jueves, 4 de agosto de 2022

 

Molinos y aceñas en la vega baja del Tajuña (IV)

El molino de Arriba, con tres muelas, funcionó hasta la primera década del siglo XIX

En 1856 se subastó la octava parte de la propiedad del molino de Arriba que pertenecía al Concejo de Morata

Si la semana pasada analizábamos la historia del molino de El Taray, reconvertido a mediados del siglo XVII en batán de paños, hoy la entrada del blog trata sobre un molino ya desaparecido, el molino de Arriba, pero del que tenemos suficiente documentación para conocer su historia, características y propietarios. Funcionó hasta los primeros años del siglo XX cuando el deterioro de sus instalaciones aceleró su cierre y posterior ruina.


Como ya señalamos la pasada semana, al tratar sobre el molino de El Taray, cuando los testigos contestaron al cuestionario de las Relaciones Topográficas ordenado por Felipe II, en las respuestas se menciona la existencia de molinos pero en ningún caso se concreta ni su número ni mucho menos su localización. Esta falta de información sobre cada uno de los molinos de Morata, circunstancia que se repite históricamente desde la Edad Media, mejora notablemente a partir del estudio de los legajos del Catastro de Ensenada, en los que ya encontramos suficientes datos para conocer el patrimonio molinar de Morata en ese momento histórico y, en el caso que nos ocupa hoy, sobre el entonces denominado molino de Arriba.

Molino de Arriba

A diferencia del molino de El Taray, reconvertido en batán por su propietario, el I marqués de Leganés, del que según vimos en la pasada entrega del blog encontramos referencias documentales en el siglo XVI, sobre el molino de Arriba no hemos localizado ningún apunte anterior al siglo XVIII que trate sobre el mismo, lo que no necesariamente implica que no estuviera ya en funcionamiento en siglos anteriores.

De hecho, la misma estructura de la propiedad del molino, perteneciente tanto al estado eclesiástico, como a la pequeña nobleza e incluso al Concejo de Morata, nos remite a un momento histórico, bastante anterior al siglo XVIII, en que estos ingenios pertenecían al común de los vecinos, aunque con el paso de los años el disfrute y propiedad comunal de los molinos diera paso a un proceso de cambio social que propició que la mayoría de ellos pasaran a pertenecer a la nobleza y, en menor medida, a la propia Iglesia. La propiedad comunal de una octava parte en manos del Concejo de Morata, por tanto, podría ser un indicio claro de su antigüedad.

La documentación catastral recoge en varios de sus legajos la existencia del molino de Arriba, que ya en su propia denominación nos indica que se localizaba aguas arriba del otro molino catastrado en 1752, el molino de Abajo, perteneciente al conde de Altamira, titular del señorío de Morata.

En la respuesta a la pregunta 17 de las Respuestas Generales se identifica a los propietarios del molino:

(…), y otro [molino] con otras cinco de la capellanía del precitado Don Claudio Sanz* que tiene en esta Villa y D. Antonio Camargo, el cual está arrendado en sesenta fanegas de trigo al año (…).

En otra de las preguntas, la 23, se documenta la pertenencia al concejo de Morata de una parte de la propiedad del molino:

A la pregunta veinte y tres declararon que el común de esta Villa no tiene más propiedades que una octava parte del molino harinero que pertenece a la Capellanía del referido don Claudio Sanz y Torres, de que percibe las correspondientes del precio de su arrendamiento que son siete fanegas y media de trigo (…).

A partir de esta primera inclusión en la documentación catastral, el molino de Arriba, por la peculiar estructura de su propiedad, aparece tanto en el apartado correspondiente a las propiedades del estado seglar como a las del estado eclesiástico y, por último, al patrimonio del Concejo de la villa de Morata.

Hasta en cuatro ocasiones aparece citado el molino de arriba en el Catastro de Ensenada como propiedad de Claudio Sanz y Torres Ruiz de Castañeda:

Molino harinero de Claudio Sanz

(…) Más posee cinco partes de ocho en el molino harinero que llaman de la Huerta de la Vega que las otras tres partes son de Don Antonio Camargo y la otra parte de la Villa, que está distante de esta Villa como mil y quinientos pasos. Tiene tres piedras corrientes para moler. Linda O la vereda de esta hacienda, P tierra del vínculo de Doña Ana Camargo y M y N el río. Y le dan en arrendamiento treinta y siete fanegas y media de trigo.

Además de este apunte, en otros legajos y cuadernos del catastro (Respuestas generales, Libro de los personal de estado eclesiástico, Libro de bienes del estado eclesiástico y Cuaderno de casas y efectos del estado eclesiástico) aparecen descripciones muy similares del molino y otras características del mismo por las que sabemos que el molino contaba con tres piedras de moler, que su uso se arrendaba anualmente en 60 fanegas de trigo, equivalentes a mil ciento cuarenta reales a repartir proporcionalmente entre sus propietarios y que, además de su denominación más común de molino de Arriba, también se conocía como molino de la Huerta de la Vega y molino del Vínculo.

La descripción del molino aparecía también, y lógicamente en términos muy similares sobre sus características y localización, en las declaraciones y relación de bienes del resto de sus propietarios, Antonio Camargo**, titular de dos octavas partes y el propio Concejo de la villa de Morata, propietario de la octava parte restante. En la relación de Antonio Camargo, vecino de Morata y caballero de la orden de Calatrava aparece el siguiente apunte relativo al molino de Arriba:

(…) Dos octavas parte del molino harinero de Don Claudio Sanz sobre el río Tajuña, distante mil y quinientos pasos, reguladas en quince fanegas de trigo al año.

Más tiene este vínculo dos partes de ocho que son en el molino de la Huerta de la Vega en esta jurisdicción y está arrendado en sesenta fanegas de trigo por año para todas ocho partes, y las que tocan estas dos partes son quince fanegas cada año.

Finalmente, entre los bienes propios del Concejo de Morata se describe al molino de Arriba, situado en la denominada Huerta del Vínculo:

(…) Así mismo le corresponde a esta Villa la octava parte de un molino harinero sobre el río Tajuña en el término de esta Villa que llaman la Huerta del Vínculo de Don Claudio Sanz y Torres. Está arrendado todo él en sesenta fanegas de trigo cada año y que regula esta Villa por la octava parte ciento y cincuenta reales (…).

La propiedad concejil de la octava parte del molino, y los escasos rendimientos que este recurso comunal proporcionaba al concejo, se mantuvo, como veremos, en el patrimonio de Morata justo hasta que en el siglo XIX se desamortizaron todos los bienes municipales. El molino de Arriba, con la desamortización, pasó a convertirse en una propiedad privada como, por otra parte, sucedió, con casi todos los molinos de la ribera del Tajuña de los que tratamos en anteriores entregas: de ser patrimonio concejil en los lejanos tiempos de la Edad Media, los molinos pasaron a vivir un proceso de privatización que culminó, definitivamente, en la vega baja del Tajuña y en todo el territorio nacional, con el cambio de titularidad a favor de la iglesia y de la nobleza.

Vista aérea (1975) de la isla del molino Hundido (www.nomecalles.org)
 

Molineros en el molino de Arriba

Este proceso de privatización de los molinos en manos del estado noble y la Iglesia acrecentó el papel de los molineros, conocedores de un oficio fundamental en una sociedad agraria y altamente dependiente de los cereales y de su transformación en harina. Y es que, a diferencia de otras infraestructuras como los molinos de aceite y los lagares, explotados directamente por sus propietarios, los molinos harineros, casi en su totalidad en manos de nobles y eclesiásticos, eran habitualmente arrendados por una renta anual en metálico o, casi siempre, en especie a los molineros encargados, como expertos en el oficio, del trabajo diario y del mantenimiento de las instalaciones.

La exhaustiva y precisa documentación del Catastro de Ensenada nos ha permitido seguir el rastro al molinero que trabajaba en el molino de la Arriba,. En el Libro de lo personal del estado seglar aparece consignado Ignacio Hernández, uno de los molineros empadronados y vecino de Morata:

Oficial molinero

Ignacio Hernández, vecino de esta Villa de Morata y oficial molinero, de edad de 29 años, casado con Theresa García, de edad de 27 años, con una hija de año y medio, se llama María Hernández, tengo también un aprendiz para el oficio de edad de 23 años, este se llama Antonio Perales y le pago de salario cada un año doscientos reales.

En su declaración personal, Ignacio Hernández confirma en qué molino desempeña su trabajo:

(…) Así mismo tengo un molino a renta, el cual llaman el molino de la Guerta [sic], este es capellanía de Don Claudio Sanz. Linde tierras por el norte de Don Jacinto Camargo y por el oriente y mediodía el río, y la fachada está al poniente, por este molino pago en arrendamiento cada un año 60 fanegas de trigo. Tengo regulado lo que me queda de mi oficio por cada un año y me parece que me dará mil y cuatrocientos reales.

A pesar de que en su declaración el arrendatario del molino afirma obtener un beneficio de mil cuatrocientos reales por su trabajo, los peritos, en el denominado Cuaderno de notas y resumen del tráfico industrial y personal, adjudican a Ignacio Hernández, y a su colega de oficio Bernardo Hernández, arrendatario del molino del conde de Altamira, un beneficio anual de dos mil y doscientos reales anuales, un rendimiento económico que pocos vecinos alcanzaban por su trabajo en esos años.

Ignacio Hernández, como era habitual por otra parte entre todos los trabajadores dedicados al oficio de molinero, residía en el propio molino, aunque era propietario de una casa en Morata. La casa se localizaba en la calle de la Jabonería, tras el palacio del conde de Altamira, y lindante con una casa de otro molinero morateño Bernardo Hernández***, lo que puede indicar que ambos pertenecieran a una misma familia, además de compartir un oficio que, tradicionalmente, se transmitía de padres a hijos.

Ruina y desaparición del molino de Arriba

Por la documentación catastral sabemos que el molino de Arriba contaba con buenas instalaciones y tres piedras molederas, lo que le convertía en uno de los que más aprovechaban el caudal del Tajuña y también que en los años siguientes al catastro siguió prestando servicio. En el diccionario de Madoz aparecen reseñados tres molinos harineros a mediados siglo, aunque parece evidente que en esos años solo estaban en servicio dos, el molino de Arriba y el que en el siglo XIX ya se conocía como molino de Angulo.

También a mediados de siglo se produjo un cambio importante que afectó a la propiedad compartida del molino en la que, recordemos, el consistorio de Morata, disfrutaba de una octava parte del total. En marzo de 1856, la Gaceta de Madrid publicaba el anuncio de subasta de la octava parte del molino perteneciente al Concejo de Morata y que fue desamortizada en virtud de la denominada Ley Madoz:

(…) Una octava parte del molino harinero, llamado de Arriba, sito en las afueras de la villa de Morata de Tajuña, procedente de sus propios; que linda a Mediodía con la huerta de D. José Gutiérrez, al Este y Oeste con el rio, y al Norte con tierra de D. Facundo Salcedo y camino que va al Batancillo; tiene el molino la superficie de 1.700 pies. Ha sido tasada la referida octava parte en 2.475 reales y capitalizada, por la renta de180 reales que produce anualmente dicha octava parte, en 4.050 reales se saca a subasta por la tasación.

Por la propia redacción del anuncio, se deduce que solo salía a subasta el edificio del molino y no la tierra de cultivo que rodeada por el cauce del Tajuña y el caz que desviaba el agua al propio molino formaba la isla que, según alguna de las denominaciones históricas, estaba plantada de huerta. Aunque la aparición de medidas antiguas, a veces, puede inducir a error, los 1.700 pies de superficie de los que habla el periódico oficial pueden equivaler a unos 130 metros cuadrados (Un pie cuadrado 0,07metros cuadrados). Por otra parte, el texto de la subasta también se indica que el molino lindaba al mediodía (sur) con huerta de D. José Gutiérrez y, justamente al sur del molino, se encontraba, y se encuentra, la tierra que rodeaba el río Tajuña y el caz aunque ya no existe la huerta.

Tras la subasta, el concejo morateño perdió la octava parte del molino de Arriba, y los 160 reales de renta anuales, y un inversor llamado Joaquín Marrací se hizo con esta propiedad municipal. Curiosamente, Joaquín Marrací también adquirió en este proceso de desamortización de bienes municipales la dehesa carnicera de Morata.

A pesar del cambio de propiedad, el molino de Arriba siguió prestando servicio según se confirma en varias fuentes documentales de esos años finales del siglo XIX e incluso los primeros del siglo XX. Juan de Diego Arribas, en su obra sobre Morata de Tajuña incluida en la Biblioteca de la Provincia, se refiere a dos molinos harineros con los que cuenta Morata, aunque sin citar su nombre y a la riqueza que proporciona a la villa el río Tajuña:

(…) nadie es capaz de apreciar las riquezas que en su trayecto proporciona [el río Tajuña] a los pueblos, pues aparte de lo mucho que en esta vega se riega, por él tienen vida y movimiento una fábrica de papel continuo y dos molinos harineros.

En otro capítulo de su libro, Juan de Diego Arribas insiste en la existencia de dos molinos harineros en Morata.

(…) cuenta este pueblo con dos molinos harineros, montados con maquinarias modernas y que abastecen con holgura las necesidades de la población (…).

En otras publicaciones de la época también aparecen las últimas referencias al molino de Arriba, en este caso al publicarse el nombre de los molineros que trabajaban en esos años en Morata. En el Anuario Riera aparece Eusebio Fuentes como molinero del molino de Arriba ente los años 1902 y 1908, mientras que en el Anuario-Almanaque del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración de los años 1876 y 1886 aparece tambié como molinero un tal Ignacio Fuentes que podría estar emparentado con el citado Eusebio.

En cualquier caso, la fecha de 1908 es la última en la que encontramos referencias al molino de Arrriba- que desde entonces habría pasado a denominarse en la toponimía local como el molino hundido- lo que apunta a que en torno a ese periodo de la primera década del siglo XX ya no funcionaba como tal molino, quizá por el deterioro de sus instalaciones que habrían dejado también de ser rentables para los propietarios.



*Claudio Sanz y Torres Ruiz de Castañeda, uno de los propietarios del molino de Arriba según la documentación del siglo XVIII, nació en la villa de Torres de Alameda en mayo de 1704. Se formó en la carrera eclesiástica en centros religiosos de Salamanca, El Escorial y, especialmente, en la Universidad de Alcalá de Henares entre 1721 y 1730, donde se doctoró en Derecho Canónico. En los años 1734 y 1735 optó a la cátedra de cánones y, posteriormente, ejerció como canónigo doctoral en la catedral de Osma (Soria). En el año 1761, a propuesta de Carlos III, fue nombrado por el papa Clemente XIII como obispo de Almería. Ocupó el cargo hasta su muerte en 1779. Destacó, según sus biógrafos, por su actividad misionera y el impulso que dio a la construcción de templos en su diócesis, las obras en la catedral y la creación de instituciones de caridad como el Monte de Piedad, asilos y hasta un balneario con aguas termales para pobres. Para afrontar alguno de estos proyectos, en ocasiones, empleó su propio patrimonio familiar. Hijo de Claudio Sanz Torres, un rico miembro de la pequeña nobleza de Torres de la Alameda, su familia poseía en esta localidad numerosos bienes. Además, su madre, Josefa Ruiz de Castañeda, morateña de nacimiento, también poseía un extenso patrimonio inmobiliario en su Morata natal del que también disfrutaba su hijo:

Además de las cinco partes de ocho del molino de Arriba, Claudio Sanz disponía de dos casas en Morata en el entonces denominado camino real de Arganda, en lo que hoy es la calle Real, linderas con la actual calle Prim y con otra casa propiedad de su madre, y ambas con lagar y bodega; el pozo de nieve, arrendado a Joseph López Puerta; tierras de riego en la vega, con una extensión de seis fanegas, un olivar de buena calidad y una huerta de tres fanegas. Además, como titular de una capellanía fundada en la iglesia de Morata por Rodrigo Pérez, Claudio Sanz era beneficiario de las rentas de una casa situada en la calle baja de la Azotea, 15 fanegas de riego en la vega y el solar de un molino aceitero en la calle de los Huertos.



**Antonio Camargo y Benavides, natural de Morata (1698), caballero de la orden de Calatrava, se casó con María Teresa Cuevas, natural de Carabaña, en el año 1715. Además de las dos octavas partes del molino de Arriba, era propietario de un amplio patrimonio, entre bienes propios y vinculados, que incluía una casa en la calle de la Iglesia, o de Los Fúcares, con lagar, bodega, almacén y cueva, 32 fanegas de riego en la vega, 15 fanegas de tierra en secano, 60 fanegas de olivares y 4 fanegas de viña en secano y 5 y media en regadío, además de eras y poza para empozar cáñamo. Pleiteó junto a su hermano, Jacinto Camargo de oficio guardia de Corps, su mujer y su cuñado, Juan de Cuevas y Benavente, por la posesión de los bienes de la capellanía fundada en 1679 por Cristóbal Ruiz de Cuevas.



***Además de Ignacio y Bernardo Hernández, arrendatarios de los dos molinos que funcionaban en Morata a mediados del siglo XVIII, la documentación catastral recoge también los bienes de Gabriel Roldan, propietario de una casa en la calle que va de la iglesia a Perales y de varias viñas y un olivar en el Llano de Morata, y molinero en el molino que el marqués de Espinardo poseía por entonces en término de Perales de Tajuña:

Digo yo, Gabriel Roldán, natural de esta Villa de Morata y residente en el molino harinero propio del marqués de Espinardo que está en término de la Villa de Perales de Tajuña, casado, de edad de cuarenta y un años, con Josepha Redondo, de edad de treinta y tres años, poco más o menos, y me hallo con seis hijos, el mayor es Gabriel, de edad de 16 años, poco más o menos, este anda con un par de mulas labrando la hacienda mía, Manuel de edad de siete años, Joseph de edad de seis años, poco más o menos, estos andan a la escuela, Pedro es de edad de cuatro años, Miguel de dos años, María Andrea de ocho, poco más o menos. Tengo por criado a Don Joseph […] y gana de salario trescientos reales.

La propiedad de un molino harinero del marques de Espinardo en Perales, donde el conde de Altamira también era titular de otro molino, no hace sino confirmar el proceso de cambio de propiedad a favor de la nobleza que sufrieron los molinos harineros desde la Edad Media, en que era muy habitual, como ya hemos visto, que estos ingenios estuvieran en manos comunales y de los concejos.

 

 

Fuentes y documentación:


  • Regadíos y molinos en la vega del Tajuña (siglos XII-XIII): del control comunitario al dominio señorial. Martín Viso, Iñaki. Universidad de Salamanca. En Agua y sistemas hidráulicos en la Edad Media Hispana. C. Segura coor. Madrid.

  • Castillos, poder feudal y reorganización espacial en la Transierra madrileña (siglos XII-XIII). Martín Viso, Iñaki. Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, H.'' Medieval, t. 13, 2000.

  • Los hospitalarios y la nobleza castellano leonesa (siglos XII-XIII). Barquero Goñi, Carlos. Universidad Autónoma de Madrid.

  • Orígenes de la Orden del Hospital en el reino de Toledo (1144-1214). Rodríguez Picavea, Enrique. Espacio, tiempo y forma. Serie III Historia Medieval. UNED, 2002.

  • Recuperación de los molinos del Tajuña. García Grinda, José Luis. Comunidad de Madrid, Consejería de Política Territorial. Dirección General de Agricultura. Madrid, 1990.

  • Historia de la insigne ciudad de Segovia y compendio de las historias de Castilla. Colmenares, Diego de. Madrid, 1637.

  • Libro de privilegios de la orden de San Juan de Jerusalén en Castilla y León (siglos XII.XIV). Ayala Martínez, Carlos de. Editorial Complutense. Madrid, 1995.

  • Molinos y aceñas en los fueros del sur del Tajo. Val Valdivieso, Isabel del. Universidad de Valladolid. En El Historiador y la sociedad, Homenaje al profesor José María Mínguez. Cruz Díaz, Pablo de la; Corral, Fernando Luis; Martín Viso, Iñaki. Ediciones de la Universidad de Salamanca. Salamanca, 2013.

  • Las ordenanzas de Alcalá de Henares, ratificadas por Felipe II en 1592. Anales Complutenses. Volumen XXIV. Institución de Estudios Complutenses. Alcalá de Henares, 2012.

  • Los pergaminos del Archivo Municipal de Alcalá de Henares: la Carpeta I. Sáez, Carlos. Universidad de Alcalá de Henares. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1990.

  • El Fuero Nuevo de Alcalá (Edición). Pérez-Bustamante, Rogelio. Catedrático de historia del Derecho. Universidad Complutense.

  • Notas sobre molinos en los fueros de la provincia de Guadalajara. López de los Mozos, José Ramón. Revista Molinum, nº 30. Asociación para la conservación y Estudios de los Molinos. Enero-febrero, 2012.

  • Agua e industria en la segunda mitad del siglo XVI: los molinos harineros de la Meseta Sur. Vela Santamaría, Francisco Javier. Instituto Universitario de Historia Simancas. Mayo de 2009.

  • Los antiguos molinos harineros madrileños. Peris Barrio, Alejandro. Revista de Folklore. II época, nº 347. Obra social y cultural de Caja España. Valladolid, 1980.

  • Felipe II y el Tajo. López Gómez, Antonio, Arroyo Illera, Fernando, Camero Bullón, Concepción. Departamento de Geografía (Universidad Autónoma de Madrid).

  • Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madoz, Pascual. Imprenta P. Madoz y L. Sagasti. Madrid, 1846-1850.

  • Acuerdos para construir un molino, plantar álamos y árboles frutales y otros acuerdos referentes a la Compañía de Jesús. Fondo Pleno. A101.00. Ayuntamiento de Arganda del rey. Archivo de la Ciudad.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales de Morata de Tajuña. H. 408 y  H. 410.

  • Portal de Archivos españoles (PARES). Catastro de Ensenada. Buscador de localidades. Respuestas Generales.

  • La Capilla de los del Campo en la Parroquia de la Trinidad de Segovia. Marques de Lozoya. Boletín de la sociedad Española de Excursiones. Arte, Arqueología, Historia. Año XXXVI. Cuarto trimestre. Madrid, diciembre de 1928.

  • Anales del teatro español correspondientes a los años 1581 a 1625. Díaz de Escobar, Narciso. Imprenta Helénica. Madrid, 1913.

  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Tomo 5993, fol. 525r-556v.

  • Noticias genealógicas del linaje de Segovia continuadas por espacio de seiscientos años. Román y Cárdenas, Juan.

  • Ejecutoria del pleito litigado por García de Guzmán Herrera, vecino de Alcalá de Henares, con Antón de Cáceres, vecino de Segovia. Real Audiencia y Chancillería de Valladolid. Registro de Ejecutorias, caja 641, 10.

  • Ejecutoria del pleito de Juan Arias Dávila, conde de Puñonrostro, García González, de Morata, y Guzmán de Herrera de Alcalá de Henares por el aprovechamiento de un molino de propiedad compartida por los litigantes. Real Audiencia y Chancillería de Valladolid. Pleitos civiles, Fernando Alonso (F) Caja 571, 1.

  • Contribución al estudio de las economías nobiliarias en Castilla: los condados de Puñonrostro y Barajas durante el reinado de Felipe II. Hernanz Elvira, José Luis. Equipo Madrid de Estudios Históricos.

  • Morata de Tajuña. Biblioteca de la provincia Tomo duodécimo. Arribas, Juan Diego. Excelentísima Diputación Provincial de Madrid. Madrid, 1891.

  • Anuario-Almanaque del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración. Madrid, ediciones de 1879 y 1886.

  • Anuario Riera. Madrid, ediciones de 190, 1904,1905 y 1908.


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