miércoles, 1 de marzo de 2017

La desamortización en Morata (II)


Los bienes del clero en Morata

Cuando se promulgó la conocida como Ley Madoz (1855), una de las más importantes de toda la legislación desamortizadora, la mayor parte de los bienes pertenecientes al clero en Morata ya habían cambiado de propietario en años anteriores al amparo de la legislación existente desde comienzos del siglo XIX. Alrededor de 1806 ya se inicia la enajenación en Morata de bienes de las conocidas como obras pías, pero antes de conocer cómo se desarrolló todo el proceso, será importante conocer cuál era el punto de partida y saber hasta dónde llegaba el patrimonio inmobiliario en poder del estamento eclesiástico en Morata. Hablamos de los bienes pertenecientes al clero regular -integrado por las órdenes religiosas masculinas y femeninas-, y el que era propiedad del clero secular (bienes asignados a parroquias, capellanías, obras pías, fundaciones…).
Para ello es obligatorio e inevitable acudir a los legajos del Catastro de Ensenada, tanto por su grado de fiabilidad, bastante elevado con relación a otros documentos históricos, como por su cercanía en el tiempo con el periodo histórico en el que se iniciaron las desamortizaciones. En el conocido como Libro de Eclesiásticos aparece la relación de propiedades inmobiliarias y derechos económicos –censos o créditos a su favor- del estamento eclesiástico, incluidas, eso sí, las propiedades patrimoniales privadas del clero catastradas en torno al año 1751 que no estaban incluidas en la desamortización al ser considerados bienes privativos.
En este legajo (H410) aparece la relación completa de las instituciones religiosas, órdenes, capellanías, obras pías,…, que contaban con propiedades rústicas, inmuebles urbanos y derechos de créditos en Morata:
Convento del Rosario de Madrid, convento de Franciscas de Ocaña, Convento de Concepción Jerónima de Madrid, convento de Franciscas de Toledo, Capellanía que fundó Alonso García, convento de Santo Thomás de Madrid, Cofradía del Santísimo de esta villa, Cofradía de la Veracruz, Capellanía que fundó Beatriz de Cortinas, Capellanías de Nuestra Señora de la Paz, Capellanías vacantes por el licenciado don Diego Sánchez y doña Ana de Castro, Convento de Agustinas de Chinchón, Colegio Mayor de Alcalá, Capellanía que fundó Diego Bermejo, Convento de Santa Catalina de Alcalá, capellanía que fundó ¿ , convento de Santa Úrsula de Alcalá, Colegio Imperial de Madrid, capellanía que fundó Diego Ruiz, capellanía que fundó Juan Ruiz, capellanía que fundó Diego Alonso, capellanía del Cabildo de Nuestra Señora de la Paz, capellanía que fundó Margarita Salvanés, capellanía de Isabel de Zúñiga, capellanía del Cabildo de Nuestra Señora de la Paz, capellanía que fundó María Alarcón, convento de Atocha de Madrid, capellanía que fundó Doña María la …, capellanía que fundó Rodrigo Pérez, hospital que fundó Antonio López, hospital que llaman el Antiguo de la plaza para pobres, hospital de la Misericordia de Chinchón, hospital que llaman de Vallejo en la villa de Chinchón, imagen de San Joseph en la parroquia de esta villa, las animas de esta villa, memoria que fundó Doña Inés de Cárdenas, memoria que fundó Catalina Ruiz, memoria que en Perales de Tajuña fundó Francisco Sánchez, Nuestra Señora del Carmen de esta villa, Nuestra Señora de la Asunción, Virgen de la Antigua de esta villa, monjas Franciscas de Chinchón, obra Pía que fundó Francisco Sánchez, religiosos de San Juan de la Penitencia de Alcalá, recoletos de Copacabana, y bienes pertenecientes al curato*.
Como se observa, un listado bastante extenso y heterogéneo en el que aparecen instituciones religiosas con grandes propiedades en Morata -los dominicos del Rosario y el convento de Santo Tomás-, junto a otros propietarios que no pasaban de reunir un patrimonio que no excedía en algunos casos de una fanega de tierra.
Gracias a los redactores del catastro contamos con un resumen del total de las propiedades ligadas a la Iglesia en Morata, realizado medio siglo antes de que se iniciaran las desamortizaciones:
Por los resúmenes del Cuaderno de cargos consta haberse reconocido en este término mil doscientas cincuenta y seis fanegas** de tierra de todas especies y calidades pertenecientes al estado eclesiástico en esta forma:
De sembradura de regadío quinientas y cuatro fanegas y diez celemines, las doscientas nueve y cinco celemines de buena calidad, doscientas ochenta y tres y once celemines de mediana y once fanegas y seis celemines de ínfima.
De viñas en tierras de regadío de buena calidad, siete fanegas y dos celemines.
De frutales en tierras de regadío de buena calidad, tres fanegas.
Alamedas de riego de buena calidad cinco fanegas y ocho celemines.
De sembradura en secano, doscientas once fanegas y tres celemines; cuarenta y cinco y seis celemines de buena calidad, ciento diez y nueve y tres celemines de mediana, cuarenta y seis y seis celemines de ínfima.
De viñas en secano, doscientas una fanegas y un celemín, las noventa y ocho fanegas y ocho celemines de buena calidad, noventa y cinco y cinco celemines de mediana, y las siete de ínfima.
A estos bienes de naturaleza rústica había que añadir la casa de labor de los frailes dominicos del Rosario, sin duda una de las propiedades inmobiliarias de mayor valor de Morata en aquella época –sólo superada por el palacio del conde de Altamira- y cinco viviendas en el casco urbano.
En porcentaje sobre el total de las tierras cultivables del término municipal de Morata, el estado eclesiástico era propietario del 10,1 por ciento (223 hectáreas) del total de las 2.226 hectáreas de terreno de labor que se catastró en 1751 (incluidas, insistimos, las propiedades de carácter particular de algunos miembros del clero). Este porcentaje, sin duda, resulta muy importante sobre el total de las propiedades rústicas (de hecho, en esos años ni siquiera el conde Altamira, con un total de 792 fanegas, la mayoría de vega, tenía tanto patrimonio de fincas rusticas como la Iglesia en su conjunto), aunque en otros pueblos vecinos, como Arganda, el patrimonio eclesiástico era muy superior en porcentaje.
Desglose de los bienes eclesiásticos
Pese a que no se trata de hacer un examen exhaustivo de este patrimonio, sí que conviene conocer qué instituciones religiosas eran las mayores propietarias de fincas rústicas y también, aunque en mucho menor medida, urbanas en Morata.
 Apunte de la casa de labor de los dominicos y del molino de aceite en el catastro
Convento de dominicos del Rosario
Esta orden religiosa, cuya casa madre se encontraba en Madrid, era sin lugar a dudas la que reunía la mayor parte del total de bienes asignado al estado eclesiástico. Además, a diferencia de otras instituciones religiosas con presencia en Morata, los dominicos no se limitaban a arrendar sus fincas sino que, por el contrario, desde su casa de labor dirigían una potente explotación agrícola que incluía la elaboración de vino y aceite y que, en consecuencia, exigía el concurso de números vecinos de Morata que se empleaban en las labores necesarias para sacar adelante tan extenso patrimonio.
Según el Libro de eclesiásticos, en 1751 los bienes de los dominicos en Morata eran los siguientes:
Bienes propios del convento Dominicos de Nuestra Señora del Rosario de Madrid
Entre ellos destaca, sobre todo, la conocida como casa de labor, que se levantaba donde en siglos posteriores se construiría la residencia de la familia Mac Crohon:
Casa
Primeramente una casa en la población de esta villa que tiene de fachada sesenta y seis varas y de fondo sesenta y cuatro, su habitación consiste en bajo y entresuelo con diferentes oficinas, dos lagares con dos vigas cada uno, una almazara de aceite con diez y siete tinajas de caber mil setecientas arrobas, bodega con diez cubas, su caber cinco mil arrobas, cueva con ochenta tinajas de caber cuatro mil arrobas, y un cocedero de vino con nueve tinajas su cabida novecientas arrobas.
Linda mediodía con calle que va a al camino de san Martín y norte casa de Don Julián Correa, vecino de Madrid, y se ha regulado su alquiler en cada un año en dos mil y seiscientos reales de vellón.
Molino aceitero
Un molino aceitero con dos vigas y sus trojes correspondientes y veinte y seis tinajas para aceite que cabrán ochocientas arrobas y regulado por quinquenio en cada un año en mil y cien reales.
Este molino aceitero, que incluía un huerto y hasta 21 olivas, se localizaba en el entorno urbano conocido como callejón del molino.
A estos bienes de naturaleza urbana había que añadir 81 fanegas de tierras de riego en la vega, 44 fanegas de secano en el llano, 104 fanegas de viña con 36.863 cepas, 91 fanegas de olivares con 3.458 olivas (incluidas en esta cifra las 1.230 olivas que se cultivaban en las viñas), una era de pan trillar de dos fanegas y una poza para el cáñamo situada junto a la ermita de la Soledad. Por último, los dominicos también contaban con dos censos a favor del convento de 200 ducados de principal y otros dos de 100 ducados cada uno, todos ellos al 3 por ciento de interés.***
Otras instituciones religiosas con patrimonio en Morata:
  • Colegio Imperial de Madrid (Jesuitas), 3 fanegas de riego en la vega y 63 fanegas de olivares.
  • Convento de Santo Tomás de Madrid, 6 fanegas de tierras de riego, 3 fanegas de viñas y 47 fanegas de olivares.
  • Obra Pía fundada por Francisco Sánchez Páez, 17 fanegas de tierras de riego y 23 de tierras de secano y olivares.
  • Capellanía de Alonso García, 13 fanegas de tierras de riego y 26 de olivares.
  • Convento de dominicos de Nuestra Señora de Atocha, 35 fanegas de viñas y olivares.
  • Hospital de la Misericordia de Chinchón, 33 fanegas de tierras de regadío en la vega.
  • Cabildo y distintas capellanías de la parroquia de Nuestra Señora de la Paz, 30 fanegas de tierras de riego y 1 fanega y media en tierras de secano.
  • Fabrica de la iglesia de Nuestra Señora de la Paz, 22 fanegas de tierras de riego y 4 fanegas de tierras de secano y olivares.
  • Capellanía que fundara Beatriz Cortinas 15 fanegas y media de tierras de riego en la vega de Morata.
  • El resto de instituciones religiosas contaban con un patrimonio más limitado que las citadas anteriormente y, como las ellas, también se vería afectado por las sucesivas desamortizaciones.
Aparte de las fincas rústicas o de labor, el conjunto del clero con bienes en Morata eran propietarios de casas localizadas en las calles de Búcares (Iglesia), Baja Azotea, Calle Espejo, Calle Real a Arganda y Cruz de Calderón, y también de derechos crediticios por censos que ascendían a 3.800 ducados de capital.

*En esta relación están excluidos los bienes del patrimonio personal o familiar de los miembros del clero.
**En esta cifra se incluyen fanegas de cuatrocientos estadales (las de secano) y de doscientos estadales (las de regadío).
***Este patrimonio de los frailes dominicos, catastrado en 1751, aumentó notablemente en los años posteriores, como veremos en próximas entregas, especialmente en cuanto al número de viñas y cepas de su propiedad.



Fuentes y bibliografía:
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
  • Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín. Morata de Tajuña según el Catastro de Ensenada (1751). Bubok. Morata de Tajuña, 2010.


miércoles, 22 de febrero de 2017

La desamortización en Morata (I)


La desamortización en Morata (Introducción)

La desamortización de bienes eclesiásticos y municipales, o será mejor decir las desamortizaciones -pues fueron varias las que se realizaron ya desde finales del siglo XVIII y hasta bien entrado el XIX-, significaron un cambio muy importante, y decisivo en esos momentos para la economía española, en la titularidad de la propiedad de un basto patrimonio inmobiliario hasta entonces perteneciente al clero. Los municipios españoles también sufrieron la merma de sus propiedades, sobre todo los llamados bienes de propios. En conjunto, este proceso desamortizador vino a cambiar la estructura de la propiedad a nivel nacional, con la irrupción de una nueva clase representada por una burguesía liberal que acaparó espacios de poder. A la larga, la desamortización también modificó las estructuras agrarias y hasta el urbanismo de ciudades y pueblos de toda España.
Como fenómeno económico, político y social las desamortizaciones han sido objeto de extensos estudios y análisis por parte tanto de historiadores como de economistas. A la hora de hacer balance, las valoraciones difieren sobre las bondades, o maldades, de un proceso que marcó un largo periodo de la historia de España. Aquí, sin embargo, vamos a limitarnos al nivel local y sólo vamos a analizar cómo fue la desamortización en Morata y a qué propiedades afectó, fueran estas de la iglesia o de titularidad pública.
Textos legales de la desamortización eclesiástica
Antes de entrar a analizar la desamortización eclesiástica en Morata, que es el interés principal de estas líneas, es conveniente tener claro qué se entiende por desamortización. Este concepto se refiere al acto jurídico por el unos bienes, comúnmente denominados manos muertas*, dejan de serlo pasando a la condición de bienes libres y por lo tanto pueden entrar en el mercado de la compraventa que hasta entonces les estaba vetado.
A partir de esta idea, la legislación desamortizadora se basó en motivaciones económicas, políticas y también, porqué no, religiosas. Se trataba, por una parte, de sacar al mercado un extenso patrimonio inmobiliario que por su condición de manos muertas no podía entrar en el circuito económico, lastrando así la economía del país. Pero también se trataba, en la mayoría de las ocasiones, de que el Estado recaudara unos fondos que aliviaran la situación ruinosa de las arcas públicas.
Aunque hay matices, las distintas leyes desamortizadoras coinciden con periodos de crisis provocados por la inestable situación política (guerra de la independencia o las distintas guerras carlistas) y por un cambio evidente en el modelo social: la nobleza perdía poco a poco el poder que había acaparado en siglos anteriores y surgía con fuerza una nueva clase social, la burguesía, a la postre, tal como veremos que sucedió en Morata, sería el grupo social que saldría beneficiado de todo el proceso. Por otra parte, que las leyes desamortizadoras se justifiquen con la necesidad de liberalizar el mercado interno, o también mejorar la agricultura con la optimización de las explotaciones, son aspectos añadidos que no deben dejar de lado el motivo principal de la legislación desamortizadora: la consecución de nuevos ingresos para el Estado.
Respecto a las leyes que se promulgaron, F. Javier Campos y Fernández de Sevilla ha recopilado la extensa legislación que trata sobre la desamortización eclesiástica y que en el periodo comprendido entre 1798 y 1875 incluye no menos de 52 textos legales entre decretos, órdenes, reales decretos y leyes generales de desamortización (como las de Mendizábal o Madoz, sin duda las más conocidas y estudiadas).
Tan extensa tarea legisladora se inició ya en el reinado de Carlos VI, a finales del siglo XVIII, y llegó hasta el año 1875, aunque legalmente algunas de estas leyes estuvieron vigentes hasta bien entrado el siglo XX. Reyes tan dispares como Fernando VII, José Napoleón Bonaparte o Isabel II favorecieron y promulgaron unas leyes que no en pocas ocasiones resultaron contradictorias entre ellas y hasta de muy difícil aplicación. No en vano la normativa partió tanto de monarcas absolutistas como de políticos liberales. Incluso, en sentido amplio, las desamortizaciones eclesiásticas comenzaron en España con el reinado de Carlos III, tras la expulsión de la Compañía de Jesús, y ya entonces algunas propiedades ubicadas en Morata se vieron afectadas en tanto que los jesuitas, o el Colegio Imperial, del que eran propietarios, disponían de algunos bienes en la villa.
Como sería muy prolijo analizar todos estos textos, algo que por otra parte excede a este trabajo, reproducimos parte de algunos de ellos en los que se muestra el espíritu en el que se basaban las desamortizaciones.
Carlos IV, por ejemplo, en el Real Decreto de 19 de Septiembre de 1798 aprobaba que:
(…) se enajenen todos los bienes raíces pertenecientes a hospitales, hospicios, casas
de misericordia, de reclusión y de expósitos, cofradías, memorias, obras pías y patronatos de legos, poniéndose los productos de estas ventas, así como los capitales de censos que se redimiesen pertenecientes a estos establecimientos y fundaciones, en mi Real Caja de amortización bajo el interés anual de tres por ciento.
José Bonaparte también acudió a las desamortizaciones eclesiásticas, bajo otras justificaciones y, por ejemplo, emitió un real decreto, el 1 de junio de 1809, por el que:
Se procederá con la mayor actividad a la venta de los bienes nacionales destinados a la extinción de la Deuda pública.
(…) Las ventas se harán en pública subasta a la presencia de intendente y con la intervención del administrador general de Rentas y a solicitud y diligencia del comisionado de las ventas en que estén sitas las fincas, celebrándose dos actos de remate con quince días de intervalo de uno a otro.
Un último ejemplo de la legislación desamortizadora de bienes eclesiásticos lo encontramos con la conocida como Ley Madoz, del mes de mayo de 1855, por la que:
Se declaran en estado de venta, con arreglo a las prescripciones de la presente Ley, y sin perjuicio de las cargas y servidumbres a que legítimamente estén sujetos, todos los predios rústicos y urbanos, censos y foros pertenecientes:
Al Estado, al clero, a las Órdenes Militares de Santiago, Alcántara, Calatrava, Montesa y San Juan de Jerusalén, a Cofradías, Obras pías, Santuarios,, al secuestro del ex-Infante Don Carlos, a los propios y comunes de los pueblos, a la beneficencia, a la instrucción pública. Y a cualesquiera otros pertenecientes a manos muertas, ya estén o no mandados vender por leyes anteriores.
En esta última ley citada se resume muy bien qué bienes eran objeto de desamortización y sobre todo aquellos que nos interesan por ser los que se desamortizaron en Morata a lo largo de un proceso que se desarrolló durante buena parte del siglo XIX y que sacó al mercado, en una primara etapa los bienes, entre otros, del convento de dominicos del Rosario, los mayores propietarios de la villa cuando se inició el siglo y, paralelamente el primer impulso desamortizador.

* Manos muertas: En derecho, poseedores de una finca, en quienes se perpetúa al dominio por no poder enajenarla (venderla).
** En esta relación están excluidos los bienes del patrimonio personal o familiar de los miembros del clero.
*** En esta cifra se incluyen fanegas de cuatrocientos estadales (Las de secano) y de doscientos estadales (Las de regadío).

Fuentes y bibliografía:
  • Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
  • Textos legales de las desamortizaciones eclesiásticas españolas y con ellas relacionados F. Javier Campos y Fernández de Sevilla. OSA. Estudios Superiores del Escorial.
  • Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín. Morata de Tajuña según el Catastro de Ensenada (1751). Bubok. Morata de Tajuña, 2010.

miércoles, 15 de febrero de 2017

Las calles de Morata y su denominación en el callejero (XXIII)


Epílogo-Otras calles de Morata

Con la entrega de hoy finalizamos la serie sobre los nombres históricos de las calles de Morata. En las veintitrés entregas anteriores hemos realizado un recorrido por las calles que integraban el casco histórico de Morata a mediados del siglo XVIII, justo en la época en que se elaboró el Catastro de Ensenada, el primer documento histórico que recoge el callejero de la villa. Naturalmente, con el crecimiento urbano de Morata desde esos años se han ido incrementando y añadiendo nuevas calles al callejero cuya historia dejamos para  el futuro.

Para elaborar esta pequeña historia sobre el nombre de las calles de Morata hemos partido, obligatoriamente, del denominado Cotejo de Casas que se incluye en la documentación del Catastro de Ensenada que se realizó en 1751 y que finalizó, según los legajos conservados, el 1 de agosto de 1.851.
En la primera referencia del catastro sobre las casas y edificios existentes en lo que entonces era el casco urbano de Morata se dice que:
(...) hacen juicio habrá en esta villa como de doscientas setenta a doscientas y ochenta casas de habitación útiles, unas dos o tres inhabitables y como hasta veinte o veinte y cuatro arruinadas y que aunque es de señorío según tienen declarado no se paga por razón del vuelo carga alguna al señor de esta villa.
En esos años, la villa de Morata contaba con 31 vías públicas entre calles, callejones, plazuelas y plazas en las que se censaban 304 edificios: 274 casas habitables, a las que había que sumar los 5 pajares, los 19 solares y casas arruinada, el pozo de nieve y los edificios municipales (ayuntamiento, carnicería, matadero...). En el censo no se incluían los edificios religiosos (la iglesia, los dos hospitales de pobres y las ermitas) ni los molinos aceiteros.
En el siglo XIX, Juan Diego Arribas ya recogía en su libro sobre la historia de Morata un mayor número de calles, consecuencia lógica del crecimiento urbano que se había producido desde la redacción del catastro, unos 150 años antes:
Se compone la población [de Morata] de una plaza llamada de la Constitución, cuatro plazuelas y 49 calles; todas ellas rectas y espaciosas, muy llanas y muy bien arregladas, y con sus correspondientes aceras. (…).
Calles con nombre de origen desconocido
Para completar la historia de las calles morateñas, finalizamos la serie de post  con un epílogo en el que aparecen las calles que aparecían ya en el Catastro de Ensenada pero cuyo origen del nombre de entonces, o actual, desconocemos: 


Calle Villalobos (Calle Panaderos)
En el catastro de Ensenada aparece esta calle Villalobos en la que se censaron en 1751 únicamente cinco viviendas, una de ellas propiedad de María Barranco, vecina de Madrid. Posteriormente, en el siglo XIX esta vía urbana de Morata pasó a denominarse calle Panaderos, seguramente porque en su trazado se levantaría alguna tahona. En el siglo XVIII, según el catastro de Ensenada,  se censaban seis vecinos con el oficio de panadero (Francisco Gómez, Gabriel Gómez, Joseph Ortiz, Francisco Martín de Lara, Francisco ¿?, y Alphonso Ruiz) aunque ninguno de tenía propiedades en la entonces denominada calle de Villalobos. De hecho, en el catastro se indicaba que:
 (...) no hay panaderías fijas sí sólo algunos dos o tres vecinos que tienen la costumbre de cocer pan para vender la mayor parte del año.
Pese a esta afirmación, lo cierto es que en las declaraciones individuales de los vecinos de recogía la existencia de panaderías en las calle de la Cruz de Orozco, calle que va de la frente a la Cruz de Orozco (calle Prim, en la actualidad) y en la calle Búcares (actual calle de la Iglesia).
Plazuela y calle del Espejo
El nombre de esta calle puede estar relacionado con la presencia en Morata en los años anteriores a la elaboración del Catastro de Ensenada de una familia con este apellido. De hecho, en el catastro aparecen cinco vecinos de Morata con este apellido aunque ninguno de ellos estaba domiciliado en la plazuela o calle de ese nombre.
Calle de la Azotea  (Alta y Baja)
El nombre de estas dos calles, que se ha mantenido en el callejero desde el siglo XVIII, tal vez esté relacionado con la existencia en alguna de ellas de una vivienda con una cubierta llana, dispuesta para poder andar por ella, según la definición que aparece en el Diccionario de la Lengua Española de la palabra azotea. En el Catastro de Ensenada aparecen
Calle de Dos Hermanas
En el catastro esta calle -con seis viviendas en su recorrido y en la que una de las fachadas del palacio del marqués de Espinardo ocupa todo su lado norte- aparece identificada como calle que va de la Iglesia a la plazuela del Palacio de Espinardo. Sería ya en el siglo XIX cuando esta vía paso a llamarse con su nombre actual de Dos Hermanas, aunque desconocemos el motivo de esa denominación.
Calle de la Jabonería
El nombre de esta calle durante el siglo XVIII –actualmente se conoce como calle del Picadero, en referencia a la existencia de las cuadras, cocheras y picadero del conde de Altamira en la fachada oeste de la calle que ocupaba su palacio- está relacionado con una jabonería, propiedad de la Casa de Altamira. Curiosamente, en los años en que se redactó el catastro esta antigua instalación para la elaboración de jabón ya no estaba en funcionamiento, por lo que es probable que en consecuencia, la calle perdiera su nombre original:
(…) en la que llaman la Jabonería, que estaba arruinada, ha  fabricado unas cocheras [el conde de Altamira] con sus cuadras, cuyo aumento lo regula Pedro López, maestro de obras, en setecientos reales de arrendamiento.
Calle de la Jabonería que sale a los Oteros
Esta calle, con solo cuatro viviendas en su trazado -una de ellas arruinada en los años de la redacción del catastro-, estaba situada en el límite oriental del casco urbano de Morata y se corresponde con el inicio de la vía que hoy conocemos como calle de Isabelo de la Torre.
Calle que dicen de la Texería Vieja
Por último, el Catastro de Ensenada recoge en su callejero esta calle que, tal vez, haga referencia a la existencia en sus proximidades de una antigua tejería, aunque parece que cuando de redactaron los registros del catastro ya no estaría en funcionamiento. Esta calle se correspondería con el tramo de la actual carrera del Mediodía que transcurre desde la esquina con la calle de la Estrella en dirección a la salida hacia Perales de Tajuña. En esa época se registraron cinco viviendas en su fachada norte, mientras que la fachada sur estaba ocupada por tierras de regadío de la vega.



Fuentes y bibliografía:

·       Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
·       Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid. Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial-Madrid, 1891.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Las calles de Morata y su denominación en el callejero (XXII)


Calle de la Majada

Lugar donde se recoge de noche el ganado  y se albergan los pastores. Así define el diccionario de la lengua española la palabra majada que da nombre a esta calle de Morata. Al menos desde el siglo XIX ya existía este nombre en el callejero  que hace referencia a la existencia de corrales y vías pecuarias en ese entorno del término municipal situado al oriente de la villa.

El nombre de esta calle está relacionado con la presencia de corrales para el ganado en este entorno urbano de Morata. Como sucede con la calle Colmenares –ambas parten de la calle Morería- en el pasado la calle Majada constituía el límite del casco urbano de Morata, aparte de la zona conocida como cuevas del Calvario.
En el primer callejero de Morata no se hace referencia a esta calle, aunque ya existían algunas viviendas con fachada a la calle Morería. En cualquier caso, esta denominación está ligada a la existencia de corrales para el ganado en esta zona. En el catastro de Ensenada se hace referencia a varios de estos corrales localizados en las proximidades de la calle de la Majada. Concretamente, en este catastro se registran corrales a nombre de vecinos como Francisco y Jacinto Ortiz, Mathías de la Cueva, Francisco Villalba y Joseph Orozco. Este último vecino es propietario de dos corrales:
Dos corrales que están a la salida del lugar que cabrán una fanega, el uno linda Norte casa de Mathías de la Cueva, Mediodía palomar arruinado, Oriente calle que sube desde el Hospital y Poniente corrales de las casa de dicho Mathías, y el otro linda Norte era de herederos de Josepha Pantoja, Mediodía el Mazacote, Oriente el carril que baja por medio de las eras a la vega y Poniente corrales de dicho Hospital.
En el catastro también a aparece registrada la propiedad de Juan Pedraza, identificado como uno de los pastores que en el siglo XVIII ejercían esta profesión en Morata:
 (...) una casa en la población de esta villa en la calle que sube a la plazuela de las Cocheras, linda al Oriente con dicha calle, al Poniente corral de la casa de Manuel de Montes, tiene de frente doce  y ocho varas de fondo, consiste su habitación en bajo con diferentes oficinas, cueva, pajar y dos corrales, regulado su alquiler anual en noventa y nueve reales.
Como se ve, la referencia a la existencia de corrales en las proximidades de la actual calle de la Majada son muy abundantes en el la época de redacción del catastro y, aunque en éste también se citan otros corrales en otras zonas del término municipal de Morata, parece que, al igual que sucedía con los colmenares que dieron nombre otra calle paralela, era aquí donde se concentraba la mayoría de estas construcciones destinadas al ganado.
Por otra parte, la calle de la Majada también era una de las salidas hacía la dehesa carnicera de Morata, por aquella época propiedad del concejo y que se desamortizó en el siglo XIX, cuando ya pasó a ser propiedad privada. Hasta los años sesenta, la dehesa contó con varios corrales y abrevaderos para el ganado ovino que pastaba en esta extensa finca del término municipal de Morata. 

En el centro de la imagen, calle de la Majada (Imagen aérea, 2014)

La actividad ganadera en Morata
Como ya se ha apuntado, el Catastro de Ensenada recoge la existencia de corrales para el ganado en esta zona y también el nombre de los vecinos dedicados a este oficio. Curiosamente, entre los vecinos que se dedican al pastoreo a tiempo completo –en el catastro aparecen otros vecinos que también son propietarios de ganado ovino- la mayoría pertenecen a dos familias: los Pedraza y los Santillana: Juan Pedraza, Phelipe Pedraza, Joseph Santillana, Gastar Santillana, Juan Trigo y Joseph Moreno (casado con una tal Ana Pedraza), eran los seis morateños con el oficio de pastor. Estos seis pastores significaban un número muy reducido de vecinos dedicados a este oficio frente a los 100 labradores y 140 jornaleros –todos ellos dedicados a la agricultura- que se registran en el catastro. Este escaso número de ganaderos de ovino o pastores se justifica en el escaso valor de los pastos del término municipal de Morata:
(...) hay diferentes cerros que se llaman concejiles infructíferos y de mala calidad sólo sirven para el común aprovechamiento del corto numero de ganado lanar que tienen los vecinos, además de ser paso o cañada de los ganados trashumantes.
De hecho, los redactores del catastro apuntan en los legajos conservados la escasa importancia de la ganadería en la economía de Morata:
(...) a este término no viene ganado alguno de fuera al esquileo y que en el pueblo hay varios vecinos que tienen algunas cabezas de ganado lanar como son carneros, primales y ovejas que llegaran como hasta dos mil cabezas (...)
En concreto, según los registro individuales de los vecinos que poseían ganado ovino o caprino, Morata contaba con una cabaña ganadera de 1220 ovejas, 125 borregos, 45 carneros y 65 cabras, una cabaña muy reducida en comparación con otras localidades vecinas.
Entre los propietarios de estas cabezas –aparte de los pastores de profesión- figuran vecinos como el presbítero de la parroquia de Morata, Pedro Marchena (305 cabezas, entre ovejas, carneros, borregos y cabras), Miguel Monzón (200 cabezas), Gabriel de Pezes (166 cabezas) y Pablo Fominaya 140 cabezas).
La poca importancia del sector ganadero en la economía de la Morata ha sido una constante a la largo de la historia. El escaso valor de los pastos del término municipal  ha impedido que la ganadería se consolidara como una actividad económica atractiva para los habitantes de Morata. Aunque, curiosamente, en el siglo XVIII llegara a celebrarse en Morata una de las dos asambleas anuales que organizaba el Honrado Concejo de la Mesta, la agricultura no solo prevaleció  históricamente en la economía morateña frente a la ganadería, sino que también impuso su influencia frente al sector ganadero. En este blog ya hemos tratado los pleitos legales que enfrentaron a labradores y ganaderos desde el lejano siglo XV. A consecuencias de estos pleitos, las ordenanzas de la villa aprobadas en 1734 y transcritas por el escribano de Morata Ramón García Nieto en 1803 (Biblioteca Nacional Manuscrito 4508), delimitaban y acotaban estrechamente los derechos de los pastores a la hora de aprovechar los montes y los pastos vecinales así como los periodos en los que les estaba permitido aprovechar para sus ganados los rastrojos de la vega y de las viñas y olivares del término municipal.


Fuentes y bibliografía:

·       Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
·       Biblioteca Nacional (Ms 4508.)
·       Morata de Tajuña según el Catastro de Ensenada (1751). Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín. Bubok, Edic. del autor. Morata de Tajuña, 2010.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Las calles de Morata y su denominación en el callejero (XXI)


Plaza Mayor (plaza de la Constitución, plaza del Caudillo)

En la entrega de hoy sobre las calles de Morata la dedicamos a la plaza Mayor. Lugar de reunión y centro neurálgico de la villa, la plaza de Morata siempre ha estado presidida por el edificio del ayuntamiento y ha sido, y es, escenario de la mayoría de los acontecimientos festivos y políticos de Morata.


Los acontecimientos más importantes para la villa de Morata siempre han tenido como escenario la plaza Mayor. Ya en el siglo XVI, los vecinos reunidos ante el edificio del concejo tomaron la decisión de comprar por 24.000 ducados los derechos que convertirían a Morata en villa de realengo, dejando así de pertenecer al arzobispado de Toledo. Años después, en 1630 y también al amparo de los soportales de la casa consistorial, los morateños acordaron vender su jurisdicción al marqués de Leganés. El ayuntamiento era, por tanto, lugar de reunión y de toma de las decisiones que afectaban a todos los vecinos.  En una de las primeras noticias que tenemos de las características del ayuntamiento de Morata, del siglo XVIII se habla de  una construcción pequeña y de una superficie menor que la actual. Así lo describen los redactores del Catastro de Ensenada:
(…) una casa de Ayuntamiento que está en la Plaza Pública de esta villa con sala baja y alta, dos cuartos y una cocina, sus portales y corredor, linda por el Norte la calle, por el Poniente y Mediodía casas mesón del conde de Altamira y por el Oriente dicha plaza, que tiene de fachada diez y ocho varas y de fondo catorce, que no se le ha hecho regulación de alquiler por no estar destinada para ese fin.
Las medidas de la fachada y el fondo del ayuntamiento corresponden a un edificio más pequeño que el actual –en el siglo XIX se añadió a su superficie el edificio que ocupaba una de las posadas propiedad del conde de Altamira- y de escaso valor arquitectónico. Era por tanto un edificio modesto pero que, en su estructura, ya contaba con un corredor en el piso superior y con soportales en la fachada de la plaza, al igual que sucede en la actualidad. 
El Ayuntamiento de Morata en ua imagen de comienzos del siglo XX

Estas características no debieron de sufrir muchas modificaciones en los años siguientes. Así se deduce de la descripción que realiza del edificio Juan Diego Arribas  en su libro sobre la historia de Morata:
La Casa- Ayuntamiento, que está situada en la plaza de la Constitución, es un edificio antiquísimo, que no reúne las condiciones que una población de esta importancia debe tener, y la Corporación estaba formando expediente para la construcción de uno ah hoc pero la cantidad, y alguna otra más que tenía economizada para este objeto y hacer otras mejoras de importancia y suma utilidad para el pueblo, ha tenido que destinarla a subvencionar el ferrocarril, mereciendo por este solo hecho los aplausos del vecindario, como los merecerá de toda persona medianamente sensata.
En el texto ya se apunta la intención de los responsables políticos de Morata de acometer las obras necesarias para mejorar la casa consistorial. Estas obras se realizarían a finales del siglo XIX, entre los años 1896 y 1897, y fueron realizadas por Domingo Rodelgo, constructor y propietario también del teatro de la plaza. El proyecto, según se publicó en el diario La Iberia el 26 de abril de 1893, había sido aprobado por la Diputación Provincial, pero no sería hasta el año 1896 cuando se aceleraría el inicio de las obras. El diario de Avisos de Madrid publicó el 8 de agosto el importe de las obras para reformar el ayuntamiento y las escuelas de niños y niñas por un importe de 66.137 pesetas, con una fianza de 3.306 pesetas. A finales de ese mismo mes de agosto de 1896, El Imparcial informaba en una breve nota de prensa:
 En Morata de Tajuña va a comenzar inmediatamente la construcción de un edificio para casa ayuntamiento, escuelas de niños y niñas y habitación a los profesores. Dirige la obra el arquitecto Sr. Argenti. (El imparcial 29 de agosto de 1896).
En estas obras ya se añadió a las dependencias municipales el solar que había ocupado, al menos desde el siglo XVIII, una de las posadas propiedad del conde de Altamira. La que fue posada, con fachada a la actual avenida de la Constitución, fue sustituida por las escuelas de niños y niñas que estuvieron en funcionamiento hasta los años sesenta del pasado siglo y que luego albergarían el salón de plenos y el archivo y el juzgado municipal.
En el centro de la imagen, la plaza Mayor de Morata en una fotografia aérea del año 2014

Otras edificaciones de la plaza Mayor
Además de la casa consistorial, la plaza Mayor contó desde el siglo XVIII con otros establecimientos públicos. Según el Catastro de Ensenada, junto al edificio del Ayuntamiento se levantó otra posada, o mesón, también propiedad del conde de Altamira. En los registros del catastro se citaban a los dos vecinos de Morata que estaban encargados de la gestión de estos locales públicos:
Joseph Berenjeno en su oficio de mesonero ganará en cada un año mil y cien reales y Joseph Carrascosa, en la misma profesión, no se le puede considerar utilidad alguna por ser el mesón que tiene incomodo para las gentes, estar desacreditado y arrendado en más precio de lo que produce.
Joseph Berengeno pagaba por el arriendo del mesón –el situado en la plaza- setecientos reales de vellón, mientras que Joseph Carrascosa como arrendatario de la otra posada -cuyo solar se agregaría al ayuntamiento, como ya hemos apuntado- abonaba anualmente al conde de Altamira 750 reales.
Frente a la fachada norte del ayuntamiento y también con entrada por la plaza Mayor se encontraba el hospital de pobres pasajeros. Esta institución benéfica, fundada por el doctor Vallejo para pobres transeúntes, ocupó hasta el siglo XIX, cuando sus bienes fueron desamortizados, el edificio que posteriormente  se utilizaría como toriles durante los festejos taurinos celebrados con motivo de las fiestas patronales.
Juan Diego Arribas se refería a esta institución en sulibro sobre la historia de Morata:
No contentos los morateños con ejercer la caridad entre sus convecinos, y deseosos de que ésta alcance á los demás desgraciados, tienen también otro hospital (titulado de Vallejo, por ser éste quien legó su casa, á principios del siglo XVI) para tan sublime objeto; hospital que sirve de albergue á los pobres transeúntes, en donde encuentran refugio seguro contra las inclemencias del tiempo.
Para su funcionamiento, esta institución benéfica contaba con unas modestas propiedades, legadas por los vecinos de Morata y por el fundador, con las que se financiaban las labores de caridad de la institución y que eran administradas por un vecino de Morata llamado Francisco Oliva. Según el catastro estos eran los bienes pertenecientes al hospital de transeúntes:
Tierras propias del Hospital que llaman el Antiguo de la Plaza para los pobres pasajeros
Tierras de riego de buena calidad
5 fanegas en los parajes de El Coso, El Burrueco y La Callejuela.
Tierras de secano de mediana calidad
1 ½ en Las Cabrizas.
Las tierras las tiene arrendadas Francisco de Corpa que paga anualmente 156 reales.
Censos a favor
Francisco de Recas y Pedro Niñolero, 6 reales y 12 maravedíes.
Manuela de Cuevas, vecina de Carabaña, 6 reales y 12 maravedíes.
Herederos de Joseph Ruiz Bravo 6 reales y 6 maravedíes.
Jacinto Ortiz, 6 reales y 6 maravedíes.
Joseph Hurtado, 6 reales y 6 maravedíes.
Theresa Lebrero,  4 ½ reales.
Antonio de Corpa, 18 reales.
Marqués de Espinardo, 17 reales y 22 maravedíes.
Antonio de Corpa, 11 reales
Francisco de Peces ,24 reales y medio.
Francisco Perogordo, 26 reales y medio.
Antonio Benavides, 10 reales y 10 maravedíes.
Herederos de Robustiano El Rubio, 6 reales y 6 maravedíes.
Cargas en contra
Tiene de pensión esta hacienda cada año 96 reales de derechos de patrono, mayordomo y hospitalero.
Aparte del edificio de la casa consistorial, de la posada y del hospital de pasajeros, los papeles del catastro incluyen el resto de las propiedades registradas en la plaza Mayor de Morata. Entre estas propiedades se encontraba la casa situada en la fachada sur de la plaza. Esta casa, que pertenecía a mediados del siglo XVIII a Miguel Maesso, con el paso de los años pasaría a albergar el teatro Rodelgo, inaugurado en el mes de diciembre de 1900:
En el inmediato pueblo de Morata de Tajuña se inaugurará mañana el bonito teatro Rodelgo. El distinguido jurisconsulto Carlos Díaz Valero ha escrito para la inauguración un apropósito, que será representado por aficionados de la localidad, destinándose los productos íntegros en beneficio de los pobres. (El Liberal, 29 de diciembre de 1900). El Teatro Rodelgo, tras la guerra civil se reconvirtió en un cine.
La fachada meridional de la plaza se completaba con una vivienda propiedad de Miguel Bello, escribano público del Ayuntamiento de Morata -aunque la entrada de esta casa se encontraba en la calle del Carmen-, y con la carnicería pública, propiedad del Concejo, situada en la esquina con el camino Real a Chinchón donde tenía su entrada:
 (...) las carnicerías públicas de esta villa que están en dicha plaza [Mayor] que se compone del cuarto en que se pesa, un cuarto en que se romanea y un poco de cueva, linda al Norte dicha plaza, al Poniente calle que baja a las eras, al Oriente y Mediodía casa de Miguel Maesso y tiene de fachada catorce varas y de fondo seis, a la que no se le regula alquiler por ser para el abasto público.
En otro apartado del catastro los redactores vuelven a referirse a este establecimiento público cuyos ingresos especifica, así como los beneficiarios de los mismos:
 (...) hay una carnecería propia de esta villa sin que rinda utilidad alguna  mas que la comodidad para vender la carne al pueblo en que tiene el señor de esta villa el derecho de dos maravedíes por razón de alcabalas en cada libra de carne y para su majestad por sus derechos se cargan cuatro maravedíes que suele producir en cada un año tres mil reales y ochocientos mil y quinientos maravedíes
Frente al edificio del Ayuntamiento, en la fachada oriental de la plaza los registros del catastro recogen una única propiedad perteneciente en sus tres cuartas partes a María Ignacia Mexía –la otra cuarta parte pertenecía a su abuela Mariana Jacolé-. Esta vivienda ocupaba no solo la fachada oriental de la plaza sino que también contaba con unos corrales anexos con entrada por la calle del Carmen. Así se describía en el catastro:
(...) tres partes de cuatro de una casa que la otra pertenece a doña Mariana Jacolé, abuela de la dicha, la cual se halla en la Plaza de esta villa, linda al Norte calle que llaman del Toril y al Mediodía corrales y calle que llaman de los Búcares, tiene de frontis treinta y dos varas y de fondo veinte y dos, su habitación en bajo y principal con diferentes oficinas, con una bodega, lagar y cueva y en ella tres cubas y veinte y una tinajas su caber unas y otras dos mil trescientas y noventa arrobas, regulado su alquiler anual en seiscientos reales de vellón
La planta de esta extensa propiedad ha permanecido ahora y se corresponde con los edificios que actualmente pertenecen al Círculo de Labradores. Por otra parte, en el edificio ocupado por el casino funcionó hasta los años 30 del pasado siglo un comercio de tejidos hasta que inauguró el nuevo local de la asociación de agricultores:
Inauguración de un centro recreativo en Morata
Morata de Tajuña, 8, 10 noche. Se ha inaugurado un centro recreativo en este pueblo y con tal motivo se pronunciaron algunos discursos.
El sr. Fernández Heredia dijo que el ideal de todo hombre honrado debiera ser lograr la absoluta identificación del capital, la inteligencia y el trabajo.
El abogado de la Sociedad Benéfica Agraria, Sr. Escobedo  recomendó que el centro fuera refugio de todos, y el sr. García Gutiérrez agradeció en nombre de la Sociedad la colaboración prestada. (ABC, 9 de abril de 1933).
Por último, hay que reseñar que en el Catastro de Ensenada no aparecen registrados el resto de los edificios que conforman la estructura de la plaza Mayor de Morata. Cuando se elaboró este catastro en el siglo XVIII estas propiedades situadas en la fachada norte de la plaza aparecen registradas en la calle Real a Arganda y en la calle que sale de la Real de Arganda a la Fuente, la actual avenida de la Constitución.
Precisamente, la plaza Mayor fue denominada con el nombre de plaza de La Constitución durante el periodo de tiempo que transcurrió entre los acontecimientos políticos que dieron lugar a la proclamación de la I República (en el siglo XIX) y la finalización de la guerra civil. Se inició entonces el periodo en el que, durante 45 años, la plaza se llamó del caudillo Sería ya en 1995 cuando la plaza más emblemática de Morata recuperó su denominación más tradicional.


Fuentes y bibliografía:
·       Morata de Tajuña. Crónica de la provincia de Madrid. Arribas, Juan Diego-Imprenta de la Diputación Provincial. Madrid, 1891.
·       Archivo Histórico Provincial de Toledo. Sección Hacienda. Catastro de Ensenada. Libros maestros y respuestas generales. Bienes de Eclesiásticos. H 408 y  H. 410.
·       Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño, Jesús Antonio. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Madrid, 1999.
·       Periódicos citados en el texto.