jueves, 23 de noviembre de 2023

Los Arias Dávila, una familia de la nobleza con intereses en Morata (I)

Pese a sus orígenes judíos, la familia logró privilegios en la corte de los reyes castellanos 

El creador del linaje, Diego Arias Dávila, regidor de Segovia adquirió propiedades en Morata y toda la comarca

Hace unas semanas tratábamos en el blog la ejecutoria de la Real Chancillería de Valladolid que protegió el derecho al libre paso de los vecinos de Morata, junto a los de Chinchón y Villaconejos, por Torrejón de Velasco, villa de señorío del conde de Puñonrostro. La sentencia, promulgada a finales del siglo XVI, corrobora la presencia en la comarca de la familia Arias Dávila, poseedores del condado de Puñonrostro y señores de Casasola, la fortaleza que dominaba la vega del Tajuña. Aunque el castillo, construido por Juan de Contreras y símbolo de su influencia social se levantaba en lo que hoy es término de Chinchón, no por ello los Arias Dávila dejaron de poseer intereses en Morata, villa en la que fueron propietarios de bienes rústicos y urbanos. En algunos momentos aparecen como prestamistas de dinero al propio Concejo o como vendedores de extensos lotes de tierras y de casas cuando se produjo la llegada a Morata de los marqueses de Leganés como nuevos señores de la villa. 


Mucho antes de que los Arias Dávila vendieran a los marqueses de Leganés, ya en el siglo XVII, algunos de sus bienes en la villa de Morata existe constancia de la presencia de esta familia de orígenes segovianos no sólo en Morata sino en otras muchas villas del entorno y, sobre todo, en lo que hoy es el término municipal de Chinchón donde fueron propietarios del castillo de Casasola que mandara construir, antes de ser adquirido por el conde de Puñonrostro, Juan de Contreras.

El primer miembro de la familia que cuenta con propiedades en Morata, y también es responsable de su influencia en la comarca durante varios siglos, es quien, a todos los efectos, se considera fundador del linaje de los Arias Dávila, Diego Arias Dávila (1400-1466).

Nacido en la ciudad de Avila, aunque con antepasados procedentes de tierras cántabras en el norte de la península, Diego Arias Dávila logró, sin que lo impidiera su origen humilde -se dice que su ascenso comenzó a partir de la venta de especias como comerciante ambulante-, convertirse en contador mayor de Hacienda y contador Mayor de cuentas con el rey Juan II y con su hijo y sucesor Enrique IV de Castilla. 

Que un miembro de una familia judía, convertido al cristianismo en su infancia, con lo que eso significaba en la primera mitad del siglo XV, llegara a tan altos cargos en la corte castellana, donde también ejerció como consejero real, se explica a partir de su ambición y de su habilidad a la hora de relacionarse con miembros de la nobleza de su época, Alvaro de Luna y el conde de Cifuentes entre otros. En su ascenso social y económico también influyó su nombramiento para cargos como el de regidor de la por entonces poderosa ciudad de Segovia, un punto de partida para enriquecerse y ampliar su influencia en las altas esferas de la administración local y de la propia corte. 

Quizá fue cargo municipal de regidor en el Concejo de la ciudad castellana el que facilitó la llegada y la presencia de Diego Arias Dávila y su familia a lo que hoy es término municipal de Chinchón y a otras villas como Ciempozuelos, Villaconejos y, por supuesto Morata. Esta villas, localizadas al sur de la sierra, a mediados del siglo XV pertenecían a la denominada Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, un territorio por entonces fronterizo con otros señoríos como el Arzobispado de Toledo o la Comunidad de la Ciudad de Alcalá de Henares. 

En los años en que Diego Arias Dávila ya ejerce como regidor de la ciudad de Segovia y cuando ya ha tomado la decisión de crear su mayorazgo para perpetuar su linaje familiar, su nombre aparece reflejado en documentos que tratan sobre la administración y el pago de impuestos en los sexmos segovianos de los que por entonces formaban parte Morata, Chinchón y el resto de villas que ya hemos citado. Así, por ejemplo, en 1462 un documento firmado como testigo por Diego Arias, y que reproducimos según se transcribe, literalmente, en un trabajo de Nicolas Ávila Seoane sobre laDocumentación Trastámara en el Archivo Municipal de Chinchón, recoge una carta de poder para el cobro del impuesto de las alcabalas en estos municipios reiteradamente citados:

(…) Sepan quantos esta carta de poder vieren cómmo yo Gonçalo Rodrigues del Río, veçino en la muy noble e leal çibdad de Segovia, arrendador e rrecabdador mayor del rrey nuestro sennor de las alcavalas e terçias de la dicha çibdad de Segovia e su tierra este presente anno de la fecha desta carta, otorgo e conosco que do e otorgo todo mi poder conplido, libre e llenero, bastante, segund que lo yo he e segund que meior e más conplidamente lo puedo e devo dar e otorgar de derecho, a vos Diego de Rueda, veçino en la dicha çibdad, e al que vuestro poder ovier, espeçialmente para que por mí e en mi nonbre vos e el quel dicho vuestro poder ovier podades demandar, rrecabdar, rrecebir e aver e cobrar todos e qualesquier maravedís que a mí son devidos del terçio primero de las alcavalas de los lugares que son en los sexmos de Valdeloçoya e de Casarruvios del Monte e de Valdermoro e Morata, e de los lugares de Çienposuelos e Sant Martín de la Vega syn la dicha Casarruvios e Valdemoro e Morata, los quales lugares que son en los dichos sexmos e en cada uno dellos con la dicha Çienposuelos e Sant Martín de la Vega son en tierra de la dicha çibdad de Segovia (...). 

(…) Que fue fecha e otorgada en la dicha çibdad de Segovia a catorse días del mes de iunio anno del nasçimiento del Nuestro Sennor Ihesuchristo de mill e quatroçientos e sesenta e dos annos. 

Testigos que fueron presentes e vieron firmar su nonbre al dicho Gonçalo Rodrigues: Diego de Ávila e Diego Gutierres de Córdova e Iuan de Sant Estevan, veçinos en la dicha çibdad (…).


Torreón de Los Arias Dávila en Segovia: (Fuente: acuarela de Valentín Cardedera y Solano, 1850)

Creación del mayorazgo con posesiones en Morata, Chinchón y otras villas y lugares de la comarca

La mejor prueba del ascenso social del antiguo vendedor de especias y practicante de la religión judía fue la creación, en 1457, del mayorazgo familiar que contó con la obligada y preceptiva licencia real. En ese año Diego Arias servía como contador mayor de Enrique IV, procurador en Cortes y regidor del concejo no sólo de Segovia sino también de Toledo y Madrid. La institución del mayorazgo como entidad jurídica destinada a prolongar el linaje familiar nos permite constatar cómo entre los bienes destinados al primogénito heredero ya se encontraban numerosas propiedades localizadas entre otros lugares en la propia ciudad de Segovia y, como ya hemos citado, en las villas Chinchón, Morata, Ciempozuelos o Villaconejos, integradas por entonces en alguno de los sexmos en que se organizaba administrativa y geográficamente la citada Comunidad de la Ciudad de Segovia. 

En qué momento estas bienes inmuebles situados en Morata y otras villas vecinas pasaron a formar parte del patrimonio del fundador del linaje de los Arias Dávila es algo que desconocemos, pero lo cierto es que al morir Diego en el año 1466 ahí aparecen estas propiedades entre otras muchas que pasaron a su primogénito, las que formaban parte del mayorazgo, y al resto de sus herederos aquellas que no se incluían en dicho mayorazgo.

Cuando Diego Arias Dávila decide fundar su mayorazgo ya se encontraba casado, en segundas nupcias, con Elvira Gonzalez madre de sus dos hijos, el primogénito y heredero del mayorazgo Pedro Arias Dávila, El Valiente; Juan Arias Dávila, futuro obispo de Segovia, y de su única hija Isabel Arias Dávila. Antes de este matrimonio, Diego Arias estuvo casado por un corto periodo de tiempo con Juana Rodriguez, fallecida a temprana edad, del que no se conoce descendencia. Hubo un tercer enlace de Diego Arias Dávila con María Palomeque, la viuda que sobrevivió a su marido cuando este murió en 1466.

Gracias al trabajo de María Eugenia Contreras Jiménez Linaje y transición histórica: Los Arias Dávila entre el medievo y la modernidad, conocemos algunos aspectos clave del reparto de los bienes existentes a la muerte de Diego Arias Dávila. Estos bienes estaban integrados por los incluidos en el mayorazgo, adjudicado al primogénito Pedro Arias Dávila, y otros libres que se adjudicarían a Juan e Isabel Arias Dávila, sus hijos, y a otros herederos, entre ellos su tercera mujer María Palomeque.

En el testamento de Diego Arias Dávila aparece, en efecto, su viuda Maria Palomeque como beneficiaria del mismo por una cantidad que se cuantifica en el documento notarial en 400.000 maravedíes. Según se desprende del contenido del testamento, este dinero debía de abonarse en metálico o en bienes pertenecientes al testador situados en Morata, Bayona, Eça [Eza], Villaverde, y Monasterio.*. Sobre estos 400.000 maravedíes, Diego Arias Ávila incluye las siguientes instrucciones en sus últimas voluntades:

(…) las cuales dichas quatroçientas mill mrs. mando que le sea pagadas en esta guisa, que le den todas las casas e olivares e vinnas e tierras e todos los otros bienes rayses que yo tengo en Chinchon, syn Casasola y su termino, por quanto es del mayoradgo, la qual no es mi voluntad que le sea dada. E otros que le sean dadas en el dicho pago las heredades e bienes rayses que yo tengo en Morata e en Eça e Villaverde e en Monesterio e en Vayona e en sus términos (...). 

Gracias a este apartado del testamento tenemos constancia de que los Arias Dávila eran poseedores de bienes en Morata y que, además, el territorio en torno a Casasola y su término no podía entrar en el pago a la viuda de su herencia por formar parte del mayorazgo adjudicado al primogénito y que, por tanto, era parte indivisible del mismo. Para que el deseo del testador fuera respetado por sus hijos y herederos. Diego Arias Dávila ordenó que en la partición y ejecución del testamento participasen dos personas que garantizasen que se cumpliera su contenido y voluntad:

(…) e que le sean dado todo el presçio que lo apresçiaren doss buenas personas, la una que sea tomada por parte de la dicha donna Maria y la otra por parte de mis herederos sobre juramento que sobre ello fagan que es lo que oy dia vale todo e que por el presçio que ellos juraren que vale, le sea dado, e sy non llegare a las dichas quatroçientas mill mrs., que lo que faltare le sea luego dado por mis herederos en dineros contados e le sea dexado todo lo que consygo traxo a mi compañia que ella tenia e lo que yo después le dy graçioso. E que todo lo al que resçibio para tener por mi en guarda, segund esta por el mi ynventario por donde lo resçibio, que lo de e entregue a los dichos mis herederos para ellos e que se aya por contenta con las dichas quatroçientas mill mrs. asy de ganançias como de otras qualesquier cosas aunque por derecho nin por conçiencia yo non le so obligado a cosa alguna de ello, que otra ves lo juro a Dios que non entiendo que le soy en cargo en mis bienes de çincuenta mill mrs. nin dende arriba (…).

Sin embargo, pese a que el testador deseaba Bayona y las antiuguas aldeas de Monasterio, Villaverde y Eça, parece que la mayoría de estos fueron adjudicados a Juan Arias Dávila, el segundo hijo varón de Diego y futuro obispo de Segovia, por lo que, para cumplir lo mandado en el testamento en relación con María Palomeque fue necesario que los hijos de Diego Arias Dávila compensaran a la viuda con una cantidad en metálico que permitiera cumplir la voluntad del testador. 

Esta partición de la herencia de Diego Arias Dávila a la muerte de este**, y la adjudicación a su hijo Juan de las propiedades localizadas en Morata fue la que determinó que, durante varios siglos, como veremos en próximas entregas del blog, los familiares de quien fuera obispo de Segovia siguiera siendo propietarios de estos bienes que, según está documentado, permanecieron en la familia, al menos, hasta el siglo XVII. Al mismo tiempo, la creación del mayorazgo y la inclusión entre sus bienes del término de Casasola, también posibilitó que esta propiedad, incluido décadas después el castillo, permaneciera en manos de los condes de Puñonrostro durante varios siglos.


*Las aldeas de Eça [Eza], Villaverde y Monasterio, situadas en la vega junto al cauce del Tajuña y a las lagunas naturales que afloraban entre las riberas del río y los cortados yesiferos próximos al mismo, estuvieron pobladas hasta el siglo XVI. Estos enclaves se localizaban en torno al paraje de Casasola. Cuando se produjo el fallecimiento de Diego Arias Dávila en 1466 la fortaleza de Casasola pertenecía a quien ordenó su construcción, Juan de Contreras, otro miembro de la nobleza menor que no dudo en levantar el castillo pese a la oposición de los vecinos de la cercana villa de Chinchón que lo denunciaron ante lo rey Enrique IV. Con el tiempo, en el siglo XVI, el castillo pasó a la familia Arias Dávila, cuando ya había obtenido el condado de Puñonrostro por decisión de Carlos I.

**Como veremos la próxima semana, el reparto de los bienes legados por Diego Arias Dávila a sus hijos fuera del mayorazgo adjudicado al primogénito, dio lugar a un pleito entre sus herederos.


Fuentes y bibliografía:

  • Documentación Trastámara en el Archivo Municipal de Chinchón. Ávila Seoane, Nicolas. Paseo documental por el Madrid de antaño. Universidad Complutense de Madrid.

  • Linaje y transición histórica: los Arias Dávila entre el medievo y la modernidad. Contreras Jiménez, María Eugenia. Memoria para optar al grado de doctor. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. Departamento de historia Medieval. Madrid, 2018.










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