viernes, 1 de julio de 2022

 

Siembra, siega y trilla, el trigo y otros cereales en Morata (V)

En el siglo XIX el cereal mantuvo todavía su importancia en la economía local y comarcal

El cambio de siglo, del XVIII al XIX, en poco afectó al cultivo del que hemos venido tratando estas últimas semanas. El cereal, y particularmente el trigo y la cebada, mantuvo su importancia en la economía morateña en esa centuria y, si bien con el avance de los años aparecerían al final de la centuria nuevos cultivos como la remolacha, la vega del Tajuña seguiría siendo terreno propicio para la siembra de esos granos que aseguraban al agricultor ingresos y al pueblo jornales que reactivaban y condicionaban la vida económica de Morata.



Si la pasada semana comentábamos cómo las oscilaciones en las cosechas de cereales provocaron motines y levantamientos populares, la crisis social, política y económica que se derivó de la guerra de la Independencia, a comienzos del siglo XIX, también afectó directamente al cultivo y comercio de los granos, sobre todo la cebada y el trigo, en todos los pueblos que abastecían a la capital del reino, entre ellos Morata y todos los municipios de la comarca del Tajuña.

La siembra del cereal en la vega del Tajuña permitía a los agricultores en muchos casos doblar cosechas, trigo o cebada y, posteriormente, la siembra de cultivos hortícolas tardíos. De ahí que las tierras de secano se destinaran al olivar y al viñedo, sin olvidar por ello el cereal, y que las más productivas de la vega continuaran dedicándose al plantío de cereales como había venido sucediendo desde la Edad Media.

En estos años de principios del siglo XIX, en plena guerra contra Francia, Morata seguía dedicando por tanto buena parte de su fuerza de trabajo al cereal. Eran años difíciles y el abasto de granos a la población era cuestión prioritaria para las autoridades. El gobierno de José I, para intentar promover el cultivo del trigo y cebada, declaró la libertad de precios de estos productos esenciales en un edicto publicado el 26 de diciembre de 1.809.

Para incentivar estos cultivos, básicos siempre y más en tiempos de guerra, el cambio legal fue notificado en primer lugar a los intendentes de las comarcas cerealistas más importantes de las provincias castellanas, mientras que en la provincia de Madrid, villas como Getafe o Vallecas también fueron convenientemente informadas junto a Morata y otros pueblos vecinos como Arganda, Perales, Chinchón o San Martín de la Vega.

Este interés por contactar con estos pueblos para anunciar los cambios en el comercio de granos suponía que la comarca de la vega del Tajuña se consideraba una de las que, para las autoridades de la época, contaban en el abasto de Madrid, según se indica Mariano Caballero Espericueta en su trabajo sobre Comercio e industria madrileños en la transición del Antiguo régimen al sistema liberal (1788-1833).

El cereal en Morata desde mediados del siglo XIX

No varió mucho la importancia del cereal para la economía morateña en las décadas que siguieron a la guerra de la Independencia. Su siembra en regadío evitaba el riesgo que sufrían los plantíos de trigo y cebada en secano, siempre pendientes de que un año de sequía se llevara por delante la cosecha y, con ella, la economía de las familias de agricultores y por extensión de todo el pueblo. La seguridad que proporcionaba el río Tajuña a los agricultores justificaba esta siembra de cereales en las tierras más fértiles del término. Esta realidad era reconocida en los textos de la época cuando se consideraba al Tajuña uno de los ríos más importantes para la agricultura de toda la extensa cuenca del Tajo:

(…) Confirma ya este hecho el utilísimo Tajuña, el rio agrícola por excelencia de la cuenca del Tajo; solo los ricos cultivos de Chinchón, Morata y Perales, dignos rivales de Valencia y Murcia, bastarían por sí para justificar su importancia. Levantados en Mayo los forrajes, pónese para verdeo la judía, el tomate o el pimiento, y sobre rastrojo, quemado en Santa María de Agosto, se echan los esquilmos tardíos (…).

Este texto, aparecido en el catálogo de la Exposición de los Productos Agrícolas de la Península, Islas Adyacentes y Provincias de Ultramar celebrada en Madrid en 1857, confirma cómo el cereal de regadío continuaba marcando la economía de los pueblos de la vega baja del Tajuña. En esta exposición, con la que se pretendía mostrar lo mejor de la agricultura española, dos vecinos de Morata participaron con sendas muestras de los cereales que cultivaban: Francisco Salcedo Ruiz, que presentó una partida de trigo, de la variedad chamorro, y Mateo Sánchez, presente la exposición con cebada común.

En 1868, en el Anuario administrativo y estadístico de la provincia de Madrid, de Francisco Javier de Bona, se apunta que en toda la provincia se cultivaban 51.571 hectáreas de trigo y 26.064 de cebada, mientras que el maíz, un cereal que todavía no se había extendido en el agro madrileño, sólo contaba con unas exiguas 11 hectáreas de cultivo en todo el territorio provincial y ninguna en la vega del Tajuña. En ese mismo anuario, que ofrece estadísticas del año 1858, como hemos señalado, agrupadas por partidos judiciales, los municipios del partido judicial de Chinchón producían 85.136 fanegas de trigo y 139.560 de cebada.

Para entender estas producciones y rendimientos del cereal, lo que a la postre significaba mayor o menor riqueza para los agricultores, contamos con una obra que buscaba determinar la situación de la agricultura en la provincia de Madrid. Publicada en 1876, Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo. Este trabajo de Eduardo Abela nos permite también conocer las técnicas agrícolas que empleaban estos mismos agricultores en sus cultivos cerealistas.

Así, parece en el texto las cantidades de semilla utilizada para el trigo y la cebada y su producción por hectárea:

(…) tomando el partido de Chinchón, en el que parece más favorable la relación, se ve que se siembran [de trigo] en hectárea de vega 297 litros de trigo para recolectar 2.500; que en el mismo se siembran 357 litros de cebada en vega, para obtener una cosecha de 3.573, es decir, que en el trigo la relación es de 1 a 8,5 próximamente, y en la cebada de 1 a 10, relación bien exigua tratándose de terrenos que pasan por feraces y en climas como el de Madrid (…).

Sobre estas cantidades de semilla, Eduardo Abela constataba la tendencia en los pueblos del Tajuña a usar mayor cantidad de grano:

(…) En los trigos y cebadas las cifras del grano sembrado son más proporcionadas: demasiado crecidas acaso en Chinchón y en las vegas de Morata de Tajuña, siendo extraña la tendencia de echar mayor cantidad de simiente en los terrenos más fértiles, por el equivocado principio de que pueden llevar más; pues lo que de este modo consiguen es que no se desarrollen bien las plantas, en armonía con las superiores condiciones de fertilidad de las tierras (…).

Confirmaba el autor la calidad del regadío en la vega del Tajuña para los cultivos de cereal, frente al menor rendimiento del secano:

(…) Obsérvase el buen rendimiento del trigo y de la cebada en las vegas de Chinchón, Colmenar de Oreja y Morata de Tajuña, que demuestra la gran fertilidad de sus terrenos de aluvión (…). También se percibe la excelente constitución de las tierras altas que forman extensa llanada entre Chinchón y Colmenar de Oreja, que nos dicen son arcillo-calcáreas. No hemos tenido tiempo ni ocasión de reconocerlas. El rendimiento de las tierras altas en Morata de Tajuña [el secano] anuncia su inferior calidad (…).

Otro trabajo que recogía la situación de la agricultura madrileña en esos años aporta datos más concretos, por municipios, para todo el partido judicial de Chinchón. Fernando Ortiz Cañavate los recopiló en 1881 en un trabajo, Contestación al interrogatorio sobre el cultivo de cereales, olivo, vid y agrios e industrias derivadas, con el que se intentaba determinar el estado de la agricultura de la provincia de Madrid cuando ya finalizaba el siglo XIX.

En la tabla que recoge la superficie dedicada al cereal en cada uno de los pueblos del partido judicial de Chinchón se constata que en Morata se cultivaban un total de 1.269 hectáreas de cereal, 116 ha. en regadío y 1.153 ha. en secano. Esta superficie es prácticamente la misma que se había registrado a mediados del siglo XVIII en el Catastro de Ensenada, 1.300 hectáreas o, en otras palabras, el 30 % del término municipal (4.540 hectáreas). Habián pasado 200 años pero el cereal seguía manteniendo su importancia en la agricultura y economía madrileña.

Superficies de cereales dedicadas al cereal en el partido de Chinchón (1881)

No obstante, en esos años de finales del XIX ya se advertía que se avecinaban cambios importantes en la agricultura de la provincia de Madrid y, en lo que nos interesa, en la vega del Tajuña. En Morata, de momento, insistían en la importancia del cereal en la vega y así aparecía en la memoria sobre el estado de la agricultura en Madrid:

(…) Los terrenos de riego los preparamos para cereales dándoles cuatro vueltas de arado. Cada tres años se acostumbra abarbecharlos, sembrando en dicho año cosechas de primavera, como judías, tomates, patatas, etc. También en los rastrojos de cebada, después de sacada la mies, echamos golpes judías tardías, sin ninguna labor-preparatoria; porque después se benefician con dos cavas, la primera cuando empieza a brotar la hierba y la segunda al mes de nacer las judías (…).

Sin embargo, Eduardo Abela, el autor que había recopilado los datos que habían permitido chequear la situación del sector agrícola en la provincia, advertía:

(…) En los terrenos de vega, con riego, se asocia frecuentemente la explotación de cereales con la de algunos frutos de huerta: es el sistema que ha de reemplazarse utilizando el aprovechamiento de las plantas industriales (…).

Evidentemente, se estaba refiriendo a cultivos de plantas industriales que, como la remolacha, se implantarían en la vega baja del Tajuña a gran escala a principios del siglo XX. Hasta entonces, los agricultores seguirían teniendo una clara predilección por el trigo y la cebada a la hora de planificar su trabajo y sus cultivos. Eran año en los que, como señalaba Fernando Ortiz Cañavate, poco habían cambiado las faenas que exigían estos cultivos en relación a siglos pasados:

(…) La siega se sigue haciendo a brazo en la mayor parte de la provincia [de Madrid], y la trilla por el pisoteo de las yeguas a el uso de los trillos o matracones, siendo muy corto el número de máquinas segadoras y trilladoras que se conocen, las primeras generalmente de Woods y las últimas de Ransomes (…).

Esta ausencia de maquinaria moderna en la siega del cereal, obligaba, en los periodos de máximo trabajo, a contratar a cuadrillas de segadores procedentes de Galicia que, desde hacía muchas décadas, se desplazaban a los plantíos castellanos para trabajar en estas labores. El trabajo manual y la necesidad de finalizar en pocos días la siega, para evitar pérdidas en la cosecha, forzaba estas contrataciones, de mano de obra foránea, tal como ocurría en el resto de Castilla. Sobre esta llegada de temporeros a Morata en el verano un periódico madrileño publicaba una inquietante noticia que no hemos podido confirmar por otras fuentes:

Es tan intenso el calor que se está dejando sentir que en las inmediaciones de Morata de Tajuña se asfixiaron ayer tarde seis segadores gallegos. (El Globo, diario ilustrado, 26 de julio de 1876).

Podemos suponer que esa asfixia a la que se refiere el periódico sería, en realidad, lo que hoy conocemos como un golpe de calor.

En cualquier caso, el cereal siguió estando presente en el campo morateño, aunque con tendencia a decrecer, durante varios años más. Durante muchos siglos, tal como hemos visto en anteriores post, estos cultivos, las cosechas anuales de trigo y cebada, necesitaron de los molinos para dar salida a estos granos y transformarlos en harinas. Sobre estos molinos, cuya trascendencia en la economía local fue determinante desde los tiempos más remotós de la villa de Morata y de la propia comarca del bajo Tajuña, dedicaremos las próximas entregas del blog.





Fuentes y documentación:



  • El reino de Castilla en la Edad Media. Valdeón, Julio. Ediciones Moretón. Bilbao, 1968.

  • Agrosistemas hispanocristianos: el secano (Corona de Castilla, (siglos X-XV). Clemente Ramos, Julián. Universidad de Extremadura. Cristiandad e Islam en la Edad Media. Logroño, 2008.

  • La descripción y cosmografía de España: el mapa que nunca existió. Antonio Crespo Sanz. Dirección General del Catastro. Abril, 2012.

  • Transcripción del texto de Descripción y cosmografía de España- Boletín de la Real Sociedad Geográfica-Tomo L-Imprenta de Eduardo Arias-Madrid, 1908. (Pág 100-01).

  • Relaciones Topográficas de Felipe II. Madrid. Estudio introductorio. Alfredo Alvar Ezquerra. Comunidad de Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Imprenta de la Comunidad. Madrid, 1993.

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña-Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999. (Transcripción de las respuestas al interrogatorio de las Relaciones Topográficas de Felipe II).

  • Hacienda real y mundo campesino con Felipe II. Las perpetuaciones de tierras baldías en Madrid. Alvar Ezquerra, Alfredo. Comunidad de Madrid-Consejería de Agricultura. Madrid, 1990.

  • Comer en la España del siglo XVIII. Historias de hambre y abundancia. Pérez Samper, María de los Ángeles. Cuadernos Jovellanistas, nº 13. Fundación Foro Jovellanos-Principado de Asturias. Gijón, 2019.

  • Archivo General de Simancas. Catastro de Ensenada. Respuestas Generales. Toledo. Volumen 408. Información hecha sobre el contenido de los artículos del interrogatorio impreso. Pieza 2. Catastro de ensenada.

  • Archivo histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Caatstro de Ensenada. Libros maestros y respuestas particulares. Morata de Tajuña. H 408 y H 410.

  • El abastecimiento de trigo en la fábrica del Monasterio del Escorial, 1562-1594. Cano de Gardoqui y García, José Luis. Investigaciones históricas: época moderna y contemporánea. Ediciones Universidad de Valladolid. Valladolid, 1989.

  • Precios y salarios en Madrid, 1680-1800. Llopis Agelán, Enrique y García Montero, Héctor. Investigaciones de Historia Económica 7. Universidad Pompeu Fabra. Barcelona, 2010.

  • El motín de Esquilache en la en la historia y en la literatura: el enfrentamiento entre la monarquía española y la compañía de Jesús. García Estradé, María del Carmen. Sociedad española de Estudios del siglo XVIII. Las dos ciudades: relaciones Iglesia Estado. San Lorenzo de El Escorial, 2016.

  • Los pósitos municipales y su documentación. Fernández Hidalgo, Mª del C./ García Ruipérez, Mariano. Asociación Española de Archivos, Bibliotecarios, Museólogos y Documentalistas. Madrid, 1989.

  • Revueltas sociales en la provincia de Toledo. La crisis de 1802-1805.García Ruipérez, Mariano. Instituto Provincial de investigaciones y Estudios Toledanos. CSIC Diputación Provincial de Toledo. Toledo, 1999.

  • El abasto de pan en el Madrid del siglo XVII - Andrés Ucendo, José Ignacio Lanza García, Ramón. Ediciones Universidad de Salamanca. Studios Historia, H.ª mod., 34, 2012.

  • Copia de las Ordenanzas de la villa de Morata. Biblioteca Nacional de España. Ms. 4.508. (Copia de 1803 del escribano Ramón García Nieto).

  • Comercio e industria madrileños en la transición del Antiguo régimen al sistema liberal (1788-1833). Facultad de Geografía e historia. Universidad Complutense. Memoria para optar al grado de doctor de Mariano Caballero Espericueta. Madrid, 2006.

  • Exposición de los Productos Agrícolas de la Península, Islas Adyacentes y Provincias de Ultramar celebrada en Madrid en 1857 1857. Madrid. Memoria sobre los productos de la agricultura española reunidos en la Exposición General de 1857 Madrid: Imprenta Nacional, 1859-1861.

  • Anuario administrativo y estadístico de la provincia de Madrid para el año 1868. Bona, Francisco Javier de. Diputación Provincial de Madrid. Oficina Tipográfica del Hospicio. Madrid, 1869.

  • Contestación al interrogatorio sobre el cultivo de cereales, olivo, vid y agrios e industrias derivadas. Ortiz Cañavate, Fernando. Establecimiento tipográfico de M. Minuesa de los Ríos. Madrid, 1881.

  • Memoria sobre el estado de la agricultura en la provincia de Madrid y mejoras convenientes para su desarrollo. Abela y Sainz del Olmo, Eduardo. Imprenta, estenotipia y galvanoplastia de Aribaua y cia. Madrid, 1876.

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