jueves, 10 de agosto de 2023

La elección de diputados a Cortes en el distrito de Chinchón 1846-1923 (XIII)

Raboso Castellanos, apadrinado por Alcalá Zamora, consiguió la victoria en 1918 y 1919

El hijo del diputado, Emilio Raboso, representó al distrito en la Diputación Provincial

Las elecciones al Congreso de los Diputados de 1918 iban a significar el regreso al distrito de Chinchón de Juan de Dios Raboso Castellanos. Tras un paréntesis de dos legislaturas en las que representó al distrito de Priego (Córdoba), Raboso Castellanos compitió con el también liberal Gerardo Doval, de la corriente romanonista, y Cecilio Hereza, conservador. A diferencia de otras elecciones, el resultado fue muy ajustado Como era costumbre, también se denunciaron irregularidades, en estas elecciones como sucedió en las de 1819.



El 24 de febrero de 1918 se convocaban elecciones al Congreso de los Diputados en medio de clima político muy deteriorado y condicionado, en los meses previos, por una elevada inflación y desempleo que desembocó en la convocatoria de huelga general de agosto de 1917. En el distrito de Chinchón, que en las últimas elecciones había otorgado la victoria al abogado gallego Gerardo Doval, apadrinado por el conde de Romanones, jefe de filas de una de las corrientes del liberalismo, parecía que podía inclinarse de nuevo por el abogado gallego frente al otro candidato, el conservador y maurista Cecilio Hereza Ortuño. Estas previsiones se iban a ver alteradas por la reaparición en los pueblos del distrito de un antiguo diputado del mismo, Juan de Dios Raboso Castellanos.

Diputado en representación de Priego (Córdoba) durante dos legislaturas, Raboso Castellanos regresaba al distrito de Chinchón para disputar el triunfo a su compañero de partido, que no de corriente, el romanonista Doval, y al conservador Cecilio Hereza, abogado y natural de la ciudad albaceteña de Almansa. Raboso Castellanos no desaprovechó el apoyo de Alcalá Zamora y, aunque con un resultado más ajustado que cuando se presentó por primera vez por el distrito, consiguió la victoria por un escaso margen, pero suficiente para afianzar su influencia en los pueblos de la comarca. En estas elecciones, con un censo de 10.985 electores, se contabilizaron 8.173 votos de los que 3.419 correspondieron a Raboso Castellanos, 3.017 al también liberal Gerardo Doval y 1.681 al conservador Cecilio Hereza.

Tan ajustado resultado en un distrito en el que, lamentablemente, eran tan habituales las malas prácticas electorales, provocaron como era de esperar las protestas de Gerardo Doval, ¡compañero de partido de Raboso! y que tan cerca había estado de conseguir renovar su escaño. En las protestas ante el Tribunal Supremo* Doval estuvo acompañado por el candidato conservador, Cecilio Hereza. Incluso, aunque de manera testimonial, el propio Raboso Castellanos se quejó de prácticas contrarias a la pureza de las elecciones. Para la mala fama que arrastraba el distrito en cuestiones electorales, no podía ser más desastrosa esta protesta generalizada de los tres candidatos que optaban a ocupar el escaño por Chinchón.

Según publicaba La Correspondencia de España, Cecilio Hereza se quejaba de un asunto ya clásico en el distrito, la compraventa de votos y de que en algún pueblo a falta de urnas se habían sustituido en un colegio por un frasco de cristal que hallabase cubierto con una hoja de lata.

Gerardo Doval, por su parte, denunciaba el papel jugado por Alcalá Zamora en el resultado de las votaciones y en la elección de Raboso Castellanos que, nen su opinión, se había visto beneficiado por la influencia del ministro de Fomento que ha favorecido a los amigos del señor Raboso. (La Correspondencia de España, 1 de marzo de 1918).

Sobre la influencia de Niceto Alcalá Zamora en las elecciones en el distrito de Chinchón se pronunció en un tono crítico y de denuncia en El Madrileño**, semanario muy activo en esos años frente a Raboso Castellanos, al que no dudó en calificar de cacique. En un artículo publicado pocos días después de celebrarse las elecciones, y ya con Juan de Dios Raboso en posesión de su acta con todas las bendiciones legales, el periódico publicó un artículo que no dejaba lugar a dudas sobre la opinión que les merecía el ministro de Fomento y el diputado por Chinchón:

Artículo 29. Condiciones para ser ministro de Fomento:

No tener vergüenza. Robar actas como las de Chinchón y Montilla.

Perorata del ministro ante numerosa comisión de los pueblos del distrito de Chinchón:

Dice Niceto: Este {abrazando a Guarrete [sic]) es mi hermanito; aquí manda como si fuera el ministro. ¿Ha ofrecido el canal, el ferrocarril y las tres carreteras? Pues hecho: a votar a Raboso, a derrotar a Doval.

Los actores y testigos de esta coacción escandalosa, de este delito cometido por un ministro, se atreverán a declarar esta verdad bajo su firma.

Pero nosotros acudimos al tribunal supremo de la opinión pública y le rogamos pida a don Niceto absuelva estas posiciones:

Diga cómo es cierto que poco antes de ser ministro le prestó Raboso varias cantidades en efectivo metálico.

Por su honor de caballero, y por su conciencia de católico, y por el respeto que como monárquico debe a su Rey, diga si es cierta la coacción electoral de que le acusan Doval y sus electores.

Dice que sí; pues deben echarle a puntapiés del ministerio.

Dice que no; pues deben echarle también a puntapiés del ministerio, por sinvergüenza y por embustero (…). (El Madrileño, 10 de marzo de 1918).

Con un vocabulario tan agresivo como mordaz, y acusaciones tan graves como la compra de votos, la utilización del cargo de ministro para influir en las elecciones y la existencia de prestamos de dinero del diputado a su padrino, El Madrileño dejaba clara su postura ante ambos políticos y, sobre todo, ante Alcalá Zamora del que pedía la dimisión por sinvergüenza y embustero.

Juan de Dios Raboso Castellanos (Fuente: La Ilustración Financiera, 1912)
 

Reelección de Raboso Castellanos en 1919

La crisis política que arrastraba el país desde, al menos, 1917 no tenía visos de solución cuando, poco más de un año después de las elecciones que habían significado el regreso y triunfo de Raboso Castellanos al distrito de Chinchón, se convocaron nuevos comicios para el mes de junio de 1919. Con la amenaza de dimisión del rey y con el sistema del turnismo claramente agotado e incapaz de ofrecer soluciones al país, la convocatoria de nuevas elecciones significó la repetición de una situación habitual en el distrito: la presencia de dos candidatos liberales, Juan de Dios Raboso y Aquilino Asensio, por las corrientes prietista y romanonista del Partido Liberal, y un tercer candidato perteneciente Partido Conservador que, en esta ocasión, repetiría con Cecilio Hereza.

La votación se presentaba ajustada por la incógnita que representaba la candidatura de Aquilino Asensio, veterano diputado provincial y natural de Aranjuez. El semanario El Madrileño, en su edición del 11 de mayo, calificaba a Asensio como hombre brillante y con posibilidades de optar al triunfo, aunque no dejaba de reconocer que Raboso contaba con muchos amigos incondicionales que le permitían aspirar a repetir el escaño. Menos posibilidades otorgaba el semanario a Cecilio Hereza a pesar de contar con lo que El Madrileño definía como el factor oficial, o en otras palabras, el apoyo ministerial que tanto influía en las elecciones.

Como era de esperar la candidatura de Asensio no contó con el beneplácito de Alcalá Zamora que, lejos de aprobar la presencia del político afín a Romanones, se dirigió a éste con una oferta clara, la retirada de la candidatura del diputado provincial en el distrito de Chinchón a cambio del apoyo a candidatos romanonistas en otros distritos. Naturalmente, la propuesta y cambalache fue aceptada y Asensio retiró su candidatura, dejando vía libre a un Raboso Castellanos que, según publicaba El Madrileño, ya veía claro el triunfo:

(…) El Sr. Asensio, cediendo a los requerimientos de su querido amigo y jefe, retira su candidatura; pero ha pedido se le releve de tener que apoyarle.

El triunfo de Raboso está bastante afianzado, a pesar de que en Arganda, Colmenar de Oreja y Chinchón parece ser que está muy bajo; le apoyan varios romanonistas; entre ellos, los Sres. Freiré y Larroca, de gran valimiento en todo el distrito. (El Madrileño, 18 de mayo de 1919).

Con estas previsiones se llegó al día de las votaciones del 1 de junio en las que, como se pronosticaba, Juan de Dios Raboso consiguió la victoria frente al conservador y maurista Cecilio Hereza, incapaz de aprovechar la ayudas ministeriales que en el resto del país dieron un cómodo triunfo al partido conservador. En el distrito de Chinchón Raboso consiguió el apoyo de 3.721 votantes de un censo total de 10.991 electores de los que 7.320 ejercieron su derecho al voto. El candidato conservador, Cecilio Hereza, según los resultados oficiales, consiguió 3.555 votos, apenas 166 votos de diferencia en una de las elecciones más ajustadas de toda la historia electoral del distrito de Chinchón.

En El Madrileño no dejaba de insinuar la sospecha sobre prácticas prohibidas en las elecciones y, de hecho, el Tribunal Supremo hubo de pronunciarse sobre las denuncias de Hereza.

En su informe, emitido el 23 de junio de 1919, el Tribunal Supremo recogía las protestas que formuló Cecilio Hereza por la existencia de coacciones ejercidas en los pueblos de Carabaña, Fuentidueña de Tajo, Valdilecha y Perales de Tajuña; excepción de este último pueblo, en que se atribuyen al alcalde las coacciones, no determina ni en qué consistieron estas ni por quién se cometieron (…) (Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, 26 de junio de 1919).

El asunto, como era habitual, no llegó a mayores y Raboso Castellanos no tuvo problemas a la hora de confirmar su acta de diputado en el Congreso. Sin embargo, el hecho de Juan de Dios Raboso consiguiera ratificar su tercera elección por el distrito, no impedía que el clima político no siguiera contaminado en todos los ámbitos políticos.

En la Diputación Provincial de Madrid, el siguiente escalón del organigrama administrativo del Estado, las sospechas de corrupción política no hacían sino complementar y apuntalar la misma idea que afectaba a las elecciones para el Congreso de los Diputados. Resulta muy significativo que uno de los diputados que representaba al distrito en la institución provincial desde 1916 era alguien con una estrecha relación con Raboso Castellanos, su hijo Emilio. Como si se tratara de una saga aristocrática, el clan de los Raboso no podía dejar de contar con uno de sus miembros en una institución de la que dependían la mayor parte de las inversiones de los ayuntamientos de la provincia. Esta situación no escapaba a El Madrileño y en un artículo titulado Alcalá-Chinchón y los enjuagues electoreros, se cuestiona la corrupción y el papel de los diputados del distrito, entre ellos Emilio Raboso:

La corrupción avanza como ola pestilente que contamina y echa a perder lo que a través de invasiones anteriores aún quedaba sano. Esta corrupción a que nos referimos no es otra que la que supone obrar contra los dictados de la conciencia y la razón, contra el ideal sinceramente concebido, contra la fe política, tan sólo por el medro y el egoísmo personal vislumbrados en los caminos de la traición.

(…) Otro de los candidatos es D. Emilio Raboso. Los electores de Alcalá-Chinchón siguen sin conocer a este señor, que no ha dejado ninguna huella demostrativa de su actividad en la Diputación; no lo conocen porque en su propaganda sucede como en la vez anterior, que cuando están sus amigos poniéndole en las nubes en Chinchón, dicen que está de propaganda en los pueblos de Alcalá, y viceversa, resultando que Raboso no se deja ver en ninguna parte, porque no sale de Madrid, y no sale a visitar a los electores porque teme, con razón, que, si le conocen, no le votarán. Por algo es zamorista «per accidens». (El Madrileño, 29 de junio de 1919).

Pese a estas denuncias, padre e hijo continuaron en los siguientes años ejerciendo su influencia. Juan de Dios Raboso, siempre activo en utilizar y manejar influencias, seguiría siendo el diputado del distrito de Chinchón por algunas legislaturas más como veremos.


*El informe del Tribunal Supremo sobre las elecciones en el distrito de Chinchón es todo un catálogo de prácticas antidemocráticas y delictivas. Los tres candidatos denunciaron irregularidades pero, pese a todo, el Tribunal Supremo aprobó el acta de Juan de Dios Raboso. Resumimos los puntos más destacados y escandalosos del informe:

(…) Protestó el Sr. Doval de las coacciones de distinto género y clase de que se valió Raboso, entre otras, las de llevar del brazo hasta la mesa electoral a varios electores, entregándoles previamente su candidatura; que en Colmenar y Chinchón le atribuyeron hechos falsos y en cambio Raboso se benefició con indicaciones de hacer obras en algunos pueblos y haber dado una credencial de 4.000 pesetas a un vecino de Chinchón.

El candidato señor Hereza denuncia la compra de votos en varios pueblos y en el periodo oportuno presentó un escrito haciendo constar que en Ambite no hubo elección, pues no tuvo él un solo voto; en Arganda se pagaban los votos con verdadero escándalo por el señor Doval en la plaza, levantándose acta por Juan de Dios Raboso en que así se hacía constar, y lo mismo sucedió en Belmonte de Tajo, por 3.000 pesetas que Aquilino Asensio ofreció en favor del Sr. Doval; que en Carabaña estaba la urna constituida por un frasco de cristal sin cerrar, pudiendo levantarse la tapa en cualquier momento y cambiar las candidaturas; y que en Colmenar de Oreja, de donde es el Sr. Hereza, se compraron también los votos por 2.000 pesetas, según rumor público, pues si no hubiera tenido él más votación, como sucedió la otra vez; que en Morata de Tajuña también compró Doval votos, según hizo constar Raboso en otra acta notarial; lo propio que pasó en Valdilecha (…); y lo mismo puede decirse de Villarejo de Salvanés, pues el alcalde José Muñoz tuvo ocasión de comprobarlo, deteniendo a alguno de los que vendieron el sufragio. Además era tan numerosa la gente que se agrupaba alrededor de la mesa, que resultaba imposible enterarse de cómo iba la elección, levantándose de ambos hechos la correspondiente acta que se acompaña, y añadiendo que en todos los demás pueblos del distrito hubo compra de votos (…).

Por parte del Sr. Doval se manifestó el acta de escrutinio que acompañaba tres actas notariales que no se han traído a los autos, sin que por lo tanto pueda hacerse referencia a los abusos que en los mismos se pudieran relatar. Por todo lo expuesto se puede afirmar que la base de las protestas únicas que han revestido más caracteres de exactitud son las del señor Hereza sosteniendo la compra de votos en Carabaña, fijándose hasta las cantidades que se habían ofrecido, y lo propio respecto de compras parciales en Villarejo de Salvanés, en donde se corrobora que no se podía ver lo que pasaba en la mesa por un grupo de electores que estaba alrededor; pero tales hechos en nada se refieren al candidato proclamado Juan de Dios Raboso, que apenas se le nombre más que para cooperar a los fines que al Sr. Hereza impulsaban.

Y por estas razones y teniendo en cuenta que el candidato proclamado Sr. Raboso tiene 402 votos más que el Sr. Doval y 1.681 sobre el Sr. Hereza, y que aunque se pudiera descontar alguna pequeña cantidad por deficiencias en la elección, nunca alteraría la mayoría que dicho Sr. Raboso ha conseguido, y más con respecto al Sr. Hereza, que ha obtenido menor votación. (…) Madrid, 14 de marzo de 1918. (Diario de sesiones del Congreso de los Diputados, 22 de marzo de 1918).


**El Madrileño fue un semanario editado por C. Alonso y Cia que se publicó entre 1917 y 1922. En su mancheta se anunciaba como semanario defensor del regionalismo de la provincia de Madrid. Esta publicación, en la que nunca se firmaban sus artículos, cumplió con su propósito de defender los intereses de los madrileños, lo que le valió en no pocas ocasiones problemas con la justicia. El 29 de abril de 1922, por ejemplo, en sus paginas se informaba sobra la prisión de su director, Velázquez, con motivo de uno de los procesos incoados contra este semanario. En sus páginas se mostraron especialmente combativos, y así lo anunciaban en su primer número, frente a lo que denominaban la mentira electoral, la oligarquía y el caciquismo. En el plano social El Madrileño también emprendió una especie de cruzada contra la prostitución, el juego y el vicio de fumar. Desde estos principios ideológicos, Juan de Dios Raboso, que ejerció todo su poder en el distrito de Chinchón justamente en los años en que se editó el semanario, fue multitud de veces protagonista de su páginas, siempre como ejemplo del tipo de político contra el que luchaba El Madrileño.


Fuentes y bibliografía:

  • Madrid en la sociedad del siglo XIX. Vo.l 1. Consejería de Educación. Edición a cargo de Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde. Secretaria General Técnica. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1986.

  • Congreso de los Diputados. Diario de sesiones. Serie Histórica. www.congreso.es.

  • Oratoria y periodismo en la España del siglo XIX. Seoane, María Cruz. Fundación Juan March-Editorial Castalia. Madrid, 1977.

  • El sistema electoral de la Constitución de 1845. Ull Pont, Eugenio. Revista de Derecho Político, nº 39. 1994., pp. 107-157. Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

  • O´Donnell. Perez Galdós Benito. Biblioteca digital abierta.Textos. Info. 2018.

  • La revolución de julio. Pérez Galdós, Benito. Biblioteca Virtual Universal. 2003.

  • Memorias de un hombre de acción: El sabor de la venganza. Baroja, Pío. Rafael Caro Baggio. Madrid, 1921.

  • Memorias de un ministro de Alfonso XIII (1877-1930. Alcalá Zamora, Niceto.La Esfera de los Libros. Madrid, 2013.

  • Hombres, lugares y cosas de La Mancha. Apuntes para un estudio médico-topográfico de la comarca. Fascículo 1. Mazuecos, Rafael. Fundación Mazuecos. Alcazar de San Juan. Junio 1951.

  • Estadística de las Cortes y de los Ministerios. Estadística del personal y vicisitudes de las Cortes y de los Ministerios de España. Imprenta y fundición de la viuda e hijos de J. A. García. Madrid, 1880.

  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.









jueves, 3 de agosto de 2023

 

La elección de diputados a Cortes en el distrito de Chinchón 1846-1923 (XII)

Luis Ibarra, hijo y sobrino de anteriores diputados por el distrito, ganó as elecciones de 1914

En las elecciones de 1914 se acusó al ganador de la compra de votos en Morata y Chinchón

Gerardo Doval recuperó para los liberales el distrito en 1916

Tras la elección en 1910 del liberal Juan de Dios Raboso Castellanos, el distrito de Chinchón, fiel al turnismo que regía la política española desde hacía décadas, se decantó en 1914 por el candidato conservador Luis Ibarra y Céspedes. Dos años después, en 1916, la historia volvía a repetirse y de nuevo un candidato liberal, Gerardo Doval, se hacía con el escaño. Mientras tanto, Raboso Castellanos perdedor como uno de los candidatos liberales en 1914, representó como diputado al distrito de Priego, en sustitución de Alcalá Zamora, a la espera de regresar a la comarca unos años después. Con exactitud milimétrica, el distrito de Chinchón se mantenía fiel al turnismo que regía la política española desde hacía décadas.


En las semanas previas a las elecciones de marzo de 1914 parecía claro que el candidato del Partido Liberal en el distrito de Chinchón sería Juan de Dios Raboso Castellanos, el diputado electo en 1910. Tampoco parecía que fuera a tener dificultades para renovar su escaño. Juanito, el Ferroviario, como era apodado en círculos políticos, se había asentado plenamente en un distrito en el que había tejido en unos años una eficiente red de influencias. Contaba con propiedades en Chinchón -y a un nivel más simbólico, con una calle con su nombre en Morata- y todo indicaba que volvería a aspirar, con posibilidades de éxito, al escaño que adjudicaba el distrito en las elecciones de marzo.

Unas semanas antes, en un mitin celebrado en Colmenar de Oreja el 21 de febrero, algunos oradores, como el exalcalde Evaristo Jiménez, pidió el voto para Raboso, no solo por afinidad de ideas sino por los inmensos beneficios otorgados a su distrito. El propio Raboso, integrante por esos días de la corriente del Partido Liberal encabezada por Manuel García Prieto, presentó su candidatura apoyada, de manera entusiasta, por Niceto Alcalá Zamora, frente al otro candidato liberal, Gerardo Doval, perteneciente a la corriente liberal encabezada por el conde de Romanones* (La Mañana, 22 de febrero de 1914).

Quizá debido a esta división en las filas liberales y también, porqué no, al apoyo institucional recibido por el candidato ministerial del Partido Conservador, Luis Ibarra y Céspedes, ni Raboso Castellanos ni Gerardo Doval fueron capaces de conservar el escaño del distrito de Chinchón y el marqués de Ibarra se hizo con el acta.

En las eleciones celebradas el 8 de marzo, Ibarra y Céspedes se imponía con 3.526 votos a Raboso Castellanos y Gerardo Doval. En la jornada electoral participaron 8.273 votantes de un censo electoral que ascendía a 10.721 electores.

Con este resultado, los conservadores recuperaban el distrito y el ingeniero Luis Ibarra se hacía con un escaño que ya había pertenecido a su padre, el I marqués de Ibarra, y a su tío Valentín Céspedes y Céspedes. Un ejemplo más de un sistema que permitía casi patrimonializar los cargos en manos de algunas familias. Además, con este triunfo, el nuevo diputado lograba resarcirse de la derrota que había sufrido a manos del propio Juan de Dios Raboso en 1910.

Para no romper con la tradición, el acta de diputado del distrito de Chinchón y la victoria de Luis Ibarra fue puesta en cuestión por uno de los candidatos derrotados, el liberal romanonista Gerardo Doval. Según publicaba el diario El Imparcial, en su alegato contra la limpieza del acta de diputado de Luis Ibarra, Doval acusaba directamente al candidato conservador de uno de los los delitos electorales más graves, la compra de votos en Morata y Chinchón y también de irregularidades en Perales de Tajuña:

(…) Luchaban -dice Doval- por este distrito dos personas, rica la una y enriquecida la otra [Luis Ibarra y Céspedes y Juan de Dios Raboso Castellanos]; pero las dos parecían haber salido de las escuelas de sordomudos, porque no hablaban, no no sabían hablar.

Yo me defendí, llamando con mi pobre palabra a los electores. Frente a mí opusieron la guerra de su dinero. Afortunadamente esta Sala, que ha de purificar las Cortes, proveerá en justicia. Pensándolo así,y solo por eso no me retiré.

En Chinchón se vendieron los republicanos por 1.000 pesetas. En Morata se vendieron por 500. También en Valvidriera [sic, por Valdelaguna] llegaron a pagarse los votos a 15 pesetas.

En el mismo periódico se señalaba que el candidato ganador, Luis Ibarra sostiene la legalidad de su proclamación. Afirma que no se gastó un solo céntimo en coacción,(...) (El Imparcial, 31 de marzo de 1914).

Pese a la gravedad de estas acusaciones, con la contundente afirmación por parte de Gerardo Doval de que se había producido la compra de votos, la maquinaria legal no encontró motivos para anular el acta de Luis Ibarra. En el informe preceptivo del Tribunal Supremo, obligatorio cuando se producían denuncias sobre supuestas irregularidades electorales, la más alta instancia judicial daba vía libre a la elección del candidato conservador:

(…).Teniendo en cuenta que no se han traído al expediente comprobación alguna referente a las supuestas compras de votos llevadas a cabo en las secciones de los pueblos de Chinchón y Morata, y aún en el supuesto, no admitido, de que dicha compra se llevase a efecto, al no señalarse el número de votos comprados, es de suponer que no lo sea en el suficiente para conceder a esa supuesta compra importancia bastante para determinar la nulidad de la elección. Respecto a la protesta correspondiente a la sección única del término municipal de Perales no puede tampoco tomarse en consideración, por la misma falta de prueba, y porque el acta de escrutinio de aquel término municipal aparece bien manifiesta la legalidad con que se llevó a cabo la elección, en la cual el candidato triunfante, Sr. Ibarra solo obtuvo 168 votos de los 363 electores que tomaron parte en la votación (...).

Tras este informe favorable del Tribunal Supremo a la elección de Luis Ibarra emitido el 31 de marzo de 1914 y el dictamen de la Comisión de Incompatibilidades del Congreso de los Diputados, Luis Ibarra vio aprobada su acta y proclamado diputado por el distrito de Chinchón en la sesión del 18 de abril de 1914.

Gerrardo Doval, diputado por el distrito de Chinchón en 1916 (Fuente: Vida Gallega, 1909)
 

Gerardo Doval recupera para los liberales el acta de diputado por Chinchón

La derrota de 1914 del abogado liberal y romanonista Gerardo Doval (Santiago de Compostela, 1867) no significó que abandonara su intención de lograr ser diputado en el Congreso en representación del distrito de Chinchón. En 1916 el político gallego volvió a presentarse por el distrito en el que había sido derrotado en 1914 por el candidato conservador Luis Ibarra.

Unos días antes de que se celebraran las elecciones en un periódico de Barcelona, La Libertad, se felicitaban de la candidatura de Doval por el Partido Liberal en el distrito de Chinchón, aunque resaltaban que hubieran preferido que optase a la plaza de diputado por Barcelona:

(…) Mejor, no obstante, hubiera parecido que no por Chinchón, sino por Barcelona, fuera encasillado el Sr. Doval. (…) Si una candidatura liberal luchara por la circunscripción de Barcelona – añadía el periódico- pocos hombres podrían figurar en ella con mayor prestigio ni con

más legítimos título. (El Liberal, 4 de abril de 1916). Los halagos del diario barcelonés no eran sino un recordatorio del papel profesional que desempeño como abogado de Gerardo Doval en los procesos judiciales por los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona.

Lo cierto es que, celebradas las elecciones el 4 de abril de 1916, Gerardo Doval y Rodríguez Formoso logró una amplia mayoría y se impuso, sin problemas, al candidato conservador Cecilio Herrera y Ortuño. En el escrutinio, Doval logró 6.202 votos, frente a los 2.582 de su rival, en unas elecciones en las que participaron 8.813 votantes de un censo total de 10.942 electores.

A diferencia de otros procesos electorales previos, la elección por tan amplio margen de votos no provocó, como en otras ocasiones, la impugnación del acta conseguida por el político gallego. En una de sus primeras intervenciones públicas tras su elección, Gerardo Doval realizó un ejercicio de adhesión al conde de Romanones, político que encabezaba el ala liberal por la que se había presentado a las elecciones por el distrito de Chinchón. En un banquete organizado en Madrid para celebrar su elección, Doval intervino para destacar el papel de Romanones en la política española:

(…) Saludó en primer lugar [Gerardo Doval] a los electores de Chinchón, cuyos intereses sociales y políticos está llamada a defender en Cortes y brindó por el Rey, por el Consejo de ministros y por el conde de Romanones, de quien hizo un elogio vibrante, diciendo que era el sucesor directo de Sagasta y jefe único de la gran familia liberal. (El Norte de Madrid, 14 de mayo de 1916).

Doval se implicó, durante la legislatura en la que ejerció como representante del distrito de Chinchón (1914-1916) en algunos asuntos vitales para la comarca a la que representaba. Uno de ellos fue el de las comunicaciones con Madrid y, a raíz de unas lluvias torrenciales, el diputado aprovechó para solicitar la mejora de las carreteras ante las autoridades del Gobierno.

También está presente Gerardo Doval en la inauguración de un servicio fundamental para la comarca, la conexión telefónica entre distintos pueblos de la misma. En junio de 1917 asiste a la inauguración de la red telefónica que une la capital del distrito con Aranjuez. Junto a varias autoridades, entre las que se encontraban representantes del Ayuntamiento de Morata, diputados provinciales y el presidente de la Diputación, Díaz Agüero, Gerardo Doval de desplazó a Chinchón, donde intervino para felicitar a la compañía por el nuevo servicio al tiempo que solicitaba la ampliación de la red urbana en Chinchón. (Electrón, 1 de junio de 1917).

Como representante del distrito de Chinchón en el Congreso de los Diputados, y en una época en que el prestigio del sistema parlamentario español no atravesaba por un buen momento y proyectaba una imagen bastante negativa ante la opinión pública española, Gerardo Doval aportó su punto de vista en una serie de artículos periodísticos que el diario La Tribuna publicó en sus páginas en febrero de 2017. La propuesta del diario trataba de determinar e indagar sobre posibles soluciones antes las preguntas que planteaba:

¡Está en crisis el sistema parlamentario en España?, ¿Representa el Parlamento al País o es una ficción legal?¿Cómo se remediaría sus defectos hasta convertirlo en el órgano de pensamiento y la voluntad nacionales? Varios diputados y ex-diputados nacionales, como Jorge Silvela o el propio Gerardo Doval, periodistas como Torcuato Luca de Tena, o escritores de prestigio como Manuel Machado expresaron su opinión ante las preguntas propuestas por el periódico. Estas eran algunas de lasconclusiones de Gerardo Doval:

Para el régimen de los pueblos, la sustancia, el contenido del sistema parlamentario repugna las crisis. Estas solamente aparecen cuando la forma inadecuada de conservarlo, interpretarlo y reglamentarlo en su ejercicio, lo desvía de su fin. Bajo este respecto, en España y tal sistema corre inminente peligro de corromperse.

Si los hombres que actúan excitados por el amor a la Patria , conteniendo sus bajas pasiones y egoísmos no vuelven por los fueros del sistema, pronto lo convertirán en el mayor peligro.

Corruptio optimi pessima.

(…) Todo país tiene la representación que corresponde a su estado presente. En todo momento, en todo instante, el Parlamento encarna los vicios y las virtudes del pueblo.

Respondo de que la voluntad del distrito me encumbró a la dignidad de representarlo ante el Parlamento. De otro modo, rechazaría tal honor.

Jamás anula el ejercicio de la voluntad ciudadana la presión más o menos violenta que la ciña. Sus resueltas determinaciones no tropiezan en la vida con obstáculos insuperables.

El poder público debe ejercer la función tutelar sobre los pueblos que se duermen en el medio del día y llegan tarde a las puertas, cerradas ya, del soberano alcázar donde se celebran los desponsorios del mundo antiguo con esta espléndida civilización moderna.

A la pregunta de cómo se remediarían los defectos del Parlamento para convertirlo en el órgano y el pensamiento de la voluntad nacional, Doval afirmaba:

(…) No es el pueblo faro que se levanta sobre el acantilado de la costa que señala la ruta de los navegantes sin pedir cuentas del naufragio. Hasta que el parlamentario se convenza de que su distrito es Fuenteovejuna, en la que no se puede entrar manchada la conciencia con pecados o delitos sociales, no se convertirá el Parlamento en el órgano del pensamiento y la voluntad nacionales.

(…) En suma, si la conciencia individual se degrada, si el pueblo trata a sus diputados como el mar a sus ahogados cuando los arroja a la playa, si los jefes de partido transigen por debilidad, si las asambleas deliberantes no purifican sus células, no creo en la eficacia de las leyes draconianas ni en la de sus reglamentos, por estrechos que fueren (...). (La Tribuna, 4 de febrero de 1917).

En el fondo, con su aportación a la propuesta de La Tribuna Doval no deja de reconocer los problemas que aquejan al parlamentarismo español. Tampoco resulta casual que en su texto aparezcan referencias a la corrupción, primero cuando opina que en España el tal sistema [parlamentario] corre inminente peligro de corromperse. Gerardo Doval, que es obvio que conocía cómo se desarrollaban las elecciones, no duda en utilizar una expresión latina, atribuida a Gregorio Magno, que trataba sobre la corrupción en la Iglesia y que el diputado por Chinchón traslada a la política. Corruptio optimi pessima, la corrupción de lo mejor es la peor, (o la corrupción de los mejores es la peor de toda), adjudicando el término mejor a quienes representaban a la sociedad en las Cortes, no dejaba de ser una radiografía perfecta del Congreso de los Diputados, lastrado desde hacia décadas por la pesada losa del turnismo del que ¡vaya paradoja!, también se benefició el propio Doval.



* En las elecciones celebradas el 8 de marzo de 1814 los liberales presentaron dos candidatos en el distrito de Chinchón: Juan de Dios Raboso Castellanos, encuadrado en la facción de Manuel García Prieto, Marqués de Alhucemas, y Gerardo Doval, afín al conde de Romanones. Pese a no resultar elegido, Raboso Castellanos obtendría el acta de diputado al sustituir en su escaño a Niceto Alcalá Zamora ganador en las mismas elecciones en el distrito de Priego (Córdoba).



Fuentes y bibliografía:

  • Madrid en la sociedad del siglo XIX. Vo.l 1. Consejería de Educación. Edición a cargo de Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde. Secretaria General Técnica. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1986.

  • Congreso de los Diputados. Diario de sesiones. Serie Histórica. www.congreso.es.

  • Oratoria y periodismo en la España del siglo XIX. Seoane, María Cruz. Fundación Juan March-Editorial Castalia. Madrid, 1977.

  • El sistema electoral de la Constitución de 1845. Ull Pont, Eugenio. Revista de Derecho Político, nº 39. 1994., pp. 107-157. Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

  • O´Donnell. Perez Galdós Benito. Biblioteca digital abierta.Textos. Info. 2018.

  • La revolución de julio. Pérez Galdós, Benito. Biblioteca Virtual Universal. 2003.

  • Memorias de un hombre de acción: El sabor de la venganza. Baroja, Pío. Rafael Caro Baggio. Madrid, 1921.

  • Memorias de un ministro de Alfonso XIII (1877-1930. Alcalá Zamora, Niceto.La Esfera de los Libros. Madrid, 2013.

  • Hombres, lugares y cosas de La Mancha. Apuntes para un estudio médico-topográfico de la comarca. Fascículo 1. Mazuecos, Rafael. Fundación Mazuecos. Alcazar de San Juan. Junio 1951.

  • Estadística de las Cortes y de los Ministerios. Estadística del personal y vicisitudes de las Cortes y de los Ministerios de España. Imprenta y fundición de la viuda e hijos de J. A. García. Madrid, 1880.



viernes, 28 de julio de 2023

La elección de diputados a Cortes en el distrito de Chinchón 1846-1923 (XI)

En 1910, Raboso Castellanos, político liberal, consiguió su primer triunfo en la comarca

El diputado consiguió el acta pese a las denuncias del Partido Conservador

La llegada del siglo XX no trajo ningún cambio significativo a la política española. El sistema del turnismo, creado por conservadores y liberales para repartirse el poder, siguió tan arraigado como cuando lo instauraron Sagasta y Cánovas del Castillo. Nuevos líderes, como Maura o Canalejas, controlaban ahora los partidos mayoritarios pero nada cambiaba y se favorecían las mismas prácticas. En el distrito de Chinchón, liberales y conservadores reproducían un sistema que les beneficiaba y que impedía la elección de políticos ajenos a los grandes partidos. En 1910, un político manchego de origen humilde, Juan de Dios Raboso Castellanos, lograba su primer triunfo en el distrito en medio de las sospechas de practicas caciquiles.



En la primera década del siglo tres políticos ajenos al distrito acapararon el triunfo en las elecciones convocadas para elegir los diputados del Congreso. En 1903, con un triunfo holgado del Partido Conservador encabezado por Francisco Silvela en todo el país, en el distrito de Chinchón venció un candidato del partido del Gobierno y, por primera vez, procedente de la carrera militar. Pedro Martínez Calvo, nacido en la localidad murciana de Totana, ya había concurrido a las elecciones por el distrito de Chinchón en 1898 cuando venció claramente el liberal Inocente del Pozo, natural de Carabaña y por tanto oriundo del distrito.

En su segundo intento por conseguir el acta por Chinchón Martínez Calvo no tuvo problemas en alcanzar el apoyo de casi la mitad del censo, 10.117 electores, y con 4.558 votos se impuso en unas votaciones celebradas el 30 de abril de 1903 en las que también participó el candidato republicano Díaz Valero.

La legislatura en la que fue elegido por primera vez por el distrito de Chinchón, Pedro Martínez Calvo finalizó con la crisis de 1905 cuando se convocaron nuevas elecciones para el Congreso de los Diputados, esta vez con triunfo del Partido Liberal de Eugenio Montero Ríos. Acorde con esta victoria liberal, en el distrito de Chinchón también se impuso el candidato del partido ministerial representado en esta ocasión por otro político sin ningún tipo de relación con los pueblos a los que aspiraba representar. Francisco Martínez Fresneda, un profesional del Derecho y oficial letrado del Consejo de Estado que se enfrentó al candidato independiente Julio Freire y Sánchez y también a Carlos Díaz Valero, el candidato republicano incansable en sus intentos de lograr la representación en el Congreso de los Diputados del distrito de Chinchón.

En las elecciones convocadas para 10 de septiembre de 1905 Martínez Fresneda consiguió imponerse a los otros dos candidatos al lograr el apoyo de 4.177 electores, de los 10.424 que integraban el censo electoral, entre los que 7.343 hicieron uso de su derecho a votar. Como ya sucediera en tantas otras elecciones, el acta del diputado del distrito de Chinchón fue fue también objeto de impugnación por parte de la oposición representada por el diputado Antonio Maura. En esta ocasión el partido en la oposición consideraba que Martinez Fresneda, debido a su condición de letrado del Consejo de Estado, incurría en uno de los supuestos de incompatibilidad que marcaba la ley.

En la sesión plenaria del Congreso celebrada el 20 de octubre, según publica el diario El Imparcial, Antonio Maura se mostró contrario a aprobar el acta de Martínez Fresneda, que había sido declarada apta por la Comisión, por considerar que incurría en un caso claro de incompatibilidad. Maura comparó la situación del diputado electo por Chinchón con la de otros parlamentarios que habían visto como se impugnaba su elección pero no consiguió que el pleno revocara la elección de Martínez Fresneda y el diputado fue ratificado por noventa votos a favor y cuarenta y uno en contra.

El trabajo de Francisco Martínez Fresneda como representante del distrito de Chinchón resultó efímero ya que la legislatura sólo se extendió por un periodo de dos años. Convocadas de nuevo elecciones para el día 21 de abril de 1907, de nuevo el turnismo permitió que un diputado conservador y ya conocido en el distrito, el militar Pedro Martínez Calvo, consiguiera de nuevo el acta de diputado por Chinchón. Frente a su candidatura por el Partido Conservador, Julio Freire y Sánchez, independiente, y Carlos Díaz Valero, republicano, optaban, de nuevo sin éxito, por obtener el acta de diputado por el distrito. En esta ocasión Martínez Calvo resultó reelegido por una amplia mayoría y con los votos de 6.906 electores, de un total de 7.201 votantes y un censo de 10.497 electores.

Raboso Castellanos obtiene por primera vez el acta por el distrito de Chinchón

En las elecciones de 1910, un año en el que España vivía la resaca de los sucesos de la denominada Semana Trágica de Barcelona, se produce la irrupción como candidato en el distrito de Chinchón de un político que podría personificar en su figura el desprestigio que sufría la política en esos años de comienzos del siglo XX. Hablamos de Juan de Dios Raboso Castellanos, buen ejemplo de alguien que consigue hacer de la política una profesión muy rentable a partir de unos orígenes humildes que no le impidieron ascender y progresar en el Partido Liberal, y eso a pesar de que tampoco contaba con una formación de partida que le facilitara su trayectoria.

En su primera aparición en el distrito electoral de Chinchón Juan de Dios Raboso Castellanos se enfrentó nada menos que a Luis Ibarra y Céspedes. Su rival y candidato conservador contaba con todas las bazas para conseguir el escaño en el Congreso por un distrito que, en ninguna manera, le resultaba ajeno: su padre, Manuel Ibarra y Cruz, ya logró vencer y representar al distrito de Chinchón en las elecciones de 1881 y 1886. Por si fuera poco, Ibarra y Céspedes también era sobrino de Valentín Céspedes y Céspedes, hermano de su madre y también diputado electo por el distrito en los comicios de 1899 y 1901. Con estos antecedentes, no resulta extraño que la victoria de Raboso Castellanos en las elecciones del 8 de mayo de 1910 fuera tan bien recibida en un periódico republicano como El País donde se calificaba a su rival, Luis Ibarra, como el cacique conservador.

Pero de ninguna manera esta victoria de Raboso fue fácil y, como era habitual en el distrito, tampoco estuvo exenta de polémica. Lo cierto es que la contienda electoral -ganada a nivel nacional con holgura por el político liberal José Canalejas- fue una de las más reñidas en el distrito electoral de Chinchón en unos comicios en el que el censo electoral fue el más elevado de toda su historia. Nada menos que 10.847 electores formaban parte de un censo que, además, acudió masivamente a las urnas donde votaron 9.135 electores.

Según publicaba El Correo Español, Juan de Dios Raboso consiguió 4.870 frente a los 4.164 votos logrados por su rival Luis Ibarra (El Correo Español, 12 de mayo de 1910).

Con una ventaja muy ajustada, cierto, pero el candidato liberal conseguía así su primer triunfo en un distrito con el que no tenía más relación que algunas propiedades en el municipio de Chinchón. Como veremos en próximas entregas, no sería ni mucho menos la única ocasión en que Raboso Castellanos lograse la representación del distrito de Chinchón en el Congreso de los Diputados, un logro personal que, por su modesto origen, resultaba difícil predecir.

Juan de Dios Raboso Castellanos había nacido en la localidad manchega de Alcazar de San Juan. Hijo de un molinero, Raboso ejerció este oficio en sus primeros años antes de pasar a convertirse en ferroviario como factor de la estación de su localidad natal. Se cuenta que cuando partió hacia Madrid desde Alcazar aseguró que no pararía hasta ser concejal de la capital de España. No defraudó estas expectativas Juan de Dios Raboso pues no sólo consiguió ser concejal del Ayuntamiento de Madrid sino que llegó a teniente de alcalde además de diputado provincial. Y, por supuesto, diputado en el Congreso hasta en seis legislaturas.

Tan fructífera carrera política, desarrollada a lo largo de dos décadas tanto en el distrito de Chinchón como en el de Priego (Córdoba), nos muestran a un político ambicioso, muy bien relacionado con los dirigentes de su partido y siempre dispuesto a demostrar sus influencias en los distritos a los que representaba. Apodado por sus comienzos laborales como Juanito el ferroviario, Raboso pudo desarrollar su carrera sumándose, según conviniera, a la corriente de José Canalejas, a la del conde Romanones o a la de Niceto Alcalá Zamora. Esté, en sus Memorias, dedica unas líneas a Raboso Castellanos en las que dibuja su trayectoria en el Partido Liberal y sus rasgos más significativos:

Persona muy original en medio de su oscuridad modesta. De origen muy humilde, antiguo factor de estación, cuado ya hubo adelantado bastante en la vida, suplía con un gran sentido su total falta de cultura, detenida en las primeras letras. Bajo, grueso, panzón, nacido en el riñón mismo de La Mancha. Me había seguido en 1913 y como alegara que con ello comprometía su inseguro distrito de Chinchón, le indemnicé con dos actas con Priego, muy a disgusto de mis amigos, hasta que en 1918 pudo recobrar la anterior a la suya.


 Alcalá Zamora lider del Partido Liberal en el que militó Raboso Casatellanos

Denuncia de irregularidades en la elección de Raboso Castellanos

La primera elección de Juan de Dios Rabosos Castellanos como diputado por el distrito de Chinchón provocó, por enésima vez, las denuncias por prácticas irregulares en los momentos previos a la celebración de las elecciones. En este caso, el candidato perdedor, Luis Ibarra y Céspedes, denunció ante el Tribunal Supremo, tal como exigía una reforma de la Ley Electoral, todo el proceso y solicitó la revisión del expediente de la elección. Ante esta solicitud, el informe del Tribunal Supremo no encontró motivos de anulación e informó en el siguiente sentido:

(…) Resulta del acta de escrutinio general que en ella no se consignó protesta ni reclamación alguna. (…) Teniendo en cuenta que los documentos presentados por D. Luis Ibarra y de Céspedes no constituyen pruebas que merezcan ser atendidas y estudiadas, el Tribunal ha acordado devolver este expediente electoral al Congreso sin calificación de ninguna clase y como completamente limpio y exento de reclamación. Madrid 3 de Mayo de 1910.

Tras emitirse este informe, sus conclusiones se leyeron en la sesión del Congreso de los Diputados celebrada el 20 de junio de 1910. Según se recoge en el Diario de Sesiones de esa fecha, el diputado conservador Montes Jovellar asumió la defensa de la propuesta contraria a probar el acta de Juan de Dios Raboso y manifestó ante el pleno las supuestas irregularidades que se registraron en los días previos a la celebración de las elecciones. Entre otras consideraciones, Montes Jovellar manifestó:

(…) Es ésta una de aquellas elecciones en que se pone de manifiesto que de nada sirven las garantías que da la nueva ley cuando las autoridades, tanto locales como provinciales, se convierten en agentes electorales de uno de los candidatos, y ponen al servicio de uno de ellos todos los medios y todas la atribuciones que su cargo les da. (...) En estas condiciones es imposible ir a la lucha.

En cada paso que se da en el examen de la preparación de esta elección y en el desarrollo de la misma, se ve más claro hasta dónde llegaron las influencias ministeriales, y, sobre todo, las del gobernador civil, para dar el triunfo a uno de los candidatos que luchaban en el distrito de Chinchón. Empezó el gobernador civil por las consabidas llamadas a los alcaldes, que todos los días tenían que venir a Madrid (…).

A continuación de estas llamadas, y demostrando el gobernador civil a los pueblos que del terreno de las amenazas pasaba al de los hechos, conforme les había anunciado, si no se prestaban a lo que exigía, comenzó el envío de delegados, siempre para investigar la administración que había en los pueblos, y los envió, entre otros, a Brea, Valdilecha, Fuentidueña, Villamanrique de Tajo y Valdaracete, e inmediatamente fue suspendido el Ayuntamiento de Brea (…).

Se enviaron el día de la elección a los pueblos más delegados que pueblos tiene el distrito, y en algunos de ellos, los delegados, haciéndose acompañar de la guardia civil, arengaban a las masas contra el candidato conservador, favoreciendo así al otro, y dando ejemplo de la imparcialidad con que debían ir allí para mantener únicamente el orden, y con sus predicaciones lo que hacían era fomentar al desorden.

Creyó, además, el señor gobernador civil que era necesario ocupar militarmente el distrito, y la víspera de la elección salió un tren de Madrid lleno de guardia civil, mandada por jefes y oficiales, que se fue repartiendo por los pueblos del distrito.

(...) Para dar idea del uso que se hizo de la guardia civil, basta decir que por orden del delegado del gobernador, en el pueblo de Colmenar, se rodeó la casa en que estaba uno de los candidatos conservadores, y no se dejó en todo el día entrar ni salir a nadie en dicha casa.

(…) En Morata de Tajuña fue nombrado delegado del gobernador el propio alcalde;

éste creyó que por ser alcalde y delegado debía ser el director de la lucha electoral, y cuando se abre el colegio y va a penetrar en él el notario se encuentra éste con que el delegado ha permanecido dentro del colegio durante la constitución de la Mesa, dando las instrucciones oportunas. Entra el notario en el colegio, y en lugar de ser el presidente de la Mesa

el que le exigiera la justificación de su personalidad, es el propio delegado quien se la exige.

Allí no hubo alteración del orden público, no hubo indicios siquiera de que pudiera producirse,

y, sin embargo, el delegado del gobernador permanece constantemente dentro del colegio y presencia el escrutinio. Se hace el escrutinio, y faltando a lo que preceptúa terminantemente la ley Electoral, no son leídas las papeletas por el presidente, sino por uno de los interventores; se consigna la protesta, se levanta acta notarial, y en lugar de ser el presidente, los interventores y los adjuntos, los que contesten a las protestas, como es usual y corriente, el delegado no deja hablar al presidente, ni a los interventores, ni a los adjuntos; él por su propia cuenta contesta a todas las manifestaciones que se hacen y a todas las protestas que se consignan. Esto queda de-

mostrado con el acta notarial que obra en el expediente.

No sigo, porque los hechos enunciados son más que suficientes para demostrar la imparcialidad, legalidad y buena fe con que por parte de los elementos oficiales se ha presenciado la lucha electoral en el distrito de Chinchón.

Tras la intervención de Montes Jovellar, intervino en defensa de la limpieza de las elecciones el diputado liberal Alcalá Zamora:

(…) En realidad, pudiera cumplir la fácil y sencilla misión que me ha confiado el Sr. Raboso con solicitar vuestra atención sobre este dictamen del Tribunal Supremo, en cuyos resultandos se afirma que el acta no contiene protestas ni reclamaciones, en cuyos fundamentos se consigna que las alegaciones del Sr. Ibarra y Céspedes no constituyen pruebas que merezcan ser atendidas, y en cuyas conclusiones se hace constar que devuelve el acta al Congreso sin calificación de ninguna clase, como completamente limpia y exenta de reclamaciones. Ante un dictamen tan absoluto y terminante en sus pronunciamientos y en sus fundamentos, huelga todo comentario, que por extenso que fuera valdría menos que esa concisión rotunda (…).

A continuación, el futuro presidente de la II República rebatió los argumentos del diputado conservador:

(…) Hay una suspensión única, la del Ayuntamiento de Brea, sistema que, si fue de la iniciativa del Sr. Raboso, dio tan malos resultados, que lo abandonó, e hizo bien, porque el pueblo de Brea es uno de los pocos en que el señor Ibarra ha ganado la elección, viéndose por esto que el intento, si existió, no respondió al fin que S. S. le atribuye.

¡La delegación en el pueblo de Morata de Tajuña! Cualquiera que hubiese oído hablar de tal delegado creería que se había mandado a un electorero profesional, lanzado desde Madrid al distrito de Chinchón, y este delegado no necesitaba que se le confiriese tal delegación para estar investido de autoridad. Su nombramiento, si lo hubo, fue un pleonasmo administrativo (…).

El alegato de Alcalá Zamora en defensa de su compañero Raboso Castellanos finalizó con lo que definía como historia caciquil del distrito de Chinchón:

(…) me va a permitir S.S. que le diga una cosa y es que no la haga arrancar del 1º de enero de este año, ni de octubre anterior, cuando el Partido Liberal vino al poder. La historia caciquil del pueblo de Chinchón, como todas las historias, se remonta más y en este caso pudiese ser no mala base el cómputo de arrancar de veinticinco años de dominación seguida, sumando la influencia de la fortuna personal y la posesión de todos los organismos oficiales de ese distrito de ambiente tan propicio que, siendo rural, permite que se desarrolle el cacicato y estando a las puertas de Madrid, hace que la actuación de todos los organismos administrativos, llegue intensa, rápida, sin perder en la transmisión su energía ni su eficacia (...).

Tras esta intervención, la Cámara aprobó el informe a favor del acta de Juan de Dios Raboso Castellanos. Fue su primer triunfo en el distrito, pero no sería la última ocasión que se cuestionara la limpieza de su elección.


Fuentes y bibliografía:

  • Madrid en la sociedad del siglo XIX. Vo.l 1. Consejería de Educación. Edición a cargo de Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde. Secretaria General Técnica. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1986.

  • Congreso de los Diputados. Diario de sesiones. Serie Histórica. www.congreso.es.

  • Oratoria y periodismo en la España del siglo XIX. Seoane, María Cruz. Fundación Juan March-Editorial Castalia. Madrid, 1977

  • El sistema electoral de la Constitución de 1845. Ull Pont, Eugenio. Revista de Derecho Político, nº 39. 1994., pp. 107-157. Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

  • O´Donnell. Perez Galdós Benito. Biblioteca digital abierta.Textos .info. 2018.

  • La revolución de julio. Pérez Galdós, Benito. Biblioteca Virtual Universal. 2003.

  • Memorias de hombre de acción: El sabor de la venganza. Baroja, Pío. Rafael Caro Baggio. Madrid, 1921.

  • Memorias de un ministro de Alfonso XIII (1877-1930. Alcalá Zamora, Niceto.La Esfera de los Libros. Madrid, 2013.

  • Hombres, lugares y cosas de La Mancha. Apuntes para un estudio médico-topográfico de la comarca. Fascículo 1. Mazuecos, Rafael. Fundación Mazuecos. Alcazar de San Juan. Junio 1951.