viernes, 2 de junio de 2023

 

La elección de diputados a Cortes en el distrito de Chinchón, 1846-1923 (III)

El Congreso anuló el acta de López Acevedo por las múltiples irregularidades cometidas

García Chico, autor de las amenazas a los electores, fue asesinado durante la Vicalvarada

Tal como vaticinaba el periódico El Español, antes incluso de llegar a las votaciones en el distrito de Chinchón, la elección de Miguel López Acevedo provocó múltiples quejas tanto en los pueblos del distrito como en la prensa madrileña. López Acevedo fue elegido diputado pero en los días y semanas siguientes se producirían reclamaciones desagradables que afectarían al resultado electoral. Los periódicos dieron a conocer algunos de los hechos protagonizados por el jefe de policía de Madrid, Francisco García Chico, y en el Congreso de los Diputados, Cándido Nocedal presentó una moción para solicitar la anulación del acta de López Acevedo.


El triunfo de López de Acevedo no podía dejar de levantar sospechas y a las irregularidades denunciadas en las semanas anteriores a que se abrieran los colegios electorales, sobre todo por la presencia de Francisco García Chico, jefe de policía de Madrid, en la mayoría de los pueblos del distrito, se unieron varias denuncias que ponían en cuestión la legalidad de la elección además de la sorpresa por el escaso apoyo obtenido por Fernández de la Hoz.

El 22 de diciembre, a las dos semanas después de haberse celebrado las elecciones, el diario El Tiempo, de tendencia moderada como El Español, se preguntaba cómo se había producido la elección de López Acevedo frente a Fernández de la Hoz, un político muy implicado y conocido en la comarca. En el periódico enumeraban los trabajos del diputado conservador a favor de muchos pueblos del distrito:

(…) Conocidos eran en fin, los alivios que en sus tributos habían experimentado diferentes pueblos del partido de Chinchón, y en especial este, que valiéndonos de las palabras de que hacia uso el presidente de su último ayuntamiento en nombre de toda la corporación, en un documento que tenemos a la vista, consideraba al señor Fernández de la Hoz como el adalid a quien recurría en todas sus tribulaciones.

Enojoso y molesto seria enumerar ahora los justos títulos que hablan recomendado a la gratitud del partido de Chinchón, el apreciable nombre de uno de los individuos de la antigua minoría, natural además del país, y hacendado en uno de sus pueblos. (…). (El Tiempo, 22 de diciembre de 1846).

Además de recordar el papel de Fernández de la Hoz, el periódico adelantaba que habría reacciones a las irregularidades denunciadas por los medios ilícitos empleados para hacer triunfar en las elecciones las candidaturas ministeriales: el Congreso –anunciaba- se ocupará muy pronto de las cuestiones que con este motivo se suscitan al examinar las actas de los diputados electos.

Este pronóstico periodístico no tardaría en materializarse en la sede de las Cortes. Las numerosas protestas hechas públicas desde los pueblos del distrito iban a tener eco en la Comisión de actas donde, según la ley, debían discutirse las denuncias y emitir el dictamen pertinente antes de que el pleno aprobara, definitivamente, el nombramiento de los diputados inmersos en denuncias por delitos electorales.

Comisión de actas y debate en el pleno de la elección de López Acevedo

El reglamento del Congreso y la ley electoral vigente desde la aprobación de la Constitución de 1845 preveía, como en legislaturas precedentes, que fuera en la Comisión de actas donde se debatieran las denuncias presentadas por posibles irregularidades en el proceso electoral que afectaran a los diputados electos. Era el caso del distrito de Chinchón, contaminado por prácticas ilegales incluso ante de las elecciones y, en palabras publicadas en El Español, por la la coacción moral que se ha ejercido sobre los electores.

La Comisión de actas, en origen, adolecía de un grave inconveniente: la mayoría gubernamental -ministerial en la terminología de la época- decidía sobre asuntos que afectaban a sus propios diputados, o de la oposición, tanto en la misma Comisión como en los Plenos que aprobaban o denegaban, definitivamente, el acta de los diputados electos.

El asunto del acta de diputado de Miguel López Acevedo se trató en dos sesiones plenarias celebradas en el Congreso de los diputados los días 18 y 19 de enero de 1847. Había pasado un mes y medio desde la celebración de las elecciones y la Comisión había emitido ya su dictamen preceptivo que, como era de esperar, no había encontrado motivo para suspender el acta de Chinchón. Muy distinta sería el debate planteado ante el pleno donde, tras leerse el dictamen a favor del acta de López Acevedo, intervino el diputado Candido Nocedal el promotor del voto particular contra la aprobación del acta. Nocedal, político y periodista de amplio recorrido –en su larga trayectoria militó prácticamente en todo el espectro ideológico- formaba parte en estos años del ala progresista del Congreso y destacaba por ser un orador incisivo y mordaz que aseguró que, de aprobarse, el acta de Chinchón sería una de las más escandalosas de la historia del Congreso.

Junto a Nocedal otro diputado progresista, Pascual Madoz, conocido sobre todo por sus leyes desamortizadoras, participó activamente en los debates sobre el acta de Chinchón en apoyo de la anulación de la elección de López Acevedo. Madoz, que acaparó el protagonismo durante las dos sesiones, fue especialmente duro al relatar las irregularidades que protagonizó el jefe de la policía de Madrid en favor de la candidatura de López Acevedo. Recogemos, literalmente, algunas de estas afirmaciones de Madoz tal como se reproducen en el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados:

  • Y que hizo el Sr. Chico cuando llegó la elección? Se estableció en la sección de Carabaña, que era donde acudían los electores; se colocó en el camino principal del lugar, para desde allí dirigir los electores. Los reunió, los habló, los interesó en favor del candidato del Gobierno.

  • Pues este señor [Fernández de la Hoz] dice bajo su palabra que poco antes de llegar a la sección de Carabaña se encontró con un agente del Sr. Chico y le dijo: “vaya Vd. con cuidado, porque puede arrostrar compromisos y hasta riesgos personales”.

  • Hubo más sus señorías: el día que llegó el Sr. Fernández de la Hoz a Carabaña, se arregló la cárcel, se barrió y se hizo correr con mucha maestría la voz de que estaba designada para el Sr. Fernández de la Hoz y los que por él votaran.

  • Al siguiente día de la primera llegada de Chico a Chinchón, corrió la voz de que traía la orden pare desterrar al secretario del Ayuntamiento de Colmenar de Oreja, Tomás Juan y Leza, y que por mediación de su amigo Felipe Rocaverti, en cuya casa se hospedaba, había suspendido su ejecución.

  • Viene un número indeterminado de electores diciendo: “no hemos hemos votado, acusamos a la mesa de que ha supuesto nuestros votos.

  • (…) se ha sabido que los alcaldes, algunos tenientes y aún los regidores que tenían voto de su pueblo, han sido llamados a Madrid a la jefatura política. Tres veces lo ha sido el señor presidente, de las cuales la última no fue; y aunque el objeto haya sido cualquier otro asunto del servicio, la época y demás circunstancias han hecho que los electores no vean en las llamadas más que la influencia del Gobierno a favor del señor Acevedo y esto les coartaba su libertad (…)

  • Don José Hidalgo Tablada, alcalde de Morata, que según su manifestación hacía cuatro meses tenía hecho dimisión de su destino, ha sido separado en los últimos días, y como públicamente se ha mostrado hostil contra la candidatura del Sr. Acevedo.

  • La llegada de Chico a Chinchón manifestando que venia a influir directamente en las elecciones en favor de un candidato y contra otro, ¿no había de intimidar naturalmente a los amigos de éste? No queramos que sean héroes los electores.

Pascual Madoz acabó su intervención, que puso fin a la primera sesión, con un alegato a favor de la limpieza de las elecciones;

(…) hoy es llegado el caso de dar una alta prueba de moralidad y justicia, de hacer ver

por medio de una votación solemne que el Congreso no puede permitir que vengan aquí a sentarse como Diputados los que no lo sean por la voluntad de los electores (…).



 Diario de Sesiones de las Cortes que recoge el debate del 18-1-47 sobre la anulación del acta del diputado del distrito de Chinchón (Fuente: Congreso.es)

Segunda sesión en el Congreso

El 19 de enero se debatió por segundo día consecutivo sobre la nulidad del acta de diputado obtenida por Miguel López Acevedo. Inició la sesión Gonzalo Morón, miembro de la Comisión de actas en representación de la mayoría del Gobierno que, lógicamente, defendió la legalidad de la elección del nuevo diputado por el distrito de Chinchón. Morón desmintió las amenazas a los alcaldes y la prohibición de que se reunieran los partidarios de Fernández de la Hoz y, aunque reconoció la presencia durante varios días del jefe de policía en los pueblos del distrito, negó que su presencia significara que se había amenazado a los electores.

También negó Morón que al llegar Chico a Chinchón amenazara con desterrar el secretario del ayuntamiento de Colmenar de Oreja, así como que las llamadas a los alcaldes por parte del jefe político de Madrid [gobernador tuviera como objeto influir para que apoyaran al señor Acevedo. Morón cuestionó también la prohibición de que se reunieran los partidarios de Fernández de la Hoz y se preguntó en atención (…) de la imparcialidad y de la ilustración del Congreso (…)si estos hechos son suficientes para anular el acta del distrito de Chinchón.

Antes de proceder a la votación final intervinieron varios diputados, entre ellos Pascual Madoz, que reiteró los argumentos ya expuestos en favor de la anulación del acta y el diputado, Simón Roda, que propuso la aprobaciónn del acta de López Acevedo. José de la Peña y Aguayo, diputado liberal y prestigioso abogado, se unió al grupo de diputados favorables a la anulación al tiempo que solicitaba la repetición de las elecciones en el distrito:

(…) que se vuelvan a hacer las elecciones con completa libertad, y entonces,

si sale elegido el Sr. Acevedo, yo lo recibiré con los brazos abiertos, porque no abrigo contra el animosidad ninguna (…) lo que se quiere es que se asegure el campo electoral, que haya plena libertad en la elección, y entonces al que resulte diputado lo recibiremos.

Tras estas intervenciones, el presidente provisional del Congreso, Modesto Cortázar, dio por discutido el asunto y ordenó la votación nominal de los diputados presentes que aprobaron, por 80 votos a favor contra 63 en contra, el voto particular de Cándido Nocedal a favor de anular las elecciones del distrito de Chinchón y, por tanto, la repetición de las elecciones.

Reacciones a la anulación del acta de López Acevedo y repetición de las elecciones

El voto a favor de anular el acta del diputado López Acevedo fue muy valorado por periódicos del ámbito progresista. El Espectador, por ejemplo, centraba su atención en Francisco García Chico y su papel en el pucherazo electoral del distrito de Chinchón:

(…) Las actas de Chinchón no contenían mas nulidad que a Chico, pero estaba dentro

de ellas todo Chico; Chico aparecía en cada preparativo ; Chico danzaba en cada operación ; Chico estaba escrito en cada voto; Chico aparecía dentro de la urna; Chico era verdaderamente la elección; Chico, en fin, rebosaba en el expediente y en todas sus hojas (…).(El Espectador, 20 de enero de 1847).

El Genio de la Libertad, periódico liberal editado en Palma de Mallorca, ponía el énfasis en la lección que había recibido el Gobierno al anularse el acta de su enviado al distrito de Chinchón:

El congreso ha dado ayer al gobierno la severa lección de alta moralidad que nosotros habíamos reclamado y que con nosotros esperaban todos los hombres interesados en el prestigio de las instituciones y en el decoro mismo del parlamento. (…). (El Genio de la Libertad, 27 de enero de 1847).

El periódico que se mostró más duro con lo sucedido en Chinchón y en los pueblos de la comarca fue el diario progresista El Clamor Público. El 22 de enero de 1846, unos días después de que el Congreso anulara el acta de López Acevedo, criticaba duramente la postura tibia de El Imparcial -no confundir con la cabecera del mismo nombre fundado en 1867 por Eduardo Gasset-, periódico alineado con las tesis ministeriales y por tanto contrario a la repetición de elecciones:

(…) No acierta nuestro colega [El Imparcial]a explicar la resolución del Congreso. ¡Qué ignorancia tan candida! Pues bien, nosotros le ayudaremos en su investigación,

para que sus ilustres patronos entiendan y aprovechen la lección que han recibido. El Congreso al votar la nulidad de las actas de Chinchón ha dado un voto político de grave trascendencia, de importantísima significación. El Congreso ha condenado

en una esa influencia ilegitima y bastarda que se ha sentido en todas las actas, y que lograba una impunidad lamentable a beneficio de las precauciones adoptadas para impedir su prueba, y del terror sembrado en el ánimo de muchos electores. El Congreso condenó dignamente cual convenía a un Congreso español, que el cargo de diputado fuese el premio del valimiento cerca de una familia, y el fruto de los manejos de una policía que olvida sus deberes peculiares, para mezclarse en las elecciones y en los demás asuntos políticos (…). (El Clamor Público, 22 de enero de 1847).

Como consecuencia de la anulación del acta electoral se convocaron, tras un largo proceso administrativo, nuevas elecciones en el distrito de Chinchón para los días 27 y 28 de diciembre de 1847. Baltasar Anduaga, político conservador consiguió alzarse con el acta de diputado con 188 votos frente a los 45 del candidato progresista Julián Sánchez Fominaya.

Con el paso del tiempo, los principales protagonistas vivieron situaciones muy distintas. Miguel López Acevedo, el político que había perdido su acta no tardó en acceder a un cargo público. Recordemos que el frustrado diputado por el distrito de Chinchón pertenecía desde hacía muchos años a la camarilla de Fernando Muñoz, el segundo marido de la reina madre, María Cristina de Borbón. Estas buenas relaciones con el poder le ayudaron a que en 1850 fuera nombrado intendente en la isla de Puerto Rico, un cargo que ponía en sus manos la administración de la isla.

Peor suerte corrió el protagonista de las amenazas y de las graves irregularidades que dieron lugar a la anulación del acta de López Acevedo. Pese a ser protagonista de una vergonzosa actuación en los pueblos del distrito, Francisco García Chico siguió con su trabajo como jefe de policía de Madrid. Su trayectoria profesional, muy cuestionada, no impidió que siguiera con sus manejos como protegido del entorno de la reina Isabel II. Su poder y las malas prácticas profesionales, las mismas que había utilizado en el distrito electoral de Chinchón y que le llegaron a convertir en personaje de novelas de Pío Baroja y de Benito Pérez Galdós*, fueron también el motivo de su trágico final. Durante la revolución del verano de 1854 conocida como la Vicalvarada, las turbas populares arrasaron su domicilio y, trasladado a la plaza de la Cebada, fue fusilado por los revolucionarios:

En la plazuela de la Cebada, o sea frente a la fuentecilla, y por disposición del agitado pueblo fueron fusilados en la mañana de este día, don Francisco Chico, un tal Pocito y otros dos o tres polizontes o esbirros del polaco gobierno hundido. (El Genio de la Libertad, 8 de agosto de 1855).



*Benito Pérez Galdos incluyo a Francisco García Chico como personaje de dos de sus novelas de la serie de los Episodios Nacionales:

O´Donnell: (…) han querido limpiarle el comedero a don Francisco Chico. Pero no podían, que la Cristina le echaba un capote, y Chico tan fresco, se reía, se reía, con aquella cara de sayón. (…) A nadie metía en la cárcel sin darle antes un pie de paliza para hacerle confesar la verdad, o mentiras a gusto de él, con las que se abría caminopara prender a otros, y abarrotar la cárcel (…)

La revolución de julio: (…) Un fuego tremendo en la plaza de Santo Domingo, mucho pueblo contra la tropa que guarda Palacio y el Teatro Real, donde dicen que están escondidos los ministros , y el jefe de los rateros y guindillas, D. Francisco Chico (…).

Pío Baroja, por su parte, convirtió a Francisco García Chico en uno de los personajes fundamentales de su novela El sabor de la venganza, perteneciente a la serie de Memorias de un hombre de acción, protagonizada por su héroe Avinareta:

(…) Chico se hizo célebre como jefe de policía de Madrid. Era un hombre muy odiado por el pueblo. Todo el mundo contaba horrores de él y se consideraba como un esbirro capaz de los mayores atropellos y violencias (…).Tiene una fama pésima. Se afirma que está en relación con los ladrones y que lleva su parte en lo que se roba en Madrid. Se sabe que ha cometido mil atropellos (…).

Los gritos, ya distintos, que se oyeron a poco, de «¡Muera Chico! ¡A la horca! ¡A la horca!», nos hicieron comprender que el hombre que llevaban en las parihuelas, como un paso de Semana Santa, era el célebre jefe de policía de Madrid.


Fuentes y bibliografía:

  • Madrid en la sociedad del siglo XIX. Vo.l 1. Consejería de Educación. Edición a cargo de Luis E. Otero Carvajal y Ángel Bahamonde. Secretaria General Técnica. Servicio de Publicaciones. Madrid, 1986.

  • Congreso de los Diputados. Diario de sesiones. Serie Histórica. www.congreso.es.

  • Oratoria y periodismo en la España del siglo XIX. Seoane, María Cruz. Fundación Juan March-Editorial Castalia. Madrid, 1977

  • El sistema electoral de la Constitución de 1845. Ull Pont, Eugenio. Revista de Derecho Político, nº 39. 1994., pp. 107-157. Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

  • O´Donnell. Perez Galdós Benito. Biblioteca digital abierta.Textos .info. 2018.

  • La revolución de julio. Pérez Galdós, Benito. Biblioteca Virtual Universal. 2003.

  • Memorias de hombre de acción: El sabor de la venganza. Baroja, Pío. Rafael Caro Baggio. Madrid, 1921.

  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.





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