos del mayorazgo residieran permanentemente en su palacio de Morata les diferencia de los marques de Leganés o de los condes de Altamira que siempre tuvieron su palacio en Morata como una residencia ocasional y en temporadas muy concretas.

Titulares del mayorazgo desde el siglo XV hasta la llegada de los marqueses de Espinardo

En la primera entrega vimos cómo la ausencia de descendencia en los matrimonios de María y Beatriz, las dos hermanas mayores de Pedro Fernández Pecha, y la condición de religioso y obispo de Jaén de Alonso Fernández Pecha, su otro hermano, dejó en manos de Mayor Fernández Pecha, la más pequeña de las hijas del matrimonio fundador, la sucesión del mayorazgo de Morata.

Argote de Molina, señala en su libro Nobleza de Andalucía, como doña Mayor Fernández Pecha casó con Arias González de Valdés, señor de Veleña y Atanzón. Mayor fue también madre de Men Rodríguez de Valdés. En otra publicación que recoge los distintos linajes de la nobleza española, Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino, se recoge que este Men Rodríguez de Valdés sucedió a su padre en los señoríos de Veleña y Atanzón y, debido a las circunstancias de falta de herederos de los hermanos y hermanas de su madre, resultó también beneficiario del mayorazgo de Morata que habían fundado sus abuelos maternos. Los términos de esta herencia aparecen reflejados en el testamento que su madre otorgó en febrero de 1400 en la Puebla de Guadalupe, donde ya se habían instalado su hermano mayor, Francisco Fernandez Pecha, como monje jerónimo

Ya como nuevo señor de Morata y poseedor de su mayorazgo, Men Rodríguez de Valdés (cir. 1360-1431) ejerció como ayo del infante Don Fernando de Antequera Casado con María Fernández de Orozco, señora de Galvez, Mayandona, Miedes y otros lugares. Men Rodriguez fue benefactor del monasterio de Lupiana, germen de la orden jerónima en España, como también lo habían sido su abuela Elvira Martinez y su tía Mayor Fernández, madre y hermana, respectivamente, de Pedro Fernández Pecha fundador de dicho monasterio. El matrimonio tuvo seis hijos: Iñigo López Valdés, Pedro Meléndez Valdés, Men Rodríguez Valdés, Arias González de Valdés, Fernán Pérez de Pecha y BeatrizFernández de Pecha. A la muerte de Men Rodriguez de Valdés fue su primogénito, Iñigo López Valdés quien recibió entre otros bienes heredados los señoríos de Veleña y Atanzón y el mayorazgo de Morata como primogénito del matrimonio. 

Iñigo López de Valdés (cir. 1390-?) ya como heredero de los mismos, vendió los señoríos de Atanzón y Veleña al marqués de Santillana, Iñigo López de Mendoza. Esta venta, quizá por motivos económicos, provocó en los años siguientes numerosos pleitos a los que se vieron abocados sus sucesores. Estas ventas no afectaron al mayorazgo de Morata, por la imposibilidad legal de enajenarlo. Casado con Juana de Guzmán y Herrera, a la muerte de Iñigo López de Valdés correspondió a su única hija y heredera, María de Valdés Pecha y Guzmán, la titularidad del mayorazgo de Morata que, a estas alturas del siglo XV, ya contaba con más de 100 años de historia.

Escudo del linaje Guevara

El apellido Guevara y el mayorazgo de Morata

Con María de Valdés y Guzmán, cuya fecha de nacimiento y defunción desconocemos -al igual que sucede con muchos de los titulares del mayorazgo de Morata- se va a producir la circunstancia de la aparición de la familia Guevara, un apellido de orígenes norteños pero que a estas alturas del siglo XV ya tenía lazos muy importantes en el antiguo reino de Murcia. Maria de Valdés casó con Beltran de Guevara, nombre y apellido que aparecerá reiteradamente relacionado con el mayorazgo de Morata. Beltrán de Guevara era hijo de Pedro Vélez de Guevara y de su mujer, Isabel de Castilla. Aunque no era el primogénito de la familia ya era titular del señorío de Monteagudo, en Murcia. Este señorío permanecería unido durante varias años al mayorazgo de Morata al igual que el apellido Guevara y, ya en el siglo XVII, con el apellido Fajardo y los marqueses de Espinardo. 

El matrimonio entre Beltrán de Guevara y María Valdés tuvo tres hijos, Pedro Vélez de Guevara, Carlos de Guevara y Beltrán de Guevara. Este último sucedió a su madre en el mayorazgo de Morata, recuperándose así la línea del varón en la sucesión. El nombre de Beltrán de Guevara (cir. 1455), como hijo del matrimonio de María de Valdés y Guzmán, vuelve a repetirse cuando, de nuevo, el primogénito del mismo, Beltrán de Guevara, se convierte en titular del mayorazgo. Este Beltrán, casado con Elvira de Rojas, pleiteó, sin éxito, por el mayorazgo de Marchamalo, que había pertenecido a la familia de su madre y que era disputado por su tío, Pedro Meléndez de Valdés. 

De nuevo un Beltrán de Guevara, ya por tercera ocasión, pasa a poseer el mayorazgo de Morata, como primogénito del matrimonio entre su padre, y Elvira de Rojas. Este Beltrán de Guevara también aparece en la documentación como protagonista de un pleito por el uso del agua del río Tajuña. La mayoría de los bienes adscritos al mayorazgo estaban situados en la vega del Tajuña y los Guevara, y posteriormente los marqueses de Espinardo, no dejaron de pleitear cuando consideraron que se conculcaban sus derechos sobre el agua. 

En 1516 dicho Beltrán de Guevara pleiteó contra Pedro Sánchez por considerar el primero que el vecino de Morata le impedía el normal riego de sus huertas. Otra vez el agua en el origen de un pleito. El proceso judicial llegó ante la justicia de Alcalá de Henares que condenó a Pedro Sánchez y le obligó, por sentencia, a que no perturbase la entrada de agua por su huerto al del dicho don Beltrán.

Como vemos, la vinculación del apellido Guevara con Morata a través del mayorazgo fundado en las primeras décadas del siglo XIV fue reiterada durante la segunda mitad del siglo XV y el siglo XVI. Esta presencia de los Guevara en Morata fue glosada por Antonio de Guevara, un destacado escritor renacentista, autor de obras célebres en su tiempo como Menosprecio de corte y alabanza de aldea o las Epístolas familiares. En esta última obra, el escritor y religioso -llegó a ostentar los obispados de Lugo y Guadix-, afirmaba sobre su linaje familiar:

A lo primero que decís, señor, de mi linaje que es antiguo, bien sabe Vuestra Señoría que mi abuelo se llamó don Beltrán de Guevara, y mi padre también se llamaba don Beltrán de Guevara, y mi tío se llamaba don Ladrón de Guevara, y que yo me llamo ahora don Antonio de Guevara, y aun también sabéis, señor, que primero hubo condes en Guevara que no reyes en Castilla. Este linaje de Guevara trae su antigüedad de Bretaña y tiene seis mayorazgos en Castilla: es, a saber, el conde de Oñate, en Álava; don Ladrón de Guevara, en Valdallega; don Pero Vélez de Guevara, en Salinas; don Diego de Guevara, en Paradilla; don Carlos de Guevara, en Murcia, y don Beltrán de Guevara, en Morata; los cuales todos son valerosos en sus personas, aunque pobres en estados y rentas; de manera que los de este linaje de Guevara más se precian de la antigüedad de do descienden que no de la hacienda que tienen. Esta afirmación de Antonio de Guevara sobre las rentas familiares era una verdad a medias a medias: ciertamente, los Guevara no dejaban de ser un apellido modesto muy alejado de la alta nobleza castellana, lo que no impedía que fueran una familia muy influyente en una pequeña villa como Morata..

Aumento del patrimonio familiar 

De hecho, y pese a esta declaración en torno a la modestia de los bienes materiales de los Guevara que nos dejó Antonio de Guevara en sus Epístolas familiares, en lo que se refiere a Morata los poseedores de su mayorazgo podían presumir, como veremos, de ser una de las familias más influyentes de la villa a estas alturas del siglo XVI. De hecho, este último Beltrán de Guevara como poseedor del mayorazgo incrementó de alguna manera la influencia del apellido Guevara cuando contrajo matrimonio con Ana de Guevara, perteneciente al mismo linaje y señora Monteagudo, en el reino de Murcia, privilegio que había obtenido como herencia de sus padres Carlos de Guevara y Ana de Rocafull. En 1540 este citado Beltrán de Guevara, por entonces vecino de la ciudad de Murcia, realiza un inventario en la villa de Morata, ante el escribano Francisco de Escamilla, de los bienes adscritos al mayorazgo tras la muerte de su mujer. 

Según la documentación del archivo de los marqueses de Espinardo mientras Beltrán de Guevara fue titular del mayorazgo, a mediados del siglo XVI, se ocupó de mejorar el patrimonio de bienes urbanos que poseía en la villa de Morata. Mediante el sistema de trueque, Beltrán aumentó sus propiedades en torno al palacio de la familia, localizado como hemos señalado en lo que ahora conocemos como plazuela de Espinardo y que aparece por primera vez en la documentación que hemos localizado sobre la familia propietaria del mayorazgo morateño. Estos documentos forman parte del inventario de los documentos del archivo de los marqueses de Espinardo que se conservan en el Archivo Histórico de la Nobleza.

En una primera operación, ejecutada en 1552, Beltran de Guevara acordó cambiar dos casas por otras dos viviendas con el vecino de Morata Alonso Pérez de Segovia. Tres años después, en 1554, Beltrán de Guevara añade a las casas que había cambiado a Alonso Pérez, y que formaban ya parte del palacio de la familia, un corral que se sumó a las propiedades del mayorazgo gracias a un nuevo trueque con Diego Ruiz, otro vecino de Morata, que recibió a cambio otro corral.

Junto a estas mejoras en el patrimonio urbano de la familia en Morata, Beltrán de Guevara como poseedor en estos años del mayorazgo se ocupó de que entre los bienes adscritos al mismo apareciera un molino situado en la ribera del Tajuña que, aunque en la documentación no aparece clara su localización, puede ser el que siglos adelante sería conocido como molino de la Huerta molino de arriba. Así aparece reseñado en un documento en el que se encuentra información sobre este molino:

Concordia sobre un molino en el río Tajuña, término de Morata. Concordia y transacción que hicieron García González, Juan Alonso y otros consortes de la una parte y Juan Rodríguez Ruiz y Don Beltrán de Guevara de otra sobre un molino y presa de él, en la ribera del Tajuña de la villa de Morata y fue apartándose del pleito que tenían pendiente en el Concejo por ciertas condiciones que contenía una escritura que pasó en dicha villa de Morata a 10 de marzo de 1555 años por ante Alonso Fernández, escribano de ella.

No es este documento el único que recoge la relación de los Guevara con el molino. En el citado archivo de los marqueses de Espinardo aparecen hasta tres documentos más sobre este molino en diferentes periodos históricos. En el año 1555 están fechados dos de estos legajos. El primero es una escritura que trata sobre la mejor forma de operar en el molino para que no produzca daños en la vega:

Una escritura otorgada entre los interesados en el molino de la Huerta de Tajuña y don Beltrán Guevara en que se declara la forma para poner las tablas en los gallardos de dicho molino para que no se haga daño cuando venga crecido el río referido a los heredados, pasó en 6 de octubre de 1555 ante Francisco de Escamilla.

Del mismo año es una real carta ejecutoria -sentencia- sobre el citado molino:

(…) real carta ejecutoria por el señor arzobispo de Toledo, primado de las Españas y de los señores de su Consejo, su data en Toledo a 11 de julio de 1555, por la que se confirma una concordia que otorgaron Don Beltrán de Guevara y otros consortes de la una parte como heredados en la ribera del río Tajuña y Rodrigo y Juan Ruiz sobre la presa de un molino que los susodichos poseían en dicha rivera, por haberse hecho la presa mucho más alta que la tenía de que resultó perjuicio a dicho heredamiento en la cual concordia se da reglas en la forma en que se han de poner las tablas en los aguatochos y demás razones que constan de la que está inserta en esta ejecutoria y separadamente con otra en este legajo.

Un último documento, este ya fechado en el siglo XVII, recoge una referencia al molino que, en esos años, fue modificado para convertirlo en un ingenió de los conocidos como de regolfo:

(…) una escritura que el Concejo de la villa de Morata y otros consortes con el señor don Beltrán de Guevara otorgaron en razón de cierto molino que dicho concejo tenía castellano y lo quería hacer de regolfo de que resultara daño a dicho Don Beltrán y consortes que tenían tierras en la vega de Tajuña donde estaba dicho molino, y por non tener pleitos y que dicha obra se hiciese con toda formalidad y arreglado a lo que tenían estipulado, otorgaron esta escritura de convenio en la villa de Morata en 26 de mayo de 1655 ante Alonso Fernández.

Como sucesora en el mayorazgo de Morata del matrimonio de Beltrán y Ana de Guevara aparece su hija Juana de Guevara, casada con Hernando de Otazo, regidor de la ciudad de Murcia. Como vemos, la región y la ciudad de Murcia y el apellido Guevara continuaban apareciendo relacionados con el mayorazgo morateño que fundara Rodríguez Pecha y su mujer Elvira Martínez. Por la documentación de la época, parece que Juana de Guevara llegó a residir en el palacio que la familia poseía en Morata. En 1568, según sabemos por el archivo de la casa, Juana Guevara, ya viuda de su marido Hernando de Otazo, firmó un censo de cuatro mil ducados, cantidad muy respetable para la época, sobre sus bienes vinculados en Morata, Chinchón, Eza y Villaverde. Este préstamo censal, contó con el obligatorio permiso real al incluirse en el mismo los bienes vinculados del mayorazgo. 

Varios vecinos de Morata, entre ellos Pedro Páez, Antón Sánchez o el doctor Juan Martínez, firmaron como fiadores de Juana de Guevara que había solicitado el préstamo con la garantía de su mayorazgo en Morata para adquirir la octava parte del señorío de la villa murciana de Ceutí y también para continuar el pleito que seguía contra el conde de Coruña por los derechos de señorío de la villa de Veleña. 

La cuantía de ambos censos, con la garantía para los prestamistas de los bienes adscritos al mayorazgo, nos sirve para hacernos una idea de la importancia del patrimonio de la familia Guevara en Morata, al que había que añadir sus posesiones en el entorno de la ciudad de Murcia. De hecho, unos años antes, en 1562 y a la muerte de Beltran de Guevara, padre de Juana, esta y su marido Hernando de Otazo solicitaron a la justicia de Morata un apeo y deslinde de los bienes del mayorazgo antes de hacerse cargo de la administración del mismo. Este tipo de comprobaciones, realizadas ante escribano público y con la obligada participación de los arrendadores de las tierras y bienes de la familia, resultaba habitual cuando se producía la sucesión en la titularidad del mayorazgo y permitía a sus nuevos poseedores ponerse al día de los bienes que recibían y de cómo se administraban. El mismo año de 1562, y con la misma intención de conocer qué bienes poseía en Chinchón, el difunto Beltrán de Guevara, Hernando de Otazo, marido de Juana, solicitó el deslinde y amojonamiento de los bienes del mayorazgo en término de la villa de Chinchón.

Reseñamos, por último, otro censo firmado por Juana de Guevara por cuantía de 7.000 ducados para pagar la dote con que los Otazo de Guevara se había comprometido para acordar el matrimonio de su hija Ana de Guevara con Diego Ramírez por un importe anual de 500 ducados. En la documentación de este censo aparece también como firmante Juan Otazo de Guevara. Sobre la muy interesante figura de este heredero del mayorazgo de Morata trataremos la próxima semana pero ya adelantamos que fue un muy activo representante de la familia de Guevara que, profesionalmente, destacó, entre otras actividades, como ejecutor de importantes obras hidráulicas en la comarca. 



Fuentes y bibliografía:

  • Escritura de fundación de mayorazgo otorgada por Fernán Rodríguez, camarero del Rey [Alfonso XI] y su mujer, doña Elvira Martínez, camarera de la reina doña María, de Morata, Villaverde y Monasterio, aldeas de Segovia.

  • Indice de colección de Don Luis de Salazar Castro. Volumen 49. Real Academia de la Historia.

  • Las profesiones femeninas de la nobleza y de las oligarquías urbanas en la Castilla bajomedieval. Cusas, dinámicas, privilegios y donaciones. Prieto Sayagües, Juan Antonio. Revista Espacio, tiempo y forma. Serie III. Historia Medieval. Julio 2021.

  • Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo LXX VIII. Cuaderno I. Editorial Reus. Madrid, enero de 1921.

  • Revista de España. Vigésimo séptimo año. Tomo CXLIX. Noviembre y diciembre. Establecimiento tipográfico de Ricardo Fe. Madrid. 1891.

  • Nobleza de la Andalucía. Argote de Molina. Gonzalo. Imprenta Fernando Díaz. Sevilla, 1588.

  • Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino. Trelles Villademoros, Joseph Manuel. Tomo III. Madrid, 1760.

  • Documentos de Enrique III. Fondo Mercedes Gaibrois de Ballesteros.

  • Inventario de documentos existentes en el archivo de Diego Alonso de Entenza Fajardo Vera, marqués de Espinardo, realizado por el administrador Nicolás Castañón en el año 1749. - Archivo Histórico de la Nobleza, ESPINARDO,C.4,D.1.

jueves, 23 de mayo de 2024

Mayorazgos: los marqueses de Espinardo, una familia de la nobleza en la villa de Morata (I)

En el siglo XIV, el matrimonio integrado por Fernán Rodriguez Pecha y Elvira Martínez instituyó el mayorazgo con bienes localizados en Morata, Chinchón y Perales de Tajuña

El primer heredero del vínculo fue Pedro Fernández Pecha, fundador de la orden Jerónima en Castilla

Además de los marqueses de Leganés y de sus sucesores en el señorío de Morata, los condes de Altamira, otra familia perteneciente a la nobleza ha mantenido una larga relación con la villa: los marqueses de Espinardo, y su otra rama familiar representada por los marqueses de Benalúa. Ambos linajes poseyeron, en su tiempo, un palacio en la villa, pero a diferencia de los Leganés-Altamira, la casa de Espinardo-Benalúa nunca poseyó el señorío de Morata, aunque sí un amplio patrimonio en la vega y en el secano morateño. Contamos a partir de esta semana la historia, desde sus orígenes, de la casa nobiliaria de los Espinardo en Morata. Veremos cómo la presencia de esta familia de la nobleza española comenzó en un lejano 1360, cuando sus antepasados Fernán Rodríguez Pecha y su mujer Elvira Martínez, crearon un mayorazgo* que sustentó durante siglos la presencia de sus sucesores en Morata. Hoy, de esa presencia tan prolongada sólo nos queda poco más que el nombre de una de las plazuelas del callejero morateño: la plazuela de Espinardo, donde se levantaba el palacio familiar


Durante muchas décadas, y al menos hasta final del siglo XIX, el palacio de los Leganés-Altamira y y el de los Espinardo-Benalúa han compartido un espacio muy próximo en el trazado urbano de Morata, separados físicamente por la calle Cruz de Orozco. Pero más allá de esta circunstancia sobre las respectivas residencias de estas familias de la nobleza en Morata -de las que, lamentablemente, pocos vestigios de las construcciones palaciegas originales nos han llegado-, uno y otro linaje fueron, en su momento, muy influyentes en la vida económica de la villa: sus amplias propiedades rústicas condicionaron durante siglos el sector primario en Morata si bien es cierto que los Leganés-Altamira, además, sumaban a su patrimonio inmobiliario su condición de poseedores del señorío de Morata durante dos siglos, como ya hemos visto en varias entradas del blog.


Por el contrario, tanto los creadores del mayorazgo de los Rodríguez Pecha como los propios marqueses de Espinardo-Benalúa nunca llegaron a poseer el señorío de la villa, lo que no significa, como veremos en las próximas semanas, que su presencia en Morata no fuera igualmente importante e influyente, tanto a nivel social como económico, desde el momento en que el matrimonio formado por Fernán Rodriguez Pecha y Elvira Martínez decidiera crear el citado mayorazgo con los bienes que habían acumulado tanto en el término de Morata como también en las entonces aldeas cercanas de Eza, Villaverde y Monasterio, localizadas en lo que hoy es término municipal y vega de Chinchón junto a las riberas del río Tajuña.

Creación del mayorazgo en Morata

Este mayorazgo que pasaría, vía sucesión hereditaria, por distintos apellidos como los propios Fernandez Pecha o los Guevara y Otazo hasta llegar a los Fajardo que ostentarían por primera vez el marquesado de Espinardo, fue instituido, como señalamos, por Fernán Rodriguez Pecha y por Elvira Martinez. Ambos procedían de familias asentadas en la ciudad de Segovia aunque posteriormente, como veremos, llegarían a prosperar en el entorno de la ciudad y la actual provincia de Guadalajara. 

Fernán Rodriguez pertenecía a una familia de origen italiano de donde procedía su padre, Esteban Pérez Pecha, natural de la ciudad de Sena, que se casó ya en España con Mayor Rodríguez de Balboa y que ejerció durante un tiempo como alcaide de Zamora. Desde la ciudad segoviana, Fernán consiguió unirse a la figura del rey Alfonso XI y de su segunda mujer, la reina María de Portugal. Prácticamente desde que Alfonso XI encabezará la corona castellana, en 1325, Fernán Rodríguez entró a formar parte del entorno palaciego como camarero -primero menor y, al final de su carrera, mayor- del monarca. Estos cargos, que ejerció desde 1326 hasta el año de su muerte en 1345, le permitieron participar en la gestión económica y palaciega de la monarquía y ejercer, en paralelo, como notario mayor de los privilegios rodados. Al mismo tiempo ejerció también como camarero de don Pedro, heredero de la corona castellana y del propio Alfonso XI. Su mujer, Elvira Martínez, también pudo ejercer su influencia en la corte como camarera de la reina María.

El ejercicio de estos cargos palaciegos, durante un periodo de tiempo cercano a los veinte años, resultó fundamental para la economía familiar del matrimonio. Fernán Rodriguez aprovechó su cercanía al poder no solo para ejercer sus cargos oficiales ya que consiguió también convertirse, gracias al apoyo real, en arrendador de los servicios de aduanas del reino desde 1328. Posteriormente, en 1338 también gestionó el arrendamiento del servicio de ganados trashumantes en Castilla. Ambos cargos, más allá de influencia en la corte le permitió también ampliar su patrimonio e incorporarlo, entre otros destinos, a su mayorazgo en Morata.

Este trabajo combinado de camarero del rey, junto a su gestión en el arrendamiento de los servicios aduaneros y de la trashumancia -situación que también vivió su hijo Pedro como tesorero real y arrendador de las minas de mercurio de Almadén-, se materializó en una holgada situación económica de la familia y, como consecuencia, en la adquisición de bienes raíces en distintos territorios, entre ellos la villa de Morata y las entonces aldeas de Eza, Monasterio y Villaverde. En estos años de comienzos del siglo XIV, tanto Morata como las citadas aldeas pertenecían a la Comunidad de la Ciudad de Segovia, por lo que resulta lógico que el matrimonio, con orígenes segovianos, adquiriera bienes en un territorio perteneciente a su lugar de origen. (Recordemos que, como también vimos también en el blog, la presencia de familias de la burguesía segoviana en la comarca resultaba habitual en aquellos años, cuando también adquirieron bienes linajes familiares como, entre otros, los Arias-Davila).

Primera sucesión en el mayorazgo de los Rodriguez Pecha-Martínez

La creación y fundación de un mayorazgo, por definición, busca perpetuar en el tiempo un linaje familiar, ligando una serie de posesiones materiales a un poseedor y heredero del mismo, según una serie de cláusulas fijadas por los fundadores de esta figura jurídica que regulan la sucesión en la titularidad de los bienes indivisibles y no enajenables ligados a dichos mayorazgos. En el caso del mayorazgo fundado en el año 1334 por Fernán Rodriguez Pecha y su mujer Elvira Martínez sobre los bienes que poseían en Morata y en las aldeas próximas de Eza, Villaverde y Monasterio existe un documento impreso que recoge estas cláusulas que regulan la sucesión en el citado mayorazgo. Del cumplimiento de estas cláusulas o condiciones dependía la permanencia en el tiempo de los bienes asignados al mayorazgo y, en definitiva, la presencia de la familia de los sucesores de los fundadores en la propia villa de Morata, como así sucedió durante varios siglos.

La interpretación de estas clausulas, por otra parte, fue el origen de no pocos pleitos que se plantearon en varias ocasiones entre distintos litigantes que se creían con derecho a heredar el mayorazgo fundado, según recoge una escritura conservada en Real Academia de la Historia (Colección de Luis Salazar) el 23 de agosto de 1343. El texto se refiere a (…) las dichas casas e heredamientos e bienes sobre dichos al dicho Diego Pedro Fernández [primer heredero], con esta condición, que después de sus días del dicho Pedro Fernández, las dichas casas, e todos los bienes e heredamientos sobre dichos, e el pan e los bueyes e las armas que estuvieren en la dichas casas a su finamiento que sin que a su hijo varón legítimo que el dejare a su finamiento (…). En total son once clausulas en las que se refleja el derecho prioritario de los hijos varones y primogénitos, sobre las hijas, y en ausencia o muerte de varones sin descendencia, a los descendientes también varones de las hijas.

En el encabezamiento del texto anterior ya se cita a Pedro Fernández [Pecha] como primer poseedor de los bienes de Morata pero, muy pronto, las circunstancias vitales del primogénito de los fundadores condicionaron la primera sucesión y las siguientes en el mayorazgo. En efecto, Pedro Fernandez Pecha, como hijo primogénito de Fernán Rodriguez y Elvira Martínez, estaba destinado a prolongar el linaje familiar según las clausulas de sucesión en el mayorazgo creado por sus padres. Desde muy joven, ayudado por su padre, se movió en el entorno palaciego de la monarquía castellana. Pedro Fernandez Pecha ocupó la tesorería real y, como ya hemos comentado, fue responsable del arrendamiento de las minas de Almadén, durante el reinado de Pedro I, hijo de Alfonso XI y de María de Portugal, el mismo que pasaría a la historia con el sobrenombre de El Cruel.

Pedro Fernández Pecha, pintura al óleo de Juan Valdés Leal (1662-1690).

Aunque la figura histórica de Pedro Fernandez Pecha bien merecería por sí sola un repaso a su trayectoria vital, ahora nos limitaremos a señalar cómo el primer poseedor del mayorazgo de Morata que fundaran sus progenitores, en un momento de su vida decidió abandonar la vida civil y dedicarse a la vida monástica en la que tuvo un papel destacado como fundador de la orden de los jerónimos en el reino de Castilla**. Antes de que se produjera un giro tan radical en su vida, Pedro Fernandez se había casado y había sido padre de cuatro hijos. Se desconoce el nombre de su mujer, pero sí sabemos que falleció joven después de ser madre de los cuatro hijos de Pedro Fernández, tres mujeres y un varón. Cuando Pedro Fernandez Pecha decidió dejar el entorno palaciego y pasar a ejercer de ermitaño, alguno de sus descendientes debería haber asumido el mayorazgo de la villa de Morata pero su fallecimiento temprano de su primogénito-situación que quizá influyó en su vocación religiosa sobrevenida- dio lugar a una complicada sucesión entre alguno de sus hermanos.

En efecto, la retirada de Pedro Fernandez Pecha a la vida religiosa provocó una primera sucesión compleja en la propiedad del mayorazgo de Morata. Descartado Pedro Fernandez Pecha, el primogénito, y fallecidos todos sus herederos, el mayorazgo y los bienes adscritos al mismo situados en Morata debían pasar al siguiente hijo varón de los fundadores, en este caso Alonso Pecha. El segundo hijo varón hubiera sido el destinado a asumir el mayorazgo de no darse la circunstancia de que cuando su hermano se retiró a su primer eremitorio, el ya había profesado como religioso e incluso había ejercido, a la temprana edad de 29 años, como obispo de Jaén, aunque no llegó a ejercer esta cargo hasta la muerte, tiempo después, de Andres su antecesor.

Descartado por lo tanto Alonso Fernández Pecha, y agotada la línea de los herederos varones quedaba la opción de que la titularidad del mayorazgo de Morata pasara a una de las hijas de los fundadores. Como hermana de mayor edad, María Fernández Pecha, casada con un miembro de la poderosa familia de los Mendoza de Guadalajara, Pedro Gonzalez de Mendoza, estaba destinada a prolongar el mayorazgo pero la ausencia de herederos en su matrimonio provocó que fuera su hermana, Beatriz Fernandez Pecha, casada con Juan García de Valdes, señor de Atanzón y Veleña, quien asumiera el mayorazgo. Sin embargo, de nuevo la ausencia de herederos en este matrimonio dio lugar a que que fuera Mayor Fernandez Pequeña, la menor de las hijas de los fundadores del mayorazgo y casada con otro de los hijos de los señores de Atanzón y Veleña, Arias García de Valdés, quien garantizara la futura sucesión en el vínculo morateño. Como vemos, la primera sucesión en el mayorazgo morateño de los Rodríguez Pecha-Martínez no dejó de atravesar infinidad de vicisitudes hereditarias que serían muy habituales a lo largo de la historia del mismo como veremos en los próximos capítulos de la serie.


*El mayorazgo fue una institución jurídica de origen medieval mediante la que se vinculaban unos bienes patrimoniales a un único sucesor, normalmente el hijo mayor -de ahí su denominación- que heredaba estos derechos que no se podían enajenar ni dividir. Esta institución fue utilizada por los miembros de la nobleza para proteger su patrimonio y que se conservara en el tiempo. La imposibilidad de vender los bienes incluidos en el mayorazgo permitía que la propiedad se prolongara en el tiempo pero, a la vez, provocaba que algunas familias se hipotecaran ante la imposibilidad de acudir a la venta de algunas estas propiedades cuando se lo exigía su situación económica. En Morata, además del mayorazgo creado por Fernán Rodriguez Pecha y su mujer, del que trataremos en el blog en estas semanas, también estaban vinculados la mayoría de los bienes que poseía el marques de Leganés en la villa, incluida la fabulosa colección de cuadros que reunió en su palacio morateño Diego Messía Felípez de Guzmán. Los mayorazgos, como tal institución fueron eliminados del régimen jurídico español por un decreto firmado por Fernando VII el 27 de septiembre de 1820. Como consecuencia de su abolición, los condes de Altamira, sucesores de los marqueses de Leganés, vendieron, ya sin ningún impedimento legal, todas sus propiedades en Morata. No sucedería así con los bienes adscritos al mayorazgo fundado por l Matrimonio Rodrígez Pecha-Martínez y este patrimonio, en su mayor parte, permanecería ligado a sus sucesores hasta bien entrado el siglo XX.


**Pedro Fernández Pecha, junto con Fernando Yáñez de Figueroa, otro cortesano desencantado de su trabajo junto a los monarcas Alfonso XI y su hijo Pedro I , decidió retirarse a la ermita de Nuestra Señora del Castañar, cerca de Toledo tras producirse la muerte de su mujer y de una de sus hijas. En 1366 Pedro Fernandez se traslada a la ermita de Nuestra Señora de Bellascusa, en Orusco, y sólo un año después a San Bartolomé de Lupiana, en Guadalajara, auténtico germen de la orden jerónima en Castilla. En 1372 Pedro Fernandez Pecha y Pedro Roman fueron designados por sus hermanos en el eremitorio de Lupiana para trasladarse a Avignon en Francia con el fin de solicitar el permiso papal y crear, como así hicieron, la orden de San Jerónimo. En 1374 Pedro Fernández, ya conocido como Frai Pedro de Guadalajara, abandonó San Bartolomé para trasladarse a Toledo a fundar un nuevo monasterio, el de Nuestra Señora de Sisla. En 1400, cerca ya de su muerte, se trasladó, definitivamente, al monasterio de Guadalupe, donde falleció. 


Fuentes y bibliografía:

  • Escritura de fundación de mayorazgo otorgada por Fernán Rodríguez, camarero del Rey [Alfonso XI] y su mujer, doña Elvira Martínez, camarera de la reina doña María, de Morata, Villaverde y Monasterio, aldeas de Segovia.

  • Indice de colección de Don Luis de Salazar Castro. Volumen 49. Real Academia de la Historia.

  • Las profesiones femeninas de la nobleza y de las oligarquías urbanas en la Castilla bajomedieval. Cusas, dinámicas, privilegios y donaciones. Prieto Sayagües, Juan Antonio. Revista Espacio, tiempo y forma. Serie III. Historia Medieval. Julio 2021.

  • Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo LXX VIII. Cuaderno I. Editorial Reus. Madrid, enero de 1921.

  • Revista de España. Vigesimo séptimo año. Tomo CXLIX. Noviembre y diciembre. Establecimiento tipográfico de Ricardo Fe. Madrid. 1891.

  • Nobleza de la Andalucía. Argote de Molina. Gonzalo. Imprenta Fernando Díaz. Sevilla, 1588.

  • Asturias Ilustrada, primitivo origen de la nobleza de España, su antigüedad. Clases, diferencias con la descendencia sucesiva de las principales familias del reino. Trelles Villademoros, Joseph Manuel. Tomo III. Madrid, 1760.

  • Relaciones topográficas de los pueblos de España. Vol. III. Consejo Superior de Investigaciones Cientificas. Madrid, 1994.

jueves, 21 de diciembre de 2023

Los Arias Dávila, una familia de la nobleza con intereses en Morata (Epílogo)

A finales del siglo XVI el castillo de Casasola, según la tradición, fue escenario de reuniones de los partidarios de la proclamación de Alfonso XII como rey de España

Con la venta al marqués de Leganés de la mayor parte de sus propiedades en Morata, la familia de los Arias Dávila perdió presencia en la villa. En esa fecha de 1633, como veíamos la pasada semana, el conde de Puñonrostro, Arias Gonzalo Dávila, acordó con Policena Espínola la venta de unas 450 fanegas en la vega, una parte de la propiedad del molino de El Taray y una parcela donde se levantaría el palacio de los marqueses de Leganés frente a la iglesia de Morata. Como epílogo de esta serie sobre los Arias Dávila tratamos sobre un episodio, entre la realidad y la leyenda, que pudo tener lugar en el castillo de Casasola, la fortaleza que levantara en el siglo XV Juan de Contreras El Viejo y que, desde 1523, pertenecía a los condes de Puñonrostro. Se tr5ata de la reunión de políticos y militares favorables a la designación de Alfonso XII como rey de España.


Desde que en 1523 Juan Arias Dávila adquiriera por compra a la familia Contreras la propiedad del castillo de Casasola, esta fortaleza que domina desde las alturas la vega del Tajuña fue el símbolo del poder y la influencia de esta familia segoviana en la comarca. Con el paso del tiempo, como vimos en el caso de Morata, donde la mayor parte de sus extensas propiedades se vendieron al I marqués de Leganés, el patrimonio de los Arias Davila, por distintos motivos, se fue reduciendo también en lo que hoy es el término de Chinchón.

En el entorno del castillo de Casasola los Arias Dávila también se desprendieron de parte de sus bienes rústicos pero la fortaleza, hasta bien entrado el siglo XIX, perteneció a la familia. Los profundos cambios en la sociedad española habían afectado a esas alturas del siglo XIX a las familias de la nobleza que habían perdido la influencia y el poder que llegaron a disfrutar en sus lugares de señorío. 

Si en Morata los condes de Altamira, sucesores de los marqueses de Leganés en el señorío de la villa, habían vendido hacia 1870 prácticamente todas sus propiedades y solo conservaban como bien más emblemático su viejo palacio condal, en el caso de los condes de Puñonrostro Francisco Arias Dávila Matheu Carondelet , XIII conde de Puñonrostro, también conservaba la propiedad del castillo de Casasola, la fortaleza que, al parecer, fue de alguna manera protagonista de un episodio relacionado con Alfonso XII y con la restauración en España de la dinastía borbónica.

Carta del conde de Puñonrostro a Isabel II, exiliada en Paris (Fuente: Real Academia de la Historia)

Conspiraciones para favorecer la vuelta al trono de los Borbones

Con la revolución de septiembre de 1869, La Gloriosa, Isabel II y sus descendientes fueron desalojados del trono y dejaron de encabezar la monarquía española. En unos años convulsos, España vivió el acceso al trono de un nuevo monarca, Amadeo I de Saboya, y la proclamación de la I República. En medio de este periodo convulso, los partidarios de Isabel II, apartada en su exilio francés, no dejaron de trabajar, dirían unos, -o conspirar, dirían otros-, para lograr que, en última instancia, su primogénito y heredero, el príncipe Alfonso, futuro Alfonso XII, recuperara para la familia Borbón la corona española. 

Entre los políticos y militares más activos en este movimiento favorable a los Borbones se encontraba Francisco Arias Dávila Matheu, un viejo militar nacido en 1812 en Cádiz y quizá uno de los más activos defensores de la causa borbónica desde que la revolución de 1869 apartara a Isabel II del trono. El XIII conde de Puñonrostro, había participado activamente en las guerra carlistas, naturalmente en el bando isabelino, lo que le valió ser nombrado para distintos cargos en palacio en el entorno de la reina: caballero montero y ballestero mayor, mayordomo mayor y jefe de administración de la casa real y gentilhombre de cámara y apoderado de Isabel II. A partir de ahí en paralelo a su carrera militar, en la que alcanzó el grado de teniente general, inició también una carrera política que le llevó a ser designado senador y alcalde de Madrid. 

Con esta trayectoria vital y tras permanecer exiliado en París, a su vuelta Francisco Arias Davila destacó por su negativa a apoyar el nuevo monarca, Amadeo I. También por su más que probable participación en los movimientos más o menos clandestinos en apoyo del príncipe Alfonso. En estas conspiraciones favorables a la causa borbónica es donde cobra protagonismo el castillo de Casasola: según algunas fuentes la vieja fortaleza, aún propiedad de los Arias Dávila, fue el escenario de reuniones de militares y políticos que trabajaban para que el hijo de Isabel II recuperara el trono de España.

Estas reuniones, de las que existen escasas noticias, y siempre a posteriori, de producirse debieron tener lugar entre septiembre de 1869, La Gloriosa, y el 29 de diciembre de 1874, cuando el pronunciamiento del general Martínez Campos puso fin a la I República. Naturalmente, en este periodo y dado el carácter secreto de las conspiraciones a favor de la dinastía de los Borbones nada se supo de estos encuentros. Hay que remitirse a 1878, casi cuatro después de que Alfonso XII fuese reconocido como rey de España, para encontrar una referencia a las reuniones del castillo de Casasola. Concretamente es el periódico La Época, diario caracterizado por su apoyo zl nuevo rey y durante muchos años referencia del moderantismo y conservadurismo en España el que publicó el texto originalmente insertado en el periódico El Cronista y Las Provincias:

(…) Se había dicho que los moderados históricos no celebrarían su anunciada reunión hasta la vuelta del Sr. Moyano, y sin embargo, la reunión se ha verificado, con extraño aparato por cierto, y con inusitadas precauciones, que la rodean de apariencias misteriosas y novelescas. 

A siete leguas de Madrid posee el señor conde de Puñonrostro un escabroso monte, en cuya superficie no puede aventurarse el que, desconociendo el terreno, le atraviese sin guía, sin temor de caer en alguna sima o depresión del terreno, ocultas por la maleza. En uno de los límites de esta heredad, sobre un gigantesco tajo, se desmorona un antiguo castillo que, por las grietas de sus muros, deja ver las injurias del tiempo en su interior. Por el lado del monte da acceso a este castillo en ruinas un mezquino puente de madera, que suple al levadizo de otros tiempos, cuyos restos entierra el foso medio cegado. Al Mediodía da el castillo de Casasola, que tal es su nombre, sobre una magnífica vega surcada por el Tajuña, entre festones de exuberante viñedo. 

En este castillo, apartado de toda vida de comunicación, no sé si en la habitación del guarda, hecha en el patio con los escombros de la muralla, si en el palomar levantado sobre un torreón o si en la magnífica cisterna abierta a pico y a cuyo fondo se desciende por una suave rampa, se han reunido varios prohombres del moderantismo histórico, presididos por el señor conde de Puñonrostro, que también lo es de Casasola, en los primeros días de este mes. No puedo fijar el número, porque a unos he oido que no pasaba de doce o catorce, y a otros he oído hasta precisar la cifra de veintidós. Lo indudable es, que ahí se han reunido los prohombres susodichos, entre los cuales, según mis noticias, dominaba el elemento militar; pudiera citar nombres propios que se me han dicho, pero por si incurro en error, me abstengo de hacerlo. ¿Para qué tanto misterio y tantas precauciones? El tiempo lo aclarará. ¿Qué interés pueden tener los moderados históricos para huir del Sr. Moyano y buscar en el término de Chinchón un vetusto castillo en que reunirse? También el tiempo lo aclarará. Convengamos entre tanto, en que el lugar de la reunión esta muy en carácter, dado el espíritu del partido. (La Época, 29 de septiembre de 1878).

El 30 de septiembre de 1878, un día después de que la información sobre la reunión en el castillo de Casasola se publicara en La Época, en El Constitucional Español, diario fundado por Práxedes Mateo Sagasta como líder del Partido Liberal Fusionista, se reiteraba la información publicada que atribuía al conde de Puñonrostro el papel de anfitrión en su castillo de los moderados afines a Alfonso XII. Tras reproducir la información sobre la reunión, en El Constitucional Españoldaban poca credibilidad a su contenido y señalaban:

¿Es esto el prólogo o el epílogo de una historia? 

¿A que no nos contestan los periódicos moderados? A los moderados les ha dado por el género romántico .

El Mundo Político, otro periódico del ámbito conservador-moderado también se refería el 1 de octubre de 1878 al texto original sobre la reunión del castillo de Casasola, calificándola como novela. Incluso, a partir de estas reacciones periodísticas, no faltaron las interpretaciones que atribuyeron al ministro Francisco Romero Robledo, ministro de la Gobernación, como el inductor de la información sobre presunta reunión en el castillo de los cvondes de Puñonrostroi. Según esta idea, Romero Robledo, como líder del Partido Conservador, habría difundido la existencia de la reunión como parte interesada en el enfrentamiento con otro partido alfonsino, el Partido Moderado liderado por Claudio Moyano. En El Mundo Político, periódico autodefinido como católico, monárquico y dinástico se defendía esta idea en un artículo publicado el 1 de octubre de 1878:

(…) De modo que sin temor de levantar falsos testimonios podemos decir que la novela de El Cronista y la carta de Las Provincias están escritas sobre una misma mesa; y conocidos, como lo son, los patronos del diario ministerial [El Cronista], no aventuramos mucho al suponer que también se ha inventado aquella indigna farsa por una sola persona que odia y teme á los hombres del partido moderado histórico. 

(…) Y si el objeto es otro, si lo que El Cronista y el corresponsal de las Provincias tienen encargo de preparar es que existan divisiones en el seno de la Junta directiva de nuestro partido [Moderado], les aconsejamos que desistan de su empeño: la union de los moderados hoy es más perfecta que nunca; su organización es completa, y las aspiraciones de todos sus miembros son unas mismas (...).

Desde el otro lado del espectro político, La Iberia periódico liberal radical, también se sumaba a cuestionar el encuentro propiciado por el conde de Puñonrostro:

(…) Los diarios históricos son los que pueden manifestarnos si debe decirse todo lo que pasó en la reunion citada. ¿Lo dirán?. Como quiera que ya se demostró que la tal reunión fue un sueño y estamos cansados de decirlo, nada tenemos que añadir. Sin embargo, sepan nuestros colegas que, sin necesidad de reuniones, cada histórico juzga con toda la severidad que se merece al Gobierno del Sr. Cánovas, y que solos o reunidos, los moderados son y serán enemigos incondicionales de la conciliación. Nos parece que habíamos en castellano. (La Iberia, 8 de octubre de 1878).

Naturalmente, y para defender la veracidad de su información, El Cronista confirmaba la reunión de los moderados en el castillo de Casasola y publicaba el siguiente suelto:

(…) Tiene verdadera gracia que El Mundo nos pregunte que para qué se reunieron sus amigos los moderados en el Castillo de Casasola. Nosotros nos limitamos a levantar una punta del velo, porque no podíamos ni debíamos hacer otra cosa. A la prensa moderada corresponde decir lo demás, si es que puede decirse (…). (El Cronista, 8 de octubre de 1878).

Lo que si es cierto, y existe abundante documentación sobre ello, es que el XIII conde de Puñonrostro mantuvo una constante relación con Isabel II durante el exilio de la reina en París. La Real Academia de la Historia conserva no menos de 23 cartas cruzadas entre Francisco Arias Dávila y la madre de Alfonso XII. En esta correspondencia, el conde de Puñonrostro no deja de expresar su lealtad a la reina exiliada y su trabajo en favor de su hijo Alfonso, primogénito y pretendiente al trono de España, algo de lo que se habría tratado en la reunión del castillo de Casasola que, mientras es negada por algunos periódicos, es confirmada por otros. 

En años posteriores, otros autores y en otras publicaciones se publicaron referencias a esta reunión. Simón Viñas y Rey, autor del libro correspondiente a Chinchón en la Biblioteca de la Provincia de Madrid, cuando se refería al castillo de Casasola afirmaba:

(…) en la casa o castillo de esta posesión se trató por elevados personajes de la proclamación del rey D. Alfonso XII, y por casualidad, no fueron sorprendidos por el Gobierno de aquella época.

En otra publicación del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid también se hace eco la reunión en favor de Alfonso XII: 

(…) De acuerdo con una tradición recogida por el propio Viñas ya en 1890 y repetida por Cantó Téllez en 1928 también serviría [el castillo de Casasola como discretísimo escenario para una reunión en la que se trató por elevados personajes de la proclamación del rey Don Alfonso XII” en septiembre de 1874. 



Fuentes y bibliografía:

  • Documentación Trastámara en el Archivo Municipal de Chinchón. Ávila Seoane, Nicolas. Paseo documental por el Madrid de antaño. Universidad Complutense de Madrid.

  • Linaje y transición histórica: los Arias Dávila entre el medievo y la modernidad. Contreras Jiménez, María Eugenia. Memoria para optar al grado de doctor. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. Departamento de Historia Medieval. Madrid, 2018.

  • Escrituras de partición de los bienes de Diego Arias Ávila, contador mayor del rey y de su Consejo Real, hecha entre sus hijos Juan Arias Ávila, [obispo de Segovia], y su hermana Isabel Arias, ésta última con autorización de su marido, Gómez González de la Hoz, regidor de Segovia. Archivo Histórico de la Nobleza, OSUNA, C.97, D.6-8

  • La premiere versión castillane du testament de Don Juan Arias Davila, eveque de Segovie. Le Flem, Jean Paul. Estudios segovianos. Centro de Estudios sobre Lope de Vega. Real Academia de Historia y Arte de San Quirce. Vol 22, nº64. Segovia, 1970.

  • Ejecutoria del pleito litigado por Juan de Contreras con Pedro Arias Dávila, vecino de Segovia, sobre la división de ciertos bienes y heredades - Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, REGISTRO DE EJECUTORIAS, CAJA 9, 16.

  • Licencia y consentimiento dado por Juan Arias Dávila, obispo de Segovia, a diego Aris Dávila para que pueda nombrar jueces árbitros en los pleitos y cuestiones con el arzobispado de Toledo, María Valdés y Carlos de Guevara, su hijo sobre la heredad de Morata. Turégano, 9 de enero de 1480. Archivo de los condes de Puñonrostro. 94-15. (Este documento se mostró en la exposición El sinodal de Aguilafuente y la primera imprenta española celebrada en la localidad segoviana de Aguilafuente en el año 2017). 

  • Poder a Francisco de Gamarra para arrendar la heredad de Morata en pleito. Archivo General de Simancas, RGS. LEG, 148312, 86.

  • Ordenando a Juan Arias de Avila, 'cuyo es Torrejón de Velasco', acuda a Fernando de Gamarra, contino, con los frutos y rentas de la heredad de Morata sobre la que tiene pleito con D. María de Valdés y D. Carlos, su hijo. Archivo General de Simancas, RGS. LEG, 148304, 16.

  • [Orden] Para que se guarde y ejecute a favor de D. Beltrán de Guevara, hermano y heredero de Carlos de Guevara, muerto en el real de Málaga, una carta ejecutoria sobre la heredad de Morata y sus rentas. - Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 148801, 96.

  • Archivo General de Simancas, Patronato Real. Leg. 1, fol. 105, D,III 237.

  • Secuestro de los bienes de Vasco de Contreras, prisionero en la Corte. Archivo General de Simancas. RGS , LEG 147911,58. 

  • Devolución a Vasco de Contreras de bienes tomados mientras estuvo preso Archivo General de Simancas. RGS LE,148004, 110.

  • Desembargo de bienes de Vasco de Contreras. Archivo General de Simancas. RGS LEG 148003, 430. 

  • Los Contreras y el castillo de Casasola. Marqués de Lozoya. Boletín de la Asociación Española de Amigos de los Castillos. Nº 42. Año XI-Tercer trimestre. Madrid, 1963.

  • Realistas y comuneros en Madrid en los años 1520 y 1521. Introducción al estudio de su perfil sociopolítico. Diago Hernando, Máximo. Tomo XLV del Anales del Instituto de Estudios Madrileños, Instituto de Historia del CSIC. Madrid, 2005.

  • Archivo General de Simancas. Patronato Real. Leg 1. Fol 105, D,III 237). 

  • Contribución al estudio de las economías nobiliarias en Castilla: los condados de Puñonrostro y Barajas durante el reinado de Felipe II. Hernanz Elvira, José Luis. Equipo Madrid de Estudios Históricos, Universidad Autónoma de Madrid.Congreso Internacional Felipe II, Europa dividida, la monarquía católica de Felipe II. Madrid, 1998.

  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-222, D.67-74.

  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín. Bubok. Madrid, 2011.

  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. T.6179, f. 241r-302r.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y H. 410.

  • Archivo Histórico Nacional (Sección Nobleza.) BAENA, C.361, D.93-108.

  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, tomo 5993, fol 525 r-556 v.

  • Arroyo Martín, Francisco. Poder y nobleza en la primera mitad del siglo XVII: el I marqués de Leganés. Universidad Carlos III-Departamento de Humanidades: Historia, Geografía y Arte. Getafe, 2012.

  • Real Audiencia y Chancillería de Valladolid. Pleitos civiles, Fernando Alonso (F) Caja 571, 1.

  • Chinchón. Viñas Rey, Simón. Biblioteca de la Provincia de Madrid. Crónica General de sus pueblos. Tomo VIII. Diputación Provincial de Madrid. Madrid, 1890.

  • Chinchón. Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.

  • Periódicos y publicaciones citados en el texto.

 

jueves, 14 de diciembre de 2023

Los Arias Dávila, una familia de la nobleza con intereses en Morata (IV)

En 1633 el conde de Puñonrostro vendió al I marqués de Leganés, por 14 millones de maravedíes, la mayor parte de su patrimonio en Morata
Entre estas propiedades se incluían 450 fanegas de tierra, una amplia parcela en la que se levantó el palacio de los Leganés y una parte del molino de El Taray

La concesión por parte de Carlos I del condado de Puñonrostro a los Arias Dávila significa un antes y un después en la historia de esta familia de origen segoviano asentada en la comarca del Bajo Tajuña desde mediados del siglo XV. Veíamos la pasada semana como en 1523, el mismo año en el que se le concede a Juan Arias Dávila el título de I conde de Puñonrostro, la familia se hace con la propiedad del castillo de Casasola con lo que acrecienta su presencia en la comarca, especialmente en lo que hoy es el término de Chinchón pero también en la villa de Morata. Este patrimonio de los Arias Dávila en Morata cambió de manos en 1633 cuando Arias Gonzalo Dávila vendió al I marqués de Leganés, señor de la villa desde ese año, más de 450 fanegas de tierra en la vega además de fincas urbanas y parte del molino de El Taray


A partir de la concesión del condado de Puñonrostro sabemos que los Arias Dávila acrecientan su presencia en la comarca y conocemos también que, en algunos casos, este poder e influencia de la familia segoviana chocó contra los intereses de las villas y vecinos del entorno del castillo de Casasola, tal como vimos al tratar sobre el pleito que enfrentó, en la última década del siglo XVI, a los concejos de Morata, Chinchón y Villaconejos con el conde de Puñonrostro, Pedro Arias Dávila, por el cobro de portazgos a los vecinos de estas villas a su paso por Torrejón de Velasco, lugar de señorío de los Arias Dávila.

En estos años, la presencia de la familia segoviana en Morata se materializaba en la propiedad de varias fincas rústicas y también propiedades urbanas que, tal como vimos en las primeras entregas de esta serie, correspondieron a Juan Arias Dávila, el obispo de Segovia que heredó los bienes que poseía en Morata el fundador del linaje, Diego Arias Dávila, cuando éste falleció en el año 1466. Estas propiedades localizadas en Morata y adjudicadas a Juan Arias Dávila permanecieron durante décadas en la familia y más concretamente, en los primogénitos que ostentaban el mayorazgo familiar. El obispo de Segovia así lo dispuso en su testamento y así fue como estas propiedades en Morata, que no eran escasas, llegaron en manos de los Arias Dávila hasta el primer tercio del siglo XVII, cuando la llegada a Morata del I marqués de Leganés, como poseedor y titular del señorío de la villa, significó un cambio profundo en la titularidad de este patrimonio propiedad, por entonces, de Gonzalo Arias Dávila Leyva, nacido en 1598 y V conde de Puñonrostro.


Fábrica de El Taray, donde en el siglo XVII se situaba el molino propiedad del conde de Puñonrostro

Venta de tierras, casas y otras propiedades al marqués de Leganés

Desde que en 1633 Diego Mexía Felípez de Guzmán adquiere por compra a sus vecinos el señorío de Morata una de sus prioridades fue adquirir las propiedades rústicas y urbanas que acrecentaran su presencia en la villa y certificaran su influencia en la misma. En este objetivo de convertirse en el mayor propietario resultó fundamental su mujer, Policena Espínola, encargada de gestionar, ante la ausencia obligada del marqués por sus obligaciones militares y políticas al servicio de la Corona, las compras a distintos propietarios. Entre estos propietarios ocupaba un lugar destacado el conde de Puñonrostro.

Resulta muy significativo que, en este proyecto de adquirir propiedades en su nueva villa de señorío, el marqués de Leganés, por medio como decimos de su mujer Policena, se fijara el objetivo adquirir no solo bienes rústicos sino también propiedades urbanas de distinto tipo. En todas estas adquisiciones aparecen propiedades pertenecientes al conde de Puñonrostro, empezando por las casas y solares que sirvieron para localizar y construir el palacio de los marqueses de Leganés en una amplia manzana delimitada por las calles Cruz de Orozco, Ciego, Picadero y plaza de la Iglesia.

Además de adquirir la parcela propiedad de los Arias Dávila -y otros pequeños propietarios- que le permitió al marqués de Leganés levantar sus palacio y los amplios jardines y huertas que se incluían en la propiedad, en la fachada oriental del palacio aparecía otra finca, Las Huertarias* que también perteneció históricamente a los condes de Puñonrostro y que, con el paso del tiempo también sería adquirida por el conde de Altamira, sucesores en el señorío de la villa de los marqueses de Leganés. 

Otros de los bienes situados en Morata pertenecientes, en parte, a los Arias Dávila que pasó a ser propiedad del marqués de Leganés fue el molino de El Taray, posteriormente reconvertido en batán. La adquisición de molinos por parte de la nobleza constituía una práctica muy habitual, tanto por los ingresos que proporcionaba su arrendamiento o explotación directa, como el control social que proporcionaba a sus propietarios. En el caso del molino de El Taray, los Arias Dávila, también propietarios de otros molinos** en la comarca, compartían su propiedad con otras familias acomodadas de la villa: Juan Cepeda, vecino de Segovia, Luis Vélez y Francisco Carrión -como maridos de dos hermanas originarias de Santa Cruz de la Zarza- y el propio conde de Puñonrostro. 

Otra parte importante de los bienes adquiridos por el I marqués de Leganés al entonces conde de Puñonrostro, Arias Gonzalo Dávila, estaba integrada por un extenso lote de tierras de regadío. En el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid (AHPM T.6179, f. 241r-302r), aparece una extensa relación de las fincas adquiridas al conde de Puñonrostro por Policena Espínola, en nombre de su marido el marqués de Leganés, por entonces gobernador de Milan y por lo tanto ausente del territorio nacional. Este documento, que incluye algunas de las fincas que ya hemos citado y sobre las que los Leganés edificarían su palacio, sumaban 170 propiedades, entre urbanas y rústicas. 

En el caso de las fincas de regadío, el conde de Puñonrostro vendió al marqués de Leganés nada menos que 450 fanegas de tierra, muchas de ellas -alrededor de 65 fanegas en 15 parcelas- situadas en el entorno del paraje de El Taray junto al molino cuya parte también propiedad de los Arias Dávila también fue vendida como hemos visto al nuevo señor de Morata . Para poder ejecutar estas ventas el conde de Puñonrostro, titular del mayorazgo fundado por sus antepasados, debió contar con el preceptivo permiso real. 

Para hacernos una idea de la importancia del patrimonio acumulado por los condes de Puñonrostro en Morata, desde que Diego Arias Dávila llegara a la comarca a mediados del siglo XV, hay que resaltar que el importe de las ventas al marqués de Leganés en ese año de 1633 ascendió a la nada despreciable cantidad de 14.816.780 maravedíes. Hay que recordar que por la compra del señorío de Morata Diego Mexía Felípez de Guzmán pagó 23.370 ducados, equivalentes a 8.763.750 maravedíes (1 ducado equivalía a 375 maravedíes), una cantidad notablemente inferior que la que se pagó a Arias Gonzalo Dávila. 

Para justificar estas ventas que significaban, en la práctica, la enajenación de casi su patrimonio en Morata, Arias Gonzalo Dávila consideraba, según el documento de venta conservado en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid al que nos hemos referido, que no era justo [para Morata y los morateños] tenerlos sujetos a diferente señor, en referencia a la llegada a la villa del nuevo poseedor del señorío.

Otros bienes del conde de Puñonrostro en Morata tras las ventas al marqués de Leganés

A falta de un inventario completo de las propiedades de los Arias Dávila en Morata, parece que con las ventas del año 1633 al marqués de Leganés el patrimonio del conde de Puñonrostro en Morata pasó a ser prácticamente testimonial y muy alejado de la importancia que llegó a tener en los siglos XV y XVI. Sabemos, por documentos de la época, que con posterioridad a las ventas al marqués de Leganés el conde de Puñonrostro aún mantuvo algunas propiedades en la villa pero, a esas alturas del siglo XVII su influencia en Morata nada tenía que ver con tiempos pasados, cuando los Puñonrostro llegaron hasta a ser prestamistas de la villa. (A finales del siglo XVI el conde de Puñonrostro realizó un préstamo al Concejo morateño para que adquiriera carne. Este préstamo, censo, según la documentación del Catastro de Ensenada aún no había sido amortizado a mediados del siglo XVIII).

Precisamente gracias a esta documentación del Catastro de Ensenada sabemos que en 1751 las propiedades en Morata de Francisco Javier Arias Dávila Centurión, IX conde de Puñonrostro, se limitaban a una única finca rústica situada en el paraje de las Tierras Largas, según la declaración que el apoderado del conde en Chinchón realizó ante los redactores del catastro:

(…) Relación que doy yo, Don Juan Carrasco, vecino de esta Muy Noble y Muy Leal Villa de Chinchón a nombre del excelentísimo señor conde de Puñonrostro […] de los bienes raíces que tiene S. E. en término de la Villa de Morata, como su mayordomo de rentas y apoderado, y son las siguientes:

Una tierra en dicho término y vega del río Tajuña, en las Tierras Largas, de mil estadales en riego para pan llevar y no esquilmos, linda por el oriente con la cacera que viene de Morata que la riega, al sur con tierra del excelentísimo señor conde de Altamira, que labra Manuel Polanco, vecino de dicha Villa, al poniente con el caz de Porras, al norte con tierra de Francisco Freile que labra Manuel Buitrago, ambos vecinos de esta Villa, es de segunda calidad.

Y en la forma dicha hago esta declaración, la que juro ser cierta y no tener S E más bienes que dicha tierra según los informes de los renteros que la labran con otras del término de esta Villa, y son Diego Montero y Francisco Díaz, […], lo firmo Chinchón y julio ocho de mil setecientos cincuenta y uno. (Relación de haciendas de forasteros en la villa de Morata).



*Según un documento conservado en el archivo de la Casa de Altamira la finca denominada Las Huertarias -Huerta de Arias-, originalmente integrada en el patrimonio de los condes de Puñonrostro pasó por varios propietarios antes de ser adquiridas por los Altamira. En 1762 Las Huertarias pertenecía a Miguel Bello Marín, escribano de número y del Concejo de Morata a propuesta del propio conde de Altamira que, como señor de la villa, tenía reconocido este privilegio. En el documento citado se indica: 

(…) Miguel Bello Martín escribano del número y Ayuntamiento de Morata hizo y otorgó a favor del Señor Marqués de Leganés [conde de Altamira] de una tierra cercada que llaman la Huerta de Arias, extramuros de Morata, que lleva en sembradura tres fanegas y media, poco más o menos, libre y por precio de 1.100 reales.

Hecha en Morata a 4 de marzo de 1762 ante el vendedor Miguel Bello Martín, escribano.

Nota. Esta tierra la tomó el vendedor a censo reservativo de las monjas de Chinchón por el principal de 1.100 reales y 33 reales de réditos anuales el cual redimió el dicho vendedor.

Previamente a ser propiedad del escribano del Ayuntamiento, Las Huertarias habían pertenecido, como se ve, al convento de las monjas agustinas de Chinchón a quienes, probablemente, les habría sido donado por los Arias Dávila. Esta finca, que llegó a contar con una noria para el riego, junto con otra propiedad de los Leganés, la denominada Jabonería, se localizaba en la que hoy se denomina calle Picadero, en recuerdo de las instalaciones para albergar caballerías y carruajes propiedad de los Altamira. 

**Los Arias Dávila desde su llegada a la comarca a mediados del siglo XV controlaron varios molinos, entre ellos el molino de El Taray del que les pertenecía una parte vendida al marqués de Leganés. Estos molinos no dejaban de ser un símbolo del poder señorial. Según recoge Jose Luis Hernanz Elvira en su trabajo Contribución al estudio de las economías nobiliarias en Castilla: los condados de Puñonrostro y Barajas durante el reinado de Felipe II Juan Arias Dávila, primogénito de Gonzalo Arias Dávila, acusó a su padre y titular del mayorazgo, de descuidar el cuidado y mantenimiento de estos molinos situados en el entorno de las vegas del Tajuña y el Jarama. También existe constancia documental de un pleito entre Juan Arias Dávila, García González, de Morata y Guzmán de Herrera, de Alcalá de Henares, por el aprovechamiento de un molino de titularidad compartida entre los tres litigantes.



Fuentes y bibliografía:

  • Documentación Trastámara en el Archivo Municipal de Chinchón. Ávila Seoane, Nicolas. Paseo documental por el Madrid de antaño. Universidad Complutense de Madrid.

  • Linaje y transición histórica: los Arias Dávila entre el medievo y la modernidad. Contreras Jiménez, María Eugenia. Memoria para optar al grado de doctor. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. Departamento de Historia Medieval. Madrid, 2018.

  • Escrituras de partición de los bienes de Diego Arias Ávila, contador mayor del rey y de su Consejo Real, hecha entre sus hijos Juan Arias Ávila, [obispo de Segovia], y su hermana Isabel Arias, ésta última con autorización de su marido, Gómez González de la Hoz, regidor de Segovia. Archivo Histórico de la Nobleza, OSUNA, C.97, D.6-8

  • La premiere versión castillane du testament de Don Juan Arias Davila, eveque de Segovie. Le Flem, Jean Paul. Estudios segovianos. Centro de Estudios sobre Lope de Vega. Real Academia de Historia y Arte de San Quirce. Vol 22, nº64. Segovia, 1970.

  • Ejecutoria del pleito litigado por Juan de Contreras con Pedro Arias Dávila, vecino de Segovia, sobre la división de ciertos bienes y heredades - Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, REGISTRO DE EJECUTORIAS, CAJA 9, 16.

  • Licencia y consentimiento dado por Juan Arias Dávila, obispo de Segovia, a diego Aris Dávila para que pueda nombrar jueces árbitros en los pleitos y cuestiones con el arzobispado de Toledo, María Valdés y Carlos de Guevara, su hijo sobre la heredad de Morata. Turégano, 9 de enero de 1480. Archivo de los condes de Puñonrostro. 94-15. (Este documento se mostró en la exposición El sinodal de Aguilafuente y la primera imprenta española celebrada en la localidad segoviana de Aguilafuente en el año 2017). 

  • Poder a Francisco de Gamarra para arrendar la heredad de Morata en pleito. Archivo General de Simancas, RGS. LEG, 148312, 86.

  • Ordenando a Juan Arias de Avila, 'cuyo es Torrejón de Velasco', acuda a Fernando de Gamarra, contino, con los frutos y rentas de la heredad de Morata sobre la que tiene pleito con D. María de Valdés y D. Carlos, su hijo. Archivo General de Simancas, RGS. LEG, 148304, 16.

  • [Orden] Para que se guarde y ejecute a favor de D. Beltrán de Guevara, hermano y heredero de Carlos de Guevara, muerto en el real de Málaga, una carta ejecutoria sobre la heredad de Morata y sus rentas. - Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 148801, 96.

  • Archivo General de Simancas, Patronato Real. Leg. 1, fol. 105, D,III 237.

  • Secuestro de los bienes de Vasco de Contreras, prisionero en la Corte. Archivo General de Simancas. RGS , LEG 147911,58. 

  • Devolución a Vasco de Contreras de bienes tomados mientras estuvo preso Archivo General de Simancas. RGS LE,148004, 110.

  • Desembargo de bienes de Vasco de Contreras. Archivo General de Simancas. RGS LEG 148003, 430. 

  • Los Contreras y el castillo de Casasola. Marqués de Lozoya. Boletín de la Asociación Española de Amigos de los Castillos. Nº 42. Año XI-Tercer trimestre. Madrid, 1963.

  • Realistas y comuneros en Madrid en los años 1520 y 1521. Introducción al estudio de su perfil sociopolítico. Diago Hernando, Máximo. Tomo XLV del Anales del Instituto de Estudios Madrileños, Instituto de Historia del CSIC. Madrid, 2005.

  • Archivo General de Simancas. Patronato Real. Leg 1. Fol 105, D,III 237). 

  • Contribución al estudio de las economías nobiliarias en Castilla: los condados de Puñonrostro y Barajas durante el reinado de Felipe II. Hernanz Elvira, José Luis. Equipo Madrid de Estudios Históricos, Universidad Autónoma de Madrid.Congreso Internacional Felipe II, Europa dividida, la monarquía católica de Felipe II. Madrid, 1998.

  • Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C-222, D.67-74.

  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín. Bubok. Madrid, 2011.

  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. T.6179, f. 241r-302r.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y H. 410.

  • Archivo Histórico Nacional (Sección Nobleza.) BAENA, C.361, D.93-108.

  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, tomo 5993, fol 525 r-556 v.

  • Arroyo Martín, Francisco. Poder y nobleza en la primera mitad del siglo XVII: el I marqués de Leganés. Universidad Carlos III-Departamento de Humanidades: Historia, Geografía y Arte. Getafe, 2012.

  • Real Audiencia y Chancillería de Valladolid. Pleitos civiles, Fernando Alonso (F) Caja 571, 1.



 

jueves, 7 de diciembre de 2023

Los Arias Dávila, una familia de la nobleza con intereses en Morata (III)

Durante la Guerra de las Comunidades vecinos de Morata se enfrentaron a juan Arias Dávila
En 1523 se concedió a la familia el título del condado de Puñonrostro y la familia adquirió el castillo de Casasola 

La familia Arias Dávila, asentada en el Bajo Tajuña desde mediados del siglo XV, vio como la Guerra de las Comunidades, iniciada en la segunda década del siglo XVI, sirvió para que el linaje iniciado por Diego Arias Dávila acrecentase su poder y su influencia en la comarca. Juan Arias Dávila, alineado en las filas del emperador Carlos I, a la postre vencedor del conflicto frente a las ciudades castellanas y los comuneros, consiguió para él mismo y para sus sucesores que se le otorgase el condado de Puñonrostro. Durante la Guerra de las Comunidades, Juan Arias Dávila se enfrentó a los vecinos y concejos de la comarca, favorables a los comuneros. En esos mismos años, en 1523, el flamante conde de Puñonrostro consiguió la propiedad definitiva del castillo de Casasola, la fortaleza levantada junto a las orillas del Tajuña por los Contreras, también originarios de Segovia y rivales tradicionales de los Arias Dávila en la comarca.


Este enfrentamiento entre los Contreras y los Arias Dávila que en 1523 se materializó en el cambio de propiedad del castillo de Casasola, ya se había hecho patente desde el siglo XV cuando ambas familias, procedentes de la ciudad de Segovia, eligieron bando en el conflicto por la sucesión de Enrique IV. Este conflicto tuvo sus consecuencias, más o menos directas, en la comarca.

Los Contreras, con Vasco de Contreras al frente, optaron por Juana la Beltraneja en el conflicto dinástico frente a la futura reina Isabel I de Castilla. Los Arias Dávila, por el contrario, siempre muy cuidadosos de sus alianzas, oscilaron en sus apoyos entre los los bandos enfrentados pero finalmente se decantaron por Isabel. Vasco de Contreras, hijo y sucesor de Juan de Contreras, el constructor del castillo de Casasola, no dudó en estos años en asaltar el castillo de Perales, propiedad del arzobispado toledano, sede ocupada en esos años por Alonso Carrillo, partidario de Isabel. 

Esta toma de partido por el bando perdedor acarreó a los Contreras duras represalias por parte de la ya reina Isabel I de Castilla. Aparte del ingreso en la cárcel de Corte del propio Vasco de Contreras, se decretó el embargo de los cuantiosos bienes familiares, entre ellos los localizados en el entorno del castillo de Casasola. Como añadido, en una de esas jugadas caprichosas del destino, la reina decidió que como administrador de estos bienes de los Contreras se nombrase a Pedro Arias Dávila. De nuevo, el acierto en la elección de bando tuvo su recompensa y el heredero del linaje Arias Dávila controló el patrimonio de los Contreras hasta que en 1480 la reina levantó el castigo y devolvió a Vasco de Contreras sus bienes.


Ejecución de los comuneros. (Antonio Gisbert, 1860).

La guerra de las Comunidades en la comarca y los Arias Davila

Un nuevo conflicto desencadenado en 1520 en la Corona de Castilla determinó, otra vez para bien, el futuro de los Arias Dávila. En este caso fue la denominada guerra de las Comunidades la que significó un nuevo hito para la familia de origen segoviano asentada en la comarca del Bajo Tajuña. Cuando las ciudades se levantaron frente al emperador Carlos I, la nobleza titulada, como en tantas otras ocasiones, tomó partido. Juan Arias Dávila, nieto del Diego Arias Dávila, una vez más, acertó a la hora de elegir bando y se decantó por la causa imperial frente a los comuneros de las ciudades castellanas, con su consiguiente recompensa al final del conflicto.

Pero antes de que Carlos I premiase la lealtad de Juan Arias Dávila y familia, diversos acontecimientos relacionados con la Guerra de las Comunidades*, se vivieron en la comarca con protagonismo para el futuro conde de Puñonrostro. Y es que durante el desarrollo del conflicto los concejos de la comarca no permanecieron ajenos al enfrentamiento y, en su mayoría, se decantaron por las ideas comuneras, lo que no dejó de acarrear sus consecuencias cuando finalizaron las hostilidades. 

En uno de los incidentes acaecidos durante la guerra de las Comunidades, Pedro Arias Dávila, hermano menor del titular del mayorazgo, se encontraba en medio de una misión en favor de Carlos I en Madrid cuando se vio obligado a huir acosado por los comuneros durante su estancia en el monasterio de San Jerónimo. Según relata Máximo Diago Hernando, en su trabajo sobre los Realistas y comuneros en Madrid en 1520 y 1521, Pedro Arias Dávila, que también tenía previsto entrevistarse con el capitán general de las tropas realistas en la meseta sur, se vio forzado a huir con dirección a la villa de Ocaña. Juan Negrete y Gregorio del Castillo, dirigentes comuneros madrileños, dieron la orden de perseguir a Pedro Arias Dávila. 

Esta orden de los líderes comuneros llegó hasta las villas de Morata y de Arganda donde algunos vecinos, favorables a los comuneros, se apoderaron de cuatro mulas y un caballo del séquito de Arias Dávila. Además, morateños y argandeños lograron detener a los criados que acompañaban a Pedro Arias Dávila, pero no así a éste. Finalmente, los dirigentes comuneros desplazados a Arganda y Morata desde Madrid se hicieron cargo de los animales requisados y de los criados detenidos.

Con el triunfo de Carlos I se impuso su política ante las ideas reformistas de los comuneros. La comarca del Bajo Tajuña y sus concejos, por influencia del arzobispo Acuña, se había decantado por los comuneros. El administrador del arzobispado, Francisco de Mendoza, así lo había manifestado en un documento conservado en el Archivo General de Simancas al manifestar todos los pueblos del arzobispado están en comunidad (Archivo General de Simancas. Patronato Real. LEG1. Fol 105, D,III 237). Los condes de Chinchón, al contrario que los pueblos de la comarca, apoyaron a Carlos I y fueron indemnizados por los concejos** por los daños ocurridos en sus bienes.

Los Arias Dávila también obtuvieron su recompensa por su apoyo al emperador y rey de España. El 24 de abril de 1523 Juan Arias Dávila, titular del mayorazgo, era recompensado por su papel en la Guerra de las Comunidades con la concesión del condado de Puñonrostro. Ese mismo año, María de Contreras, la nieta de Juan de Contreras El Viejo, constructor del castillo de Casasola, vendía a Juan Arias Dávila, ya I conde de Puñonrostro, el castillo de Casasola, fortaleza que permanecería en la familia hasta el siglo XIX. 

A partir de entonces, este castillo se convertiría en el epicentro del poder de este linaje de la nobleza y los Arias Dávila se asentaban definitivamente en la comarca donde tenían importantes intereses económicos. Según un estudio realizado por José Luis Hernanz Elvira (Equipo Madrid de Estudios Históricos de la Universidad Autónoma de Madrid), los ingresos generados al conde de Puñonrostro en 1597 por sus posesiones en el entorno de Casasola/Chinchón ascendía a 2.490.505 maravedíes. La próxima semana analizaremos cómo algunos de estos bienes localizados en Morata pasaron a pertenecer al marques de Leganés cuando Diego Mexía Felípez de Guzmán adquirió el señorío de la villa y construyó su palacio. 



* Este incidente que reseñamos en el que morateños y argandeños asaltaron a los criados de Pedro Arias Dávila y se hicieron con sus mulas además de detenerlos no fue el único ocurrido en la comarca durante la Guerra de las Comunidades. El castillo de Chinchón propiedad de Fernando Cabrera y Bobadilla, conde de Chinchón y también aliado en el bando de Carlos I durante la Guerra de las Comunidades, sufrió importantes daños durante el conflicto. Los segovianos aún no habían olvidado que la villa de Chinchón había sido segregada de su Ciudad para crear el condado y se vengaron ocasionando distintos destrozos en la fortaleza.

** Acabado el enfrentamiento y fallecido el primer conde de Chinchón, sus herederos reclamaron la correspondiente indemnización por los daños ocasionados en la fortaleza de su propiedad. Tras un largo pleito planteado ante la Real Chancillería de Valladolid los pueblos de la comarca fueron condenados a abonar a los titulares del condado de Chinchón la cantidad de 9.818.441 maravedíes. Desconocemos si Morata fue obligada a indemnizar a los Cabrera, titulares del condado, por los hechos sucedidos durante la Guerra de las Comunidades, pero Chinchón, por ejemplo, debió indemnizarles con 500.000 maravedíes , Colmenar de Oreja con 185.000 maravedíes y San Martín de la Vega con 189.000 maravedíes.

Fuentes y bibliografía:

  • Documentación Trastámara en el Archivo Municipal de Chinchón. Ávila Seoane, Nicolas. Paseo documental por el Madrid de antaño. Universidad Complutense de Madrid.

  • Linaje y transición histórica: los Arias Dávila entre el medievo y la modernidad. Contreras Jiménez, María Eugenia. Memoria para optar al grado de doctor. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. Departamento de Historia Medieval. Madrid, 2018.

  • Escrituras de partición de los bienes de Diego Arias Ávila, contador mayor del rey y de su Consejo Real, hecha entre sus hijos Juan Arias Ávila, [obispo de Segovia], y su hermana Isabel Arias, ésta última con autorización de su marido, Gómez González de la Hoz, regidor de Segovia. Archivo Histórico de la Nobleza, OSUNA, C.97, D.6-8

  • La premiere versión castillane du testament de Don Juan Arias Davila, eveque de Segovie. Le Flem, Jean Paul. Estudios segovianos. Centro de Estudios sobre Lope de Vega. Real Academia dse Historia y Arte de San Quirce. Vol 22, nº64. Segovia, 1970.

  • Ejecutoria del pleito litigado por Juan de Contreras con Pedro Arias Dávila, vecino de Segovia, sobre la división de ciertos bienes y heredades - Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, REGISTRO DE EJECUTORIAS, CAJA 9, 16.

  • Licencia y consentimiento dado por Juan Arias Dávila, obispo de Segovia, a diego Aris Dávila para que pueda nombrar jueces árbitros en los pleitos y cuestiones con el arzobispado de Toledo, María Valdés y Carlos de Guevara, su hijo sobre la heredad de Morata. Turégano, 9 de enero de 1480. Archivo de los condes de Puñonrostro. 94-15. (Este documento se mostró en la exposición El sinodal de Aguilafuente y la primera imprenta española celebrada en la localidad segoviana de Aguilafuente en el año 2017). 

  • Poder a Francisco de Gamarra para arrendar la heredad de Morata en pleito. Archivo General de Simancas, RGS. LEG, 148312, 86.

  • Ordenando a Juan Arias de Avila, 'cuyo es Torrejón de Velasco', acuda a Fernando de Gamarra, contino, con los frutos y rentas de la heredad de Morata sobre la que tiene pleito con D. María de Valdés y D. Carlos, su hijo. Archivo General de Simancas, RGS. LEG, 148304, 16.

  • [Orden] Para que se guarde y ejecute a favor de D. Beltrán de Guevara, hermano y heredero de Carlos de Guevara, muerto en el real de Málaga, una carta ejecutoria sobre la heredad de Morata y sus rentas. - Archivo General de Simancas, RGS, LEG, 148801, 96.

  • Archivo General de Simancas, Patronato Real. Leg 1, fol. 105, D,III 237.

  • Secuestro de los bienes de Vasco de Contreras, prisionero en la Corte. Archivo General de Simancas. RGS , LEG 147911,58. 

  • Devolución a Vasco de Contreras de bienes tomados mientras estuvo preso Archivo General de Simancas. RGS LE,148004, 110.

  • Desembargo de bienes de Vasco de Contreras. Archivo General de Simancas. RGS LEG 148003, 430. 

  • Los Contreras y el castillo de Casasola. Marqués de Lozoya. Boletín de la Asociación Española de Amigos de los Castillos. Nº 42. Año XI-Tercer trimestre. Madrid, 1963.

  • Realistas y comuneros en Madrid en los años 1520 y 1521. Introducción al estudio de su perfil sociopolítico. Diago Hernando, Máximo. Tomo XLV del Anales del Instituto de Estudios Madrileños, Instituto de Historia del CSIC. Madrid, 2005.

  • Archivo General de Simancas. Patronato Real. LEG1. Fol 105, D,III 237). 

  • Contribución al estudio de las economías nobiliarias en Castilla: los condados de Puñonrostro y Barajas durante el reinado de Felipe II. Hernanz Elvira, José Luis. Equipo Madrid de Estudios Históricos, Universidad Autónoma de Madrid.Congreso Internacional Felipe II, Europa dividida, la monarquía católica de Felipe II. Madrid, 1998.