El II marqués de Leganés murió con 36 años cuando era de virrey de Valencia
El 2 de abril de 1646 en la ciudad de Madrid tuvo lugar una curiosa
ceremonia en la que el primer marqués de Leganés, Diego Mesía Felipez de
Guzmán, contraía matrimonio con Juana de Rojas y Córdoba. Hasta aquí todo
normal en una boda entre dos representantes de la nobleza de la época si
exceptuamos que el marqués, ya viudo de su primera mujer Policena Spínola y
residente en Milán en aquellos años, hubo de casarse por poderes. Lo que
traspasaba la normalidad es que en la misma ceremonia se celebraron otros dos
matrimonios: el hijo mayor de Diego Mesía Felipez de Guzmán, Gaspar, se casaba
con Francisca de Rojas y Córdoba, hija de Juana, madrastra del novio, y de su
primer marido, Francisco Fernández de Córdoba; mientras, Inés Felípez de Guzmán,
hija también del I marqués de Leganés y de Policena, se casaba, a su vez, con otro hijo de su
madrastra, Gaspar Hurtado de Mendoza, hijo de Juana de Rojas y su segundo
marido Lope Hurtado de Mendoza.
Esta ceremonia, una más de las que en aquellos años servían para unir
lazos entre las familias más poderosas del reino, significó una de las primeras apariciones públicas de Gaspar
Mesía Felípez de Guzmán, II marqués de Leganés. Gaspar, hijo primogénito del I
marqués de Leganés y como tal I marqués de Morata de la Vega –un titulo que
Felipe IV había concedido a su padre en 1632 como privativo del heredero
primogénito del marquesado de Leganés- tenía en la fecha de su boda únicamente
16 años pero primaron los intereses familiares y las convenciones sociales de
la nobleza en el siglo XVII. En la familia del I marqués de Leganés se cumple,
punto por punto, la norma no escrita de que el heredero se dedique a la milicia
y un segundo hijo a la carrera eclesiástica. A las hijas se les prepara un buen
matrimonio con un miembro de una familia de similar categoría o, en su defecto,
ingresa en un convento.
En el caso del marqués de Leganés esta costumbre social de la nobleza
se cumplió milimétricamente –el segundo hijo Ambrosio, dedicado a la carrera
eclesiástica, llegó a ostentar el cargo de Arzobispo de Santiago y de Sevilla,
tras pasar por los obispados de Oviedo y Valencia y formarse en la Universidad
de Salamanca- y Gaspar fue una pieza más en esta política familiar.
Desde su nacimiento en Madrid, en marzo de 1630, Gaspar tenía diseñado
su destino como hijo primogénito de la entonces influyente Casa de Leganés. Su
padre había creado un mayorazgo en el que se acumulaban los bienes raíces,
honoríficos y económicos de la familia y él era el heredero designado de este
patrimonio acumulado por su padre en su carrera como militar, diplomático y
político. De hecho, Gaspar ya desde muy temprana edad se dedica a la milicia.
En 1647 está ya al mando de un regimiento en Aytona. Dos años más
tarde, en 1647, participa en la campaña de la guerra contra los portugueses,
una de las últimas acciones militares en la larga trayectoria de su padre. En la siguiente década, Gaspar Mesía,
todavía como marqués de Morata, también interviene en alguna campaña en Francia
e incluso tiene alguna intervención política como consejero de Estado en 1659.
Sin embargo, cuando su carrera toma más impulso es con su nombramiento como
gobernador y capitán general de Omán en 1662, lugar en el que consigue una
victoria sobre el gobernador de Tremecen. Este destino le permitió ampliar su
patrimonio económico antes de alcanzar su último cargo: virrey y capitán
general de Valencia, un cargo en el que tenía la representación de la corona
española en el levante español y que era el que desempeñaba cuando murió en
1666.
Documento con la firma del I marqués de Morata en el que pide licencia para administrar sus bienes
Su muerte, a la temprana edad de 36 años le impidió alcanzar la
influencia que caracterizó la trayectoria de su padre. Cierto es que logró
cargos importantes, algunos de ellos gracias a la intervención del I marqués de
Leganés, preocupado siempre por proyectar el poder de la familia en sus propios
hijos –el segundo hijo Ambrosio fue obispo de Oviedo y Valencia y arzobispo de
Santiago y Sevilla-, pero Gaspar, bien por su fallecimiento prematuro o porque
ya no contaba con un apoyo tan determinante como el que tuvo su padre con su
primo el conde-duque de Olivares, en ningún caso puede compararse con la biografía
de su progenitor aunque, curiosamente, en una demostración más del
funcionamiento de los lazos familiares y de los vínculos clientelares, fue su
propio hijo Diego, el III marqués de Leganés, quien le sustituiría en el
virreinato de Valencia.
De su relación con Morata poco sabemos. Utilizó el titulo de marqués
de Morata hasta la muerte en 1655 de su padre, fecha en la que pasó a su único
hijo Diego, tal como se preveía en las condiciones del mayorazgo. Una vez convertido
en cabeza de la Casa de Leganés pasó a ser el responsable del nombramiento de los
cargos municipales de Morata entre los propuestos por el Concejo además de
elegir el cargo de alcalde mayor como representante directo de los poseedores
del señorío en la villa. Además, continúo el proceso legal iniciado por su
padre para heredar mayorazgo de San Lúcar la Mayor, el marquesado de Mairena y
el condado de Aznalcollar en litigio desde la muerte del conde-duque de
Olivares y que se extendería hasta finales del siglo XVII cuando, ya con el III
marques de Leganés al frente de la familia, la justicia dio la razón al
marquesado de Leganés frente a las pretensiones del duque de Medina de las
Torres.
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