martes, 21 de mayo de 2019

El cultivo de árboles frutales en la vega de Morata

En la toponimia de Morata aparecen con mucha frecuencia términos relacionados con la existencia de numerosas huertas en la vega que riega el río Tajuña: camino de la Huerta, huerta de la Sancha, rincón de la Huerta, huerta de los Hoyos, molino de la Huerta de Angulo. En todos los casos son denominaciones que hacen referencia a un sistema de explotación de las tierras de regadío del término de Morata que combinaba el cultivo de hortalizas y cereal con árboles frutales. Con los años estas prácticas agrícolas se ha perdido casi en su totalidad. Por desgracia, cada día es más difícil ver árboles frutales en Morata y no digamos ya las antiguas huertas que, desde antiguo, caracterizaban a la vega morateña.




No son pocas las referencias documentales que a lo largo de los siglos hacían referencia a la presencia de huertas y árboles frutales en la vega de Morata. Gracias a las Relaciones Topográficas, que Felipe II ordenara redactar en cada pueblo, ciudad y lugar de la Corona de Castilla, sabemos que ya en el siglo XVI los vecinos de la villa cultivaban en la vega de Morata huertas y árboles frutales con los que completar sus ingresos y acceder al consumo de fruta de muy buena calidad. En la vigésima respuesta del cuestionario ordenado por Felipe II ya se hacía mención de huertas y frutales al reseñar el curso del río Tajuña:
A los veinte capítulos dijeron que el río que se dice Tajuña pasa por junto a la dicha villa la vega abajo dos tiros de arcabuz de ella por la parte del mediodía de la dicha villa, y que no es caudaloso de mucha agua, tiene a un lado y otro del dicho río una ribera, con cuya agua se riegan tres mil fanegas de pan en sembradura pocas más o menos, adonde se cogen muchos frutos de cáñamo y pan, en la cual hay algunas huertas y frutales de buenas frutas (…).
Siglos después, en otro documento destinado a inventariar las riquezas de todas los villas pertenecientes a la Corona de Castilla también se cita la existencia de huertas y árboles frutales en la vega de Morata e incluso se hace referencia a cómo tributaban al fisco real estas explotaciones agrícolas:
(…) Que de las frutas que se cogen en la huerta que pertenece a los señores de esta villa se paga de diezmo de dieciocho arrobas, que la que pertenece en este término a Don Claudio Sánchez y Torres, canónigo de la santa Iglesia de Osma, es libre de diezmo y únicamente paga a la Parroquial de esta villa por razón de feudo seis maravedíes en cada un año.
Sin embargo, es en la respuesta a la pregunta decimotercera del cuestionario denominado Preguntas generales donde se cuantifica la importancia fiscal de los cultivos hortofrutícolas de la vega de Morata. Por aquellos años de mediados del siglo XVIII, era muy habitual que prácticamente en todas las parcelas existieran varios ejemplares de árboles frutales:
A la pregunta trece declararon que de cada fanega de álamos negros o blancos consideran se pueden cortar de diez en diez años treinta palos y que la común estimación de cada uno es ocho reales. Que cada fanega de tierra plantada de frutales tendrá como cuarenta y que cada uno de estos regulan podrá producir un año con otro media arroba de fruta que compensado el más valor que unas tiene con el menor consideramos a cada arroba el precio de cinco reales y esto que el plantío esté a marco o sin el pues en los pocos frutales que hay en este término no hallamos diferencia.
En otros apartados del catastro aparecen también citados los cultivos frutales, considerados como marginales, en tanto que la mayoría de las parcelas se dedicaban a la siembra de cereales de regadío. Eso no impedía que en todas las fincas en la que existían árboles frutales estos quedaran minuciosamente reflejados ya que influían en el valor de las tierras catastradas, como sucedía, por ejemplo, en una tierra en La Aceña, propiedad Miguel Sánchez Alonso, vecino de Morata, donde se catastran (...) alrededor de ochenta árboles de membrillo y veinte y nueve guindales, y es de buena calidad.
Aparte de estos frutales aislados, el Catastro de Ensenada recoge dos grandes huertas de frutales en el término de Morata. Incluso ahora, más de doscientos cincuenta años después de que se elaborara el catastro, la huerta del Molino (de Angulo) y de los Hoyos permanecen en la toponimia morateña aunque ya sin contar con los miles de frutales que llegaron a cultivarse en ambas propiedades.
El conde de Altamira era el propietario de una de estas huertas, concretamente la que se denominaba huerta del Molino, [luego con su venta huerta del Molino de Angulo]: (...) su caber cincuenta y cuatro fanegas con mil y doscientos árboles frutales doscientas sesenta y cinco plantas que a dichos frutales se van cruzando y la circunda el río Tajuña de buena calidad (...).
La otra huerta que aparece en el catastro era propiedad de la familia Ruiz de Castañeda, concretamente de Pedro Antonio Ruiz de Castañeda:
(...) su caber siete fanegas de tierra plantada de frutales de distintos géneros ordinarios y tiene seiscientos y sesenta árboles de medina calidad y está criada donde llaman Las Hoyas [sic], que por un lado la cerca el río un pedazo de viña del mismo dueño, dista media legua de la población.
Declive del cultivo de árboles frutales
A finales del siglo XIX, Juan de Diego Arribas, en su libro sobre la historia de Morata no se olvida de citar las dos huertas que ya aparecían como hemos señalado en el Catastro de Ensenada:
(…) Entre las muchas y buenas huertas de que hemos hablado ya en otro capítulo, merecen especial mención dos: la titulada del Espinardo y la de Ángulo; la primera de la propiedad del conde de Sástago [Espinardo] , y la segunda del Sr. Jaraba.
Una y otra son espaciosas, con diversidad de plantas, árboles, flores y riquísimos frutos, lo que prueba la bondad de su tierra y abundantes aguas; cada una de ellas tiene una magnífica casa de recreo (…).
Arribas también hacía una relación de algunas de las especies de árboles frutales que se cultivaban en la vega de Morata, muchos de ellos ya desaparecidos:
(…) Desde el humilde y poco apreciado ciruelo, en su diversidad de clases, hasta la encopetada pera de Donguindo y otras no menos estimadas por su clase y condición, tienen aquí cabida, sin excluir el melocotonero, albaricoquero, guindo, el sabroso pero, la no menos popular manzana, y para terminar (pues sería tarea muy pesada ir refiriendo una por una todas las clases de frutas que aquí se cultivan), diremos que la mayoría de los árboles aclimatados en nuestra Península se encuentran aquí. Si el radio de Madrid poseyera un terreno como el de Morata, con todas sus condiciones ¡cuántos encantos y distracciones proporcionaría á los madrileños, que no conocen los prodigios de la agricultura, y cuan distinto sería el efecto que produciría al foráneo la entrada de la coronada villa! (…).
A finales del siglo XIX se documenta la existencia de otras huertas en la vega de Morata, entre ellas la que se cultivaba en el entorno del antiguo batán de paños. Esta huerta, ya desaparecida, se describía así, cuando se publicó un anuncio en la prensa de la época anunciando su subasta:
Una posesión en la villa de Morata, situada sobre el río Tajuña, de caber 3 fanegas, 6 celemines y dos estadales, destinada su mayor parte a huerta cercada por una arboleda poblada de árboles frutales, tasada en 20.273 rs.
También es en estos años de finales del siglo XIX cuando ya algunos morateños comenzaron a denunciar el declive de los cultivos hortofrutícolas en la vega de Morata. Es cierto que este declive fue especialmente patente a partir de los años sesenta del pasado siglo, pero lo cierto es que muchos años antes José de Hidalgo Tablada, un autor del que ya hemos publicado varias entradas en el blog, denunciaba el estado de los cultivos frutales en la vega de Morata.
Hidalgo Tablada había descrito en algunas de sus muchas publicaciones especializadas algunas de las especies frutales características de Morata, entre ellas las que denominaba pera temprana:
(…) De esta hay dos variedades, una denominada de fruto pequeño, y otra de grande; porque comparativamente la última es mayor tres cuartas partes; la primera tiene poco más de un centímetro de alto y la segunda cuatro.
La grande presenta el fruto amarillo en el lado de la sombra y muy colorado en la parte que le da el sol; la pequeña es amarilla toda. En uno y otro árbol se observa gran desarrollo, si se injerta en franco, lo cual requiere, así como el que no se sujeten a las formas de espaldera., etc., que exigen podas repetidas. De la variedad pequeña, tenemos una planta procedente de semilla, que, si un arbolista de oficio la hubiese conseguido, estaría bautizada con el nombre de la finca o del pueblo en que la hubiese obtenido, se llamaría temprana, de Morata.
Hidalgo Tablada denunciaba ya entonces, cuando aún el cultivo de fruta tenía cierta importancia para los agricultores morateños, el arranque de los frutales para, supuestamente, obtener mayor rentabilidad en sus tierras de regadío:
(…) Cuando se ve, como en el presente año hemos visto en el sitio en que escribimos (Morata de Tajuña), arrancar plantíos enteros de arbolado frutal de pipa y hueso, y se considera que están situados a cinco leguas de la Corte, de ese mercado a que concurren frutas de todos los puntos de la Península y se venden con regular estimación, cuando se examina que la tierra ocupada por los árboles tiene riego abundantísimo y que la fruta es de muy buena calidad, especialmente la de pipa; se ocurre dudar de la utilidad de nuestro trabajo sobre una materia que desde luego aparece aquí, como poco o nada productiva, siendo esta la idea que se sustenta y defiende por los que han dado los árboles casi de balde con el solo fin de tener pronto libre el suelo de plantas que vimos poner hace veinticinco años y estaban en plena producción (…).
De alguna manera, como en tantos otros aspectos de la agricultura en Morata, Hidalgo Tablada vio venir el negro futuro que le esperaba a las huertas morateñas. Y eso a pesar de que, como bien recordaba el catedrático de Agricultura y exalcalde, Morata contaba por entonces –y ahora-con una ventaja fundamental frente a otras zonas agrícolas: la cercanía con los mercados madrileños. No resultaba extraño que en aquellos años de finales de siglo, y en las primeras décadas del siglo siguiente, se citaran continuamente los cultivos de Morata en general, y por supuesto también las frutas, como productos de calidad y habituales en los mercados de Madrid (por aquellos años el mercado de la plaza de la Cebada y posteriormente el mercado de Legazpi). José Antonio Huertas y Emilio Rodríguez, en una publicación que detallaba las principales poblaciones de las que se abastecía la capital de España (Memoria relativa a los centros de producción de frutas, verduras y hortalizas, así como de los que surten de estos artículos a nuestro mercado), incluían en uno de sus capítulos las acelgas, ajos, tomates, patatas, pimientos, uvas, peras e higos procedentes de la vega de Morata como algunos de los productos de calidad que surtían al mercado de la plaza de la Cebada.
Unos años más tarde, en el diario El Imparcial del 28 de agosto de 1930, aparecía una reseña titulada El vientre de Madrid. En este texto periodístico se analizaba la entrada de frutas y hortalizas diariamente en el Mercado de la plaza de la Cebada donde se vendían la mayor parte de los 500.000 kilos de frutas y verduras que se consumían diariamente en Madrid:
(…) Ahora la mayor parte del género viene por carretera por ser el transporte más rápido y económico. Las frutas de este tiempo, que son los higos, las peras, los melocotones, las uvas los melones y las sandías vienen directamente en camiones de los puntos de producción. De Talavera, Navalcarnero, El Álamo y Morata (…).

Perdida de huertas y árboles frutales en la vega de Morata (1946-2016)
La web nomecalles, de la Comunidad de Madrid, ofrece la posibilidad de visionar fotografías aéreas de todos los municipios madrileños realizadas desde mediados del siglo pasado. La secuencia fotográfica que ofrecemos, que se comenta por sí sola, se inicia en el año 1946 y finaliza en 2016. Es fácil apreciar cómo se ha producido la pérdida paulatina de casi todo el arbolado en la vega de Morata, concretamente en el paraje de El Taray.



Foto aérea 1946


Foto aérea 1956


Foto aérea 1961


Foto aérea 1975


Foto aérea 1991


Foto aérea 2016

Fuentes y bibliografía:

  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
  • Relación Topográfica de los pueblos de España. Transcritas en Historia de la villa de Morata de Tajuña. Torre Briceño, Jesús Antonio de la. Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Madrid, 1999.
  • Morata de Tajuña, según el Catastro de Ensenada-Miranzo Sánchez-Bravo, Agustín-Bubok, 2011.
  • Tratado del cultivo de los árboles frutales en España y modo de mejorarlo. Hidalgo Tablada, José de. Librería de los Sres. Viuda e hijos de don José Cuesta, editores. Segunda edición, corregida y aumentada con nuevos datos. Madrid, 1871.
  • Morata de Tajuña (Biblioteca de la Provincia). Arribas, Juan de Diego. Biblioteca de la Revista ilustrada La Provincia. Madrid, 1891.
  • Memoria relativa a los centros de producción de frutas, verduras y hortalizas, así como de los que surten de estos artículos a nuestro mercado. Huertas, José Antonio, Rodríguez, Emilio. Imprenta Municipal. Madrid, 1927.
  • Publicaciones y periódicos citados en el texto.

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