jueves, 9 de marzo de 2023

La nobleza en Morata, del marquesado de Leganés a la Casa de Altamira (III)

Tras su matrimonio por poderes, el marqués de Leganés, Diego Messía Felípez de Guzmán, desterrado de la corte, residió unos meses en el palacio de Morata

La nueva esposa del marqués protagonizó un violento incidente en la Casa de Campo de Madrid al disparar contra un cochero del Almirante de Castilla


Con el matrimonio celebrado en abril de 1642 entre Diego Messía Felípez de Guzmán y Juana de Rojas y Córdoba las casas de Leganés y Almazán-Altamira unían sus destinos de cara al futuro de sus familias, aunque la fusión de ambas casas nobiliarias en una sola persona no se materializaría hasta casi setenta años después, con la muerte sin herederos del III marqués de Leganés. Pero antes, tanto el matrimonio del I marques de Leganés con la marquesa de Almazán, como el de sus respectivos hijos e hijas, concertados en la misma fecha del año 1642, pasarían por distintos episodios y situaciones, algunas de ellas trágicas y con fatales consecuencias. Mientras que el marqués veía como desaparecía su influencia en la corte, su nueva mujer protagonizaba un violento incidente en la Casa de Campo de Madrid.


Aunque las noticias sobre el matrimonio entre el I marqués de Leganés, Diego Messía Felípez de Guzmán, y la marquesa de Almazán, Juana de Rojas y Córdoba, a veces son contradictorias, parece que el enlace, celebrado en el Palacio Real de Madrid se celebró por poderes. El marqués de Leganés, por entonces en la cumbre de su carrera política y militar, pasó los meses previos a la boda en tierras de Valencia y en el reino de Aragón auxiliando militarmente a distintas plazas, como Tarragona, Tortosa y Alcañiz amenazadas por el ejército francés, por entonces en guerra con España.

Eran los meses previos a la guerra en Cataluña, que se desencadenaría con posterioridad a su boda con la marquesa de Almazán, y una etapa ciertamente muy importante en la vida del marqués, no solo por su nuevo matrimonio, sino por otros asuntos familiares menos agradables, como la muerte de su hijo menor Diego. Además, Diego Messía vivía entonces una etapa de esplendor en su faceta de militar que le llevaría a dirigir, unos meses después de su boda, el ejército español frente a franceses en la batalla de Lérida. Por desgracia para él, esta batalla perdida, marcaría, el comienzo de su declive como hombre de Estado en la corte de Felipe IV.

Los documentos de las capitulaciones matrimoniales de su hijo y su hija con la hija y el hijo de la marquesa de Almazán apuntan a su ausencia de Madrid el día de su boda como hemos visto. Así lo indican también algunas fuentes documentales de la época. El padre Sebastián González, jesuita, se refería así, en septiembre de 1642, meses después de la ceremonia, al matrimonio entre el marqués de Leganés y la marquesa de Almazán:

(…) Casose por poderes el marqués de Leganés con la marquesa de Almazán, y hijo y hija de Almazan con hija y hijo de Leganes. Hizo oficio de cura el señor Patriarca, y la señora condesa de Olivares llevó á los novios a las casas del de Leganés, donde hoy están todos juntos (Memorial Histórico Español 1861-1865, tomo XIX).

También se publicaron por entonces referencias a los asistentes al enlace, celebrado en el Palacio Real de Madrid, entre los que se hallaban miembros de la alta nobleza como el duque de Nájera, el duque de Osuna, el duque de Lemos, Bernardino Fernández de Velasco,condestable de Castilla, José González, consejero del rey, y, en un papel destacado, por su parentesco con los contrayentes, Inés de Zúñiga y Velaaco, mujer del conde duque de Olivares, primo del marqués de Leganés y el político más poderoso de la monarquía española en esos años (Meses después de la boda, también perdería el favor y el valimiento ante rey, como le sucedió a su primo el marqués de Leganés).

Declive político y militar del marqués de Leganés y estancia en Morata

Otra muestra más de que el matrimonio del marqués de Leganés y la marquesa de Almazán se realizó por poderes la encontramos meses después de la ceremonia, cuando ya había tenido lugar la caída en desgracia de Diego Messía Felípez de Guzmán tras la derrota de sus tropas en la batalla de Lérida. Este episodio, el más desgraciado de la carrera militar del entonces señor de Morata, marcaría su futuro no solo como militar y político destacado de la monarquía hispana –aunque posteriormente aún sería rehabilitado por Felipe IV-, sino también a nivel personal. En mayo de 1643, más de un año después de celebrado el matrimonio, la marquesa de Almazán solicitaba licencia real para ratificar su matrimonio con el I marqués de Leganés:

(…) La marquesa de Leganés pidió licencia a S. M. para ir a ratificar su matrimonio con el de Leganés a Morata, de que es marqués su hijo del de Leganés, y que viniese para este efecto de Ocaña. Respondióle el señor Presidente que S. M. concedía la licencia que se le pedía con calidad que el marqués dentro de tantos días volviese a la villa de Ocaña. Suplicó la marquesa de esta segunda ordenación pidiendo por merced se sirviese S. M. de que asistiese el marqués en Morata hasta que se hubiesen concluido sus negocios y fuéle respondido no convenía al servicio de S. M. estuviese en Morata sino en Ocaña; con que la marquesa hubo de acomodarse en el tiempo y irse a Morata donde hoy está el marqués; no se sabe si los dos se irán de allí a Ocaña, o el marqués solo, y ella se volverá aquí [Madrid] con sus hijos. (Cartas de algunos PP de la Compañía de Jesús sobre los sucesos de la monarquía entre los años 1634 y 1648, Madrid, 6 de mayo de 1643).

Esta nota recoge uno de los escasos momentos en que se documenta la presencia del I marqués de Leganés en Morata. Como se aclara en el texto, Diego Messía, estaba confinado, prácticamente exiliado, en la villa de Ocaña por orden del rey tras su fracaso en la batalla de Lérida. Aunque el texto resulta confuso, parece que el matrimonio logró reunirse en Morata para confirmar su enlace, aunque la licencia real solo le permitió una estancia corta en Morata antes de su vuelta al confinamiento de Ocaña y también a la vuelta de la marquesa a Madrid.

Unos meses después, el 17 de octubre, la misma publicación incluye una corta reseña en la que, de nuevo, se afirma que el marqués recibió permiso para acudir una vez más a la villa de su señorío:

(…) Al marqués de Leganés le han dado licencia para irse a vivir a su pueblo de Morata. Pasó por cerca de Madrid, adonde le visitó el P. Asistente. (Cartas de algunos PP de la Compañía de Jesús sobre los sucesos de la monarquía entre los años 1634 y 1648, Madrid, 17 de octubre de 1643).

Reiteramos que estos episodios posteriores a la batalla de Lérida propiciaron la estancia del marqués en Morata, junto a su mujer, una vez que Felipe IV le había prohibido su estancia en la corte y en su palacio señorial de la calle de San Bernardo y, como castigo añadido, su destierro a Ocaña. 

El I marqués de Leganés pintado por Rubens

Incidente violento de la marquesa de Leganés

El matrimonio del marqués de Leganés con su segunda esposa, la marquesa de Almazán, pasó a partir del destierro en Ocaña y su estancia en su palacio de Morata por distintas vicisitudes marcadas por la carrera política de Diego Messía Felípez de Guzmá. Como ya hemos señalado, tras su caída en desgracia por el fracaso en la batalla de Lérida frente a los franceses, aún pudo recuperar parte del favor real cuando Felipe IV le reclamó para que asumiera de nuevo el mando de las tropas reales en el enfrentamiento con el ejército de Portugal (El marqués de Leganés sustituyó en el territorio de Extremadura al marqués de Torrecuso y participó en el cerco de Olivenza en 1645).

Antes de esta rehabilitación política y desde su residencia en Morata, aunque alejado de la corte madrileña, el marqués de Leganés pudo afrontar la defensa de su honor y su carrera política y militar ante las acusaciones surgidas tras la derrota en tierras catalanas*. Su carrera, no obstante, nunca recuperaría ya el prestigio alcanzado en los años previos a su caída y a la de su primo, el conde duque de Olivares. Algún episodio protagonizado por su segunda mujer, la marquesa de Almazán, no ayudó precisamente a que el marqués de Leganés recuperara el favor real.

Las crónicas de esos años relatan un episodio protagonizado por la segunda esposa del marqués de Leganés, una mujer con fama, a lo que se ve merecida, de persona aguerrida y vehemente. Según esas crónicas, en el mes de septiembre de 1647 la marquesa, aficionada a la caza, transitaba con una carroza por la Casa de Campo madrileña, entonces un espacio vedado a la población pero al que acudían miembros de la nobleza a practicar la caza. La marquesa, acompañada por dos hijas y una sobrina, la marquesa de Mora, participaba en una jornada de caza cuando su coche de caballos fue interrumpido por otro carruaje ocupado nada menos que por el almirante de Castilla, Juan Gaspar Enríquez de Cabrera, y dos damas que le acompañaban. Tan nimio incidente provocó el enfado de la marquesa. Así relataban el encontronazo en las publicaciones de la época:

(…) Este miércoles pasado fue la marquesa de Leganés a la Casa de Campo a tirar, como suelen otras veces, a los conejos, Iban con ella sus dos hijas y su sobrina, la condesa de Mora. Acertó también a ir el Almirante, en su coche, las cortinas corridas, y dos damas, con el vestido como de campo. Iba el coche del Almirante siguiendo al de la marquesa, porque las damas que el Almirante llevaba, tuvieron gusto de verla tirar. La marquesa envió un recado al cochero diciéndole fuese por otra parte; su amo le dijo caminase. Volvió con segundo recado un criado de la marquesa y dijo que la marquesa de Leganés iba allí con dos hijas y su sobrina y que le pedían echase por otra parte. No se dio por entendido y prosiguió; salió del coche la marquesa y pidió una escopeta que cargó con solo pólvora y taco, y apuntó al cochero para espantarle y obligarle fuera por otro camino; disparó y no hizo caso el cochero. Viendo esto la marquesa, cargó segunda vez con perdigones y apuntándolo dio con el en tierra: Las damas que iban con el Almirante, se desmayaron; el almirante no estaba con vestido decente para darse a conocer. Mandó al otro cochero subiese en la silla, de donde el otro había caído, y fuese a Madrid. La marquesa hizo tomasen la sangre al herido, y lo que llevasen en casa de un guarda. Dicen le dio dos doblones de a ocho, que el cochero no quiso recibir…

El asunto, como era de esperar, no finalizó ahí, y llegó a oídos del rey, Felipe IV, que ordenó la detención provisional del almirante -sorprendido por el incidente en una situación no muy cómoda por la presencia de dos mujeres en su carruaje-, pero no tomó ninguna decisión punitiva más:

(…) El Almirante se fue a casa de otro señor, donde había otros diez o doce, y consultó que debía hacer en este caso. De la consulta salió, le enviase un billete al marqués de Leganés, que decía así: “estando un coche mío en la Casa del Campo, la marquesa, mujer de V. E. derribó aun cochero de un arcabuzazo. V. E. me avise que le parece para que yo vea lo que debo hacer. Guarde nuestro Señor a V. E.”. El marqués de Leganés le respondido: “la marquesa me ha dicho por dos veces pidió al cochero de V. E. se apartase de donde iba con sus hijas y sobrina, y no queriéndolo hacer, sucedió lo que V. E, sabe. Nada más que decir sino que guarde dios a V. E.”.

S. M. supo el caso, y, mandó prender al Almirante con cuatro guardas en su casa. Esto se me parece se compondrá fácilmente, pues el herido no está en peligro (…). (Cartas de algunos PP de la Compañía de Jesús sobre los sucesos de la monarquía entre los años 1634 y 1648. Tomo VII. 3 de septiembre de 1647).

Este suceso, ocurrido unos años antes de la muerte del marqués, ocurrida en el año 1655. En torno a esa fecha, el genio de la marquesa y esposa del marqués de Leganés, afloró de nuevo. Según relataba Jerónimo de Barrionuevo en sus Avisos, cuando ya el marqués se encontraba prácticamente n su lecho de muerte, la marquesa volvió a demostrar su mal carácter:

(…) Una cosa me dicen graciosa de la Marquesa de Leganés, que dándole una criada de la de Liche un porrazo a un perro que, entre los muchos que tiene, quería notablemente, se encolerizó tanto por habérsele muerto, que echaba mas tacos que un carretero. Acudieron al ruido los Marqueses huéspedes, y volviéndose a su cuarto, dijeron: Vámonos luego de aquí, que no esta esto para nosotros, como lo hicieron el día siguiente, lo cual se dice ha sido mucha parte del mal de Leganés, y que no hará poco si escapa de esta enfermedad. (Avisos de Jerónimo de Barrionuevo, Madrid, 13 de febrero de 1655).

El marqués moriría, en efecto, unos días después de este incidente, el 16 de febrero de 1655. Sobre su muerte y los acontecimientos relacionados con su familia y herederos, trataremos la próxima semana.


*Batalla de Lérida. En este episodio bélico, ocurrido el 7 de octubre de 1642, el I marqués de Leganés estaba al mando de un numeroso ejercito, de alrededor de 18.000 soldados de infantería y 6.000 de caballería que se enfrentó a las tropas franco catalanas, dirigidas por Philippe de La Mothe-Houdancourt, en torno a la ciudad de Lérida. La derrota en esta batalla, que el marqués achacó a problemas de abastecimiento de sus tropas, provocó su retirada a Fraga y el confinamiento posterior en la villa de Ocaña, lejos de la corte de Felipe IV. Su rehabilitación la consiguió cuando en 1646 el marqués de Leganés, como capitán general de Cataluña, recuperó la ciudad que años antes había provocado su caída y destierro.


Fuentes y bibliografía:

  • Carta de poder otorgada por Juana de Rojas Córdoba, [VI marquesa de Poza], para concertar su casamiento con Diego Mesía [Dávila Felípez de Guzmán, I] marqués de Leganés, así como el de sus hijos con varios descendientes. Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA, C. 400, D.1-2.

  • Carta de pago y recibo de dote otorgada por Gaspar Hurtado de Mendoza, [V] marqués de Almazán. - Archivo Histórico de la Nobleza, BAENA,C.257,D.9.

  • Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Tomo 5993, fol. 525r-556v.

  • Cartas de algunos PP de la Compañía de Jesús sobre los sucesos de la monarquía entre los años 1634 y 1648. Tomo V y tomo VII. Publicado en la colección Memorial Histórico Español. Colección de documentos, opúsculos y antigüedades que publica la Real Academia de la Historia. Tomo XVII. Imprenta Nacional. Madrid, 1863-65.

  • Avisos de Don Jerónimo de Barrionuevo (1654-1658). Tomo I (1892), tomo II (1892), tomo III (1893) y tomo IV (1894). (En Colección de escritores castellanos-Historiadores). Imprenta y fundición de M. Tello. Impresor de Cámara de S. M. Madrid.







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