En
1787 la Real Imprenta publicaba los datos de población recogidos en
el denominado Censo de Floridablanca. Dos años después, 1789, la
publicación sería ampliada y reeditada con el titulo Censo
español executado de Orden del rey, comunicado por el Excelentísimo
Señor conde de Floridablanca, Primer Secretario de Estado y del
Despacho, en el año 1787.
Este censo, posterior a otro que ordeno realizar el conde de Aranda,
constituye el primer censo español realizado con las técnicas
estadísticas más modernas vigentes en la época. El espíritu de la
Ilustración, vigente en esos años estaba muy presente en un censo
que determino que la población de Morata ascendía a 1.059
habitantes.
Sólo
unos años después del cuestionario del cardenal Lorenzana, el conde
de Floridablanca ordena ejecutar un nuevo censo que en esta ocasión,
a diferencia de otros padrones, abarcó todo el territorio y, por
primera vez, no tenía un interés meramente recaudatorio para la
Corona.
Se
trataba de conocer a fondo la distribución de la población española
como punto de partida para las reformas que intentaban afrontar los
ilustrados de la época. Por este motivo, las instrucciones son
claras para los encargados de realizar el censo: no se anotarán
datos personales de los vecinos para evitar que el temor a las
contribuciones o levas de soldados distorsionen las estadísticas,
una circunstancia muy habitual en los censos, vecindarios y padrones
realizados con anterioridad.
Desde
este punto de partida, el Censo de Floridablanca es considerado por
los especialistas en demografía como uno de los más fieles a la
realidad española de la época y, en ese sentido, también tiene un
valor importante a la hora de analizar los datos referentes a la
villa de Morata sobre todo en comparación con los censos elaborados
en siglos y décadas anteriores.
El
proceso de elaboración del censo se inició en el año 1786 a partir
de la orden del intendente de cada provincia o, dicho con mayor
propiedad, intendencia (unidades administrativas creadas en el
reinado de Fernando VI y definitivamente acotadas en sus límites con
Carlos III). En el caso de Morata es la intendencia de Toledo, a
través del corregimiento de Ocaña, la que envía a los alcaldes
ordinarios de la villa, en esos años Juan González de y Pereda y
Juan de Almazán, el impreso correspondiente. En la toma de datos de
cada villa intervenían los dos alcaldes ordinarios citados, a veces
el diputado del común, el cura o su teniente de cura y,
naturalmente, el escribano en su función de dar fe pública del
documento, tal como hacen los actuales notarios (José García Nieto
ocupaba la escribanía de Morata en 1786).
Portada de la publicación con los datos del Censo de Floridablanca publicada en 1789
Datos
de la villa de Morata en el Censo de Floridablanca
Los
datos recogidos en la villa de Morata aparecen en la documentación
censal correspondiente, como ya se ha señalado, al denominado por
entonces Reino de Toledo y a la intendencia de Ocaña. Estos
manuscritos se conservan en la Biblioteca de la Real Academia de la
Historia y han sido reeditados, en edición facsímil, de la
publicación original de 1789 por parte del Instituto Nacional de
Estadística con motivo del segundo centenario del inicio de los
trabajos de recopilación de datos..
En
el epígrafe correspondiente a Morata se especificaba que la villa,
de señorío de la Casa de Altamira, contaba con un alcalde mayor,
encargado de impartir justicia en nombre del señor de la villa (en
el año de elaboración del censo, la alcaldía mayor de Morata la
ocupaba el licenciado Juan Pablo Cerdán, en representación del XI
conde de Altamira Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán).
De
acuerdo con estos datos la población de Morata ascendía a 1.059
habitantes (504 varones y 555 mujeres). Hay que señalar que, por
primera vez, un censo realizado en España recoge como dato
fundamental el número de habitantes y no el número de vecinos,
entendiendo por vecinos el número de unidades familiares que
habitaban en un núcleo de población. Hasta el Censo de
Floridablanca, con la única excepción del Catastro de Ensenada, que
de alguna forma también detallaba las unidades familiares, los
padrones y censos –casi siempre realizados con un objetivo
económico como ya se ha reiterado- constataban el número de vecinos
con obligaciones fiscales, lo que obligaba a aplicar coeficientes
multiplicadores si se quería conocer, siquiera aproximadamente, el
numero de habitantes de cada villa o ciudad.
Que
el censo de Floridablanca pretendía ir más allá que servir de
soporte para la recaudación de impuestos lo demuestra el hecho e que
sus redactores reflejaron en la documentación censal aspectos hasta
entonces poco habituales como los grupos de edades que componían la
población total de cada unidad censada. En el caso de Morata esta
información se resume en los siguientes datos:
- Menos de siete años: 113 varones y 117 mujeres para un total de 228 habitantes.
- Entre 7 y 16 años: 96 varones y 115 mujeres para un total de 204 habitantes
- Entre 16 y 25 años: 48 varones y 65 mujeres para un total de 113 habitantes.
- Entre 25 y 40 años: 105 varones y 106 mujeres para un total de 211 habitantes.
- Entre 40 y 50 años: 79 varones y 89 mujeres para un total de 168 habitantes.
- Más de 50 años: 61 hombres y72 mujeres para un total de 133 habitantes.
Además
de agrupar a la población por grupos de edad, una absoluta novedad
con respecto a censos anteriores, en el Censo de Floridablanca
también distinguió entre habitantes solteros (519), casados (452) y
viudos/as (86).
Que
el censo buscaba conocer la realidad social de las villas y lugares
de la Corona entre las anotaciones del Censo de Floridablanca también
se recogen otros datos de la población que iban más allá de los
meramente estadísticos. Así, se señala la existencia en Morata de
los hospitales ya de beneficencia con los que cuenta la villa: el de
Antonio López, con tres camas para los enfermos del pueblo, y dotado
con un administrador y un hombre para cuidarlo; y el del doctor
Vallejo, para transeúntes, sin ninguna cama, un administrador y un
hombre a su cuidado que vive en las dependencias del hospital. Una
vez más, antes de continuar, hay que recordar que el término
hospital hay que tomarlo en su justa medida: en ningún caso es
asimilable al concepto actual. En el período histórico en el que
nos movemos, más bien se trata de casas de acogida para las familias
pobres del pueblo que se mantiene con las rentas de algunos bienes
inmobiliarios de su patrimonio y los donativos de los vecinos más
pudientes dedicados a sufragar los gastos ocasionados en la
institución.
Por
lo tanto, no es de extrañar que si en el primero, destinado a los
vecinos de Morata, existían tres camas y médico asignado, el de
transeúntes simplemente ejerce las funciones de refugio y casa de
acogida para los mendigos que llegan a la villa de paso hacia otros
lugares.
Hay
un apartado del Censo de Floridablanca que certifica la existencia en
Morata de un importante número de viviendas cueva. Este aspecto,
absolutamente novedoso y que diferencia al Censo de Floridablanca de
los anteriores, aflora a la realidad estadística la existencia de
estas infraviviendas tan abundantes en toda la comarca el Bajo
Tajuña. Si en el Catastro de Ensenada este tipo de viviendas son
simple y llanamente opacas e inexistentes para los redactores de la
documentación -lo que no significa que no existieran- en el Censo de
Floridablanca, cuyo trabajo de campo se realizó cuando habían
pasado poco más de treinta años, aparecen citadas nada menos que
150 cuevas* y, como consecuencia, al menos 150 familias abocadas a
vivir en estas viviendas
excavadas en el monte lo que denota la existencia de una población
abocada a vivir en esas infraviviendas.
No
más positiva para la realidad social de Morata en esos años es la
referencia a las calles de la villa que aunque
llanas están sin empedrar.
La definición de los caminos de acceso a Morata es también tajante:
malos, una situación común a todo el país y que se extenderá en
el tiempo hasta muy avanzado el siglo XIX.
En
la declaración censal de Morata se menciona la producción de
cereal, vino y legumbres, así como la cría de especies de caza
menor en corrales. También aparecen como medios de vida la cría y
pastoreo de ganado lanar y vacuno.
Por
último, las cifras relativas a las ocupaciones de población apuntan
los siguientes datos en la documentación firmada el 21 de mayo de
1787::
Curas,
1; beneficiados, 4; sacristanes, 2; órdenes menores, 3; hidalgos,
20; abogados, 1; escribanos, 1; estudiantes, 3; labradores, 50;
jornaleros, 120; empleados con sueldo del rey, 1; con fuero militar,
2.
Descenso
de población en Morata
La
comparación de los datos de población del Censo de Floridablanca
con los del Catastro de Ensenada nos permite acercarnos, con su
interpretación, a la evolución de Morata en el período de tiempo
comprendido entre 1752 y 1787. En estos treinta y cinco años, en los
que se produce la transición entre el reinado de Fernando VI y el
de
Carlos III, se advierte un importante descenso de población: sólo
así se puede explicar que los 296 vecinos que se registran en el
Catastro de Ensenada pasen, en los mencionados treinta y cinco años,
a convertirse en poco más de 200. Sorprende, por otra parte, que en
los datos que se aportan en las respuestas al Cuestionario del
cardenal Lorenzana –que analizamos la pasada semana-, se mencione
la cifra de 400 vecinos, anormalmente alta cuando sólo un año
después los vecinos censados superan por muy poco la mencionada
cifra de 200. La explicación a estas cifras tan discordantes tal vez
haya que buscarla en el hecho de que el Censo de Floridablanca se
elaboró con técnicas más modernas y adecuadas que el
interrogatorio de Lorenzana, un trabajo con un carácter más
informativo que hacendístico o sociológico.
Pero,
aun desechando la validez de la comparación entre el resultado del
Cuestionario de Lorenzana y el Censo de Floridablanca, no se puede
obviar el descenso de población acusado por la diferencia entre este
último censo y el del Catastro de Ensenada. ¿Qué circunstancias
influyeron para que Morata pasara de los 296 vecinos de 1752 a los
poco más de 200 de 1787, y que el número de habitantes pasara de
los 1.181 a 1.059?
El
análisis del sector de la población encuadrado en los apartados de
jornaleros y familias pobres, que suman en total 200 vecinos en 1752,
tal vez nos dé la respuesta cuando lo comparamos con los 120
jornaleros que únicamente aparecen en 1787: la deducción es que el
origen del descenso de población hay que buscarlo en esta diferencia
de 80 familias menos en el sector correspondiente a los jornaleros y
pobres, tal vez obligados a emigrar en busca de mejores condiciones
de vida durante el período de tiempo analizado. Por otra parte,
resulta significativo que justo en el otro sector de la sociedad
morateña, en el estamento nobiliario, en este mismo período en el
que se produce un descenso en el número de jornaleros, hay un
incremento importante, al menos en términos relativos: los 16 nobles
o hidalgos de 1752 se convierten en 20 treinta y cinco años después
(Un 25 por ciento de incremento).
En
definitiva, no es aventurado afirmar que el descenso de población
pudo deberse, como en tantas otras ocasiones, a una combinación de
factores tan variados como el régimen de propiedad de la tierra
(acaparada en unas pocas manos) que obligaría a buscar nuevos
horizontes en la cercana corte a la mano de obra excedente, junto con
otras variables como las malas cosechas e incluso las epidemias (Ya
hemos referido la de fiebres terciarias que se produjo en 1766**).
*Resulta
curioso que más de 50 años después la publicación conocida como
Diccionario
de Madoz
(1848) recoja la existencia en Morata de la misma cantidad de cuevas
que las que aparecían en el censo de Floridablanca: (…)
unas 400 casas de dos pisos, en lo general y de mediana construcción,
150 cuevas (…).
**Las
denominadas en esos años fiebres tercianas –se repetían cada 48
horas- eran en realidad la enfermedad del paludismo. Se ha constatado
que en la segunda mitad del siglo XVIII numerosas comarcas españolas
sufrieron epidemias de esta enfermedad provocada por la existencia de
aguas estancadas en las que proliferaban los mosquitos y también a
las malas condiciones sanitarias que provocaban la inexistencia de
redes de saneamiento.
Fuentes
y bibliografía:
- Censo 1787 Floridablanca. (Página 511 del nomenclátor de 1787) (Tomo 2-Comunidades Autónomas de la Submeseta Sur). Instituto Nacional de Estadística. Madrid, 1987.
- Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada. Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
- Diccionario Geográfico Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar (1848). Madoz, Pascual. Citado en Madrid. Audiencia, provincia, intendencia, vicaría, partido y villa. Ediciones Giner. Madrid, 1981.
- Paludismo en España en los siglos XVIII y XIX: distribución espacial y erradicación. De la Riva, J; Ibarra, P; Montorio, R; Rodrigues, M (eds). Análisis espacial y representación geográfica: innovación y Aplicación. Universidad de Zaragoza. Zaragoza, 2015.
- Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño. Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Guadalajara, 1999.
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