En 1878, un incendio provocó la destrucción de las instalaciones
La fábrica de papel abasteció en esos años a los principales periódicos de Madrid
En la primera parte de la historia del batán de Morata ya vimos como,
a lo largo de la primera mitad del
siglo XIX, tres empresarios habían intentado rentabilizar sus instalaciones con
más o menos continuidad. En los documentos se refleja la buena calidad de los
tejidos y los papeles que se producían junto al río Tajuña pero ni la familia
March, ni Juan Marrot, ni la empresa Combé pudieron extender su actividad en el
batán más allá de unos cuantos años antes de que las dificultades económicas
provocaran el final de sus proyectos. Sin embargo, una nueva iniciativa iba a
forjarse en torno a la década de 1860. Ya en el año de 1862, el 21 de febrero,
el Diario Oficial de Avisos de Madrid
publicaba un texto en el que se buscaban personas interesadas en hacerse cargo
del transporte del carbón necesario para las máquinas de vapor con las que se
producía el papel:
Fábrica de papel continuo de
Morata de Tajuña
El que quiera interesarse en el
arrastre de 2.000 quintales de carbón piedra, desde esta corte a la fábrica
expresada, total o parcialmente, se puede presentar de 10 a 2 de la tarde, en
su dirección, sita en la calle Fuencarral, numero 39 y 41, cuarto tercero
izquierda.
Este consumo de carbón destinado a las máquinas de vapor de la papelera
originó un conflicto entre los propietarios y el Ayuntamiento de Morata. El
consistorio había aprobado un arbitrio, impuesto, sobre el consumo de carbón
que fue recurrido por la empresa papelera. Después de distintos recursos ante
las autoridades provinciales y estatales, el Consejo de Estado emitió un
informe en el que daba la razón el Ayuntamiento, desestimando el hecho aducido
por los propietarios de que el arbitrio se hubiera aprobado, en principio, solo
para el consumo de carbón doméstico. En consecuencia, este dictamen del mes de
enero de 1874, autorizaba al Ayuntamiento, dirigido en esas fechas por Benito
Sánchez-Bravo, a seguir cobrando el impuesto sobre el consumo del carbón de la
papelera que, según el propio informe del Consejo de Estado, ascendía
anualmente a 90.000 arrobas.
Por otra parte, el anuncio publicado en la prensa confirma que en esos
años se había reanudado la elaboración de papel en el antiguo batán. Una nueva
publicación, que apareció el 6 de julio de 1865 en La Correspondencia de España, ratifica la actividad industrial a
orillas del Tajuña en esa fecha:
Gran fábrica de Papel
Hemos tenido ocasión de visitar
el nuevo depósito de papel continuo que los señores Hijos de Velasco, dueños de
la fábrica de Morata, situada a muy pocos kilómetros de distancia de esta corte,
han establecido en la magnífica casa que el capitalista don Antonio Murga ha
construido en la calle del Caballero de Gracia, números 14 y 16, y donde además
de tener un buen surtido de diferentes clases de papeles de impresión y de
rollos para las fábricas de papel pintado, sabemos que los expresados señores
se encargan de hacer fabricaciones determinadas que pueden servir a domicilio a
los dos o tres días de haberles hecho el pedido, pues cuentan con un
considerable y constante motor hidráulico y una completa y escogida maquinaria
(…).
La fábrica de papel,
propiedad ahora de la sociedad Velasco, Romillo y Cia, volvía a
funcionar en Morata pero ahora con un matiz importante. Ya no se trataba sólo
de hacer cartones o diversos tipos de papel para distintos usos, sino de
centrarse en la producción de papel continuo, es decir, rollos de grandes
dimensiones con un destinatario principal: las empresas periodísticas.
En la década de los sesenta del siglo XIX, al progreso de las artes
gráficas se une una situación política muy convulsa que genera un enorme
interés entre la población que, sobre todo en Madrid pero también el resto de
capitales, buscan información en las decenas de periódicos que se imprimen en
la época. Cada partido político, cada corriente ideológica, dispone de sus
propios medios de información pero también surgen periódicos más profesionales
que aprovechan la mejora de las comunicaciones para llegar a un mercado muy
numeroso e interesado por la actualidad.
De este auge de las empresas periodísticas se benefició la empresa
morateña que logró convertirse en proveedora de alguno de los periódicos más
importantes de esos años, como era el caso de El Imparcial o La Correspondencia de España. Este último periódico,
el de mayor tirada de todo el país, el 29 de diciembre de 1867 anunciaba en su
cabecera que se imprimía en papel de la fábrica de Morata. En cuanto a El Imparcial, cuando se cumplía el
cincuentenario de su fundación y en uno de los reportajes conmemorativos de
esta efemérides se recordaban los
frecuentes viajes que juntos tuvieron que hacer [Eduardo Gasset, el fundador y
un mecánico francés] en un cochecillo a la fábrica de Morata de Tajuña,
dominados por la tristeza del fracaso, llenos de zozobra y de ansiedad, hasta
conseguir papel que no se rompiera, que no hiciera inútiles tanto dinero gastado
y tantas noches en vela.
Naturalmente, este auge de la prensa fue el incentivo que algunos
empresarios necesitaban para invertir en la fabricación de papel nacional que
ya podía entrar en competencia con
el que venía del exterior. De ahí que el debate ideológico se trasladara,
durante muchos años, a la conveniencia, o no, de crear aranceles con los que
proteger a la industria papelera nacional de las importaciones. Y en estos
años, la producción de la papelera de Morata estuvo, durante muchos años,
presente en este debate. Así se manifiesta en una información del periódico La Época, del 16 de junio de 1867, en la
que la discusión sobre los aranceles al papel prensa pone de manifiesto la
calidad del papel elaborado en Morata:
(…) El Diario Español elogia el
estado de muchas de nuestras fábricas, y en verdad que nos causa satisfacción
oír que en Tolosa, Irún, en Burgos, en Pamplona, en Manzanares, Rascafría,
Villagordo y Morata de Tajuña, se fabrican papeles con la perfección que en las
naciones más adelantadas y con tanta prontitud que en Morata, por ejemplo, se
sirven los pedidos a las cuarenta y ocho horas de hechos(…).
Consolidación de la fábrica
La entrada en la década de 1870 significo la consolidación de la fábrica
de papel de Morata. La producción tenía garantizada su venta a los principales
periódicos y al público en general en los depósitos que la empresa poseía en la
ciudad de Madrid, primero en la calle de la Madera y, posteriormente en la
calle de la Florida. Algunas incidencias, como la guerra carlista, que influía
en la continuidad de los suministros, o la propia inseguridad de las
comunicaciones provocaban algunas dificultades. Por ejemplo, La Correspondencia de España, el 20 de
marzo de 1873, recogía una noticia sobre el asalto a un convoy de la papelera:
Anoche a las ocho fueron
sorprendidos y atados dos carreteros de la fábrica de papel de Morata, en el
sitio denominado Cueva de los Migueles, cerca de Vallecas, por una partida de
hombres armados, a pie unos y otros a caballo, robando cuatro de las doce mulas
de los carros y una corta cantidad de dinero a uno de los carreteros.
Sobre la fabricación de papel en España, durante la uno de los
periodos de guerra carlista, el
periódico La Discusión señalaba
el 1 de enero de 1874 que de España en estos momentos no hay que
hablar; sus fábricas se hallan paralizadas a causa de la guerra carlista y la
interrupción de las comunicaciones. Milagrosamente puede decirse que trabaja La
Navarra. También en Morata de Tajuña, otra bien montada fábrica de papel lucha
con la escasez de aguas, y en Madrid da algunos productos la del señor
Canalejas, establecida con arreglo a los últimos adelantos (…).
Pero pese a estas dificultades, la empresa papelera, ya en manos
únicamente de la familia Martínez de Velasco, afrontaba el futuro con mejoras
como la que supuso el arreglo de la carretera que conectaba sus instalaciones
con su mercado madrileño. En 1877, la carretera entre Morata y Perales se
arregló con fondos de la Diputación y un reportaje de La Época, del 4 de diciembre de 1877, con motivo de la inauguración
trataba en profundidad las características de la fábrica de papel:
La industria de Madrid
Pocos días hace se ha recibido provisionalmente
el camino vecinal que subvencionado por los fondos provinciales, une a los
pueblos de Morata y Perales de Tajuña.
Este camino, que empalma con la
carretera de Madrid a Chinchón y con la general de Castellón y Valencia,
atraviesa una de las comarcas más pintorescas y feraces de la provincia, la
renombrada vega del Tajuña, rica en cereales, vinos y aceites, y ha venido a
satisfacer una necesidad reclamada imperiosamente hace varios años, a la que la
escasez de fondos, unida a otras causas, hizo imposible atender, y que
afortunadamente para los indicados pueblos, ha tenido cumplida realización.
Con motivo de esta solemnidad,
que sin duda alguna lo es inaugurar una vía de comunicación, elemento seguro de
riqueza, bienestar y cultura, hemos tenido el gusto de ver la gran fábrica de papel denominada de Nuestra
Señora del Rosario, que en el término de Morata, posee el acaudalado industrial
D. Emilio Martínez de Velasco (…).
Seguimos a nuestro distinguido
guía, y penetramos en un gran patio, que más bien parece propio de una granja modelo
o de una quinta de recreo, a juzgar por sus grandes proporciones, por la fuente
que hay en el centro y los muchos y corpulentos árboles que le hermosean, que
de un establecimiento manufacturero, en los que, y más en nuestro país, es frecuente
amontonar las edificaciones, hasta el punto de dificultar ciertos servicios que
reclaman amplitud y desahogo, con perjuicio también de la higiene, tan
necesaria en todos casos, y más en este, por las condiciones especiales de fabricación,
es de primera necesidad (…).
Se emplean en la mencionada
fábrica, en la que el trabajo es permanente, y produce un día con otro
4.500 kilogramos de papel blanco
para impresiones satinado y sin satinar, papeles de colores, estrazas para
envolver en rollos y resmas y rollos de varias clases para empapelar, 130
operarios entre hombres, mujeres y niños y niñas, con la especial
circunstancia, que habla muy alto a favor de los sentimientos que animan al
señor Velasco para proteger la localidad, de que los maquinistas y carpinteros
son todos del país, instruidos por mecánicos extranjeros traídos al efecto.
Los motores son: dos turbinas
sistema Pontaín, perfeccionadas, de 35 caballos de fuerza y una de 40 del mismo
sistema, una máquina de vapor inglesa, de alta y baja presión, de condensación,
con la fuerza de 35 caballos y otra de 40, con iguales condiciones, procedentes
de los primeros constructores de esta clase de artefactos en Londres. La máquina
de hacer papel es de siete secadores de 1 metro 20 centímetros de ancho. Los
cilindros son seis de refino e igual número de desfilo, y además hay cuatro
grandes blanqueadores.
Los tanques para recibir las
aguas son todos de piedra en sillares, y sus fondos de placas cerámicas
perforadas procedentes de Inglaterra. Hay además cuatro calderas generadoras de
vapor, una de 40 caballos, dos de 25 y otra de 18. La sala de apresto tiene su
prensa hidráulica de 700.000 kilogramos de presión, una buena satinadora de
vaivén y una guillotina; las dos primeras proceden de la casa Planas, Junoy y
Compañía de Gerona, lo mismo que cuatro de los cilindros de retino, todo
perfectamente construido.
El taller de reparación de
máquinas consta de tornos, máquina de cepillar y herrajes de varias clases
necesarios al efecto; en los de herrería y carpintería hay todos los útiles y
herramientas que puedan necesitarse en dependencias de esta clase, así como en
el almacén de piezas de repuesto que se halla también provisto de todas las que
están sujetas a deterioro inmediato. La elevación de aguas caras para la
fabricación. Que se extrae de unos pozos de 91 pies de profundidad, se hace con
tres bombas del sistema Montenegro, distinguido ingeniero mecánico español.
Cada una de estas tres bombas eleva 23 metros cúbicos de agua por hora, existiendo
otras repartidas por los departamentos para llevar de una a otra parte las
aguas cloruradas, alumbres, colas, etc. (…).
Al frente de la fábrica se
halla un hermano del propietario, el Sr. Fructuoso [Martínez] de Velasco, que
educado en Inglaterra y penetrado del espíritu emprendedor de esta nación, que
en nuestra vieja Europa marcha a la cabeza de las demás en todo lo que se
refiere a los adelantos industriales, no ha vacilado en trocar la toga del
abogado por los útiles del mecánico, imprimiendo un sello de actividad y
precisión en los trabajos digno de ser imitado.
Lamentablemente, la buena marcha de la
fábrica de papel que se plasmaba en este reportaje periodístico, se truncó al
año siguiente. Un incendio, que se propagó en la madrugada del 15 de agosto de
1878, significó un duro golpe para la papelera. Así lo contaba La Correspondencia de España en su edición del 23 de agosto de 1878:
Hoy tenemos más detalles del
incendio ocurrido en la fábrica de papel de Morata de Tajuña. El siniestro tuvo
lugar en la madrugada del día 15 y no en la noche del 13 al 14. Los vecinos,
autoridades y guardia civil de los pueblos de Morata y Perales, acudieron en
cuanto sintieron las campanas de la iglesia de la fábrica, y contribuyeron de
un modo eficaz a que el fuego no se propagara al resto de los edificios. A las
seis horas de apercibido, era ya un montón de ruinas el edificio principal,
donde se hallaba instalada la mayor parte de la maquinaria y un gran depósito
de trapos escogidos para la fabricación. La causa del incendio se atribuye a
alguna chispa de cigarro o fósforo de los que el día anterior habían estado
entregando trapo. Felizmente no ha habido que lamentar ninguna desgracia
personal, debido a la serenidad e inteligencia con que desde los primeros
momentos dirigió los trabajos el mismo dueño de la fábrica. Las pérdidas
sufridas se regulan en más de dos millones de reales.
Fuera a consecuencia de estas pérdidas ocasionadas por el incendio, o
por otros motivos empresariales, la fábrica de papel cambió de nuevo de propietarios
y sería la familia Canalejas, uno de cuyos miembros ocupó la presidencia del
gobierno, la que dirigiría las instalaciones, tal como veremos en la tercera
parte de la historia del batán.
Imagen, completa, del grabado que reproduce el batán de paños alrededor de 1830
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