jueves, 8 de julio de 2021

 

El cultivo de la remolacha en la vega del Tajuña y la azucarera (IV)

La crisis de 1913 amenazó la economía de todos los agricultores de la comarca

Ebro adquirió parte del accionariado de la azucarera en 1925

Los agricultores de la vega del Tajuña, desde el momento que comenzaron a cultivar remolacha destinada a la fábrica de La Poveda , pasaron a depender en gran parte de los vaivenes del mercado y de la salud financiera y empresarial de Azucarera Madrileña. En un mercado cautivo que obligaba a los agricultores de la comarca a contar con un único comprador de su cosecha de remolacha, cualquier crisis empresarial de la azucarera repercutía, de inmediato, en su economía. En 1913 apareció una de estas crisis periódicas que puso en riesgo no sólo la continuidad de la factoría de La Poveda sino, también, la viabilidad futura del cultivo de remolacha en los regadíos del Tajuña y del Jarama.


A finales de 1912 y comienzos de 1913 se plantea con toda su crudeza la posibilidad de que la Azucarera Madrileña se vea obligada a cerrar las instalaciones de la fábrica de La Poveda. Esta circunstancia, que para los agricultores significaba nada menos que poner en peligro la cosecha de los cultivos remolacheros que en los primeros meses de 1913 ya verdeaban en la vega del Tajuña, se produjo cuando la empresa, en dificultades económicas como otras tantas del sector, fue incapaz de abonar al Estado los plazos del impuesto del azúcar que gravaba su fabricación.

Y es que cuando ya se había superado la primera década del siglo XX, los momentos de auge y crecimiento imparable de la industria azucarera de los primeros años del siglo, provocado como vimos por la pérdida de Cuba y Puerto Rico, hacia tiempo que habían pasado. Ahora, el mercado remolachero y azucarero asistía a una sobreproducción causada por el excesivo número de fábricas levantadas al amparo de unos beneficios que, en los primeros años, llegaron a superar el 20% para los accionistas. De hecho, a partir de 1907 se había prohibido, por la denominada Ley Osma, la instalación de nuevas azucareras ante la evidencia de que la capacidad de producción anual de todos los ingenios no podía ser absorbida ni por el mercado nacional ni por las exportaciones a terceros países.

Sirva como ejemplo de esta situación los datos de la propia fábrica de La Poveda que ya ofrecimos en la primera entrega de esta serie: de los 19 millones de toneladas de remolacha, aproximadamente, tratadas en las temporadas 1903-04 y 1904-05, se había pasado a procesar cantidades superiores a los 40 millones entre los años 1906 y 1909. El record, no obstante, se había alcanzado en la campaña 1910-11 cuando a la fábrica del barrio argandeño llegaron más de 62 millones de kilos de remolacha que permitieron elaborar 8.240.549 kilos de azúcar.

Estos datos, que a simple vista parecería que dibujaban una excelente situación económica, escondían otra realidad mucho más preocupante: el precio del azúcar no remontaba y, en la campaña 1910-11, no superaba los 39 céntimos por kilo, cuando en años anteriores había superado con creces los 50 céntimos. Las compañías azucareras, acosadas por la exigencia de vender su producción, tendían a bajar los precios en un proceso que no hacía sino agravar los balances de casi todas ellas.

Con el mercado saturado, Azucarera Madrileña no lograba poner en el mercado toda la producción -el azúcar, pese a la bajada de precios, seguía siendo un producto de lujo- lo que obligaba a subir los gastos de almacenaje para los excedentes que se producían.

Saco de Azucarera Madrileña

Los agricultores, perjudicados por la sobreproducción

La empresa se hallaba en un contexto de dificultades económicas estructurales que no sólo afectaban a la azucarera de La Poveda. También en el resto del país las empresas competidoras de Azucarera Madrileña pasaban por parecidas dificultades. Como se explicaba en un trabajo que ya analizamos La economía española y la articulación de su mercado (1890-1914): Los orígenes de la vía nacionalista del capitalismo español, de Juan Martín Fernández, la crisis del sector azucarero se había generalizado:

(…) El número de fábricas azucareras no tardó en llegar a 68, pero para entonces, la demanda interior, restringida por el incremento de precios amparado en el alto arancel, se mostró incapaz de absorber los crecientes stocks de azúcar. Pronto empezaron las fábricas a hacerse mutua concurrencia y paralelamente a cerrarse bastantes de ellas, entrando rápidamente todo el sector en una grave crisis de sobreproducción (...).

La primera gran crisis que afectó a Azucarera Madrileña, y por extensión a los agricultores de la vega del Tajuña que contrataban con ella sus cosechas de remolacha, se planteó en los primeros meses de 1913. En esas fechas afloró una situación que se arrastraba desde meses anteriores y que obligó a solicitar la suspensión de pagos. El 21 de febrero el nuevo director de Azucarera Madrileña, Eduardo Olea, explicaba así la situación de la compañía en un texto periodístico titulado Lo de la Azucarera:

(…) Esta sociedad, a consecuencia de su triste administración y por otras causas que sería largo enumerar, se vio en el trance de tener que solicitar del Juzgado la suspensión de pagos, que le fue concedida.

Esta suspensión obedece a que no se ha podido hacer efectivo a la Hacienda el pagaré de este mes, que venció el día 15 y que importaba 300.000 pesetas.

La Hacienda, en vez de adoptar otros procedimientos más suaves, nos envió un agente que se hizo cargo de todo lo perteneciente a la sociedad. ¡Si esta ejecución se lleva a término, habrá que suspender los trabajos, y quedarán en la miseria varios centenares de familias empleadas en las fábricas de la Poveda y Arganda, y en los trabajos agrícolas, pues en La Poveda hay unos terrenos que producían cada año 80.000 fanegas de fruto .(La Vanguardia Española, 21 de febrero de 1913).

La referencia a los centenares de familias que dependían del trabajo en la fábrica y de los trabajos agrícolas no dejaba de ser una baza que los propietarios de la empresa utilizaban para aliviar su crítica situación económica, asociando su continuidad al trabajo de los agricultores de la comarca, y lograr que la administración aflojara sus exigencias económicas.

En el caso que más nos interesa, en tanto que afectaba a los labradores que abastecían con sus cosechas a la factoría argandeña, a su economía y a la de las localidades ribereñas del Tajuña, no tardaron en producirse reacciones y denuncias de la situación en que podían quedar los cosecheros de remolacha.

Este movimiento se manifestó en los periódicos madrileños, de todas las tendencias, con múltiples informaciones y peticiones de solidaridad que presentaron desde todos los pueblos de la comarca. En la edición de La Época del 12 de abril se pedía el apoyo para los agricultores frente a las exigencias económicas del gobierno a la azucarera:

De Chinchón recibimos telegramas referentes a la fábrica de La Poveda, perteneciente a la Azucarera de Madrid, pidiéndonos influyamos cerca del Gobierno en favor de los agricultores de Morata de Tajuña, amenazados de la pérdida de la cosecha de remolacha, por remate de la fábrica de La Poveda para cobrar el impuesto de azúcar.

También nos piden se evite el cierre los labradores de Perales, cuyo pueblo quedaría arruinado, según dicen, y los de la ribera de Chinchón y Valdelaguna, que siembran remolacha. (La Época, 12 de abril de 1913).

Al día siguiente, en El País, la situación se planteaba en términos lacónicos pero más graves:

Grave conflicto

Circulan rumores que va a cerrarse la fábrica de azúcares de La Poveda, suspendiéndose los trabajos. Si esto ocurre, quedarán sin trabajo 3.000 obreros que habitan en pueblos vecinos. (El País, 13 de abril de 1913).

Unos días después, los agricultores de la vega del Tajuña afectados por la amenaza de cierre de la fábrica, con la cosecha de la temporada 1913-14 ya plantada, expusieron su problema y la situación en que quedaban al mismo Gobierno que exigía la deuda impagada a Azucarera Madrileña. Según el diario El País se procedió a una recogida de firmas entre los agricultores de las localidades que podían verse afectadas, indirectamente, por la quiebra de la empresa. A estas firmas se unían las de agricultores de otras provincias:

La Azucarera de La Poveda

Una exposición al Gobierno firmada por 1.544 agricultores de las provincias de Madrid, Toledo, Guadalajara y Cuenca, perjudicados con el asunto de La Poveda, se ha dirigido al conde de Romanones [Presidente en esas fechas del Consejo de Ministros]:

Los que suscriben, agricultores en las riberas del Tajo, del Tajuña y del .Jarama, a V. E. respetuosamente, exponen:

Que tienen sembrada de remolacha azucarera, para ser suministrada a la fábrica de La Poveda, la mayor parte de las tierras que cultivan en dichas riberas, estando el fruto ya nacido, y en buena parte, desmatado; y que a noticia de los exponentes ha llegado un rumor que de confirmarse causaría inevitablemente la ruina de los pueblos de las repetidas riberas

Es propósito de los agentes ejecutivos de la Hacienda pública, de sacar a subasta en plazo perentorio la fábrica de La Poveda y demás bienes de la Sociedad Azucarera de Madrid.

Si tal rumor se confirma excelentísimo señor será fatalmente irremediable la pérdida de nuestras cosechas de remolacha y a la vez la catástrofe económica que por igual alcanzará en estos pueblos al agricultor propietario y al obrero que en el campo emplea su actividad.

Se nos dice que para evitar que tan desastrosa situación llegue se han hecho por la azucarera al Gobierno proposiciones para el pago a plazos que aquella adeuda a la Hacienda, y que si esas proposiciones son aceptadas por el Gobierno que V. E. con tanto acierto preside, se podrá solucionar el conflicto

Los labradores que suscriben así lo esperan de la paternal misión encomendada al Gobierno, obligado siempre a amparar los intereses de los pueblos y a evitar, cuando como en el caso actual es posible, una ruina que, por otra parte, no reportaría ventaja alguna al Estado.

(…) Pueblos de las riberas del Tajo, del Tajuña, y del Jarama, once de Abril de mil novecientos trece. (El País, 15 de abril de 1913).

Aunque estas firmas se dirigieron al presidente del Consejo de Ministros, era el encargado de la cartera de Hacienda, Félix Suárez Inclán, quien debía atender las peticiones de los agricultores para evitar que se cerraran las instalaciones por la venta de la maquinaria y otros efectos de la empresa.

En el diario La Época se hacían eco de estas peticiones y criticaban la postura del ministro de Hacienda por no buscar soluciones que impidieran el cierre empresarial y, en consecuencia, la ruina de los remolacheros de toda la comarca y las vegas del Jarama y Tajuña:

Lamentamos que el Sr. Suárez Inclán no ha encontrado manera -si es que la ha buscado- de atender las legítimas reclamaciones de los miles de agricultores interesados en que siga funcionando la Azucarera Madrileña.

Mucho importa que la Hacienda cobre lo que esa Sociedad le adeuda; pero, ¿no importa también mucho que no queden en la miseria esos pobres agricultores, víctimas de los errores de unos y de la intransigencia de otros?

¿No sería mejor arbitrar algún recurso que permitiese el funcionamiento de la fábrica?

Extremar las cosas puede, en definitiva, resultar perjudicial para todos, incluso para la Hacienda pública. (La Época, 28 de abril de 1913).

La amenaza del embargo, la venta de las fincas propiedad de la azucarera y el resto de medidas planteadas por el Ministerio de Suárez Inclán para resolver la deuda de la azucarera de La Poveda con el fisco español preocupaba también en el periódico El País que reproducía, a su vez, una información de El Imparcial:

Con sorpresa hemos leído en El Imparcial las siguientes líneas, baje, el epígrafe de “El embargo de la Azucarera”:

El ministro de Hacienda se ha negado a levantar el embargo de las fincas de La Poveda y a suspender la ejecución del apremio, como solicitaban los labradores de la zona de Arganda para que se adoptase una fórmula de armonía entre los intereses de los cultivadores de remolacha y los del Tesoro.

Entiende el señor Suárez Inclán que la ley le impide atender a la solicitud.

En consecuencia de esto, se han nombrado peritos para proceder a la tasación del azúcar que se encontró existente en los almacenes de la Fábrica y de las demás fincas que posee la Sociedad, para el cobro de los dos millones de pesetas que adeuda a la Hacienda.

Los peritos están ya realizando su trabajo, y en cuanto lo terminen se preparará la subasta del azúcar y de los semovientes, y luego el de los inmuebles.

Si así se hace, la ruina alcanzará, no solo a la Azucarera, sino también a los labradores de la zona, con el consiguiente quebranto a los demás acreedores.

(…) Y es el caso que hoy se reúne el Consejo de ministros. Es posible que en él se trate de este asunto, que envuelve no tan sólo un problema del cumplimiento de una ley vigente sino también un conflicto de orden público puesto que afecta a los intereses de muchos pueblos y a la existencia y al trabajo de millares de obreros y labradores. (…). (El País, 30 de abril de 1913).

Afortunadamente, y pese a la quiebra, los almacenes a rebosar de la fábrica de La Poveda permitieron capear la situación y afrontar la deuda con la administración. En septiembre, una de las medidas que se arbitraron fue subastar este excedente de azúcar. Se trataba así de afrontar parte del pago de la deuda aún pendiente que alcanzaba la cantidad de 1.827.072 pesetas.

Paradójicamente, la subasta de estos excedentes propició la llegada al mercado de azúcar a un precio aún más bajo del fijado por un mercado saturado por la sobreproducción generalizada con lo que la crisis de Azucarera Madrileña afectó, indirectamente, al resto de empresas del sector.

Ebro entra en el accionariado de Azucarera Madrileña

Tras los negros presagios que amenazaban el futuro de la azucarera la empresa logró evitar el cierre en el convulso año de 1913. Es cierto que tras esa primera crisis sólo la entrada de nuevo capital salvó el futuro de la factoría de La Poveda. En concreto, la empresa aragonesa Ebro, sociedad fundada en Zaragoza en 1911 por Leopoldo Lewin, adquirió en 1925 10.200 acciones de la azucarera. Con unas pérdidas que llegaban hasta los 8 millones de pesetas, Ebro también se encargó de la gestión y, ya al final de la trayectoria de la azucarera, en 1958, se haría con la totalidad del capital. Ebro, Compañía de Azúcares y Alcoholes (ECAYA), formaba parte de un grupo empresarial en el que también participaban Azucarera del Gállego, Azucarera de Terrer y Azucarera Leopoldo. Este grupo, junto a la Sociedad General Azucarera (SGA), y la Compañía de Industrias Agrícolas (CIA) llegaron a repartirse el 85% del mercado azucarero español antes del inicio de la guerra civil.

Pero antes de llegar a este período, como veremos en la próxima entrega, los grupos azucareros y la fábrica de La Poveda, ya integrada en uno de ellos, mantuvieron un pulso tenso con los agricultores que, como los de la vega del Tajuña, les proporcionaban la materia prima.


Fuentes y bibliografía:

  • Periódicos citados en el texto.

  • Álbum de La Poveda. 1900-200 La Poveda Centenario. Colección Archivo Municipal de Arganda.

  • La economía española y la articulación de su mercado (1890-1914): Los orígenes de la vía nacionalista del capitalismo español. Memoria presentada para optar al grado de doctor por Juan Martín Fernández. Facultad de CC Políticas y Sociología. Departamento de Economía Aplicada V. Madrid, 2002.

  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid. Abela, Eduardo y Castro, Carlos A de. Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau y Cia. Madrid, 1876.

  • Instrucciones para el cultivo de la remolacha azucarera en regadío. Quintanilla Guillermo. Hojas divulgativas. Ministerio de Agricultura. Madrid, 1932

  • Memoria sobre la remolacha azucarera. Estación Agronómica del instituto Agrícola de Alfonso XII. Ministerio de Fomento. Dirección General de Agricultura. Madrid, 1911.

  • El Ochocientos. De las profundidades a las altura. Tomo II. Manuel Silva Suárez, editor. Real Academia de Ingeniería. Institución Fernando El Católico. Prensa de la Universidad de Zaragoza. Zaragoza.

  • El trabajo infantil en España 1700-1950. Aprender trabajando. La actividad de niñas y niños en tierras de regadío. (La vega del Tajuña a comienzos del siglo XX). Borras Llop, José María. Universidad Complutense.

  • Memoria que comprende los trabajos reunidos, trabajos practicados y proyecto de Ley formulados por la comisión para el estudio de la concentración parcelaria. Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio del Ministerio de Fomento. Imprenta de los hijos de M. G. Hernández. Madrid, 1908.

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