viernes, 1 de enero de 2021

El poblamiento de casas-cueva en Morata y en el valle del Tajuña (Epílogo) 

En las entregas anteriores de esta serie hemos analizado la evolución histórica de las casas-cueva en Morata y en los municipios del Bajo Tajuña donde tradicionalmente, desde hace varios siglos, se han ocupado este tipo de viviendas. Hemos tratado también sobre los censos en los distintos periodos históricos y también la variada tipología de estas construcciones tradicionales.

Tras el auge que se produjo en la ocupación de este tipo de vivienda en el periodo de la dura postguerra, en los años cuarenta del pasado siglo, las casas cueva se han abandonado poco a poco y actualmente son pocas las que permanecen habitadas en los municipios del valle del Tajuña. Pese a ello, no podemos dejar de analizar en esta última entrega las condiciones climáticas que se conseguían en estas peculiares viviendas tan características de nuestra comarca y que diversos investigadores aconsejan mantener y conservar como parte de nuestro patrimonio arquitectónico. 

Casa cueva de Morata.

No son pocos los autores y especialistas que han analizado y estudiado cómo las características constructivas de las casas-cueva y el material en el que se han excavado estas viviendas han dotado a estas construcciones de unas espectaculares condiciones climáticas para hacer frente a las oscilaciones de temperatura de cada estación del año.

Beatriz Piedecausa García, en su tesis doctoral presentada en el año 2012 en la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Alicante, La vivienda tradicional excavada: las casas cueva de Crevillente. Análisis tipológico y medidas de calidad del aire, se refiere a esta circunstancia que tan ligada esta a las viviendas-cueva: (…) La vivienda subterránea proporciona una de las mejores respuestas tradicionales al problema del frío y del calor mediante soluciones muy simples, al generar un sistema de acondicionamiento pasivo natural que gestiona de un modo sencillo la energía global de la construcción como conjunto, sin necesidad de medios externos de climatización añadidos (...). 

En una de las conclusiones de su investigación doctoral Beatriz Piedecausa añade: 

(…) En términos generales, los materiales naturales utilizados para la construcción masiva excavada constituyen elementos densos que funcionan como una reserva de calor de las estancias, permitiendo una temperatura interior prácticamente constante, ya que el grosor natural de sus muros de carga (60-100 cm.) actúa como barrera contra las pérdidas de calor gracias a su elevada inercia térmica. Una característica que, junto con el empleo de otras técnicas bioclimáticas tradicionales propias de esta arquitectura (como la existencia de lumbreras, chimeneas de ventilación o pequeños huecos de contacto con el exterior) permiten un considerable ahorro en su consumo energético y unas condiciones ambientales adecuadas de los espacios interiores. (…). 

El término inercia térmica, muy utilizado en todas las investigaciones y estudios que tratan sobre estas construcciones tradicionales tan extendidas por el territorio nacional, y tan habitual en nuestra comarca hasta no hace muchos años, es la explicación científica a ese dicho tan habitual cuando nos referimos al microclima que se genera en una vivienda cueva: caliente en invierno y fresquita en verano. Un grupo de profesores de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid han estudiado también estas condiciones climáticas que se producen en las viviendas-cueva en varios trabajos y publicaciones presentados en distintos foros científicos. 

En uno de estos trabajos, Sostenibilidad y mecanismos bioclimáticos de la arquitectura vernácula española: el caso de las construcciones subterráneas, los investigadores Javier de Cárdenas y Chávarri, Luis Maldonado Ramos, María del Mar Barbero Barrera e Ignacio Javier Gil Crespo, subrayan la idea de que las casas-cueva son una excelente adaptación al medio geográfico y físico donde se han excavado tradicionalmente estas viviendas y huyen de la denominación, tan frecuente, de vivienda troglodita, a favor de la que consideran más adecuada de construcciones subterráneas o viviendas-cueva. 

Estos autores destacan que el aprovechamiento energético es una de las características más destacables de estas construcciones que se aprovechan del denominado principio de inercia térmica, entendida como la capacidad de acumular energía de un determinado elemento que permite, en el caso de las casas-cueva, que las oscilaciones de temperatura sean prácticamente imperceptibles en el interior vivienda. Esta capacidad, según Cárdenas Chávarri, Maldonado Ramos, Barbero Barrera y Gil Crespo es especialmente apreciable en verano mientras que en invierno, para alcanzar una temperatura de confort, era imprescindible la aportación calórica de la cocina u hogar, situada en la primera crujía de la estancia. 

Cárdenas Chávarri, Maldonado Ramos, Barbero Barrera y Gil Crespo, autores también de un trabajo sobre este mismo tema presentado en el VI Congreso Nacional de Historia de la Construcción celebrado en 2009 en Valencia y publicado con el título La arquitectura popular excavada: técnicas constructivas y mecanismos bioclimáticos (el caso de las casas-cueva del valle del Tajuña en Madrid), insisten en que el concepto de inercia térmica o la capacidad de acumulación de energía de un determinado elemento constructivo se muestra como el mecanismo bioclimático más potente para hacer que dichas oscilaciones sean imperceptibles en el interior, esto es: que las construcciones sean térmicamente estables. 

El funcionamiento bioclimático de las casas-cueva se basa en este principio, siendo el máximo exponente entre las soluciones arquitectónicas basadas en él. Además de la inercia térmica en el trabajo citado se incide también en otro concepto fundamental para dotar de condiciones de habitabilidad a las casas-cueva: la ventilación. En el caso de las que se localizan en la comarca del Bajo Tajuña, se trata de una zona geográfica en la que existe un microclima que se caracteriza por su mayor humedad respecto a las comarcas circundantes debido a la mayor presencia de vegetación y al propio río, así como por lo encajonado del valle. Con estas condiciones, las casas cueva se asentaban en cerros y laderas, es decir, en zonas altas donde se favorece la ventilación natural a la vez que se huye del exceso de humedad del lecho del valle. Estos mismos autores, con la excepción de Cárdenas Chávarri, son responsables de un trabajo sobre este tipo de construcciones que se centra también específicamente en la comarca del Bajo Tajuña y que se titula Catalogación geográfica y análisis paisajístico de los conjuntos de casas cueva del Sureste madrileño. En este texto, presentado en el I Congreso Internacional sobre Investigación en Construcción y Tecnología Arquitectónicas, se incide en muchos de los aspectos ya tratados en trabajos suyos anteriores respecto a las características de las viviendas-cueva en nuestra comarca y en Morata de Tajuña. En cualquier caso, de este texto del año 2014 nos limitaremos a citar alguna de las conclusiones del mismo en tanto que se refieren a lo que estos investigadores entienden que debe ser una obligación, mantener y conservar este patrimonio arquitectónico tan enraizado en nuestro pasado: 

La casa-cueva es uno de los ejemplos de arquitectura vernácula que aún se conservan en la Comunidad de Madrid. Su ubicación está determinada por el conocimiento del lugar, tanto a nivel geológico como ambiental, habiendo sido determinante para el desarrollo y éxito de este tipo de vivienda utilizada durante siglos. A partir del análisis de la misma, se entiende una óptima relación entre el territorio, con sus características ambientales, morfológicas y geológicas, la sociedad y su cultura y economía y la arquitectura vernácula que en ella se ha desarrollado. Su mantenimiento y conservación, como parte de nuestro patrimonio, pasa inevitablemente por su análisis y estudio así como por su difusión. 



Fuentes y bibliografía: 

• La vivienda tradicional excavada: las casas cueva de Crevillente. Análisis tipológico y medidas de calidad del aire (Tesis doctoral-tomo I). Piedecausa García, Beatriz. Escuela Politécnica Superior. Departamento de Construcciones Arquitectónicas. Universidad de Alicante. Alicante, 2012. 

• La arquitectura popular excavada: técnicas constructivas y mecanismos bioclimáticos (el caso de las casas-cueva del valle del Tajuña en Madrid). Gil Crespo, Ignacio Javier; Barbero Barrera, María del Mar; Maldonado Ramos, Luis; Cárdenas y Chávarri, Javier de. Actas del VI Congreso Nacional de Historia de la Construcción. Valencia, 21-24 de octubre de 2009. Instituto Juan de Herrera. Madrid, 2009 

• Sostenibilidad y mecanismos bioclimáticos de la arquitectura vernácula española: el caso de las construcciones subterráneas. Cárdenas y Chávarri, Javier de; Maldonado Ramos, Luis; Barbero Barrera, María del Mar; Gil Crespo, Ignacio Javier. 14 Convención Científica de Ingeniería y Arquitectura. Madrid 2 al 5 de diciembre de 2008. 

• Catalogación geográfica y análisis paisajístico de los conjuntos de casas cueva del Sureste madrileño. Gil Crespo, I. J., Barbero Barrera, M.M., Maldonado Ramos, L. I Congreso Internacional sobre Investigación en Construcción y Tecnología Arquitectónicas. Universidad Politécnica de Madrid. Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Madrid, 2014.

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