miércoles, 30 de noviembre de 2016

Las calles de Morata y su denominación en el callejero (XII)

Calle de la Escuela

Hasta el siglo XIX no aparece el nombre de esta calle en el callejero de Morata. Situada en el límite del casco urbano de Morata, justo en el límite donde comienza el denominado barrio de Las Cuevas, ha mantenido esta denominación, seguramente basada en la existencia en un periodo histórico indeterminado de una escuela pública, hasta la actualidad. Aunque no sabemos cuándo funcionó en esta calle la escuela pública, aprovecharemos esta denominación del callejero para hacer un pequeño repaso de la enseñanza pública en Morata en distintos periodos históricos.


En el Catastro de Ensenada la que hoy conocemos como calle de la Escuela no existía como tal. En ese espacio urbano paralelo a la calle de la Morería y que partía en dirección norte de la que entonces se conocía como plazuela de las Cocheras del señor, se localizaban solares, pajares, eras de pan trillar, algún palomar y los corrales propiedad del Hospital de pobres de la villa que fundara en el siglo XVII Antonio López. Por tanto, la que hoy conocemos como calle de la Escuela no existía como tal y su urbanización debió de producirse ya a comienzos del siglo XIX cuando esta zona constituía el límite del casco urbano por Oriente y la zona de transición hacia las cuevas.
Sin embargo, en los años en que se realiza el Castro de Ensenada ya aparecen referencias a la existencia en la villa de un maestro de primeras letras, llamado Luis Portillo, pero nada se dice del lugar donde impartía sus enseñanzas. Los documentos del catastro sí que detallan el salario del maestro:
(...) dijeron que el común [el ayuntamiento] sólo paga al medico en cada un año cuatro mil y cuatrocientos reales, al boticario por su asistencia trescientos reales, al Maestro de Primeras Letras ochocientos y cincuenta reales (…).
Aparte de estos ochocientos reales cincuenta aportados por el concejo -un salario realmente bajo de poco más de dos reales diarios- el maestro completaba sus emolumentos anuales con otros ingresos que también se especifican en los registros del catastro:
Bienes de Luis Portillo, maestro de primeras letras
(…) Mas tiene de salario por la iglesia de esta villa doscientos treinta y seis reales de vellón y veinte fanegas de trigo en cada un año.
Mas quinientos y veinte siete reales de vellón que componen entre los niños que andan escribiendo y ciento veinte reales de vellón que considera le valdrán en cada un año las lecciones que da a diferentes personas de esta villa en sus mismas casas.
Cuyas partidas antes dichas componen la suma de mil setecientos y treinta y tres reales de vellón y veinte fanegas de trigo en cada un año que tiene de salario como estaba dicho por dicha enseñanza y trabajo.

Calle de la Escuela, en el centro en sentido vertical, en una imagen de 1946
 
En el centro de la imagen, la calle de la Escuela y su entorno totalmente urbanizado
Las escuelas de Morata en el siglo XIX y primera mitad del XX
En los periódicos del siglo XIX aparecen algunas referencias a las escuelas de Morata. La convocatoria de plazas de maestros y su dotación económica aparecían frecuentemente en las páginas de los diarios. En la edición de La Esperanza del 8 de marzo de 1845 se publicaba el anuncio de un libro publicado por un maestro radicado en Morata, Manuel Rodríguez Escobar, con  el que se ponían en práctica nuevos métodos pedagógicos en la enseñanza primaria, la única que se impartía en Morata:
Método gubernativo para las escuelas de primeras letras, en que se trata de los instrumentos que auxilian la enseñanza, modo de hacerlos con economía y de usarlos con aprovechamiento, se facilitan varios medios que facilitan la instrucción de la lectura y demás ramos en escuelas de muchos niños.
Unos años después, en 1859, La Esperanza  publicaba el 10 de noviembre de 1859 la convocatoria de plazas en Morata con un salario anual de 3.300 para los maestros y 2.200 reales anuales, 1.000 reales menos, para las maestras. En el anuncio se especifica que estas escuelas de nueva creación se abrirán el 2 de enero de 1860 y que además del sueldo, los maestros y maestras disfrutarán casa y las retribuciones de los niños  y niñas que puedan pagarlas.
La escasa dotación económica del puesto se compensaba con el alojamiento gratuito y las aportaciones de las propias familias, en el caso de que pudieran permitírselo: la educación, desde luego, no era una prioridad para las autoridades, lo que no impedía que los propios ayuntamientos se preocuparan por abordar el problema del analfabetismo entre la población. En 1867, el Ayuntamiento de Morata, según publicaba El Lloyd en su edición del 1 de mayo era uno de los sesenta y tres  pueblos de la provincia que contaba con un aula para la educación de adultos.
En el libro sobre la historia de Morata publicado por la Diputación Provincial aparecía un extenso texto sobre la situación de la educación en Morata:
Instrucción y beneficencia
Los títulos con que encabezamos este capítulo  son ambos de capitalísimo interés en todo pueblo civilizado, y a nuestro juicio, una de las más importantes atenciones que pesan sobre los Municipios, por cuya razón deben ocupar lugar preferente en sus presupuestos.
Si dirigimos una ligera ojeada por la historia de la enseñanza y la escritura, y recordamos los tiempos aquellos en que los hombres no recibían ese pan de la inteligencia, haciendo una vida semisalvaje, permaneciendo en la más crasa ignorancia, y en que se dividían los pueblos en castas de sangre, según sus oficios o cargos, que, no pudiendo confundirse, estaba el poder en un corto número de privilegiados, comprendiendo la servidumbre los individuos restantes, nos consideraremos hoy aún mejor que los Monarcas de aquellos tiempos. ¿Y á quién debemos este progreso? ¿Quién nos ha sacado de esta ignorancia y envilecimiento?
La instrucción, las escuelas primarias, esos centros docentes donde se fundan los cimientos de la humanidad, y sin cuyas bases o cimientos no pueden sostenerse grandes y sólidos edificios.
He aquí por qué en todas partes, y más en la actualidad, los primeros establecimientos de las naciones son las escuelas de primera enseñanza. Las escuelas modernas no son las rutinarias escuelas de antes; hoy son más prácticas, más educativas, pero no todo lo que debieran ser, por causas que no queremos ni debemos mencionar.
Sostiene este Municipio cuatro escuelas municipales: dos de niñas y otras dos de niños, dotada cada una de ellas con 825 pesetas y la cuarta parte para material. Las retribuciones que no están compensadas, las pagan directamente los niños.
El alquiler de los cuatro locales y habitaciones para sus profesores, cuesta al Ayuntamiento 1.000 pesetas anuales, y reciben la instrucción en estos locales unos 170 niños próximamente, é igual número de niñas.
Tenía este Municipio proyectada la construcción de un nuevo edificio para escuelas y habitación á sus profesores; pero la cantidad destinada para este objeto, y alguna más, ha tenido necesidad de dedicarla á la subvención del ferrocarril.
No dudamos que tan pronto como se desligue de esto, y en atención á los buenos deseos que tiene, realizará este nobilísimo propósito.
Otra reforma importante y deseosa de llevar á cabo, si lo aprueba la superioridad, tiene proyectada este Ayuntamiento, cual es la de suprimir una escuela de cada sexo y establecer en su  lugar una de párvulos, donde puedan recibir la enseñanza los niños y niñas hasta la edad de siete años, con cuya reforma ganaría mucho el vecindario , más los niños, y no menos sus profesores»
Como se desprende de las anteriores líneas, el Ayuntamiento de este pueblo abriga buenos deseos hacia la instrucción primaria, como lo prueba la religiosidad con que están pagados sus
profesores, ejemplo que debieran imitar otros pueblos más importantes.
Juan Diego Arribas, el autor del texto editado en 1891, conocía de primera mano el problema de la educación en general y en Morata en particular. Maestro de profesión y ejerciente en Morata Arribas nos aporta datos como la inexistencia de un edificio dedicado en exclusiva a la educación, por lo que había que recurrir a locales alquilados para impartir las clases. También nos informa el autor sobre las aportaciones que hacían las familias para financiar el sueldo de los maestros y de un proyecto para construir una escuela municipal que aún se retrasaría unos años.
Sería finalmente en 1896 cuando se abordara la construcción de estas escuelas municipales. El Diario Oficial de Avisos publicaba el 9 de agosto de ese año el anuncio de la subasta de las obras:
Subastas que se han de celebrar:
13 de agosto en Morata de Tajuña obras para el Ayuntamiento y escuelas en 66.137 pesetas.
Las obras del nuevo edificio consistorial y de las escuelas, situadas en el solar que había ocupado una de las antiguos mesones propiedad del conde de Altamira se adjudicaron según un documento notarial de fecha 15 de septiembre con una rebaja de 23 por ciento sobre el precio inicial a Domingo Rodelgo.
Estas obras, que se prolongaron durante más de un año, finalizaron a comienzos de 1898 aunque, según publicó la Gaceta de Instrucción Pública en enero de ese año, la inversión en las nuevas escuelas no cumplía con las condiciones mínimas exigidas:
Dentro de pocos días de inaugurarán los locales que para Escuelas de primera enseñanza ha construido el Ayuntamiento de Morata de Tajuña.
Una persona amante de la enseñanza ha visto los locales citados y echa de menos muchas cosas que se relacionan con la Higiene y la Pedagogía.
¿Sabe algo de esto la Junta provincial de Instrucción pública? ¿No podría comisionar al señor inspector para girar una visita antes de que la inauguración se verifique por si pudieran subsanarse las faltas que allí a primera vista se notan?
Tal vez, estas  críticas a las condiciones de las nuevas escuelas de Morata estarían relacionadas con el escaso espacio que ocupaban las cuatro aulas que se construyeron para una población escolar que, unos años antes, era superior a los trescientos alumnos. En cualquier caso, estas escuelas, junto a otras instalaciones que funcionaron como aulas en los años siguientes, fueron las que dieron servicio a Morata hasta después de la guerra civil. Una vez finalizada la contienda, las viejas instalaciones anexas al edificio del Ayuntamiento fueron insuficientes para atender a toda la población escolar.
Para satisfacer esta demanda educativa, el Ayuntamiento recibió en cesión el viejo edificio de la familia Mac Crohon que durante la guerra se utilizó como hospital de sangre. En 1945 este edificio ya estaba en funcionamiento aunque en años posteriores se realizaron mejoras para adecuar el viejo caserón a las necesidades educativas. En 1950 se realizaron las obras de cerramiento del recinto y la casa del conserje de las escuelas, que un año antes (BOE de 17 de noviembre de 1949) habían recibido la denominación oficial de Grupo Escolar Hermanos Mac Crohon. Finalmente, en el año 1951 se inauguraban oficialmente todas las instalaciones:
Nuevo grupo escolar
Con asistencia del director general de Enseñanza Primaria, Romualdo de Toledo, el obispo auxiliar de Madrid-Alcalá, el inspector de zona y otras autoridades y jerarquías, ha sido inaugurado en Morata de Tajuña el centro escolar que lleva el nombre de Hermanos Mac Crohon. Después de bendecido el edificio, en el salón de actos hubo una sesión cultural, en la que el director general de Enseñanza Primaria elogió a la familia Mac Crohon que siempre ha manifestado especial cariño por aquel pueblo.


Fuentes y bibliografía:
·       Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid. Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial-Madrid, 1891.
·       Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
·       Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Madrid, 1999.
·       Periódicos y revistas citados en el texto.

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