Los
pleitos por cuestiones de lindes entre pueblos vecinos fueron muy
habituales desde la Edad Media en el entorno rural castellano. A
mediados del siglo XVI Morata y Chinchón mantuvieron un
enfrentamiento legal que se inició a raíz de la decisión del
concejo morateño de adehesar unos terrenos situados en el término
de Las
Cabezas en
las proximidades del paraje de El
Fraile.
El concejo de Morata, como representante de sus vecinos, en su gran
mayoría dedicados a la agricultura, y velando por sus intereses vio
la necesidad de contar con una dehesa en la que pudieran pastar,
gratuitamente, los ganados de labor de los morateños.
La
existencia de dehesas boyales, o ejidos, destinados a los ganados de
labor, fue una necesidad que debían cubrir los concejos de las
villas y lugares desde la Edad Media y hasta bien entrado el siglo
XIX, cuando las desamortizaciones liberales acabaron con estos
espacios comunales de los que se aprovechaban los vecinos para el
pasto de los animales que destinaban a los trabajos agrícolas (El
nombre de dehesa boyal se debe a que en la Edad Media la labores del
campo y de tiro las realizaban fundamentalmente ejemplares de ganado
bobvino, bueyes, sobre todo, aunque posteriormente estos ganados
fueron sustituidos por el ganado mular o caballar).
Las
dehesas boyales, que se definen como un espacio acotado, generalmente
cercado con muros de piedra, que se destinan al disfrute exclusivo
y gratuito
para el ganado de los vecinos de una villa, eran imprescindibles en
el mundo agrícola y no se deben de confundir con las dehesas
carniceras*. No era extraño que estos espacios comunales en los que
también era necesaria la presencia de agua para que abrevara el
ganado, contaran con algún trabajador, el dulero, que se encargaba,
a cambio de un salario aportado por los vecinos, de cuidar de los
ganados mientras estos pastaban.
Por
el contenido del expediente conservado en el Archivo Municipal de
Chinchón, Morata, a mediados del siglo XVI, cuando todavía era una
villa perteneciente al Arzobispado de Toledo, carecía de un ejido
para el servicio de los ganados de labor de sus habitantes. Para
paliar esta carencia, el concejo se dirigió a las autoridades y
presentó una petición para crear la dehesa boyal que sería objeto
del litigio con el pueblo vecino de Chinchón.
Estos
procesos judiciales por desavenencias en materia de términos y por
los derechos de pastos eran muy habituales desde que, con el proceso
de repoblación que siguió a la reconquista, se fueron constituyendo
los concejos en los que vivían los nuevos pobladores. No siempre los
límites entre un concejo y otro o entre una villa perteneciente al
rey y otra propiedad de un señorío seglar o eclesiástico, estaban
claros, de ahí que los archivos estén repletos de pleitos en los
que se discutía la propiedad de unos terrenos y de expedientes de
apeos y delimitación de términos concejiles. A lo largo de la
historia, Morata ha mantenido pleitos por términos en disputa con
todos sus pueblos vecinos: Arganda, Perales, San Martín de la Vega,
Valdelaguna y, como en este caso, Chinchón.
Primera página del expediente del litigio por la dehesa boyal entre Morata y Chinchón (AMCH)
Petición
de Morata para adehesar un terreno limítrofe con Chinchón
Según
los antecedentes que originaron el proceso que analizamos en esta
entrada del blog,11 de marzo de 1559 el concejo de Morata presentó
una relación ante las autoridades en el que solicitaba permiso para
crear una dehesa boyal destinada a los ganados de labor se sus
vecinos. Según consta en el expediente judicial, que se conserva en
el Archivo de Chinchón y que recoge todo el proceso, los
representantes morateños justificaban la necesidad contar con una
dehesa para los labradores de la villa:
(…)
habiéndosenos
hecho relación por parte de la villa de Morata que por no tener
dehesa boyal donde pastar con sus ganados de labor padecían mucha
necesidad y para lo remediar habían acordado se la hacer en el
término de la dicha villa donde dicen Las Cabezas por ser el dicho
término apropiado para ello más que para plantar ni sembrarlo ni
otra cosa alguna, y por el grande provecho de la dicha villa de ello
se seguiría sobre lo cual por una nuestra carta habíamos de mandar
al alcalde mayor de la dicha villa que llamadas todas las partes a
quien lo susodicho tocara o viese información si la dicha villa
tenía dehesa boyal donde pudiesen pastar los ganados de los vecinos
de ella y en qué parte y si por no la tienen los dichos ganados
donde pastaban y en qué tierras la quería hacer (…) y en qué
cantidad de ellas sería menester para ello y si eran públicas o
concejiles o si otro algún concejo tenía aprovechamiento en ellas y
que tanto podían rentar, habida la dicha información con las
contradicciones que hubiese al nuestro Consejo para que en el vista
se hiciese? lo que más conviniese y en cumplimiento de ello parece
que el dicho alcalde (…) la dicha información y la envío al mío
Consejo juntamente con su parecer y ciertas ordenanzas hechas sobre
el pastar y hozar en la dicha dehesa, lo cual visto juntamente con
el parecer del dicho alcalde mayor y ordenanzas se mandó por (…)
para que conforme al parecer de dicho alcalde mayor se pudiese hacer
la dicha dehesa en el dicho término que dicen Las Cabezas (…).
Según
este texto, la localización de la nueva dehesa de Morata se situaba
en la zona oriental de dicho paraje de Las
Cabezas,
justo en la parte en que el término de Morata lindaba -y linda- con
el de Chinchón, en las proximidades de El
Fraile. Estos
terrenos,
que,
efectivamente, fueron concejiles y de propiedad comunal hasta las
desamortizaciones de los bienes de propios y del común de mediados
del siglo XIX, tenían el acceso por el camino de El
Fraile,
por entonces el más utilizado para comunicarse entre Morata y
Chinchón. Sorprende, por otra parte, que el concejo de Morata
eligiera estos terrenos, en los límites del término municipal y muy
alejados del casco urbano, en una decisión que, tal vez, fue
obligada por la inexistencia en esos años de otros terrenos de
propiedad pública y comunal más próximos a Morata y a las casas de
sus vecinos **.
En
cualquier caso, con el permiso de las autoridades superiores a las
que habían solicitado crear la dehesa comunal ya en su poder, el
concejo y las autoridades de Morata adehesaron efectivamente el
terreno para aprovechamiento de sus ganados en un término que, según
se refleja en el mismo expediente, era más apropiado para ello que
para
plantar ni sembrarlo ni ninguna otra cosa alguna.
Aún hoy estos parajes de las proximidades de los cerros de El
Fraile
son unos terrenos bastante áridos aunque, es de suponer, que en esos
años contara con más vegetación de carrascas e incluso encinas.
Por otra parte, tradicionalmente, esa zona del término municipal,
precisamente por su escaso valor agrícola, ha sido destinada al
pastoreo y a levantar corrales, apriscos y parideras para el ganado
cuyos restos, todavía hoy, no es difícil de localizar.
También
aparece reflejado en el escrito que el concejo de Morata había
redactado unas ordenanzas para regular el uso de la nueva dehesa por
parte de los vecinos. Estas ordenanzas o normas de uso eran de
obligado cumplimiento para todos los vecinos que quisieran acceder a
estos terrenos comunales. En alguna ocasión ya hemos tratado en el
blog sobre la existencia de unas ordenanzas de la villa de Morata que
regulaban, entre otros aspectos, las prácticas pastoriles con los
ganados ovinos y también las normas que afectaban a los ganados de
labor de los vecinos de la villa.
Tras
presentar su petición, el concejo de Morata llevó a cabo los
trabajos para adehesar los terrenos en disputa con Chinchón que no
tardó en denunciar lo que consideraba una ocupación ilegal de su
término municipal. Morata, su concejo y sus vecinos, ya había
colocado los mojones que delimitaban el terreno pero, pasaría muy
poco tiempo para que, como veremos la próxima semana, se iniciara un
proceso legal que pondría en duda la continuidad de la nueva dehesa
comunal.
*Las
dehesas carniceras también podían pertenecer a los concejos pero, a
diferencia de las boyales, no eran de aprovechamiento común y
gratuito de los vecinos sino que se arrendaban para que pastaran los
ganados destinados al abasto de carnes de las villas, de ahí el
apelativo carniceras. Morata contó con una dehesa carnicera
perteneciente a los bienes de propios de la villa desde el siglo XVI
hasta las desamortizaciones del siglo XIX.
**Con
el paso de los años, el concejo de Morata sí que contó con un
espacio destinado a los ganados de labor de los vecinos de la villa.
Según aparece en la relación de bienes de propios y del común que
se inventarían en el Catastro de Ensenada, a mediados del siglo
XVIII, la villa contaba con un ejido, término equivalente a dehesa
boyal, situado a la salida del casco urbano, en el por entonces
denominado camino
de El toledano,
en el entorno de la ermita de la virgen de la Antigua. No es por
casualidad que esta zona del término municipal aún aparece
denominada como El
cercado.
Fuentes
y bibliografía:
- Archivo Municipal de Chinchón. Ejecutoria de Felipe II a favor de Chinchón, contra Bayona* [sic] por una dehesa. Justicia civil. Leg.51, 2ª serie.
*En
la catalogación del expediente aparece la localidad de Bayona aunque
en el original del propio expediente se señala: “Ejecutoria a
favor de Chinchón contra Morata”. Año 1565.
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