jueves, 30 de octubre de 2025

Claudio Vázquez, biografía de un morateño maestro de maestros

Trayectoria profesional y personal del catedrático nacido en Morata 

Dedicó unos cincuenta años a la enseñanza, la mayoría de ellos en la ciudad de Valencia, donde dirigió la Escuela de Magisterio

Hijo predilecto de Morata, da nombre al Colegió Público

Claudio Vázquez Martinez nace en Morata el 9 de diciembre de 1881. Su nacimiento coincidió, fatalmente, con la muerte de su padre Claudio Vázquez Ragel, que falleció unas horas antes a causa de un derrame cerebral*. De muy temprana vocación por el Magisterio y la enseñanza, en el año 1896, con escasos 15 de edad, ya figura como auxiliar del maestro de niños de Morata, Juan de Diego Arribas. Este primer trabajo indicaba ya hacía dónde se dirigiría lsu formación y todo el trabajo intelectual y profesional de este morateño que da nombre al Colegio Público de Morata.



Su temprana vocación por la pedagogía se materializó en sus estudios como alumno de Escuela de Estudios Superiores de Magisterio de Madrid. Este centro formativo, que significó en su tiempo un avanzado proyecto pedagógico que seguía las ideas de la Institución Libre de Enseñanza, se creó específicamente para la formación de los los futuros profesores de las Escuelas Normales de Magisterio. Claudio Vázquez, completó su formación como especialista en los estudios de Magisterio con las licenciaturas en Filosofía y Letras en 1909 y en Derecho en 1912, ambas en la Universidad Central de Madrid. Por esos años, participó también en el IX Congreso Internacional de Geografía celebrado en Ginebra en 1908.

Claudio Vázquez (Fuente: Pag. Facebook Morata de Tajuña (Madrid), ayer y hoy)

Profesor de la Escuela Normal de Oviedo

Tras finalizar sus estudios, Claudio Vázquez dirigió su actividad profesional y pedagógica a la formación y preparación para la enseñanza de los futuros maestros. En esta labor de maestro de maestros, Claudio Vázquez formó parte como profesor del claustro de distintas escuelas normales en varias provincias española como Oviedo, Sevilla, Barcelona y Valencia.

En 1914 Claudio Vázquez solicitó una pensión de dos meses a la Junta de Ampliación de Estudios (JAE) para conocer los métodos y procedimientos de enseñanza de la la Geografía. Aunque desconocemos si le fue concedida la beca, su solicitud nos indica hacia dónde se dirigía el interés de Claudio Vázquez como formador de maestros. En este trabajo sus primeras experiencias se desarrollan en la Escuela Normal de Oviedo donde imparte, como profesor numerario, la asignatura de Gramática y Literatura desde el curso de 1915. Estas tres áreas de conocimiento, geografía, literatura y gramática, conformarán desde entonces sus inquietudes pedagógicas aunque, en algunos casos, también impartió, gracias a su extensa formación, otras asignaturas como la de francés, que ejerció en Oviedo hasta que se cubrió la plaza correspondiente.

Tras su paso por Asturias, Claudio Vázquez continuo su labor en distintos puntos de la geografía nacional. En 1918 aparece como profesor en la Escuela Normal de Sevilla y, posteriormente, pasa a la Escuela Normal de Barcelona. De estos años tenemos pocos datos, sólo que en ambas ciudades ejerce como profesor numerario antes de llegar, en 1922, a Valencia la ciudad en la que desarrolló la mayor parte de su carrera profesional.

Labor cultural y pedagógica de Claudio Vázquez en Valencia

Ya con una dilatada experiencia cono profesor de los futuros maestros en sus destinos anteriores, Claudio Vázquez obtiene la cátedra de Literatura y de Geografía de enseñanza secundaria mientras, ejerce como profesor numerario en la Escuela Normal de Valencia donde también es nombrado secretario. En 1933 se presenta a las oposiciones para profesor de Gramática y Literatura Española de la Escuela Normal de Magisterio de Madrid y unos años después, en 1936, aparece como miembro de los tribunales para el ingreso en los estudios de Magisterio. 

Hasta que se inicia la Guerra Civil, Claudio Vázquez desarrolla en Valencia no solo su trabajo como profesor numerario y secretario de la Escuela Normal sino que también se implica intensamente en la vida cultural de la ciudad. En 1924, por ejemplo, la prensa valenciana recoge la conferencia que impartió en la Asociación Femenina Católico-Escolar sobre La mujer en la obra de Gabriel y Galán, uno de los autores a los que dedicó parte de sus investigaciones literarias. (Diario de Valencia, 28 de marzo de 1924).

Un año después, en 1925, Claudio Vázquez interviene en el acto que el Ateneo Científico Valenciano organiza como homenaje a Serrano Clavero, un destacado poeta valenciano y en el que el profesor morateño destaca la figura del homenajeado, del que afirma que cuantos busquen en el maestro enseñanzas, encontrarán no solo al gran poeta, sino al hombre con un ritmo de grandeza que ciñe todos sus actos, siendo su vida lo mejor de su poesía. (El Pueblo, 27 de mayo de 1925).

Ya en tiempos de la República, a partir de 1931, Claudio Vázquez no dejó de intervenir en actos relacionados con su condición de miembro de la Escuela Normal. Con ocasión de la finalización de los estudios de los primeros maestros del nuevo régimen, Claudio Vázquez intervino en un acto de homenaje a los profesores de la Escuela y pidió a los nuevos maestros que mantuvieran su relación con el centro donde se habían formado (Pueblo, diario republicano, Valencia, 6 de junio de 1931).

Etapa posterior a la guerra civil

Como para tantos españoles, la guerra civil significó un antes y un después para Claudio Vázquez, tanto a nivel personal como profesional. Durante la contienda, Claudio Vázquez, que fue separado de la docencia por un decreto de 19 de septiembre de 1936, sufrió como algunos vecinos de Morata la incautación de sus bienes, aunque gracias a la intervención de un pariente logró que su domicilio no fuera saqueado. Sus ideas conservadoras -perteneció a la Congregación Mariana del Magisterio y durante la guerra fue miembro del Servicio de Información y Policía Militar del Ejército del Norte-, no impidieron que tras la finalización del conflicto pasara por un proceso de depuración que superó sin problemas, tanto para seguir impartiendo enseñanza en la Escuela Normal como en el Instituto de Enseñanza Secundaria Luis Vives de Valencia.

Antes de su jubilación fue nombrado director de la Escuela de Magisterio de Valencia en una fecha que no hemos podido determinar. En 1952, fecha de su jubilación, recibió un homenaje de sus compañeros que se celebró en el paraninfo de la Universidad Literaria de Valencia. Se ponía así fin a 30 años de presencia en la vida educativa y cultural de la ciudad del Turia y a unos 50 años de dedicación a la enseñanza desde los lejanos años en que empezó a ejercer de ayudante del maestro de la escuela de niños de Morata. El diario Jornada informaba sobre este acto que se celebró el 22 de junio, coincidiendo con el final del último curso escolar en el Claudio Vázquez ejerció como profesor y maestro de maestros.

En este acto le fue impuesta la Cruz de Alfonso X el Sabio, por los méritos en su extensa carrera profesional. El acto contó con la presencia de numerosos alumnos y ex-alumnos. Precisamente uno de sus antiguos alumnos, José María de Haro Salvador, glosó las dotes de fervoroso católico y eminente pedagogo del homenajeado y recordó su primera lección como profesor de Geografía e Historia y la excelente impresión que causó entre los alumnos que vieron en don Claudio no solamente al profesor inteligente, sino al hombre enamorado de su profesión, al paternal maestro y al íntegro patriota.

En el acto de su homenaje también intervino el propio Claudio Vázquez para impartir una última lección que título Meditaciones del profesor. En ella destacó su satisfacción por lo que definió como el deber cumplido en sus cincuenta años de ejercicio como profesor y su agradecimiento a las autoridades, a la Universidad de Valencia y a la ciudad cuyo ambiente y cultura, según manifestó, le ganaron para siempre desde el primer instante en que puso en ella sus plantas.

El domicilio familiar de Claudio Vázquez en la plaza Mayor de Motrata será visitable 

Claudio Vázquez y su relación con Morata

Durante toda su vida Claudio Vázquez no dejó nunca de mantener sus lazos afectivos y personales con Morata y, de hecho, tras jubilarse pasó a residir en su domicilio morateño situado en la plaza Mayor. Aprovechaba siempre que podía las vacaciones de los cursos escolares para conservar esta relación mantenida en el tiempo desde los lejanos años en los que iniciaba su extensa carrera pedagógica en Morata. Ya en esos primeros trabajos como precoz maestro ayudó al titular de la escuela de Morata a recaudar fondos -él mismo aportó una peseta- para ayudar a la expatriación de los soldados morateños que habían combatido en la guerra de Cuba.

Ya plenamente asentado como profesor de la Escuela Normal de Valencia, Claudio Vázquez participó activamente en la celebración de una denominada velada literaria-musical que se celebró en el mes de septiembre de 1924 en el teatro Domingo Rodelgo a beneficio del Asilo de Ancianos Desamparados de Morata.

Según informaba el diario madrileño El Universo, en la velada, que fue retransmitida por la emisora madrileña Radio Ibérica y organizada por Manuel Lizano Castillo, actuó como conductor y presentador del acto el propio Claudio Vázquez que presentó a los actuantes, entre los que se encontraban, entre otros, la Banda de Música de Morata, que interpretó un concierto que incluía el Himno de Morata y la Canción del soldado. El propio Claudio Vázquez leyó algunas poesías de Gabriel y Galán, uno de sus autores favoritos. En otras ocasiones, Claudio Vázquez aprovechaba algunas licencias extraordinarias en su trabajo para desplazarse a Morata, como sucedió en el mes de noviembre de 1926, para recuperarse de una enfermedad. (Gaceta de Madrid, 30 de noviembre de 1926).

Con motivo de su jubilación, el alcalde de Morata, José María de las Heras, se desplazó a Valencia, acompañado del cura párroco, Félix Aguado, para participar en los actos organizados por la Universidad. Ambos emisarios participaron en el homenaje a Claudio, Vazquez, con sendas intervenciones en las que glosaron sus méritos por los que ya había sido nombrado hijo predilecto de la la villa.

Portada del libro de Gramatica Española obra de Claudio Vázquez (Oviedo, 1914-)

El recorrido profesional de Claudio Vázquez como maestro de maestros

En su larga trayectoria profesional como profesor de las Escuelas Normales previas a la guerra, y sus sucesoras las Escuelas de Magisterio, Claudio Vázquez no dejó nunca de mostrar su interés en mejorar los métodos pedagógicos con los que se formaban a los futuros maestros. Consideraba que si se mejoraba esta formación, lógicamente, esta labor y las buenas prácticas se extenderían a las escuelas de primaria de toda España.

Claudio Vázquez, como formador de futuros maestros, tenía muy claro cómo se debería abordar esta formación para aplicarla en la escuela y así lo explicaba en 1926 en una charla organizada por las Juventudes Católicas de Estudiantes con motivo de la celebración de la festividad de Santo Tomás de Aquino:

(…) El maestro ha de tener una cultura general y otra especial. La cultura general del maestro la han de formar pocas ideas pero bien cimentadas, sobre todo, en Pedagogía. Menos instrucción y más educación: aquí está el valor, que la escuela ha de ser educadora. Y si entre la escuela -educación- y la Universidad -instrucción- establecemos una escala de valores, si la instrucción -no hay instrucción que no eduque y viceversa- predomina, tendremos que la Universidad es antes que la Escuela, pero si convenimos que la escuela echa la base psicológica de la educación y de la instrucción, indudablemente la escuela adquiere proporciones gigantescas (…). Conferencia: El maestro del pasado, del presente y del porvenir. (Las Provincias, 12 de marzo de 1926).

Claudio Vázquez, que como profesor de los centros de formación de maestros era partidario de organizar viajes culturales con sus alumnos, como se señala en una gacetilla de la Correspondencia de Valencia (22 de abril de 1930) que informaba de una excursión de 20 alumnos de la Normal de Valencia para visitar Madrid, Toledo, El Escorial y Aranjuez, estaba muy próximo a las últimas tendencias pedagógicas que había conocido en alguno de sus viajes por Europa. En 1911, según cita de Josefina Gómez Mendoza, Claudio Vázquez hablaba de que (…) es preciso convencer a los pedagogos del valor educativo que tiene la geografía, tanto desde el punto de vista de una adquisición de conocimientos, como del desenvolvimiento de las facultades del espíritu (…).

Desde su etapa de profesor en la Escuela Normal de Oviedo, Claudio Vázquez también colaboró en revistas científicas y profesionales del ámbito de la pedagogía como la Revista de Geografía Comercial y Mercantil y, años más tarde, en la Revista de Escuelas Normales. En 1911, en la primera de estas revistas citadas y antes incluso de acabar su licenciatura en Derecho, Claudio Vázquez ya figura como autor de un trabajo de investigación centrado en la enseñanza de la Geografía, una de sus prioridades pedagógicas: El dominio propio de la la Geografía considerada como rama de la enseñanza. Esta investigación, realizada junto a R. Beltrán, seguía las pautas desarrolladas por otro investigador, W. Rosier. (Revista de Geografía Colonial y Mercantil T.VIII, nº 3, pp.85-91). 

Sus inquietudes pedagógicas y renovadoras de la enseñanza también se manifestaron en una denominada Revista Escolar de Asturias, en cuya creación colaboró junto a Celestino García Muñiz y Antonio J. Onieva, de la que se publicaron 75 números entre los años 1915 y 1917. 

En la también citada Revista de Escuelas Normales escribió un destacado artículo titulado Algunas ideas sobre los cursos de Metodología, en el que planteaba los distintos métodos para afrontar la enseñanza (Revista de Escuelas Normales, 89. Abril de 1932. Página 1234-124). 

Sobre este texto, en la obra La depuración franquista del profesorado de las escuelas normales de Alicante, Castellón y Valencia, María del Carmen Agulló y Juan Manuel Fernández Soria citan a otro investigador del campo pedagógico, Juan Mainer que, al referirse a Claudio Vázquez, señalaba que el profesor morateño no dejaba de identificarse con las Escuelas Normales de la República y con un proyecto educativo centrado más en enseñar a enseñar que en enseñar a aprender y en el que también se primara la colaboración entre los maestros para la creación por parte de ellos mismos de sus propios materiales.

La materialización de las ideas pedagógicas de Claudio se plasmaron, al menos, en un libro que publicó mientras impartía clases en la Escuela Normal de Oviedo. Se trata de Tratado elemental de Lengua Castellana-Preceptiva e historia de la literatura española, aparecido en el año 1914 y editado por la Imprenta La Carpeta. 


* Claudio Vázquez nació en Morata de Tajuña a la una de la madrugada del 9 de diciembre de 1881, en la calle Alta de la Libertad, nº 2, hijo del matrimonio formado por Claudio Vázquez Ragel y Felipa Martínez Sánchez. Su padre, que había muerto unas horas antes de nacer Caludio a causa de un derrame cerebral, regentó una tienda y fue adjudicatario, durante algunos años, del servicio de pesas y medidas de Morata. Sus abuelos paternos fueron Cipriano Vázquez y Canuta Ragel Redondo. Los abuelos maternos, Gregorio Martínez Nieto y Gregoria Sánchez.

Falleció en su domicilio de la plaza de Caudillo nº 8 (Actual Plaza Mayor) el 28 de diciembre de 1958, a los 77 años de edad, cuando ya estaba jubilado de su profesión de catedrático, según consta en el acta de defunción del Registro Civil de Morata. Casado con Elvira Vázquez Salcedo, el matrimonio no tuvo descendencia. (Agradecemos la colaboración de Maria del Carmen de las Heras, jueza municipal, por aportarnos estos datos biográficos de Claudio Vázquez).



Fuentes y bibliografía:


  • Aportaciones a la didácticas de las Ciencias Naturales de Modesto Bargallo durante su etapa de docencia en la Escuela Normal de Guadalajara (1914-1936). Alejandro Díez Torres, María del Mar Pozo Andrés, Manuel Segura Redondo. Universidad de Alcalá de Henares. EU de Profesorado de Guadalajara.

  • Economía, ingeniería, arquitectura y geografía: los otros pensionados. Gómez Mendoza, Josefina. La Junata para Ampliación de Estudios en Investigaciones Científicas en su centenario. Actas del II Congreso Internacional. Vol 2. 2010.

  • Los inciertos frutos de una ilusionada siembra: la JAE y la Didáctica de las Ciencias SocialesRevista de Educación, número extraordinario (con motivo del centenario de la JAE), 2007, págs. 191-214 (cita en las págs. 196-197). 

  • Inventores de sueños. Diccionario bioprofesional de pedagogos y didactas de Geografía e Historia hacia 1936.Moliner Baqué, Juan. Colección Estudios. Institución Fernando El Católico (CSIC). Excma. Diputación Provincial de Zaragoza. Zaragoza, 2009.

  • La Escuela Normal de Maestros de Oviedo (1914-1931). Fernández Rubio, M. Carmen. Universidad de Oviedo. Oviedo, 1997.

  • Fuentes y documentos para la historia de la Educación. Método de examinar los maestros, tanto de primeras letras como de gramática latina, retórica y poética con un tratado práctico de las escuelas de gramática compuesto por el P. Ambrosio de Romero de las Escuelas Pías. Introducción y transcripción por Vicente Faubel Zapata. Universidad Pontificia de Salamanca.

  • La depuración franquista del profesorado de las escuelas normales de Alicante, Castellón y Valencia. Agulló-Díaz, María del Carmen, Fernández-Soria, Juan Manuel. Universidad de Valencia. Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación. Departamento de Educación Comparada e Historia de la Educación. Valencia, 2014.

  • Tratado elemental de lengua castellana. Preceptiva e historia de la literatura española. Vázquez y Martínez, Claudio. Imprenta La Carpeta. Oviedo, 1914.

  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.

 

jueves, 23 de octubre de 2025

Condenados, e indultados, por agredir a pedradas al alguacil de la villa

Cinco vecinos de Morata recibieron en 1631 una condena de 200 azotes

Otro de los implicados, antes de ser perdonado, fue enviado a galeras durante dos años


En octubre de 1630 cinco vecinos de Morata agreden a pedradas a Juan de Palacios Leyva, alférez mayor de la villa y poseedor de otros derechos como el de fiel medidor o almotacen. La agresión, ocurrida en la plaza mayor y junto a la posada, iba a tener sus consecuencias para los agresores, condenados a la pena de azotes y, uno de ellos, a galeras. Todos ellos solicitaron el perdón real de Felipe IV y en todos los casos lo consiguieron, tal vez porque el agredido, consintió en perdonarles a todos ellos.


El agredido, Juan de Palacios y Leyva no era un personaje cualquiera en la villa de Morata durante el primer tercio del siglo XVII. En octubre de 1630, cuando tuvo lugar la agresión, Juan de Palacios era el titular de varios oficios públicos* en la villa de Morata que había adquirido por compra a Felipe IV. Las dificultades económicas de la monarquía española, crónicas desde el reinado de Felipe II, empujaron a Felipe IV a vender los derechos de los oficios municipales de varias villas y ciudades, entre ellos los de Morata. En este proceso, Juan Palacios Leyva adquirió, el 14 de marzo de 1630, solo unas semanas antes de su incidente con varios vecinos, los derechos de depositaría general, correduría y mojama del vino, bienes muebles y raíces y fiel medidor y almotacén. Además Felipe IV, según una cédula real emitida el 14 de mayo del mismo año, otorgó a Palacios y Leyva el cargo de alférez o alguacil mayor de Morata, un nombramiento que, en tanto le confería autoridad sobre los vecinos, tal vez pudiera estar en el origen de la agresión.

Así, aunque reiteramos que se desconoce el origen del incidente, ocurrido un día indeterminado de octubre de 1630, y que bien pudo originarse por un problema de orden público o por el cobro de los impuestos que también dependían del agredido, sí que sabemos las consecuencias de la agresión gracias a varias cédulas reales** en las que, todos los implicados y condenados por los hechos, solicitaron y consiguieron el perdón de Felipe IV para sus penas. 

Según estos documentos, conservados en el Archivo General de Simancas, cinco vecinos de Morata -los hermanos Juan y Gaspar París, Eugenio Mateo Cantarero, Francisco Espinosa y Juan Fernandez de Argüello- agredieron a pedradas lanzadas con ondas a Juan de Palacios y Leyva, cuando este, en su calidad de alguacil mayor de la villa, regresaba de hacer la ronda nocturna y se encontraba sentado a la puerta de la posada de la plaza.

En todas la cédulas reales, que recogen prácticamente con los mismos términos el violento incidente, se describen los hechos de una manera muy similar y se asegura que los agresores, que andaban en corrillos por la plaza, le tirasteis con ondas muchas pedradas diciéndole algunas palabras descompuestas. La agresión a una autoridad municipal puso en marcha a la justicia con las consecuencias penales correspondientes para los agresores. 

Tras una primera intervención de la justicia local, el proceso llegó a instancias más altas, en concreto al corregidor [juez] de la villa de Illescas con comisión de los del nuestro consejo, según la cédula real, y el 4 de enero de 1631 se dictó sentencia. Según se desprende del contenido de las cédulas reales, emitidas en distintas fechas y ciudades, los encausados no recibieron las mismas penas, tal vez porque su implicación en los hechos juzgados no fuera la misma: 

  • Los tres primeros encausados, los hermanos Juan y Gaspar París y Eugenio Mateo Cantarero, fueron condenados, en rebeldía, a la pena de 200 azotes*** de la que fueron indultados según una cédula real firmada en Jaén en fecha de 1 de junio de 1631.

  • Otro de los inculpados, Francisco Espinosa, también fue condenado a la pena de 200 azotes y, además, a la pena de prisión en la cárcel de la villa de Morata, por un tiempo que no se especifica en la cédula real emitida en Madrid el 14 de octubre de 1631.

  • Finalmente, el último de los encausados, Juan Fernández de Argüello, fue el que recibió la pena más severa, ya que el corregidor de Illescas le condenó a la pena de azotes y cuatro años de servicio de galeras al remo**** sin sueldo. La fecha de emisión de la cédula que le concedía el perdón de Felipe IV se emitió el 20 de enero de 1633, dos años después de que los hechos fueran juzgados. Según se deduce del texto de la cédula de Felipe IV, este vecino de Morata sí que llegó a cumplir parte de pena ya que el perdón real le llegó después de el tiempo [que]habéis padecido fuésemos servidos de remitiros y perdonaros la dicha pena de azotes y de servicio de galeras.

    Cédula real que recoge el indulto real de Juan Fernández de Argüello (Fuente: PARES AGS,CED,202)

En todos los casos, los encausados, antes de que el rey les concediera el indulto de sus penas, fueron perdonados previamente por Juan de Palacios y Leiva. Cuando les otorgó el perdón, Juan de Palacios estaba negociando con el I marques de Leganés la venta de los derechos sobre los oficios que gozaba en Morata y que, efectivamente, fueron adquiridos por Diego Messía Felípez de Guzmán unos meses después, cuando adquirió el señorío de la villa:

(…) Y en cuanto a los oficios de almotacén y corredor (…) en que se comprende el atar del cáñamo, mojón del vino y aceite y los demás derechos que pudiéremos y debiéremos llevar (…) contra Don Juan de Palacios que antes los tenía y de quién yo los he comprado (…).


*Sólo unos meses antes de sufrir la agresión una cédula real reconocía a Juan de Palacios y Leyva el derecho a ejercer el oficio de alférez y alguacil mayor de Morata:

(…) Porque nos por una nuestra carta y provisión de la fecha de esta habemos hecho merced a vos don Juan de Palacios y Leyva nuestro criado y sumiller de la (…) del Ilustrísimo Infante Cardenal, mi hermano, de un oficio de alférez mayor de la villa de Morata con voz y voto de regidor en el ayuntamiento de ella y con otras calidades y (…) en la dicha provisión contenidas por habernos servido con seis mil reales (…). (AGS, CCA,CED,197). 

Además, aparte de este cargo, Juan de Palacios adquirió a la Corona distintos oficios de la villa que le generaban unos ingresos de cuatro maravedíes por la venta de cada arroba de vino, vinagre o aceite- y el de almotacén, que le otorgaban el control sobre las pesas y medidas que se utilizaban en la villa. (Estos oficios parecen en la documentación consultada con distintas denominaciones).


** El contenido de las cédulas reales que recogen el perdón real a los cinco vecinos de Morata está redactado, prácticamente, en los mismos términos y hasta reproducen expresiones exactas para referirse a los hechos ocurridos y juzgados y a las condenas correspondientes. Reproducimos una de estas cédulas reales, la que afecta a Juan Fernández, e insistimos que, en todos los casos, son prácticamente idénticas a pesar de haberse emitido en fechas muy distintas:

Por cuanto por parte de vos Juan Fernández de Argüello, vecino y natural de la villa de Morata nos ha sido hecha relación que porque se os puso una noche del mes de octubre de 1630 habiendo venido de rondar don Juan de Palacios alcalde mayor de la dicha villa estando sentado a la puerta de su posada vos y otros muchos que andaban en corrillos por la plaza le tirasteis con ondas muchas pedradas diciéndole algunas palabras descompuestas la justicia ordinaria de la dicha villa procedió contra vos y después por querella del dicho Don Juan el mio corregidor de la villa de Illescas con comisión de los del mío consejo procedió a administrar contra vos y después y por haberos perdonado el dicho Don Juan de Palacios entre dichas penas en cuatro de enero de 1631 os condenó en doscientos azotes y cuatro años de servicio de galeras al remo sin derecho y después fuisteis preso y lo estáis al presente en la dicha villa de Morata como todo dicho podíamos mandar ver por ciertas información y sentencia por carta de perdón en el mio consejo de Cámara fue presentado (…) que teniendo consideración a lo que en este tiempo habéis padecido fuésemos servidos de remitiros y perdonaros la dicha pena de azotes y de servicio de galeras o como la mía merced fuese y nos lo habemos tenido por bien y por la presente (…) así como en dicha relación se contiene y no habiendo pendiente querella contra vos por la dicha causa os perdonamos y remitimos la dicha pena de azotes y cuatro años de servicio de galeras al remo sin sueldo y os damos por libre y quieto de todo ello y para (…) ni en ningún tipo se ejecute la dicha sentencia en dicha forma y mandamos al dicho mio corregidor de la dicha villa de Illescas y a los alcaldes ordinarios de la de Morata y a otras cuales quier otras justicias de estos míos reinos y señoríos donde estuviereis (…) por dicha causa (…) os suelten y y hagan soltar de la dicha prisión y a los del mio consejo y declaro (…) que habéis pagado el derecho de la merced (…) hecha en 20 enero de 1633, firmada de su majestad, refrendada de los licenciados Don Fernando Ramírez (…). (AGS, CCA,CED,202) 



*** La pena de azotes era una de las más temidas por la población en tanto que, aparte del castigo físico, llevaba aparejada la vergüenza para el condenado. Presente desde siglos antes, en el siglo XVII, cuando se produjeron los hechos, se aplicaba como pena añadida a múltiples delitos como la prostitución, resistencia a la Justicia, fugas de la cárcel, hurtos o muertes violentas. Su aplicación en el ordenamiento penal español llegó hasta el siglo XVIII.


****La pena de galeras se empezó a aplicar regularmente en torno a 1530 durante el reinado de Carlos I. Las galeras eran unas naves de remos muy utilizadas en los reinos de Aragón y Castilla especialmente en aguas del Mediterráneo y para luchar contra los piratas del norte de África. Cada embarcación podía contar con una tripulación que oscilaba entre 140 y 290 remeros. Estos remeros podían ser voluntarios (con sueldo), esclavos (generalmente moriscos) y condenados a cumplir su pena en galeras. Las galeras estuvieron operativas hasta que en 1803 fueron suprimidas definitivamente.


Fuentes y bibliografía:

  • Libro registro de cédulas. Archivo General de Simancas. (AGS, CCA,CED,197).

  • Libro registro de cédulas. Archivo General de Simancas. (AGS, CCA,CED,199).

  • Libro registro de cédulas. Archivo General de Simancas. (AGS, CCA,CED,200).

  • Libro registro de cédulas. Archivo General de Simancas. (AGS, CCA,CED,202).

  • Catastro de Ensenada en Morata. Venta del señorío al marqués de LeganésArchivo Provincial de Toledo H-410 y H 408.

  • Algunas consideraciones sobre la pena de azotes durante los siglos XVI-XVIII. Ortego Gil, Pedro. Hispania LVII/3. Nº 212. 2002.

  • La pena de galeras en la España moderna. Rodríguez Ramos, Luis. Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, 31. Madrid, 1978. 






jueves, 16 de octubre de 2025

Expolio de las tropas francesas de los bienes del conde de Altamira

En 1808 soldados de Napoleón destrozaron propiedades del conde de Altamira en Morata

En el palacio madrileño de la calle de San Bernardo los franceses robaron pinturas, alhajas pertenecientes a Vicente Osorio de Moscoso 

En diciembre de 1808 el palacio madrileño de los condes de Altamira fue asaltado por las tropas napoleónicas. Para ocupar la residencia condal, situada en la calle Ancha de San Bernardo, los franceses se basaron en un edicto de Napoleón por el que se declarabas traidores a varios miembros de la nobleza española. Este decreto, permitía incautar los bienes de los afectados y, entre ellos, los del conde de Altamira. Joyas de oro y plata, diamantes, mobiliario, pinturas, animales de tiro y hasta varios legajos del archivo condal fueron expoliados por los franceses. En una fecha indeterminada, también las caballerizas y otros bienes del conde de Altamira en Morata fueron asaltados por los franceses.


Un edicto napoleónico, publicado en la Gaceta de Madrid el 11 de noviembre de 1818, decretaba en su artículo 1º: 

(…) los duques del Infantado, de Híjar, de Medinaceli, de Osuna, el marqués de Santa Cruz, los condes de Fernán Nuñez y de Altamira, el príncipe de Castel Franco (…) quedan declarados enemigos de Francia y España y traidores a ambas Coronas.

Como a tales se aprehenderán sus personas; serán entregadas a una comisión militar, y pasados por las armas. Sus bienes muebles y raíces se confiscarán en España (…) para que sirvan a los gastos de la guerra (...). Según se desprende del contenido de este edicto, el mismo incluía no solo la condena a muerte del XI conde de Altamira, Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán, sino también la posibilidad legal de expropiarle todos sus bienes materiales, entre ellos parte de la hacienda que poseía en la villa de Morata entre cuyos bienes destacaban el palacio familiar y otras propiedades como El Bosque o el Batán de paños, tal como veremos en esta misma entrega del blog.

Entrada en el palacio madrileño de los condes de Altamira

Al amparo del edicto firmado por el emperador francés, sus tropas y las autoridades que tomaron el poder en la capital de España se sentían amparadas legalmente para intervenir los bienes del conde de Altamira y, de hecho, no tardaron demasiado tiempo en aplicarlo en su residencia más emblemática: el palacio condal levantado originariamente por su antepasado Diego Messía, Felípez de Guzmán, I marqués de Leganés y señor de Morata, 

En un documento elaborado una vez finalizada la guerra de la Independencia y conservado en el Archivo Histórico de la Nobleza (AHN, PASTRANA,C.12,D.4), se hace un relato bastante pormenorizado de cómo los franceses expoliaron la residencia de Vicente Joaquín Osorio de Moscoso, en un proceso que se inicio, según los testigos en la noche del 7 de diciembre de 1808.

Tal como relatan estos testigos, todos ellos empleados del onde de Altamira y que prestaron su testimonio con el fin de reclamar la devolución, una vez acabada la guerra, de los bienes expoliados, esa noche una denominada Comisión Imperial acudió a la calle de San Bernardo para cumplir con la orden de confiscar los bienes de la casa. Este asalto tuvo lugar cuando el titular del condado de Altamira había escapado de la capital de España y se hallaba en el sur del país como presidente de la Junta Suprema, la organización integrada por aquellos españoles que se oponían a Napoleón y que tenían como objetivo conseguir que Fernando VII recuperara el trono frente a José I, el rey intruso al que su hermano Napoleón había coronado como monarca. 

Los siete testigos* manifestaron en el documento al que nos hemos referido, cuya elaboración se inició el 5 de febrero de 1814, cómo se desarrolló la actuación de los militares franceses y su comportamiento frente a los propios empleados. En todos los casos manifestaron cómo los residentes en el palacio fueron conminados a cooperar, bajo la amenaza, en caso contrario, de ser fusilados en El Retiro, y cómo fueron retirados los bienes expoliados a los que se refirieron en su declaración que, según sus palabras, se extendieron en el tiempo, con continuos saqueos hasta no dejar cosa alguna.

Robo de ganado y del archivo condal**

El expolio de los bienes del conde de Altamira, el miembro de la nobleza que en palabras de uno de los testigos, Antonio Ramón Fernández, supo burlarse de las tramas y maquinaciones del corso Napoleón, con el mérito añadido de no haber querido proclamar al rey intruso José, para cuyo acto fue llamado, buscado, amenazado y perseguido, afectó a elementos tan diferentes como el archivo condal o al ganado mular o caballar que ocupaba las caballerizas del palacio. En el caso del ganado, los testigos afirmaron que los franceses confiscaron hasta 220 cabezas de ganado y unas 250 fanegas de trigo, algo que se repetiría, como veremos, en otras dependencias del conde de Altamira, algunas de ellas en Morata. 

El archivo condal también fue objeto de saqueo, entre otras cosas para impedir que, tal como se proclamaba en el edicto de Napoleón, pudieran venderse bienes propiedad de los Altamira. Ventura del Cerro Ibáñez, oficial de la contaduría declaró, que había oído decir haber saqueado los franceses, o más bien la comisión llamada Imperial, el Archivo General de la Casa (…). De todos los legajos de archivo desaparecidos en manos francesas nos interesan, especialmente, aquellos legajos que afectaban a Morata y a algunos pueblos próximos como Perales de Tajuña:

  • Privilegio de villazgo del lugar de Perales: dado por Felipe II a favor de dicho pueblo (…).

  • Privilegio real confirmando la documentación que se hizo a la silla arzobispal de Toledo del lugar de Perales de Tajuña para incorporarlo en la Corona (…).

  • Privilegio y merced real de las alcabalas de Perales de Tajuña (…).

  • Vinculo y agregación hecha por don Gaspar Felípez de Guzmán, segundo marqués de Leganés, a este mayorazgo, de los trescientos y veinte y dos mil y ochocientos cuatro maravedíes que tenía anualmente sobre el primero y segundo uno por ciento de Leganés, Vacia-Madrid, Velilla, Morata y Perales de Tajuña (...).

  • Agregación al mayorazgo de una tierra de veinte celemines al sitio de La Mimbrera y otros bienes en término de Morata (...).

  • Venta de los oficios de alférez y alguacil mayor, depositario general, corredor, mojonero y almotacén de la villa de Morata, otorgada por Don Juan Palacios Leyva a favor del marqués de Leganés (...).

  • Venta de la villa de Perales de Tajuña con su jurisdicción, señorío, penas de cámara y sangre, mostrencos mesteños, dos pedazos de montes y demás pertenencias (…).

Aparte de esta documentación del archivo condal, que incluía legajos de todos los títulos que acaparaba el conde de Altamira (Astorga, San Lúcar, Velada, Poza, Nieva, Lodosa, Ayamonte, Sessa, Maqueda, Elche,Villamanrique, Almazán. Medina de las torres, Saltes, Baena y del propio condado de Altamira), los franceses también se llevaron la contabilidad de la administración de la villa de Morata del año 1808.

Alhajas y pinturas robadas en el palacio de Altamira

Por su valor material, el robo más importante fueron las alhajas y varias pinturas de la colección que atesoraba la Casa de Altamira desde que la creara en el siglo XVII el I marqués de Leganés. Respecto a las primeras, los testigos Pedro Catalina Iglesias, contador general de la Casa y Pedro Acevedo, guardarropa del conde, atestiguaron el expolio de estos efectos en un escrito fechado en Madrid a veintitrés de agosto de 1814:

  • Una caña bastón, con el puño de oro guarnecido de diamantes y brillantes, con uno en el medio muy gordo.

  • Un espadín de oro labrado.

  • Un collar amaltado de la orden del Toisón de Oro.

  • Otro ídem de la gran cruz de Carlos III.

  • Tres cruces de banda de la misma orden (…).

  • Un par de espuelas de plata.

  • Una escribanía de plata (…).

  • Tres bandejas de planta grandes y una chiquita.

  • Un calentador de cama de plata.

  • Siete relojes de bolsillo de oro y plata.

  • Un par de pistolas inglesas con su bayonetas, las que llevó el mismo Buonaparte [sic]guarnecida de aljófar.

  • Un cofrecito de plata filigranada.

  • Un orinal largo de plata con armas en el fondo.

  • El tocador completo de piezas de plata, propio de la señora doña María Angustias (…).

  • La recamara de plata de la misma señora, también completa.

  • La plata de los dos oratorios partidos con sus ornamentos.

  • La plata de los dos oratorios fijos de la casa de S.E. y la del Excmo. Sr.conde de Trastámara.

  • Seis estuches de treinta y seis cubiertos cada uno, con sus trincheros y cuchillos (…).

  • Doce cofres que contenían dos vajillas completas de plata..

  • Dos ídem que contenían la servidumbre de mesa y otras alhajas todas de plata.

  • Otra escribanía de lo mismo.

  • Una vajilla completa de China.

  • Seis almuerzos de la misma clase con dos jícaras y platillos y cubiertos de plata.

  • Dos cangilones de plata, iguales, para meter una vela de agua.

  • (…).

En esta relación aparecen entre otros bienes, otros tres cofres con distintas clases de ropa, diez colchas, cincuenta y siete mantas, una porción de vestidos del señor, bordados de oro, plata y de seda, 25 vestidos de señora, sillería de seda, ocho sillas grandes con filetes dorados, veinticuatro docenas de sillas y varios libros en francés y en español, cinco alfombras de moqueta, cuatro catres de hierro, los dos con colgadura de seda, treinta y siete tablados de camas, dos camas imperiales, un espejo grande de vestir, tres pares de morillos de chimenea y ciento treinta y dos cortinas de seda.

El legajo que hemos utilizado como punto de partida para determinar el expolio de los bienes del conde de Altamira relata en sus últimos folios el patrimonio artístico que, en forma de pinturas de autores muy conocidos, fueron sacadas de palacio y, en su mayor parte, enviadas a Francia. Los testigos daban fe de la importancia de estas obras de arte de autores de todas las escuelas pictóricas. Uno de ellos señalaba sobre estos cuadros:

(…) Como es público y notorio S. E. tenía la mejor y mayor colección de pinturas (…) que si fuese fácil graduarse por personas inteligentes subiría [su valor] a varios millones de reales. 

Respecto al número de pinturas desaparecidas de palacio, los testigos aportan cifras muy dispares , desde 300 hasta 230 o, textualmente, doscientas cuarenta y tantas. Dos de los testigos hicieron una relación de los autores, la temática y las medidas de los cuadros que sumaban 174 obras. Entre estas obras, al menos dos de ellas, según los distintos inventarios de la colección, habían estado colgadas en el palacio morateño de los condes de Altamira***. Se trata de un autorretrato de Giulio Cesare Procaccini, inventariado en Morata en 1655 y en 1753, y de otro autorretrato pintando de Camilo Procaccini, hermano del artista anterior y situado en Morata en los mismos inventarios de los años 1655 y 1753.

Relato de los daños de los bienes del conde de Altamira en Morata (Fuente: PARES. AHN.PASTRANA,C.12,D.4.Fol.11)

Expolio de los bienes del conde de Altamira en la villa de Morata

El patrimonio de Vicente Osorio de Moscoso en Morata no escapó al expolio y al robo de los franceses. Recordemos que el edicto de Napoleón también ordenaba que (…) sus bienes muebles y raíces se confiscarán en España. La confiscación de este patrimonio****,afectó por tanto a otros bienes del conde de Altamira en ciudades como Valencia, Elche o Sevilla o en la villa de Morata. Luis Antonio Palacios, oficial de la contaduría del conde de Altamira, fue uno de los testigos que se refirió a estos saqueos:

(…) es notorio se llevaron los franceses de Vacia-Madrid todas las mulas de labor y los aperos correspondientes a estas, con unas porción de trigo y cebada y otras varias cosas, constando de cierto el estado tan deplorable que tiene las administraciones de S. E. por los continuos saqueos, contribuciones y exacciones de granos que han padecido aquellas (…). 

Es sin embargo otro empleado de la casa, Antonio Ramón Fernández, oficial de la secretaría, el que se refirió expresamente a los robos que realizaron las tropas francesas en Morata de bienes de Vicente Osorio de Moscoso y, además, añadió los daños que sufrieron algunas de sus propiedades más emblemáticas como El Bosque, las caballerizas de palacio o el batán:

(…) Que así mismo le consta que los perjuicios causados por los propios franceses en Vaciamadrid y Morata son incalculables porque además de haberse llevado considerable número de mulas de labor destrozaron las casas, rompieron las tenajas [sic] y las fincas sufrieron grandes atracos, habiendo cortado en la de Morata muchos olivares y dado lugar a que se destrozara y talara el Bosque, en donde igualmente destrozaron unas caballerizas del Palacio, y que por el abandono en que todo estaba también se destruyó un batán y otras fincas (…). 


*Testigos que comparecieron ante las autoridades los días 8 y 9 de febrero de 1814 para declarar sobre el expolio de los bienes del conde de Altamira:

1º Pedro Catalina Iglesias contador de la Casa del Conde de Altamira

2º Tomás de Tordesillas, oficial del archivo de la Casa de Altamira

3º Mateo Santa María oficial del archivo condal

4ª Antonio Ramón Fernández, oficial de la secretaria de S.E.

5º Luis Antonio Palacios, oficial de la contaduría de S. E.

6º Nicolas de Salinas y González, oficial de la contaduría de S.E.

7º Ventura del Cerro Ibáñez, oficial de la contaduría de S. E.


**La desaparición y confiscación de los documentos del archivo condal significaba un problema para los condes de Altamira que, años después de finalizada la guerra, afrontaron numerosos pleitos sobre el reconocimiento de derechos señoriales y otros privilegios.


*** La aparición de estas dos obras en el inventario de las pinturas robadas del palacio de la calle de San Bernardo confirma que ya en el año 1808 los condes de Altamira habían alterado la distribución de la colección que organizara su creador el I marqués de Leganés. Sobre estos cambios en la colección original y sobre la venta de varios cuadros de la misma localizados en Morata publicaremos próximamente una entrega del blog documentada con los apuntes originales de José de Madrazo, el pintor de cámara que adquirió en 1820 estos cuadros colgados en el palacio de Morata.


****La confiscación de bienes del conde de Altamira durante la guerra de la Independencia se considera una de las causas, pero no la única, que provocaron la ruina de la casa. Además de estas pérdidas, los condes de Altamira arrastraban problemas económicos desde antes de la guerra debido, entre otras razones, a una deficiente administración de sus cuantiosos bienes distribuidos por todo el territorio nacional y a unos gastos suntuosos que la realidad económica del patrimonio condal no permitía.


Fuentes y bibliografía:

  • Archivo Histórico Nacional. AHN, PASTRANA,C.12,D.4.

  • Gaceta extraordinaria de Madrid. Domingo, 12 de diciembre de 1808.

  • Pérez Preciado, José Juan. El marqués de Leganés y las artes. Tesis doctoral. Universidad Complutense. Facultad de Geografía e Historia. Madrid 2010.

 

jueves, 9 de octubre de 2025

Licencia real para buscar tesoros

Felipe II concedió al alcalde de la villa, Alonso Mexía, una merced para buscar tesoros en Morata, Perales de Tajuña, Arganda y Chinchón

A finales del siglo XVI, la posibilidad de encontrar un tesoro, con alhajas, oro o monedas se había instalado en muchos sectores de la sociedad. Desde hacia algo menos de un siglo, la llegada del oro y la plata de las colonias americanas había prendido en la sociedad. Incluso la Corona, no era ajena a esta quimera. En el imaginario de la población también se instaló la idea de que, tras la deportación de los moriscos desde el antiguo reino de Granada a tierras castellanas, esta minoría había escondido sus riquezas antes de abandonar su lugar de origen. En 1581, un vecino de Morata, Alonso Mexía, obtuvo la merced real para buscar esos tesoros, imaginarios o no, en Morata y en los pueblos vecinos.


Alonso Mexía no era un vecino cualquiera de la villa de Morata a finales del siglo XVI. En esos años, el apellido Mexia* -que décadas después adoptaría la forma de Mejia- aparece relacionado con cargos de importancia en el Concejo y en la sociedad morateña. El propio Alonso Mexía aparece como alcalde ordinario de la villa por el estado de los hijosdalgo en 1581 y, simultáneamente, otro miembro de la familia Mexía, el doctor Mexía (Alfonso en algunos textos de la época) figura como prior y cura propio de la parroquia de Santa María de la Paz de Morata en 1580, cuando actuó como redactor de las Relaciones Topagráficas de Morata de ese mismo año. 

El documento que recoge la licencia otorgada a Alonso Mexía para buscar tesoros, no solo en Morata sino también en Perales de Tajuña, Chinchón, San Martín de la Vega y Arganda, está firmado y refrendado por Juan Vázquez, secretario real, el 26 de junio de 1581:

El Rey

Por cuanto por parte de vos el doctor Alonso Mexía, vecino de la villa de Morata nos ha sido hecha relación que en la dicha villa y en las de Chinchón y Perales y San Martín de la Vega y Arganda y media legua alrededor de cada una de las dichas villas hay tesoros de oro, plata y más dineros y otras cosas que están cubiertas y que dando os licencia para los buscar se hallarán y nos suplicasteis os diésemos licencia para ello y dando a nos la quinta parte de lo que hallaredes conforme a las leyes de los nuestros reinos de la Corona de Castilla os hiciésemos merced de lo demás o como la nuestra merced fuese y nos acatando de hallarse los dichos tesoros nuestros reinos y señoríos y súbditos de ellos recibirían beneficio (…) rentas y derechos reales serán acrecentados por la presente sin perjuicio nuestro ni de otro tercero ni otras licencias que cualesquier persona tengan de nos para lo susodicho os doy facultad para que pareciendo primeramente vos o la persona o personas que vuestro poder hubieren ante las Justicias principales de las dichas villas para que nombre persona que esté presente con las que vuestro poder hubieren de buscar de los dichos tesoros y dando ante ella fianzas (…) llanas y abonadas que no harán daño en ninguna heredad ni edificio ni otras partes de que venga por juicio a nos ni a otro tercero alguno y si loo hiciesedes lo pagaréis según fuere tasado y apreciado por las personas para ello nombradas por la dicha mía Justicia siendo con voluntad de sus dueños podáis vos o quien vuestro poder hubiere buscar y sacar todos y cualesquier tesoros de las dichas villas y media legua alrededor de cada una de las dichas partes en presencia de la persona que por la dicha Justicia fuere señalada y de escribano público y no de otra manera con tanto que se busquen dentro de doce meses contados desde el día de la fecha de esta nuestra cédula en adelante y con que se se lleve todo lo que hallase ante la dicha Justicia para que en presencia suya sacándose de todo ello las costas que se hubieren hecho al buscarlos y sacarlos se aparte y tome para nos la quinta parte del tesoro y sacándose aquella por esta nuestra cédula os haremos merced de todo lo restante para que sea vuestro y de vuestros herederos y sucesores parea siempre jamás y mandamos a las dichas nuestras justicias que luego que como por vía (…) fueren requeridos con esta mía cédula reciba de vos o de quien mío poder hubiere las fianzas y nombren la dicha persona para que en su presencia y de escribano público se busquen los dichos tesoros sin oponer a ello impedimento alguno os den el favor y ayuda que (…) sea, hecha en Almada a veinte y seis de junio de 1581, (…) el Rey y refrendada de Juan Vázquez (…).

De este texto, sorprenden las primeras líneas, en las que se afirma, textualmente la certeza de la existencia de tesoros en Morata y los pueblos vecinos:

Por cuanto por parte de vos el doctor Alonso Mexía, vecino de la villa de Morata nos ha sido hecha relación que en la dicha villa y en las de Chinchón y Perales y San Martín de la Vega y Arganda y media legua alrededor de cada una de las dichas villas hay tesoros de oro, plata y más dineros y otras cosas que están cubiertas (…).

A partir de aquí y tal como se recoge en la cédula real (AGS-CCA, CED,156 fol.222), la licencia incluía la obligación de ceder a la Corona la quinta parte del valor en metálico de los tesoros encontrados en los pueblos que se incluían en dicha cédula. 

La concesión de estas licencias para buscar tesoros no constituía una rareza durante el reinado de Felipe II y estaba perfectamente regulada** ya en la legislación de la monarquía desde muchos siglo antes. Un personaje muy relacionado con la corte de Felipe II. y tan influyente en la misma como el arquitecto real Juan de Herrera, también recibió una licencia similar a la que se había concedido a Alonso Mexia. Esta licencia al arquitecto de El Escorial lfue emitida dos años después de la concedida al alcalde de Morata el 24 de mayo de 1583. En el documento que reconoce este derecho a Juan de Herrera, recopìlado por Fernando Gil Gallego en el Boletín informativo de los Montes de Toledo, se le da merced al arquitecto del derecho a buscar tesoros de oro y plata, joyas, dinero y otras cosas que estaban encubiertas en los montes de la ciudad de Toledo entre las Ventas de Doña Aguilera a Lugar de Molinillo y media legua alrededor (…). Ese mismo año, en el mes de agosto, Juan de Herrera vio como el rey le ampliaba la licencia de búsqueda de tesoros a Santarem, la tierra de Huete y en la villa de Orgaz.

Cédula real que concede la licencia para buscar tesoros a Alonso Mexía (Fuente: PARES, AGS-CCA, CED,156 fol.222) 

Tesoros encontrados en Morata

Quizá en la solicitud y en la concesión de la licencia a Alonso Mexía para la búsqueda de tesoros en Morata, y en el resto de villas que se incluían en la cédula real de 1581, influyera la noticia que existía en Morata de la aparición de un tesoro en una fecha indeterminada y del que se conocía su existencia por una publicación del año 1575. En esta fecha, un historiador y catedrático de la Universidad de Alcala de Henares, Ambrosio de Morales (1513-1591), daba cuenta de este hallazgo sucedido en las cercanías de Morata según se publicó en un texto impreso en 1575, unos años de que Felipe II concediera licencia a Alonso Mexía para buscar tesoros. En este libro, Las antigüedades de las ciudades de España, que van nombradas en la crónica con las averiguaciones de sus sitios y nombres antiguos, así cuenta Ambrosio de Morales, sin citar fecha y tampoco el lugar exacto donde se encontró el tesoro, las circunstancias del hallazgo:


(...)También estos años se han hallado cerca de la villa de Morata en la ribera del río Tajuña muchas monedas de plata en un cántaro, y las más dellas tienen de la una parte una cruz, y dicen las letras al derredor ANFVS. REX. De la otra parte están en medio dos estrellas y dos círculos pequeños que parecen letras O.O. puestos en cruz. Las letras de fuera dicen TOLETVM. El Anfus es abreviatura del nombre Alfonsus, como también dicen los catalanes Namfos por Alonso. Y en el Monesterio de Sahagún en una sepultura de un hijo del Conde Don Peranzulez Anfus le llama el epitafio latino, por decir Alfonsus. Y así parece esta moneda del Rey Don Alonso que ganó a Toledo. Las estrellas y círculos en cruz del reverso se puede creer fuesen armas de la ciudad de Toledo. Aunque no hay otra conjetura más de ver cómo están en medio de la moneda, y al derredor el nombre de la ciudad. Y sean armas de la ciudad o cualquier otra cosa, yo no entiendo qué signifiquen. Otras monedas de aquellas tenían un rostro con el mismo nombre ANFVS. REX. Y en el reverso de una cruz pequeña con letras al derredor TOLETA. Que dice todo Alfonso Rey Toledano, y con eso muestran bien ser del Rey Don Alonso el que ganó aquella ciudad.


Por último, sobre la existencia, cierta o no, de tesoros localizados en el término municipal de Morata no podemos dejar de citar el caso de la busqueda de un supuesto tesoro en la cueva del Caballo, situada en el paraje morateño del Valdepeñosillo. Sobre este asunto ya publicamos una entrada en el blog (7 de octubre de 2015), titulada Buscadores de tesoros, ¿timo un superstición?, en la que tratabamos sobre un proceso judicial en el que la Inquisición de Toledo condenó a varios acusados por prácticas héreticas, entre ellos un exfraile dominico. En este caso, el supuesto tesoro pertenecería a alguno de los moriscos que fueron expulsados por Felipe III, asunto del que ya tratamos en el blog hace unas semanas. Esta expulsión de la minoría morisca dio lugar durante años a no pocos intentos fallidos de encontrar estos supuestos tesoros abandonados y escondidos por los moriscos antes de salir del reino en 1610. 


*Además de Alonso Mexia y Diego Mexía como alcaldes de Morata por el estado de los hijosdalgo, a finales del siglo XVI aparecen otros miembros del linaje Mexía como alcaldes: Alonso Ruiz Mexía (1588), Tomás Mexia de Palacio (1596 y 1602) y Francisco Mexia de Palacios (1599 y 1616). Ya en años posteriores aparecen otros alcaldes de Morata con este apellido: Melchor Mexías de Palacio (1601), Gerónimo Mexía (1605 y 1623), Diego Mexía de Palacios (1629 y 1634) Thomás Mexias de Palacios (1647, 1653 y 1661) y Pedro Mexía (1650).


**Durante el reinado de Felipe II se promulgaron varias normativas que trataban sobre la minería de oro y plata. Aunque se trataba de regular la explotación de estos minerales en las colonias, ptambien afectaba a los posibles yacimientos de minas de metales preciosos en el territorio peninsular. Esta legislacion también trataba del hallazgo de tesoros en tanto que obligaba a ceder la quinta parte de su valor a la Corona:

(…) y sabido mande dar e de a su magestad noticia dello para que le conste y si hubiere dello tesoro o metal para que su magestad o queen de derecho lo aya de aver lleve la parte y quinto constituydo por las leyes (…). Incluso en la actualidad el Código Civil trata también sobre los denominados tesoros ocultos. En los artículos 350, 351 y 352 se regula a quien corresponde la propiedad de estos hallazgos. Concretamente en el párrafo primero del articulo 352 se recoge que en el caso de hallarse un tesoro oculto pertenece al dueño del terreno donde se hallare, aunque si quien lo encuentra es otra persona esta se consideraría dueño de la mitad de lo encontrado correspondiendo la otra mitad al propietario del terreno. Estas consideraciones varían si es de aplicación la Ley de Patrimonio Histórico Español que, en sus artículos 40 y siguientes, señala :

Son bienes de dominio público todos los objetos y restos materiales que posean los valores que son propios del Patrimonio Histórico Español y sean descubiertos como consecuencia de excavaciones, remociones de tierra u obras de cualquier índole o por azar. El descubridor deberá comunicar a la Administración competente su descubrimiento en el plazo máximo de treinta días e inmediatamente cuando se trate de hallazgos casuales 

Sobre estos hallazgos, la Ley del Patrimonio Historico señala también expresamente que el artículo 351 de l Código Civil que regula el reparto de los tesoros ocultos en ningún caso será de aplicación a tales objetos [propios del Patrimonio Histórico Español], aunque esto no impide que los descubridores y/o los propietarios del terreno puedan recibir algún tipo de indemnización.


    Fuentes y bibliografía:

  • Juan de Herrera busca tesoros en los Montes de Toledo. Gil Gallego, Fernando. Los Montes de Toledo: boletín informativo de régimen interior de la Asociación Cultural Montes de Toledo. Nº 44, 1988. Colección facsimiles Montes de Toledo, nº, 6.

  • Libro registro de cédulas. Archivo General de Simancas, (AGS-CCA, CED,156 fol.22).

  • Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña, 1999. (Transcripción de las respuestas al interrogatorio de las Relaciones Topográficas).

  • Legislación minera colonial de Felipe II. Molina Martínez, Miguel. XIII Coloquio de Historia Canario-Americana. VIII Congreso Internacional de Historia de América. (AEA; 1998). Cabildo Insular de Gran Canaria, 2000.

  • Código Civil actualizado. Edición septiembre 2022. Editorial Leyplay. Madrid, 2022.

  • Las antigüedades de las ciudades de España, que van nombradas en la crónica con las averiguaciones de sus sitios y nombres antiguos. Morales, Ambrosio de. Juan Íñiguez de Lequerica. Alcalá de Henares, 1575.

  • Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, Hª Moderna, t.9, 1996-11-24. Tesoros moriscos y picaresca. Manuel Barrios Aguilera.