miércoles, 30 de octubre de 2019

Censos históricos y padrones de población en la villa de Morata (V)


En 1787 la Real Imprenta publicaba los datos de población recogidos en el denominado Censo de Floridablanca. Dos años después, 1789, la publicación sería ampliada y reeditada con el titulo Censo español executado de Orden del rey, comunicado por el Excelentísimo Señor conde de Floridablanca, Primer Secretario de Estado y del Despacho, en el año 1787. Este censo, posterior a otro que ordeno realizar el conde de Aranda, constituye el primer censo español realizado con las técnicas estadísticas más modernas vigentes en la época. El espíritu de la Ilustración, vigente en esos años estaba muy presente en un censo que determino que la población de Morata ascendía a 1.059 habitantes.




Sólo unos años después del cuestionario del cardenal Lorenzana, el conde de Floridablanca ordena ejecutar un nuevo censo que en esta ocasión, a diferencia de otros padrones, abarcó todo el territorio y, por primera vez, no tenía un interés meramente recaudatorio para la Corona.
Se trataba de conocer a fondo la distribución de la población española como punto de partida para las reformas que intentaban afrontar los ilustrados de la época. Por este motivo, las instrucciones son claras para los encargados de realizar el censo: no se anotarán datos personales de los vecinos para evitar que el temor a las contribuciones o levas de soldados distorsionen las estadísticas, una circunstancia muy habitual en los censos, vecindarios y padrones realizados con anterioridad.
Desde este punto de partida, el Censo de Floridablanca es considerado por los especialistas en demografía como uno de los más fieles a la realidad española de la época y, en ese sentido, también tiene un valor importante a la hora de analizar los datos referentes a la villa de Morata sobre todo en comparación con los censos elaborados en siglos y décadas anteriores.
El proceso de elaboración del censo se inició en el año 1786 a partir de la orden del intendente de cada provincia o, dicho con mayor propiedad, intendencia (unidades administrativas creadas en el reinado de Fernando VI y definitivamente acotadas en sus límites con Carlos III). En el caso de Morata es la intendencia de Toledo, a través del corregimiento de Ocaña, la que envía a los alcaldes ordinarios de la villa, en esos años Juan González de y Pereda y Juan de Almazán, el impreso correspondiente. En la toma de datos de cada villa intervenían los dos alcaldes ordinarios citados, a veces el diputado del común, el cura o su teniente de cura y, naturalmente, el escribano en su función de dar fe pública del documento, tal como hacen los actuales notarios (José García Nieto ocupaba la escribanía de Morata en 1786).

Portada de la publicación con los datos del Censo de Floridablanca publicada en 1789

Datos de la villa de Morata en el Censo de Floridablanca
Los datos recogidos en la villa de Morata aparecen en la documentación censal correspondiente, como ya se ha señalado, al denominado por entonces Reino de Toledo y a la intendencia de Ocaña. Estos manuscritos se conservan en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia y han sido reeditados, en edición facsímil, de la publicación original de 1789 por parte del Instituto Nacional de Estadística con motivo del segundo centenario del inicio de los trabajos de recopilación de datos..
En el epígrafe correspondiente a Morata se especificaba que la villa, de señorío de la Casa de Altamira, contaba con un alcalde mayor, encargado de impartir justicia en nombre del señor de la villa (en el año de elaboración del censo, la alcaldía mayor de Morata la ocupaba el licenciado Juan Pablo Cerdán, en representación del XI conde de Altamira Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán).
De acuerdo con estos datos la población de Morata ascendía a 1.059 habitantes (504 varones y 555 mujeres). Hay que señalar que, por primera vez, un censo realizado en España recoge como dato fundamental el número de habitantes y no el número de vecinos, entendiendo por vecinos el número de unidades familiares que habitaban en un núcleo de población. Hasta el Censo de Floridablanca, con la única excepción del Catastro de Ensenada, que de alguna forma también detallaba las unidades familiares, los padrones y censos –casi siempre realizados con un objetivo económico como ya se ha reiterado- constataban el número de vecinos con obligaciones fiscales, lo que obligaba a aplicar coeficientes multiplicadores si se quería conocer, siquiera aproximadamente, el numero de habitantes de cada villa o ciudad.
Que el censo de Floridablanca pretendía ir más allá que servir de soporte para la recaudación de impuestos lo demuestra el hecho e que sus redactores reflejaron en la documentación censal aspectos hasta entonces poco habituales como los grupos de edades que componían la población total de cada unidad censada. En el caso de Morata esta información se resume en los siguientes datos:
  • Menos de siete años: 113 varones y 117 mujeres para un total de 228 habitantes.
  • Entre 7 y 16 años: 96 varones y 115 mujeres para un total de 204 habitantes
  • Entre 16 y 25 años: 48 varones y 65 mujeres para un total de 113 habitantes.
  • Entre 25 y 40 años: 105 varones y 106 mujeres para un total de 211 habitantes.
  • Entre 40 y 50 años: 79 varones y 89 mujeres para un total de 168 habitantes.
  • Más de 50 años: 61 hombres y72 mujeres para un total de 133 habitantes.
Además de agrupar a la población por grupos de edad, una absoluta novedad con respecto a censos anteriores, en el Censo de Floridablanca también distinguió entre habitantes solteros (519), casados (452) y viudos/as (86).
Que el censo buscaba conocer la realidad social de las villas y lugares de la Corona entre las anotaciones del Censo de Floridablanca también se recogen otros datos de la población que iban más allá de los meramente estadísticos. Así, se señala la existencia en Morata de los hospitales ya de beneficencia con los que cuenta la villa: el de Antonio López, con tres camas para los enfermos del pueblo, y dotado con un administrador y un hombre para cuidarlo; y el del doctor Vallejo, para transeúntes, sin ninguna cama, un administrador y un hombre a su cuidado que vive en las dependencias del hospital. Una vez más, antes de continuar, hay que recordar que el término hospital hay que tomarlo en su justa medida: en ningún caso es asimilable al concepto actual. En el período histórico en el que nos movemos, más bien se trata de casas de acogida para las familias pobres del pueblo que se mantiene con las rentas de algunos bienes inmobiliarios de su patrimonio y los donativos de los vecinos más pudientes dedicados a sufragar los gastos ocasionados en la institución.
Por lo tanto, no es de extrañar que si en el primero, destinado a los vecinos de Morata, existían tres camas y médico asignado, el de transeúntes simplemente ejerce las funciones de refugio y casa de acogida para los mendigos que llegan a la villa de paso hacia otros lugares.
Hay un apartado del Censo de Floridablanca que certifica la existencia en Morata de un importante número de viviendas cueva. Este aspecto, absolutamente novedoso y que diferencia al Censo de Floridablanca de los anteriores, aflora a la realidad estadística la existencia de estas infraviviendas tan abundantes en toda la comarca el Bajo Tajuña. Si en el Catastro de Ensenada este tipo de viviendas son simple y llanamente opacas e inexistentes para los redactores de la documentación -lo que no significa que no existieran- en el Censo de Floridablanca, cuyo trabajo de campo se realizó cuando habían pasado poco más de treinta años, aparecen citadas nada menos que 150 cuevas* y, como consecuencia, al menos 150 familias abocadas a vivir en estas viviendas excavadas en el monte lo que denota la existencia de una población abocada a vivir en esas infraviviendas.
No más positiva para la realidad social de Morata en esos años es la referencia a las calles de la villa que aunque llanas están sin empedrar. La definición de los caminos de acceso a Morata es también tajante: malos, una situación común a todo el país y que se extenderá en el tiempo hasta muy avanzado el siglo XIX.
En la declaración censal de Morata se menciona la producción de cereal, vino y legumbres, así como la cría de especies de caza menor en corrales. También aparecen como medios de vida la cría y pastoreo de ganado lanar y vacuno.
Por último, las cifras relativas a las ocupaciones de población apuntan los siguientes datos en la documentación firmada el 21 de mayo de 1787::
Curas, 1; beneficiados, 4; sacristanes, 2; órdenes menores, 3; hidalgos, 20; abogados, 1; escribanos, 1; estudiantes, 3; labradores, 50; jornaleros, 120; empleados con sueldo del rey, 1; con fuero militar, 2.
Descenso de población en Morata
La comparación de los datos de población del Censo de Floridablanca con los del Catastro de Ensenada nos permite acercarnos, con su interpretación, a la evolución de Morata en el período de tiempo comprendido entre 1752 y 1787. En estos treinta y cinco años, en los que se produce la transición entre el reinado de Fernando VI y el
de Carlos III, se advierte un importante descenso de población: sólo así se puede explicar que los 296 vecinos que se registran en el Catastro de Ensenada pasen, en los mencionados treinta y cinco años, a convertirse en poco más de 200. Sorprende, por otra parte, que en los datos que se aportan en las respuestas al Cuestionario del cardenal Lorenzana –que analizamos la pasada semana-, se mencione la cifra de 400 vecinos, anormalmente alta cuando sólo un año después los vecinos censados superan por muy poco la mencionada cifra de 200. La explicación a estas cifras tan discordantes tal vez haya que buscarla en el hecho de que el Censo de Floridablanca se elaboró con técnicas más modernas y adecuadas que el interrogatorio de Lorenzana, un trabajo con un carácter más informativo que hacendístico o sociológico.
Pero, aun desechando la validez de la comparación entre el resultado del Cuestionario de Lorenzana y el Censo de Floridablanca, no se puede obviar el descenso de población acusado por la diferencia entre este último censo y el del Catastro de Ensenada. ¿Qué circunstancias influyeron para que Morata pasara de los 296 vecinos de 1752 a los poco más de 200 de 1787, y que el número de habitantes pasara de los 1.181 a 1.059?
El análisis del sector de la población encuadrado en los apartados de jornaleros y familias pobres, que suman en total 200 vecinos en 1752, tal vez nos dé la respuesta cuando lo comparamos con los 120 jornaleros que únicamente aparecen en 1787: la deducción es que el origen del descenso de población hay que buscarlo en esta diferencia de 80 familias menos en el sector correspondiente a los jornaleros y pobres, tal vez obligados a emigrar en busca de mejores condiciones de vida durante el período de tiempo analizado. Por otra parte, resulta significativo que justo en el otro sector de la sociedad morateña, en el estamento nobiliario, en este mismo período en el que se produce un descenso en el número de jornaleros, hay un incremento importante, al menos en términos relativos: los 16 nobles o hidalgos de 1752 se convierten en 20 treinta y cinco años después (Un 25 por ciento de incremento).
En definitiva, no es aventurado afirmar que el descenso de población pudo deberse, como en tantas otras ocasiones, a una combinación de factores tan variados como el régimen de propiedad de la tierra (acaparada en unas pocas manos) que obligaría a buscar nuevos horizontes en la cercana corte a la mano de obra excedente, junto con otras variables como las malas cosechas e incluso las epidemias (Ya hemos referido la de fiebres terciarias que se produjo en 1766**).








*Resulta curioso que más de 50 años después la publicación conocida como Diccionario de Madoz (1848) recoja la existencia en Morata de la misma cantidad de cuevas que las que aparecían en el censo de Floridablanca: (…) unas 400 casas de dos pisos, en lo general y de mediana construcción, 150 cuevas (…).

**Las denominadas en esos años fiebres tercianas –se repetían cada 48 horas- eran en realidad la enfermedad del paludismo. Se ha constatado que en la segunda mitad del siglo XVIII numerosas comarcas españolas sufrieron epidemias de esta enfermedad provocada por la existencia de aguas estancadas en las que proliferaban los mosquitos y también a las malas condiciones sanitarias que provocaban la inexistencia de redes de saneamiento.

Fuentes y bibliografía:
  • Censo 1787 Floridablanca. (Página 511 del nomenclátor de 1787) (Tomo 2-Comunidades Autónomas de la Submeseta Sur). Instituto Nacional de Estadística. Madrid, 1987.
  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada. Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
  • Diccionario Geográfico Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar (1848). Madoz, Pascual. Citado en Madrid. Audiencia, provincia, intendencia, vicaría, partido y villa. Ediciones Giner. Madrid, 1981.
  • Paludismo en España en los siglos XVIII y XIX: distribución espacial y erradicación. De la Riva, J; Ibarra, P; Montorio, R; Rodrigues, M (eds). Análisis espacial y representación geográfica: innovación y Aplicación. Universidad de Zaragoza. Zaragoza, 2015.
  • Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño. Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Guadalajara, 1999.


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