martes, 9 de octubre de 2018

Ignacio Rojo Arias, un morateño testigo y protagonista de la historia (VIII)

El año 1875 trajo importantes cambios a la vida política y social en España. La I República, después de una efímera y complicada existencia, dio paso a la Restauración borbónica en la persona de Alfonso XII. El cambio de régimen significó también modificaciones importantes en la trayectoria profesional y personal de Ignacio Rojo Arias: después de varios años, dejó el Parlamento y tras el cierre de su periódico, La Bandera Española, se centró en su carrera profesional pero, eso sí, sin abandonar su trabajo político.



Con la Restauración Rojo Arias dejó, momentáneamente, la vida parlamentaria, lo que no significaba, en absoluto, que abandonara la vida política, tanto en su faceta de propietario y director del periódico La Bandera Española como en su trabajo de dirigente del Partido Radical.
En su labor de periodista, el cambio de régimen, el fin del periodo republicano y la restauración de la monarquía borbónica, trajo nuevos problemas al periódico de Rojo Arias. Su trayectoria empresarial, lastrada por las dificultades económicas, y los bandazos ideológicos de los partidos radical-progresistas afectaron negativamente a La Bandera Española. El periódico era pasto de rumores sobre modificaciones en su estructura empresarial y posibles cambios en la propiedad, que en esos momentos era compartida al cincuenta por ciento entre Rojo Arias y el empresario Luis Santana. Además, habría que añadir que en los primeros meses de 1875 sufrió, al menos, dos cierres temporales provocados por unas leyes más restrictivas en materia de libertad de prensa.
En un artículo publicado en febrero de 1875 y recogido por el periódico El Popular, el diario de Rojo Arias reiteraba su compromiso con la constitución de 1869 y su postura contraria al gobierno conservador de Cánovas del Castillo. Y añadía:
La Bandera Española no es órgano de ninguna persona ni de ninguna fracción: desea y espera lograr la representación de su partido, no por credenciales más o menos eficaces, sino por el acierto en la defensa de sus ideas y aspiraciones (…). (El Popular, 26 de febrero de 1875).
Los rumores sobre la venta del diario propiedad de Rojo Arias no cesaron en las primeras semanas de 1875, pero lo que de verdad se convirtió en motivo de preocupación para su propietario fue la presentación de una nueva acusación contra su persona por un presunto delito de injurias. El político y periodista morateño, que ya había pasado en dos ocasiones por el juzgado y también por unas horas de prisión debido a su trabajo como informador, volvía a tener que enfrentarse a una petición de condena, en esta ocasión a instancias del diputado y escritor Gaspar Núñez de Arce, que pedía para Rojo Arias una pena de cuatro años de destierro de Madrid y una multa de 1.200 pesetas. El motivo de la denuncia fue la información ofrecida por Rojo Arias el año anterior, 1874, sobre una supuesta reunión entre el dirigente radical Ruiz Zorrilla y el propio Núñez de Arce en la localidad madrileña de El Escorial. Para empeorar las cosas, la aceptación de la denuncia por el juzgado coincidió en el tiempo con dos momentos personales muy delicados para Ignacio Rojo Arias.
El primero ocurrió el 21 de junio de 1875 con la muerte, tras una larga enfermedad, de uno de sus cinco hijos, Luis, a la temprana edad de once años. Al mismo tiempo que Rojo Arias asistía a los últimos días de vida de su hijo, la situación de su periódico no dejaba de empeorar: Luis Santana, el copropietario, anunciaba a su socio que ya no estaba dispuesto a seguir soportando el pago de los sueldos y que ponía fin a la relación contractual que le ligaba a La Bandera Española. Según el periódico La Correspondencia de España, esta notificación la recibió Rojo Arias el 13 de junio, en los días en que su hijo recibió la extremaunción. Naturalmente, la salida de Santana de la propiedad colocó en una difícil situación económica al periódico que, durante unos días, dejó de publicarse.
En medio de esta precaria situación personal y profesional Rojo Arias tuvo que asistir en el mes de agosto siguiente, el día 29, a la vista del juicio por injurias en el que se le procesó a instancias del consejero de Estado Gaspar Núñez de Arce. Como ya había sucedido en los casos anteriores en que se vio en el banquillo, Rojo Arias, todo un experto en temas relacionados con los delitos de prensa y que tenía amplia experiencia en este tipo de delitos, asumió su propia defensa ante el tribunal.
Lamentablemente para el periodista morateño, la sentencia, dictada el 30 de septiembre, le declaró culpable del delito de injurias y se le condenó a una pena de dos años, cuatro meses y un día de destierro de Madrid, a una multa de 230 pesetas y a publicar la decisión del juzgado en el periódico La Bandera Española una vez que la sentencia fuera firme (Esta parte de la sentencia nunca pudo cumplirse puesto que, en el mes de abril de 1876, La Bandera Española dejó definitivamente de publicarse).
Pese a la apelación interpuesta por Rojo Arias, la Sala de lo criminal de la Audiencia de Madrid confirmó el fallo, emitido en primera instancia de dos años y cuatro meses de destierro, que fue de nuevo recurrido por el periodista en un recurso de casación interpuesto ante el Tribunal Supremo que, sin embargo, confirmó la sentencia de destierro en el mes de junio de 1877.
Sobre el proceso que le costó esta sentencia de destierro, que Rojo Arias cumpliría en Albacete o Granada, según los rumores inmediatos a su publicación, el periodista y abogado se pronunció públicamente aún antes de que la sentencia fuera firme. En una carta enviada al periódico La Época, Rojo Arias, tras justificar su desconocimiento de un suelto publicado por el propio periódico de La Época por su notorio alejamiento de la política activa defiende su trayectoria como periodista y afirma:
(…) Estando con esa redacción conforme en que se contarán pocos en el periodismo a quienes no se les haya corrido alguna vez la pluma mas de lo conveniente, afirmo que (…) no puede considerarse mi juicio extraviado por la pasión, que no creo que caí entonces en ningún exceso como periodista; que escribí aquel artículo cumpliendo con un deber como hombre de partido; que estoy satisfecho por haberlo cumplido, y que eso seguiré pensando siempre, sean las que fueren las consecuencias que tenga que sufrir por aquel acto mío (…).
Una vez que se publicó la sentencia, y aunque el denunciante, Núñez de Arce, anunció públicamente su disposición a perdonar a Rojo Arias, lo cierto es que existe un vació en la biografía del político morateño de aproximadamente dos años, entre octubre de 1877 y más o menos el mismo mes de 1879, en el que prácticamente no existe ninguna referencia a sus actividades políticas o profesionales.

Cánovas del Castillo y Sagasta, los políticos que protagonizaron la Restauración

Vuelta a la actividad política
Lamentablemente, una de estas escasas noticias sobre Rojo Arias afectó trágicamente, de nuevo a su familia. El día de 6 de noviembre de 1877, cuando sólo habían pasado algo más de dos años de la muerte de su hijo Luis, Ignacio Rojo sufrió la pérdida de otro hijo, en esta ocasión Ignacio, que falleció a los 18 años de edad.
Ya en el año 1879 Rojo Arias vuelve de nuevo a desarrollar cierta actividad política. Desde su posición como destacado miembro del Partido Progresista-Democrático presidido por Cristino Martos, asiste y participa en las reuniones donde se decide si este partido participará en las elecciones al Congreso convocadas en el año 1879. En una de estas reuniones de los miembros más destacados del partido, celebrada el 27 de marzo, Rojo Arias interviene para apoyar la participación del partido en las elecciones evitando el retraimiento [boicot a las elecciones] que él mismo había defendido en ocasiones anteriores. Finalmente, se impuso la opción a favor de participar en las elecciones por 115 votos a favor frente a 75 en contra.
Aparte de abogar por la participación de su partido en las elecciones, evitando el boicot a las mismas que predicaban algunos compañeros, Rojo Arias intentó recuperar su condición de diputado a Cortes que había perdido desde el inicio del periodo de la Restauración y el final de la experiencia de la I República. En esta ocasión, Rojo acudió como candidato a un distrito que conocía bien, el distrito de Chinchón, el mismo que el político morateño había considerado que era su territorio natural* por cuestión de nacimiento. Sin embargo, Rojo Arias, aunque obtuvo unos buenos resultados para lo que era habitual en el distrito, tradicionalmente un feudo electoral de los candidatos conservadores, no puedo obtener el acta de diputado con sus 406 votos, insuficientes para derrotar a Juez Sarmiento, ganador con una mayoría de 756 votos. (Aunque pueda sorprender los pocos votos que sirvieron al candidato conservador para vencer en estas elecciones de 1879 en el distrito de Chinchón, hay que tener en cuenta que la Constitución de 1876, que sustituyó a la legislación republicana, y la ley electoral de 1878, significaron un evidente retroceso en derechos y libertades ya que, entre otras modificaciones, se volvió al sistema censitario, en el que sólo tenían derecho a voto quienes alcanzaban un cierto nivel económico según el pago de las contribuciones, en detrimento del sufragio universal, lo que reducía sensiblemente el cuerpo electoral de todos los pueblos que integraban el distrito y mermaba las posibilidades de las fuerzas progresistas).
Tras fracasar en su intento de obtener el acta de diputado Rojo Arias iba a adoptar una difícil decisión. En los primeros meses de 1880 el viejo Partido Radical –denominado desde 1873 Partido Republicano Democrático- sufriría un golpe definitivo cuando su líder, Ruiz Zorrilla, decidió crear una nueva formación política, el Partido Republicano Progresista y el político morateño decidió no seguir a su antiguo líder. Esta decisión la justificaba Rojo Arias en una carta publicada en el periódico El Globo, un diario que desde su creación en 1875 siempre había acogido en sus páginas las comunicaciones del político, ahora carente de una plataforma pública en la que expresar sus ideas desde que se produjo el cierre de La Bandera Española. En la carta, Rojo recordaba el compromiso del Partido Radical, con sus distintos nombres, con los principios de la Revolución de 1868 y añadía:
(…) El antiguo Partido Radical deja de ser y de existir por la iniciativa de su junta directiva y por la voluntad y expresa declaración de muchos de sus hombres, para formar con otros hombres no menos importantes que hasta el día han figurado en otras fracciones políticas, el nuevo partido, que hoy da al viento su nombre y su bandera.
Respeto los móviles de semejante decisión, y no desconozco que puede ser fructuosa en bienes para la patria, para la libertad y para la democracia.
El manifiesto que hoy ve la luz viene a deslindar los campos dentro de la democracia española; y aunque no produjera mas beneficio, título legítimo era ya este para que la opinión y los partidos políticos todos le recibieran con aplauso.
Pese al reconocimiento de la decisión de dar fin a la trayectoria de Partido Radical, Rojo Arias expresa su intención de mantenerse fiel a las ideas de su antiguo partido y de trabajar en el futuro por las mismas ideas que representaba desde su creación:
(…) quedándome donde estaba respecto a ideas y principios políticos, iré a confundirme con aquellos demócratas, iré a formar en aquel partido que ostente y que mantenga la Constitución de 1869. No como bandera transitoria, sino como bandera definitiva; y a cuya inmediata organización debe procederse sin tardanza, proclamando ante el país esa unión que, descansando no en cábalas ni en artificios, sino en la conformidad absoluta de ideas y de procedimientos existe de hecho tiempo ha, y cuya oportunidad ha venido a determinar por completo, ha concluido de determinarla y de imponerla, el manifiesto del nuevo partido democrático-progresista. Ignacio Rojo Arias, Madrid 6 de Abril de 1880. (El Globo, 9 de abril de 1880)
En los meses siguientes, el político morateño forzosamente vio disminuir su actividad política pero no su trabajo profesional como abogado penalista** y especializado también en asuntos relacionados con la libertad de prensa. Podía parecer que su dedicación al parlamentarismo había llegado a su fin pero no fue así: la Constitución de 1876 que había acabado con muchas de las conquistas políticas por las que luchó Rojo Arias también, paradójicamente, permitió su vuelta al Senado al contemplar el nombramiento de senadores vitalicios, una figura que permitió al político morateño regresar a su trabajo como parlamentario en la Cámara alta.



* En próximas entregas trataremos en profundidad la relación de Rojo Arias en materia política con el distrito de Chinchón y su participación como candidato del mismo en distintas elecciones. En cualquier caso, en estas elecciones de 1879 Rojo Arias obtuvo 54 votos en Morata, Felipe Juez logró 53 votos y Emilio Castelar un único voto. El censo de Morata en estas elecciones los formaban 138 personas con derecho a voto. (Datos tomados del acta de las elecciones, firmada el 20 de abril de 1879 por el presidente de la sección de Morata, Paulino Sánchez, y los interventores Dionisio Díaz, Tiburcio Ramírez, Leandro Sánchez Medel y Alejandro Serrano).
** El trabajo como abogado de Ignacio Rojo Arias le ocupó prácticamente toda su vida, compatibilizándola con su actividad política durante muchos años. Como veremos en próximas semanas, Rojo Arias alcanzó especial notoriedad como abogado defensor en un célebre caso que acaparó la atención de la opinión pública durante meses: el crimen de la calle de Fuencarral.

Fuentes y bibliografía:
  • Archivo del Senado. Leg. 389. Nº 4 (2).
  • Archivo del Senado. Leg. 389. Nº 4 (3).
  • Oratoria y periodismo en la España del siglo XIX. Seoane, María Cruz. Editorial Castalia. Madrid, 1977.
  • Periódicos y publicaciones citados en el texto.
  • Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes. Dieron comienzo el día 11 de febrero de 1869 y terminaron el 2 de enero de 1871. Tomo XV. Índice y resumen. Imprenta de J. A. García, Corredera Baja de S. Pablo, 27. Madrid, 1871.
  • Sumario 306/1870 sobre el atentado contra el general Prim.
  • España trágica. (Episodios Nacionales, quinta serie, número 42) Pérez Galdós, Benito. Alianza editorial. Madrid, 2009.
  • Las primeras cámaras de la regencia. Datos electorales, estadísticos y biográficos. Sánchez Ortiz Modesto y Berastegui, Fermín. Imprenta de Enrique Rubiños. Madrid, 1886.
  • El periódico liberal La Bandera Española, un concepto nuevo de nacionalismo español. Orella Martínez, José Luis. Aportes: Revista de Historia Contemporánea. Año nº 19.Nº 54. 2004.


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