jueves, 23 de diciembre de 2021

Morata, tierra de olivares y de aceite (VI)

La aceituna cornicabra es la variedad que predomina en el olivar morateño.

José Hidalgo Tablada, pionero en los estudios de agronomía y alcalde de Morata, escribió sobre esta variedad, su reproducción y enfermedades

Si la pasada semana veíamos como la superficie de cultivo del olivar se ha incrementado a lo largo de la historia en el término municipal de Morata, la entrada del blog de esta semana la dedicaremos a la aceituna cornicabra, la variedad presente en la práctica totalidad de los olivares morateños. Además, analizaremos los métodos de plantación y las enfermedades y plagas que afectan al olivar, siguiendo los trabajos de un pionero de las investigaciones agronómicas en España, José Hidalgo Tablada.


Cornezuelo, cabrilla, rostrata, rapunier (en Francia) … distintas denominaciones para identificar a la variedad de aceituna más habitual en el centro de España, en la Comunidad de Madrid y en la comarca de las Vegas, la aceituna que, además, es la que da su identidad a los olivares y al aceite de Morata, la aceituna cornicabra.

Dejemos que sea uno de los primeros especialistas en la enseñanza de la agricultura que impartieron magisterio en España y vayamos a los trabajos de investigación de José Hidalgo Tablada, un auténtico especialista en el cultivo del olivar y de la vid durante el siglo XIX , para conocer las características de la aceituna cornicabra.

Hidalgo Tablada, militar en su juventud, y especialista en la enseñanza agrícola en su madurez y periodista y divulgador de las técnicas agrícolas más avanzadas durante la segunda mitad del siglo XIX. Además de alcalde* de Morata en dos periodos y juez de la villa, fue autor de Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo, un libro pionero en su tiempo y que aún hoy, más de 150 años después de su primera edición, se ha reeditado en una edición facsímil**. En este libro de Hidalgo Tablada encontramos una descripción perfecta del olivo de la variedad cornicabra y de sus frutos:

(…) Árbol es el de más dimensiones que se conoce, la mayor parte de los que se distinguen por su gran tamaño en la especie olivo, pertenecen a esta variedad. Sus ramas son rectas, fuertes y las secundarias y terciarias propenden a inclinarse al suelo al que llegan los ramos y ramillos, si se cuida el árbol, formando entre el tronco y las haldas un hueco espacioso. Sus ramas tienen la corteza verde pardusco, el tronco en la inserción de las ramas en él, presentan diferentes capas de corteza despegada (…).

Sobre las hojas de los olivos cornicabra y sus frutos señala Hidalgo Tablada:

(…) Hojas, las del olivo cornicabra son de la forma y dimensiones, ordinariamente, que indica la figura [de tamaño medio y forma elíptico-lanceolada], en su parte inferior es color blanco claro y la superior verde oscuro, lisa y con fibras bien marcadas (…). El fruto tiene de alto 28 milímetros y de diámetro 19. Su peso por término medio es 5 gramos y 2 decigramos; color negro colorado, carne adherente al hueso, que pesa 1 gramo 2 decigramos y de consiguiente la pulpa tiene 4 gramos. Es la aceituna que da mejor aceite de las tardías, pero en las tempranas la mayor parte son mejores. Se emplea para aceite generalmente, y también aunque poco para adobarlas (…).

Finalmente, Hidalgo nos ofrece en su libro una relación de las zonas de cultivo olivarero donde más prolifera el olivo cornicabra, una variedad que, algunos autores, señala que tiene su origen en la localidad toledana de Morar de Toledo:

(…) Localidad: se cultiva en toda España, y principalmente en la región central, en que los olivares están poblados de esta variedad. En la región septentrional, en las riberas del Ebro, la llaman acebuche, y se ven árboles de dimensiones colosales, que no maduran el fruto porque no se limpian, y estando muy estrechos, la sombra impide que el sol obre cual se necesita en aquella latitud; en Tudela de Navarra, más que en otro algún punto, deben tenerse presente estas observaciones. Vive en toda clase de tierras, pero en las fértiles y ventiladas, con abundantes labores y abonos, lleva en abundancia (…).

En uno de los capítulos de su libro Hidalgo, que además de experto agrónomo también era un cultivador de olivos y vid en el término morateño, hace una referencia directa a la variedad cornicabra en Morata y describe un ejemplar de este tipo de olivo para describir su sistema de raíces:

(…) ya dijimos a qué distancia y profundidad; tenemos ejemplos para conocer la marcha de las raíces del olivo; ahora añadiremos que, en 1849, arrancamos una oliva de grandes dimensiones, pero que a efecto de haberse cortado hacia muchos años las guías de las cuatro piernas que tenía, estaba muy deteriorada y no llevaba fruto. El árbol media de diámetro encima de la chopera o cepa 1 metro y 50 centímetros, de aquí nacían cuatro piernas que la menor tenía 7 metro de altura, y hasta la raíz ocho metros y 50 centímetros: era de la variedad cornicabra que es la que domina en este término de Morata (…).

El Perdigocho de la Cárcava, ejemplar de la variedad cornicabra, propiedad de Juan Luis de la Torre, que ganoó en 2015 el premio al mejor olivo monumental de la Comunidad de Madrid. Se calcula que tiene alrededor de 300 años. (Foto ABC)

Plantación y marco del olivar en Morata

Sigue siendo necesario seguir las explicaciones y los estudios especializados de José Hidalgo Tablada para conocer, siquiera en una forma resumida, qué sistemas han utilizado los agricultores morateños durante cientos de años para plantar y convertir sus parcelas en olivares de la variedad cornicabra. Hoy, por regla general, para renovar un olivar, sea cual sea la variedad, o realizar nuevas plantaciones se puede acudir a viveros para conseguir las plantas pero, hasta no hace muchos años, en Morata, cualquier agricultor conocía los métodos de reproducción de estos árboles. Hidalgo nos resume estos sistemas de plantación en su libro:

(…) Hay costumbres de localidad que establecen prácticas, que marcan la condición del clima, así como hay otras que no tienen razón de ser, que solo el empirismo las conserva y perpetúa. Decimos esto, por haber visto en Navarra multiplicar el olivo de plantones de estaca, y de igual suerte hacerlo en Andalucía, siendo así que en la región central, se hace de garrotes: siendo esos métodos lo general en las tres regiones, aunque se vean excepciones muy marcadas. La razón de hacer en las provincias andaluzas, lo que en las del Norte, nos pareció desde luego que no podía tener un fundamento sólido, y la práctica de ensayos hechos para averiguar la certeza, nos convenció de no habernos equivocado. (…) en Morata, cerca de Madrid, esto es, en el centro de la región central, tenemos multiplicados ejemplos de olivos que de ambas formas hemos plantado, dando buen resultado (…).

A la hora de plantar un olivo, los agricultores debían de tener en cuenta la calidad de las tierras y también si en la misma parcela se tenía previsto también cultivar un viñedo. En el Catastro de Ensenada, en las llamadas Respuestas Generales, se hace mención expresa a este asunto con el objetivo de que las autoridades fiscales pudieran hacerse una idea de las plantas que se podían contabilizar, aproximadamente, por fanega de tierra:

(…) A la octava pregunta declararon que (…) los olivos unos están plantados a marco real, de cuarenta pies en cuadro, y otros sin estar en toda la tierra, aunque guardada la misma distancia (…).

En su obra Hidalgo Tablada nos ofrece también una interesante aportación en torno al marco de plantación del olivar. Tal como hemos reseñado ya en más de una ocasión, en Morata, y en los pueblos vecinos, siempre constituyó un práctica muy habitual combinar en una misma parcela el olivar y el viñedo. Para estos casos, Tablada hacía la siguiente afirmación:

(…) La distancia entra cada olivo debe determinarse cuando se planta solo y cuando se efectúa con la vid, que es lo que tiene lugar en la región central y en algunos puntos de las otras, se coloca cada pie dejando de dos a cuatro cepas de intervalo. Se dejan dos cuando la vid está puesta a 3 metros 50 centímetros de distancia, de la cual resulta que los olivos se encuentran a 7 metros; también se ponen dejando tres cepas en hueco y se encuentran a 10 metros y 50 centímetros. Y cuando el hueco entre las cepas es menor, se dejan cuatro o cinco cepas entre cada dos plantas de olivos.

Poniendo el olivo solo en la tierra destinada a la plantación, la distancia que debe mediar entre cada pie se debe determinar teniendo en cuenta la altura a que se eleva la variedad que se planta y al mismo lo que conviene darle según la localidad (…).

En la práctica, estos métodos de plantación dan lugar a parcelas de olivar con más o menos plantas y más o menos espesas. Tengamos en cuenta que muchos de los olivares que hoy aún vemos en Ll Llano de Morata se plantarían muchos de ellos entre mediados y finales del siglo XIX, época en la que escribía Hidalgo Tablada, y en ellos se puede apreciar, a simple vista, estos distintos sistemas de plantación y la distancia tan variable entre planta y planta.

Enfermedades y plagas del olivar

En su Tratado del cultivo del olivo… Hidalgo Tablada hace una de las primeras aproximaciones sistemáticas que se publicaron en España sobre las enfermedades que afectaban al olivar. Desde su explotación olivarera de Morata, con la experiencia de la investigación sobre el terreno, quien fuera alcalde de la villa realiza un repaso a los que él denomina enemigos que atacan a este árbol [olivo] y los medios para eliminarlos:

(…) El aceitón, mangla, o tizne, procede según unos, de insecto; según otros, de hongos; y hay quien cree, que de la parte carbonosa de una alimentación imperfecta. Ello es, que llega a cubrir todo el árbol, sin dañar a las aceitunas que contiene, pero esterilizándolo para en adelante. Puede conjeturarse que la causa primordial es la humedad, con falta de ventilación; por consiguiente, es mejor y mas fácil precaverla, que haber de curarla. En los olivares una vez invadidos, conviene abrir zanjas para que corra el agua, no cavar ni arar la tierra, sino mas bien apretarla, para que forme tez y no se recale con las lluvias, limpiar mucho los olivos por dentro y fuera , y con buena y potente poda ventilarlos (…)..

Hidalgo Tablada también se refiere a una enfermedad muy característica y conocida del olivo, la melera:

(…) Nosotros hemos hecho por examinar atentamente el progreso de la enfermedad que nos ocupa(…); esto es, olivos en sitios secos y ventilados que tenían, y tienen hoy, la negra; verdad es que nosotros lo hemos buscado 25 años y hemos recorrido casi toda España. Además hemos tenido la suerte de vivir la mayor parte del tiempo en Morata, y tenemos en nuestra propiedad y en la de nuestros amigos y convecinos elementos y ejemplos que estudiar (…). La melera la hemos visto en sitios de regadío, en los olivares de las inmediaciones de Jaén, en Alicante, Almería, Morata, Aragón, Tudela y Corella en Navarra; y esto en grande escala: en terrenos secos y ventilados expuestos al Mediodía en Villarrubia de los Ojos, Ciudad-Real; en las inmediaciones de Logroño; y nosotros tenemos olivos que expuestos al Mediodía, terreno seco y ventilado, se le ha presentado y continúa presentándose, cuando los años secos y alta temperatura hacen que la traspiración sea excesiva (…). Para curar el olivo de la melera es necesario (…) cuando el suelo es húmedo se harán zanjas que permitan la circulación de la humedad y queden las raíces del árbol en las condiciones que le son propias. (…) se podarán y limpiarán los olivos dejándolos de modo que circule libremente el sol y la luz.

La poda y limpia de los olivos es también la recomendación que hace José Hidalgo Tablada para atajar la enfermedad que denomina kerme:

(…) La melera y el kerme, juntos y separados son los enemigos más terribles que ha tenido siempre el olivo, y la historia cuenta localidades enteras en que hubo necesidad de cortar los árboles entre dos tierras, otras en que los talaron por las cruces y estamos seguros de que no hay sitio en que no haya olivos en que no exista una y otra enfermedad, en mayor o menor escala, y juntas o separadas (…).

Citaremos también, la referencia que hace Hidalgo Tablada a una de las enfermedades más dañinas para el olivo, todavía muy frecuente en todos lo olivares de Morata y que requiere un continuo tratamiento de las plantas para su erradicación: la mosca del olivo. En su Tratado del cultivo del olivo…, Hidalgo describe al insecto que provoca la enfermedad:

(…) de cinco milímetros de largo, palpos, frente, antenas y abdomen color amarillo rojo con tres listas negras en el abdomen, alas más largas que el cuerpo y de color dorado con rayas negras. Este insecto pone sus huevecillos microscópicos sobre la aceituna apenas formada y de ellos nace un gusanillo que se desarrolla y vive haciendo galerías en la pulpa del fruto. Hemos encontrado varias veces tres y cuatro gusanos en la aceituna y está casi comida. El gusano en su completo acrecimiento se parece al de la polilla, pero difiere en tener once anillos ben lugar de doce que tiene aquel y en que las mandíbulas del de la polilla es de color claro y este negro.

La manera de atacar este insecto no es otra que recoger el fruto antes de que llegue el momento de abandonarlo para seguir su metamorfosis que si la aceituna se amontona tiene lugar, y lo mejor es molerla acto seguido.

Hidalgo Tablada completa su relación de las enfermedades que afectan al olivar con la descripción de otras patologías también frecuentes en la planta como la polilla, el barrenillo o escarabajuelo, el aspidiote y las verrugas, agallas y viruelas del olivo.



*José Hidalgo Tablada (Mountaban, 1814-Morata, 1894), nacido en Francia donde su padre permanecía preso tras la guerra de la Independencia. Militar de carrera, donde alcanzó el grado de capitán, en su madurez se dedicó a investigar las técnicas agrícolas, sobre todo en los cultivos de vid y de olivo, y el modo de mejorar el agro español, su productividad y la economía de los agricultores y jornaleros. Fundó varias revistas agrícolas y fue autor de una amplia bibliografía especializada en agricultura. Durante dos periodos, 1846-1850 y 1880-85, ejerció como alcalde de Morara y también ostentó el cargo de juez municipal. 

Biografía de José Hidalgo Tablada 


** Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de la señora viuda e hijos de don José Cuesta. Madrid, 1870.

(Ed. Facsímil, colección medio celemín. Editorial Maxtor)



Fuentes y bibliografía:

  • Hacienda real y mundo campesino con Felipe II. Las perpetuaciones de tierras baldías en Madrid. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid-Consejería de Agricultura. Madrid, 1990.

  • Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de la señora viuda e hijos de don José Cuesta. Madrid, 1870.

Agricultura general que trata de la labranza del campo (…). Herrera, Alonso de. Edición José de Urrutia. Madrid, 1790.

  • Toledo en época de frontera. Ladero Quesada, Miguel Ángel. Universidad Complutense de Madrid. Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, nº 3, 1984.

  • Relaciones Topográficas de Felipe II. Madrid. Estudio introductorio. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Imprenta de la Comunidad. Madrid, 1993.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999. (Transcripción de las respuestas de Morata al interrogatorio).

  • Relaciones Topográficas de los pueblos de España, lo más interesante de ellas. Ortega Rubio, Juan. Sociedad Española de Artes Gráficas. Madrid, 1918.

  • La vida rural castellana en tiempos de Felipe II. Salomon, Noël. Ariel Historia. Madrid, 1982.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales de Morata de Tajuña. H 408 y  H. 410.

  • Riqueza y propiedad en la Castilla del Antiguo Régimen. (La provincia de Toledo del siglo XVIII). Donézar Díez de Ulzurrún, Javier M. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid, 1997.

  • Toledo 1751. Según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada (Introducción). Donézar Díez de Ulzurrún, Javier M. Centro de Gestión Catastral y Cooperación Tributaria. Ayuntamiento de Toledo. Tabapress. Madrid, 1990.

  • Biblioteca Nacional (ms 4.508).

  • Ordenanzas municipales y gremiales de España en la documentación del Archivo Histórico Nacional. Cadeñanos Bardeci, Inocencio. Cuadernos de Historia del Derecho. Ediciones Complutense. Madrid, 2017.

  • La productividad de los factores en la agricultura española (1752-1935). Bringas Gutiérrez, Miguel Ángel. Universidad de Cantabria 1998.

  • Memoria sobre el estado de la Agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz de Andino, Eduardo. Imprenta, Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau. nSucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1876.

  • Contestación al interrogatorio sobre cultivo de olivo, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañavate, Fernando. Establecimiento tipográfico de M. Minuesa. Madrid, 1881.

  • Desarrollo local en el municipio de Morata de Tajuña. Dochao, Andrés, Santillana, Myriam, Díez, Alberto. Abril, 1990.

  • Madrid, virgen extra. Ciencia y experimentación para la calidad del aceite. Bienes Allas, Ramón; Cabello Sáenz de Santa María, Félix, de Lorenzo Carretero, Cristina; Palancar Olmo, Margarita; Pérez Jiménez, María Ángeles, Pons Romero, Juan Ramón; Vergara García, Gregorio. Imidra. Comunidad de Madrid. Madrid, 2011,

  • Hacia un modelo europeo de extensión rural agroecológica. Praxis participativas para la transición agroecológica. Un estudio de caso en Morata de Tajuña, Madrid. López García, Daniel. Universidad Internacional de Andalucía. Edición electrónica, 2012.

  • Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza. BAENA, C.354, D.453-464.



viernes, 17 de diciembre de 2021

 

Morata, tierra de olivares y de aceite (V)

Datos de cultivo del olivar en Morata y en la comarca en los siglos XIX y XX y hasta la actualidad

En los dos últimos siglos el olivar, su cultivo, aumentó en Morata según todos los censos realizados a nivel provincial. Si con el Catastro de Ensenada, a mediados del siglo XVIII, se comprobó que en el secano de Morata se cultivaban alrededor de 1.200 fanegas de olivares, todas las estadísticas posteriores indican un incremento de la superficie de olivar que, además, a partir de finales del siglo XX, coincidió con la practica desaparición de otro cultivo emblemático de Morata, el viñedo. Además de los datos correspondientes a Morata, también incluimos los que afectan a la comarca de Las Vegas.


Aunque ya hemos advertido en entregas anteriores que las cifras del cultivo de olivar en Morata siempre están condicionadas por la práctica, tan habitual, de combinar en una misma parcela olivares y vides, todas las estadísticas apuntan al incremento citado que analizaremos en esta entrega del blog.

La primera de las estadísticas que hemos localizado para el siglo XIX corresponde a un estudio muy amplio en el que se analiza, a nivel nacional, la productividad del sector agrícola español durante un amplio periodo de tiempo que abarca desde 1752 -con las cifras del Catastro de Ensenada-, hasta 1935, justo antes del comienzo de la guerra civil.

De este estudio, elaborado por Miguel Ángel Bringas Gutiérrez, profesor de la Universidad de Cantabria y titulado La productividad de los factores de la agricultura española (1735-1935), nos interesa destacar dos puntos del mismo: primero, que desde el siglo XVIII, y por supuesto en el siglo XIX, el sector agrícola morateño aparecía en muchas de estas estadísticas, lo que implicaba su importancia a nivel provincial y, en algunos casos, nacional.

El otro aspecto a destacar son los datos que aporta sobre el olivar morateño en el año 1818, justo después de finalizar la guerra de la Independencia y cuando comenzaron a proliferar las estadísticas agrarias, bien con fines hacendísticos, como los denominados amillaramientos, o también con el objetivo de conocer el estado del sector terciario español. Según el dato que aporta respecto al olivar morateño en 1818, obtenido de los denominados Cuadernos Generales de la riqueza y apeos y valuaciones generales, en Morata se cultivaban en ese periodo inicial del siglo XIX 350 hectáreas de olivares, bien es cierto que en esta cifra no se especifica si corresponde a parcelas exclusivas de olivar o, por el contrario, también se incluyen aquellas parcelas en las que se combinaba el cultivo olivar-viñedo.

Conforme avanzó el siglo muchas de las estadísticas y estudios fueron impulsados por instituciones de carácter provincial que, como en el caso de la Diputación Provincial de Madrid, buscaban conocer la situación del medio rural de la provincia. Es el caso de un trabajo publicado en 1876 que buscaba precisamente analizar la agricultura madrileña a partir de los datos de cada cultivo en cada uno de los partidos judiciales en que entonces se dividía la provincia.

En la Memoria sobre el estado de la Agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo, obra de Eduardo Abela, se recogen únicamente 1.603 hectáreas dedicadas al olivar en todo el partido judicial pero, según se asegura en el texto, a esta cifra, ciertamente reducida, había que añadir las plantas de oliva localizadas en las viñas que ascendían, en todo el partido judicial de Chinchón, a 160.281 olivos, que en superficie significaban otras 2.000 hectáreas. Afortunadamente, el autor del texto incluye las cifras individualizadas de Morata que, según Eduardo Abela, era el municipio del partido judicial con mayor superficie dedicada al olivar:

(…) El término municipal que mayor extensión de olivares tiene amillarados es Morata de Tajuña, el cual declara algo más de 471 hectáreas y posee también 65.724 olivos en asociación de otros cultivos, representando otras 800 hectáreas, y en total aproximado 1.271 hectáreas (…).

En la memoria también se incluyen otros datos estadísticos sobre el olivar, concretamente el valor asignado a cada olivo en cinco términos municipales de la provincia:

(…) Concluiremos dando una sucinta idea de los valores que aquí alcanza el olivar. Nuestros datos se refieren sólo a cinco términos municipales. En los de Chinchón, Colmenar de Oreja y Morata de Tajuña cada olivo vale de 40 a 80 reales y renta de 2 a 4. En Ciempozuelos estiman el valor de 30 a 70 reales, y en los mismos tipos de 2 a 4 la renta. En San Martin de la Vega señalan todavía igual renta y el valor de 20 a 60 rs. (…).

Unos años después, en 1881, el Ministerio de Fomento, responsable de la agricultura y la ganadería, realizó una amplia encuesta en la provincia de Madrid para averiguar la situación de la vid, el olivar y otras plantas industriales. Los datos se agruparon, de nuevo, por partidos judiciales pero también se ofrecieron a nivel local. Lo más interesante de este estudio, publicado con el título de Contestación al interrogatorio sobre cultivo de olivo, vid y agrios e industrias derivadas, es que muestra los datos de todas las modalidades de cultivo del olivar: olivar, olivar con otros cultivos e, incluso, olivar de secano y regadío, este último prácticamente inexistente y muy reducido.

Para Morata, los datos son los siguientes:

  • Regadío, Olivar con otros cultivos 61 hectáreas, 64 centiáreas

  • Secano, Olivar 273 hectáreas 57 áreas

  • Secano olivar con otros cultivos 1.207 hectáreas, 30 áreas.

  • Total: 1.480 hectáreas, 87 áreas.

Estos eran los datos del olivar para el resto de municipios del partido judicial, en todas sus modalidades de cultivo:

  • Aranjuez, 263 ha.

  • Arganda, 1.606 ha.

  • Belmonte, 907 ha.

  • Brea, 697 ha.

  • Carabaña, 1.118 ha.

  • Colmenar de Oreja, 4.132 ha.

  • Chinchón, 3.173 ha.

  • Estremera, 627 ha.

  • Fuentidueña, 79 ha.

  • Morata, 1.480 ha.

  • Perales de Tajuña, 3.034

  • Tielmes, 708 ha.

  • Valdaracete, 1.263 ha.

  • Valdelaguna, 637 ha.

  • Villaconejos, 434 ha.

  • Villamanrique de Tajo, 132 ha.

  • Villarejo de Salvanés, 1.566 ha.

Para hacernos una idea de la importancia del olivar en esos años en el partido judicial de Chinchón, el más destacado para este producto de la provincia e Madrid, añadiremos que en todo su territorio se cultivaban 21.864 hectáreas de olivares, lo que significaba el 19 por ciento de toda su superficie. A nivel local, destacaban Perales de Tajuña con el 62 por ciento de su superficie dedicada al olivar, Belmonte, con el 38 por ciento y Morata y Colmenar de Oreja con el 32 por ciento de su término municipal.

 Olivares en el paraje de Las Cabezas en 1956) (Fuente: https://www.madrid.org/nomecalles/)

El cultivo del olivar en el siglo XX

Para analizar la importancia del olivar en Morata, y también en otros pueblos de la comarca, en los años finales del pasado siglo y hasta los primeros años del actual, nos remitiremos a distintos estudios estadísticos elaborados por la Comunidad de Madrid y por algunas organizaciones profesionales del sector.

Hemos de señalar que la extensión del olivar en Morata en los años finales el siglo XX y los primeros del actual no ha variado mucho respecto a las 1.480 hectáreas que se cuantificaban en el año 1881 en la Contestación al interrogatorio sobre cultivo de olivo, vid y agrios e industrias derivadas. Concretamente, según un estudio sobre Desarrollo local en el municipio de Morata de Tajuña en el año 1990 se cultivaban 1.490 hectáreas de olivar, sólo 10 hectáreas más que las contabilizadas en 1.881, bien es cierto que, en ese año, la mayoría de las plantas de olivo se cultivaban en asociación con el viñedo, mientras que, ya a finales del pasado siglo, las viñas habían pasado a ser un cultivo prácticamente residual en el término municipal de Morata.

Contamos, por último, con dos estadísticas más, ambas referidas ya al presente siglo. La primera de ellas se recoge en una publicación de la Comunidad de Madrid y del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA). En este texto, Madrid, virgen extra. Ciencia y experimentación para la calidad del aceite, con datos de 2005, pero publicado en el año 2011, se señala que en todo el territorio de la Comunidad de Madrid se cultivan unas 25.000 hectáreas de olivar localizadas, como en épocas anteriores, en las comarcas de Las Vegas, Campiña y Suroccidental. Específicamente se citan los municipios de Villarejo de Salvanés, Tielmes, Perales de Tajuña, Valdaracete, Colmenar de Oreja, Morata de Tajuña, Arganda del Rey, Carabaña, Chinchón o Campo Real como las localidades en las que se cosecha más del 50 por ciento de aceituna y del aceite producido del total regional.

En estos datos, tomados de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid (2005), Morata aparece con una extensión total de 1.527 hectáreas, superficie de olivar que solo es superada en las localidades de Villarejo de Salvanés, Valdaracete, Colmenar de Oreja, Campo Real, Chinchón, Aranjuez y Arganda del Rey

Esta estadística también recoge el número de olivos por municipio y para Morata se cuantificaron 110.156 plantas, que arrojan una media de plantación de 72 plantas por hectárea.

Por último, citaremos un trabajo publicado en el año 2012 con datos recogidos en la Cámara Agraria de Arganda en 2007. En este estudio de Daniel López García, Hacia un modelo europeo de extensión rural agroecológica. Praxis participativas para la transición agroecológica. Un estudio de caso en Morata de Tajuña, Madrid, se eleva la cantidad de superficie dedicada al olivar hasta las 1.659 hectáreas, de un total de 2.340 hectáreas de cultivo distribuidas por todo el término municipal. En términos porcentuales, esas 1.659 hectáreas suponen el 71% de todas las tierras cultivadas, la cantidad más elevada de las registradas desde que se tienen datos del olivar en Morata. En este trabajo también se afirma que la producción del olivar morateño supone el 8% del total de la Comunidad de Madrid.

En la próxima semana veremos cómo se ha trabajado en estos olivares históricamente, las variedades existentes en Morata y las enfermedades que han afectado a estos olivos.


Fuentes y bibliografía:

  • Hacienda real y mundo campesino con Felipe II. Las perpetuaciones de tierras baldías en Madrid. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid-Consejería de Agricultura. Madrid, 1990.

  • Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de la señora viuda e hijos de don José Cuesta. Madrid, 1870.

Agricultura general que trata de la labranza del campo (…). Herrera, Alonso de. Edición José de Urrutia. Madrid, 1790.

  • Toledo en época de frontera. Ladero Quesada, Miguel Ángel. Universidad Complutense de Madrid. Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, nº 3, 1984.

  • Relaciones Topográficas de Felipe II. Madrid. Estudio introductorio. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Imprenta de la Comunidad. Madrid, 1993.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999. (Transcripción de las respuestas de Morata al interrogatorio).

  • Relaciones Topográficas de los pueblos de España, lo más interesante de ellas. Ortega Rubio, Juan. Sociedad Española de Artes Gráficas. Madrid, 1918.

  • La vida rural castellana en tiempos de Felipe II. Salomon, Noël. Ariel Historia. Madrid, 1982.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales de Morata de Tajuña. H 408 y  H. 410.

  • Riqueza y propiedad en la Castilla del Antiguo Régimen. (La provincia de Toledo del siglo XVIII). Donézar Díez de Ulzurrún, Javier M. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid, 1997.

  • Toledo 1751. Según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada (Introducción). Donézar Díez de Ulzurrún, Javier M. Centro de Gestión Catastral y Cooperación Tributaria. Ayuntamiento de Toledo. Tabapress. Madrid, 1990.

  • Biblioteca Nacional (ms 4.508).

  • Ordenanzas municipales y gremiales de España en la documentación del Archivo Histórico Nacional. Cadeñanos Bardeci, Inocencio. Cuadernos de Historia del Derecho. Ediciones Complutense. Madrid, 2017.

  • La productividad de los factores en la agricultura española (1752-1935). Bringas Gutiérrez, Miguel Ángel. Universidad de Cantabria 1998.

  • Memoria sobre el estado de la Agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz de Andino, Eduardo. Imprenta, Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau.Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1876.

  • Contestación al interrogatorio sobre cultivo de olivo, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañavate, Fernando. Establecimiento tipográfico de M. Minuesa. Madrid, 1881.

  • Desarrollo local en el municipio de Morata de Tajuña. Dochao, Andrés, Santillana, Myriam, Díez, Alberto. Abril, 1990.

  • Madrid, virgen extra. Ciencia y experimentación para la calidad del aceite. Bienes Allas, Ramón; Cabello Sáenz de Santa María, Félix, de Lorenzo Carretero, Cristina; Palancar Olmo, Margarita; Pérez Jiménez, María Ángeles, Pons Romero, Juan Ramón; Vergara García, Gregorio. Imidra. Comunidad de Madrid. Madrid, 2011,

  • Hacia un modelo europeo de extensión rural agroecológica. Praxis participativas para la transición agroecológica. Un estudio de caso en Morata de Tajuña, Madrid. López García, Daniel. Universidad Internacional de Andalucía. Edición electrónica, 2012.




 

 

 

 

 

https://www.madrid.org/nomecalles/

jueves, 9 de diciembre de 2021

 

Morata, tierra de olivares y de aceite (IV)

Las ordenanzas de la villa (1734) incluían varios apartados para proteger el cultivo de los olivares

Estamos a mediados del siglo XVIII y en Morata, como hemos visto las pasadas semanas, se cultivaban alrededor de 1.200 fanegas de olivares, bien en parcelas en las que sólo aparecían plantas de olivo o, también, en otras en las que las olivas se mezclaban con las cepas. Para cultivar esta amplia extensión del término municipal, no menos de 95 labradores y unos 102 jornaleros, según los datos del Catastro de Ensenada, trabajaban para sacar adelante la cosecha de aceituna calculada, para esos años, una temporada con otra, en 4.120 fanegas de aceitunas o 226.000 kilos anuales. Para proteger estas cosechas y este cultivo, las ordenanzas de la villa de Morata recogían en varios apartados medidas en defensa del olivar.


En los años que estamos tratando, el olivar era, por su importancia en la economía local y por las fanegas destinadas a su cultivo, un sector a proteger y a promocionar por parte de las autoridades de Morata. Para los labradores morateños, y también para los jornaleros censados en la villa, el olivar era fuente de ingresos anuales y también de miles de jornales a los largo de casi todo el año. Sólo los cereales, trigo y cebada fundamentalmente, y el cultivo de la vid, por supuesto, aportaban más a la economía de Morata. Ni siquiera los cultivos de regadío en la vega, por aquella época muy limitados por la siembra de cereales y viña para aprovechar las aguas del Tajuña, podían situarse al nivel del olivar, producto que además aportaba también, como en el caso de la vid, el valor añadido de la elaboración del aceite.

Esta dependencia de las cosechas agrícolas para la vida de los vecinos de Morata, para su economía y desarrollo, propició la promulgación de una ordenanza municipal que, en su mayor parte, solo buscaba la protección de los cultivos y un cierto orden a la hora de fijar las temporadas de cosecha de cada uno de ellos. Eran ordenanzas a favor de la agricultura, muy proteccionista y, a la vez, muy celosas de la actividad ganadera a la que, al contrario de siglos anteriores en pleno auge de la Mesta, se intentaba controlar, especialmente en la explotación de los pastos y otros medios de alimentación del ganado en el término municipal.

Los olivares y el ganado ovino

La ordenación de la actividad agrícola y ganadera por medio de las ordenanzas de la v illa no era, en absoluto, una iniciativa limitada a Morata. Desde siglos anteriores, desde la Edad Media de hecho, pero fundamentalmente en el siglo XVIII y también en el XIX, este ordenamiento legal de ámbito municipal buscaba armonizar y regular la vida local y, especialmente, aquellas actividades que servían a los vecinos para ganarse la vida. De alguna forma, con las lógicas adaptaciones, han llegado hasta nosotros como un ejemplo de un tipo de normativa que buscaban el bien común y, como se afirma en el preámbulo de las ordenanzas de la villa Morata (…) el mejor régimen y gobierno de ella (…).

Que estas ordenanzas buscaban, sobre todo, la regulación de la vida agrícola y su relación con el sector ganadero se manifiesta también en las primeras líneas del texto de las mismas. Sus redactores, alcaldes y regidores del concejo morateño, afirmaban con crudeza el deterioro de los usos y costumbres (…) en todas las cosas tocantes y pertenecientes a la recolección de frutos, cultivos de campos, permanencia de alamedas, cultivos de viñas y olivas y (…) de uno y otro así porque la malicia de muchos se ha extendido a damnificar a otros mirando por sus intereses (…). Esta situación obligaba, y a la vez justificaba, una nueva redacción de un ordenamiento que regulara estas actividades.

Las Ordenanzas de la villa de Morata, tal como han llegado a nosotros en una copia literal que se conserva en la Biblioteca Nacional*, fueron aprobadas en 1734 y, aunque fueron contestadas y reprobadas por los ganaderos locales, entraron definitivamente en vigor en sus 51 puntos el 9 de marzo de 1737**, cuando el rey Felipe V sancionó y confirmó el texto.

Los pastores se oponían sobre todo a los artículos de las ordenanzas que regulaban, limitaban y fijaban el momento en que los ganados podían entrar a los olivares tras la cosecha de la aceituna. Aunque pedían que se respetaran unas antiguas ordenanzas que, decían los ganaderos, el concejo había ocultado deliberadamente por entender que les beneficiaba, su batalla se centró en impedir que se aprobaran los artículos 20, 24, 25, y 33. Especialmente fueron beligerantes contra el artículo 25 que les impedía entrar con las ovejas en los olivares y que fue confirmado por la sanción real tal como fue redactado por los representantes del Concejo de Morata:

25.-Ítem ordenaron y mandaron que por evitar los daños que en todo tiempo ocasionan los ganados en las olivas y que se guarde la costumbre inmemorial que en esto ha habido y lo mando por los señores del Real y Supremo Consejo habiéndola querido invertir los pastores que en ningún tiempo del año se pueda introducir ganado de ningún especie entre olivas aunque en ellas haya restrojos o barbechos (…).


Ordenanza de Morata que prohíbe sacar de cuajo las olivas (BNE)

Proteger los olivares, las cosechas y la producción y calidad del aceite

Junto a la decidida defensa de los olivares del término de Morata frente a los ganados ovinos que significaba la aprobación del artículo 25 de las ordenanzas, son muchos más los puntos en los que los redactores buscaban apoyar este cultivo, tal como hacían con la siembra y cosecha de cereales y, por supuesto, la vid. En el caso del olivar estos eran los artículos incluidos en las ordenanzas para su protección:

1

Primeramente ordenaron y mandaron sus mercedes que ninguna persona de cualquier calidad y estado y condición que sea pueda sacar a cuajo cualquier oliva alguna en el término y jurisdicción de esta Villa aunque sea suya propia sin licencia expresa de la Justicia quien teniendo necesidad de hacerlo por ser vieja o infructífera o por aclarar su heredad mandará que lo vean los veedores y apreciadores del campo y informen si la relación que a tal parte hiciere es cierta (…)

2

Ítem, para que el fruto de la aceituna se coja con entera sazón y el aceite sea de mejor calidad ordenaron y mandaron que persona alguna de cualquier estado, calidad o condición que sea vayan a coger aceitunas hasta tanto que por el Ayuntamiento se dé expresa licencia para ello (…).

3

Ítem, por cuanto se experimenta que a muy pocos días de empezado a coger dicho fruto de aceituna salen muchas personas a rebuscar y recoger los desperdicios y origina de eso que cogen en las olivas en que aún no han entrado los dueños sino es también que faltan recogedores y jornaleros para acabar de recoger dichos frutos, ordenaron y mandaron que de modo alguno salga a dicha rebusca hasta tanto que por la Justicia se fije edicto o licencia para ello (…).

4

Ítem, ordenaron y mandaron que cualquier persona que vendiere aceituna en los molinos o fuera de ellos sin tener olivas de donde haberlo podido coger incurra en la pena de doscientos maravedíes por la primera vez, y lo mismo el que la comprare (…).

5

Ítem, ordenaron y mandaron que persona alguna de cualquier estado, calidad o condición que sea envíe ni vaya a arar los olivares levantando el fruto hasta pasado quince días de la publicación de la rebusca (…).

6

(…) que ninguno de los jornaleros, podadores o escamujadores pueden traer ni traigan cepellones algunos de los que cortan si no es que por escrito y no de otra forma lleven licencia de los dueños de las viñas y no trayendo dicha licencia consigo se den por condenados y lo mismo se entienda con los escamujadores de olivos que después de sus jornales se traen equivalencia de otro jornal en leña a sus casas (…).

25

Item ordenaron y mandaron que por evitar los daños que en todo tiempo ocasionan los ganados en las olivas y que se guarde la costumbre inmemorial que en esto ha habido y lo mando por los señores del Real y Supremo Consejo habiéndola querido invertir los pastores que en ningún tiempo del año se pueda introducir ganado de ningún especie entre olivas aunque en ellas haya restrojos o barbechos (…).

26

Ítem, por cuanto se ha experimentado muchas veces que algunos pastores con desordenada malicia cortan los ramos y guías de las olivas para dárselas a comer a sus ganados y hacer en esto considerable daño a los árboles y el bien común ordenaron y mandaron que por cada guía o ramo que corten siendo como un dedo de gruesa y de ahí arriba hasta el grueso de una muñeca pague por la primera vez setenta y ocho maravedíes de pena (…).

27

Ítem, por cuanto se experimenta que comiéndose los pastores la aceituna de algún pago de olivas luego tienen por costumbre ausentarse a la mayor distancia del término con toda brevedad para que se impute la culpa a otro y esto es justificable e viendo y reconociendo los corrales y moradas donde asestan y duermen dichos ganados que estos la aceituna que de día han comido la rumian de noche y expelen los huesos fuera, ordenamos que a cualquiera que en corral o majada donde duerme el ganado se hallasen tales huesos sea condenado (…).

35

Ítem, que en ningún pueda persona alguna atar caballería mular, asnal ni caballar en cepas ni olivas de heredad ajena, por cuento se experimenta que si está sin frutos la vid se comen las guías y pulgares y con él se acedan y pierden y muchas veces los destrozan y arrancan y roen las ramas de oliva y comen sus faldas (…).

41

Ítem, porque no hay costumbre de que haya medidor ni medida señalada para el trigo y cebada, habas, aceitunas y otras especies, sino es que cada cosechero tiene sus medidas o las buscan para vender y en eso acontece mucho agravio por no estar muchas corregidas si bien defectuosas o por malicia de los dueños o porque la medida por donde se hizo no estaba fielmente corregida, ordenaron y mandaron que persona alguna tenga medida de las tales especies que no esté corregida con el patrón de esta (…).

43

Ítem, por los muchos fraudes que ocasionan los medidores de vino y aceite cohechando a los sacadores de ello unas veces por dádivas de los vendedores y otras por malicia de los medidores ofreciéndoles dar más de lo que les toca en la medida y algunas veces faltan a los ajustes que tienen hecho porque lleven lo que ellos quieren y no queriéndolos conducir donde lo hay bueno y de calidad por el concierto que tienen hecho con algunos cosecheros de que les den tanto por arroba, cuba o tinaja porque se lo vendan en perjuicio del vino de calidad y de los mismos arrieros y del bien común por perder la estimación la bodega y retirarse los sacadores, ordenaron y mandaron que cualquier medidor que recibiese dádiva alguna, sea dinero o cosa equivalente por la venta de vino o aceite de algún cosechero incurra en la pena de quinientos maravedíes (…).



*Para documentar esta entrega del blog hemos consultado la copia de las ordenanzas de la Villa de Morata que se conserva en la Biblioteca Nacional de España (ms.4.508), realizada en el año 1803 por el escribano municipal Ramón García Nieto. En su redacción según la información que se aporta en el manuscrito, participaron el corregidor de la villa, Fernando Antonio Pariente, Miguel Sánchez de San Agustín, alcalde ordinario; Baltasar de Salcedo y Juan de Almazán, regidores por el estado de caballeros hijosdalgo, y Pedro Sánchez Bravo y Joseph Ruiz Bravo, alcaldes por el estado llano.


**La oposición y los recursos contra las ordenanzas de Morata se extendieron en el tiempo y llegaron hasta el año 1831, aunque, eso sí, la sanción real de su contenido en 1737 permitió que estuvieran plenamente en vigor y con la redacción original de los miembros del Concejo de Morata. Como se ha dicho fueron los ganaderos, pastores y propietarios de ganado ovino, quienes pleitearon reiteradamente contra las Ordenanzas. La impugnación de 1734 fue continuación de otros procesos legales planteados frente al Concejo de Morata por los ganaderos en los años 1615, 1617, 1633, 1682, 1685, 1688, 1691 y 1692. En esta batalla legal contaron, curiosamente, con el apoyo del conde de Altamira, señor de la Villa, que también se opuso a su promulgación y entrada en vigor.


Fuentes y bibliografía:

  • Hacienda real y mundo campesino con Felipe II. Las perpetuaciones de tierras baldías en Madrid. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid-Consejería de Agricultura. Madrid, 1990.

  • Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de la señora viuda e hijos de don José Cuesta. Madrid, 1870.

Agricultura general que trata de la labranza del campo (…). Herrera, Alonso de. Edición José de Urrutia. Madrid, 1790.

  • Toledo en época de frontera. Ladero Quesada, Miguel Ángel. Universidad Complutense de Madrid. Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, nº 3, 1984.

  • Relaciones Topográficas de Felipe II. Madrid. Estudio introductorio. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Imprenta de la Comunidad. Madrid, 1993.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999. (Transcripción de las respuestas de Morata al interrogatorio).

  • Relaciones Topográficas de los pueblos de España, lo más interesante de ellas. Ortega Rubio, Juan. Sociedad Española de Artes Gráficas. Madrid, 1918.

  • La vida rural castellana en tiempos de Felipe II. Salomon, Noël. Ariel Historia. Madrid, 1982.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales de Morata de Tajuña. H 408 y  H. 410.

  • Riqueza y propiedad en la Castilla del Antiguo Régimen. (La provincia de Toledo del siglo XVIII). Donézar Díez de Ulzurrún, Javier M. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid, 1997.

  • Toledo 1751. Según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada (Introducción). Donézar Díez de Ulzurrún, Javier M. Centro de Gestión Catastral y Cooperación Tributaria. Ayuntamiento de Toledo. Tabapress. Madrid, 1990.

  • Biblioteca Nacional (ms 4.508).

  • Ordenanzas municipales y gremiales de España en la documentación del Archivo Histórico Nacional. Cadeñanos Bardeci, Inocencio. Cuadernos de Historia del Derecho. Ediciones Complutense. Madrid, 2017.





jueves, 2 de diciembre de 2021

 

Morata, tierra de olivares y de aceite (III)

A mediados del siglo XVIII los frailes dominicos del Rosario y el conde de Altamira eran los mayores propietarios de olivares

Otras familias, como los Ruiz de Castañeda o los Cuevas, también poseían un importante patrimonio olivarero

La pasada semana veíamos como en las tierras de secano de Morata se cultivaban unas 1.200 fanegas de olivares a mediados del siglo XVIII. También destacábamos que estos olivares eran calificados en distintas categorías por los peritos que colaboraron en la elaboración del Catastro de Ensenada en Morata. En esta entrega del blog aprovecharemos la excelente documentación que nos ha quedado de las averiguaciones del catastro para analizar cómo se distribuía la propiedad de estos olivares entre los distintos vecinos de Morata y, también, entre otros grandes propietarios como el señor de la villa, el conde de Altamira, o los frailes del convento de dominicos del Rosario de Madrid.


La explotación olivarera de los frailes dominicos del Rosario

Los frailes del convento de Dominicos del Rosario de Madrid eran, sin duda, si nos ceñimos al clero, los mayores propietarios de fincas rurales en Morata a mediados del siglo XVIII. Por encima de ellos, y en este caso hablamos de un miembro de la nobleza, sólo el conde de Altamira acumulaba más propiedades en el término de Morata.

Hablaremos en primer lugar de los frailes dominicos. Esta orden religiosa de los dominicos del Rosario, junto a otros religiosos regulares como los jesuitas del Colegio Imperial de Madrid, o los también dominicos del convento de Atocha, poseían un importante patrimonio en varios pueblos del entorno de la capital del reino. En estos años de mediados y finales del siglo XVIII, fueron conocidos, en expresión del conde de Floridablanca, como monjes granjeros, por sus extensas explotaciones agrícolas que se dedicaban, sobre todo, en localidades como Arganda, Chinchón o Alcalá de Henares, al cultivo de la vid y del olivar y a la transformación y elaboración de sus cosechas de uva y aceitunas. En Morata, como vamos a ver, también destacaban por su actividad agrícola y su dedicación, entre otras actividades, al cultivo del olivo y a la transformación de la aceituna en la almazara de su propiedad.

Los dominicos del Rosario se establecieron en la casa de labranza que poseían en el entonces denominado camino de San Martín, -actual avenida de la Constitución- en la amplia parcela que ocupa actualmente la Casa Mac Crohon y todo el terreno adyacente. Pero su llegada a Morata se había producido unas décadas antes. A mediados del siglo XVII, Octavio Centurión, miembro de una familia de banqueros italianos afincados en España desde al menos finales del siglo XVI, fundó el convento en Madrid, en el entorno de la calle de San Bernardo y la actual Gran Vía madrileña.

A este convento urbano se le sumaron sus propiedades en la villa de Morata, y también en Chinchón y Perales, donde establecieron una importante explotación agrícola, en la que contaban con nueve trabajadores fijos entre mozos de labranza, criados y arrieros. Sus bienes incluían viñedos, olivares, tierras de secano y de regadío, eras de pan trillar, pozas de cáñamo y, por supuesto, lagares y almazaras para elaborar su producción de vino y aceite.

En el caso que tratamos en estas entregas del blog, los olivares, los frailes dominicos sumaban 3.527 olivas distribuidas por todo El Llano de Morata. De este patrimonio olivarero 2.121 olivas correspondían a olivares que, en su mayoría, se calificaron como de buena calidad y que, también en su mayor parte, se localizaban en parajes situados al norte de la población como la Raya de Arganda, el Camino de Alcalá, la Fuente del Valle, la Tarayuela o El Parronal.

El resto de las olivas de los dominicos, 1.406 pies, se localizaban en parcelas en las que las plantas de olivo se combinaban con el cultivo de la vid. Curiosamente, este tipo de explotación agrícola a la que ya nos referimos la pasada semana, fue muy común en viñas de los frailes del Rosario y, en su mayoría, se situaban al oeste del término municipal –La Cárcava, las Casas Altas o la Cuesta de San Martín- y en parcelas de grandes extensiones como la que poseían en La Solana con 28 fanegas de superficie con 11.000 cepas y 600 olivas. Sin duda, por entonces, una de fincas más importantes de todo el término municipal.

La producción de estos olivares tenía su destino final en la almazara que los frailes poseían en el entorno del actual jardín de San Isidro, en el denominado callejón del Molino. Cuando los dominicos poseían este molino de aceite, a mediados del siglo XVIII, era prácticamente una zona en la que no existían viviendas y sí varios molinos aceiteros, como veremos en su momento al tratar sobre la elaboración de aceite en Morata. 

Relación de olivares propiedad del convento de dominicos del Rosario en Morata (AHPT)

 

Los olivares del conde de Altamira

Otro propietario que contaba con un importante patrimonio en fincas destinadas al cultivo del olivar era el conde de Altamira. En el momento de la elaboración del catastro el titular de la casa condal, y como tal señor de la villa de Morata, era Ventura Osorio de Moscoso y Fernández de Córdoba, X conde de Altamira.

En esos años, cuando se hicieron las averiguaciones del Catastro de Ensenada, el conde de Altamira era el propietario de 2.399 olivas distribuidas en 73 fanegas repartidas por todos los parajes del término de Morata.

A estas olivas había que añadir las que se encontraban en El Bosque, en el mismo lugar que hoy identificamos con el parque del mismo nombre. Sin embargo, esta finca cuando estaba en el patrimonio del conde de Altamira era muy diferente a lo que conocemos actualmente, sin olivos ni encinas y con un arbolado en el que predomina el pino. En el siglo XVIII la finca del conde de Altamira, que también la utilizaba como cazadero, ocupaba doscientas catorce fanegas y, además de zonas arboladas con encinas y álamos blancos y negros localizados en las proximidades de los diversos manantiales que brotaban en las zonas más escarpadas, también se contabilizaban varias plantaciones de oliva de diferentes calidades, según especificaba en la documentación del catastro Diego de Almazán, administrador del conde de Altamira en la villa:

(…) y tiene dicho bosque dos mil y trescientas y un pies de olivas y la mitad de ellas se labran en pedacitos [sic] y las demás no se pueden labrar por estar entre cerros y peñascos, y tiene entre estas trescientas olivas de buena calidad y seiscientas de mediana y las restantes de la más ínfima (…).

Curiosamente, el conde de Altamira, a pesar del extenso patrimonio en fincas rústicas que disfrutaba en Morata, especialmente en la vega en las tierras de regadío, donde era, con mucha diferencia, el mayor propietario, sólo explotaba directamente* estos olivares de El Llano y de El Bosque, que sumaban 4.700 olivas en total, mientras que el resto de sus fincas se explotaban por parte de los vecinos de Morata en arrendamiento o tomadas a censo.

Otros grandes propietarios de olivares

La documentación del catastro también nos permite identificar a aquellos labradores que acumulaban extensas explotaciones de olivares en el término de la villa. Entre estos grandes propietarios destacan dos vecinos de Morata que, a su condición de propietarios y cultivadores de olivares, unían también el hecho de ser propietarios de almazaras o molinos de aceite en los que molturar su producción olivarera.

Joseph de Cuevas, vecino de Morata y domiciliado en una casa junto a la fuente en la calle Real de Arganda, era propietario de una extensa hacienda orientada, preferentemente, al cultivo de cereales y, sobre todo, a la producción de aceitunas y elaboración de aceite en la almazara de su propiedad. Cuevas declaró a los jueces encargados del catastro la propiedad de 54 fanegas de olivares en los que labraba 1.870 olivas de las que 1.350 estaban calificadas como de buena calidad y el resto de calidad media. Resultaba evidente, como veremos en próximas semanas, que Juan de Cuevas, además de su propia cosecha se dedicaba también a la molturación de la cosecha de olivas de muchos vecinos de la villa.

Dos miembros de la familia Ruiz de Castañeda, miembros de la pequeña nobleza local, también destacaban por su dedicación al cultivo olivarero. Pedro Antonio Ruiz de Castañeda, vecino de San Martín de la Vega pero con un amplio patrimonio en Morata, poseía una casa en la calle real a San Martín –actual avenida de la Constitución- con un almacén de aceite con diez y seis tinajas en las que almacenar la producción de sus más de 3.000 olivas distribuidas por todo el Llano de Morata.

Su hermana María Antonia Ruiz de Castañeda, domiciliada en una casa también situada en lo que hoy es avenida de la Constitución, pero que en la época del catastro se conocía como calle Real que sale a la ermita del Rosario, era titular de más de 4.000 olivas que ocupaban unas 113 fanegas de tierra. Además, en su casa disponía de un almacén con 6 tinajas con capacidad para cuatrocientas arrobas de aceite.

Al margen de estos grandes propietarios que hemos citado –el convento de dominicos del Rosario, el conde de Altamira, Juan de Cuevas o los hermanos Ruiz de Castañeda-, la mayor parte de los olivares estaban muy repartidos entre los labradores de la villa de Morata. Este reparto de la propiedad olivarera nos remite a una gran cantidad de pequeños propietarios con una cosecha anual –o bianual- relativamente reducida que destinarían gran parte de su producción al autoconsumo o, también, a la venta fuera de la villa para lograr mayores plusvalías. No hay que olvidar que en estos años de los que tratamos el aceite no dejaba de ser un producto al alcance de muy pocas economías, casi un producto de lujo, lo que obligaba a muchas familias a utilizar como grasa para cocinar la manteca de cerdo, producto mucho más asequible para las clases menos pudientes.

Para finalizar la entrega de hoy planteamos una propuesta para cuantificar la producción anual de los olivares morateños, siempre con la prevención a la que obliga, pese a la fiabilidad de las fuente, la dificultad de calcular estas producciones. A partir de las cifras de producción que asignaron los redactores del catastro a las distintas calidades de olivas plantadas en el Llano podemos calcular una producción anual de 4.120 fanegas de aceitunas o 226.600 kilos, un año con otro, y teniendo en cuenta el descenso de producción tras los años de mayores cosechas. En próximas entregas analizaremos cómo las ordenanzas municipales protegían este cultivo olivarero y como se regulaba la recolección y hasta la rebusca de los olivares.



*Todos los titulares del señorío de Morata, tanto cuando lo ostentaban miembros de la Casa de Leganés como cuando pasó a los condes de Altamira, siguieron un patrón de explotación de sus bienes rústicos muy similar: arrendamiento o tierras dadas a censo de las fincas de la vega o de las viñas de secano y de regadío y, por el contrario, cultivo directo de los olivares que les pertenecían el término. De hecho, como veremos en próximas entregas, estos olivares, junto con El Bosque, fueron las últimas fincas que permanecieron en el patrimonio de los condes de Altamira hasta bien entrado el siglo XIX cuando el resto de propiedades rústicas –viñas y tierras de riego- hacía décadas que habían sido enajenadas.



Fuentes y bibliografía:

  • Hacienda real y mundo campesino con Felipe II. Las perpetuaciones de tierras baldías en Madrid. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid-Consejería de Agricultura. Madrid, 1990.

  • Tratado del cultivo del olivo en España y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de la señora viuda e hijos de don José Cuesta. Madrid, 1870.

Agricultura general que trata de la labranza del campo (…). Herrera, Alonso de. Edición José de Urrutia. Madrid, 1790.

  • Toledo en época de frontera. Ladero Quesada, Miguel Ángel. Universidad Complutense de Madrid. Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, nº 3, 1984.

  • Relaciones Topográficas de Felipe II. Madrid. Estudio introductorio. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Imprenta de la Comunidad. Madrid, 1993.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999. (Transcripción de las respuestas de Morata al interrogatorio).

  • Relaciones Topográficas de los pueblos de España, lo más interesante de ellas. Ortega Rubio, Juan. Sociedad Española de Artes Gráficas. Madrid, 1918.

  • La vida rural castellana en tiempos de Felipe II. Salomon, Noël. Ariel Historia. Madrid, 1982.

  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales de Morata de Tajuña. H 408 y  H. 410.

  • Riqueza y propiedad en la Castilla del Antiguo Régimen. (La provincia de Toledo del siglo XVIII). Donézar Díez de Ulzurrún, Javier M. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid, 1997.

  • Toledo 1751. Según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada (Introducción). Donézar Díez de Ulzurrún, Javier M. Centro de Gestión Catastral y Cooperación Tributaria. Ayuntamiento de Toledo. Tabapress. Madrid, 1990.